Diario del Misterio
Periódico semanal digital - G R A T U I T O - Diciembre nº4
La mala cabeza de Yuri Gagarin (El Diario del Misterio) Carlos Javier Gª . (Redacción DM) Un misterio rodeó durante décadas la figura de Yuri Gagarin. En todas las fotografías tomadas a partir de octubre de 1961, el primer cosmonauta de la historia lucía una aparatosa cicatriz encima de su ojo izquierdo. Los expertos censores soviéticos intentaron maquillarla todo lo posible en las imágenes oficiales, pero era imposible no verla en las entrevistas cara a cara. Cuando la prensa le preguntó finalmente por la herida, el bueno de Yura respondió "me caí sobre una piedra mientras jugaba con mi hija". Asunto zanjado. Nadie volvió a hablar de la cicatriz de Gagarin. Sin embargo, la verdad era otra y habría que esperar a la caída del telón de acero para descubrirla. La cicatriz de Gagarin sobre su ojo izquierdo en una foto posterior a octubre de 1961 (derecha) comparada con una imagen anterior (izquierda). El 12 de abril de 1961, Yuri Alekséievich Gagarin se convertía en el primer ser humano que alcanzaba la órbita terrestre. Inmediatamente fue declarado héroe nacional y se transformó en todo un símbolo viviente de los éxitos del socialismo real. Como embajador del sistema soviético, Gagarin recorrería el globo en cuestión de meses, rodeado de todo tipo de lujos y prebendas desconocidas en la URSS de la época. Tuvo que ser todo un impacto psicológico para este tímido y modesto piloto de apenas 27 años. Aunque Gagarin no registró por
escrito sus impresiones, por suerte contamos con otro testigo de excepción: el general Nikolái Petróvich Kamanin. Encargado del centro de entrenamiento de cosmonautas (TsPK), Kamanin solía acompañar a Gagarin y al resto de cosmonautas en sus viajes internacionales. Militar estricto y disciplinado, el general anotaba todas sus experiencias en un detallado diario que sería publicado en 1995. Entre miles de entradas, hay una curiosa referencia al misterioso accidente que sufrió Gagarin. En octubre de 1961, apenas seis meses después de su histórico viaje, Yuri se encontraba de vacaciones en el balneario de Foron (situado en la península de Crimea) junto con su esposa Valentina y sus hijas Elena y Galina. Además de Gagarin, coincidieron en el balneario Kamanin y el segundo cosmonauta de la historia, Gherman Titov. Según los
diarios de Kamanin, Gagarin y Titov se dedicaron a beber en exceso por las noches, práctica que por lo visto venía siendo habitual en los últimos meses. El 3 de octubre, Kamanin nos cuenta como un Gagarin muy borracho se dedicó a flirtear con una de las enfermeras del balneario. El cosmonauta llegó a duras penas hasta la habitación de la chica, situada en un segundo piso. Poco después, su mujer empezó a buscarlo por todo el complejo, hasta que llegó a la habitación donde estaba "escondido". Al escuchar los gritos de su esposa, a Gagarin no se le ocurrió otra cosa que saltar por el balcón, con tan mala suerte que su pie se enganchó en unas viñas que estaban enroscadas en la barandilla y cayó de cabeza contra el suelo. El golpe fue tan fuerte que el joven cosmonauta sufrió un severo traumatismo craneal y se fracturó varios huesos. Tras ser transportado
urgentemente hasta el hospital, fue sometido a una operación para reconstruir su cara. Gagarin permanecería tres semanas ingresado y, cuando finalmente se pudo ver en el espejo, quedó horrorizado por la cicatriz que ahora cruzaba su frente sobre el ojo izquierdo. El cosmonauta se quejó de los resultados de la operación al doctor Vladímir Golyakhovsky, uno de los médicos del TsPK. Años después, Golyakhovsky confesaría que había recomendado al cosmonauta someterse a una operación de cirugía estética en Occidente, algo que obviamente hubiese sido inaceptable de cara a la cúpula política de la URSS. Para mayor ofensa, por culpa del accidente Gagarin no pudo participar en el 22º Congreso del Partido Comunista, que se inauguró el día 17 de octubre de 1961. De hecho, el díscolo cosmonauta ya había recibido un toque de atención del Partido a raíz de su reciente comportamiento, por lo que la cicatriz del "incidente Foron" permanecería como un recordatorio indeleble de los excesos de una vida decadente. Ironías del destino, Gagarin no sufrió ningún percance durante su primera y única misión espacial, pero estuvo a punto de matarse al saltar desde un simple balcón en Crimea. Por supuesto, esta historia no denigra en absoluto la memoria del primer cosmonauta de la historia. Todo lo contrario. Nos demuestra que los héroes son también seres humanos, con sus imperfecciones y defectos, como cualquier hijo de vecino. Porque, por encima de todo, Yura siempre será el primero.
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El sillón del diablo (El Diario del Misterio) Mónica González Álvarez Cuenta la leyenda, que todas las ciudades poseen un objeto maldito, un instrumento cotidiano y no tanto, que esconde tras de sí una tétrica historia. Sucesos inexplicables con aparatosas muertes, maldiciones faraónicas, e incluso, pactos con el mismísimo Innombrable. Hechos a los que jamás se encontró explicación alguna y que sin embargo permanecen en la retina de la sociedad. Uno de ellos es el llamado “Sillón del Diablo”. PRACTICANDO ANATOMÍA Valladolid, la actual capital castellanoleonesa, acoge en uno de sus edificios más emblemáticos, el Palacio de Fabio Nelli, esta singular pieza que lejos de ahuyentar a los turistas, se trata de todo un reclamo. Según parece, en el año 1550 un joven portugués llamado Andrés de Proaza, formaba parte del alumnado de la recién inaugurada cátedra de anatomía humana de España en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Su interés
por el cuerpo humano era del todo sabido entre sus colegas y por lo que voy a relatar a continuación, también lo era para las autoridades de la época. Diversos testimonios señalaban al futuro doctor como el responsable de la desaparición de un niño de 9 años. De hecho, algunos de sus vecinos de la calle Esgueva declararon que desde el sótano de su casa, se podían escuchar estremecedores gemidos. Cuando la policía se adentró bajo la morada del presunto asesino, el hallazgo fue espeluznante. Sobre una mesa de madera se hallaba el niño desaparecido completamente despedazado después de haberle practicado en vida una autopsia. Pero la cosa no acababa ahí, ya que también se encontraron cadáveres de gatos y perros en las mismas circunstancias. PACTO CON EL DIABLO Andrés tenía dos motivos para cometer tales aberraciones. Uno, la necesidad de aprender y practicar anatomía. Y dos, y así lo confesó antes las autoridades tras su detención, un terrible pacto con el diablo. Podemos imaginar que tras escuchar
tales afirmaciones, el Santo Oficio no sólo no se echó las manos a la cabeza, sino que calificó como loco al joven licenciado. No obstante, Andrés de Proaza se ratificaba diciendo que aquella inofensiva butaca de madera, regalo de un nigromante de Navarra, le instaba a escribir aquellas terroríficas ideas. El médico aseguraba que al sentarse en el sillón, el diablo se comunicaba con él ofreciéndole toda la sabiduría posible en medicina. Asimismo, decía contar con poderes sobrenaturales porque de él salían luces milagrosas que iluminaban la estancia. Andrés también recalcó que “ninguna persona que no fuese médico podía sentarse en él, puesto que de hacerlo, a las tres veces moriría”. Tras dichas declaraciones, Andrés de Proaza fue juzgado por la Inquisición y condenado a morir en la horca. LA MALDICIÓN Al proceder al registro de sus bienes, se encontró la famosa silla marrón fabricada con madera de cedro, con respaldo y reposo de cuero poniéndola en subasta con el resto de enseres del médico. Aunque debido a la fama de hechicero de Proaza, nadie se atrevió a comprarla pasando a
formar parte del mobiliario de la Universidad de Valladolid. A pesar de las advertencias, la butaca permaneció en un rincón hasta que un día un bedel de la facultad la utilizó para echarse la siesta. Tres días tardó en morir. Nadie se percató de lo sucedido, hasta que poco después un nuevo vigilante perdió la vida tras sentarse en el famoso trono. Fue entonces cuando se relacionaron ambas muertes y el sillón maldito acabó desterrado a la antigua capilla consagrada a San Juan Evangelista, actual edificio del Rectorado. Quizás por un deseo de compensar esta maldición, se colocó al indeseable objeto en el interior de la sacristía en una posición un tanto extraña. Boca abajo, colgado de la pared y con unas abrazaderas de hierro con el fin de que nadie pudiera sentarse sobre él. Así estuvo hasta 1909, año en que se derribó el edificio histórico de la Universidad. Después formó parte del museo de Valladolid y como decíamos al inicio, actualmente se puede contemplar en el Palacio de Fabio Nelli. Una maldición, un sillón, el ( Continuación pag. 12 )
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El "avispado" de las Olimpiadas... (El Diario del Misterio) Carlos Javier Gª. (Redacción DM)
Durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972, el estudiante alemán Norbert Sadhaus hábilmente se unió al maratón de cuarenta y dos kilómetros, al final de todo,
SILLÓN ( Continuación pag. 9)
Maligno… Tres ingredientes únicos que juntos forman una mezcla explosiva de creencias sobrenaturales y muertes inexplicables. Dicen que quien ose sentarse sobre él morirá al tercer día. Sin embargo, ¿estarías dispuesto a arriesgarte con tal de poseer todo el conocimiento del mundo?
recorriendo poco mas de un kilómetro, superó fácilmente a los atletas cansados, llegó primero y fue el centro de atención ya que se convirtió en campeón olímpico. Sin embargo, los funcionarios rápidamente lo descubrieron. Pero él pasó a la historia como un humorista excepcional.