Liborio“Leticiano” Guzmán: vida del más grande futbolista amazonense, de Alejandro Cuevas Ramírez

Page 1

rostros y tono de voz a los personajes; imaginando las situaciones como si viera una película. El cine llena estos espacios pero crea otros que el espectador, en este caso, debe llenar también mediante su fantasía. En el género cinematográfico deben cubrirse las elipsis. En ambos, pues, el receptor, tiene la tarea de recrear. Se convierte en coautor, de ahí su fascinación. En el caso que nos ocupa, Peña Tovar, le ha proporcionado al lector una sugerencia imaginativa. La carátula de la edición es una fotografía de Louise Brooks, de la cual, la protagonista es vivo retrato h U

Liborio “Leticiano” Guzmán: vida del más grande futbolista amazonense, de Alejandro Cuevas Ramírez

Germán Grisales Investigador y diplomático Ex cónsul colombiano en Tabatinga, Brasil Es autor del libro Nada queda, todo es desafío

235

hojas Universitarias

Q

uisiera referirme al libro Liborio «Leticiano» Guzmán. Vida del más grande futbolista amazonense escrito por el profesor Alejandro Cueva Ramírez para resaltar varios aspectos que han sido de mi profundo interés, tanto en relación con la obra y su autor como en relación con el personaje descrito. Es un libro muy bien escrito, con una prosa ágil y precisa, como los pases del Pibe Valderrama, ameno, lleno de anécdotas que hacen viva la narración y muestran a un escritor con talento y con oficio. Es un aporte importante a la historiografía colombiana porque es pionero de dos aspectos, cuya necesidad es evidente: la historia local y regional, especialmente de la frontera, y la historia especializada, en este caso, la del fútbol.


hojas Universitarias

Durante mucho tiempo se creyó que había una historia universal. Ese proyecto megalómano ocultó los procesos que en espacios como el Amazonas no fueron conocidos. La historia universal estimuló a los seres humanos dedicados a la investigación a buscar especialmente datos relacionados con el poder, con la economía que mostraba mucha importancia, con los hombres que hacían las guerras en calidad de generales. Pero la historia pronto estuvo en crisis como la sociología y su proyecto de objetividad, la filosofía y su reflexión sobre el ser y grandes metarrelatos. La historia gradualmente reparó en otros temas más cotidianos, perdiendo su sentido sacramental. Nuevos temas y enfoques surgieron. Ahora se pudo reflexionar sobre aquello que antes nos parecía importante: la historia de algunos pueblos perdidos en la edad media, la reconstrucción de la vida de una familia común y corriente de árabes que habían logrado guardar durante varios siglos documentos sobre su migración forzada desde España. La historia de las técnicas, que nos llevó a conocer los desarrollos de los silos donde guardar la comida. Y en esa dinámica finalmente surgen filósofos de la historia como H. White, que crean una nueva revolución: acometer contra la forma de escribir la historia, señalando que no hay mucha diferencia entre lo que han escrito los historiadores y la poesía o las novelas de ficción; en todos los casos son apreciaciones, versiones de los hechos acaecidos, pero no los hechos mismos, situaciones ordenadas y susceptibles de ordenar de manera infinitamente diferente aunque se trate de los mismos hechos. Así la historia de Leticia ha sido escrita y reescrita, no solo con mucha ausencias de información sino con la malsana cautela que impide la audacia, atada a ese enfoque tradicional de la historia universal que coarta nuevas perspectivas, que no deja ver nuevas realidades, ni personajes distintos de militares o caucheros. Por todo eso, el libro de Alejandro Cueva, es un aliento fresco que explora el difícil arte de la biografía habiendo compartido con el personaje el «Leticiano» momentos de tranquilidad, con la marca del hombre que vuelve a su tierra con la misma sencillez de cuando se fue. Ahora venía blindado contra la megalomanía de la gloria, confiado y seguro de un nuevo compromiso con el nuevo semillero de futbolistas amazonenses como expresando: A veces es mejor dar poco, en concreto; que mucho, en abstracto. El «Leticiano» es la síntesis del juego de pelota que practicaban los huitotos y de la tradición de los ingleses que cimentaron su presencia en el Amazonas en el siglo XIX. Hijo de madre huitota, por cierto una de las primeras huitotas en llegar a Leticia en 1928; hijo también de un colono, Liborio Guzmán, de la generación de Eustorgio Lozada. Liborio era la síntesis del mestizaje, de la capacidad y la velocidad. 236


Así como son, no sólo los huitotos de hoy sino las demás comunidades indígenas de hoy, capaces de sobrevivir innovando, utilizando cualquier fórmula e imprimiendo su sello cultural. Y el fútbol es una de esas fórmulas europeas que los paisanos han sabido capturar, recrear y convertir en un espacio importante de sus vidas cotidianas, sitio que, incluso, ordena hoy a su alrededor la vida urbana de muchas comunidades indígenas que no tienen iglesia, como si la tenían los españoles, pero sí poseen canchas de fútbol en torno a las cuales ubican sus casas. La vida del mejor puntero derecho que tuvo, probablemente, la época de El Dorado, es un ejemplo para las nuevas generaciones, para Leticia y para los indígenas. Y la lección más importante radica en esa combinación de audacia y esfuerzo constante y persistente para llegar a una meta aún en condiciones profundamente desfavorables: el puntero de raya más veloz del Amazonas, que además, tenía que compartir su tiempo de futbolista con múltiples tareas estúpidas que impone siempre la necesidad de sobrevivir en Colombia a los hombres talentosos, ese hombre, el «Leticiano» Guzmán, se entrenaba mientras corría hasta el banco a hacerle las innumerables consignaciones a Arturo Villarreal. Ahí está pintado nuestro país y el esfuerzo que los deportistas del Amazonas tienen que hacer para salir adelante. Ojalá algún día las cosas cambien y el gobierno central entienda el valor de esta hermosa región y de su gente. h U

Una incursión al fondo de la barbarie

A

lonso Cueto es uno de los más talentosos y prolíficos narranarradores peruanos de los últimos veinte años. Su primer libro, La batalla del pasado (1983), lo presentaba como un dotado escritor en cuyas historias los personajes, las situaciones y la atmósfera se construían con lentitud y sutileza, al modo de Henry James, uno de sus autores preferidos. No obstante este temprano logro, en sus siguientes libros emprendió una búsqueda formal de 237

hojas Universitarias

Jéssica Rodríguez López Profesora Universidad Nacional Agraria La Molina, Perú.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.