Nos separamos… Las reacciones más comunes que se producen en los hijos tras la separación de sus padres (I)
Algunos datos de interés, ¿cómo pueden responder tras una separación parental?
INTRODUCCIÓN Cuando la opción del divorcio y de una separación definitiva empieza a ser considerada como la solución más válida por la pareja es inevitable que en los padres aparezcan dudas respecto a si será lo mejor para sus hijos, en cómo les afectará, qué pueden hacer ellos para actuar de la mejor manera posible, etc. Si bien es cierto que una separación moviliza a todos los integrantes del sistema familiar al tener que readaptarse todos a nuevas circunstancias vitales, son los más pequeños los que tienen una mayor probabilidad de ser los más afectados. Por un lado está el grado en que en función de su desarrollo cognitivo puedan llegar a comprender lo que está sucediendo entre sus padres, la mayoría de ellos los nuevos cambio que se han producido les dejan en una situación de “no entender del todo”, y por otro lado, están las ya omnipresentes batallas legales por ver qué progenitor se queda finalmente con la custodia. Y mientras el asunto se resuelve en los juzgados, los hijos no dejan de hacer una especie de peregrinación entre el hogar de un progenitor y el del otro, con todo su equipaje a la espalda. Esta situación, si no la manejáis de manera adecuada afectará a la seguridad emocional del pequeño y lo que con anterioridad se había establecido como un vínculo seguro se va desquebrajando a favor de una vinculación insegura pudiendo el niño mostrar los primeros síntomas. La separación en los hijos, sobre todo si son pequeños, produce una pérdida de los referentes principales que los mantienen seguros delante el mundo exterior. Tras esta breve introducción, y como ya bien la mayoría de vosotros intuyáis, el divorcio y la separación siempre producen un alto impacto emocional en los hijos. En España se ha producido en los en los últimos años una disminución en el número de divorcios y de separaciones. Una de las razones que está detrás de este descenso es la crisis económica y la otra, la de la falsa creencia que un niño será más feliz si tiene a sus dos padres
conviviendo en el mismo techo y jugando a ser una familia feliz y unida delante de él mientras que por detrás las batallas se encuentran en una plena ebullición permanente. Respecto a esto último, el pensar que “es mejor no separarse por el bien de los niños” es una creencia errónea, pues si bien es cierto que el divorcio tiene repercusiones a nivel emocional en los hijos, no debería de ser una excusa para que segáis conviviendo juntos y convertiros en actores de una obra de teatro que podría llevar por título “La familia feliz y unida”. ¿O acaso el convivir en una mentira no tendrá ninguna repercusión en vuestro hijo? El conflicto sigue estando presente y lo más probable es que los niños, además de percatarse de que algo “pasa”, el ambiente familiar será tenso y frío. Es más, apostar por interpretar ser una familia feliz es solo una solución efímera y transitoria, pues se ha visto que mantener una situación dónde fingir ser una “pareja bien avenida” no puede mantenerse durante mucho tiempo, por lo que finalmente se acaba optando por la separación. Pero claro, mientras tanto, los hijos ya han sido parte de los protagonistas de esta obra de teatro y sin duda alguna habrán presenciado peleas, gritos, desacuerdos y habrán recibido múltiples mensajes contradictorios, sumándoles aún más en el desconcierto. Por ello, se aconseja que optéis por la separación antes que se continuéis viviendo situaciones conflictivas de convivencia y que afectan negativamente a todos los miembros de la familia, incluidos a los más pequeños. Para vuestra tranquilidad, y seguridad, señalaros que el sufrimiento de los niños es mayor en situaciones en la que los padres son infelices juntos que cuando deciden vivir por separado en beneficio de su felicidad. Los niños prefieren y desean que sus padres sean felices. ALGUNOS ESTUDIOS DE INTERÉS Como ya he mencionado en líneas superiores, el divorcio de los padres es un acontecimiento que tiene numerosas repercusiones en los hijos siendo realmente un asunto en que los padres debéis de prestar especial atención para que procedáis de la manera más competente posible. Para vuestro interés, y para reafirmar la importancia del asunto que estamos tratando, mencionaré a continuación algunos estudios que han profundizado en cómo la separación de los progenitores afecta a los hijos. Si os preguntara qué creéis que afecta más a un hijo, la muerte de un padre o el divorcio de sus padres, lo más probable es que la mayoría contestarais que la muerte de un padre produciría un mayor impacto emocional en los niños. Pues un estudio de la University College Dublin demuestra que los efectos del divorcio son más dañinos para los hijos que la muerte de uno de los padres. Podríais pensar que se trata de un estudio aislado, pero no, pues coincide con los resultados de otros estudios llevados a cabo, como el elaborado por Judith Wallerstein de la Universidad de California en Berkeley. Las conclusiones a las que llegó la investigación llevada a cabo en el primer estudio mencionado, fueron que los hijos de los padres divorciados o separados tienen una mayor probabilidad de padecer una depresión, de tener problemas en el ámbito académico así como a tener una competencia menor en habilidades sociales en comparación con otros niños. Pero el dato que más llamó la atención fue que la sensación de pérdida experimentada por los
hijos de padres divorciados era mayor que en los niños cuyo uno de los progenitores había fallecido. De acuerdo con la autora de la investigación Patricia Casey, y en palabras de ella, "nadie debería engañarse con la idea de que el divorcio es fácil…mantener un mal matrimonio juntos es difícil, pero proteger a los hijos después de un divorcio puede ser aún más complicado. Las parejas necesitan darse cuenta de esto". En la misma línea son las conclusiones arrojadas por otro estudio elaborado por The Heritage Foundation y titulado “Los Efectos del Divorcio en América”. Los resultados constatan que los hijos de los divorciados sufren más abusos, presentan más problemas de salud, de conducta y emocionales, y tienen una mayor probabilidad de estar involucrados en crímenes y en el abuso de drogas.
¿CUÁLES SON LAS REACCIONES MÁS COMUNES QUE SE PRODUCEN EN LOS HIJOS TRAS LA SEPARACIÓN DE SUS PADRES? ¿CÓMO PUEDEN RESPONDER ANTE UNA SITUACIÓN DE SEPARACIÓN PARENTAL? Aquí debéis de prestar especialmente atención cuando vuestro hijo ante vuestra separación actué como si lo ocurrido no fuera con él, ignorando la situación. Este comportamiento puede ser interpretado por vosotros como que todo va bien y vuestro hijo se ha adaptado a la nueva situación de manera adecuada pero lo que realmente sucede es que está ocultando y reprimiendo sus sentimientos. Esta estrategia de afrontamiento, de hacer como si nada hubiera ocurrido, se asocia a mayores niveles de ansiedad, de depresión y de problemas de conducta. Si bien es cierto que cada niño responde de una manera determinada y particular ante una situación de separación parental, ya que la manera en que un niño canaliza y expresa su malestar intervienen múltiples variables como la edad, el temperamento, su contexto, etc., sí se han constatado algunas reacciones que son habituales en función del periodo evolutivo en que se encuentre el niño:
INFANCIA (2-6 años) o
Conductas regresivas: volver a hacer pipi en la cama, chuparse el dedo, actitud más infantil, querer dormir con los padres, miedos, ansiedad, etc.
o
Rabietas, necesidad de llamar la atención constantemente.
o
Ansiedad de searación (al dejarlo en la escuela u otros sitios).
o
Vinculación excesiva (normalmente con la madre).
o
Con frecuencia el niño pasa de una actitud agresiva a la búsqueda de una afecto incondicional (abrazos, besos, promesas de que se portará bien, etc.).
o
Alteraciones en el patrón de las comidas y el sueño.
o
Quejas somáticas no justificadas (dolor de cabeza, estómago, etc.).
o
Negarse a ir a casa de uno de los progenitores (normalmente el padre).
o
Apatía, introversión, mutismo ante nuevas personas. Dificultades para relacionarse o jugar.
o
Sentimientos de culpabilidad por no portarse bien, no haber hecho tareas o comerse toda la comida.
o
Su pensamiento mágico es el responsable de que asuman responsabilidades de que no son reales.
o
Temen quedarse solos y abandonados.
INFANCIA (7-12 años) o
Nos aben muy bien cómo reaccionar ante el problema y ante su propio dolor.
o
Al disponer de mayores recursos verbales les ayuda a exteriorizar sus sentimientos.
o
Comportamientos y conductas de recriminación a los padres con la esperanza de intentar unirlos si sigue sin aceptar la realidad.
o
Conductas manipulativas, de menosprecio a alguna de las figuras paternas paralelamente a la idealización de la otra (asimetría emocional).
o
Sentimientos de culpa, conductas de riesgo, baja autoestima, dificultades e las relaciones con sus iguales, baja tolerancia a la frustración, agresividad.
o
Pueden aumentar la hiperactividad e impulsividad.
o
Deterioro en el rendimiento escolar. Niños que habitualmente eran bueos estudiantes empiezan a tener dificultades.
ADOLESCENCIA o
Época complicada para los jóvenes y en la que los problemas se magnifican.
o
Sentimientos de miedo, soledad, depresión y culpabilidad.
o
Aumento de conductas de riesgo (alcohol, sustancias, drogas…).
o
En niñas para que puede producirse precocidad o promiscuidad en las relaciones sexuales así como conductas de riesgo. Necesidad de vincularse afectivamente a una pareja pero con poca capacidad para mantener una relación estable y equilibrada.
o
Dificultades en las relaciones con los iguales. Predominio de la impulsividad y poca capacidad para la resolución de conflictos a través del diálogo.
o
Baja autoestima, agresividad, baja tolerancia a la frustración.
o
En los casos más severos puede derivar a un trastorno disocial.
o
Dudas de su propia habilidad para casarse o mantener una relación.
o
Se vuelven más escépticos con valores como la confianza, el amor y la lealtad.
o
Puede haber inversión e roles y que los hijos se acaban asumiendo tareas y responsabilidades de alguno de los padres, lo que se asocia con una mayor ansiedad y depresión.
Al respecto, señalar dos cosas. Una de ellas es que por lo general las consecuencias del divorcio suelen ser peores en los niños que en las niñas. Y la segunda de ellas, es que el grupo de los adolescentes puede mostrar síntomas pasados 18 meses de la separación, a pesar de haber mostrado una inicial adaptación adecuada.
Miriam Navais | Psicóloga Clínica
www.miriamnavais.com