Ésta es la historia más maravillosa que he podido narrar; tan cercana y tan real que hace encontrarme frente a sentimientos y hechos que han quedado en mi memoria y corazón para siempre. Hace ocho años como familia Dios nos dio un maravilloso regalo; pensó en el lugar perfecto para que llegara un bello ángel que vino a llenar de risas, amor, paz y bendición un hogar. Su nombre Sebastián un niño hermoso, sano, el primogénito de mi hermano; que él y su esposa recibieron llenos de gozo; cada día veían sus sueños realizados como padres, las reuniones familiares eran continuas y los logros de Sebastián los
podíamos disfrutar todos; sus primeros pasos, su primer palabra, su primer travesura, sus ocurrencias y todo lo que hacía admirar y amar cada día más a este ser maravilloso. Pasaron los primeros cuatro años y sus padres decidieron que era hora de enfrentarse a otro reto que todo niño debe vivir; salir de su hogar para ir al colegio; la preparación fue como siempre en familia, puedo recordar su carita de emoción pero al mismo tiempo de nerviosismo una noche antes de ese día, preparando su uniforme, su refacción su mochila que fue un regalo de navidad y que pasó días pidiendo estrenarla.
Un año de colegio exitoso, donde hizo varias amistades, se ganó el corazón de sus maestras y obtuvo el primer lugar de su clase recibiendo medalla de manos del alcalde municipal. Nuestra vida y la de Sebastián era feliz hasta que un día el cielo se tornó gris; estaba a unos días de cumplir sus 6 años; siendo las fiestas patrias y como siempre participaba en todas las actividades y en su colegio corrieron con la antorcha; al terminar la carrera se sintió agotado pero Daniela su madre pensó que era normal. A partir de este momento Sebas ya no volvió a ser el mismo; mostró signos de mucho agotamiento y le dolían las piernas, luego el estómago y se mantenía con sueño. Sus padres decidieron llevarlo al médico y les indicaron que era necesario realizarle varios
exámenes pero la doctora les comentó que en un 80 % ella creía que el padecimiento de Sebastián podría ser Leucemia. Efectivamente luego de los exámenes la enfermedad se confirmó; fue un dolor profundo para la familia pero Sebastián seguía siendo un niño con luz, siempre sonriente, aceptando todo tipo de examen aunque fuera doloroso. Tenía días buenos y días donde recaía y tenía que internarse pero jamás perdimos la esperanza que un día volvería a ser un niño sano y a tener una vida normal. Las pláticas con Sebastián siempre nos dejaban un mensaje; conocía el nombre de los tratamientos, medicinas, el beneficio que recibía con las quimioterapias y fue cuando nació su sueño de ser doctor; literalmente
decía: Quiero ser doctor para curar a toda la gente que sufre de cáncer; en el hospital lo llegaron a querer tanto y admiraban su valentía y el deseo que tenía de vivir. El día que todos esperábamos llegó; los médicos indicaron que Sebastián estaba limpio y que inexplicablemente había desaparecido la enfermedad; nuestro agradecimiento con Dios fue a diario y la felicidad que se vivía se multiplicaba mientras pasaban los días; Carlos su papá y Daniela se sentían tan dichosos con metas y sueños que veían realizados en la vida de su hijo. Iniciaría su primaria y todo estaba listo; uniforme, mochila, útiles, entusiasmo… y nos tocó vivir nuevamente un dolor profundo… la enfermedad había regresado y los médicos desahuciaron a Sebastián le daban meses de vida; no fueron exactos en el tiempo pero eso no importaba; nos lastimaba saber que ya no lo
tendríamos con nosotros y recuerdo muy bien una conversación que tuvo con mi hija de 15 años; donde le hizo ver la importancia de valorar la vida ya que le dijo: Lo que lo que más deseo es tener vida para cumplir mis sueños; un mensaje que quedó grabado en todos y principalmente en ella. EL diagnóstico de los doctores se cumplió: el 17 de agosto del 2015 Sebastián partió a la presencia de Dios; dejando un dolor profundo en nuestras vidas pero también un mensaje que llevaremos siempre: Debemos disfrutar de cada día de nuestra vida y ser valientes ya que él nos demostró que no se necesita tener una capa para ser un héroe. Gracias hasta el cielo Sebastián por haber cumplido tu misión en nuestra familia y porque ya no te tenemos físicamente pero vivirás por siempre en cada uno de los que tuvimos la dicha de tenerte.