Los Niños de Morelia (2)

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Hoy viernes 10 de junio de 2005

REPORTE ESPECIAL

Los niños de Morelia... 23,926 días después JUAN PABLO VILLASEÑOR

Hoy se cumplen 68 años del arribo de 456 niños españoles a Morelia. Juan Pablo Villaseñor, director del documental Los Niños de Morelia, entrevistó a los 6 sobrevivientes que decidieron radicar en la capital michoacana. Por considerarlo de interés, reproducimos aquí fragmentos de las conversaciones del cineasta con los protagonistas de aquella historia. En 1937, casi al año de haber estallado la guerra civil, mientras Francisco Franco y sus aliados bombardeaban indiscriminadamente escuelas, hospitales y áreas ajenas al conflicto, se anunció en la prensa y en la radio de la España republicana que cualquier persona interesada podría inscribir a sus hijos para la expedición a México. Los niños no deberían ser mayores de 12 años ni menores de 5. La intención era protegerlos, salvarlos de los peligros de la guerra. Para mediados de mayo se habían concentrado ya los 500 futuros viajeros en la ciudad de Barcelona. De ahí partirían en tren hacia Burdeos, Francia, donde los esperaba el Mexique, barco que habría de transportarlos hasta América. Lázaro Cárdenas, presidente de México en aquel tiempo (quien no tardaría en abrir las puertas del país a todo español que quisiera vivir en tierras mexicanas), había ofrecido a Manuel Azaña, presidente electo de la República Española, que tomaría bajo su custodia a los miembros de la expedición. El 7 de junio los niños de la guerra desembarcaron en el puerto Veracruz, donde algunos de ellos fueron reclamados por familiares establecidos en México, y 3 días más tarde, el Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español hizo la entrega de 456 niños al Internado España--México de la ciudad de Morelia, Michoacán. Predominaban los varones. Más del 40% eran catalanes; el resto provenía de Madrid, Valencia y la región de Andalucía. Aquella no sería sino una estancia temporal, se había dicho. Todos regresarían a España una vez concluida la guerra, misma que pensaban ganaría la causa republicana. Pero la guerra se perdió. Franco, el causante de su destierro, se afianzó en el poder hasta 1975. Y los niños españoles envejecieron solos, lejos de casa. Seis de aquellos exiliados continuaban viviendo en Morelia hasta el año 2002; al año siguiente murieron dos. Ellos, quienes eligieron para siempre la ciudad de su infancia, son : Martina Benedet Gironés, José Rius Rodríguez, Vicente Carrión Fos, José Dobla Vázquez, Acacio González Perujo y Emeterio Payá Valera. E l Internado España--México ,que se fundara para recibir a los niños republicanos todavía existe, aunque ahora ubicado en las cercanías de Panteón Municipal, pues los edificios expropiados al clero en su momento, fueron restituidos al mismo en 1964. Lo habitan ahora niños mexicanos huérfanos, abandonados o extremadamente pobres. Al momento de terminar la última de las entrevistas aquí presentadas habían transcurrido 23, 926 días desde la llegada del Mexique a la costa veracruzana. "Cuando esperas que el tiempo pase, no cuentas los


Mexique a la costa veracruzana. "Cuando esperas que el tiempo pase, no cuentas los años, cuentas los días. Y ahora los voy a empezar a contar nuevamente, pero esta vez para que se detengan, porque los doctores me han dicho que tengo los pulmones invadidos de cáncer". Eso me dijo mi amigo Emeterio Payá durante la celebración de año nuevo. Este libro está dedicado a él, a Pepe Rius, y a todos aquellos que con una maleta en la mano vivieron a la espera de un día que nunca llegó. JOSÉ RIUS RODRÍGUEZ (1929-2004) ¿En dónde naciste? En Barcelona. Casi todos los niños de Morelia veníamos de allá; no sé cuántos, pero la mayoría. ¿Cómo se habían enterado ellos del viaje, y de qué manera te informaron que vendrías? La verdad no me acuerdo bien. Pero nos hicieron creer que veníamos de paseo, de vacaciones, que nos iban a alejar de Barcelona sólo por unos días...Bueno, pues han pasado ya más de 65 años ¡Y es día que todavía no nos juntamos! Yo tenía 8 años en aquel tiempo, ahora tengo 75. ¿Cómo era Morelia cuando ustedes llegaron? ¡Bien chiquito! Apenas había un poco más de 40 mil gentes, unas 45 a lo mejor...Estaban: el centro, el Acueducto, el Seguro Social , la estación del tren , y todo lo demás pelón: puro pinche zacate. En el Internado ¿había algo que te gustara? ¡Los desfiles! Eran una cosa primorosa; desfilábamos en las fiestas de los aniversarios, el de la Independencia y el del natalicio de Morelos. Después también, ya de grandes, desfilamos en los aniversarios de nuestra llegada. Pero me gustaban mucho los concursos de bandas de guerra porque siempre quedábamos en primer lugar: ¡le ganábamos a los soldados!, ¿cómo ves? Y puro muchachillo... ¿Tienes nacionalidad mexicana o española? Nunca me dieron la nacionalidad mexicana. Si eso es lo que quiero. Yo tengo pasaporte español. Se me ha vencido ya no sé cuántas veces y lo tengo que estarlo renovando y, además pagando por estar aquí. Se me considera ilegal después de haber vivido aquí ¡casi setenta años! Si aquí me crié, ¡chingao!, ni modo que me digan que soy extranjero: tengo 10 hijos, tengo 20 nietos , cinco bisnietos y todavía no soy mexicano. Este año fui a migración y me dijeron que necesitaba un año más, que hasta el próximo año me podían dar mi nacionalidad mexicana. Aquí me hice hombre; esta es mi casa, mi hogar y mi patria. VICENTE CARRIÓN FOS ¿Qué ocurrió con tus padres? A mis padres no los volví a ver nunca. Se murieron antes de Franco. De hecho cuando regresé a España mi familia ya no existía. Los había perdido a todos, conociéndolos solamente a través de las cartas, nada más. ¿Tú crees que valió la pena el haberte subido a aquel barco? Si yo me hubiera quedado en España seguramente habría terminado como empleado de algún tipo de comercio. El estudio era nada más para la gente que tenía medios y que además pensaba como ellos, como los franquistas. Así que ¡mira si valió la pena! ¡Muchísimo! Mi formación hubiera sido totalmente distinta, y yo no hubiera conseguido todos los triunfos que he logrado aquí, dentro de la carrera del Magisterio. ...Siento que he vivido muy a gusto aquí, en Morelia, como niño, como adulto y como viejo. ACACIO GONZÁLEZ PERUJO Llegué a México con mi hermano Claudio, que ya falleció. Llegamos, como todos, el 7 de


junio de 1937. Yo tenía 13 años, tirando ya a los 14; realmente era uno de los mayores, aunque no el mayor. ¿Sabían ustedes que venían a México? Lo supimos después. Nos subieron a un tren y en el trayecto de España a Francia lo detuvieron en un túnel porque la aviación alemana estaba bombardeando un pueblo cercano. Y desde las ventanas vimos a los soldados republicanos que estaban en las trincheras bajo tierra y ellos nos vinieron a hablar y a desearnos buen viaje. Después estábamos ya en un barco francés, el Mexique, el nombre del barco y el de nuestro destino final no eran más que una coincidencia. Fue ahí, seguramente , donde le agarré el gusto a eso de permanecer durante días en los barcos y, también al mar. ¿Cuál había sido realmente el origen de la guerra? Los recuerdos que tengo yo de la guerra son pocos, pero suficientes para atormentarme la vida. ¿Por qué seguir viviendo en Morelia? Nunca podremos olvidar Morelia. Aquí, todos nosotros tenemos más recuerdos de nuestra infancia que los que podamos tener en España. En el tiempo en que acababa de regresar de Estados Unidos, me dedicaba las mañanas a recorrer Morelia, toda, y cuando pasaba por la fuente de las Tarascas me paraba y me decía : "fíjate cuando yo vi esta fuente por primera vez yo tenía 13 años y ahora soy un viejo". ¿Fue esa la mayor carencia? A todos nos faltó cariño de hogar. Por eso muchos de nosotros somos tan desapegados que no nos importa nada. Afortunadamente nos tenemos a nosotros mismos. Todos esos niños, ahora viejos a los que has visto, no son mis amigos: son mis hermanos y yo soy tío de sus hijos. Todos nacimos juntos y somos compañeros de las mismas vicisitudes. Algo muy fuerte nos une, hay una especie de imán que nos jala. Y cuando pasa uno del lado del otro, aunque hayan transcurrido muchos años sin vernos, siente como que algo le dice que acaba de pasar alguien que fue importante en su vida y que lo sigue siendo. Somos una familia curiosa y decadente. Pero una familia a fin de cuentas, con una madre en común: Morelia. EMETERIO PAYÁ VALERA (1929-2003) ¿En dónde se encuentran los demás integrantes de aquella expedición? Aquí en Morelia seguimos seis. Cinco varones y una mujer. Las cifras de los que vivimos y los que han muerto son imprecisas; yo tengo un censo de 190 personas fallecidas, pero esto es a saber. Hay muchas personas desaparecidas, que desde el momento mismo en que salieron de la escuela nunca se ha vuelto a saber nada de ellas , pero a ojo de buen cubero calculo que quedemos vivos algo más de 200, incluyendo a los que viven en el extranjero. Algunos regresaron a España, otros viven en Estados Unidos, el resto quedaron repartidos en los diferentes Estados de México, y también por ahí, seguramente, en algún otro país. Aquí a Morelia llegamos 456 Niños. ¿Cómo era un día en el Internado? El día empezaba con el toque de Diana de la banda de guerra y después venía una serie de formulismos de carácter militar: que si reporte, lista, no sé cuántas cosas, luego te ponían a hacer ejercicio y después seguía el baño, obligatorio y diario. Una molestia que


a veces nos la quitábamos de encima con alguna triquiñuela, por ejemplo nos mojábamos nada más la cabeza y nos envolvíamos en la sábana que era también la toalla. Pero la descubrieron y entonces empezaron a castigarnos. Bueno, luego a desayunar; después del desayuno había un recreo. Siempre había recesos durante el día, clase , recreo y así hasta la hora de comer... Todo se hacía a toques de cornetas y con la banda de guerra. Por ejemplo tocaban rancho: "tatataataa...a comer a comer , soldaditos del cuartel", así cantábamos. Después de comer venía otro recreo y luego a talleres , a los que entrábamos a las tres y salíamos a las seis de la tarde. Y, a partir de ahí : ¡libres! ¿Les salvaron la vida enviándolos a México? Los sentimientos de desarraigo patrio y de abandono paterno han creado en algunos de nosotros algo así como un trauma colectivo, el cual nos mantiene enfermizamente hermanados después de tantos años, unidos por una orfandad compartida, hermandad de poca efectividad y escasos resultados prácticos, a no ser el muy dudoso de crearnos una identidad de la que carecemos. Españoles o mexicanos. Nuestra verdadera patria será siempre Morelia, y nosotros sus desdichados hijos: Los niños de Morelia. MARTINA BENEDET GIRONÉS ¿Cómo vieron Veracruz tus ojos de niña? Era muy impresionante porque había muchísima gente, todos estaba lleno de gente y todo el mundo nos daba dulces, frutos, nos tocaba. A mí me impresionó mucho Veracruz ...Y ya que nos subieron al tren, la gente se pegaba en las ventanillas y nos aventaban bolsas de galletas... En la Ciudad de México también había mucha gente. Y Morelia también estaba repleta de gente. A mí me impresionaba ver tanta gente ¿por qué tanta gente? Yo nunca había visto tanta gente. Cuando estaban en la Ciudad de México dicen que pasó un avión ¿lo recuerdas? Sí. Estábamos en el patio de una escuela de México, ahí duramos dos días, y estábamos ahí cuando pasó un avión echando folletos, tiraba solamente folletos de publicidad, pero nosotros corrimos a escondernos del avión. Todo mundo gritó: "¡un avión!". Y a desaparecer del patio. Pensábamos que nos iba a bombardear. ¿Qué enseñanza rescatarías de las que te dejó el Internado? Aprendimos a vivir muy hermanadas. Ahí todas las niñas éramos hermanas; y hasta la fecha, yo veo a mis compañeras como mis hermanas, y a sus hijos como mis sobrinos. Somos tíos y tías, todos somos tíos de los demás... Aprendimos a protegernos, a cuidarnos entre nosotras, a ayudarnos. Por ejemplo, uno se tenía que lavar su ropa, no te la lavaban. Yo a los 7 años pues qué iba a poder lavar, pero mi hermana mayor, de 12 años me lavaba. Y otras pequeñas que no tenían hermanas mayores siempre encontraban a otra niña que cuidaba de ellas, que las peinaba, las bañaba y así... ¿Regresaste alguna vez a España? Fui en 1979, después de que murió Franco, bueno él había muerto en 1975. Fuimos mi hija y yo. Debo de tener primos allá, o hijos de primos, pero no los busqué, porque, ¿a quién buscaba? si no conozco a nadie. Así que me dediqué a conocer España y me gustó. Me gustó mucho. Sin embargo, desde que llegué a Madrid me di cuenta de que ya nunca me acostumbraría a vivir en España, que esa no volvería a ser mi tierra. Solamente al volver a México me sentí otra vez en casa. ¿Qué significado adquirió Morelia en tu vida? Jóvenes o viejos, todos seguimos siendo niños de Morelia, a todos los que llegamos aquí nos dejó marcados esta ciudad.


Morelia era, a pesar de ser la capital, como un pueblo pequeño y precioso. Tranquilo a morir, pacífico, no como ahora que tienen tanto alboroto las calles. Era muy bonito, bueno sigue siendo bonito, ya ves que belleza es el centro histórico. A mi me recuerda algo así como a Salamanca, tanta piedra, tanta cantera. Se me hace bellísimo. Bueno, todo Michoacán me gusta mucho. Pero, desgraciadamente ya creció Morelia, yo hubiera querido que siguiera tan tranquila y tan bonita como estaba. Pero ya no hay paz en Morelia. Se nos fue la época bonita; no sé, se vivía ¡tan a gusto! JOSÉ DOBLA VÁZQUEZ Historia de mi madre Todo empezó el día que hicimos una cena mi mujer y yo para festejar los 25 años que teníamos de casados. Nuestros invitados eran Andrés Melo Pinilla, también niño de Morelia y a su señora, Pastori, los dos malagueños. Entonces dijo Pastori: "mira, nosotros tenemos unos compadres en Málaga. Ellos nos pueden ayudar para ver si tu mamá está en el panteón, si vive, sí está en Málaga, cualquier cosa, ¿por qué no me dejas escribirles?" Y yo dije: "va a ser en vano, pero nada pierdo". Llegué a Madrid el 16 de septiembre de 1982. El 17 de septiembre, a las 8 de la mañana, me subieron al avión y en una hora más ya estaba yo en Málaga. Los señores que me había estado ayudando ya estaban ahí, con un letrerito que decía: José Dobla Vázquez. Me llevaron a su casa. "Y ¿dónde está mi madre?" ...Eran ya como las 3 de la tarde y estábamos en la escalera esperándola. Un sol así primoroso caía asomado a la escalera y empezó a subir mi madre. "¿Dónde estabas Ana que te estábamos esperando?" Le empezaron a decir ellos. "Es que estuve con un presentimiento", les contestó, a mí todavía no me veía. "Que tengo el presentimiento de que ya llegó mi Pepe, no sé dónde está, pero ya llegó". "Bueno pues saluda entonces", dijeron ellos. Entonces voltea, me ve :"cómo está señor". Luego que se queda un momento viéndome otra vez y... pues ahí se acabó el mundo.


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