Jueves 11 de febrero de 2016
Mercantilismo secuestra desarrollo rural HELMER VELÁSQUEZ
Pobreza “artificio de ONG”.
A estas alturas de la vida nacional, nadie, en su sano juicio, duda de la existencia de pobreza en el campo. Es ahora, aceptado por academia, iglesias, organizaciones sociales, autoridades de gobierno y empresarios razonables. La sociedad nacional está además –abiertamente– convencida que el origen de aquella pobreza y miseria; está íntimamente ligado a la carencia de tierra, salud, educación y capital, de las familias campesinas históricamente abandonadas por el Estado. Están quedando cada vez más aisladas las anacrónicas voces de la corriente mercantilista del capital chapín. Su influencia determinante, se reduce cada vez. Si bien sigue fuerte, ya no es ahora
omnipotente. El aire fresco, parece haber llegado a nuestra plaza: el debate parlamentario sobre la Ley de Desarrollo Rural Integral y sus resultados; será un verdadero indicador de cuánto –socialmente– nos hemos liberado del pensamiento decimonónico. No deja de ser “curiosa” la reacción que la sola mención del desarrollo rural provoca en los empleados de los empresarios –hablo de sus empleados en las gremiales– y de los intelectuales orgánicos a sus huestes. El empresario en este país, regularmente, no debate de manera directa, tiene agentes para tales fines. Lo primero que se les escucha cuando se plantea el tema, es que la propiedad está en riesgo, que se perderán empleos, que no debemos condenar al campesinado a vivir sembrando maíz, que es hora que migre a otras fuentes de ingreso, que el campesinado es improductivo, ojo con el Estado de Derecho y una larga caterva de pretendidas ideas, absolutamente inconexas. Lo segundo es la descalificación de quien propone la discusión o las ideas para resolver la pobreza en el campo; así se les oye decir: son ideas de militantes de ONG que buscan financiamiento internacional, se trata de propuestas de malos guatemaltecos que “viven del conflicto” y si las ideas vienen del gobierno, entonces se trata de ideas populistas. En síntesis, lo que propone la sociedad, es nocivo al desarrollo. Lo que debemos hacer supone la corriente mercantilista, es exonerarlos de impuestos sempiternamente, rebajar el salario mínimo, dedicar los ríos a irrigar los fundos agroindustriales y seguir enviando chapines al norte, para que remesen dolaritos. Así las cosas, con una rectoría del agro a la que –aún– no se le ven las luces; la acción parlamentaria de crear a través de la Ley de Desarrollo Rural Integral –iniciativa 4084– un marco político, institucional y financiero al desarrollo rural en este país, es una medida correcta en respuesta a las necesidades del campo. FUENTE: Columna de opinión publicada en la página 14 del diario elPeriódico.