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"Jesucristo y nosotros”
¿¿Cómo están? Vamos a leer la palabra de san Juan 11:17. Si han encontrado, yo voy a leer.
17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
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18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,
34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. 35 Jesús lloró.
36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.
42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Hasta aquí hemos leído. Hay alguien a quien conozco. Esta persona tomaba bastante; él se enfermó por el alcohol. Fue al hospital. Le dijo el doctor “usted morirá si toma de ahora en adelante. Usted debe de creer en mi palabra. De ninguna manera debe tomar”. El doctor claramente le habló. “Ah, es así. Ah, no debo tomar”. Vino a casa, llamó al hijo y le dijo:
—Hijo, fui al hospital y el doctor dijo: “si en adelante usted toma, morirá”. Ustedes también, por si acaso ustedes ven que yo quiero tomar, ustedes deben de evitar; escándalo si tomo. Desde hoy, jamás voy a tomar.
—Sí, padre. Ah, tuvo una buena decisión. No debe tomar. Pasaron algunos días. Después de un tiempo era de mañana y el padre se puso su saco.
—Padre, ¿a dónde usted se va?
—Fulano cumple 60 años; tengo que ir.
—Padre, no vaya. ¿Qué va a pasar si usted toma?
—Ah, ¿cómo? ¿Tú no confías en mí? Yo voy a morir si tomo. ¿Te parece que voy a tomar entonces?
—Padre, no, no.
—Ah, cómo tú me malinterpretas —le exhortó.
Los niños no podían decir nada. Él se puso su saco y fue al cumpleaños. Les dijo a los amigos: “¿han estado bien? ¿Saben que yo hace unos días fui al hospital? Me dijeron que yo moriría si tomo; jamás tengo que tomar. Si yo quiero tomar, ustedes deben evitar[lo]. No tengo que tomar pero voy a tomar y comer otra comida. No quería venir pero es el cumpleaños de mi amigo. Vamos a divertirnos”. Así él se divirtió. A la mañana no tomó pero era de tarde y se estaba divirtiendo. Esta persona quería tomar así, solamente un poquito. “Ah, mejor que no tome… No voy a morir porque tome esta cantidad… Sólo poquito, poquito, poquito. Es mejor que no tome. Aguanta, aguanta. Porque tome un poquito no me va a pasar algo. No, está bien”. Los amigos:
—Con solamente un poquito no le pasó nada. Oh, no importa. Ah, no le pasó nada. Pon un poquito más, medio vaso.
—No, es mejor que no tomes.
—No digas barbaridades. Tomaba tanto y estaba bien pero por que tome la mitad…
Tomó la mitad y no le sucedió nada.
—Ah, realmente si me va a pasar algo, me tiene que pasar pero no me pasa nada. Vamos a tomar un vaso, pon un vaso.
—Sería mejor que no tomes.
—No digas barbaridades.
—Este doctor para que yo no tome parece que dijo eso, a pesar de que puedo tomar. A ver, pon.
—No —los amigos decían.
—No, mejor que no tomes.
—Estoy bien, estoy bien.
Tomó todo un vaso.
—No me pasa nada. Ese doctor para que yo no tome dijo que yo moriría. Tomé todo un vaso y no me sucede [nada]. Me engañó. Pon un vaso más.
Toda la tarde tomó muchísimo. No le pasaba absolutamente nada.
—Mira, no me pasa nada. Ese doctor, sí, me engañó.
Se divirtió muchísimo pero de noche cuando quería ir a la casa:
—Oh, me duele un poquito. No estoy bien, me duele un poquito.
—Te dije que no tomes pues.
—No, no es por eso, estoy bien. Parece que es…
Y de nuevo:
—Ay, yo me muero. Haz algo, yo me muero, me muero. Haz algo.
Así dice que él murió. ¿Por qué se ríen si otro ha muerto? Esto dice que es una historia verídica. Si uno quiere tomar, imagínense cuánto habrá querido tomar si otros tomaban.
Cuando oía, realmente “ni muerto”, ahora: “ah, yo ni muerto voy a tomar”, decía. El corazón de la gente no es así, cambia a menudo. Solamente si hubiese tenido ese corazón de que “no tomaré”. “Te voy a dar cien animales si no tomas” pero el corazón de una persona cambia; no es constante el corazón de una persona. Señores, ¿cuál es la razón por la cual tienen que venir al culto los domingos? Cuando oyen la palabra en la iglesia y cuando van a la casa es distinto el corazón. Cuando sale al hospital decía “no debo tomar. Sí, ustedes deben evitar… Yo moriré si tomo”. Se había determinado en gran manera pero cuando quería ir a la fiesta los hijos decían:
—Padre, ¿no podrías dejar de ir?
—¿Qué ustedes piensan de mí? Yo voy a morir si tomo. ¿Ustedes piensan que voy a tomar? Barbaridades que ustedes se preocupan.
Sí, así era en ese momento. Parecía que no iba a tomar pero tomó un trago, dos tragos. Cuando veía a los amigos, cuando tomaba antes, ese gozo que sentía, esa sensación parecía como que no importaría que tome.
—Un poquito, un poquito, un poquito. No, no pongas mucho, un poquito.
—Será mejor que no tome.
—Está bien. ¿Porque tomamos un poquito moriremos? Es solamente un traguito. No, no importa.
Tomó. No le pasaba absolutamente nada. Claramente, bien sabe que morirá si toma pero su corazón va cambiando. “Ey, no nos pasa nada aunque tomemos la mitad. A ver, llena todo el vaso”. Tomó un vaso entero y no le sucedió absolutamente nada. “Esa persona que decía ser doctor, él dijo que moriría para evitar que tome. No importa, pon otro trago”. Tomó un trago, dos tragos; tomó muchísimo, no importaba. ¿Hasta qué momento? Hasta que le duele el estómago. Le dolía, era muy intenso el dolor. Sí, no podía aguantar. Estaba pataleando y murió en ese lugar.
Su hijo me dijo: “ese día yo tenía que luchar, tenía que evitar que vaya a esa fiesta pero el padre… Ah, me estoy arrepintiendo porque no evité eso”. No hay nadie que tenga un corazón constante toda su vida. Nuestro corazón cambia de día y de noche. Así es. Venimos al salón de culto y cuando oímos la palabra decimos: “ah, cierto, cierto, así debo hacer. Yo he sido perezoso. Tengo que leer mucho la Biblia, orar”. Ese corazón realmente a uno le surge en gran manera. Ese corazón, si fuese constante y no cambiase, eso también sería un problema pero la gente cambia a cada momento.
Esa persona que se droga, no se droga porque quiere drogarse. “Si me drogo, ya no soy ser humano, yo soy un perro”. Uno ahora comienza a determinarse pero ¿cuál es la sensación? Cuando uno se droga, sería bueno que esa sensación siga pero cambia el ambiente. ¿Cómo cambia nuestro corazón? No importa que nos droguemos: cambia el corazón de uno, así. Entre ustedes, si hay alguien que nunca cambia el corazón, realmente no podrá ir al cielo; debería cambiar. Así es el corazón, está hecho que cambie; así fue creado el hombre. El que uno se drogue, el que uno tome, el que uno se cautive en el mundo… La gente está amarrada en medio del pecado y después de que obtiene el perdón del pecado… Señores, ¿se acuerdan de eso? Por el pecado uno sufría. Viniendo a la campaña, nunca había escuchado eso pero cuando oyó el evangelio de cómo fue perdonado por la sangre de Jesús, se conmovieron. “Hay una palabra como esta. Qué buena esta iglesia, cómo que una iglesia como esta… Anteriormente dijeron que yo era pecador. Así fuimos lavados. Estamos felices”. El corazón de aquel entonces… Parecía que moriríamos por el evangelio, ¿verdad que sí? Queríamos dar todo de nuestro ser, queríamos sacrificarnos y servir al Señor. Este evangelio, cuando lo hemos oído: “verdaderamente esto es una gracia inmensa. Mi pecado ha sido perdonado. Ahora yo voy a vivir únicamente por ello, por el evangelio. Viviré únicamente por el Señor”.
Nadie habrá dejado de tener ese corazón en medio de nosotros pero a medida que el tiempo iba pasando, obteniendo el perdón del pecado uno vive muy bien dentro de la iglesia pero a veces el mundo es bueno, uno siente gozo en el mundo y uno se ausenta el domingo, uno puede dejar de leer la Biblia. De esa manera no hay nadie que deje de cambiar su pensamiento; todos cambian. En ese momento nosotros debemos de diferenciar nuestro pensamiento y la palabra de Dios. “Ah, ¿estará bien nuestro pensamiento? No, esto, no, no, no”. De tal manera uno puede guardar la fe pero en medio del pecado, estando en conflicto… No hay iglesias que enseñan acerca del perdón del pecado. “Sí, esta iglesia ahora anuncia esta palabra. Hay una iglesia como esta. Mi pecado ha sido perdonado, yo obtuve la vida eterna. Sí, yo podré ir al cielo”. El corazón se conmueve, está agradecido. Por más que digan “da tu vida”, a veces ustedes sintieron “sí, voy a dar mi vida. ¿Qué tanto? Sacrificándome, viviendo por el Señor, viviré por el evangelio únicamente”. Satanás poquito a poquito va comiendo nuestro corazón. Esa fe cuando va pasando el tiempo: “ah, no, no era así cuando yo recibí la salvación. Ahora yo soy muy carnal, soy muy humano. No, no debo seguir así. Debo cambiar de parecer, debo corregir esto”. Así es, diez veces lo que sintieron; eso es poco. Todos los días dicen eso pero de nuevo nos dirigimos a la carne. Así somos nosotros los hombres, ¿no es así?
Lázaro había muerto. Las hermanas de Lázaro, Marta y María, antes de que él muera habían enviado gente junto a Jesucristo. “Señor, el amado se ha enfermado”. Por lo cual Lázaro, Marta y María eran tres hermanos, no tenían padre. Jesús había ayudado a ellos y les protegía a ellos. El hermano estaba enfermo. Marta y María rápidamente, ya que ellas no podían ir, habían pedido por alguien para que vaya junto a Jesús. “Señor, el amado está enfermo”. Entonces: “ah, Lázaro está enfermo. ¿Dónde?” Pensaban que le iba a curar. Jesús no vino. Esta enfermedad no es para muerte, es para la gloria de Dios. No vino, por lo cual Marta y María: —Hermano, espera un poquito. Jesús dice que no es para muerte. Estarás bien.
—Sí [pero] estoy sufriendo. Me duele más. Ay, mi dolor, mi cabeza.
Murió. En el corazón de ellas ¿qué corazón habrán tenido? “Si Jesús hubiese muerto… No iba a morir. Jesús parece que nos considera poca cosa. ¿Por qué no vino Jesús? Nuestro hermano murió”. Ah, estaban con un corazón triste delante de Jesús. Jesús, después de algunos días que Lázaro murió, en ese momento fue a aquella casa. Marta y
María estaban allí. María estaba muy triste. Aunque oyó que vino Jesús: “ah, si lo hubiese curado a mi hermano cuando él estaba vivo…” Después de que mi hermano murió ¿para qué va a venir después de que haya muerto? Jesús nos amó. ¿Por qué no vino cuando tanto le pedimos y viene recién? Estaba muy triste. Aunque oyó que vino Jesús, no se levantó y siguió en casa. Marta es una persona un poquito más humana y fue en busca de Jesús. Se encontraron pero lo primero que dijo:
—Señor, si usted hubiese estado aquí, mi hermano no iba a morir. Es decir, estoy triste. Usted no vino, dejó que muera. ¿Cómo usted, Señor Jesús, puede ser nuestro Señor?
Está expresando ese corazón de tristeza. Jesús ¿qué le dice?
—Tu hermano vivirá.
—¿Qué? ¿Que mi hermano va a resucitar? ¿Es cierto? Ah, qué bueno si es así, Jesús. Ah, por favor haga resucitar a mi hermano.
Pero no, no entraba esa palabra en ella.
—Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Tiene un mundo del corazón completamente distinto. Esto es algo pequeño pero Marta, María y Lázaro son tres hermanos. Ellos no tenían padres. Jesús los amó, cuidó de ellos. Marta y María, cuando habían oído que estaba enfermo su hermano, dejando todo pensaron que Jesús le haría vivir pero dice: “esto no es para muerte”; no debería venir si no es para muerte pero Jesús vino después de cuatro días. Estaban tristes ellas, muy tristes. “Si hubiese venido en ese momento, mi hermano no iba a morir. ¿Para qué? ¿Qué hay necesidad de que venga después de que murió?” Amaba al Señor pero estaba con un corazón muy triste.
María ni salió. Marta era un poquito más humana y lo primero que dijo: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no iba a morir”. Así se expresa. “Entonces yo confío que usted…” Sí, en el corazón de Marta y María, el hermano murió; ahora no tenían ni una pizca de corazón de que su hermano viviría. No tenía nada que decir, luego dice: “ahora el Maestro te llama”. María le dice lo mismo. Ahora:
—Jesús, Lázaro murió.
—Esto no es para muerte.
Nuestro pensamiento: “si el hermano murió, murió ante nuestra vista. ¡¿Cómo va a volver a vivir?! El hermano murió. Estamos tristes porque el hermano murió pero qué bueno si hubiese venido antes de que muera. Si hubiese venido Jesús, iba a poder vivir. ¿De qué nos sirve que venga después de que haya muerto?” Estaban con tristeza.
Hermanos amados, esto: Marta, María, Lázaro. No solamente ha ocurrido en esta casa sino que dentro de nuestra vida de fe, entre el Señor y nosotros tenemos pensamiento distinto y miles de ocasiones ocurre esto. En ese momento ¿qué debemos hacer? Sea como fuese la situación, el problema, tenemos que aceptar la palabra del Señor tal como es. Uno aceptando la palabra del doctor tal como: “debe dejar de tomar y ya. El doctor le dijo que no debe tomar”.
Tenía el pensamiento de que no debía tomar pero en ese momento, en momentos así, comunes, decía: “no tengo que tomar”. Estaba determinado pero cuando veía cómo los otros tomaban en la fiesta tenía deseo de tomar, por lo cual en momentos comunes el doctor le dice que morirá si toma. “No me digas que tome. No voy a tomar”. Así actúan pero cuando uno va, en la fiesta los amigos toman. Él comía carne, otras cosas pero cuando veía cómo otros tomaban, ah, enloquecía porque tenía deseo de tomar.
Nosotros, llevando la vida de fe, Satanás realiza mucho de esto. Dentro de nuestro corazón, decimos: “tenemos que servir al Señor. Debo dar mi vida por el Señor; el Señor murió por mí. Estoy agradecido: mi pecado ha sido perdonado”. Ese corazón de agradecimiento realmente llegó hasta que toque el cielo. Todos ustedes, todos por la sangre de Jesús después de que han obtenido el perdón del pecado, cuán conmovedor era. “Tenía mucho pecado, pensé que iría al infierno y siempre pedía el perdón del pecado al Señor. Tengo mucho pecado. ¿Qué pasa si voy al infierno? Luego la sangre del Señor Jesús me perdonó para siempre. Me ha dejado justo; soy santo. El Señor dice que soy santo”.
Ustedes querían llorar de agradecimiento, estaban conmovidos. En ese momento el pastor que predicaba la palabra, ah, para ustedes parecía un ángel, ¿verdad que sí? Sea canoso, sea con cabello negro. Tanta gracia habían hallado. Todos ustedes mediante la sangre de Jesús, ustedes cuando han oído el evangelio: “¿cómo el pastor supo esto? ¿Cómo es que él entendió leyendo la Biblia? Realmente ha sido una gran suerte que me haya encontrado con el pastor; es brillante. Es la primera vez que yo oigo esto”. En ese momento, obedeciendo la palabra del Señor, viviendo por el evangelio no mezquinaba por más que dé toda la vida por el Señor.
Nosotros, todos somos seres humanos: nuestro corazón cambia a cada momento, conforme a cada situación puede cambiar. Si estamos en casa y nos dicen que tomemos: “te dije que no debemos tomar y me traes alcohol”. [Lo] habrá tirado pero fue a la fiesta y dentro del ambiente de cómo tomaban… Todos estaban felices, tomando. Sí, uno tiene esa ocasión en la que estuvo feliz tomando antes y parecía como que no importaría tomando un poquito, ¿verdad? La gente es así, por lo cual debía ser gruesa la Biblia porque debía de contarnos muchas cosas a nosotros.
Discúlpenme que les comente esto. Desde los 15 años yo robaba. Cuando iba madurando el trigo, sí, hasta ahora me acuerdo. Íbamos al campo de trigo y arrancábamos aquellos trigos, íbamos al monte a cocinar en el fuego y luego frotábamos y soplaba. ¿Es posible? No había algo más delicioso que eso. Es posible. Luego comíamos del caqui, comíamos de la manzana; robábamos así. Yo me atormentaba porque decían que si tenía pecado no iría al cielo. “Ah, ¿por qué comí el caqui? ¿Por qué comí el trigo? Me remordía la conciencia”.
Cuando nos reuníamos entre los amigos: “debemos creer en Jesús… No, no quiero”. No, no podía decir eso. ¡Verdaderamente eso es rico! La gente, todos son así, por lo cual nosotros, oyendo este evangelio, después de que obtenemos el perdón del pecado ¿por qué necesitamos la iglesia? Porque con la palabra que escuchamos en la iglesia poco a poco nos acercamos más al Señor. Día tras día, acercándonos al Señor ¿verdad que hay tal himno?
“Día tras día nos vamos cerca del Señor”. Nuestro corazón ¿cómo llega a ser? “No estés en nuestra postura” sino desde la postura de Jesús empezamos a pensar las cosas.
Para un hombre como yo, Jesús fue clavado, con la lanza fue crucificado, él fue golpeado con los látigos. Yo ¿en qué voy a pensar? Por más que yo muera, viviré únicamente por el Señor”. Ese corazón dentro de todos ustedes ahora se levantaba. Verdaderamente, por más que daba el dinero, pasando hambre no mezquinaba. Por más que me insulten por Jesús, no sentía dificultad, al contrario, sentíamos agradecimiento; así éramos. Aquí con toda certeza, los que han obtenido el perdón del pecado con la sangre de Jesús, todos habrán sentido lo mismo; si no han recibido la salvación, no pero habrá sido así. “Quiero dar toda mi vida, quiero dar toda mi herencia. ¿Qué tanto? Si no tengo esto, me muero. ¿Ya qué tanto?” Pero señores, la gente de ninguna manera es así, espiritualmente. No únicamente piensa en Jesús. Cuando otros tienen buena ropa: “yo también quisiera ponerme tal ropa. Toda mi vida no lo pude hacer; en esta ocasión, yo quiero probarme esa ropa”. ¿Verdad que tienen eso? ¿Verdad que suele ocurrir? ¡Sí, yo también, nosotros también queremos vivir así! ¡Yo también quiero vivir bien a pesar de que creo en Jesús!” Ese corazón, cuando entra dentro de nosotros, nos hace olvidar el amor del Señor y hace que nos vayamos a dirigir con la carne. No quieren leer la Biblia, no quieren orar; están ocupados, tampoco quieren ir a la iglesia y los domingos por la mañana, si vamos, no queremos ir por la noche; ese corazón tenemos.
El mundo del corazón así es. Ustedes, dependiendo qué corazón elijan, depende ahora de cuánto aman al Señor. “Jesús murió derramando la sangre, murió crucificándose, recibió los látigos pero un hombre como yo, aunque nosotros tengamos la maldad ahora ¿qué tanto si yo rechazo?” Tenía ese corazón pero a pesar de ello queremos vivir bien. Recibiendo la salvación queremos tener comodidad, queremos ponernos una ropa. Ese corazón también persiste en nosotros. Continuamente peleando, ese corazón de amar al Señor, ese corazón de entregar nuestro ser ante el Señor, ese corazón de vivir por el evangelio, ese corazón de agradecimiento ante el Señor, continuamente, ya que es devorado ese corazón, sin darse cuenta, ustedes así se van convirtiendo en la actualidad.
Amados hermanos, yo en esta ocasión fui a Brasil. En la iglesia católica más grande, yo prediqué la palabra durante 30 minutos. Yo como que estaba un poco titubeando. Al comienzo hablé acerca del presidente Fernando Lugo porque él antes era un sacerdote y se convirtió en un presidente. El embajador de Paraguay un día me vino a buscar.
—Pastor, yo quisiera ser su hermano menor.
Yo dije [que] tenía hermano menor que era embajador. Luego pasó un tiempo. Me dijo:
—Hermano mayor, tengo un problema.
—¿Qué es?
—El presidente de Paraguay viene a Corea y se queda durante tres días aquí.
Toda la organización está a cargo de la embajada. El embajador, mientras que esté como embajador, el que venga el presidente de su país es una oportunidad que no puede llegarle en toda su vida. Si el presidente le ve de buena manera, puede ser ministro. Es una oportunidad que puede tener una vez en su vida. Debía dar gozo al presidente pero el presupuesto de la embajada no era suficiente. Estaba un poco angustiado. En la última ocasión se decidió. ¿En qué cosa? Al presidente le gusta la música. Quería hacer un musical. “Usted, pastor, ¿usted no podría permitir que el coro Gracias haga un concierto?”
En ese momento estábamos en una campaña en el Jamsil. Yo hablé con la conductora. Con algunas personas del coro decidimos hacer el concierto. Vino luego al estadio de
Jamsil. A las 7 empezaba; me fui a las 6:30. A las 6:30 me encontré con el presidente, hablamos y de venida le di el libro acerca del perdón del pecado en la versión del español. Fuimos y al momento que el presidente se subió en su avión dijo: “¿trae el libro que pastor Ock Soo Park nos dio?” El secretario había dejado el libro. Al día siguiente la esposa, con el libro, fue hasta Paraguay. El presidente leyó ese libro y le dijo al embajador: “quisiera invitar a pastor Park a Paraguay”. Me habían dado una tarjeta de invitación. En ese momento era como noviembre, creo. “Yo iré en febrero el año que viene. Hay un evento en Paraguay. ¿No podría ir en ese momento?” Yo me determiné ir en ese momento.
Fui a Paraguay en febrero del año siguiente. Me fui y al momento que llegué al aeropuerto, ya de la parte de seguridad se acercaron y dijeron a los pasajeros que estén sentados y me llevaron únicamente a mí a la sala VIP. Ellos hicieron todos los trámites ya que venía con la invitación [del] presidente. [Por] 24 horas ellos me habían hecho de seguridad, me hicieron la escolta los policías. Era un día antes de encontrarme con el presidente. Llamé a los secretarios del presidente.
—¿Cuánto tiempo tengo para encontrarme?
—40 minutos; máximo es siempre 40 minutos.
En la audiencia con el presidente, durante 40 minutos yo había planificado predicarle al presidente. Le gusta la canción: dos, tres veces deberían de cantar; así pasan 10 minutos. El tiempo que queda yo le dije al coro: “si el presidente pregunta, ustedes solamente responderán con ‘sí’ o ‘no’ porque tengo que predicar durante 40 minutos. Por favor no me quiten ni siquiera un minuto porque si me quitan aunque sea un minuto ya no les voy a llevar a la casa presidencial”. Fuimos así. El coro hace tal como le digo. Empezamos a hablar con el presidente acerca del perdón del pecado. El presidente oyendo este evangelio estaba tan feliz; sujetó fuertemente mi mano y su rostro estaba rojo; no sabía más qué hacer. La hermana que tradujo en español es la hermana de la hermana Celia de nuestra iglesia. El presidente estaba muy feliz. Durante 40 minutos estuvimos en la sala presidencial.
Uno tiene que salir antes de que le digan que salga porque el presidente no me va a decir para que salga. Pasando 40 minutos, porque él está muy ocupado y realmente no es debido así, entonces yo me levanté y salí.
Salí. Largo tiempo viajamos. La secretaria del presidente nos llamó. “Esta noche en el evento de IYF el presidente estará presente”. Wow. Aplaudimos. Pasaron 10 minutos. El presidente mandó a todos los ministros para que estén participando. Estábamos muy, muy felices. Desde ese momento el presidente se convirtió en el amigo más íntimo mío. Varias veces vino a Corea. Yo también varias veces fui a Paraguay. Siempre me había servido. El presidente recibió la salvación. “Dios, yo soy un don nadie pero todo lo que preparó por mí… Hay tantas cosas que ha preparado por mí”. Hoy todos ustedes que están sentados aquí son los hijos más amados de Dios, por lo cual el plan hacia ustedes es grandioso, precioso, bello.
Nosotros leyendo esa Biblia, cuando vemos el corazón de Jesucristo… Después recibí la salvación y convirtiéndome en pastor me acordé de un amigo mío. Se llamaba Jung Jong Nam. Él es mucho más alto que yo. Ese amigo realmente tiene un carácter tan bueno. Mis amigos son tan buenos. Un día, un amigo mío había prestado algo mío y él rompió. Yo estaba enojado.
—Ock Soo, perdón.
—¡Ey, ¿con que me digas “perdón”, ah, ya está? ¿Eh?!
Estaba enojado yo. Jong Nam se acercó.
—Ock Soo, somos amigos. ¿Por qué te enojas con eso? El mío es mejor que el tuyo. Yo te doy el mío. No, no actúes así.
No se imaginan cómo me avergonzó él. Luego oímos de Jong Nam que se casó con una señorita muy guapa, que era una mujer que iba a participar en Miss Corea. Jong Nam también es bello, es guapo. Era un amigo muy bueno. A veces yo me pongo a pensar. “Dios, ¿por qué usted me salvó? Soy bajito, feo. ¿Por qué me salvó usted a mí? Hombre como Jung Jong Nam, si usted lo pone en el púlpito, es bueno que los miembros lo vean. Tan bien él habla pero tan bien. Señor, ¿por qué a mí me ha puesto como pastor?” A menudo le pregunto al Señor. Ese amigo se casó con una señorita muy guapa; ella iba a ser casi Miss Corea. Claro, obviamente, entonces era muy guapa. “Jong Nam también es guapo”, dije pero luego pasó el tiempo. Me asusté.
—Ock Soo, ¿oíste acerca de Jong Nam?
—¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Él se suicidó.
—¿Sí?
Yo no podía creer [que] ese hombre tan guapo, viviendo con una mujer tan guapa… ¿Por qué se habrá suicidado? Yo no podía entender. A menudo digo: “Señor, ¿por qué usted ha salvado un hombre como yo? Jong Nam, si hubiese recibido la salvación, si hubiese sido pastor, ah, los hermanos habrán sentido tanta frescura, habrá sido tan bueno pero yo soy tan delicado. Mi esposa no lo expresa pero cuando veo el rostro de mi esposa siento “ah, mi marido es delicado”. A veces yo veo eso. Sí, yo creo que es así.
Dios, realmente no puedo entender por qué a mí me ha dado este evangelio. Con todo el corazón yo digo que tengo que servir a Dios pero yo también soy ser humano, señores, y hay veces que yo cometo errores ante el Señor, en muchísimas ocasiones. A veces tengo vergüenza ante el Señor, a veces tengo vergüenza cuando veo a los hermanos, a veces realmente siento que soy carnal. “Señor amado, siendo un buen pastor, siendo un pastor ejemplar, no enojándome, siendo ahora amable, si fuera tal pastor, qué felices estarían los hermanos”. Como fuese, ante el Señor, esta salvación que recibí, yo estoy tan, tan agradecido por ello.
En esta ocasión fui a la iglesia católica de Latinoamérica y prediqué. Fue la primera vez que prediqué ahí. El sacerdote luego escribió acerca de mí pero eran palabras en lo que me elogiaba. No pudimos hablar profundo pero creo que recibió el perdón del pecado. Me dijo que cuando fuese, vaya. Creo que cuando vaya, sea cuando fuese, me pondrá en el púlpito. Juntando a todos los religiosos católicos quiero hablar acerca del perdón del pecado. Quisiera hablar durante dos horas. “Por favor presénteme con los sacerdotes amigos”. Quisiera ir a todas las iglesias para predicar en la iglesia. En Estados Unidos, en India, a todos los países a donde vamos se encuentran los pastores. Mediante mi ser, ellos estaban felices, mediante mi ser estaban agradecidos; nada había hecho yo.
Marta y María, si fuese por su pensamiento… “Señor, el amado está enfermo”. Pensaron que él iba a venir en caballo para curarlo. “¿Dónde le duele? No te preocupes. Sí, estoy ocupado. Ya me voy”. Si hubiese sido así, Marta y María, cuánto agradecimiento habrán sentido. “Jesús realmente nos ha amado en un principio pero ¿para qué viene después de que muera? Ni vino cuando estaba enfermo”. Ese corazón tenían pero el Señor no era así. Resucitando a Lázaro que murió, quería manifestar el poder de Dios y quería enseñar la fe pero en ese momento Marta y María tenían un pensamiento distinto con Jesús. Sí, si realmente supiesen bien no era para estar tristes pero ante su parecer estaban tristes por Jesús.
“Oh, ¿por qué no vino cuando estaba enfermo? Sí, sin el hermano vamos a morir. Hubiese sido mejor que venga en ese momento”. Estaba lleno de tristeza el corazón de ellas. Marta y María, lo primero que dijeron al ver a Jesús: “Señor, si hubieses estado aquí” significa “si hubieses venido, mi hermano no iba a morir”. Ellas no conocían el corazón del Señor Jesús. Salvando a Lázaro que murió, quería manifestar el poder de Dios pero durante un momento ellas se entristecieron por Jesús. “¿Por qué no vino rápidamente?” Cuando resucitó: “ah, Jesús quería hacerlo de esta manera. Sin saberlo, malinterpretamos”. Sí, creo que ellas han pensado así.
De nuevo hablando, cuando creemos en Jesús y obtenemos el perdón del pecado, decimos dar toda nuestra vida por el Señor. El Señor y yo muchas veces tenemos un pensamiento distinto; el Señor que nos salvó de nuestro pecado. Únicamente, por más que pensamos que viviremos toda nuestra vida por el Señor… El corazón del hombre no es constante. Todos, después de recibir la salvación, a veces ustedes han entristecido al Señor, ¿verdad? Les ha otorgado la gracia. Muchas veces van hacia la carne. A veces por el fastidio que sientan: “ay, ya quiero descansar”; tuvieron ese corazón.
Todos somos tales humanos pero cuando leemos la Biblia, el Señor tenía un plan. Después de que Lázaro murió, quería levantar a Lázaro que murió; de esa manera quería guiar el corazón de ellas. Estaba en uno de los planes pero no sabían todo. Cuando el Señor no vino, cuán tristes habrán estado. Viniendo el Señor, cuando el Señor deja de respirar y muere, sujetando al hermano que murió, llorando, cuánta tristeza del Señor habrá sentido. Nosotros también no conocemos todo el corazón del Señor. A veces sentimos tristeza: “¿por qué el Señor me hace pasar por esto? ¿Por qué me da la dificultad? ¿Por qué yo no tengo fe?” Muchas veces podemos tener ese corazón pero algo importante [es] la conclusión.
¿Qué es la conclusión? El hermano murió, resucitó y se manifestó de manera más grandiosa la gloria; se transmitió el evangelio y el Señor se glorificó. El Señor Jesús nos guía con ese plan pero ante nuestra vista, ya que no salva al hermano el Señor, cuanto fuese nos puede ocurrir eso; más que ello, miles de pensamientos dentro de nuestro corazón. Él fue crucificado por mí, murió derramando la sangre y por más que damos toda nuestra vida, no mezquinamos. Poco a poco eso se derrite, esa manifestación de Satanás aumenta y ahora lleva más nuestro corazón.
Se convierten en laicos comunes ustedes pero cuando conocemos esto, por el Señor nosotros también aunque no puedo hacer como el pastor, aunque no puedo hacer como el ministro, de igual manera, aprendiendo un poquito más, de manera detallada, acerca del perdón del pecado, con las personas con quien me encuentro, una por una, dando mi tiempo, poniendo ahora jajangmyeon, comiendo, hablando acerca del Señor. Yo estoy tan tranquilo por el perdón del pecado. Jesús, viniendo en mi corazón, todo mi dolor ha llevado y todo lo que yo hago ha prosperado, es bello. Enalteciendo al Señor, quiero alabar al Señor. Con ese corazón nos va guiando; contrariamente, vamos tras la carne. Después de oír esto, ustedes no podrán negar que son humanos, ¿verdad?
Todos nosotros somos seres humanos; no somos más ni menos, somos seres humanos, por lo cual, por más que nos digan que moriremos, aunque tomemos, aunque decimos “no tomen”, ya que el corazón cambia: “voy a tomar solamente un trago”; así nos convertimos. “¡Así somos nosotros!” Ustedes de manera fiel, aunque dicen servir al Señor, muchas veces van conforme a la carne, muchas veces son humanos. Nosotros que somos así ¿cómo debemos hacer delante del Señor? Poco a poco debemos inclinar el corazón. ¿Qué es por lo que el Señor se goza? Es que predique el evangelio. “Sí, estoy triste porque me separé. Aunque sea una palabra hubiese dicho; yo diré la próxima vez”. Me encontré, sí.
—Había algo que quería decir. Sí, estaba triste porque no te pude contar.
—Ah, ¿qué cosa?
—¿Te puedo hablar?
—Sí. A ver, di. ¿Habrá algo que no podamos decirnos?
—Sí. Yo obtuve el perdón del pecado en la iglesia de Gangnam.
—Ay, estoy ya harto de Jesús. Deja ya de hablar.
—Yo sabía que tú me dirías eso, sí. Es porque tú no sabes: yo por la sangre de Jesús obtuve el perdón del pecado y en mi corazón toda pregunta se resolvió. El Señor me guarda y ahora estoy muy feliz. Yo realmente estoy de parte de ti. ¿Te diría algo malo? Puede que esto no encaje contigo porque tú no crees en Jesús pero te voy a decir una palabra —es un respeto hacia el amigo—. Yo no te quiero llevar a un camino malo sino que…
“Realmente nos casamos, siempre nos peleábamos pero nos acercamos más. Después de creer en Jesús mi esposa cambió”. Dentro de nosotros tenemos el corazón de amar a Jesús. Poco a poco eso ahora se establece más porque si no así viene lo del mundo. Es domingo: “ay, tengo que ir a la iglesia. No, es tarde. La próxima vez, sí”. Cuando son mundanos somos así. “Ay, además las veces que venimos vamos tarde. Hoy voy a ver por internet, sí”. “Pastor, disculpe, veo a menudo por internet”. ¿Verdad que ustedes son así? Nosotros somos hijos de Dios santo. Jesús, derramando la sangre, ha lavado nuestro pecado.
Luego cuando nos acercamos a ese Señor Jesús, a ver, piensen. En el festival Good News Corps hablamos varias veces acerca de John Choi, todos los días. John Choi estaba muriendo siendo picado por el escorpión. “Ya no hay manera”. El doctor dice: “cuando uno es picado por el escorpión, al momento debe venir dejando todo de lado, sea de día, sea de noche”. Cuando se trata en ese momento, dice que así se puede curar pero John fue picado a la noche; vino de mañana. Vino, pasó toda la mañana, vino a la tarde. Pasaron 18 horas; ya el veneno había llegado al corazón. En Liberia, llorando, el director me dijo:
—¡Pastor, John Choi!
—Hombre, calma, calma. ¿Qué pasa?
—Me voy a calmar. Es que John fue picado por el escorpión.
Ah, escalofríos sentí porque cuando uno es picado por el escorpión, muere pero al momento que fue picado, si va al hospital y es tratado antes de que se expanda el veneno, dice que uno puede llegar a vivir pero fue picado. A la tarde como a las 3, las 4, eso se manifestó. El doctor le dijo que no, le echó y hasta la segunda vez, cerrando los ojos, dejó de respirar. Tres doctores por turno habían hecho el RCP y no había probabilidad. Luego me conecté por teléfono. La palabra que me llegó: los que esperan en Jehová obtendrán nuevas fuerzas. Era Isaías 40:31.
—John, ¿tú oyes mi voz?
—Sí, pastor.
—Tú has sido picado por el escorpión de África: estás muriendo. Los doctores dicen que será difícil que pasen tus tres horas. John, óyeme bien. Yo he leído la Biblia. Isaías 40:31 ¿qué dice? Los que esperan en Jehová obtendrán nuevas fuerzas. John, Dios jamás miente. Los que esperan en Jehová obtendrán nuevas fuerzas. Eso no es difícil, ¿verdad? Pon los ojos en Dios, pide la ayuda de Dios, apóyate en Dios. Dios entonces te dará una nueva fuerza a ti, entonces tú podrás vencer el veneno del escorpión, John.
En ese momento cuando yo hablé por teléfono eran como las 10, las 11 de la noche. Mientras que iba muriendo, él pudo sentir: cuando él partía de Dallas dice que el padre le abrazó. “¡John, que vayas bien!” Antes de morir, él quería morir en los brazos del padre. Eso no tiene sentido, ¿verdad? No se puede.
—John, los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos son la palabra de Dios. Dios jamás, jamás miente. Isaías 40 ¿qué dice? Los que esperan en Jehová obtendrán nuevas fuerzas. Es la palabra de Dios. Tú tienes que estar esperando en Dios, tienes que poner los ojos en Dios, tú tienes que poner los ojos en Dios pero si tú mueres, Dios será un mentiroso mas Dios no miente. Con todo tu corazón, si tú pones los ojos en Dios, te dará una nueva fuerza y cuanto fuese podrás vencer el veneno del escorpión, John, ¡cuanto fuese!
Esto por teléfono era llamada internacional. Durante 25 minutos, por ahí, compartimos.
—¿Tú entiendes?
—Sí, pastor.
—Voy a colgar. Levántate. Colgamos. Llamamos a Dallas, Estados Unidos; llamamos al pastor. No sabíamos ni qué hora era. John Choi estaba casi por morir. Les dijimos a los hermanos que oren, que por favor les transmitan esto a los padres de John. Él habló por teléfono conmigo y me dijo: “Señor, yo espero en usted”. Se quedó dormido. La enfermera que cuidaba allí veía que iba saliendo el sol. “Ah, ese joven de anoche seguramente murió. Vamos a hacer a un lado el cadáver”. Fue a la cama. Era maravilloso. Ya la presión llegó a un nivel normal. Se asustó.
—Por favor abra la puerta. Es un milagro.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
—Por favor venga, venga, venga.
—Enfermera, ¿qué medicamento estás usando? ¿Qué? ¿Qué pasó?
—No, no hice nada.
Al día siguiente John se levantó de la cama.
—Qué bien dormí.
—¿Estás bien?
—Sí, estoy bien.
—¿Sabes lo que ocurrió ayer? Ayer orinaste, defecaste y yo te lavé.
—Gracias.
Ya estaba pero podrido el pie durante 20 días. Ese es el pie que fue picado. Terrible, ¿verdad? Quedó limpio, limpio, perfecto. Ahora está en Los Ángeles y es padre de tres niños. Trabaja en las cosas del IYF. Parece muy feliz, ¿verdad?
El Señor amado está junto con nosotros. Si tienen dificultad, un momento, un momento, un momento. “Señor, tengo este problema. Señor, confío que usted está conmigo. Señor, ayúdeme con este problema. Señor…” Confíen que el Señor les ayudará, entonces en toda su vida, experimentando en una, en dos ocasiones, podrán experimentar que el Señor les ayuda. Cuando se acercan más al Señor, vivirán por el evangelio. Obteniendo el perdón del pecado no les será difícil predicar a otros. Cuando vivan por el evangelio, es muy maravilloso.
El resultado, ¿hacia dónde se dirige? Jesús le dice: “sal, Lázaro”. El que estaba muerto, estaba atado con un sudario. No sé, con las vendas y no sé cómo es que salió, no se explica pero la Biblia dice que él salió. Hoy el Señor a ustedes les ama y dentro de ustedes Dios desea trabajar. Cuando pasan la dificultad, por favor no estén angustiados, nada más encarguen en las manos del Señor. Por favor apóyense en el Señor. En una, en dos