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El arte de convertir el ruido en canciones Ferreiro
tuviera que transitar un camino distinto, y como al final el oyente es el dueño de la canción, el que va a decidir de lo que habla… Yo, lo que quería era proponerle al oyente textos y música para que ponga su historia, y yo, pues saber la mía, sin tener que contársela a nadie. No hay nada más bonito que contar tus secretos sin que nadie se entere”.
EN LO ESTRICTAMENTE SONORO, esa brisa fresca electrónica que se aprecia en todo el disco, surge desde la experimentación y el juego. “Ahora me apetecía buscar un poco más desde mis máquinas, que es lo que me divierte. Me gusta la electrónica porque hacer canción todos los días es mucha intensidad, no puedo estar todos los días buscando una canción. La electrónica me permite ir todos los días a mi estudio y relacionarme con la música sin tener que sacar nada concreto, solo disfrutar del ritmo, de la sonoridad, de pasar el día ahí. No quería que sonara como el anterior, quería partir desde otro lugar y que el resultado viniera de la diversión; y sobre todo tampoco quería hacer una electrónica que sonara a la electrónica de todos. Quería crear mi propio mundo.
Realmente, me he dedicado a divertirme mucho con las máquinas y todo eso, y después hacíamos la canción”.
DEL INICIO AL FINAL, pista a pista, con referencias cinematográficas y literarias a cada paso, se nos traza una especie de fuga metafísica de la cuadriculada, caótica y estresante realidad hacia los sentimientos atrincherados a base de canciones. “Las canciones, para nosotros, son el lugar en el que nos refugiamos de lo que nos da miedo. Y tal como está el mundo últimamente, con todo lo que ha pasado y sigue pasando, pues nosotros y muchísima gente al final encuentra ese sitio para refugiarse de todo ese miedo, de todo ese descontrol. Nosotros encontramos nuestro sitio seguro en la trinchera de la canción. Y creo que sigue habiendo música y canciones que nos permiten alejarnos de todo el ruido. Las canciones cogen el ruido y lo convierten en algo coherente”.
“TRINCHERA POP” se cierra con “En las trincheras de la cultura pop”, una sinfónica, vibrante y enérgica pieza en la que late con fuerza el espíritu del disco: el de entender la música y la cultura en general, como lugar para sanarse y refugiarse de tanto ruido. “Y también para quejarse, porque sobre todo yo creo que tiene que ser el lugar para existir uno dentro de todos sus parámetros. Nos pasamos la vida recortando emociones, recortando reacciones, de lo políticamente correcto, de lo que se debe hacer, lo que no se debe hacer, lo que se puede decir, lo que no se puede decir… Y realmente creo que las canciones están para que digan lo que nosotros queremos que digan, tanto si las escribimos como si las escuchamos, porque al final elegimos a los músicos que dicen las cosas que queremos decir. Creo que se habla mucho sobre de qué deben hablar las canciones o de qué no, y yo pienso que una canción es un espacio en el que se puede hablar de todo. En una canción uno puede ser un asesino, puede ser un violador, puede ser Dios, puede ser el presidente de los Estados Unidos… Las canciones son como los libros, como los videojuegos, como las películas, puede pasar cualquier cosa en ellas. Son un lugar de libertad en el que uno puede sentirse y sentir que es lo que le dé la gana”.
D.P.M.