Monterrey: Origen y Destino

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MONTERREY ORIGEN Y DESTINO



MONTERREY ORIGEN Y DESTINO Antiguo Palacio Municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios Enrique Tovar Esquivel Julia Santa Cruz Vargas

INAH-NUEVO LEON

Municipo de Monterrey


Lic. Adalberto A. Madero Quiroga Alcalde de Monterrey Ing. Ramón de la Peña Manrique Secretario de Desarrollo Humano Lic. José Antonio Olvera Sandoval Director de Cultura Lic. Ernesto Castillo Ramírez Editor

Museo Metropolitano de Monterrey Zaragoza y Corregidora, Zona Centro, Monterrey, N.L. Tel. (81) 8344-2503 Fax. (81) 8344-1971 dicultura@monterrey.gob.mx Consulta electrónica en: http://encicloregia.monterrey.gob.mx

Primera edición, 2009 Municipio de Monterrey Instituto Nacional de Antropología e Historia / Nuevo León Impreso en Monterrey, México Printed in Monterrey, México


ÍNDICE Presentación

I

CAPÍTULO I Las Casas Reales de Martín de Zavala. Reconstruyendo espacios para reconstruir existencias Las Casas Reales de 1655. La impronta de Martín de Zavala Perspectivas, fachadas y asiento de las Casas Reales de 1655 Su efímera presencia en el paisaje urbano de fines del XVII

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CAPÍTULO II Las Casas Reales en la segunda mitad del siglo XVIII Noticias de las Casas Reales a inicios del siglo XVIII Daños al edificio por la inundación de 1752 Un intento fallido. Las Casas Reales de 1784 Presencia y ausencia de las Casas Reales en tres planos de Monterrey

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CAPÍTULO III Las Casas del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas. La colindancia de lo sagrado Las donaciones de Martín de Zavala Sanctissimum. Comprendiendo la donación Venta de las tiendas al Ayuntamiento en 1824. Propiedades heredadas, legados desintegrados Un pleito singular hacia 1796. La legitimidad de las casas del Santísimo y las Ánimas Venta de las tiendas al Ayuntamiento en 1824 y 1827 CAPÍTULO IV Las Casas Consistoriales en la alborada de un nuevo siglo y un nuevo gobierno El ingeniero Antonio Salas y su plano para las nuevas Casas Consistoriales La plaza del Mercado y la plazuela de los “Caxones” Del voraz incendio que consumió las Casas Consistoriales en 1847 Construcción de la fachada Oriente del Palacio Municipal Construcción de los Bajos del Sur y Norte Construcción de los Altos del Norte Proyecto de reconstrucción del Ala Poniente y construcción de los Altos al Sur Construcción del lado Poniente Eligio Fernández y su intervención en el Palacio Municipal

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Un pintor saltillense en Monterrey La versatilidad de Eligio Fernández Las acuarelas del Palacio Municipal en 1897

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CAPÍTULO V Evocaciones visuales: imágenes del Palacio Municipal y aquellos pequeños detalles que las acompañan Las vistas exteriores. Mirando pasar la vida Sus imágenes interiores. Una fuente donada y una noria inventada La creación del Museo de Historia de Nuevo León. Una restauración integral en 1987 Reflexión

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Citas bibliográficas

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Bibliografía

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ANEXO I

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ANEXO II

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ANEXO III

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PRESENTACIÓN Podría pensarse que todo está escrito sobre la historia del espacio que ahora ocupa el Museo Metropolitano de Monterrey, pareciera que sus fuentes se han agotado y que poco hay que agregar al respecto; pero la Historia no suele someterse a tales pareceres, ya sea por la aparición de nuevas fuentes documentales o por las nuevas interpretaciones a las que son sometidas, la Historia siempre nos dará el privilegio de conocer una nueva faceta. En este caso, las fuentes documentales de primera mano fueron privilegiadas ante las obras que abordan la historia de las antiguas Casas Reales, siendo los acervos del Archivo Histórico Municipal y el Archivo General de la Nación, las fuentes de las cuales bebimos. El edificio que hoy alberga al Museo Metropolitano de Monterrey tiene una historia que se remonta a los orígenes de la fundación de la ciudad misma, esto es más que suficiente para ponderar no sólo su valor histórico, sino también su valor simbólico. Siendo en sus inicios de modesta construcción, adquirió su primer aspecto formal durante el gobierno de Martín de Zavala, en 1653, con sala de Cabildo, escritorio y cárcel como departamentos principales; a partir de ese momento, el edificio municipal fue reconstruido en varias ocasiones durante los siglos XVII, XVIII y primera mitad del XIX, cuando se decide llevar a cabo una reconstrucción total de sus espacios, lo que dio como resultado el edificio que hoy subsiste; pero la historia arquitectónica del inmueble es sólo parte del contenido de la presente obra; entre sus líneas se entretejen las vivencias de lo ordinario, donde la palabra es tomada por los protagonistas de cada época. Se han integrado a la investigación del inmueble, dos apartados importantes que han sido minimizados e incluso ignorados en el pasado: la cárcel de la ciudad y las tiendas del Santísimo. La primera es un espacio del que sólo se ha tratado brevemente su construcción, olvidando a quienes, sin desearlo, fueron sus inquilinos temporales: ¿cuál era la vida que se desarrollaba en su interior?, ¿por qué motivos se les encarcelaba?, ¿de qué manera se les castigaba?, la impartición de justicia en el Nuevo Reino de León es tema aún no escrito. Las segundas, las “tiendas del Santísimo Sacramento”, eran construcciones que colindaban al norte con las Casas de Cabildo, desde el siglo XVII, y fueron una donación realizada por Martín de Zavala a la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial y al Santísimo Sacramento del convento franciscano de San Andrés; sitios que subsistieron hasta mediados del siglo XIX, cuando el Ayuntamiento las compró para agrandar la cárcel y, por ende, el espacio del Palacio Municipal. Al final, lo que se ha pretendido es que el lector reconozca uno de los inmuebles más importantes que posee la ciudad de Monterrey y que, a través de su historia, se reconozca como poseedor de un pasado patrimonial escrito en piedra.

Enrique Tovar y Julia Santa Cruz Cd. de México-Cd. de Monterrey, octubre de 2009



Monterrey: origen y destino

CAPÍTULO I Las Casas Reales de Martín de Zavala. Recosntruyendo espacios para reconstruir exstencias

La historia de un edificio no implica (ni debiera implicar) abordarlo únicamente bajo una perspectiva arquitectónica,1 aunque también sería un error ignorarlo; pues a través del análisis arquitectónico se observan las transformaciones no sólo físicas de su estructura, sino los cambios políticos, económicos y sociales presentes en tales modificaciones. El propósito, a fin de cuentas, es entramar historias sobre las personas que construyeron, modificaron y habitaron uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Monterrey. Historia que va de la mano con la fundación misma de Monterrey. El nacimiento de la población requería del nombramiento de las autoridades civiles que ejercieran la justicia y ejecutaran las ordenanzas que les fueran enviadas; cuando Diego de Montemayor la fundó el 20 de septiembre de 1596, determinó que la administración de justicia, concejo y cabildo, estuviera compuesta por dos alcaldes, cuatro regidores, un procurador general y un escribano de Cabildo, mismos que cambiarían anualmente.2 El asiento físico para la administración del gobierno de la ciudad debió ubicarse en la plaza principal, tal como se dispuso con la iglesia mayor. Para la erección del edificio público se estableció las haciendas que éste tendría para su construcción y conservación: […] señaló a los dichos propios un sitio de estancia de ganado mayor en el río de San Juan, de esa otra parte del río, con cuatro

caballerías de tierra, todo lo cual quede la administración de ello a la justicia y Regimiento de esta ciudad, para las causas que se ofrecieren al bien y adorno de la república y lo que de ello procediere de los frutos y rentas, se distribuya en casas reales.3 La construcción de las Casas Reales debió realizarse con materiales modestos y perecederos, éstas debieron subsistir hasta 1612 cuando una inundación devastó la pequeña población de Monterrey en el margen Norte del arroyo Santa Lucía.4 El traslado de la ciudad al Sur del arroyo Santa Lucía, en su parte más alta, delineó la nueva población, los inmuebles representativos de los poderes civiles y militares volvieron a levantarse, aunque con muchas carencias; pues los materiales seguían siendo precarios, por lo que las Casas Reales solían estar en continua reconstrucción. A esta triste situación se sumaba la escasez de capital, por lo que una de las formas de allegarse fondos para la edificación del edificio de gobierno fue la imposición de multas; una de ellas dictaba, en enero de 1629, que en caso de que alguien no aceptase un cargo público pagaría de pena 25 pesos para continuar con las obras.5 Con el nombramiento de Martín de Zavala en 1626 como gobernador y capitán del Nuevo Reino de León, fue reconocido como tal “estando en cabildo en las Casas Reales de esta dicha ciudad” de Monterrey, entregándole las varas de justicia el 24 de agosto.6 Al rendirle cuentas del gobierno que

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Primera hoja del contrato para la construcci贸n de las Casas Reales en 1653.

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se tenía antes de su llegada, uno de los puntos que destacaron es que tenían las Casas Reales levantadas.7 No obstante, algún descuido había en ellas, ya que el gobernador Martín de Zavala recordaría, en 1653, que a su entrada en 1626, pagó de su caudal, el costo y colocación de puertas y ventanas de madera de los tres cuartos que tenían las Casas Reales: una sala, un aposento y un cuarto pequeño que servía de cárcel.8 Las modestas Casas volvieron a sufrir el embate de la naturaleza en septiembre de 1636, las fuertes lluvias de ese mes provocaron una crecida que terminó por derribar “todas las casas de Monterrey y las iglesias, dejándolo hecho un desierto”.9 Las Casas Reales debieron caerse como el resto de las construcciones, pero igual volvieron a levantar las en los meses subsiguientes, pues hay noticia del funcionamiento de la cárcel para agosto de 1637.10 En el año de 1642, las lluvias de septiembre nuevamente hicieron estragos, “cayéronse en ellas las más de las casas, sin daño de la gente, por ser de día”.11 Las Casas Reales se dañaron y su compostura no se hizo esperar, una de las formas de allegarse de fondos fue implementar una multa de “cien pesos aplicados para gastos y obras de estas casas reales” a los dos alcaldes ordinarios electos en enero de 1643 si no cumplían con su asistencia diaria a la ciudad seis meses uno y seis meses el otro.12 En junio de ese mismo año, el gobernador Martín de Zavala multó a los alcaldes ordinarios “por el descuido de no compeler a los regidores que cuidasen de lo que era a su cargo acerca del adobo de las casas de cabildo, limpia de la ciudad, venida el agua a ella y defecto de los papeles del cabildo”.13 Destinó 400 pesos de las multas para “adobo y aderezo de las Casas de Cabildo [y] obra de la cárcel por no haberla en la ciudad”.14 Si bien la cárcel no estaba en condiciones de ser utilizada, las Casas Reales sí se encontraban en uso, a fines de ese año y durante tres meses, se pegaron en sus puertas, un edicto “para arrendar los indios, tierras y aguas de los propios y consecutivamente los que pertenecen al dicho cabildo”.15 En 1644 cayó fuerte aguacero en las faldas de la sierra de San Gregorio que al bajar a la po-

blación de Monterrey la arremetió “derribando las casas que topaba, haciéndolo todo un mar”.16 Para lamento de las autoridades, las Casas Reales y las construcciones en general sufrieron tales daños que el gobernador Martín de Zavala pagó de su caudal la reconstrucción de ellas, además de ordenar la adecuación de “un foso hondo que cerca la villa”; éste evitó que Monterrey quedara nuevamente arrasado por una crecida un miércoles dos de septiembre de 1648.17 No hay noticia de otras inundaciones en años posteriores, cuando el gobernador Martín de Zavala recordaba en febrero de 1653, los temporales que había sufrido el Reino en años anteriores, debió referirse a los ya citados. Que debido a ellos, “se han caído las casas del cabildo que en esta ciudad se fabricaron, y la madera de toda ella que tan solamente era una sala y un aposento y otro pequeño que servía de cárcel se ha podrido con las puertas y ventanas”.18 En ese año, las condiciones de las Casas Reales eran realmente deplorables, además de estar caídas y su madera podrida, los animales ya habían excretado dentro de ellas. Motivo por el cual ordenó derribar sus paredes y terrado que quedara, “y quitar la madera por estar de suerte que no puede servir para cosa ni aprovecharla, respecto de estar toda comida y podrida, limpiar el suelo y allanarlo”.19 Asimismo, ordenó se pregonara si había en la ciudad una “persona o personas que quieran hacer las dichas casas y acabarlas parezcan ante mi, y haciendo forma y planta de la obra que han de tener y todo lo que deban hacer”.20 Las Casas Reales de 1655. La impronta de Martín de Zavala La obra fue concedida a Juan Alonso Bazán, vecino de la villa de Cerralvo, quien fue el único postor que entregó un plan de construcción, “para lo cual hago presentación de esta planta, cuya obra de ella haré en la forma que en ella aparece”, terminándola en dos años. La obra acordó realizarla con la participación del sargento Juan de Montalvo, albañil, y Rodrigo Nores, maestro de carpintería. A continuación, la memoria que contiene los pormenores de la obra.

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Obra de las casas de Cabildo de la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey21 Sala de quince varas de largo y de ancho de cinco varas,22 con sus paredes a las cabezas; y en la que mira al Norte, puerta principal grande partida en dos, escaleras de madera labrada de tablazón con su clavazón grande y fuerte, armellas y candado grande hechizo,23 quicios y quicialeras; y en la dicha sala, dos ventanas boleadas de verjas24 y sus puertas de cojinillos engoznadas y con sus armellas, cuyas ventanas han de caer a la plaza; y delante de la puerta principal que mira al Norte, un portal de cinco varas de largo y ancho, con un pilar de vara y media de ancho con cinco esquinas de cal y canto; y seis tirantes,25 las cuatro iguales y las dos de en medio angostas, de madera y debajo de las tirantes ocho canes26 y por cubierta ocho vigas de madera labrada en cuadro, con codal, azuela27 y cepillo, con dos soleras28 labradas de codal y azuela, cubierto el portal de tejamanil,29 carrizo encima por más fortaleza, Al terrado30 que ha de ser de tierra salitre traída de la hacienda del alférez Joseph de Ayala,31 y la sala principal de la Casa del Cabildo ha de llevar veinte y siete vigas labradas de a tercia de alto y cuarto de frente, labradas con juntera (sic), azuela y cepillo, cubierta de tejamanil, carrizo encima. Para más fortaleza, terreada también con la dicha tierra salitre que ha de traerse de la misma parte y acarreo, y la fábrica ha de ser de una vara de cimiento abajo y media arriba, y de pared de tapia,32 y de pilar de adobes y cada tapia ha de tener dos varas de largo y una de alto y de ancho tres cuartas, cuatro tapias de alto, sin los pretiles33 que han de ser de a vara, y llevará la dicha sala asentadas las vigas en solera, y en la sala principal ha de tener otra puerta que salga (…) marco ha de tener de alto dos varas y cuarto (…) vara y tercia con su puerta de tabla, claveteado (…) clavos de chanflón, estaría (sic) dos quicios y umbrales, armellas y un candado grande, y el zaguán ha de ser de cuatro varas y medio de hueco y cinco de ancho, cubierto de ocho morillos redondos,34 cubierta de carrizo y terrado de salitre y ha de tener dos puertas, una que cae a la calle y otra que entra a la cocina, de dos varas y cuarto de alto y vara y tercia de ancho, con sus quicios y umbrales, con su clavazón

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de la calidad de arriba y otro candado grande, armellas, y una ventana de cuatro verjas de madera que cae al corral con su marco embebido35 en la pared y sus umbrales,36 y las puertas de la cocina y corral con sus candados y llaves = y la cocina ha de ser de dos varas y cuarta de largo, y tres y cuarta de ancho, en la cual ha de haber una antecocina con pared en medio y puerta en ella y con su chimenea, que ha de armarse sobre dos morillos = y la pared de la dicha chimenea ha de ser de adobe entero con su apoyo en ella de tres cuartas de alto y arriba en el techo ha de haber portañuelas de piedra y cal por donde salga el humo y ha de tener quince morillos redondos y las puertas de la dicha cocina y la que sale al patio ha de tener sus quiciales arriba y la que sale al patio, ni más ni menos. Y el patio ha de tener diez varas de largo y seis de ancho, y todo ello con su cimiento de piedra sacada a punta de barra acarreada para la obra = y así mismo haré pegada a la dicha casa una cárcel, sirviendo la pared de la sala de Cabildo a ella y la otra pared que mire a poniente, cuya cárcel ha de ser de largo de diez varas de largo y de ancho de cinco con diez y ocho morillos redondos, con sus soleras labradas de [codal y azuela], con una ventana que mira al poniente con nueve verjas, marco y umbrales, y puerta de ventana engoznada y clavada con clavazón de hierro y una reja de hierro que cae al escritorio de papeles con su ventana de cojinillos, y la cubierta de la cárcel de carrizo doblado con la tierra de salitre como la de arriba dicha y con quince canales de madera labrada con azuela, puestas con argamasa de cal y arena = y las casas reales tienen diez canales puestas con el mismo betume = y con catorce almenas37 de piedra y cal labradas de colorado, el escritorio de papeles ha de tener ocho vigas labradas de codal y azuela, techo de carrizo doblado con el techado de salitre que las demás = una ventana que cae al poniente con su marco, umbrales, verjas y puertas de cojinillos engaznada y con su aldaba de hierro = dos cepos38 con diez y seis olambreras, el uno con uno de pescuezo y el otro cepo con catorce olambreras, con sus candados grandes fuertes y llaves de cruz = y una puerta mas que es la de la cárcel fornida con su marco embebido con sus quicios y umbrales necesarios, armellas y candado fuerte con su llave de cruz, blanqueada de cal la sala de cabil-


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Plano de las Casas Reales realizado por Juan Alonso Bazán en 1653. AMM. Foto de Óscar Chávez, 2008.

do, y el portal con sus cenefas coloradas. Todo lo que me obligo a hacer por tres mil pesos, con más una mesa grande de tres tablones. Ha de estar en la sala de cabildo, clavadas con veinte y cuatro clavos de chanflón y con dos bancos labrados de codal, azuela y cepillo = y otra mesa un poco menor de la misma obra que sirve en el escritorio con otros dos bancos y mas dos esposas = y horca, escalera para ella = y mas un escudo con las armas reales y cuadro plateado de dos varas en cuadro que obligo a traer de México. Juan Alonso Bazán El diseño que acompaña a la memoria muestra en planta los espacios que el gobernador Martín de Zavala había solicitado: Casas Reales “con cárcel pegada a ella y escritorio para que sirva de escribanía […] cocina y corral en ella para el servicio del alcalde de la dicha cárcel”.39 Juan Alonso Bazán, de acuerdo con lo solicitado, trazó un plano con un portal, una sala de Cabildo y un patio, mismos que miraban al oriente; en tanto que el escritorio, la cárcel, el aposento del carcelero o zaguán, el aposento de la cocina y la cocina, estaban ubicados al poniente Tanto la memoria como el plano de Juan Alonso Bazán, han permitido una reconstrucción de la planta de las Casas Reales de 1653 empleando medidas métricas en vez de varas. Finalmente, el Norte quedó indicado en el plano reconstruido.40

Los tres mil pesos necesarios para la realización de tal obra se juntaron a través de penas impuestas a la ciudad y, de acuerdo con el testamento del gobernador Martín de Zavala, con dinero suyo. Años después (3 de diciembre de 1671) se interrogarían a tres testigos con el fin de que manifestaran la procedencia de los dineros de la obra. Declararon Juan de Munguía, de 61 años; el sargento Francisco Sánchez de la Barrera, de 70 años; y el alférez Pascual de Montalvo, de 50 años. Todos declararon que el dinero provino de las condenaciones que aplicó el gobernador Martín de Zavala a la ciudad de Monterrey y al Reino y no estaban enterados de que el gobernador aportara algún capital. El trabajo se realizó y al término de dos años, para ser precisos el 27 de febrero de 1655, las Casas Reales estaban terminadas. Dos días después, el gobernador Martín de Zavala ordenó se pagase el dinero restante que se le debía a Juan Alonso Bazán del cobro de las condenaciones. Dice a la letra: Don Martín de Zavala, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de León y sus Provincias por su Majestad. Por la presente mando al general Juan de Zavala […] poder entrar las penas de las condenaciones hechas para las obras públicas, de y pague al alférez Juan Alonso Bazan cuatrocientos y setenta y tres pesos en plata que son los que restan en su poder de las dichas condenaciones causadas hasta hoy, y mas le de y pague al suso-

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Reconstrucción de las Casas Reales. Alan Efrem García Martínez, Danhia Mariel de Alejandro Treviño, Irma Beatriz Hernández González y Enrique Tovar Esquivel. 2008.

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dicho quinientos veinte y siete pesos en plata para que con ellos se le adjunten al dicho alférez los mil pesos que se le deben por haber acabado las dichas casas del Cabildo de esta ciudad según y como lo ofreció que por esta y carta de pago del dicho alférez Juan Alonso doy por libre al dicho general Juan de Zavala de los cuatrocientos setenta y tres pesos que son en su poder y los quinientos y veinte y siete restantes, se le aplicaran al dicho general Juan de Zavala en las primeras condenaciones de mi juzgado hecho en la ciudad de Monterrey en veinte y nueve días del mes de febrero de mil seiscientos y cincuenta y cinco años. Don Martín de Zavala.41 Perspectivas, fachadas y asiento de las Casas Reales de 1655 Gracias a la existencia del plano y la memoria de obra de las Casas Reales de 1653, éstas han sido interpretadas en perspectiva por diferentes autores, la primera se debe a Israel Cavazos. Su mirada

nos ofrece un edificio cercano a la realidad, aunque adolece de precisión al momento de interpretarlo, le agrega una puerta con frente a la calle de la actual Zaragoza que no existió, la ubica entre las ventanas y el patio, dicha puerta, que era del zaguán, estaba en el lado poniente. Años más tarde, el arquitecto Donald Leslie Cover nos presenta una segunda versión de las Casas Reales de 1655.43 Esta perspectiva es más atractiva que la anterior, acaso los personajes que aparecen y los colores que le imprime le den vida al antiguo edificio de gobierno. Sin embargo, la libertad en sus trazos sólo lo ha alejado de la realidad. Conserva los vanos (puertas y ventanas) del anterior dibujo, mantiene el mismo error de la inexistente puerta que daba a la calle y le agrega erróneamente, una ventana con vista al Norte. Es importante señalar que al construirse las Casas Reales, existían en su lado Norte, un par de tiendas de dos pisos pertenecientes al gobernador Martín de Zavala y que posteriormente donaría al Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial y del templo franciscano de San Andrés.44

Casas Reales de Monterrey. Año de 1655. Israel Cavazos.42

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Esta es la razón por la cual, Juan Alonso Bazán colocó la ventana del sitio llamado escritorio al poniente y no al Norte, pues en esta última dirección tendría por vista un muro. A puertas y ventanas, el arquitecto Leslie añade jambas y dinteles que el contrato no menciona, además de dos pilastras en sus muros Oriente y Poniente que cargan dos arcos que tampoco aparecen en el contrato de obra. La tercera y última representación de las Casas Reales de 1655 (si existen otras las desconocemos) es la que a continuación se presenta. El dibujo se basó en la reconstrucción realizada en un programa de computación por los estudiantes de Arquitectura del Tecnológico de Monterrey: Alan Efrem García Martínez, Danhia Mariel de Alejandro Treviño e Irma Beatriz Hernández González, quienes buscando ejemplos actuales y términos antiguos, dieron forma a las Casas Reales. El edificio es sencillo en su forma y elementos arquitectónicos. La puerta mostrada al frente en las anteriores interpretaciones ha desaparecido

Casas Reales. 1655. Arquitecto Donald Leslie Cover.

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para ubicarla en el lugar que le corresponde y no hay ventana en el muro Norte del Escritorio como lo había ilustrado el arquitecto Leslie. El portal observado todavía forma parte de los espacios de muchas casas en Nuevo León; en una segunda perspectiva, queda a la vista la puerta que comunica al área llamada aposento de la cocina con el patio. A la perspectiva presentada se suman las cuatro fachadas de las Casas Reales, también realizadas por los estudiantes anteriormente mencionados. La fachada Norte nos deja a la vista la puerta de dos hojas que daba acceso a la Sala de Cabildo y que debería tener candado, un par de escalones permitían su acceso, acaso la existencia de estos escalones permitieron que las corrientes de agua nacidas en época de lluvia, no ingresaran al interior del cuarto. En este perfil es más claro el funcionamiento de los canes, de los tirantes, de las vigas y de las soleras. La fachada oriente muestra el patio con una barda baja y al fondo la puerta que daba a él; la Sala


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Casas Reales de 1655. Bernardo Ramonfaur Garza, 2008.

de Cabildo con sus dos ventanas, cada una volada con puerta de cojinillos, y el portal que dejaba expuesta la puerta del escritorio que también llevaba candado. La fachada Sur sólo deja entrever el muro posterior de la cocina con su chimenea y el espacio del patio con barda perimetral. Finalmente, la fachada poniente, además de mostrar parte del patio, del largo de la cocina, y el zaguán con su respectiva puerta a la calle, nos deja a la vista el muro de la cárcel con su pequeña ventana embebida, reja fuerte y puerta alta. En el extremo izquierdo, resta por mencionar al Escritorio, que también tenía su ventana de reja con puerta de cojinillos. En cuanto a la ubicación de las Casas Reales, es importante hacer algunas observaciones, Israel Cavazos asume que la fachada oriente de las

Casas Reales medían 36.68 m. “Sumadas las cinco varas que medía el portal, con las quince de la sala de Cabildo, cuatro y media del zaguán, dos y cuarto de la cocina y dieciséis del corral; dan justamente, las cuarenta y dos tres cuartos varas […] que mide el actual edificio en su frente a la plaza de Zaragoza”.45 Comete el error de sumar las varas del zaguán y de la cocina que se encontraban del lado poniente. Lo correcto es indicar que el edificio de 1655 era menor al actual Museo Metropolitano de Monterrey (Antiguo Palacio Municipal) y acaso cubriría la fachada del primer cuerpo del edificio sin considerar los portales; aún así, las antiguas Casas Reales no ocupaban ese espacio central, sino que estaba recargadas hacia el extremo sur del actual inmueble y no hacían “esquina con las actuales calles de Zaragoza y de la Corregidora”, como erróneamente se ha interpretado.46

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Perspectiva de las Casas Reales. Alan Efrem García Martínez, Danhia Mariel de Alejandro Treviño, Irma Beatriz Hernández González y Enrique Tovar Esquivel. 2008.

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Segunda perspectiva de las Casas Reales. Alan Efrem García Martínez, Danhia Mariel de Alejandro Treviño, Irma Beatriz Hernández González y Enrique Tovar Esquivel. 2008.

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Fachada norte y fachada oriente

Fachada sur y fachada poniente Ilustraciones de: Alan Efrem García Martínez, Danhia Mariel de Alejandro Treviño, Irma Beatriz Hernández González.

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Ubicación de las Casas Reales de 1655 sobre un plano del edificio actual. Enrique Tovar.

La razón es que no había una esquina de calle en ese lugar, sino que colindaba al Norte con un par de casas ocupadas como tiendas y que pertenecían en 1655 a los bienes de Martín de Zavala, estas tiendas eran las que en realidad hacían esquina con la actual Zaragoza y Corregidora; y son la razón de que las Casas Reales no estén centradas en

el plano del edificio levantado en el siglo XIX. Esta interpretación se encuentra sustentada no sólo por la investigación que se realizó en torno a las Tiendas del Santísimo Sacramento, sino también por una litografía de 1846 donde se observan tanto el edificio municipal como las tiendas del Santísimo; es el edificio municipal el que respeta el espacio primigenio

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Ubicación en perspectiva de las Casas Reales de 1655 sobre un plano actual. En líneas rojas la ubicación de las tiendas del Santísimo. Alan Efrem García Martínez.

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de las Casas Reales terminadas en 1655. Incluso el plano levantado en 1791, de autor anónimo, y en el que se apoya Israel Cavazos para sustentar que “las Casas Reales se ven situadas en el mismo lugar que el actual edificio”, muestra que la edificación que se encuentra en la esquina de Zaragoza y Corregidora no pertenece a las Casas Reales, sino a un establecimiento conocido como las tiendas del Santísimo Sacramento; es observable que entre éstas y el edificio público hay una división que hace la distinción de una y otra construcción, además de que las tiendas tienen dos niveles en tanto que las Casas Reales sólo uno. Su efímera presencia en el paisaje urbano de fines del XVII Las Casas Reales terminadas en 1655 debieron dar la imagen de un edificio que perduraría por muchos años, pero esa imagen fue sólo fugaz presencia, ya que comenzó a sufrir el deterioro un año después de levantada, una fuga daba cuenta de algunos morillos caídos de la cárcel.47 Con el paso de los años, las Casas Reales eran vueltas a reparar y se imponían multas para solventar un poco “el adorno de las casas de Cabildo”, como la pena aplicada en 1661 para todos aquellos comerciantes que vendieran el chocolate alterado con chancacas o piloncillos en vez de azúcar como se practicaba en el resto del reino.48 Tanto las Casas Reales como la cárcel se encontraban en condiciones deplorables, parte de ellas estaban derrumbadas y una lluvia podría derribarlas por completo, así lo testimoniaba Juan Bautista Chapa en julio de 1668, agregando que la ciudad contaba con cuatro caballerías de tierra rentadas al sargento mayor Joseph de Treviño, y de las cuales adeudaba de algún tiempo a esta parte. El gobernador Nicolás de Azcárraga ordenó se revisara lo que debía Joseph Treviño y lo pagara, “y entre en poder del regidor más antiguo y del dicho procurador general a quienes mando esté a su cargo el reparo de las dichas casas de cabildo y cárcel, comenzando la obra con la mayor conveniencia que puedan”.49 A inicios de 1671, el sargento mayor Juan de la Garza Falcón y el capitán Juan Cavazos, regidor

de primer voto y procurador general de la ciudad, respectivamente, se les encargó “el cuidado del aderezo de las casas de cabildo de esta dicha ciudad”;50 Un año antes, se habían hecho “tres mil adobes para adornos de las casas reales; los cuales hizo y puso en las dichas casas (el sargento mayor Joseph de Treviño), teniéndole de costa diez pesos cada millar y que por el acarreto de carrizo que hizo con sus indios, a su costa se le regularon cinco pesos, con que montaban treinta y cinco pesos”.51 A fines de ese año de 1671, tuvo lugar un intento de venta de las Casas Reales por una deuda que se tenía con el Rey. La razón es que el difunto gobernador Martín de Zavala señaló en su testamento que se le debían 500 pesos por haberlos invertido en la construcción de las Casas Reales y dejaba al rey como heredero de sus bienes, la Corona demandó a Monterrey el pago de dicha deuda so pena de rematar las Casas Reales, antes, se solicitó al gobernador Nicolás de Azcárraga verificara: […] si don Martín de Zavala gastó quinientos pesos en las casas de cabildo de la ciudad de Monterrey, que declaren su testamento y constando, los cobre de la labor y propios de aquella ciudad o de sus frutos que por esta causa están embargados […] o de no cobrar, venda la fábrica en que gastó dicha cantidad y de su precio se enteren a su majestad.52 Así lo hizo el gobernador Azcárraga, haciendo testificar a Juan de Murguía, Francisco Sánchez de la Barreda y Pascual de Montalvo, quienes estuvieron cercanos al difunto gobernador. Juan de Murguía, quien asistió a Martín de Zavala durante muchos años, comentó: […] de algunas visitas que dicho don Martín de Zavala hizo a los Cabildos de esta ciudad y Reino, resultaron algunas condenaciones que aplicó para obras públicas y que estando caídas las Casas de Cabildo las aplicó para su fábrica y éstas se remataron en el alférez Juan Alonso Bazan, que se obligó a hacerlas y darlas acabadas por cantidad de tres mil pesos y que estas condenaciones paraban en poder de Juan de Zavala, y de ellas se le iba librando a dicho Juan Alonso y que aunque este testigo no sabe […] si la cantidad de

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quinientos pesos los suplió dicho don Martín de Zavala para acabar la dicha obra.53 El segundo testigo, Francisco Sánchez de la Barrera, manifestó algo similar al anterior: […] que la fábrica de las dichas Casas de Cabildo, se hizo a costa de los vecinos de este reino de condenaciones que resultaron de visitas que hizo al Cabildo y otras personas, y que se remató la obra en el alférez Juan Alonso Bazan, ya difunto, en cantidad de tres mil pesos, los cuales se le fueron librando en el general Juan de Zavala en quien pararon dichas condenaciones, con que no sabe este testigo, con qué causa o pretexto declaró dicho difunto deberle dichas Casas de Cabildo la dicha cantidad.54 En ambos testimonios se aseguraba que el dinero que había corrido para la construcción de las Casas Reales era de la ciudad. La declaración del alférez Pascual de Montalvo (maestro albañil) no fue distinto al de los anteriores testigos con respecto a la procedencia del dinero, más aún le extraña la mención de la dicha deuda: […] no sabe porqué razón le pudiesen quedar debiendo las dichas Casas a dicho don Martín de Zavala, porque este testigo se acuerda que Juan de Montalvo, su padre, le refirió cómo había sido su fiador del alférez Juan Alonso Bazan, en quien se remató la obra en tres mil pesos, y que se decía que esta cantidad resultó de condenaciones que aplicó dicho don Martín de Zavala para la dicha obra y que oyó decir que se le había pagado a dicho Juan Alonso y jamás oyó ni supo si el dicho don Martín de Zavala había o no suplido algo ni porqué razón.55 Recordemos que Juan de Montalvo, además de ser fiador de Juan Alonso Bazán, también fue uno de los albañiles que intervinieron en la construcción de las Casas Reales. Israel Cavazos menciona como injusto el embargo de los bienes de Martín de Zavala por parte de la Corona,56 pero como ya se mencionó, no era deudor a la Corona, sino donador de sus bienes a la misma.57 En todo caso, era injusta la reclamación de los 500 pesos que decía se le debían por la construcción de las Casas de Cabildo.

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El 14 de diciembre de 1671, el capitán Juan Cavazos, procurador general Monterrey aseguraba que no estaba justificada la dicha deuda “ni constan de instrumento jurídico”. Añadía “que dichas casas de Cabildo se fabricaron a costa de los vecinos de este Reino, de resulta de condenaciones que hizo y aplicó don Martín de Zavala para ese efecto “y no debe permitir su majestad se vendan las casas de Ayuntamiento que están diputadas para las juntas de Cabildo por deudas a que no son obligados”.58 No obstante, la defensa que se hizo sobre la conservación de las Casas Reales, éstas fueron tasadas y rematadas. El 15 de diciembre de 1671, el maestro albañil Pascual de Montalvo: […] en conformidad de lo que se le mandó, fue a dichas Casas de Cabildo y entró en todos los cuartos de ellas que se componen de una sala (de Cabildo), un aposentillo (zaguán), un calabozo, otro aposentillo (de la cocina) y una cocina y un patio pequeño, obra de tapias y adobes, la cual declara estar todo muy maltratado por todas partes y que no hay cosa de provecho, sino son las maderas, puertas y ventanas, con que le parece a este testigo que valdrán las dichas Casas según y de la manera que están cuatrocientos pesos y no más, porque se están cayendo.59 Las Casas Reales fueron rematadas pero no se presentó postor alguno. Lo rescatable del testimonio de Pascual de Montalvo es la descripción de las Casas Reales, ya que nos permite conocer sus condiciones, cuando fueron revisadas señaló signos de maltrato (sabemos que un año después de terminadas comenzó su deterioro). El daño también lo había señalado el gobernador Nicolás de Azcárraga al decir que estaban “caídas”;60 y que no obstante su ruina, las cita como su “morada”,61 que también lo serían del gobernador en turno don Domingo de Pruneda en 1678.62 El siguiente gobernador, don Domingo de Vidagaray y Saraza, recibiría del cabildo, justicia y regimiento de Monterrey el 13 de junio de 1681, una carta donde lamentaban el aspecto de la ciudad, mencionaban que estaba “tan deteriorada, que no tiene ni aún con qué reparar sus casas reales”.63 La queja no cayó en saco roto y el gobernador mandó


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repararlas ante el peligro de caerse, “lo cual ejecutó a su costa sin ayuda de la ciudad ni de ningún vecino, por estar tan pobres que no tienen con qué sustentarse”.64 La ciudad de Monterrey también envió una carta al Rey cinco días después (18 de junio de 1681) para informarle de las condiciones de las Casas Reales, la respuesta fue una real cédula que ordenaba a los futuros gobernadores del Nuevo Reino de León que cuidasen de las Casas Reales. El Rey Por cuanto el cabildo, justicia y regimiento de la ciudad de Monterrey de la Provincia del Nuevo Reino de León en la Nueva España, me ha representado en carta de diez y ocho de junio del año pasado de mil seiscientos y ochenta y uno, lo deterioradas que están las Casas Reales de aquella ciudad en que viven los gobernantes de ella por no haberlas cuidado y estarse cayendo, de calidad que si no hubiera sido porque el gobernador don Domingo de Vidagaray que así que entró en el gobierno las empezó a reparar, se hubieran caído, lo cual ejecutó a su costa sin ayuda de la ciudad ni de ningún vecino, por estar tan pobres que aún no tienen con qué sustentarse, Suppme. Fuese servido de mandar que los gobernantes que se nombrasen para aquella provincia, tuviesen cuidado de reparar las casas de su habitación y habiéndose visto en mi Consejo Real de las Indias atendiendo a la representación que me ha hecho la ciudad de Monterrey y a lo que conviene se tenga cuidado en el reparo de las Casas que en ella están destinadas para la vivienda de los gobernantes de la dicha Provincia del Nuevo Reino de León, para que se mantengan sin que se experimente ruina alguna, he tenido por bien de ordenar y mandar (como por la presente ordeno y mando) a los gobernantes que de aquí adelante lo fueren de la dicha ciudad y provincia, que tengan particular cuidado de hacer en ella los reparos que parecieren precisos y necesarios para que permanezcan y se conserven sin que por ningún descuido que en ello haya, lleguen a caerse ni

ha dejar de habitarse, y para que esta orden se ejecute, mando que este despacho se asiente y ponga original en los libros del cabildo de dicha ciudad y que sus capitulares cuiden de hacerle notorio a los gobernantes que se nombrasen al tiempo de tomar la posesión de su gobierno, para que les conste de ello y lo ejecuten (como les mando lo hagan sin omisión alguna, que así conviene a mi servicio). Fecha en Madrid a dos de febrero de mil seiscientos y ochenta y dos años. Yo el Rey. Duplicado [Al margen]. Por mandado del rey nuestro señor. Joseph de Veitia Linage. Rúbricas.65 Ignoramos la repercusión de este edicto, si se tomaron medidas o no para resolver los problemas que aquejaban a las Casas Reales, sólo se tiene noticia de las sanciones impuestas a los vecinos donde parte de la multa se destinaba a la reparación del edificio público como ocurrió en abril de 1682, al reglamentarse el cuidado del agua y sus acequias, se determinó multar con cinco pesos a quienes no proveyeran el auxilio necesario para su limpieza, aplicando parte de la multa para el “aderezo de las casas de cabildo”.66 En enero de 1683, al tratarse sobre el extravío de unos documentos del archivo generados durante el gobierno de don Juan de Echegaray, surge un dato por demás interesante acerca de las Casas Reales, la existencia de una torre. Juan Bautista Chapa aseguraba que dichos documentos se pusieron “sobre un escritorio que estaba en la torre de estas casas reales donde dormía dicho gobernador”.67 Antonio González era del mismo parecer, que los papeles solicitados estaban “encima del escritorio que estaba en el aposento alto de estas casas reales antes que se fuera dicho gobernador”.68 ¿Cuándo se habrá levantado ese “aposento alto” o “torre” en las Casas Reales? ¿Sería levantado durante el periodo de gobierno de don Juan de Echegaray? Nada se sabe al respecto, sólo su existencia para ese año de 1683.

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CAPÍTULO II Las Casas Reales en la segunda mitad del siglo XVIII

Noticias de las Casas Reales a inicios del siglo XVIII Todavía de pie, las Casas Reales levantadas por Juan Alonso Bazán, ofrecían sus espacios para realizar anualmente la elección de sus primeras autoridades, en sus puertas todavía se pegaban algunos autos de interés para la comunidad y su cárcel seguía conteniendo a todo tipo de infractores. Sin embargo, el evidente deterioro hizo que el alférez Cristóbal González, procurador general de la ciudad de Monterrey, solicitara que las Casas Reales fueran aliñadas en agosto de 1700. Esta ciudad tiene casas Reales que se levantaron a mucha costa de los vecinos, después de haber estado muchos años destruidas y en ellas se fundó Sala de Ayuntamiento y cárcel pública y algunas separaciones para los pósitos de esta ciudad, que por haber cesado y no haber proseguido a esta loable costumbre como está dispuesto por dicho y costumbre de ciudades, se han experimentado muchas necesidades en el común y para que esto tenga remedio y no se experimente en lo de adelante este inconveniente se ha de servir V. S. de mandar se alineen las dichas Casas de Ayuntamiento, renovándolas de jacales y que juntamente el dicho pósito se ponga como estaba de antes, pues para lo uno y otro están destinados los propios de esta ciudad y otras penas que se deben aplicar a esta obra por ser bien público.69 Refrenda el esfuerzo de los vecinos de la ciudad por levantarlas cuando éstas estuvieron caídas y lamenta que las siguientes generaciones no hayan continuado su mantenimiento, motivo que lo movió a pedir se les arreglara nuevamente. No fue sino hasta febrero de 1705 cuando se decreta el aliño, aunque los

recursos económicos eran insuficientes, cabe señalar que en ese mismo año se ordenó “que en la sala no haya registro alguno y que se mude la puerta que de la cárcel cae a ella, para que esté con la decencia que se debe”.70 La sala a la que se refería el Cabildo de la ciudad era la sala llamada escritorio, en el plano de 1655 existía una puerta que comunicaba a la cárcel con dicha sala. Pasaron 25 años cuando nuevamente se requirió del arreglo del edificio público, en marzo de 1730, don Pedro de Barreda y Ebra daba cuenta del estado en que se hallaba la casa de Ayuntamiento: todo descompuesto. […] necesita de alivio para su reparo y compostura en cuya atención y para su composición por el presente mandaba y mandé pase dicho procurador a poner peones operarios para su aliño de dicho palacio y que se traigan los materiales que se necesitaren así lo ejecutará dicho procurador con toda cuenta y razón y para su efecto se saque su costo de la caja marca por no haber propios de esta ciudad.71 El 6 de mayo de ese mismo año se daba razón del gasto erogado por motivo del aliño del real palacio, un total de 23 pesos y siete reales sumados el salario de los operarios y los materiales.72 En octubre de 1732, volvió a invertirse dinero en arreglos del real Ayuntamiento por hallarse sumamente deteriorado, gastando un total de 696 pesos y medio.73 […] los señores don Francisco Javier Flores, don Juan García de Pruneda, alcaldes ordinarios por Su Majestad en ella estando en presencia del señor gobernador y capitán general de este reino se les hizo demostración por Su Señoría de una memoria en la cual consta ha gastado dicho señor gobernador y capitán general en la reedificación del real palacio de esta dicha ciudad hasta

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hoy dicho día (foja 2) la cantidad de seiscientos noventa y seis y medio mediante haberlo hallado sumamente deteriorado en cuya atención ha puesto la expresada cantidad de su propio caudal advirtiendo Su Señoría se lo satisfagan de los derechos de la real caja marca y para que así se ejecutase se abrió hoy dicho día con nuestra asistencia y se halló en ella la cantidad de setenta y cinco pesos y siete reales lo que se le entregó a dicho señor gobernador para en cuenta de lo que fue expresado y para que conste ser así se le devolvió la dicha memoria firmada de nuestra mano y con testigos de asistencia.74 Las Casa no dejaron de arreglarse cada vez que era necesario, en abril de 1737, el gobernador don Joseph Antonio Fernández de Jáuregui, escribió al virrey solicitándole que parte de lo producido en el ramo de alcabalas se destinara a la reedificación de las Casas Reales por encontrarse “sumamente deterioradas”.75 No conocemos la respuesta pero un año después, el capitán Joseph Adriano de la Garza, alcalde ordinario de primer voto, se encontraba encargado de la reconstrucción del edificio. Al año siguiente, el 1 de enero de 1739, fue reelegido en virtud de “haber demostrado dicho señor capitán gran celo y aplicación en la referida reedificación y demás que ha sido de su obligación y esperarse de sus buenas obligaciones lo continúe”.76 En 1741, el gobernador Pedro del Barrio Junco y Espriella amenazó multar con 200 pesos a quien extrajera el maíz, en razón de su escasez, destinando las multas “para la composición del palacio de esta capital”.77 Unos años después, la tragedia de una inundación haría que las Casas Reales estuvieran una vez más, en el tintero de los documentos oficiales. Daños del edificio por la inundación de 1752 Las empobrecidas Casas Reales para mediados del siglo XVIII sufrieron un golpe que fue devastador, una inundación ocurrida en 1752 las arruinó por completo, incluyendo la cárcel. El Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey, recordaba en 1784 aquella desventura.

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El año de [17]52 del presente siglo con las irrupciones de las copiosísimas aguas que casi la inundaron, padeció en sus edificios tanta ruina que para reestablecerse en parte, quedaron sus facultades y las de todos sus habitantes tan demeritadas, que aún subsisten sin vigor expedito, para contribuir al remedio.78 En noviembre de ese año, tomaba posesión como gobernador del Nuevo Reino de León, don Pedro del Barrio Junco y Espriella, sustituyendo a don Vicente Bueno de la Borbolla. Tocó al primero lamentar la pérdida de las Casas Reales a raíz de la inundación, motivo por el cual se vio “precisado parar y posar en las casas y morada de su propiedad, a causa de no haber Palacio Real ni Casas Reales absolutamente”,79 la casa que habitó también la había reedificado “e hizo desde la destrucción del todo o más de esta ciudad en que peligró el referido Palacio y Casas Reales, en cuyo tiempo pudo reedificarse así uno como otro”.80 Acaso la disposición de la ciudad que se observa en el Plano del Presidio y ciudad de Monterrey. Capital del Nuevo Reyno de León, de 1767, levantado por Joseph de Urrutia, sea secuela de la devastación de la inundación de 1753.81 Deja a la vista una ciudad notoriamente despoblada, con escasas construcciones de piedra. Es evidente la ausencia de las Casas Reales frente a la plaza mayor, apenas una construcción que se ocupó como cárcel y frontera a ella, las tiendas del Santísimo, nada más. La devastación, si bien fue general, la afectación en las Casas Reales fue total, se mantuvieron caídas por muchos años y en 1772, el gobernador Francisco de Echegaray, en su breve gobierno de apenas un año y meses, nada pudo hacer por arreglarlas, alegando la suma pobreza en la que vivía la población de Monterrey.82 Sería con la llegada del gobernador don Melchor Vidal de Lorca y Villena,83 cuando se comenzarían las gestiones para la reconstrucción de dichos edificios públicos (Casas Reales y cárcel); solicitó al virrey de la Nueva España, don Antonio María Bucareli y Ursúa, fondos para su reparación. En respuesta, se ordenó el 26 de octubre de 1776 se reglamentase con la “mayor prudencia, suavidad


Plano del Presidio y ciudad de Monterrey. Capital del Nuevo Reyno de Le贸n, de Joseph de Urrutia, 1767.

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y blandura”, una aportación económica “entre los individuos de esta Provincia que fuese bastante al logro de su solicitud, previniéndole llevar individual cuenta del acopio de estas cantidades, [y] distribución en la obra”.84 Así lo procuró el gobernador Melchor Vidal de Lorca, ordenando que todos los partidos del Nuevo Reino de León ayudaran a la fábrica de las Casas Reales de la ciudad de Monterrey, agregando que ante la ausencia de dichas Casas Reales, ha tenido que alquilar una casa pagando 400 pesos anuales, “no obstante de que se advierte en la superior orden de Vuestra Excelencia: Tiene la provincia obligación de tener en esta capital alojamiento o casa necesaria y decente a la autoridad que representara”.85 Catorce años después (1790), Manuel Bahamonde señalaría que tales órdenes no se llevaron a cabo “en aquél tiempo” por la constante lucha que se sostenía en contra de los indios bárbaros.86 Se ignora si alguien respondió con buena voluntad para ayudar a la construcción de las Casas Reales, se conserva la que hizo don Joseph Gregorio Fernández de Tijerina en 1776, quien ofreció cincuenta sillares para dicha construcción.87

Un intento fallido. Las Casas Reales de 1784 El 6 de marzo de 1784, el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey, solicitaba permiso al virrey don Matías de Gálvez, el cobro de un impuesto a “las cabezas de ganado de matanza que se cría y vende en esta Provincia”, con el fin de levantar: […] una casa con algunas oficinas que pueden servir de cárcel para delincuentes distinguidos, y de cuartel para que la tropa franca logre alguna comodidad; pero para finalizar esta obra y que se fabriquen en ella Altos para Casas Reales, y decente habitación de los gobernadores comandantes de esta Provincia.88 El 15 de enero de 1785, el gobernador don Vicente González de Santiamén, revisaba el expediente que había solicitado al Ayuntamiento de la ciudad de Monterrey, en el cual constaba el plan “de la

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obra de Cárcel y Casas Reales que ha proyectado con explicación de lo que está hecho y de lo que conviene aumentar, y la avaluación del costo que podrá tener su construcción practicada por los alarifes José Miguel Piña y Josef Ignacio Sánchez”.89 Dicho documento gráfico era el Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784. No se encuentra firmado, ¿Acaso sería una proyección de los alarifes José Miguel Piña y José Ignacio Sánchez? Sin pretender atribuirles el plano, no sería extraña dicha paternidad puesto que ellos iban a construirlo. La petición no tuvo curso por considerarse los ganados producto de primera necesidad, por lo que la ciudad debía buscar otra opción. El proyecto no se realizó, como tantos otros quedó en el Archivo del Ayuntamiento olvidado; ahí debiera encontrarse, Carlos Pérez Maldonado lo consultó en 1946, señalando que tanto el proyecto como el plano “aún se encuentran en el Archivo, pudiendo verse en aquél una fachada de clásico estilo colonial, mucho más atractiva y menos simple y severa que la actual”.90 Un año después, transcribió las notas del mismo, las reproducimos por dos razones; primero, el plano no permite sean leídas con claridad y segundo, la obra de Maldonado donde se reprodujo el texto no es fácil de consultar. Dice textualmente como sigue: “Plano de las Casas Reales, Cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, proyectada por el ilustre Ayuntamiento de la dicha ciudad. Año de 1784”. Debajo de la fachada se lee: “Todo el frente de las Casas Reales” y más abajo la siguiente “NOTA: Que todo frente de las Casas Reales y Cárcel se compone de 42 varas 3 cuartos y de fondo 116 varas”. Al lado izquierdo aparece la planta baja, numerados todos sus departamentos con la siguiente explicación: “1.- Portales de todo el frente; 2.- Oficio Público; 3.- Cuarto del oficio; 4.- Zaguán de las Casas Reales; 5.- Cuarto del Oficio;


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Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784.

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“Todo el frente de las Casas Reales”. Detalle del Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784.

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6.- Cuarto de Ordenanza; 7.- Cuarto del Portero; 8.- Bodega; 9.- Bodega; 10.- Cuarto para Escalera; 11.- Pasadizo para el Corral de Casas Reales; 12.- Cuarto para Cebada; 13.- Cuarto de Paja; 14.- Cuarto de Cocheros; 15.- Cochera; 16; Cuarto Común; 17.Cajón de las Necesarias de Arriba; 18.- Corral de Gallinas; 19.- Un portal de 2 arcos que sostienen la zotehuela; 20:- Corral de Caballerizas; 21.- Pesebres con Seis Arcos; 22.- Huerta de Casas Reales; 23.- Portales del patio; 24.- Claro del Patio de Casas Reales; 25.- Vivienda del Alcalde de la Cárcel; 26.- Cuarto de Entrada al Callejón de la Cárcel; 27.- Zaguán de la Cárcel; 28.- Rastrillo; 29.- Tres Calabozos; 30.- Patio de la Cárcel; 31.- Cuatro Bartolinas; 32.- Cajón de las Necesarias de los Presos de Arriba; 33.- Cuarto Común de la Cárcel; 34.- Corral de la Cárcel; 35.- Callejón del patio y comunicación de la cárcel; 36.- Escalera para los Cuartos Altos de la Cárcel”. Al lado derecho, debajo del plano del segundo piso dice: “ALTOS: A.- Gabinete; a.- Corredor del Frente; B.- Despacho; C.Recámara; D.- Sala Principal; E.- Secretaría; F.- Entrada al Despacho; G.- Recámara; H.- Antesala; I.- Recámara; J.- Entrada a la Sala del Ayuntamiento; K.- Sala del Ayuntamiento; L.- Recámara; M.- Comedor; N.- Cuarto de Criados; O.- Escalera; P.- Dispensa; Q.- Cocina; R.- Cuarto de Criados; S.- Zotehuela; T.- Necesarias; V.- Corredores; X.- cuatro Salas de Presos de Distinción; Y.- Su Cuarto Común; Z.Escalera”.91 El plano fue reproducido por Israel Cavazos cuatro años después,92 sin embargo, no lo cita como documento del Archivo Histórico Municipal sino como “una copia fotostática, en la colección de mapas y planos del Lic. Santiago Roel” ¿Dónde quedó el plano “dibujado a colores” (como cita Cavazos) que perteneció al Archivo Histórico Municipal?.93

El edificio se pretendió de dos pisos. En los bajos, los portales contarían con ocho arcos frontales y dos laterales, en tanto que los Altos sólo tendrían cuatro arcos con su respectivo barandal, en las extremos laterales, dos cuartos esquinados con balcón a la calle principal y entre los vanos de sus ventanas y los arcos, dos esculturas en relieve adosadas, la del lado izquierdo acaso represente a un español y el del lado derecho a un indígena, lo que no cabe duda es que se trata de dos figuras humanas flanqueando al escudo real, ubicado al centro de un remate, en cuyos extremos se localizaría una cornisa almenada y coronada por pináculos. El gobernador Vicente González de Santiamén deseaba se construyesen las Casas Reales con “la macicez, amplitud y lucimiento que manifiesta el Plan que va agregado al expediente”;94 Las dimensiones del plano iban de la mano con tales deseos, el frente de 42 varas y 3/4 (35.64 m) cubrían el actual frente del edificio y el fondo de 116 varas (96.74 m) abarcaba no sólo al edificio sino también a la Plaza Hidalgo. De haberse realizado la obra en 1784, las tiendas del Santísimo hubieran desaparecido. El gobernador no sólo enfatizó los problemas que ocasionaba su ausencia, sino que resaltó la importancia de su presencia. La falta de casas reales que acaso es esta ciudad la única que la experimenta en toda esta Nueva España, y la que menos puede suplirla con otra vivienda para los gobernadores, ocasiona que éstos no estén alojados con comodidad, ni con la decencia que corresponde, demás de derogar el alquiler de la que encuentran, no sin trabajo y a costa de que el dueño de ella se incomode por estar muy escasas, con la dicha [casa] proyectada se subviene a todas estas importancias y se de a la ciudad el esplendor que compete a una capital de provincia y ver que carece [de Casas Reales] después de doscientos años de fundación.95 El problema, lamentablemente, no sería resuelto.

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Plano del actual Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar.

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Mapa de la situaci贸n de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reyno de Le贸n. 1791. An贸nimo. AGN.

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Mapa de la situaci贸n de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reyno de Le贸n. 1791. An贸nimo. AGN.

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Presencia y ausencia de las Casas Reales en tres planos de Monterrey En los siguientes años, los documentos escritos dejan de mencionar al edificio de gobierno, no obstante, un documento que presenta información sobre el estado de las Casas Reales es el Mapa de la situación de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reyno de León, levantado en 1791, de autor anónimo.96 Discusión aparte sería explicar la paternidad de este plano que se atribuye de manera errónea al fraile Bellido y Fajardo, tan sólo hemos de resaltar en dicho plano la presencia de las Casas Reales. Hay algunos elementos arquitectónicos del espacio urbano de la ciudad de Monterrey en ese año que trascienden en lo particular del edificio público, por ejemplo, el área que pertenece a las Casas Reales, incluyendo su huerta, carece de una noria, en el plano se marcaron con una X, existían 65 pozos o norias “que son las que hay en toda la ciudad”, señala la cartela del Mapa…, la existencia de una noria en el espacio de las Casas Reales se verificaría documentalmente a principios del siglo XIX.97 Otro aspecto a considerar es el tipo de construcción de las casas de la ciudad, el autor anónimo tuvo el cuidado de distinguir las casas estaban constituidas de piedra, cantería y mezcla, de aquellas que eran de palos o adobes y techadas de hierba o cáscara de sabino. Las Casas Reales estaban construidas con los primeros materiales. Otro aspecto interesante del Mapa…, es la delimitación de los terrenos, líneas bien definidas que enmarcan las propiedades y cuya generalidad es la presencia de la casa al frente y un amplio terreno atrás de ella; en el caso de las Casas Reales, se mira una amplia huerta cercada de lo que hoy ocupa el espacio público de la Plaza Hidalgo. Esta huerta tiene referencias en diversos documentos, principalmente en los de compraventa del siglo XVIII. Al venderse la propiedad de Bartolomé de Arizpe, marcó como lindero, calle de por medio, “la cerca del corral del palacio”.98 En 1716, al donarse un pedazo de tierra a los jesuitas, éste se encontraba sobre la calle que “corre desde las tapias de la huerta o patio del palacio para la puente”.99

También es importante observar que el edificio público cuenta con un segundo nivel significado por una torre al centro, ésta ya había sido mencionada a fines el siglo XVII y volvería a mencionarse en el siglo XIX. Le sigue una casa de dos niveles, que son las que harían actualmente esquina con la calle Corregidora y Zaragoza, éstas son las Tiendas del Santísimo Sacramento donadas por Martín de Zavala. Se observa claramente un acceso principal y un balcón, tal y como se mira en una litografía de mediados del siglo XIX. Tres años después (abril de 1794), nuevamente vuelven a referirse a las Casas Reales como “reducidas”,100 la ciudad en ese entonces ya había mostrado un mayor crecimiento pero el edificio público no mostraba tal avance. En ese año se presentó un proyecto de cárcel para la ciudad de Monterrey levantado por Juan Bautista Crouset, Maestro Mayor de Obras, en él no se contemplaba las Casas de Cabildo, pues el gobernador Manuel Bahamonde, en acuerdo con el anterior obispo fray Rafael Verger, tenía planeado trasladar la ciudad de Monterrey a un espacio al Norte de ella, así que no se invirtió demasiado en su reconstrucción o ampliación. Al año siguiente se le harían algunas mejoras a cargo del maestro albañil José Antonio Reyna y seis peones a su cargo, ocupados esporádicamente entre abril y mayo.101 El proyecto de cambiar las Casas Reales al Norte de la ciudad se detuvo a pesar del empeño del obispo en turno Andrés Ambrosio Llanos y Valdés por proseguir el proyecto de las anteriores autoridades civiles y religiosas. Dicho obispo había solicitado a Juan Bautista Crouset, un plano de la ciudad que deseaba ver realizada, lamentable dicho plano está perdido. En 1795, toma posesión como gobernador don Simón de Herrera y Leyva, quien también mostraría interés por trasladar las Casas Reales al sitio donde ya se tenía planeado. En la parte norte de esta ciudad en un espacioso llano, perteneciente a sus ejidos, distante de ella 1840 varas, se está fabricando la iglesia catedral, hospital real y convento de monjas capuchinas.

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Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey dedicado al Señor don Simón de Herrera y Leiba, Theniente Coronel de Ynfantería y Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reyno de León. Lo delineó Juan Crouset, en Monterrey, en 20 de junio de 1796. AGN.

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Ubicación de las Casas Reales. Detalle del Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey dedicado al Señor don Simón de Herrera y Leiba, Theniente Coronel de Ynfantería y Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reyno de León. Lo delineó Juan Crouset, en Monterrey, en 20 de junio de 1796.

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A mi ingreso a este gobierno fui informado de que estaba también determinado el trasladar allí la población, y habiéndose ya invertido crecida cantidad de pesos en dichas obras y irse aumentando este vecindario, se hace preciso el que se realice el proyecto.102 Sin embargo, observó algunas anomalías en la forma de ejecución del traslado de la ciudad, pues no encontró en el archivo documento aprobado por el virreinato que formalizara el traslado, por lo que frenó las mercedes en ese sitio esperando la debida autorización y ordenando a la vez, el levantamiento de un plano de la nueva ciudad. La tarea fue encomendada a Juan Bautista Crouset, quien entregó el 20 de junio de 1796, el Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey dedicado al Señor don Simón de Herrera y Leiba, Theniente Coronel de Ynfantería y Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reyno de León. El plano previo de esta nueva ciudad, “ideado según el modo de pensar del dicho ilustrísimo señor obispo”,103 fue visto por el gobernador Herrera y Leyva, quien lo rechazó: “No pareciéndome bien la disposición del dicho plan, le mandé a el citado maestro de arquitectura me levantara uno en los términos que eran correspondientes a formalizar una ciudad con otra mejor disposición y con el orden también que se debe”.104 Una de las razones para realizarlo era “para que en adelante no se desfigure y continúe con sujeción a dicho plan o al que vuestra Excelencia tenga bien aprobar, que guardándolo en el archivo de la ciudad deberá tenerse siempre a la vista para ir mercenando en lo sucesivo a los que quieran hacer casas”.105 Es claro el interés del gobernador por mudar de sitio la ciudad y más aún hizo patente su deseo por trasladar en aquél sitio, al edificio de gobierno, ya que careciendo “de casas reales, cárcel, y alhóndiga esta ciudad, pueden desde luego fabricarse en el paraje que el plano señala”.106

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Efectivamente, el nuevo plano ordenado por el gobernador Simón de Herrera y Leyva, señalaba un espacio para las Casas Reales, justo enfrente de la catedral que se estaba construyendo y al centro del conjunto urbano; le destinaba una manzana completa de 112 varas de frente por 100 varas de fondo. El detalle del Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey… muestra cómo las Casas Reales confrontaban simbólicamente el frente de la catedral, ya no era el espacio religioso que dominaba el paisaje urbano, sino un espacio que era compartido. Algo disgustó al obispo Llanos y Valdés sobre esa nueva disposición y un año después, en junio de 1797, decidió suspender las obras del hospital, el convento de Capuchinas y la catedral misma; por lo que el resto de las obras que se pensaban erigir, entre ellas, las Casas Reales, ya no tuvieron efecto. Al año siguiente, el gobernador Herrera y Leyva solicitó se levantase otro plano, pero esta vez de la ciudad de Monterrey. Nuevamente, dicha tarea recayó en el Maestro Mayor de Obras, Juan Bautista Crouset, quien el 14 de junio de 1798 lo terminó. El Plan que demuestra la situación de solares fabricados y sin fabricar de la ciudad de Monterrey del Nuevo Reino de León, levantado de orden del señor Gobernador don Simón de Herrera y Leyva, mostraba sin mayor minuciosidad, la constitución de la ciudad por manzanas, señalando sus edificios más importantes, incluso de aquellos cuya construcción se abandonó. Sin embargo, Crouset procuró darle mayor detalle al frente de las Casas Reales y cárcel, que aparece con la letra “i” en el plano, la nombra como “Real Cárcel”, aunque ahí también estaban las Casas Reales. Y mientras éstas se mantenían sin mayores cambios al final del siglo XVIII, la ciudad de Monterrey se transformaba a grandes pasos en su derredor.


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CAPÍTULO III Los cuadros del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio. La colindancia de lo sagrado

Las donaciones de Martín de Zavala No podemos abandonar el siglo XVIII y seguir hablando de las Casas Consistoriales sin antes haber abordado otro espacio anexo a ellas que existieron desde mediados del siglo XVII y que cerraron su ciclo poco después de la Independencia, nos referimos a las tiendas del Santísimo Sacramento. Apenas terminadas las Casas Reales en febrero de 1655 por orden del gobernador Martín de Zavala, éste donó al mes siguiente un par de construcciones adecuadas como tiendas que había mandado construir en fecha incierta, los beneficiados eran la cofradía del Santísimo Sacramento instituida en la Iglesia Parroquial y el aceite de la lámpara del Santísimo Sacramento colocado en el convento franciscano de San Andrés, en éste último sitio ya existía desde 1634 una cofradía del Santísimo Sacramento,107 sin embargo, la donación no recayó en la cofradía sino en los frailes franciscanos. Las dos tiendas lindaban con las Casas Reales del gobernador “por la parte de abajo”,108 y las puertas de ambas miraban al norte. “Y la una de ellas hace esquina y puerta a la plaza”;109 esa tienda estuvo en la esquina noreste del actual Museo Metropolitano de Monterrey. Ambas casas las dio con puertas de madera labrada, ventanas y dormitorios arriba de ellas. La casa de la esquina tenía una división que permitía separar la tienda de un aposento. A cada casa les dejaba una mesa grande para mostrador y un cajón debajo de ellas, “asimismo un banco de madera labrada en cada una; y en

cada tienda su candado y llave de cruz y armellas; cuyas tiendas están cubiertas de zacate arriba para asegurarlas de las aguas”.110 Las propiedades serían arrendadas a partir del uno de mayo de 1655 y el producto de sus rentas empleado en la distribución y gasto del aceite de las lámparas de la cofradía y del convento, “dando la mitad de la renta de la una y otra tienda”. Ese fin y no otro, era el objeto de la donación de las dos tiendas, “que nunca falte el aceite a las dichas lámparas y estén ardiendo todos los días”.111 El deseo de Martín de Zavala fue respetado y años después, al redactar su testamento, declaró en cláusula del 7 de febrero de 1664 por bienes: Las casas en que vivo, menos las dos tiendas pertenecientes al Santísimo Sacramento: otros dos aposentos que caen a la huerta que así mismo pertenecen a los padres de mi padre San Francisco, dedicados para misas de difuntos naturales, cuya cobranza ha de estar a cargo del síndico que fuere del convento de esta dicha ciudad para que lo procedido de ellos se digan dichas misas a cargo del reverendo padre prelado del dicho convento y de todo lo restante de dichas casas de mi vivienda hago donación al Rey Nuestro Señor para que los que me (sucedan) en este gobierno vivan con comodidad suficiente.112 La huerta formaba parte de las Casas Reales y era el espacio donde años más tarde se ubicaría la plaza de la Carne y plazuela. Es de notar que dicha huerta Martín de Zavala la destinó para las Ánimas

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Benditas, la segunda devoción en importancia en la Nueva España, siendo la primera, la devoción al Santísimo Sacramento.113 Cabe señalar que en esos años, en el convento de San Andrés estaba instituida la Cofradía de las Ánimas Benditas de los Naturales, recuérdese que por naturales se referían a los indígenas, mismos que estaban bajo la jurisdicción franciscana y que la propiedad de la huerta residía también en éstos últimos.114 También resulta interesante y sobre todo importante, reconocer que las Casas Reales no eran una entidad aislada del resto de las propiedades urbanas de la incipiente ciudad de Monterrey, ya que al menos en su extremo Norte existían desde 1655 el par de tiendas que mandó construir el gobernador Martín de Zavala. ¿Pero cuál era el sentido de la donación al Santísimo Sacramento por parte del gobernador Martín de Zavala? ¿Qué significaba para la comunidad destinar la renta dos inmuebles para la cera del Santísimo? Si por un lado Martín de Zavala se preocupó en darle a la ciudad de Monterrey un inmueble digno donde se resolvieran convenientemente los asuntos políticos, administrativos y de justicia; con la donación de las tiendas para la cera del Santísimo, cumplía sobremanera con una necesidad espiritual común a todas las poblaciones novohispanas: Mantener la flama prendida frente al Santísimo día y noche.115 Regularmente solían ser dos lámparas, “una delante del altar mayor, y otra delante del sagrario en donde se depositaba el sacramento”.116

Sanctissimum. Comprendiendo la do-

nación

El Sanctissimum es lo más santo y hace referencia al Santísimo Sacramento,117 título dado al Sacramento de la Eucaristía,118 indicando “su posición suprema entre todos los sacramentos”.119 La religión cristiana enseña que el sacramento de la Eucaristía (en griego acción de gracias) fue instituido por Jesucristo en la

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última cena y se define con esta palabra el sacramento del cuerpo y sangre de Jesucristo bajo las adobes de pan y vino.120 Siendo la Eucaristía el cuerpo y sangre de Cristo representados en el pan y vino, es dogma “que en cualquiera de las dos especies se contiene tanto como en las dos”.121 Considerada como la devoción más importante de la Iglesia católica, ésta obedeció al punto lo escrito por el Concilio de Trento (1545) que establecía: “5º. Es de fe que el admirable sacramento de la Eucaristía debe ser adorado como culto de latría, público y externo, honrado con una fiesta particular, y llevado en las procesiones públicas para recibir las adoraciones de los fieles, según lo dispone la Santa Iglesia”.122 Motivo por el cual, se promovió la fundación de cofradías en todos los templos del territorio novohispano tendientes a procurar que “nada faltara a los sagrarios donde necesariamente se guardan las hostias consagradas”.123 La manifestación piadosa del gobernador Martín de Zavala no sólo fue un acto de fe personal, también deja patente la postura política de la Corona para con la Iglesia, donde el Monarca debe obediencia a Dios. “En España, y sobre todo ya en el siglo XVII, los tratados políticos defienden abrumadoramente al príncipe cristiano frente al príncipe político, por lo que la mayoría dedica numerosas páginas a establecer la adecuada relación entre la Corona y la Iglesia”.124 No es de extrañar entonces las cesiones otorgadas tanto a la cofradía del Santísimo Sacramento como al convento franciscano de San Andrés, mismas que recibirían por muchos años el peculio necesario para que el Santísimo Sacramento de ambos sitios se mantuviera iluminado las 24 horas del día.

Venta de las tiendas en 1726. María Báez Treviño, su nueva propietaria Si bien, la cláusula testamentaria de Martín de Zavala señalaba la donación de las tiendas con el fin de que sus rentas se destinaran para el Santísimo


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Sacramento, ellas mudaron de dueño recién entrado el siglo XVII. El primer inmueble vendido estaba “contiguo a la tienda de la cofradía del Santísimo y asimismo a espaldas de las Casas de Palacio de esta ciudad, al costado derecho de la morada y casa” de María Báez Treviño, calle de por medio,125 viuda para esos años del sargento Pedro Martínez Guajardo, “del cual aposento había hecho donación y gracia a este convento el geberal Don Martín de Zavala, sin pensión alguna de misas, con el designio de que redituase cada año cinco pesos para cera del Monumento de sobre dicho convento”.126 La venta se realizó en virtud de la prohibición a los conventos de tener posesiones, misma que redactó el Papa Benedicto XIII en bula de 1726 y la llevó a cabo siendo prior del convento de San Andrés, fray Pedro de Aparicio. […] propuso a dicha señora doña María Báez Treviño que ya veía lo adelantada que estaba la fábrica de la Iglesia del convento y sin poder proseguir por falta de medios que se sirviese de ayudar con alguna limosna para este efecto, y que así por razón de lo expresado en dicha bula, como por bienhechora del convento se dispondría hacerle cesión jurídica de dicho cuarto entregándole la escritura, a que respondió dicha señora que ayudaría nuevamente sobre lo que había dado, con doscientos pesos para la prosecución de dicha iglesia, con tal de que viniese licencia del Muy Reverendo Padre Provincial para que se le hiciese escrito en toda forma, porque deseaba dejar libres a sus hijos de esta pensión.127 El 6 de junio de 1729, el padre provincial Joseph de la Torre, del convento de San Luis Potosí, daba su consentimiento para la escrituración de la tienda y aporta un dato por demás valioso, que el convento lo tenía donado desde años atrás a “María Báez Treviño bienhechora de él y en el supuesto de no tener carga alguna de misas dicho cuarto”.128 En carta del

8 de abril de 1731 se reafirma la escritura por parte del prior de San Andrés en Monterrey. Si bien, se accedió a la escrituración de la tienda en 1729 y se confirmó en 1731, dicha propiedad tenía algunos años que estaba en poder de María Báez Treviño y Maya, como ya se dijo; seguramente desde 1726 cuando se emitió la bula que prohibía a las comunidades mendicantes poseer bienes, incluso antes; ya que en su testamento del 19 de enero de 1726, menciona entre sus propiedades dos casas: una principal, que era donde vivía, con quince piezas, fabricada de cal y piedra, y tasada en 5,500 pesos.129 La segunda casa, que es la que nos interesa, se encontraba frente a la plaza de Armas, lindaba al Norte con el callejón del Palacio, al oriente con la plaza ya mencionada y al Sur con el Palacio y Cárcel Real. Esta propiedad era más modesta, contaba apenas con cuatro cuartos, dos bajos y dos altos, hechos de piedra y lodo, y revocados con mezcla. El primer cuarto lo tenía destinado para tienda, cuyo capital invertido en géneros sumaba los 1608 pesos y 5 reales. Miraba a la Plaza Mayor y el muro medianero Sur lo compartía con la deteriorada Cárcel Real, dicho cuarto lo había legado a la cofradía del Santísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial; en tanto que el cuarto inmediato, cuya puerta caía al Norte, frente al callejón del Palacio, “frontero a la puerta de mi tienda”, lo tenía aplicado para cera del Santísimo del convento de San Andrés.130 A los cuartos ya mencionados le seguía “otro cuarto pequeño que está con los altos de arriba que tiene dicha casa”.131 Éstos últimos no tuvieron destino piadoso, sino que se integraron a la herencia familiar de sus dos hijos Domingo Miguel Martínez Guajardo y Joaquín Martínez Guajardo.132 Lo que deriva de este testamento además de la compra de la tienda perteneciente al convento franciscano, es que la tienda de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial, no sólo la tuvo en propiedad, sino que en el acta testamentaria la regresó a dicha cofradía, respetando las

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donaciones para la compra de aceite que Martín de Zavala había hecho para el Santísimo Sacramento de ambos lugares. Era natural que las personas devotas donaran propiedades a las instituciones religiosas, más aún cuando existían nexos con ellas. En el caso de María Báez Treviño, los legados que concedía a la Cofradía del Santísimo Sacramento y al convento de San Andrés no eran casuales. Además de ser una prolongación del patrocinio iniciado por Martín de Zavala, era también reflejo del compromiso familiar para con la Iglesia y sus devociones. Aunque María Báez Treviño y Pedro Martínez Guajardo rendían especial culto a Nuestra Señora de los Dolores, a quien le promovieron la construcción de un altar en la iglesia parroquial hacia 1712;133 los padres de María Báez, el capitán Francisco Báez de Treviño y Catarina de Treviño y Maya inclinaban sus favores a la Cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial, donde su padre llegó a ser mayordomo entre 1692 y 1695.134 Siendo además, síndico del convento de San Andrés en 1698.135 La relación que se estableció entre la familia Martínez Guajardo y la Cofradía del Santísimo Sacramento perduraría por cerca de cien años. Cuatro generaciones mantuvieron vínculos no sólo religiosos sino económicos con la cofradía, ya fuera como cofrades, mayordomos, donadores e incluso como deudores por préstamos adquiridos con la institución religiosa, como se verá más adelante. A partir del testamento de María Báez Treviño, las dos tiendas quedan claramente divididas. La tienda del Santísimo Sacramento que retornó a la cofradía del mismo nombre, y la segunda tienda que pasó a manos de sus hijos Domingo Miguel Martínez Guajardo y Joaquín Martínez Guajardo. María Báez murió el 6 de mayo de 1759.136 Dos meses atrás (20 de marzo), su hijo Joaquín Martínez Guajardo, señalaba que poseía “dos cuartos que se hallan en el callejón, contiguos a la tienda del Santísimo Sacramento”,137 que son los que ella donó por vía testamentaria.

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Cabe hacer un paréntesis para comentar brevemente la situación de las Casas Reales y la Cárcel durante esos años, no se olvide que la casa de la familia Martínez Guajardo compartía linderos al norte de ellas. Siete años atrás, en 1752, una fuerte lluvia destruyó las Casas Reales y Cárcel, ésta última se mantuvo trabajosamente en pie, pero nada se menciona de las Casas reales entre 1748 y 1775. El plano de Joseph de Urrutia de 1767 es revelador, las Casas Reales no aparecen en el plano, acaso la cárcel sea ese pequeño espacio que sobresale al Sur de una construcción más grande ubicada en la esquina nororiente del actual Museo Metropolitano de Monterrey. Obra que sin duda se refiere a la tienda del Santísimo Sacramento, los cuartos del convento de San Andrés y bienes de la familia Martínez Guajardo. Esta apreciación es importante, ya que a finales del siglo XVIII, el procurador Joseph Froylán de Mier Noriega cuestiona dichas propiedades, alegando pertenecer a la Cárcel y por ende, a la ciudad.

Propiedades heredadas, legados desintegrados Durante el periodo colonial, era frecuente que el legado familiar recayera en uno de los hijos con el fin de que dichas herencias quedaran instituidas en un miembro de la familia, sin embargo, en el caso que nos ocupa no fue así. Tanto las rentas de las tiendas como los bienes mismos sufrieron un proceso de transformación y desintegración donde nuevos dueños decidirían el destino de las propiedades. Al heredar María Báez Treviño a sus hijos Domingo y Joaquín Martínez Guajardo una de las tiendas que fueron de Martín de Zavala, se esperaría que el patrimonio adquirido siguiera la misma línea de legado a sus inmediatos descendientes. No ocurrió así, en primer lugar se registraron algunos cambios en el destino de sus rentas, la donación de la renta que se hacía al convento de San Andrés dejó


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de destinarse a la cera del Santísimo Sacramento para aplicarse a la Cofradía de las Ánimas del Purgatorio. Como ya se había mencionado, las cofradías dedicadas a las Ánimas del Purgatorio tenían el segundo lugar en importancia dentro de las devociones religiosas, “el español del Viejo y Nuevo Mundo creyó con piedad en las ánimas, e incluso algunos de sus reyes fueron grandes devotos”.139 Su aceptación en Monterrey la hizo permanecer hasta bien entrado el siglo XIX, fenómeno que no se reducía al ámbito de la ciudad de Monterrey, “su popularidad y la importancia de los servicios que prestaban en

el Más Allá las habían salvado de la extinción” en territorio novohispano,140 sobreviviendo hasta bien entrado el siglo XX. La salvación del alma debió ser una preocupación para ambos hermanos, sobre todo, cuando Joaquín se encontraba en las postrimerías de su vida. Por otra parte, Domingo Martínez, a pesar de haberse contraído matrimonio en dos ocasiones, no tuvo descendencia;141 fue distinto con su hermano Joaquín Martínez, quien tuvo con su esposa María Gertrudis Antonia Hurtado de Mendoza y Ruiz de Guadiana, diez hijos. En 1759, poco antes de morir, Joaquín poseía unos cuartos de la tienda, bienes que

Detalle del mapa de la Situación de la ciudad de Monterrey del Nuevo Reyno de León. 1791. Autor Anónimo. Mapoteca Orozco y Berra.143

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Detalle del Plano del Presidio y ciudad de Monterrey. Capital del Nuevo Reyno de Le贸n, de Joseph de Urrutia, 1767.138

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recayeron en su hijo Juan José Martínez Guajardo y que posteriormente vendería a su cuñado Marcos de Arredondo, casado con María de la Concepción Martínez Guajardo hacia 1786.142 En el último tercio del siglo XVIII, la situación de las Casas Reales y la cárcel no es nada halagüeño, constantemente se estaban reparando; un año antes, se tuvo la intensión de construirlas desde sus cimientos gravando al ganado pero no fue autorizada.144 En el plano de 1791, se observa la tienda del Santísimo, los cuartos de las Ánimas Benditas y los cuartos de Marcos de Arredondo. Nótese que al Oeste de los cuartos de Arredondo, aparece una nueva construcción que sólo en el siglo XIX consigna a sus propietarios. En tanto que las Casas Reales y la cárcel se muestran con unidad arquitectónica. Sin embargo, esa unidad mostrada por el plano es engañosa, las Casas Reales estaban en deplorables condiciones y la cárcel requería reparos constantes, hasta que en 1794 se intentó construir un modelo de cárcel ejemplar, los planos fueron levantados por el arquitecto Juan Bautista Crouset, pero les fue negado el permiso debido a lo costo de la obra, realizarla hubiera obligado a la necesaria compra de los terrenos aledaños a la cárcel, es decir, de las tiendas del Santísimo Sacramento y los cuartos de Marcos de Arredondo.

Un pleito singular hacia 1796. La legitimidad de las casas del Santísimo y las Ánimas La intensión de las autoridades de Monterrey por ampliar la cárcel al nivel de las principales de la Nueva España debieron contemplar la compra de los terrenos aledaños a la misma, y aunque les fue negado el permiso para hacerla por onerosa, la idea de adquirir los terrenos colindantes al nororiente debió permanecer como una posibilidad de ensanchamiento para el futuro, de hecho, ya se había considerado esta compra en 1784, cuando se presentó el Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad

de Monterrey, Capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784. Ahí se observó que el ancho de las Casas Reales sería el mismo que hoy posee el inmueble mirando al oriente, lo que seguramente obligaría al Ayuntamiento a comprar la Tienda del Santísimo. Acaso esta fue la intensión de José Froylán Mier Noriega, cuando en 1796, puso en duda la posesión de las tiendas y sobre todo, del mal estado en que se encontraban.145 Su carta comienza describiendo las tiendas: […] a la cárcel pública de esta ciudad, se hayan unidos tres cuartos bajos y un alto, el uno bajo mira al oriente, con frente a la plaza mayor, y se dice pertenece a la Archicofradía del Divinismo Señor Sacramentado, de cuyo mayordomo es don Bartolomé de la Serna y Alarcón, y los otros dos bajos que están a espaldas de los dichos para el poniente, dicen son de don Marcos de Arredondo de esta vecindad; y como quiera que dichos cuartos están fabricados sobre sitio que indispensablemente pertenece a la cárcel para su mayor ampliación y desahogo, pues le quitan la esquina de la cuadra que mira al norte, y que además de esto, la pared de la cárcel sirve a dichos cuartos, y ésta necesita reedificarla como se va a hacer, pues por hoy se ha observado se han ido varios presos, pues ha sido tanto el desprecio con que han visto los mayordomos y Arredondo los citados cuartos, que la mayor parte de ellos está al caerse y con su deterioro, indecencia y mala fábrica, deslustran el lugar en manera que no hallo razón para que subsistan, en cuya virtud suplico a V. S. que teniendo por justo este mi pedimento y siendo tan constante a la vista que las paredes de los cuartos que miran al oriente no están arregladas a las de la cárcel y casa de cabildo con cuyo motivo ocultan la vista y no se podrá socorrer cualesquier fuga que se experimente; se digne notificar

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a los expresados mayordomos y Arredondo, entreguen los títulos de propiedad que tengan de dichos cuartos y que agregado a este escrito, se me devuelvan para pedir lo que fuere de justicia ella mediante.146 La respuesta de Marcos de Arredondo ante la misiva de Joseph Froylán fue que sus títulos de propiedad no los tenía consigo, sólo el testimonio de la escritura de venta otorgado por su cuñado don Juan José Guajardo, ante don Miguel Lozano, cuando fue alcalde ordinario de esta ciudad, la que tiene empeñada lejos de aqu”, y con respecto a “la reedificación de los cuartos, no los ha reedificado, porque la Cofradía de Ánimas no ha quitado de encima el Alto que impide, pero que está pronto a hacerlo”.147 Por otra parte, el bachiller Domingo de Ugarte y Burgoa, defensor de capellanías y obras pías, expresó en una carta, su molesto sentir al respecto: […] que las archicofradías del Santísimo Sacramento y de Ánimas, han estado hasta ahora en pacífica posesión de los cuartos adherentes a la cárcel de esta ciudad y esta misma posesión pacífica y tan diuturna (sic), es título justificado, que les da derecho bastante para continuarla, aún en caso de que faltaran otros documentos justificantes de su propiedad. En esta virtud no sé de dónde pueda deducir el Procurador que dichos cuartos están fabricados sobre sitio, que indispensablemente pertenece a la cárcel: la contradictoria es consecuencia más legítima, lo primero por la posesión que, como llevo dicho, está de mucho tiempo de parte de los cuartos; lo segundo, por haber sido fabricados primero que la cárcel, y no es creíble permitiese la Ciudad, se edificasen sobre sitio que indispensablemente pertenecen a la cárcel, de aquí es que tampoco se dice bien, que la pared de la cárcel sirve a los cuartos, sino que debe decirse, que la pared de los cuartos sirve a la cárcel, porque de lo contrario, sin causa se pondera, que ha

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sido tanto el desaprecio con que han visto los mayordomos los citados cuartos, que la mayor parte de ellos está al caerse. Y si con su deterioro, indecencia y mala fábrica deslustran el lugar en manera que no halla razón el Procurador para que subsistan, es de aplaudir su buen celo, con que mira por el mayor lustre y decoro de la ciudad. Pero lo restringe demasiado, limitándolo a los cuartos mencionados. Pero dice que sus paredes no están arregladas a las de la cárcel y casa de Cabildo, con cuyo motivo ocultan la vista. A esto se responde, que de industria están fabricadas la casa de Cabildo y Cárcel, retiradas de la línea que dirige la esquina de los cuartos, y se dejó a esta saliente, para igualar con ella, los portales que se pensaron echar como lo demuestra el can que se deja ver en la esquina de la casa de Cabildo. Y aún dado caso que se efectuaran los Portales o que se quitara la esquina, nunca se podría conseguir se nivelase la cárcel y casa de Cabildo con las demás esquinas colaterales. Concluye el Procurador su escrito pidiendo a V. S. se digne notificar a los expresados mayordomos entreguen los títulos de propiedad que tengan a dichos cuartos. Esto es lo que parece debía haber postulado de una vez desde el principio, porque si con los títulos se convence la propiedad; ¿Qué peso pueden tener las demás razones con que pretende se quiten de allí los cuartos para la ampliación de la cárcel? Y si estas son tan poderosas, que superen el derecho de propiedad que se pueda deducir de las escrituras ¿A qué fin se han de presentar la escrituras? Digo pues que es uno de los privilegios del poseedor pacífico y de buena fe el de no estar obligado a probar que es suya la cosa que posee, sino que lo es de quien pretende poseerla. Y así no deben presentar los mayordomos los títulos de propiedad,


Plaza del Mercado (L), Casa del Sr. Gobernador (H) y Real C谩rcel (i). Detalle del Plan que demuestra la situaci贸n de solares fabricados y sin fabricar de la ciudad de Monterrey del Nuevo Reino de Le贸n, levantado de orden del Sr. gobernador don Sim贸n de Herrera y Leyva. Juan Bautista Crouset, 14 de junio de 1798.

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que tienen las archicofradías de los cuartos mencionados, pues la posesión pacífica en que se han hallado hasta ahora es argumento de que no están fabricados sobre sitio que indispensablemente pertenecen a la cárcel. El Procurador es quien debe exhibir documentos bastantes a probar que el sitio de la cárcel tiene algún derecho legítimo para vindicarse la propiedad de los cuartos. Por tanto sírvase V. S. hacer en el presente litigio según la justicia que favorece a la parte de mi defensa. Juro no ser de malicia y en lo necesario.148

se hizo cuando ya aquellos estaban levantados, de modo que su pared le sirve a la cárcel, y no la de la cárcel a los cuartos”.149 El plano levantado por Juan Bautista Crouset en 1798, muestra sin mayor detalle la manzana marcada con la letra “i”, que identifica a la “Real Cárcel”, en ella sobresale la esquina Nororiente que se encontraba en disputa. Es claro que la casa de Cabildo y la cárcel estaban retiradas de la línea que dirigía la esquina de las tiendas, pero no era equívoco la ubicación tan salida de éstas. […] y se dejó a esta saliente, para igualar con ella, los portales que se pensaron echar

Quizá la ferviente defensa del bachiller Domingo de Ugarte y Burgoa haya motivado a José Marcos de Arredondo escribir otra carta donde refiere que la cárcel se fabricó en tierra de él y por ende, referencia misma de la antigüedad de las tiendas; “pues [la cárcel] no sólo está contigua a mis cuartos, sino que

como lo demuestra el can que se deja ver en la esquina de la casa de Cabildo. Y aún dado caso que se efectuaran los Portales o que se quitara la esquina, nunca se podría conseguir se nivelase la cárcel y casa de Cabildo con las demás esquinas colaterales.150

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Efectivamente, el bachiller Domingo Ugarte tenía razón, hoy día es posible ver los portales que dan a la calle de Zaragoza y éstos no se encuentran alineados con las manzanas laterales de la misma calle, se encuentran remetidos. El pleito falló a favor de las cofradías del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio, y de Marcos de Arredondo. La intención por adquirir los terrenos de manera arbitraria no se consumaron. Marcos de Arredondo ostentaba hacia 1798 el cargo de “Notario Apostólico de la Santa Cruzada de esta Diócesis y Administrador del Real Hospital de esta Ciudad”, y fue en ese año en que decidió comprar la parte de la casa que le tocaba a Ana María de San José Martínez Guajardo, su cuñada. Los linderos de la propiedad permiten reconocer la existencia de las tiendas y un dato que no había sido señalado hasta el momento: La plaza de los Cajones. La esquina que mira a la Plaza Mayor de esta ciudad, lindando su frente por el Oriente con calle que entra a la dicha plaza viniendo de norte a sur por el palacio episcopal con don Julián de Arrese; por el poniente con casa y huerta de Juan José Guajardo, y por el sur con la esquina de la obra pía del Santísimo Sacramento, altos de las Ánimas, bajos del comprador y Plaza de los Cajones.151Ç

Venta de las tiendas al Ayuntamiento en 1824 La fortuna de Marcos de Arredondo se incrementa en 1811 con la adquisición de la casa que era de su cuñado José Tomás Martínez y Guajardo, y que la tuvo por herencia de su madre Gertrudis Gregoria Hurtado de Mendoza, sus linderos eran: Frente a la Plaza mayor de esta dicha ciudad y Plazuela que llaman de los Cajones, lindando ésta por el Sur con las referidas Plaza y Plazuela y esquina de la casa del Santísimo Sacramento de esta referida ciudad, por el Oriente con la calle de la Rosa, la que sale

de la dicha Plaza Mayor y termina en el Ojo de agua, por el Norte con casa de Julián de Arrese y doña Petronila Lozano, por el poniente con casa de Juan José Guajardo, la cual parte de casa vende el otorgante al señor comprador.152 Las tiendas vuelven a ser referenciales en una compra-venta y la plazuela de los cajones nuevamente es mencionada ubicándola al norte del actual Museo Metropolitano de Monterrey. Años después, la tienda del Santísimo sería comprada por el Ayuntamiento de la ciudad, ante la urgente necesidad de reconstruir las Casas Consistoriales y la cárcel, esto ocurrió el 22 de octubre de 1824. El ofrecimiento lo hizo el señor don José León Lobo Guerrero, gobernador de la Sagrada Mitra al Ayuntamiento, con el fin de que lograra llevar a cabo el plan de construcción de las Casas Consistoriales y cárcel, esperando que “el terreno donde está ubicado el cuarto que llaman del Santísimo”, fuese comprado en su justo valor y precio.153 Tres días después la respuesta del Ayuntamiento reflejó el innegable interés por adquirir dicha propiedad. Las justas ideas de que vuestra señoría se halla penetrado en procurar la construcción del edificio, que debe servir para casas consistoriales y cárcel que asegure a los delincuentes, exigen mi total deferencia a la solicitud que vuestra señoría me manifiesta en oficio de 23 del corriente, sobre venta del cuarto conocido por de Nuestro Amo contiguo a las casas consistoriales, puede pues vuestra señoría proceder a su avalúo, y su valor reconocerlo otorgando el documento de seguridad en los términos y modo que me indica en dicho oficio.154 El avalúo se llevó a efecto y las partes aceptaron las condiciones de compra-venta, por lo que el 24 de diciembre de 1824, el doctor don José León Lobo Guerrero, gobernador de la Mitra del Obispado vendió de manera oficial al Ayuntamiento de Monterrey:

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[…] una casa que se haya contigua a la cárcel de esta ciudad, en uno de los ángulos de la plaza principal rumbo al Norte, que se compone de dos piezas, una de bajos y otra de altos, siendo ambas fincas piadosas, la primera perteneciente a la cofradía de Ánimas y la otra a la del Santísimo y lindan por el Oriente con la misma plaza principal, por el Poniente con la plazuela del mercado, por el Sur con dicha cárcel y por el Norte con casa de don Rafael de la Garza, callejón de por medio que sale de la referida plaza, en cantidad de tres cientos pesos.155 No deja de ser interesante que marque como lindero al poniente la plazuela del Mercado y no propiedad de Marcos de Arredondo. Acaso sus cuartos los vendió a Trinidad Guajardo y José Francisco Marquiz, que ya el apellido Guajardo nos hace pensar en un vínculo familiar. Dicha plazuela debió ocupar el terreno de Trinidad Guajardo y José Francisco Marquiz, quienes ofrecieron tres años después al Ayuntamiento su terreno. Impuesto este Gobierno de que los accionistas del terreno que esta rumbo al Norte de las casas consistoriales y a espaldas del curato que llaman del Santísimo propio de la ciudad, tratan de venderlo a esta por la preferencia y colindancia que desde el año de 1822 les manifestó la Corporación, haciéndolo por constar por acta capitular, según manifiesta V. S. en su oficio 22 del corriente y convencido este Gobierno de lo útil y beneficioso que le es a la ciudad la adquisición de dicho terreno para la ampliación su cárcel.156 El Ayuntamiento decidió la compra del terreno por la cantidad de 120 pesos el 25 de agosto de 1827. “A saber, once varas de tierra, que se hallan contiguas a la cárcel de esta ciudad y lindan por el oriente con el cuarto que llaman del Santísimo, propiedad de esta ciudad, por el poniente con la Plazuela del Merca-

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do, por el Norte con casa del ciudadano Rafael de la Garza, callejón de por medio y por el Sur con dicha cárcel”.157 Los terrenos que durante más de 172 años compartieron linderos con las Casas Consistoriales y cárcel, terminaron anexándose a ellos. El Ayuntamiento no tardó en rentar las propiedades compradas, en 1825, Mateo Quiroz ya estaba solicitando se le rentara el “cuarto que era del Santísimo […] siendo de su cuenta ponerle “dos puertas, piso y demás recomposición y adorno del mismo cuarto”.158 En tanto que la propiedad que lindaba al Poniente de dicho cuarto lo tenía en renta hacia 1826 la “tía Paula”, quien lo usaba como cocina, sitio donde vendía comida.159 Estos cuartos se aprovecharon en tanto se determinaba la construcción definitiva de un nuevo edificio municipal; así se lo explicaron a Miguel Quiroz en noviembre de 1845 cuando solicitó la “casa que está en la esquina de la plazuela (para poner) un comercio con calidad de que tan luego como se le diga que lo desocupe, lo verificará sin excusa ni protesta alguna”. Se le dijo que: […] no había lugar al pedido en razón de que dicha casa no debe existir allí por haber sido comprada para tumbarla y despejar dicha Plazuela; pues que si no se ha verificado, y por esa razón hasta ha sido ocupada por tropas en bien del vecindario a quien se les ha evitado dar alojamiento por esa causa, es por que no ha habido tiempo de echarla abajo, lo que podrá suceder muy pronto.160 Subsistieron hasta 1851, año en que se presentaba “el presupuesto total de la construcción de los portales del frente de las casas consistoriales con inclusión de las dos piezas de la Vuelta”.161 Las antiguas tiendas ubicadas al nororiente de las Casas Consistoriales y cárcel aparecen en un plano y dos litografías de 1846, ofreciéndonos las últimas imágenes de su presencia en el contexto de la ciudad de Monterrey.


Plaza Monterrey. John R. Vinton, 1846.163

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Detalle de la Plaza Monterrey. John R. Vinton, 1846.

En el plano de Mansfield, sobresalen las antiguas tiendas al Nororiente del edificio actual al punto de la invasión de la calle principal, y que para ese año, ya se encontraba plenamente integrado al edificio municipal. El segundo documento es una litografía cuyo autor fue el capitán John R. Vinton, del Ejército de los Estados Unidos. Probablemente realizada entre octubre y mediados de noviembre de 1846, ya que después de esa fecha, el capitán Vinton partió con las tropas que ocuparon Saltillo, y no regresó a Monterrey.162 El mencionado documento gráfico nos muestra la esquina Nororiental, un cuarto bajo y otro alto con balcón que sobresale por mucho a la fachada de las Casas de Cabildo y cárcel. Las escaleras en la litografía de Vinton son el elemento arquitectónico que permiten dar ese toque de profundidad que los muros no reflejan a primera vista. La segunda litografía Monterey, As Seen from a House-top in the Main Plaza, fue elaborada por el capitán Daniel Powers Whiting en octubre

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de 1846;164 en el detalle de su litografía, el sentido de profundidad y diferencia entre el edificio municipal y las tiendas de la Santísima lo proporciona la banqueta del edificio municipal. Cabe señalar que tanto Vinton como Whiting, realizaron sus respectivas litografías en el mismo mes y lugar; una no es copia de otra, son trabajos personales que buscaron retratar la realidad de la plaza principal de la ciudad de Monterrey. De sobra sabemos que el actual espacio cultural, además de haberse ocupado como el sitio político-administrativo por excelencia, también compartió lindes con actividades económicas cobijando bajo su techo, vendimias de carne y otros productos alimenticios. Súmese a ellos un espacio que por más de 172 años permaneció en el olvido, casas que permitieron con sus rentas mantener iluminados al Santísimo Sacramento tanto de la iglesia parroquial como del convento de San Andrés, cumpliendo Martín de Zavala con un compromiso moral y religioso.


Detalle del Plano de la ciudad de Monterrey, autor Joseph K. F. Mansfield, 1846. Archivo General del Estado de Nuevo Le贸n.

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CAPÍTULO IV Las Casas Consistoriales en la alborada de un nuevo siglo y un nuevo gobierno El ingeniero Antonio Salas y su plano para las nuevas Casas Consistoriales El silencio que se mantuvo sobre las Casas Reales a finales del siglo XVIII, se mantuvo por algunos años a principios del siglo XIX, uno esperaría que dicho silencio fuera el resultado de un mantenimiento permanente del edificio pero no era así, lo que se mantenía era su detrimento; pero la paciente espera o inquietante desesperación, hizo que en 1814 el Cabildo solicitara dinero para reparar y mantener el edificio de Ayuntamiento, acordándose en julio su compostura, “no dando más tiempo de espera por amenazar ruina, si no se reparan prontamente”.165 Pasarían algunos días para decidirse la forma de reunir el dinero necesario, el Cabildo determinó que se citara a los vecinos pudientes de la ciudad para invitarlos a contribuir al reparo del edificio.166 Tal parece que lograron la generosidad de algunos vecinos, pues en enero de 1815 se comisionaba a Ignacio Martínez “para la compra de maderas que se necesitan para compostura o reedificación de las Casas Consistoriales”.167 Así lo hizo dos meses después, pues anunciaba que ya tenía “hecha la compra de la madera para la reedificación o compostura de las casas consistoriales”.168 Algo debió repararse, más no lo suficiente, una queja que hace el Cabildo ocho meses después, permite conocer sus condiciones, que a todas luces mantenían un estado lastimoso a tal grado que hasta puntales había para evitar la caída de los techos. […] es manifiesta a todas luces a dar principio a las casas Consistoriales que están bien indecentes para la representación que corresponde, y mas en una capital cabecera de las cuatro Provincias y del Obispado, pues

están reducidas a una sala baja de acuerdos, y dos piezas que se ocupan con el archivo de gobierno y Alcalde Ordinario y en tan fatal estado que habiéndose arruinado los techos, a pesar de los Puntales que tenían mucho tiempo ha, en ahorro de gastos, ha sido indispensable poner a cubierto en la citada sala, todo el Archivo, mientras se componen, lo que se está verificando actualmente, y se remitirá a Vuestra Señoría, con oportunidad en la cuenta próxima, la de los precisos gastos que ha sido indispensable invertir por lo pronto = La escasez de los fondos, como de las mismas cuentas se demuestra hay existentes, no permite, es verdad, la construcción de unas Casas Consistoriales propias a esta capital; pero, dando principio, por lo menos se adelantará y tomará dentro de poco el estado de que sean susceptibles en las actuales circunstancias.169 Las constantes composturas que había sufrido el edificio hacían necesario considerar una nueva construcción, pues los arreglos se hacían sobre ajustes anteriores. El edificio dejaba de ofrecer la seguridad necesaria para las juntas de Cabildo y daba una imagen de poco respeto a la población. El Cabildo resolvió cambiar esa imagen en mayo de 1818. […] la total ruina en que se hallan las dos piezas que sirven de casas reales, y la grande necesidad que hay de construir nuevas para ahorrar los gastos que se están haciendo en reparar aquellas, con otras muchas consideraciones que se tuvieron presentes, en consecuencia expusieron haberlo hecho todo presente al Señor Comandante General quien está de acuerdo en que se formalice el

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expediente respectivo mandándose hacer el plan que debe acompañarle para la aprobación de la Superioridad a donde deberá ocurrirse por el conducto del Señor Intendente en virtud de todo acordaron nombrar para ello al ingeniero don Antonio Salas quien compareció en su persona e instruido de las ideas de esta Corporación quedó de verificarlo previo reconocimiento del terreno a que concurrirán con el Señor Regidor don Juan de Arispe (Arizpe) y Síndico Procurador General quedando dicho Señor Regidor entendido de acordar con el ingeniero cuanto conduzca al intento.170 El nombramiento que se le dio al ingeniero Antonio Salas para hacer un plan de las nuevas Casas Reales fue aceptado por éste último, quien acordó reconocer el terreno y dar un dictamen. En junio de ese año, el ingeniero Antonio Salas entregaba el plano para una nueva construcción de casas consistoriales, “el que visto acordaron se custodie en un cañón de hoja de lata que se hará al intento, y por lo que respecta a la gratificación u honorario que deba darse al ingeniero el mismo Señor Regidor averiguará cual sea la que corresponde”.171 A los pocos días, se resolvió pagarle por sus servicios 200 pesos.172 Y en tanto recibía su pago también se alistaba para salir de Monterrey por orden de la superioridad, por lo que el regidor Juan de Arispe trataba de hacer lo posible por hacerlo regresar, pues ya había emprendido la marcha. Y continuar en ella por lo menos el tiempo necesario para dar principios a la construcción de las Casas Reales, tanto por los conocimientos que tiene, como por haber él mismo formado el prospecto de ellas, siendo al cargo de esta Ciudad cuidar de su persona y conducta con otras varias razones que al intento expuso.173 ¿Cuál fue la razón por la que Antonio Salas tuvo que salir del Reino? Y ¿Por qué habría de cuidar Juan de Arispe a Antonio Salas y su conducta? Difícil saberlo, pero al año siguiente (1819) “se permite la construcción de las Casas Consistoriales del Ayuntamiento de Monterrey”,174 pero la edificación no se realizó.

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El triunfo de la Independencia en 1821, hizo que fuerzas armadas (la milicia nacional) se acuartelaran el 5 de noviembre de ese año en la pieza exterior de las Casas Consistoriales.175 Escenario donde días después se juraría la proclamación de Independencia del imperio mexicano. El cambio político se reflejaría en el edificio mismo, en marzo de 1822, José Ángel Zambrano estaría pintando un lienzo con las Armas Imperiales para las casas consistoriales, recibiendo 31 pesos por la hechura.176 No sin antes borrar las armas de España que estaban en la portada de la cárcel.177 En 1824 las autoridades municipales realizaron la compra de las antiguas tiendas del Santísimo, con esa adquisición, el edificio crecería.178 Inicialmente adquiridas para agrandar la cárcel, un año después les encontraron un nuevo destino, el de emprender en ese sitio una obra necesaria: la Alhóndiga, ubicada a “espaldas de la casa de alto que está contigua a esta cárcel (Tiendas del Santísimo) y se fabrique con la brevedad posible, así lo exige el ornato y utilidad de la ciudad”.179 También se aprobó en octubre 15, el “mapa o diseño formado por el extranjero Juan de Salas, que presenta el mismo Ayuntamiento para la construcción de cárcel y casas consistoriales”.180 Del plano se apuntó que estaba “persuadido según el presupuesto que manifiesta el Mapa, necesitar algunos años y de bastantes miles para ponerlo en práctica en toda su extensión”. Es interesante que en ese año se hiciera una brevísima relación de los espacios que estaban contemplados en el plano, a saber, “salas capitulares, cárcel pública, habitación para los Supremos Poderes del Estado y otros establecimientos útiles a sus fondos, como los portales del Mercado, posito y demás que contiene de mucha utilidad y ornato”.181 A pesar de estos buenos deseos, las casas consistoriales no se construyeron.182 Dos años después, en octubre de 1827, se empedraron y blanquearon las casas consistoriales y la cárcel, ocupando para ello un maestro, con un presupuesto de 24 pesos.183 El arreglo o modificación de un cuarto no implicaba únicamente la comodidad de quien lo iba a usar o la conservación simple y llana del edificio, implicaba considerar la seguridad tanto del exterior como del interior, abrir


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una ventana o cambiar una puerta era tema que había que reflexionar en muchas ocasiones, el aspecto utilitario estaba por encima del estético. Así lo manifestó José Onofre Tobar en carta enviada al procurador José Alejandro de Uro el 1 de marzo de 1828, que a la letra dice: Sr. Procurador C. José Alexandro de Uro: Muy señor mío me han informado que el cuarto que esta contiguo a la cocina se está componiendo para la habitación del Alcalde y hallándome en posesión de esta plaza, se me hace de necesidad patentizarle lo inseguro que se halla dicho cuarto, que así por la comunicación indispensable con las presas de la cocina, como la que le queda con la puerta que se le abrió al calabozo para el referido cuarto; de lo que resulta que de una pronta defensa, o bien por algún asalto de los presos o auxilio que pida la justicia o cuando me es preciso comparecer en el oficio al llamado de un alcalde, no puede uno dejar su […] con la seguridad correspondiente, así de armas como los demás muebles que tengo a mi responsabilidad, por lo que suplico a V. interponga su respeto para que manifestándoselo al ilustre ayuntamiento, se sirva mandar condenar la puerta que cae para la cocina y que se ponga para la calle y cambiar la de rejas que queda para la plaza en dicho cuarto. José Onofre Tobar.184 La solicitud de José Onofre fue aceptada. En mayo comenzaron “a arrimar materiales para la construcción de las piezas que se han de hacer a espaldas de las casas consistoriales”.185 Las Casas Consistoriales fueron adquiriendo los símbolos de la nueva nación, ya se habían borrado las Armas de España y puestas las del Imperio Mexicano, luego cambiarían por el cambio igualmente político. En septiembre de 1829 se encargó una bandera o Pabellón Nacional para las Casas consistoriales.186 En ese año, durante el mes de noviembre se vuelve a referir el reducido tamaño de las casas consistoriales.187 Al año siguiente, en agosto, se ampliaron “las casas consistoriales y demás piezas de que se compone”.188

En enero de 1831 se presentó un presupuesto del “costo de un torreón en las azoteas de la cárcel para resguardo del centinela”.189 Al no llevarse a cabo, en julio se quejan “por los muchos males que se experimenta sufren los soldados haciendo custodia sobre las casas consistoriales por no haber un torreón”,190 por lo que se pide construirlo ¿Qué sucedió con el torreón que desde el siglo XVII existía? Cayó en la inundación de 1752. La queja tuvo efecto, ya que en agosto se aprobó el gasto para la construcción del torreón “sobre las azoteas de la cárcel para guardarle al centinela del sol y las lluvias”.191 En septiembre de ese año, el espacio de las casas consistoriales comienza a transformarse, se da noticia de la construcción de una nueva pieza al Norte de ellas,192 al poco tiempo se alquiló,193 y en octubre se generaban las primeras rentas.194 Aunque lenta, la obra prosiguió y en diciembre de 1835 se recibían un millar de tabletas para la continuación de la obra de las casas consistoriales,195 además de otros materiales que se recibieron a lo largo de ese mismo año.196 Al mismo tiempo, se estaban construyendo unos portales, al poniente del edificio, lamentándose en abril de 1836 la suspensión de los trabajos: “Se ha hecho notable a este gobierno la paralización de la obra comenzada a espaldas de las casas consistoriales que mira a la plazuela del Mercado, la que a mas de ceder en ornato de la ciudad debe prestar considerable utilidad del fondo municipal”.197 La obra de los portales se realizó al poniente, y se buscó arreglar los espacios del Norte; en junio se esperaba la contratación de un sobrestante para la continuación de la dicha obra de los portales así como para demoler las cocinas que existían en el Norte.198 Se hizo la observación de que “los pilares de los portales de la plazuela trazados para altos y de que de ello son capaces, se construyan éstos sobre aquellos por parecer así conveniente”.199 Ya desde marzo de ese año se había intentado la contrata de maestro de obras, se propuso a Cristóbal Sánchez, “en razón de que por falta de un Arquitecto es quien tiene bastantes conocimientos para ello pues en otros años que ha sido empleado municipal ha corrido con dicha dirección”.200 No hubo acuerdos en los sueldos, por lo que la Comi-

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sión solicitó se buscase “otro individuo inteligente cuyo honorario sea menos gravoso a la Ciudad”.201 La obra debió llevar buena marcha pues hacia 1841, ya se habían encargado al carretero Ignacio González, 40 carretas de laja para las banquetas de las casas consistoriales,202 Estos arreglos se lograban en parte, por los cobros generados por la renta de los locales de los portales del Palacio. Ya para 1843, los portales del Poniente estaban terminados, pues en ese año, José María Bocanegra rentaba por ocho años “la pieza zaguán que se halla bajo de los portales de las Casas Consistoriales por el rumbo de poniente, sita en la Plazuela de la ciudad”.203 Estas piezas coexistieron a la par con un comercio semifijo que se ubicó en la parte Poniente y Norte de las Casas Consistoriales, estos espacios que en sí constituían un solo núcleo, con el tiempo se distinguieron en dos espacios: La plaza del Mercado y la plazuela de los “Caxones”.

La plaza del Mercado y la plazuela de los “Caxones” El origen de estos espacios se remonta al gobierno de don Simón de Herrera y Leyva, cuando permitió el establecimiento de productos comestibles en lo que antiguamente fue la huerta de las Casas Consistoriales, espacio que todavía se observa en el plano de 1791, pero que en el plano levantado por Crouset en 1798 ha desaparecido, mostrándose en cambio, un nuevo espacio definido como Plaza del Mercado. No deja de ser interesante que el espacio para mercado esté plenamente delimitado. ¿Hasta qué punto habrá ocupado parte del espacio del actual edificio aquél viejo mercado? ¿Realmente habrá ocupado parte del patio y ala poniente de lo que fue el Palacio Municipal? El plano pareciera decirnos que no, y el hecho de que se mencione la presencia de la plaza del Mercado atrás de las Casas consistoriales no implica necesariamente que estuviera tan cercana. La plaza del Mercado fue conocida años después como plaza del Comercio.204 A esta plaza hay que agregar una más pequeña que se encontraba al Norte del edificio municipal, era conocida como “plazuela de los Caxones”,

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por haber en ella, este tipo de estructuras de madera donde se vendían productos diversos, aunque tuvo como principal vocación, la venta de alimentos. Las dimensiones de los cajones tanto en la plaza del Mercado como en la plazuela de los Cajones no eran homogéneas para todos; sin embargo, a manera de ejemplo, proporcionamos las medidas que tenía el cajón de Justo Cárdenas, quien pedía permiso en mayo de 1836 para colocar su cajón en la esquina de la plazuela. Señalaba que su cajón de madera medía 6 ½ varas de largo por 5 ½ de ancho (5.42 m de largo x 4.58 m de ancho).205 El permiso, por cierto, le fue concedido. Debía colocarlo “con el frente principal a la calle del Comercio del Norte”, es decir, en la “plazuela de los Caxones”, sitio que desde 1816 se encontraba empedrado.206 Esta plazuela ya contaba hacia 1825, con unos portales de madera que daban abrigo a los vendedores, su estructura no era del todo adecuada, tenía goteras y el encargado del piso temía que “con el tiempo pueden deteriorarse los Portales de los Cajones por las muchas goteras que en tiempo de aguas tienen”.207 Avisado el Municipio, se procuró su arreglo. La plazuela tenía en 1826, seis cajones, cuatro de ellos eran de madera y vendían productos diversos, uno mas era el de una cocina, perteneciente a Paula de los Santos, mejor conocida como tía Paula, el último era el cuarto del Santísimo. Su distribución a lo largo de aquél antiguo callejón (de oriente a poniente) era la siguiente: al frente de la Plaza de Armas y lindando al sur con el Ayuntamiento y cárcel, estaba la “casa que se conocía por del Santísimo” o “Divinismo”, una cocina “que queda a sus espaldas” y en seguida el piso de la Plazuela con sus cuatro cajones.208 En 1832, el Ayuntamiento aprobó destruir algunos de los cajones de la plaza del Mercado, “puesto que los que los ocupaban los (han) dejado, a excepción de uno que se haya en una de sus esquinas teniendo necesidad de echarse mano de los materiales de que se forman dichos cajones para la continuación de la obra que se está levantando”.209 Un día después se confirma la orden ya que “conduce al mejor comercio de las tiendas concluidas y hermosura de la referida plaza”.210 El cajón portátil


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de madera que se mencionó como el único ocupado pertenecía a Juan Treviño, quien lo había comprado a Gabino Arámbula, éste último lo había colocado en uno de los cabezales de los portales que entonces había en la plazuela. Sin embargo, Juan Treviño refiere en febrero de 1833, que estos portales del Mercado ya se habían destruido, quedando su cajón aislado en la plazuela “sin punto fijo de apoyo, porque en la parte que se ha puesto hay varios reclamos por los comerciantes e inquilinos de la ciudad y aun antes se haya interesado ponerse su punto donde no es de comercio y el propietario se haya resistido”.211 La suerte que corrieron los portales que había en la plazuela a cuyo cabezal se hallaba el cajón portátil (eran) contrarios al ornato y decencia de la plazuela, se mandaron quitar de ella por acuerdo de esa Corporación […] claro es que debe suceder lo mismo con el cajón citado que era accesorio a los portales dichos.212 No obstante la decisión del Ayuntamiento, Juan de Treviño hizo un último intento por conservar su cajón el 18 de febrero de 1833. […] hace mas de un año que con el fin de promover un corto fijo de tendajo para subvenir a los gastos de mi crecida familia compré al ciudadano Gabino Arámbula con grave sacrificio de mis cortos haberes un cajón de madera movible colocado en la plazuela principal de esta ciudad, en la cantidad de ciento veinte pesos que con su respectiva compostura asciende a doscientos bajo el firme concepto y seguridad de tener permiso de subsistir en dicho sitio, único en que puede ser valioso dicho cajón […] pero hará cerca de un mes que repentinamente se me previno por uno de los señores alcaldes que lo quitase y desocupase el lugar en que estaba, semejante despojo que va a privarme de las comodidades bajo las cuales compré dicho mueble, lo he reclamado por repetidas veces sin efecto ninguno, habiéndoseme designado últimamente horas para su traslación: una medida tan gravosa que de un golpe me priva del capital invertido en dicho

mueble sin concedérseme la indemnización que justamente corresponde a un ciudadano honrado que acaba de contribuir al préstamo forzoso y que siempre ha hecho todas las cargas concejiles onerosas.213 Añade que si no es posible contar con su cajón, se le proporcione una pieza del Ayuntamiento para arrendarla. En marzo de ese año, Juan Treviño se queja nuevamente del despojo de su cajón que fue removido a otro sitio que no se menciona. Finalmente el cajón fue avaluado para indemnizar a Treviño.214 Con la demolición de los cajones comerciales, la destrucción de las cocinas del lado Norte era inminente, todavía prestaban servicio en 1835 cuando las “mesas de vendimia” situadas en la plaza fueron mandadas al lugar donde las dichas cocinas se encontraban.215 Al año siguiente, con la intención de terminar los portales que se estaban levantando en la plaza del comercio, se determinó la destrucción de las cocinas de la plazuela de los Cajones.216 La tía Paula, con el resto de las vendedoras de alimentos, debieron mudarse en ese año. Aunque sin duda regresaron, pues hay constancia de que por muchos años más, el lugar continuaba con la venta de alimentos. Además de los locales establecidos, la plaza del Mercado y “parajes que ocupan en el callejón de la plaza a la plazuela (de los Cajones) por el lado del norte de las casas consistoriales”, contaban con puestos semifijos o móviles donde ofrecían sus vendimias, éstos solían poner sombras de brin; y tanto vendimias como sombras, debían ser retiradas en la noche, al toque de queda, para dejar limpio el sitio para los paseantes, agregando que dichas sombras “no han de ponerse de ninguna manera junto a las paredes de las plazas de la ciudad; y mucho menos a las de propiedad de particulares”.217 Esta última proposición se reafirmó un año después.218 En la realidad, muchas de estas sombras se pegaron a los muros incluso del Palacio Municipal. En ocasiones, los que contaban con un local (de los que rentaban al Ayuntamiento), sentían menguados sus intereses por la cercanía de puestos móviles, como ocurrió en 1835 con el señor Quiroz quien “hizo presente (al Ayuntamiento) no convenir a sus intereses que el cajón de don Juan Reyes

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Detalle de la View of Monterrey-from the heights south of the city. Stephen G. Hill, 1er. regimiento de voluntarios de Ohio. 1846.

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continúe donde está, que aumenta dos pesos mas de renta porque se le deje desembarazado el punto”.219 Aceptaron su petición y acordaron que “Reyes levante su cajón a donde tiene su tendajo o lo ponga en otro punto avisando previamente donde sea, dándosele término para verificarlo el último del presente mes previa la manifestación de sus títulos”.220 Al enterarse Juan Napoleón Reyes de lo anterior, ofreció “nueve pesos mas de renta de la pieza”.221 Se le consideró y no fue retirado. Este no era un caso único, En 15 de noviembre de 1841, los comerciantes arrendatarios de los portales solicitaban la desocupación de éstos por los revendedores;222 además pedían se les rebajara la renta de sus tiendas, en virtud de la decadencia en que se encontraba el comercio.223 Como sitio público, no dejaba de tener de vez en cuando algún conato de violencia, generada por los límites del espacio ocupado de los comerciantes, por obstaculizarse y otras razones. Estas riñas, solían convertirse en entretenimiento público, y en lugar de ser detenidas, se les incitaba, como ocurrió en 1845 cuando una pelea de mujeres era vista por la gente incluyendo a un cabo y dos soldados que sólo se dedicaron a ver, motivo por el cual se les encarceló.224 La fondas que estaban “en las piezas que están sin concluir al Norte de las casas consistoriales” provocaban tiempo atrás, algunos malestares por la escasa limpieza del sitio y arreglo del edificio; por lo que se propuso “quitar esos arrendamientos y techar dichas piezas pues que según está informado hay para ello madera mas que suficiente”.225 Se aceptó la propuesta y se ordenó avisar a los inquilinos desalojaran el lugar para el quince de enero de 1850. Las piezas comenzadas del Norte fueron rentadas en agosto a Paconio Rojas y Fermín Rosillo “por el tiempo de la feria”.226

Del voraz incendio que consumió las Casas Consistoriales en 1847 En 1845, las casas consistoriales fueron objeto de nuevos arreglos,227 terminados éstos, se mandaron blanquear.228 También se tuvo por propósito, el arreglo de algunos muebles del interior, como las bancas de la sala capitular que a fuerza de compo-

nerlas una y otra vez, ameritaban se cambiaran por unas nuevas.229 Lo mismo ocurría con el techo de las casas consistoriales, se encontraban en lamentable estado por las diarias pisadas de los soldados que hacían guardia de la cárcel, además “de la mucha suciedad que hay sobre los techos de estas casas”.230 Esta suciedad a la que se hacía referencia era que los soldados, cuando hacían su guardia, evacuaban “sus diligencias corporales con perjuicio de los techos, llegando a tal extremo que hasta por los canales ha caído los orines”.231 Con la ciudad de Monterrey en manos de los invasores norteamericanos, las casas consistoriales sufrieron un desafortunado incendio cuyo origen es incierto, Israel Cavazos afirma que éste ocurrió en septiembre de 1846, “durante el sitio de Monterrey por los invasores norteamericanos”.232 Si esto fue así, no deja de ser extraño que sea hasta abril de 1847, cuando el “desgraciado suceso del incendio” es mencionado; más aún, durante todo ese mes, la mención del siniestro aparece en cada una de las sesiones cada vez que se pide resolver algún problema sobre la construcción o reparos de las casas consistoriales. ¿Porqué no se hizo alusión al incendio entre diciembre de 1846 y enero de 1847?, Meses en que se reportaron arreglos en una de las piezas de las casas consistoriales el 24 de diciembre de 1846.233 Tampoco hay mención alguna cuando se mandaron “cerrar las puertas de las piezas sin techar que están al norte de las casas consistoriales” el 25 de enero de 1847.234 ¿Porqué prestaron mayor atención a reparaciones que sin duda se volvían obras secundarias ante el desastre de las tiendas y calabozo?. Porque el incendio no ocurrió. ¿Acaso este incendio habrá tenido lugar a finales de marzo o principios de abril? Con motivo del incendio, el 10 de abril se señala que se usarían todas las rentas y pensiones a la recomposición de las Casas consistoriales y que “todo el depósito de milicia lo mandó recoger el Gobernador quien dice estará siempre depositado a disposición de la Ciudad”.235 Dos días después, haciendo cuenta de los daños, se menciona que se había consumido casi la mitad del edificio, en tanto que el resto estaba ocupado con los archivos públicos, no habiendo más dónde acomodarlos. Nuevamente se refiere que “los impues-

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tos y dichos que se cobren sean ingresados al fondo municipal para sus gastos y reposición de las tiendas portales y calabozos que se incendiaron”.236 Otro testimonio que nos hace pensar que el incendio ocurrió en abril de 1847 y no en septiembre de 1846, es que los arrendatarios afectados, hasta el mes de abril solicitaron una disminución en sus rentas en “razón de haber los portales menos y carecerse de este auxilio en las intemperies de que resultará que de los que pagan piso en los días buenos no lo hagan por esta causa en los de lluvias u otros”.237 Ya días antes se había ordenado reparar con la mayor prontitud, “las paredes de las tiendas y portales para librarlos de la intemperie y enseguida se repongan los techos”.238 El 22 de abril, Martín Peña solicitó un descuento en la renta de su negocio por la disminución de los Portales; también se acordó ese día componer “uno de los calabozos que le falta un pedazo del techo para que pueda estar la Prisión dentro de la Cárcel”. El 26 de abril nuevamente reportan que los portales continuaban destruidos.239 El regidor del Ayuntamiento Marín Pérez, lamentaba que los fondos no alcanzaran para arreglar “con la prontitud que se desea y que demanda el ornato público la muy necesaria e importante obra de las tiendas y portales que se están trabajando”,240 menos en ese momento en que las rentas se vieron menguadas a raíz del incendio. Todavía en agosto de 1847, Martín de la Peña patentizaba nuevamente su queja con respecto a “una tienda que se halla en la esquina del Norte de los Portales de la Plazuela del Comercio […] y en consecuencia del incendio que sufrió la expresada fábrica, tuve que erogar de mi bolsillo el costo de noventa y siete pesos para la recomposición de dicha tienda”.241 Hacia febrero de 1848, se procuró el “acopio de madera para los armazones de las tiendas que están debajo de portales y […] techo de las dos piezas que quedan al costado al Norte de las casas consistoriales”.242 El efecto de aquél incendio se mantuvo por largo tiempo y fue elemento para referir la razón de un arreglo o una petición; un comerciante mencionaba en abril de 1848 lo siguiente:

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[…] por el incendio acaecido en las casas consistoriales se ve que por estar quemados los portales, he resentido como contratista del cobro del piso de la plazuela bastante perjuicio con la mucha baja que ha sufrido el producto, que espero que ustedes tomándolo en consideración, se servirá moderar la renta en cincuenta pesos que pago cada mes con inclusión de ocho pesos que pago por la tienda que tengo arrendada. Las razones en que fundo mi solicitud son principalmente la carencia de los portales a causa del incendio.243 El último registro que hace mención del desastre es del 20 de agosto de 1848, fecha en que se procuró destinar el dinero del derecho de alcabalas a la compra de los materiales necesarios para “que con ellos se repusiese en parte la fábrica material de las casas consistoriales casi arruinadas por el horro[ro]so incendio que pocos días antes sufrieron”.244 ¿Otro incendio en 1848? Sin duda existiría más información al respecto ¿Acaso se refiere al incendio de 1847?. No hay datos precisos de la zona quemada, sólo que las tiendas de los portales se quemaron, y en ese entonces, existían portales al Poniente y al Norte, acaso un dato que nos ubique un poco sea el que además de las tiendas de los portales también se incendiaron los calabozos y éstos, se encontraban al Norte. Un documento gráfico elaborado el 1 de noviembre de 1846, y que da cuenta del Palacio Municipal antes del incendio de 1847, es la litografía Monterey, As Seen from a House-top in the Main Plaza, del capitán Daniel Powers Whiting;245 Lo primero que se observa es que no hay indicios de incendio alguno. Bien pudiera no ser observable porque sucedió al Norte y poniente, áreas no visibles de la litografía. El edificio no está a paño de la antigua tienda del Santísimo, la banqueta que se encuentra frente al Palacio Municipal muestra la diferencia entre uno y otro. Obsérvese el muro que corre por el Sur, no hay construcción alguna en ese lado, sólo una barda que delimita el espacio de la calle con el patio interno del edificio municipal, es importante


Monterey, As Seen from a House-top in the Main Plaza, Daniel Powers Whiting.

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Ubicaci贸n del edificio municipal de 1846 (rojo) sobre plano actual (planta baja). En 1824 compraron las Tiendas del Sant铆simo Sacramento. En 1827 compraron terreno de 11 varas a Trinidad Guajardo y Jos茅 Francisco Marquiz. A, B y C: Testigos arquitect贸nicos del edificio de 1846. Enrique Tovar.

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recordarlo porque más adelante. Imágenes de años posteriores revelarán ese mismo muro en tanto que la fachada del edificio ha cambiado, siendo visibles los siete arcos que hoy conocemos. Este muro Sur es importante porque define la ubicación del edificio de 1846 con respecto al inmueble actual. Al poniente, algunas construcciones dividen lo público de lo privado, es decir, la plaza del Mercado y el patio municipal. Ahí estaban los portales que se quemaron junto con los espacios del Norte, hay una vista de Monterrey que si bien no refleja la realidad arquitectónica de la ciudad, sí al menos define el espacio de la dicha plaza y el edificio municipal, es la View of Monterrey-from the heights south of the city, dibujada por Stephen G. Hill, del 1er. regimiento de voluntarios de Ohio en 1846. Es el único documento gráfico donde se observan los portales del poniente. En el muro Norte, sitio donde se ubicaba la plazuela de los Cajones, justo atrás de la antigua tienda del Santísimo, está delineado otro alto muro que corre de oriente a poniente (como el muro Sur) cerrando el espacio del patio y el muro de la cárcel. Para este año, y es muy probable que desde el periodo de gobierno de Simón de Herrera y Leyva, el espacio de las casas consistoriales estuviera definido con respecto a la plaza del Mercado. Si anteriormente dicha plaza estuvo retraída hacia las casas consistoriales debió ser antes del ascenso del mencionado gobernador. La ubicación que hemos ofrecido del Palacio Municipal hacia 1846 ha tomado como base, la litografía levantada en ese año, y los tres testigos arquitectónicos que aluden al inmueble anterior a su transformación en 1851. El primer testigo es el muro que se encuentra en la planta baja del lado Norte del edificio, bajo el corredor de los portales, casi llegando al centro del inmueble, el muro hace una escuadra que muestra los alcances del edificio anterior. Justo arriba de éste, en la planta alta del corredor Norte se nota dicho desfase en la línea del muro, creando un ángulo de aproximadamente 30 grados, también es posible observarlo en el interior de la sala conocida como Corregidora.

El tercer testigo arquitectónico se encuentra al Sur del edificio. Exactamente en el corredor Sur de la planta alta, la línea del muro crea un desfase creando un ángulo de aproximadamente 30 grados, es posible observar este desajuste al interior de la sala llamada Hidalgo. Es importante considerar estos elementos arquitectónicos pues son los puntos de unión al momento de definirse la construcción de los portales del Norte y Sur para unirlos con el Oriente y Poniente que ya estaban levantados.

Construcción de la fachada Oriente del Palacio Municipal Acaso el incendio haya sido motivo para reconsiderar la remodelación total del edificio municipal, desde 1850 se estaban arreglando unas piezas al Norte del mencionado edificio al punto que en febrero de 1851 sólo faltaba techarlas.246 Sin embargo, no se hizo al momento porque en marzo se revisaron “y resultó en este reconocimiento no estar capaces los pilares de las puertas para resistir altos y por lo mismo se hace preciso tumbar las paredes en la parte bastante, y hacerse otro tanto con la pieza de la esquina a cuyo inquilino se le notificará desocupe la pieza”.247 Cinco días después, se discutió si las casas consistoriales debían ejecutarse de acuerdo al plano formado por “el extranjero don Juan Salas”,248 plano que por cierto, estaba en poder del “extranjero Blacayer”, debido a que el alcalde del año anterior se lo había entregado con el fin de que lo revisara e hiciera reformas si así era conveniente. El plano en cuestión no lo tenían en el archivo, pues Blacayer se encontraba en Monclova y no sabían dónde lo había dejado. Consideraron como opción el hacer uno nuevo, adecuado a las fábricas del día. Se resolvió hacer un nuevo plano conferenciándose con Don Papias Anguiano el diseño que se tiene a la vista formado por otro arquitecto existente en esta ciudad.249 El 10 de abril de 1851, se presentó “el presupuesto total de la construcción de los portales del frente de las casas consistoriales con inclusión de las dos piezas de la vuelta”.250 El propósito de levantar un edificio acorde a los tiempos que se estaban vi-

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Muro del corredor Norte de la planta baja del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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Muro del corredor Norte de la planta alta del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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Muro del corredor Sur de la planta alta del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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Detalle del muro del Corredor Sur de la planta alta del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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viendo comenzó a tener solidez. En 25 de abril, se aporta un dato bastante interesante, el Sr. Valdés, “presidente de la comisión encargada de presentar diseño ó plano para la construcción de la fachada de las casas consistoriales”, señaló “que de los dos (planos) que se han tenido presentes sobre la mesa, ninguno es a propósito según juicio de las persona que entienden y tienen nociones de ello”. Con esta afirmación, queda completamente descartado el uso del plano elaborado por Papias Anguiano y otro propuesto en competencia.251 Se determinó que un arquitecto hiciera “un nuevo plan, sencillo, elegante y sólido, que contenga siete arcos y proponga al mismo tiempo los puntos a condiciones que deben tenerse presentes por su parte para llevar a efecto el así presentado”.252 Si bien, el primer plano propuesto por Papias Anguiano fue rechazado, esto debió ir acompañado de algunos consejos para rehacerlo, pues vuelve a presentar una segunda versión. En tanto, el 28 de abril, la obra de la fachada fue suspendida “porque las paredes actuales, en razón de estar sostenidas con lodo, no podrán resistir la nueva fabrica que sobre ellas debe hacerse”, sólo continuarían con el acopio de materiales para cuando pudiera continuarse nuevamente.253 El 11 de mayo, la comisión decide que deben destruir la pared “que mira al frente de la plaza”, de acuerdo al plano propuesto por Papias Anguiano.254 A dicho plano se le hizo la siguiente observación, que siendo tres los salones que estarán sobre los portales, “estos deben construirse de la siguiente manera: Que el del centro contenga tres balcones y dos cada uno de los laterales”.255 La obra comenzó con la apertura de una zanja para la cimentación de “los pilares de los portales que van a construir al frente de la plaza”, a una vara de profundidad encontraron la roca madre, por lo que el comisionado en obras públicas, Jacinto Lozano, manifestó a Papias Anguiano que era suficiente para la cimentación, sin embargo, Anguiano recomendó que “no obstante esa dureza, los cimientos debían profundizarse hasta dos y medio varas, para que puedan formarse las bases de otros pilares”.256 El 27 de mayo, se solicitó que personas peritas en el arte de la arquitectura hicieran “el plan bajo que

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han de formarse la obra de los portales”.257 ¿Acaso el plano de Papias Anguiano sólo contemplaba los salones y no los portales? Suena extraño. Todo parece indicar que el plano de Anguiano no fue utilizado, pues meses después se continúa solicitando un plano para los portales, como se verá adelante. El cantero Leandro Aguilar, encargado de trabajar la piedra de los arcos de los portales, presentó el 9 de junio una propuesta para “labrar y poner por quinientos pesos toda la piedra que sea necesaria para la formación de los arcos y pilares hasta ponerse en estado de recibir los entresuelos”.258 Su propuesta fue aceptada el 16 de junio y ese mismo se presentó queja de que “Papias Anguiano no cumple con el deber que se contrajo”, por lo que decidieron cesarlo de sus funciones a partir del 17 de junio.259 En tanto realizaba el maestro Aguilar el trabajo de cantería para el cual había sido contratado, le interesó rentar una tienda que se estaba terminado al frente del palacio municipal, por lo que la solicitó en cuanto se acabara,260 ésta tienda la rentaba Ramón Quiroz antes que fuese tumbada.261 En 18 de agosto acordaron pintar los portales de la plazuela siempre y cuando no sea blanco.262 La actividad laboral en el palacio municipal continuó sin parar hasta la conclusión de la armazón de la tienda del lado norte el 3 de noviembre, sin embargo, dicha armazón se mojó con las lluvias de días anteriores, “sufriendo por lo mismo bastante deterioro, y que por ponerla en buen estado de servicio pide 20 pesos el carpintero que la hizo”.263 Se aceptó darle sólo la mitad, pues el carpintero fue culpable del deterioro. El año de 1852 inicia como un periodo de constante labor para la terminación de la fachada del palacio municipal. El 5 de enero, nuevamente se hace un llamado de atención a la falta del plano de “la posición que guardan los portales que se están construyendo al frente”.264 El 16 de enero se presentan “las bases que deben preceder a la formación del plano sobre que ha de continuarse la obra del palacio municipal”.265 El 19 de enero la comisión de obras publicas presentó “un diseño de la fachada que ha llevar el palacio municipal, se reservó resolverse si se adopta o no”.266 En 9 de febrero Papias Anguiano había presentado nuevas proposiciones


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de los planos que había formado de los portales.267 El 12 de febrero se aceptan los planos de Anguiano y se le señalan los puntos que a los que debe sujetarse para “recibir la dirección de la obra” de las casas consistoriales.268 Un mes después, el día 15, a Norberto Zambrano se le acepta su propuesta para pintar la techumbre del palacio municipal,269 las condiciones bajo las cuales realizaría el trabajo se le dieron tres días después: 1ª. La vara de techumbre en la cual se colocarán tres vigas, esto es, triple número de vigas al de varas que tenga la techumbre, se […] pagará a trece pesos cuatro reales, a excepción de las piezas que tengan menos de cinco varas de ancho, que se contratarán por separado. 2ª. Las vigas tendrán once pulgadas de alto y cuatro de grueso y llevarán embutidas en la pared, una tercia de cada lado a lo menos. 3ª. Las soleras serán lisas, bien enclavadas y tendrán una se[…]na de ancho y tres pulgadas de grueso. 4ª. La tableta que será cuando menos de tres cuartos de pulgada de grueso, se asegurará con clavazón de fierro de las vigas. 5ª. Toda la madera será de la mejor clase. 6ª. El contratista recibirá en los últimos días del mes entrante trescientos pesos […] 7ª. La conducción de madera de la casa del contratista a la obra será por cuenta de la ciudad.270 Hacia el 21 de junio, los dineros no son suficientes para sostener la obra, se acordó suspenderlos, “a excepción únicamente de la labradura de las piedras de la cornisa del portal del palacio Municipal”. 271 Esta situación no duró mucho tiempo, para el 8 de julio, se reanudarían los trabajos del palacio municipal, quedando sólo determinar si habría director y sobrestante de la obra;272 el 12 de julio se decidió que sí eran necesarios. […] funciones incompatibles para servirse por una misma persona, pues que las primeras solo puede llevarlas el que formó el plano adjuntado y puesto ya en planta, porque de lo contrario cree el Presidente, Comisión y Síndicos que por lo mismo y sin perjuicio de las providencias dictadas, sólo puede serlo Don Papias Anguiano, y Sobrestante Don

Juan N. García resultando de aquí la ventaja, de que la obra, pueda caminar bien.273 Cobraría el primero 35 pesos mensuales, en tanto que el segundo solamente 25 pesos. Los gastos generados por la obra del palacio municipal menguaron sus caudales, éstos comenzaron a escasear y el 25 de octubre se propuso vender “los sitios de China y se haga otro tanto con los sitios y Caballerías que están en la Boca del río San Juan” para continuar solventando el trabajo. Mientras tanto, la pared del frente y fachada del palacio se estaba rebajando su espesor.274 El motivo de la venta de los sitios era que la venta de aguas no alcanzaban a cubrir los gastos de la construcción del palacio, así como no eran suficientes los productos ordinarios para cubrir la lista de empleados municipales, por lo que temían se detuviera la obra y se perdiera lo invertido en materiales y trabajo.275 No hay datos que mención la venta de los sitios y el resto del año no registra arreglos en el palacio, sino hasta el año siguiente cuando el 10 de febrero se presentaron varios diseños de balcón.276 Los diseños para la construcción del balcón de hierro pertenecían a los artesanos Gregorio Vega y señor Rivier;277 al final, el contrato se celebró con Gregorio Vega. Primero. El Señor Vega se compromete a hacer el balcón referido según el diseño que tiene presentado á la Muy Y. Corporación a razón de diez y nueve pesos vara, agregándose además las perillas que deben ser de bronce según el diseño que tiene presentado también por separado con dos almenas, una en cada esquina del balcón, siendo por su cuenta todo el material que se necesite para dicha obra= Segundo. Se compromete así mismo que la obra estará concluida y puesta en su respectivo lugar para el día 15 de Julio del presente año= Tercero. La Comisión se compromete á darle al Señor Vega PAGINA 04 de pronto cien pesos, el importe del fierro cuando el mismo Señor Vega lo pida, y el resto le será entregado á la conclusión de la obra.= Cuarto. La comisión le ofrece ayudarle con la prisión al acarreo y postura del balcón= Este contrato á fin de que sea escrupulosamente observado acordaron ambas

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partes contratantes se extendiese por duplicado y firmándola por ambos para constancia =Monterrey Febrero 28 de 1853.278 En marzo, Santiago Rivier, hijo, se comprometió el 7 de marzo a entregar algunas puertas para el palacio municipal,279 y el 14 de ese mes se presentó el diseño “de la cúpula que debe llevar al frente el Palacio municipal con las Armas de la ciudad”.280 El 11 de abril, la comisión decide contratar a Papias Anguiano “la hechura de la Cúpula que en el frontis ha de

llevar el palacio Municipal conforme al diseño que este tiene presentado al cual deberá agregársele la asta bandera”.281 El 25 de abril se formaliza la contrata de Anguiano y al mismo tiempo la contratación de Manuel Olivares, vecino de Cadereyta Jiménez, para hacer seis puertas para la obra del palacio.282 El 15 de julio existía un compromiso formal por colocar la herrería que circundaría el segundo piso. Efectivamente, fue colocada y al centro de ella, la leyenda: “M. Y. A. 1853”.283

Fachada del Palacio Municipal. 1867 aproximadamente.

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En ese mes, después de verse algunos diseños para la pintura del Palacio presentados por distintos artesanos, se eligió el de Papias Anguiano como el más idóneo, se le pagarían 300 pesos y debía estar concluido el 1 de septiembre.284 Día en que seguramente se da por terminada la obra de la fachada del Palacio Municipal. Ese día, el periódico oficial del Gobierno del Estado publicó un artículo sobre el prendido de los faroles de la plaza principal (Zaragoza). Plaza Principal.- Magnífico y sorprendente estuvo este lugar de recreación el domingo por la noche (29 de agosto) con motivo de haber estrenado su nuevo alumbrado, a cuyo acto asistió una numerosa concurrencia. Consiste esta mejora en treinta y dos faroles de un tamaño regular, colocados simétricamente en pies derechos, de fierro, pintados de verde, los cuales arrojan la luz suficiente para presentar a golpe de vista el nuevo y elegante ser que el Gobierno ha dado a la plaza principal con la conclusión de la interesante fachada del Palacio de Ayuntamiento […].285 Por otra parte, en 1856, José Sotero Noriega se refiere al edificio del Palacio Municipal como: […] el único que indica el principio del buen gusto, presentando la parte que mira a la plaza mayor una vista agradable por la simetría y buen compartimiento de su fachada; quítale algo de su hermosura el desmesurado espesor de las columnas de la portalería que forma el primer piso, si no es de una construcción verdaderamente artística, no carece de belleza, y el todo forma juntamente con una casa particular de que más adelante hablaremos, el principal y más notable ornamento de la plaza mayor.286 Los deseos de la Comisión con respecto a las características formales del edificio se cumplieron. Al exterior, los portales se hicieron con los siete arcos solicitados y en los altos, tres salones, el central más grande que los laterales, además, se cumplió con la petición de hacer siete balcones que se distribuyeron de la siguiente manera: los tres centrales para el salón medio principal y dos balcones para cada

salón lateral. Además del remate con las Armas de la ciudad de Monterrey y el asta bandera. El Plano de la ciudad de Monterrey y sus egidos, de Isidoro Epstein, publicado en 1865, lleva en su esquina inferior izquierda, una imagen que tituló como Plaza de Zaragoza, Palacio Municipal y Cerro de la Mitra, en ella se observa la fachada del Palacio como se ha descrito líneas arriba. Interesa más aún que en la esquina Sur-oriente, atrás de los portales, se levantó un segundo nivel con tres ventanas o balcones y abajo se abrieron tres puertas. Es igualmente interesante que la barda Sur que delimitaba el patio del palacio con la calle siga siendo la misma que se observa en la litografía de 1846. Elemento arquitectónico fundamental para ubicar al edificio que existía en ese año.

Construcción de los Bajos del Sur y Norte Buscando darle simetría al resto del edificio, el 9 de enero de 1854 se consideró “necesario la destrucción de las paredes que existen por la parte del Sur en la pieza que se está construyendo y por razón de utilidad y conveniencia hacer más piezas que las fabricadas al Norte hasta igualar esta línea”.287 El resto del año no hay más arreglos al edificio. El año siguiente sucede lo mismo, apenas arreglos menores, como la hechura nueve varas tres cuartos de caños para los portales del Palacio.288 Si a Papias Anguiano se le debe la fachada principal del Palacio Municipal, debe mencionarse que fue un tanto irregular en su trabajo, lo mismo sucedió cuando estaba encargado de los empedrados en febrero de 1857, siendo dado de baja como director por el presidente de la comisión de obras públicas “porque no hacía nada y por no creerlo tan capaz como a don Antonio Lanfranco, a quien propone se nombre para que lo sustituya”. Agregando que “se la ha confiado al preso Pozuelos que es algo inteligente, ofreciéndole por ello dos reales por el día que trabaje”.289 En los documentos se observa un largo periodo donde el inmueble deja de ser intervenido, no son mencionados ni siquiera arreglos menores. Existe una fotografía que se presume podría ser de

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Palacio Municipal hacia 1880.

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1867,290 difícil precisarlo, pero lo valioso del documento reside en que apenas es visible la planta baja con unas puertas a la calle por el lado Sur del Palacio Municipal. No se advierte modificación alguna más que lo mencionado. Este largo periodo se rompe en enero de 1872, cuando se retomaron las reformas del edificio. Ciudadanos Capitulares= Habiendo cambiado la prisión la Cárcel nueva que está en obra, hemos creído los que suscribimos que deben utilizarse los bajos de este palacio en tiendas amplias y cómodas, y para esto es indispensable hacer las reformas siguientes: Abriremos arcos al sur y norte del edificio, para que tenga portaleria por los cuatro lados, pudiendo servir estos para un pequeño Parián que tanto se necesita en este centro tan poblado de la Ciudad: cimentar bien el edificio, nivelar algunos techos, convertir en tiendas las piezas que ahora sirvan de calabozos, para que en todo tiempo pueda continuarse la obra sin ningún obstáculo: abrir las puertas de, dichas tiendas una en frente de cada arco de la, portaleria, trabajo indispensable para la simetría, vista y sujetar el edificio las reglas de arquitectura y trazar las escaleras en los puntos donde deben estar, por estar incapaz la que sirve provisionalmente.291 Se autorizó la modificación de los bajos del Sur y Norte. Los trabajos comenzaron y llegaron al punto de faltar el techado de las piezas del Sur.292 En septiembre de 1877 se blanquearon las piezas bajas del Palacio y se terraplenaron “algunas partes de los suelos de los portales, aunque sea con tierra de corte de sillar”. Por otra parte, se manifestó el ciudadano Juan B. González contra “la existencia de meaderos en el patio de este palacio”, propuso la compra de “una tina y colocarla en uno de los cuartos de la escalera en que puedan satisfacerse las necesidades particulares y mandar destruir aquellos multando a los que lo hagan en el patio referido”. Al mismo tiempo se prohibió la entrada de los caballos al patio.293 Ninguna de las dos se obedeció, pues tres años después se reiteraban las prohibiciones.

Primera.- No se permitirá bajo motivo ni pretexto alguno, que empleados ó particulares de la categoría que fueren, introduzcan al patio de este Palacio Municipal, caballos ni otros animales. Segunda.- Se prohíbe igualmente orinarse en el patio antes indicado, bajo la multa de cinco pesos, para evitar los males que produce en las paredes.294

Construcción de los Altos del Norte En 1879 se presenta el presupuesto de los altos del ala Norte del Palacio Municipal, es a partir de esta fecha en que se inician los trabajos para darle la forma definitiva al edificio municipal. Presupuesto que contiene la construcción de veinticuatro varas de finca de un salón al norte del Palacio Municipal con cuatro puertas al frente como ya están designadas, cuatro al sur correspondiendo con las anteriores y otra en el tabique del Poniente, siendo las paredes dobles de buen material, con techo y entresuelo, arquitrabes, friso y cornisa según el orden que lleva, siendo corrido el balaustre hasta el extremo del poniente de dicho salón con sus almenas correspondientes, enjarrado éste por dentro y fuera, bajar los enjarres del balcón, echar el suelo con un cordón de piedra azul, labrado de plano, colocado a la línea de la base de los pilares por fuera, teniendo ya que poner la madera de techo de veintitrés varas, que será de entregar y recibir, no siendo pasmada ni podrida, y todos los materiales de albañilería, a excepción de puertas y canales, las que se me darán para colocarlas, todo lo expuesto lo hago por la cantidad de mil novecientos setenta y cinco pesos, además me obligo a poner unos adornos en una puerta interior de dicha obra por la cantidad expresada. Monterrey, el 4 de marzo de 1879. Antonio Salazar.295 Además de la construcción de los altos, se presentó el presupuesto para “la construcción de un corredor que se quiere hacer en los altos del lado del Norte”; el cual constaba de lo siguiente:

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[…] un tabique con una puerta en el Poniente, de veinticuatro varas de largo con tres arcos, dos colgantes y un arco chico en el centro y otro arco en el extremo del Poniente con techo y entresuelo, engarrado todo por dentro y el frente del patio hasta abajo, poniendo yo la madera de diecisiete varas de techo, de entregar y recibir y que no han de estar podridas ni pasmadas y todos los materiales de albañilería, exceptuando las puertas que se me darán. Lo hago todo por la cantidad de ochocientos noventa pesos. Monterrey, marzo 4 de 1879. Antonio Salazar.296 Ambos presupuestos fueron aceptados y dados a contrato al albañil Antonio Salazar, en agosto de ese año la obra estaba muy avanzada, por lo que el ciudadano “Flores presentó un presupuesto de las puertas del Salón del lado Sur de este Palacio y demás que está para concluir el maestro contratista Salazar, suscrito por el carpintero Nazario Reina”.297 Esta conclusión de obra debe referirse a la planta baja del lado Sur del Palacio Municipal, y aunque se reservó su presupuesto para ver otros, ya no se precisa más adelante si lo realizó o no. En noviembre de ese año, el trabajo de construcción estaba concluido,298 y un perito de nombre Abraham de la Garza, ingeniero de artes y manufacturas con especialidad mecánica, fue llamado para evaluar la obra el 20 de diciembre de 1879. Habiendo sido llamado por el C. alcalde 1º. para calificar como perito la obra material que acaba de construirse en el Palacio Municipal, la cual fue contratada con el maestro albañil Antonio Salazar por el H. Ayuntamiento el 4 de marzo del corriente año y habiendo examinado detenidamente la referida obra, certifico que ha sido ejecutada conforme las bases del contrato, no encontrándole defecto alguno en cuanto a la clase de los materiales y a la solidez de la construcción; pero sí uno gravísimo en cuanto a la distribución de la misma, pues debiendo ser uno solo el plano de las paredes del corredor antiguo que se encuentra del lado del Norte y el del las de la nueva, por no ser este

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sino una continuación del anterior no sucede así, lo cual implica una falta de bastante calidad. Es cierto que la misma imperfección existe en los bajos sobre cuyas paredes se han levantado las nuevas pero, sin embargo, se podía, y aún se debía haberla corregido en los altos.299 En febrero de 1880 se le cubrieron a Luis Sánchez 300 pesos por “hacer las puertas necesarias para las piezas que se han construido en los altos de este palacio hacia el lado Norte”.300 Con la construcción de los altos del ala Norte, sólo restaba construir los altos del ala Sur y poniente. Un valioso documento gráfico que da cuenta del edificio municipal hacia 1880 fue reproducido por Maldonado en 1946.301 En ese año, la fachada de los altos del lado Sur sólo tiene construida la mitad del extremo oriental.

Proyecto de reconstrucción del ala poniente y construcción de los altos al Sur En 1882, el optimismo por realizar el resto de las obras del edificio se reflejarían en una serie de propuestas para su terminación. La primera de ellas es un presupuesto elaborado el 24 de junio de 1882 para reconstruir el lado poniente del Palacio Municipal. Tumbar el portal o corredor viejo y levantarlo nuevo desde sus cimientos si fuere necesario, repartiendo en él siete o nueve arcos semejantes a los de los lados Norte y Sur, siendo los machones de mas tercias […] y los arcos de buena piedra de labrar, capaz de resistir el peso de los altos, teniendo que poner techo nuevo siendo las vigas de diez pulgadas inglesas de alto por tres y medio de gruesa, y la tableta de tres cuartos, poner suelo con sus correspondientes sardinetas de piedra azul, labrada, enjarrada y chalpaqueada. La fachada de los altos que mide cincuenta y siete varas frente, será igual a la de la plaza de Zaragoza, con todo y escudo, exceptuan-


Piedra clave con guirnaldas y el a帽o de 1886 al centro. Primer sal贸n del ala poniente del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar.

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do la puerta del centro que será enteramente dórica, en las paredes largueros del centro que forman los dos salones, se repartirán ocho puertas en claros, iguales a los demás interiores. Ambos salones serán divididos por dos tabiques de ladrillo, con sus claros de puerta correspondientes, los cuales formarán un paso o gabinete en el centro y por último cerrar el cuadro del corredor al patio. La madera de los techos será de las mismas medidas de la del corredor de abajo arriba expresado; todo esto será hecho con buenos materiales, enjarrado y chalpaqueado, y concluidas sus piezas.302 Pablo Salazar y Martínez, autor del presupuesto, proponía traer los materiales de la loma de los Urdiales; requiriendo para la realización de la obra, 15,200 pesos. El trabajo no se realizó, pero hay información inapreciable sobre algunos elementos arquitectónicos del espacio poniente, a saber, la necesidad de sustituir los portales viejos, seguramente de madera, para hacerlos de piedra, y la visualización desde entonces, de contar con una fachada igual a la del oriente. El 10 de octubre se presentaron otros dos presupuestos para construir los altos del ala Sur del Palacio, el primero fue de Luciano de León, quien presentó el presupuesto de un quehacer en el Palacio Municipal. Dicho quehacer es levantar un tramo al lado del Sur, siendo el tramo de veintinueve varas de luz y para el frente del patio son veintidós varas y medio de ancho donde van repartidos seis arcos, todo este quehacer irá trabajado con buena clase de materiales, siendo los sillares de los Urdiales o de las Mesas, y toda clase de piedra de medida de la loma, al frente de la calle habrá que bajar los enjarres hasta el piso de abajo, habiendo que echar el suelo de los portales de abajo llevando seis sardinetas de piedra azul, la conclusión del tramo ha de quedar igual al que está al lado del Norte. La madera de los techos llevan las vigas cuatro pulgadas de grueso por diez de alto, siendo madera de entregar y recibir.303

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El segundo fue el de Antonio Reyna, quien presentó el Presupuesto del importe de la obra que se ha de hacer en los altos del Palacio Municipal. Un salón de 28 varas de largo, construido con sillar de las Mesas, y sólo las piedras de medida de la Loma, siendo la madera del techo de buena calidad, esto es, de entregar y recibir, y además, un corredor de la misma dimensión con sus arcos correspondientes, poniendo el que suscribe todos materiales con excepción de las puertas que se empleen […] Por conclusión de la parte del portal, conforme al lado Norte del mismo Palacio.304 Ignoramos a quién le fue dado el contrato para la obra de los Altos del Sur, pero ya fuese Luciano de León o Antonio Reyna, la obra comenzó en ese octubre de 1882, concluyéndose los mismos en mayo de 1883,305 es probable que se le haya asignado a Antonio Reyna, pues justo en mayo, estaba comprometido a entregar nueve puertas de mezquite encargadas en enero de ese año. […] han contratado nueve puertas de mesquite por cuatro cientos quince pesos para la obra de este Palacio municipal que se está construyendo al lado Sur iguales las de las piezas del mismo del lado Norte, siete, de tres varas de alto por una y media de ancho a cuarenta y cinco pesos cada una, y dos de tres y media de alto por dos de ancho una, y la otra de una y tres cuartas de ancho por cincuenta pesos cada una, con obligación de entregarlas en el término de cuatro meses, excepto los marcos que será dentro de un mes.306 Todavía no terminaban los trabajos de los altos del ala Sur cuando se contrató el 8 de abril a Concepción G. Campos para: […] la construcción de un arco en el lugar donde está el tabique que divide el salón del lado Sur en el paso alto del Palacio Municipal y la recompostura de toda la fachada oriental del mismo palacio, teniendo que poner el Sr. Campos, las almenas que falten, componer el escudo de armas, arreglándolo de la mejor manera y enjarrándolo por los


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dos lados y hacer las molduras de los arcos de abajo iguales a los demás, obligándose también el Sr. Campos a componer todas las cuarteadoras o grietas que tenga el edificio mencionado y echar todos los enjarres que falten en la misma fachada.307

Construcción del lado poniente En 1882 se había presentado un proyecto para la reconstrucción de los portales del poniente del Palacio Municipal, mismos que no corrieron con suerte; sin embargo, el albañil Pablo Salazar y Martínez presentó nuevamente el proyecto el 2 julio de 1883, con sendas reformas y añadidos y modificando sustancialmente el precio. Presupuesto de la construcción del lado poniente del Palacio Municipal, la que será ejecutada de la manera siguiente: Tumbar los arcos viejos y levantarlos de nuevo, siendo el reparto siguiendo el diseño presentado por el señor don Fernando de la Garza, siendo sus machones de material de […] y el de los arcos de buena piedra de labrar capaz para cargar el peso de los altos. La fachada exterior de los altos será según el diseño referido y cuanto a la interior idénticamente a los de los ya concluidos, poniendo ya la madera de los techos, tanto de los altos como la del corredor de abajo, que será de diez pulgadas inglesas de alto por tres y media de grueso y la tableta de pulgada, no teniendo ya que ver con puertas y escaleras de ninguna especie, ésta quedará enjarrada y chalpaqueada y concluidas sus piezas. En cuanto a la torre, será construida con piedra de rostro, el rompimiento de sus paredes para arriba hasta el rompimiento de la bóveda de material de […] y para arriba hasta su conclusión de piedra tosca o porosa.308 Los materiales serían traídos de la loma de los Urdiales o las Mesas y el costo de la obra sería de 25,000 pesos. Agrega un dato por demás interesante, decía tener en su poder, dos “planos o croquis, bajo los cuales se comprometía construir el lado poniente de este Palacio Municipal”.309

El 22 de octubre, la Comisión de obras hizo una singular observación de los planos anteriores. “El plano presentado por el maestro Pablo Salazar es una copia reformada del que existe hecho por Fernando de la Garza, con algunas pequeñas adiciones y por el cual pide como precio en el presupuesto que presenta, la suma de 25,000 pesos, por la ejecución de la obra”.310 ¿Cuándo se habrá presentado el plano elaborado por Fernando de la Garza? Ese mismo día la Comisión presentó el dictamen de un segundo presupuesto elaborado por el maestro Concepción Campos, quien ya había trabajado en obras del Palacio Municipal. Ofreció “hacer lo mismo con una diferencia de 1,500 pesos respecto del anterior o 15,000 por hacer la citada obra bajo el mismo orden que la parte oriental, frente a la plaza de Zaragoza”.311 El 10 de octubre, Juan Aldape y Francisco L. Mier fueron invitados por la Comisión de Obra Pública para que emitieran su juicio sobre los proyectos de construcción del Palacio Municipal en su lado poniente, a lo que expresaron lo siguiente: En cuanto a su arquitectura, creemos primeramente que la construcción simétrica con la construcción y fachada oriental es muy aceptable; puesto que de este modo se obtiene un edificio de forma simétrica y homogénea que es condición siempre aplicada a toda obra arquitectónica; y sólo trae el inconveniente de distribuir de distinto modo la colocación de las puertas ya construidas en las piezas occidentales. En segundo lugar, en el archivo de la Secretaría existe un diseño de la proyección y fachada de la testera dicha, si conforme a él están distribuidas las puertas de las piezas occidentales, y ya iniciada la continuación de la obra en las esquinas suroeste y noroeste del edificio. Figuran en el referido diseño nueve arcos mirando al poniente y sobre los tres de en medio se apoya una torre. La adopción de ese diseño tuvo por objeto aprovechar el corredor actual de antigua hechura, el cual es más angosto que los de

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nueva construcción y de nueve arcos en lugar de siete. Se le imaginó una torre tanto para ajustarse al gusto culto y común adecuado en otras partes a esta clase de edificios, como para disimular la heterogeneidad en construcción y dimensiones con las tres testeras de moderna hechura. Pide para su verificación reforzar los pilares y corregir su ornamento. Concluido tal como está diseñado, podría ser muy aceptable, a pesar de su discrepancia con el frente y costados ya hechos, pero como su conclusión bajo ese modelo es muy remota, el edificio mientras no sea concluido, aparecerá defectuosísimo en su orden arquitectónico. Además hay artesanos que desconfían de los arcos aún después de reforzados, fundándose en que observan que la colocación de materiales es viciosa, en que la dimensión de los arcos es diminuta comparativamente de cómo se necesitan y en muchos otros defectos de mano de obra, y por consiguiente creen que es más expedito y ganan todo destruir del todo y construir de nuevo que corregir los defectos existentes […]. Monterrey, octubre 10 de 1883. Juan Aldape y Francisco L. Mier. La Comisión de obras no resolvió en ese momento cederle la obra a alguno de los albañiles, no obstante dejaron plasmado su interés por darle cabida a dicha obra el 22 de octubre. Un dictamen de los Señores Garza y Garza y Garza Treviño, cuya parte resolutiva dice así. 1a. Se acuerda la conclusión de la parte Poniente del Palacio Municipal bajo el mismo orden arquitectónico que tiene la del oriente, con sola diferencia que después se acordará en la parte en donde está el escudo de armas de la ciudad. 2a. Para dar principio a esta obra, se contratará por la Comisión respectiva, previo acuerdo de la Corporación un maestro director de la obra; el que a su vez contratará

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con conocimiento de la Comisión del ramo o la que al efecto se nombre, canteros para labrar la piedra necesaria en la construcción de la parte baja del portal; sin hacer la demolición de él, hasta no estar terminada la obra de cantería con todo y piedras de balcón, para que en seguida y cuando esté concluido esto, se haga la demolición y sin demora se siga la apertura de cimientos respectivos prosiguiendo la construcción de la nueva obra. 3a. Si al estar terminada la parte baja de un todo, comprendidos los techos, para entonces tuviere fondos bastantes el tesoro Municipal, para la continuación del segundo piso, se seguirá hasta su fin; pero si las atenciones del Municipio demandaran suspenderla por causas muy extraordinarias, no será esto, sin dejar completamente concluida la parte baja del portal.312 La parte baja del poniente fue reconstruida dejando los altos para un mejor momento, éste llegaría el 28 de octubre de 1886, cuando el Colegio de Abogados presta al Municipio de Monterrey 2,800 pesos “para que los emplee desde luego en construir la parte del Palacio Municipal, que corresponde a la fachada de la espalda de dicho edificio, haciéndose de preferencia el salón y las dos piezas que a uno y otro lado deben fabricarse conforme al plano del referido edificio”,313 ¿El plano al que aluden habrá sido el que hizo Fernando de la Garza años atrás? El compromiso era terminarlo en un año, y al término, se le pondría a disposición del mismo Colegio “sin pagar por ello renta alguna al Municipio, compensándose con esto el interés del dinero prestado”.314 La ocupación de ninguna manera fue gratuita. El Colegio de Abogados se cobró los intereses generados por el préstamo a través de la mencionada ocupación sin tener que desembolsar un peso por ello. La piedra clave del primer salón del ala poniente del edificio tiene el año de 1886, regularmente este tipo de piedras conmemorativas señalan el año de terminación y no de inicio de una obra, es más probable que indique la terminación de ese primer salón. No es aventurado pensar que la obra


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se realizó con rapidez, pues en marzo de 1887 ya se tenía concluido el resto del edificio. El remate que le fue colocado lleva un óvalo con la leyenda siguiente: “1887. Palacio Municipal”; debajo de éste, otra leyenda enmarcada en una cartela rectangular que dice: “El R. Ayuntamiento de 1886-1887”. La primera indica el año de terminación de la obra, y la segunda señala al Ayuntamiento que le tocó llevar a término los trabajos. La Memoria del general Bernardo Reyes (1903-1907), nos ofrece la descripción del edificio durante ese periodo, observándose pocas modificaciones con respecto al de hoy día. Consta la construcción de dos pisos, estando el inferior circuido de amplios portales con embaldozado de cemento. También son de cemento las banquetas que rodean a los portales. Debido a que el material usual en las construcciones de la ciudad, el sillar, no presenta condiciones de una gran solidez, los pilares que soportan los arcos de los portales son gruesos y sin duda más de lo que demanda la estética, dando al edificio cierto aspecto de pesadez y firmeza, que por otra parte no es del todo inadecuado para el carácter de la construcción de que se trata. Tiene cuatro entradas que dan acceso a un patio enladrillado con arriates donde crecen algunos naranjos. En el piso superior hay corredores cubiertos, formados por arcos, en los cuatro lados del patio, y provistos de sus respectivos barandales de fierro, a este segundo piso se asciende por dos escaleras de piedra negra, de dos tramos cada una, colocadas a ambos lados de la entrada oriental. Por la parte exterior, los altos tienen barandales corridos que circundan toda la construcción, y el coronamiento de ésta se encuentra adornado con balaustradas de piedra.315

Eligio Fernández y su intervención en el Palacio Municipal Cuando se pretende la remodelación de un inmueble, un proyecto debe considerar primero lo que fue,

no debe ignorar los significados que la construcción trae consigo desde que fue levantada, incluyendo su entorno físico y contexto social. Desde la materia prima utilizada hasta los diseños originales pueden ser en muchas ocasiones registrados en documentación de archivo, es dable reconocer en ellos, a las personas que intervinieron en su construcción, los distintos agregados que se les sumaban con el paso del tiempo o las naturales modificaciones que sufrían cuando el uso del espacio arquitectónico cambiaba. De igual manera, las investigaciones en torno a estos inmuebles no deben ignorar a sus moradores, ya que éstos determinaron su uso y actual estado. Es así como la historia arquitectónica de un inmueble se vuelve también una historia social y ésta es precisamente la esencia del objeto estudiado, pues estamos tratando de un objeto cultural, con toda la ideología y pensamiento de la época de su erección, con un sentido definido de uso y una impronta simbólica que le da un carácter personal y en ocasiones único. De esta manera, los antecedentes permitirán que las adecuaciones que se realicen estén vinculadas con el diseño original sin menoscabo del nuevo uso al que esté destinado. En ese marco de investigación documental, generalmente encontramos referencias escritas y en menor proporción, planos, alzados y croquis, las fotografías y las pinturas no son ajenas a la suma de tales investigaciones y suelen ser preferidas por la realidad visual que muestran, y qué decir de las acuarelas, referentes inusuales en los proyectos arquitectónicos decimonónicos. Pocas veces el material gráfico se anexaba a los documentos oficiales y cuando éstos se localizan en dichos expedientes, su valor histórico se funde con su valor estético, aún cuando no haya sido su propósito último. Tal es el caso de unas acuarelas que detallan algunos elementos arquitectónicos del Palacio Municipal de Monterrey a finales del siglo XIX. Un acuerdo para pintar un inmueble pareciera sumarse al cotidiano contractual entre el solicitante y el prestador del servicio; sin embargo, cuando se trata de un documento que integra al cuerpo del mismo imágenes parciales de un inmueble cuyo valor social está interrelacionado con su valor simbólico y su valor de uso actual, entonces,

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el documento contractual adquiere otro matiz; se transforma en un manuscrito inestimable para futuras integraciones de elementos arquitectónicos y/o acabados del inmueble que está refiriendo. Un pintor saltillense en Monterrey El hallazgo de las acuarelas haciendo referencia a la pintura del Palacio Municipal debe acompañarse de otro dato de gran valía, el nombre de su autor: Eligio Fernández, pintor y fotógrafo que desarrolló su arte en Monterrey durante la segunda mitad del siglo XIX. Nacido en la ciudad de Saltillo el 29 de noviembre de 1842, mudó su hogar a Monterrey.316 Desde su tierna infancia se radicó en esta ciudad de Monterrey al lado de sus padres, talladores de cuerno, en la que vivió en el resto de su larga vida y a la que dispensó siempre un especial cariño. Son estos primeros años de su vida mudos testigos de su insólita afición por el arte del diseño, pues a hurtadillas de su padre –transitorio opositor de su incipiente actividad artística- se colaba debajo de la cama para fabricar sus infantiles bocetos.317 A la edad de 20 años comenzó a estudiar de manera formal el arte de la pintura, bajo la tutoría de su “primero y único maestro, un señor pintor y fotógrafo de apellido (Agustín) Flores”.318 Entre su numerosa obra, dejó “apuntes a la acuarela, paisajes de los alrededores de la ciudad, retratos a lápiz ejecutados con paciencia admirable, dibujos a pluma iluminados a colores y algunos trabajos de aceite que son casi miniatura”.319 Entre sus diversas obras destaca sobremanera el óleo Hallazgo de la virgen del Roble, realizado en 1885 y que se encuentra actualmente en la Basílica de Nuestra Señora del Roble. Un año atrás había pintado una obra efímera de gran formato solicitada en 1884 por el obispo José Ignacio Montes de Oca y Obregón, obispo de Linares; era una perspectiva del ábside terminado con su baldaquín centrado, se pintó sobre el muro que el obispo mandó levantar al final del crucero en lo que se terminaba el ábside del Santuario del Roble. “Quien quiera que, desde el centro de la iglesia, levante los ojos,

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podrá ver la bien pintada perspectiva que representa el gran Santuario, tal como quedará cuando se haya ultimado”.320 La obra todavía estaba montada en 1896 cuando fue captada por la lente de Desiderio Lagrange. Poco después de terminado el óleo para la iglesia del Roble. Destacó sobremanera en la producción de retratos, como el de “Pedro Martínez, que fue alcalde de la ciudad; Benemérito maestro don Serafín Peña” y profesor Pablo Livas, educador nuevoleonés, entre muchos otros.321 Mostró un gran interés por representar algunos de los edificios más importantes de Monterrey, gusto particular del que carecen la mayoría de los pintores decimonónicos y que con fortuna plasmó con su pincel en esta ciudad. De entre su obra se conserva “El puente de la Purísima”, “El Obispado” (1911), “La capilla de la Purísima” (1913),322 y por “encargo de Amado Fernández hizo don Eligio cuatro pinturas que representan la Plaza Zaragoza en otras tantas fechas distintas”.323 También existe una bella acuarela que muestra una perspectiva de “El Palacio de Gobierno”, de 1906.324 Esta particularidad tan especial de Eligio Fernández hizo que el fotógrafo Jesús R. Sandoval elogiara su actividad pictórica en 1895, consideraba que había tres grandes fotógrafos en su tiempo, los llamaba “artistas de la luz”, uno de ellos se manifestaba en su pincel: Don Eligio Fernández,325 agregando que eran “cuatro paladines que supieron sentar cátedra de arte en Monterrey”.326 Eligio Fernández igualmente destacó como fotógrafo, tuvo su taller en la calle de Washington No. 120.327 Muere el 1 de diciembre de 1922.328

La versatilidad de un Eligio Fernández Cuando el Palacio Municipal fue terminado, éste requirió de un regular mantenimiento para su conservación, sus muros desnudos recibieron una capa de pintura en su fachada en 1853, la autorización se dio el 11 de julio y la tarea se encomendó a Papias Anguiano, después de haberse revisado los diseños propuestos por otros artesanos.329 La necesidad de mantener en buen estado el edificio requirió que éste fuese pintado en más de una ocasión, existe la


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referencia que en 1874, Agustín Flores había pintado el Palacio a “un precio moderado”, dejando cincuenta pesos en el fondo municipal a cuenta de seis solares que se le mercedaron en 1870.330 En 1897, el Ayuntamiento quiso renovar la pintura “al exterior del Palacio Municipal así como a todos los corredores, zaguanes, puertas y ventanas, tanto interiores como exteriores del mismo edificio”.331 Ante tal necesidad, el Regidor Comisionado de Obra Pública del Ayuntamiento Juan Guzmán, contrató los servicios del pintor Eligio Fernández, para la realización del mismo, firmó un contrato el 1 de diciembre de 1897. conteniendo cuatro cláusulas. 1ª. El señor Fernández ejecutará la obra de que se trata conforme al plano que se acom-

paña empleando para ello los materiales más apropiados, siendo al fresco la pintura de toda la parte del edificio concerniente a albañilería y a óleo el resto, con inclusión de los barandales y escudos de los frentes oriente y poniente del Palacio. 2ª. El mismo Fernández entregará concluida la obra de que se trata para el día 15 de enero próximo, a más tardar, debiendo dicha obra ser recibida a satisfacción del Ayuntamiento, por la comisión de su seno que para el efecto designe. 3ª. Por la ejecución de esta obra, objeto de este contrato, recibirá el señor Fernández $ 1,500.00 un mil quinientos pesos, que le serán pagados en cantidades parciales a me-

Rúbrica de Eligio Fernández, 1897.

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dida que vayan avanzando los trabajos. 4ª. Ambos contratantes se sujetan para todos los efectos de este contrato a las disposiciones relativas vigentes en el Estado.332 El contrato no daba mucho margen de tiempo, por lo que Eligio Fernández debió considerar la contratación de ayudantes, andamios y material suficiente para terminar en la fecha acordada, tanto interiores como exteriores del edificio municipal. Para hacerse acreedor a la contratación, Eligio Fernández debió entregar cinco láminas pintadas a mano. La primera no se encuentra en el expediente y es posible que fuera un plano general pues en el contrato está referido. Las cuatro láminas existentes se encuentran numeradas del dos al cinco y están firmadas por Eligio Fernández, quien muestra cuatro distintos diseños.333 En sí, tales acuarelas son particularmente excepcionales por su rareza. En una de ellas, Eligio Fernández propuso encalar los muros y en el resto de las láminas, propone pintar los lienzos del Palacio Municipal con una tonalidad mientras que las molduras, pilastras, pináculos, jambas, dinteles y balaustradas, con otro color. Incluso las puertas de madera se muestran coloreadas. Algo mas hay que apuntar, la firma de Fernández siempre aparece en tinta roja y sólo se encuentran firmadas las del extremo inferior derecho por haberse hecho dos acuarelas en una sola hoja. Estas acuarelas se suman a los documentos gráficos que refieren no sólo la presencia del antiguo Palacio Municipal en un instante de la vida cotidiana del Monterrey del siglo XIX, sino que se erigen como documentos que refieren la diversidad de un pintor que hizo del Palacio Municipal su lienzo.

Las acuarelas del Palacio Municipal en 1897 Las acuarelas del Palacio Municipal no surgen como obras per se, sino como vehículo para abordar un espacio físico de amplias dimensiones; donde éstas nos dejan expuesto a un artista capaz de abordar un asunto donde su obra tiene la función de visualizar el término de una construcción. No deja de sorprender que un pintor de retratos y paisajes urbanos haya estado dispuesto a tomar la brocha gorda para pintar el edificio municipal; si bien fueron otras manos las que lo pintaron, su presencia en la dirección del acabado debió ser constante. Las acuarelas debieron ser cinco, pero sólo existen cuatro, se utilizaron dos hojas y en cada una de ellas se pintaron dos acuarelas, firmándose, como se dijo anteriormente, en el extremo inferior derecho de ellas. El soporte de las acuarelas es de cartoncillo, sin sello de procedencia y algo quebradizo. En general, las acuarelas muestran cuatro propuestas para el diseño del interior de las molduras rectangulares, en todas las acuarelas están presentes molduras florales fijadas en las cornisas. La acuarela No. 2 tiene un rosa encarnado en el muro, friso y rosetón, al resto de los elementos arquitectónicos se les dio una tonalidad grisácea. La puerta es verde bandera en su marco y los cuadros de ésta son de un verde diluido. La acuarela No. 3 tiene una tonalidad purpúrea en su muro, friso y rosetón, el resto de los elementos arquitectónicos tienen una tonalidad rosa encarnada. La puerta tiene los mismos colores que la anterior.

Eligio Fernández. Detalles del Palacio Municipal de Monterrey. Diciembre de 1897. Acuarelas 2 y 3.

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Eligio Fernรกndez. Detalles del Palacio Municipal de Monterrey. Diciembre de 1897. Acuarelas 2 y 3.

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La acuarela No. 4 es la única que muestra encalados el muro y el resto de los elementos arquitectónicos. En ésta se usaron dos tonalidades muy afines; en el muro, friso, rosetón, moldura rectangular y algunas líneas del resto de las molduras sobresale un color arena claro, en el resto de los elementos arquitectónicos, el color arena se encuentra más acentuado, seguramente con la intención de hacer un juego de sombras. La puerta se propuso de verde claro y sus cuadros en café claro. En la acuarela No. 5, el muro, friso y rosetón se propuso de amarillo, en tanto que el resto de los

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elementos arquitectónicos se presentaron con una tonalidad grisácea. La puerta tiene los mismos colores que la anterior, sólo que invertidos. El siglo XIX cerraría con un detalle que no deja de ser curioso y a la vez bastante simbólico. Se ordenó borrar del escudo de la ciudad, mismo que remataba la fachada principal, “la corona que forma parte de él, y que sea sustituido con el gorro frigio emblema de nuestra libertad”.334 Fotografías posteriores constatarán que dicha orden nunca se llevó a efecto.


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CAPÍTULO V Evocaciones visuales: imágenes del palacio municipal y aquellos pequeños detalles que las acompañan

Las vistas exteriores. Mirando pasar la vida El Palacio Municipal de Monterrey guardó, en el primer tercio del siglo XX, su imagen sobria, sin mayor decoración que la elemental, propia de la arquitectura norestense, relacionada más con el aspecto funcional del edificio. No obstante su aparente pesadez, el inmueble poseía una vitalidad generada por los diversos comercios ubicados en sus portales y los espacios comerciales instalados en las piezas bajas. En su interior, el patio había sido remozado dejando de ser aquella caballeriza sucia que poco ofrecía al buen lustre del edificio público. Los portales del Norte conservaban su antigua vocación de venta de alimentos, recordando aquella plazuela de los “Cajones” y sus “cocinas” de cien años atrás. José P. Saldaña recordaba entre resonancias, aromas y miradas, los productos alimenticios que ahí se guisaban y mercadeaban. Durante años, que tuvieron su término a principios de este siglo (XX), los bajos del Palacio, en su mayor parte, sirvieron a comercios de frutas, dulces, refrescos y fondas. El ala Norte lo invadían las fondas, dificultando el paso de los transeúntes, no siendo raro ver los cabritos balando lastimeramente, en espera del sacrificio, y a los pollos, esforzándose por librarse de los lazos que les sujetaban las patas, como si presintieran su próximo fin. Mesas y bancas de pino, sillas de tule, adentro de los cuartos y en el corredor cazuelas enormes con guisos apetitosos en constante ebullición, jarros y platos

burdos de barro relumbrosos de limpios, manteles a grandes cuadros, de coloridos chillantes, formaban el conjunto de aquél panorama pueblerino. Los pilares del oriente desaparecerían a la vista cubiertos con armazones, que exhibían frutas, dulces, cigarros. Sobre los mostradores se alineaban enormes tinajas conteniendo aguas frescas de limón, jamaica, naranja, piña […]335 Entrando el siglo XX, los portales lucían alacenas que vendían toda clase de productos, estanterías promovidas por solicitud de Alejandro Martínez en mayo de 1897, cuyo número sería “tantas cuantas son las columnas de los portales”. 1.- Frente a cada columna de los portales y en contacto inmediato con ella, se colocará una alacena, cuyas dimensiones de acuerdo con el dibujo adjunto serán: frente, un metro cincuenta centímetros; fondo, ochenta centímetros y alto dos metros cincuenta centímetros. 2.- Todas las alacenas quedarán instaladas en un término que no excederá de seis meses. 3.-Tendré el derecho de conservar las alacenas en sus sitios, por un término no menor de cinco años, pudiendo retirarlas antes, si me conviniere. 4.- Mientras permanezcan las alacenas en sus sitios, no se permitirá a otra persona que ocupe lugar alguno en los portales con vendimias de ningún género. 5.- De impuestos el primer año: 50 pesos, el segundo y tercero hasta 60 y el cuarto 70 pesos. 11 de mayo de 1897.336

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Alacena para venta de mercancĂ­as. AMM.

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La Comisión había concedido a Alejandro Martínez su instalación;337 no las conservó por mucho tiempo, pues antes de cumplir un año (el 1 de septiembre de 1898) fueron traspasadas a José A. Alatorre bajo las condiciones del contrato ya firmado. El día 12 del mismo mes y año, José Alatorre señalaba que las ventas no producían ganancias ni siquiera para pagar la renta, en parte por “la poca costumbre que el público de esta ciudad tiene de hacer sus compras en el sitio de donde dichas alacenas han sido instaladas”. La queja no tiene fundamento pues el lugar tenía más de cien años de funcionar como espacio comercial; es más probable que la merma se debiera a la existencia del mercado Colón a unas cuantas cuadras de distancia, donde era más probable encontrar una mayor variedad de productos que en los portales. Su queja de cualquier manera procedió rebajándosele a 30 pesos la renta del espacio para las alacenas. José Alatorre tenía derecho de mantener sus alacenas por cuatro años e incluso retirarlas si así fuese de su conveniencia, ya fuese una y otra opción, Alatorre no renovó el permiso en virtud de las estrechas ganancias que obtuvo. Sabemos que no renovó contrato gracias a una fotografía cercana a 1903, donde muestra sus pilares sin objeto alguno que lo estorbe.338 El edificio presenta una pintura marmoleada en sus columnas, jambas y dinteles, y un enladrillado aparente en sus muros. Nótese en la imagen que la actual calle de Corregidora se encontraba empedrada y la piedra para la banqueta de la plaza de Hidalgo (antigua plaza del Comercio) se estaba cortando. En el costado Poniente del edificio, se encontraban los coches de sitio que desde 1877 habían obtenido el permiso para permanecer en dicho lugar,339 asimismo se observan los rieles del tranvía que corría por tres de los lados del Palacio Municipal. Por otro lado, el ingeniero civil Burchard, estaba trazando la segunda ruta del Ferrocarril Urbano que pasaría frente al Palacio Municipal en 1889, antes ya estaba puesta la que cruzaba por la actual calle de Corregidora, ésta última es la que se observa en la fotografía anterior a 1903.

Algo que vale la pena observar en el plano de Burchard es que el paño del edificio municipal no está alineado con los edificios que se encuentran en sus costados Sur y Norte, y que es el elemento determinante para el trazo de la vía. Aporta además, un dato importante, el orden de aparición de las rutas en esa área en particular, la primera es la que pasaba por la actual calle de Corregidora, la segunda en trazarse es la que pasaba por la calle de Zaragoza, la tercera que se planeó fue la que se encontraba por la calle de Hidalgo. El Plano de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, 1894, nos muestra la trayectoria de las tres vías del tranvía de mulitas ya mencionadas (Ilus. XLVI). Poco cambiarían las rutas con el inicio del nuevo siglo. El Plano de la ciudad de Monterrey, de 1901, muestra sin alteración alguna en rededor del edificio, las rutas que tenían los tranvías de mulitas pertenecientes a Ferrocarriles Urbanos de Monterrey, Empresa Mexicana, S. A. Para ese año, la parte posterior del Palacio Municipal era ocupada por la Escuela Normal, en tanto que su frente funcionaba propiamente el edificio municipal. Los portales del edificio sirvieron de abrigo la noche del 26 de agosto de 1909. En esa fecha, la ciudad de Monterrey sufrió una terrible inundación que cobró la vida de decenas de personas, otras tantas sufrieron la pérdida total de sus propiedades, orillándolos a muchos de ellos, refugiarse en los portales del Palacio Municipal careciendo de vestido y alimento. En los portales del Palacio Municipal causaba dolor ver el gran hacinamiento de seres humanos, especialmente por las noches en que por razones de la imperiosidad de los acontecimientos reinaba la promiscuidad, sólo que esa promiscuidad, nada tenía de escandalosa ni de inmoral, pues aquellas gentes, hombres y mujeres, en la plenitud de la vida, sólo pensaban en reaccionar para volver a tomar el ritmo de su vida anterior”.340 En la primera década del siglo XX, el exterior del edificio mantendría su imagen, sólo cambiaría su aspecto marmoleado por uno totalmente aplanado como lo muestra la fotografía del frente del edificio municipal fechada antes de 1912.

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Monterey. 1902-1903. Fototeca de la CNMH.

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Ferrocarril Urbano proyectado en Monterrey, N. L. Abril 15 de 1889, Burchard. AGENL.

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Detalle del Plano de la ciudad de Monterrey, 1901. 7) Palacio municipal, 24) Escuela Normal. Fototeca Orozco y Berra.

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Vista del Palacio Municipal antes de 1912.

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Fachada posterior del Palacio Municipal. 28 de mayo de 1928. Fototeca de la CNMH.

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El año de 1912 se estableció en virtud de una placa metálica alusiva a la altura en que se encontraba Monterrey: “Plano General de comparación para los niveles de la ciudad.534 Metros sobre el nivel del mar. Real Ayuntamiento-1912”, colocada precisamente en ese año en el pilar de la esquina Nororiente y que no aparece en la fotografía aludida. […] careciendo la población de una base científica de que partir para la nivelación de las calles, se propuso por parte del Presidente Municipal, la colocación de una placa vaciada en bronce, en uno de los pilares frontales del Palacio para que la línea que en la placa se fija, sea en lo sucesivo la base para dichos niveles. Con el mismo objeto se pondrán otras placas pequeñas en diversos puntos de la ciudad.341 En la fotografía se observa en primer plano el edificio municipal; su cara Norte todavía conservaba la moldura geométrica dentro de otra moldura rectangular arriba del balcón, hoy día, sólo subsiste la moldura rectangular. La cornisa también observaba una moldura acaso vegetal que también se ha perdido. En segundo plano, la fachada del templo de San Andrés que fue destruido dos años después. El ángulo elegido para la toma fotográfica permite reconocer que sobre la calle de Zaragoza, ninguno de los edificios se encuentra alineado entre sí, como se observa en el plano de 1889, levantado por Burchard. En ese mismo año de 1912: […] el Presidente Alfredo Pérez escribe en su informe que el ingeniero Regiomontano Luis Palaú, hizo al edificio las mejoras siguientes: Se quitó un techo de treinta metros de largo por cinco de ancho en los altos del referido palacio y se construyó con cemento, poniéndose toda la tableta nueva. Se levantó seis pulgadas el envigado de una parte del Salón de la Secretaría, hasta dejarlo al nivel que tiene el resto: En los departamentos que ocupan la Secretaría del R. Ayuntamiento y el despacho del C. Alcalde Primero se estucó el Salón, poniéndole cielo raso pintado al óleo, se pintaron con aceite las doce puertas de que consta, se puso tam-

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bién un friso de madera como de un metro y medio y una cornisa de madera debajo del cielo falso. En el despacho del Alcalde se estucaron las paredes; se puso cielo de estuco, se colocaron los vidrios que faltaban, se pintaron las puertas con pintura de aceite, se puso un friso como de metro de alto y se colocó una puerta de sabino de cuatro hojas. Los pisos de los departamentos citados se pavimentaron con mosaicos, y por último, en la puerta de pagos de la Tesorería Municipal, se colocó un cancel de fierro con una plancha de mármol. En los mismos Salones de la Secretaría se repusieron los focos de 6 candiles y cada uno contaba con 57 focos diminutos.342 Hacia 1928, el edificio observa alteraciones en algunas de sus partes exteriores, es posible observar una alacena recargada sobre el pilar de la esquina norponiente del edificio,343 similar a las instaladas a finales del siglo XIX. Las calles ya estaban pavimentadas para ese año. El óvalo que daba a la plaza Hidalgo se hallaba deteriorado, el año que marcaba la culminación de la sección Poniente se desprendió casi por completo. La palabra “PALACIO” perdió las letras “C” e “I” y la palabra “MUNICIPAL” perdió la letra “U”. El mismo descuido se observaba en la base rectangular. La fachada oriente del edificio también es reveladora para la primera mitad del siglo XX; en una fotografía tomada por Eugenio Espino Barros en 1931,344 se observa casi a la mitad del frente del edificio el poste usado para la toma de corriente del tranvía eléctrico que empezó a funcionar en la ciudad desde 1907 sustituyendo al viejo tranvía de mulitas. A la izquierda de la fotografía el mencionado tranvía eléctrico va cruzando sobre la calle de Zaragoza. Un detalle importante que conviene rescatar de esta imagen, es el escudo de la ciudad de Monterrey, en él todavía es posible observar la corona que llegó a ostentar antes de ser erróneamente eliminada. La imagen, como testimonio documental, crece en estos casos.


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Detalle de la Fachada posterior del Palacio Municipal. 28 de mayo de 1928. Fototeca de la CNMH

En esos años, existían diversos locales comerciales, entre ellos, el café Hélice, propiedad del señor Warden, llamado así por exhibir “en una de sus paredes una hélice de madera para avión”, éste se encontraba en la esquina suroeste de la planta baja.345 Un restaurante que también estaba instalado en la planta baja del Palacio Municipal era el Café o Estanquillo Vázquez, por el lado de la calle Corregidora, en la habitación siguiente a la de la esquina con Zaragoza; era un negocio pequeño manejado por el señor Vázquez y sus dos hermanas, pero la característica de este establecimiento era que allí tenían la concesión para la venta de Timbres Fiscales.346 Además, existían “dos estanquillos pequeños que vendían dulces, chicles, cigarros, cerillos o lotería, acomodados en el lado interior de las co-

lumnas en las dos esquinas del palacio del lado de la calle Zaragoza”.347 En otra habitación de la planta baja del Palacio Municipal, por la calle de Hidalgo “había una estación de Policía que tenía un área con rejas habilitada como cárcel y allí conservaban provisionalmente a las personas que aprehendían”.348 Los locales de los portales descritos por Enrique Espino Barros Robles, duraron pocos años. Entre 1937 y 1938, se dispuso que dichos los espacios ocupados por establecimientos particulares fueran retirados del edificio.349 Las intervenciones, en cuanto al uso de los espacios, no serían tan dañinas como las intervenciones que sufrió el edificio en algunas de sus partes, principalmente en su escudo; pues mientras la imagen del fotógrafo Espino Barros mostraba al escudo de la ciudad de Monterrey con su corona, una fotografía tomada por M. M. López entre 1932

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Fachada oriente del Palacio Municipal. 1931. Eugenio Espino Barros.

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Detalle de la fachada oriente del Palacio Municipal. 1931. Eugenio Espino Barros.

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Palacio Municipal, Monterrey, M茅xico. M. M. L贸pez fot贸grafo.

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Fachada oriente del Palacio Municipal. 1976.

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Detalle de la fachada oriente del Palacio Municipal. 1976.

y 1945, mostraba al mencionado escudo sin la respectiva corona labrada en 1853. Así fue publicada en 1946 por Carlos Pérez-Maldonado, en su obra La ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. La corona fue repuesta durante el gobierno de Constancio Villarreal (1942-1945), sólo para recibir una mutilación aún más absurda. La destrucción total del escudo de 1853. Durante el gobierno del alcalde Félix González Salinas, fue eliminado el escudo original de las Armas de la Ciudad y sustituido por otro de cemento. La leyenda fue grotescamente modificada, ya que inicialmente decía: “EL M. I. A. DE 1853” (EL MUY ILUSTRE AYUNTAMIENTO DE

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1853), y se cambio por la leyenda siguiente: “H. AYUNTAMIENTO-1945”. ¿Con qué mérito el alcalde cambió el escudo y la leyenda? La razón esgrimida fue que el anterior era anticuado, actuó con toda la seguridad de su ignorancia.350 Una fotografía de 1976 muestra ese significativo cambio. Remarcar esta modificación deviene de la implicación simbólica de la leyenda del escudo, significaba que en el año de 1853 daban por concluidos los trabajos de construcción de un edificio cuya envergadura sólo era comparable a la obra del nuevo Palacio Municipal de 1976. Ademas de la leyenda, los indígenas que acompañaban al escudo fueron cambiados, ciertamente los indígenas labrados en 1853 eran más rígi-


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dos y planos, a diferencia de los indígenas esculpidos en 1945, cuyos cuerpos mostraban proporción y movimiento. No fue lo mismo con las banderas laterales (tres de cada lado), pues las de 1853 se sostienen con mayor gracia y movimiento que las de 1945, cuyas telas parecieran almidonadas. Con la construcción de un nuevo edificio municipal al Sur, el escudo observó ligeras variantes, finalmente, la filactelia de 1853 que llevaba la leyenda: “ciudad de Monterrey”, era recta y casi rígida, a diferencia de la filactelia de 1945 donde conservó la misma leyenda pero con mayor movimiento. En la planta alta de la fotografía de 1976 sobresalían tres equipos de climatización, uno de ellos empotrado en la puerta de la esquina Sur oriente y los otros dos sobre los muros. Además de una placa conmemorativa en el lado izquierdo de la puerta central del balcón. También se agregó un delgado muro blanco de forma trapezoidal atrás del escudo de la ciudad, rematando al conjunto una campana cuyo cordel salía al frente del escudo bajando hasta la puerta central del balcón para hacerla sonar. En virtud de haberse construido en 1976 un nuevo Palacio Municipal al Sur oriente del existente, el antiguo inmueble fue desocupado y durante dos años se realizaron trabajos de restauración, “durante estos trabajos previos de restauración se quitaron las tejas, ladrillos y azulejos que se habían puesto en 1937”.351 Al término de los trabajos de remodelación, el inmueble fue destinado al Tribunal Superior de Justicia en 1978, ¿Fue durante estas remodelaciones cuando se retiró el escudo de armas de la ciudad? (Ilus. LVI). En el Tercer informe de la Administración Municipal de Monterrey (1980-82) se observa una fotografía donde el escudo ya no existe.352 Este edificio albergó al Tribunal Superior de Justicia durante el gobierno de Pedro Zorrilla hasta 1987, año en que se propone la creación de un Museo de Historia de Nuevo León. Esto le significó al edificio recibir una nueva remodelación. El 14 de julio de 1987, las oficinas del Tribunal Superior de Justicia pasaron al edificio de la Secretaría de Educación y Cultura.353

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Sus imágenes interiores. Una fuente donada y una noria inventada Ha sido tradición, por las personas que visitan y visitaron el Palacio Municipal, señalar que existía al centro del patio una noria, esto no es precisamente correcto, si bien existía un elemento arquitectónico que aludía a una noria, no era un objeto funcional sino meramente ornamental. Lo cierto es que hubo una noria en el Palacio Municipal, citada de manera indirecta y por primera vez, en el gasto de la comida para los presos en 1822, ya que se señala la compra de un cubo de vaqueta “para la noria”,354 seguramente la noria se había construido mucho antes. Existe una referencia todavía más antigua registrada en 1817, cuando dos mujeres escaparon de la cárcel por el lado del corral, colocando en la pared “un mecate del cubo con que sacan agua”;355 mención que si bien no precisa que sea de la noria, nos remite necesariamente al sitio de donde se extraía. En 1831 la noria vuelve a ser mencionada por la compra de otra cubeta.356 En 1835 se le estaba cambiando el travesaño y comprando nuevamente dos cubetas de vaqueta para la saca del agua.357 Hacia 1890, la noria todavía se encontraba en servicio dentro del patio del Palacio Municipal, en ese año, se había arreglado la bomba que tenía, pues se encontraba en muy mal estado.358 Después de este año no vuelve a mencionarse su presencia. Años atrás, en 1879, el patio del edificio municipal recibió una fuente de piedra hexagonal seguramente donada por Roberto A. Bremen,359 pues tenía grabado su nombre en la base de ella, al fondo, el acceso de Zaragoza. Una publicidad lo señalaba como un “hombre laborioso y progresista”, agregando que era “persona culta y de grandes conocimientos en el ramo de medicamentos”;360 este conocimiento le permitió fundar una droguería y botica llamada “El León” en 1876. Pasado el tiempo, llegó a ser presidente de la Cámara de Comercio de Monterrey en 1922.361 En 1924 se inauguraba “un jardín botánico en el patio central y se le pone el nombre de Felipe


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Patio del Palacio Municipal hasta 1936. Fuente hexagonal donada por Roberto A. Bremer.

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Droguer铆a y botica El Le贸n, ubicada en Morelos y Escobedo; en el 贸valo, su propietario: Roberto A. Bremen.

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Fot贸grafo Garc铆a, 21 de septiembre de 1937.

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Patio del Palacio Municipal.

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Patio del Palacio Municipal, Mo n t e r r e y, N. L. POSTA MEXICO.

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Patio Palacio Municipal de Monterrey, N. L. Ca. de 1953.

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Corredor Palacio Municipal, Monterrey, N. L., MĂŠxico. Ca. de 1953.

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Cornisa superior sin aplanados repuestos en el patio central lado oriente.

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Fachada lateral norte con arcos sin resanar

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Fachada poniente con vista de bloques de arcilla sin resanar.

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Memoria Grรกfica de 1987 Exteriores del edificio

Fachada lateral con andamios para resanar.

Fachada principal por calle Zaragoza con arcos resanados.

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Portales

Pasillo de arcada poniente sin aplanados

Pasillo de arcada lado Norte sin aplanados.

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Pasillo de arcada oriente con aplanados a base de cal y arena de rĂ­o.

Pasillo de arcada lado Sur sin aplanados.

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Fachadas del patio

Guerra Castro, como un homenaje de admiración y cariño a uno de los personajes más ilustres de la Literatura en el Estado. Se colocó una placa que así lo patentiza”,362 ese jardín es el que muestra la fotografía de 1936. En 1936 el interior del Palacio Municipal adquirió una nueva fisonomía, la de una “reparación tipo colonial”. El argumento fue que el Palacio Municipal se encontraba en malas condiciones de conservación “y por esta razón se ordenó la formación de un proyecto para la reparación y arreglo total de las fachadas, exteriores e interiores y patios”.363 No obstante las intenciones de lograr dichas reformas, el municipio no contaba con el suficiente capital para hacerlo, por lo que sólo realizaron obras al interior del inmueble y en el patio del mismo, “siguiendo el estilo colonial del edificio muy mexicano y muy nuestro; y procediese a decorarlo con azulejos y losetas”;364 además de agregar los azulejos, también se reemplazaron las rejas de fierro y se retiró la fuente hexagonal donada por Roberto A. Bremen “y en su lugar se construyó una noria de mampostería de piedra, adecuada al medio”.365

Se pusieron pisos de mosaico y azulejo en la parte central, y en los cuatro pasillos; se colocó un techo de madera con teja española, adecuado al mismo estilo colonial; se instalaron farolas también coloniales en el patio central y corredores y continuase esta obra hasta terminar todo el interior del edificio.366 Posteriormente “se pavimentó y colocaron lambrines de un metro veinte centímetros con mosaico rojo y azulejos. Está por terminar la reparación interior y luego se procederá con la exterior”.367 Es muy probable que los mosaicos procedieran de la nueva “Fábrica de mosaico, ladrillo y bancas” que el Municipio de Monterrey promovió entre 1936 y 1937.368 La noria decorativa fue construida, como ya se ha mencionado, en 1937, ésta permaneció por muchos años y fue motivo de diversas fotografías a través de su existencia, acaso la primera sea la del fotógrafo García, quien retrató el patio justo después de que terminaron su transformación. La palmera que se observa en segundo plano, sembrada aún antes de esa fecha (se observan

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algunas de sus hojas en la fotografía de 1936). Será un determinante elemento cronológico para fotografías posteriores, gracias a su natural crecimiento. Nótense los tres escalones que sobresalen del pasillo principal (acceso Zaragoza) y la reja que cierra el acceso por Corregidora. Los mosaicos decorados de macetones con flores que flanqueaban los accesos sobresalen del resto. La palmera apenas rebasa el primer piso. La postal titulada “Vista típica. Monterrey, N. L., México”, muestra a dos personajes con trajes típicos recargados sobre la noria decorativa. Se observa una curiosa maceta sobre el piso en forma de tronco hueco y unas macetas con helechos encima de los postes del travesaño de la noria acusan una cercanía cronológica con la foto anterior. En años subsiguientes, el encalado de los muros es retirado, así lo denotan las dos siguientes imágenes, donde el muro desnudo es la norma. Todavía se conservaba la maceta en forma de tronco al pie de la noria pero los helechos que coronaban

sus columnas ya no están, fueron desplazados por un par de macetas con cactus. Sobresalían en la planta superior los azulejos que adornaban los arcos de la fachada, en tanto que los muros despojados del aplanado muestran un mosaico reticulado de piedras cuadradas con diferentes tonalidades. En la fotografía que fue tomada por POSTA MÉXICO desde el acceso de la calle de Hidalgo con frente al de Corregidora, cuyas puertas abiertas dejaron al descubierto, la fachada de otro edificio que se encontraba cruzando la calle y que ya no existe. Pareciera que las imágenes fueron tomadas al mismo tiempo, sin embargo, basta observar la palmera de una y otra imagen para darnos cuenta que no es así. La fachada interior del edificio municipal muestra dos ventanas laterales que hoy dieron paso a igual número de puertas; los candiles que colgaban de la piedra clave de los accesos al patio fueron removidos y la palmera, que en 1937 mostraba un

Cornisa del lado oriente repuesta sin aplanados.

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Patio

Pozo de cisterna en el patio central.

Espacio de pozo de cisterna ya cubierto

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Cimientos de antiguas construcciones localizadas en el lado oriente del pozo de la cisterna

pequeño tronco bulboso; años después se yergue a una mayor altura, las hojas casi tocan el techo del edificio. El crecimiento de la palmera revela que la fotografía es posterior a 1940 . Otra fotografía representativa del espacio interno del edificio tampoco está fechada, la toma se realizó desde la esquina sur-poniente, donde el espacio de los corredores, los azulejos de los muros, los mosaicos del piso, las jardineras, la decorativa noria, aparecen inmutables en ese marco; sólo la palmera crece a un ritmo propio de su naturaleza, el fuerte tronco se eleva poco más allá del segundo piso, ya no es posible verle las hojas, no obstante, éstas proyectan su sombra sobre el muro Norte. Existen fotografías del exterior donde las hojas de la palmera son distinguibles, añoso tronco el suyo que en la década de los ochentas dejó de existir. Otra imágen ofrece desde un ángulo distinto, las hojas de la palmera que rebasan el techo del edificio, la fotografía proviene del libro El muy Ilustre Ayuntamiento…, de 1953, por lo que la fotografía es de ese año o anterior. Algo relevante es que esta fotografía nos permite fechar la anterior, ya que

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pertenecen al mismo juego de imágenes, ésta con la serie M-12 y la anterior con M-13, seguramente se tomaron el mismo día, puesto que la proyección de la sombra de las hojas cubren el mismo espacio en ambas fotografías. (ver páguinas 115 y 116)

La creación del Museo de Historia de Nuevo León. Una restauración integral en 1987 Ante la necesidad de contar con un edificio que albergara la historia del Estado de Nuevo León, se consideró al antiguo edificio municipal, sitio idóneo para tal fin, para ello, sería necesario reacondicionarlo para su nueva función. Esta remodelación estuvo a cargo del arquitecto Oscar Martínez Garza, en mayo de 1989 se inauguró el nuevo museo. De esta manera, y gracias a la coordinación de instituciones como la Secretaría de Educación y Cultura, y la Secretaría de Desarrollo Urbano, por parte del Estado, y el Instituto Nacional de Antropología e


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Diferentes niveles de suelo y relleno localizados en pozo de cisterna.

Historia por parte de la Federación, surge el Museo de Historia de Nuevo León cuyos fundamentales propósitos son difundir entre la comunidad la historia de nuestra entidad y coadyuvar a que el patrimonio cultural y artístico de Nuevo León se conserve para su estudio y difusión.370 La memoria gráfica del Museo de Historia de Nuevo León, elaborada en 1987 por el Gobierno del Estado de Nuevo León y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, está compuesta por 16 hojas de papel cartulina amarilla, engargolada y empastada con papel cascarón café. La primera página corresponde a la presentación del álbum. La segunda tiene distintos recortes fotocopiados de periódicos de 1987 que aluden a la nueva vocación del edificio. La tercera contiene una Introducción, los logos institucionales del Gobierno del Estado y el INAH; además de una fotografía con los respectivos representantes de una y otra Institución. La cuarta hoja presenta una reseña histórica del edificio. Las 12 ho-

jas restantes contenían 64 fotografías del desarrollo de los trabajos de restauración. Al momento de ser revisado, faltaba una fotografía, la que mostraba los “cimientos de antiguas construcciones localizadas en el lado oriente del pozo de la cisterna”. Sin embargo, existe otra fotografía (ignoramos si es la faltante del álbum o es del autor) publicada en el libro escrito por Israel Cavazos Garza, El muy ilustre Ayuntamiento de Monterrey desde 1596, Monterrey, Presidencia Municipal, 1996, p. 12, que nos permite observar los elementos arquitectónicos que seguramente aludían al pie de foto faltante en el álbum. El pie de foto del libro dice: “Muros coloniales encontrados bajo el patio del antiguo Palacio Municipal durante su restauración”. Cabe señalar que la fotografía del libro El muy Ilustre Ayuntamiento… estaba al revés, situación que ha sido corregida en esta nueva publicación. Además de la selección de 38 fotos más que consideramos representativas del álbum.

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Interiores del Edificio

Sala de exposiciones permanentes lado oriente restaurada, faltando la instalación eléctrica.

Sala exposición permanente lado oriente, después del retiro de agregados y antes de retirar ductos y resto de cielo falso e instalación hidráulica.

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El Museo de Historia de Nuevo León permaneció abierto hasta 1994, año en que su acervo retornó al Museo Regional del Obispado y otras piezas tuvieron por destino el Museo de Historia Mexicana.371 Nuevamente fue reabierto en 1995 como Museo Metropolitano de Monterrey, función que ha mantenido de manera ininterrumpida hasta la fecha. “En el 2001 durante la administración de Felipe de Jesús Cantú Rodríguez, el Archivo Histórico de Monterrey fue trasladado del segundo piso del lado poniente del Nuevo Palacio Municipal al segundo piso del lado poniente del Museo Metropolitano”.372

Reflexión Durante poco más de 400 años, la sede administrativa y política de la ciudad se mantuvo erguida a pesar de los avatares del tiempo y de los desastres naturales provocados principalmente por las inundaciones. A cada ruina le sobrevenía una reconstrucción; donde la voluntad de los gobernadores de entonces, imprimieron su carácter y entereza ante la desolación. A más de 150 años de concluido el edificio que hoy subsiste, sus muros nos ofrecen lecturas sólidas de sus transformaciones, restauraciones y agregados; resguardando en ellos, la historia de sí mismo y de la ciudad, pero no lo hace sólo en su memoria de piedra, sino en los documentos escritos del Archivo Histórico Municipal que en él se protegen. Y qué decir del acervo de objetos culturales cuyo carácter histórico tienen su sitio en los espacios del Museo. Sitio palpable de vida cada vez que alguien cruza por sus umbrales Inmueble que nos brindó la posibilidad de leer su historia bajo distintas miradas, sin abandonar por ello, la verdad que pretende mostrar.

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Citas Bibliogràficas

16. León, op. cit., p. 92.

1. Aunque también sería un error ignorarlo; pues a través del análisis arquitectónico se observan las transformaciones no sólo físicas de su estructura, sino los cambios políticos, económicos y sociales que se observan en tales modificaciones

17. Idem.

2. 20 de septiembre de 1596. Archivo Histórico Municipal (en adelante AMM), Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1596/001.

20. Idem.

3. Idem.

22. Vara = 83.4 cm.

4. Alonso de León, “Relación y discursos del descubrimiento, población y pacificación de este Nuevo Reino de León; temperamento y calidad de la tierra. 1649”, en Historia de Nuevo León, estudio preliminar y notas de Israel Cavazos Garza, Monterrey, Universidad de Nuevo León, 1961, p. 64.

23. Hechizo = Agregado.

5. 1 de enero de 1626. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1626/001. 6. 24 de agosto de 1626. Ibid., exp. 1626/003. 7. 2 de agosto de 1626. Ibid., exp. 1626/002. 8. AMM, Civil, Vol. 7, Exp. 6. 9. León, op. cit., p. 92. 10. AMM, Causas Criminales, vol. 2, exp. 28. 11. León, op. cit., p. 92. 12. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1643/001. 13. Ibid., exp. 1643/012. 14. Idem. 15. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1643/014

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18. AMM, Civil, Vol. 7, Exp. 6. 19. Idem.

21. Idem.

24. Boleadas = Echadas. 25. Tirante. “Madero horizontal de una armadura de tejado que se coloca para impedir la separación de los pares”. Vocabulario Arquitectónico Ilustrado, México, Secretaría del Patrimonio Nacional, 1975, p. 422. En techos inclinados, el empuje puede ser considerable, por lo que se colocan otras vigas, los tirantes, uniendo horizontalmente los estribos de los dos lados a fin de contrarrestar los empujes opuestos que se producen en ambos apoyos. Estas vigas, que se suelen colocar apareadas, son de notable mayor tamaño que los pares y nudillos (hablan de un alfarje), pues además de tener que trabajar a tracción deben soportar su propio peso con una gran separación entre apoyos. Para reducir ésta se disponen piezas empotradas funcionando como ménsulas, que se denominan canes o asnados y cuyas cabezas o extremos libres se decoran con formas geométricas, zoomórficas o con cabezas humanas. 26. En construcción, se denomina can a la cabeza de la viga que asoma al exterior y soporta la cornisa o alero. Como evolución de esta acepción, el término también puede ser usado para designar la pieza voladiza -de cualquier material- que soporta los extremos de una cubierta o un dintel. Originariamente, el can es usado en economía de medios como elemento constructivo para soportar la cornisa aprovechando la propia viga que sustenta el tejado.


Monterrey: origen y destino

Pero su forma evolucionó para ser empleado como elemento meramente decorativo hasta el punto de perder su utilidad primitiva, pasando a ser una pieza exenta no portante. Ello derivó en numerosas formas escultóricas, sirviendo para auxiliar el soporte o simplemente para embellecer las cubiertas exteriores e interiores, o los dinteles de los vanos. 27. Azuela: Hacha. 28. Solera. “Pieza de madera colocada horizontalmente, sobre la que asientan otras piezas verticales o inclinadas”. Vocabulario…, op. cit., p. 398. 29. Tejamanil: “Tabla delgada de madera que se coloca como teja en los techos de las casas”. Ibid., p. 410. 30. Terrado: “Sistema constructivo, de cerramiento, que consiste en colocar, sobre la viguería, una cama de tabla o tejamanil, encima de ésta, una cama de tierra o cal, ya sea para formar piso o azotea”. Ibid., p. 420. 31. El salitre es una mezcla de nitrato de sodio y nitrato de potasio. La tierra salitre que menciona no es una elección fortuita, este tipo de tierra no permite el crecimiento de las plantas. El recubrimiento debió ser de cal y arena. 32. Tapia: “Cada uno de los trozos de pared que de una vez se hacen con tierra arcillosa, amasada y apisonada, dentro de una horma”. Vocabulario…, op. cit., p. 406. 33. Pretil: Se usa también como antepecho, es una pared “que se coloca en un lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer”. Ibid., pp. 32-33. 34. Morillo: “Larguero o viga, generalmente rolliza, sobre la que se clavan las tablas que forman el techo de construcciones rústicas”. Ibid., p. 308. 35. Embebido: encajado o empotrado.

36. Umbral. “Parte inferior de la puerta, contrapuesta al dintel o madero atravesado en lo alto de un vano para sostener el muro que hay encima”. Vocabulario…, op. cit., p. 446. 37. Almena. Son pequeños pilares salientes colocados de trecho en trecho; su función principal originalmente fue defensiva y con el tiempo se convirtió en elemento ornamental. Ibid., p. 24. 38. Cepo. Instrumento hecho de dos maderos gruesos, que unidos forman en el medio unos agujeros redondos, en los cuales se aseguraba la garganta o la pierna del reo, juntando los maderos. 39. AMM, Civil, Vol. 7, Exp. 6. 40. Se insertan tanto la paleografía de la memoria de obra como la reconstrucción del plano para facilitar a los interesados el análisis de los espacios de las Casas Reales de 1653 y permite que los documentos originales se conserven en el estado que hoy día observan. 41. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10. 42. Israel Cavazos Garza, El muy ilustre Ayuntamiento de Monterrey desde 1596, Monterrey, Imprenta Ríos, 1953, tercera ilustración, entre pp. 14 y 15. 43. Juan Roberto Zavala, La vivienda en la Historia de Nuevo León, Monterrey, Grafo Print Editores, 1997, p. 34. 44. La historia de estas casas son tratadas ampliamente en el capítulo III. 45. Está considerando el ancho de los portales. Cavazos, op. cit., p. 13. 46. Idem. 47. AMM, Causas Criminales, vol. 8, exp. 105.

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48. 24 de septiembre de 1661. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1661/004. La “Chancaca” es “piloncillo, azúcar prieta”. Carlos Montemayor, Diccionario del náhuatl en el español de México, México, UNAM-Gobierno del Distrito Federal, 2007, p. 37. 49. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1668/002. 50. Ibid., exp. 1671/003. 51. Idem.

67. Ibid., exp. 1683/005. 68. Idem. 69. AMM, Civil, vol. 22, exp. 5, folio 11. 70. AMM, Actas de Cabildo, vol. 002, exp. 1705/002. 71. Ibid., exp. 1730/002. Nota: El documento encuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1. 72. Ibid., exp. 1730/003. Nota: El documento encuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

52. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10. 53. Idem.

73. Ibid., exp. 1732/003. Nota: El documento encuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

54. Idem.

74. Idem.

55. Idem.

75. Ibid., exp. 1737/002. Nota: El documento encuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

56. Cavazos, op. cit., p. 14. 76. Ibid., exp. 1739/001. 57. 8 de agosto de 1664. AMM, Actas de Cabildo, exp. 1664/12. 58. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10, folio 15. 59. Ibid., folio 16. 60. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10. 61. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1672/001.

77. AMM, Civil, vol. 70, exp. 7. 78. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Ayuntamiento-Obras Públicas, vol. 28, exp. 1, f. 3. Se encuentra una copia en: AMM, Civil, vol. 124, exp. 22. Maldonado refiere equivocadamente que la inundación ocurrió en 1782. La inundación tuvo lugar 30 años atrás. Carlos Pérez-Maldonado, La ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, Monterrey, Impresora Monterrey, 1946, p. 120.

62. Ibid., exp. 1678/001. 79. AMM, Civil, vol. 82, exp. 5, f. 1. 63. Ibid., exp. 1681/001. 80. Idem. 64. AMM, Principal, vol. 4, exp. 12. 65. Idem. 66. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1682/003.

130

81. Lydia Espinoza Morales, “Un asentamiento fronterizo: Monterrey en 1767”, en ACTAS, Universidad Autónoma de Nuevo León, Vol. II, No. 3, enero-junio de 2003, pp. 72-75.


Monterrey: origen y destino

82. AMM, Protocolos, vol. 18, exp. 1, folio 91, No. 49.

98. AMM, Protocolos, vol. 9, exp. 1, folio 167 No. 50.

83. Gobernó el Nuevo Reino de León de 1773 a 1781.

99. Donado por Francisco Alejo de Treviño. AMM, Protocolos, vol. 10, exp. 1, folio 245 No. 149.

84. AGN, Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7, f. 231v. Véase también: AMM, Correspondencia, vol. 120, exp. 3, f. 24.

100. AMM, Actas de Cabildo, vol. 002, exp. 1794/003. 101. AMM, Misceláneo, vol. 1ª, exp. 1, folio 8.

85. AMM, Correspondencia, vol. 118, exp. 72. 86. El 20 de marzo de 1790. AGN, Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7, f. 231v.

102. Las cursivas son nuestras. AGN, Presidios y cárceles, Vol. 31, Exp. 7, f. 259. 103. AGN, Provincias Internas, vol. 196, f. 40.

87. AMM, Actas de Cabildo, vol. 002, exp. 1776/001. 88. AGN, Ayuntamiento-Obras Públicas, vol. 28, exp. 1, fs. 3-3v. Ver también: AMM, Correspondencia, vol. 123, exp. 16.

104. Ibid., f. 40v. 105. AGN, Presidios y cárceles, Vol. 31, Exp. 7, f. 259v. 106. Ibid., f. 260.

89. AMM, Correspondencia, vol. 124, exp. 2, folio 1. 90. Pérez-Maldonado, op. cit., p. 121. 91. Ibid., pp. 94-95. 92. Cavazos, op. cit., cuarta ilustración, entre pp. 18 y 19.

107. El 8 de noviembre de 1634, Juan López dispuso ser enterrado “en el monasterio del señor San Francisco de Monterrey” de cuya “cofradía del Santísimo Sacramento es hermano”. AMM, Protocolos, vol. 4, exp. 1, folio 1. 108. Es decir, hacia el Norte, por ser ladera el terreno donde estaban construidas las Casas Reales. Dicho declive era más evidente que en la actualidad.

93. Ibid., p. 18. 94. AMM, Correspondencia, vol. 124, exp. 2, folio 1.

109. AMM, Protocolos, vol. 3, exp. 1, folio 49, No. 31. 110. Idem.

95. Idem. 111. Es decir, las 24 horas del día. Idem. 96. AGN, Arzobispos y obispos, vol. 10. 97. Mencionada en 1822 cuando se gasta para “un cubo de vaqueta para la noria y una reata para ella. AMM, Correspondencia, vol. 9, exp. 59, folio 12

112. Las cursivas son mías. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1664/12. 113. Tan importantes eran que, hacia 1794, el arzobispo de México Alonso conde de Revillagigedo, al extinguir muchas de las cofradías que existían

131


El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

en ese año mandó “que con los bienes de ellas que son cerca de 2000 cabezas de ganado lanar se erijan conforme a la Ley de Indias las Cofradías del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas que son las principales que debe haber en cada parroquia”. AGN, Cofradías y Archicofradías, vol. 18, exp. 7, f. 275. Citado por: Alicia Bazarte Martínez, Las cofradías de españoles en la ciudad de México (15261869), México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1989, p. 144.

primitivo de la Iglesia que se instituyó, se observa y cuida que ningún fiel muera sin este Sacramento. Se llama cena, porque Cristo Señor nuestro lo instituyó en la última cena. Tiene otros infinitos títulos”. Antonio Lobera y Abio, El Por qué de todas las ceremonias de la Iglesia y sus misterios, Madrid, Imprenta Real de la Gazeta, 1770, pp. 487-488. 119. Diccionario… op. cit., p. 530. 120. Bazarte op. cit., p. 84.

114. Existía en la iglesia parroquial otra cofradía de las Ánimas del Purgatorio, y ésta debió estar instituida para misas de españoles. 115. La lámpara consistía “generalmente en un recipiente colgante de vidrio, lleno de aceite de olivo, en que flota una mecha ardiendo, y se usan en la Iglesia Católica en señal de honor”. Diccionario Enciclopédico de la Fe Católica, México, JUS, 1980, p. 334. 116. Bazarte, op. cit., p. 151. 117. Diccionario… op. cit., p. 527. 118. “Le llaman con muchísimos epítetos, porque no se puede explicar con un nombre tanta grandeza. Se dice Eucharistía, nombre Griego, y simboliza lo mismo, que buena gracia o acción de gracias. Se dice buena gracia, porque contiene a Cristo Señor nuestro, que es la fuente y actor de toda la gracia. Se dice acción de gracias, porque Cristo Señor nuestro al instituir este Divino Sacramento dio gracias a su Eterno Padre; porque en este Sacramento todos los días se dan gracias a Dios por los beneficios recibidos. Se llama Sacrificio, porque en él se ofrece a Cristo, y se sacrifica al Eterno Padre su amantísimo Hijo. Se llama Sinaxis, que es lo mismo que Comunión, porque por la Eucaristía nos hacemos participantes del Cuerpo y Sangre de Cristo. Se llama Sacramento de Caridad, porque por él se une el hombre con Cristo, y con sus miembros; es a saber, con los fieles, y se hace un cuerpo con ellos. Se llama Viático, porque es el manjar espiritual de todos y especialmente de los enfermos, por lo que, desde lo

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121. Diccionario… op. cit., p. 233. 122. Alicia Bazarte Martínez y Clara García Ayluardo, Los costos de la Salvación. Las cofradías y la ciudad de México (siglos XVI al XIX), México, CIDEInstituto Politécnico Nacional-Archivo General de la Nación, 2001, p. 147. 123. Bazarte, Las cofradías… op. cit., p. 141. 124. Víctor Mínguez, “La Monarquía humillada. Un estudio sobre las imágenes del poder y el poder de la imágenes”, en RELACIONES, México, El Colegio de Michoacán, Vol. XX, No. 77, Invierno, 1999, p. 132. 125. Ubicada al nororiente del Museo Metropolitano de Monterrey, en la actual esquina de Zaragoza y Corregidora. 126. AMM, Protocolos, vol. 12, exp. 1, folio 142 No. 60. 127. Idem. 128. Idem. 129. En ella fundó una capellanía de 2,500 pesos para que su hermano Juan de Treviño se ordenase como clérigo. El acceso principal estaba al Oriente, frente a la calle que daba a la plaza Mayor, al Sur con el callejón llamado “del Palacio” y al Norte con la calle Real. AMM, Protocolos, vol. 11, exp. 1, folio 350, No. 135.


Monterrey: origen y destino

130. Idem.

144. AGN, Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7, fs. 232-232v.

131. Idem. 145. AMM, Civil, vol. 176, exp. 9. 132. Tales cuartos estaban tasados en setecientos pesos. AMM, Protocolos, vol. 13, exp. 1, folio: 402v No. 185.

146. Idem. 147. Idem.

133. AMM, Protocolos, vol. 9, exp. 1, folio 227 No. 81. 134. Mayordomo en 1692. AMM, Protocolos, vol. 5, exp. 1, folio 76 No. 32.

148. Idem. “el subrrayado es nuestro”. 149. Idem. 150. Idem.

Mayordomo en 1694. Idem, folio 133 No. 72. Mayordomo en 1695. Idem, folio 155 No. 85. 135. Un síndico es un administrador. AMM, Civil, vol. 22, exp. 5, folio 16. 136. AMM, Protocolos, vol. 16, exp. 1, folio 111 No. 38.

151. AMM, Protocolos, vol. 24, exp. 1, folio 35v No. 18. 152. AMM, Protocolos, vol. 28, exp. 197. 153. AMM, Correspondencia, vol. 14, exp. 12. 154. 25 de octubre de 1824. Idem.

137. Días después Joaquín Martínez murió dejando una deuda a la cofradía del Santísimo Sacramento. Idem, folio 107v No. 36. 138. Plano citado en: Espinoza, op. cit., pp. 72-75. 139. Jaime Ángel Morera y González, Pinturas Coloniales de Ánimas del Purgatorio, México, UNAM, 2001, p. 58.

155. AMM, Protocolos, vol. 33, exp. 59. 156. 23 de agoto de 1827. AMM, Misceláneo, vol. 4, exp. 16, folio 204. 157. AMM, Protocolos, vol. 34, exp. 20. 158. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1825/089.

140. Ibid., p. 78. 159. AMM, Misceláneo, vol. 3, exp. 9, f. 12. 141. En primeras nupcias con Josefa Caballero de los Olivos y en segundas nupcias con Leonor Gómez de Castro. 142. AMM, Protocolos, vol. 20, exp. 1, folio 123v No. 78. 143. Erróneamente atribuido al franciscano Cristóbal Bellido y Fajardo. Mapoteca Orozco y Berra.

160. 10 de noviembre. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1845/076. 161. 10 de abril de 1851. AMM, Actas de Cabildo, vol. 030, exp. 1851/033. 162. Nació en Providence, Rhode Island, Estados Unidos, el 16 Junio de 1801; fue muerto en Veracruz,

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

México, el 22 de Marzo de 1847. Tanto la litografía como la información sobre el capitán John R. Vinton nos fue proporcionada amablemente por nuestro buen amigo Amehd Valtier.

180. AMM, Correspondencia, vol. 14, exp. 11. 181. Idem. 182. Ibid., exp. 13.

163. Agradezco a Ahmed Valtier el envío de esta imagen. 164. Daniel Powers Whiting nació el 31 de julio de 1808 en Kentucky. Murió en Washington, D. C. el 2 de agosto de 1892. 165. AMM, Actas de Cabildo, vol. 003, exp. 1814/052. 166. Ibid., exp. 1814/056. 167. Ibid., exp. 1815/002.

183. AMM, Misceláneo, vol. 4, exp. 10, folio 111. 184. AMM, Correspondencia, vol. 18, exp. 15, folio 168, folio 168. 185. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1828/038. 186. AMM, Correspondencia, vol. 23, exp. 10 y 24. 187. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1829/072.

168. Ibid., exp. 1815/014. 169. Ibid., exp. 1815/032.

188. AMM, Correspondencia, vol. 28, exp. 32, folio 1.

170. Ibid., exp. 1818/012.

189. AMM, Misceláneo, vol. 7, exp. 17, folio 3.

171. Ibid., exp. 1818/015.

190. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1831/032.

172. Ibid., exp. 1818/016. 191. Ibid., exp. 1831/038. 173. Ibid., exp. 1818/020. 192. Ibid., exp. 1831/045. 174. AMM, Correspondencia, vol. 7, exp. 8, folio 2. 175. AMM, Actas de Cabildo, vol. 003, exp. 1821/056. 176. AMM, Misceláneo, vol. 2, exp. 13, folio 118. 177. Ibid., exp. 7, folio 66 y 67. 178. AMM, Protocolos, vol. 34, exp. 20. Con mayor claridad podrá leerse en el capítulo III. 179. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1825/055.

134

193. Ibid., exp. 1831/049. 194. 33 pesos produjeron. Ibid., exp. 1831/053. 195. AMM, Misceláneo, vol. 9, exp. 13, folio 30 . 196. AMM, Correspondencia, vol. 38, exp. 12, folio, 2. 197. AMM, Misceláneo, vol. 93, exp. 8. 198. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1836/048.Las cocinas eran sitios donde se vendían


Monterrey: origen y destino

alimentos preparados y éstas se encontraban al Norte.

214. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1833/015.

199. Ibid., exp. 1836/027.

215. Ibid., exp. 1835/046.

200. Ibid., exp. 1836/014.

216. Ibid., exp. 1836/048.

201. Idem.

217. Ibid., exp. 1834/022.

202. AMM, Correspondencia, vol. 65, exp. 17, folio 3.

218. Ibid., exp. 1835/018. 219. Idem.

203. AMM, Protocolos, vol. 42, exp. 5. 220. Idem. 204. Durante el siglo XIX, la Plaza del Mercado mudó su nombre al sitio donde después se levantaría el Mercado Colón o Parián, sitio que también alguna vez llevó el nombre de Plaza de la Carne.

221. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1835/019. 222. Ibid., exp. 1841/078.

205. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1836/037. Cajón bastante grande en comparación con uno del mercado de la “Plaza del Volador” de la ciudad de México en esos mismos años, pues medían en promedio dos metros cuadrados. María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López, Dos mercados en la historia de la ciudad de México, México, INAH, (Col. Divulgación), 1990, p. 201.

223. AMM, Civil, vol. 242, exp. 13. 224. AMM, Misceláneo, vol. 21, exp. 2, f. 11. 225. AMM, Actas de Cabildo, vol. 29, exp. 1850/004. 226. Ibid., exp. 1850/046.

206. AMM, Actas de Cabildo, vol. 003, exp. 1816/020.

227. AMM, Misceláneo, vol. 21, exp. 4, folio 25.

207. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1825/078.

228. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1845/062.

208. AMM, Misceláneo, vol. 3, exp. 9, f. 12.

229. AMM, Misceláneo, vol. 21, exp. 10.

209. AMM, Correspondencia, vol. 33, exp. 5, folio 26. 210. Ibid., folio 27.

230. Ibid., exp. 14, folio 2 y 26. 231. AMM, Correspondencia, vol. 21, exp. 14, folio 26.

211. AMM, Civil, vol. 227, exp. 21. 212. Idem. 213. Idem.

232. Cavazos, op. cit., p. 21. Su fuente es AMM, Civil, 1847, “varios asuntos”, exp. 7; sin embargo, ahí no hay referencia alguna al tema del incendio, lo que lo vuelve poco confiable. El expediente que cita está en el vol. 249.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

233. AMM, Misceláneo, vol. 22, exp. 4, folio 16; y Misceláneo, vol. 23, exp. 1, folio 9.

251. Ibid., exp. 1851/037. 252. Idem.

234. AMM, Actas de Cabildo, vol. 26, exp. 1847/008. El deterioro de los techos que se sufrían en las piezas principales de las casas consistoriales, también se sufrían al Norte de ellas, al grado de haberse colapsado.

253. Ibid., exp. 1851/038. 254. Ibid., exp. 1851/043. 255. Idem.

235. Ibid., exp. 1847/017. 256. Ibid., exp. 1851/044. 236. Ibid., exp. 1847/018. 257. 27 de mayo de 1851. Ibid., exp. 1851. 237. Ibid., exp. 1847/021. 258. 9 de junio de 1851. Ibid., exp. 1851. 238. Ibid., exp. 1847/019. 259. 16 de junio de 1851. Ibid., exp. 1851. 239. Ibid., exp. 1847/022. 260. Ibid., exp. 1851/062. 240. AMM, Civil, vol. 249, exp. 9. 261. Ibid., exp. 1851/063. 241. Ibid., exp. 13. 262. Ibid., exp. 1851/067. 242. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1848/020.

263. Ibid., exp. 1851/084.

243. AMM, Misceláneo, vol. 97, exp. 31.

264. AMM, Actas de Cabildo, vol. 31, exp. 1852.

244. AMM, Misceláneo, vol. 24, exp. 17, folio 59.

265. Ibid., exp. 1852/009.

245. Robert H. Ferrell, Ed., Monterrey is ours!. The Mexican War Letters of Lieutenant Dana. 18451847, Kentucky, The University Press of Kentucky, 1990, p. 148.

266. Ibid., exp. 1852. El 22 de enero se anunciaba que el costo del plano eran 70 pesos. 22 de enero de 1852. Ibid., exp. 1852. 267. Ibid., exp. 1852/016.

246. AMM, Actas de Cabildo, vol. 30, exp. 1851/016.

268. Ibid., exp. 1852/017.

247. Ibid., exp. 1851/021.

269. Ibid., exp. 1852.

248. Es posible que se refirieran a Antonio Salas.

270. 18 de marzo de 1852. Ibid., exp. 1852.

249. AMM, Actas de Cabildo, vol. 30, exp. 1851/023.

271. Ibid., exp. 1852/049. 272. Ibid., exp. 1852/054.

250. Ibid., exp. 1851/033.

136


Monterrey: origen y destino

273. Ibid., exp. 1852/055.

291. AMM, Actas de cabildo, vol. 999, exp. 1872/001.

274. Ibid., exp. 1852/075. 292. Ibid., 1872/026. 275. Ibid., exp. 1852/076. 293. Ibid., exp. 1877/043. 276. AMM, Actas de Cabildo, vol. 32, exp. 1853/015.

294. 23 de febrero de 1880. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1880/009.

277. Ibid., exp. 1853/018. 295. AMM, Civil, vol. 324, exp. 12. 278. Ibid., exp. 1853/020. 296. Idem. 279. Ibid., exp. 1853/021. 280. Se refiere al diseño del remate. Ibid., exp. 1853. 281. Ibid., exp. 1853/028. 282. Ibid., exp. 1853/030. 283. “Muy Ilustre Ayuntamiento, 1853”.

297. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1879/037. 298. AMM, Civil, vol. 324, exp. 11. Aunque en abril de 1880 aparece un acta donde se menciona que faltaba cerrar el segundo piso del Palacio Municipal. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1880/018. 299. AMM, Civil, vol. 324, exp. 12 y Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1879/054.

284. AMM, Actas de Cabildo, vol. 32, exp. 1853/041.

300. AMM, Civil, vol. 324, exp. 11.

285. Jueves 1 de septiembre de 1853.

301. Pérez-Maldonado, op. cit., p. 255.

286. José Sotero Noriega, “Monterrey”, en Apéndice al Diccionario Universal de Historia y de Geografía, Coor. Manuel Orozco y Berra, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, tomo II, IX de la obra, 1856, p. 884.

302. AMM, Civil, vol. 337, exp. 15.

287. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1854/004.

305. Idem, exp. 1.

288. AMM, Misceláneo, vol. 34, exp. 6, folio 9.

303. Idem. 304. Idem.

306. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1883/005; y AMM, Civil, vol. 337, exp. 15. 307. AMM, Civil, vol. 337, exp. 15.

289. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1857/010.

308. Idem.

290. Pérez-Maldonado, op. cit., p. 255.

309. Idem. 310. Idem.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

311. Idem.

326. Ibid.

312. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1883/034; y Civil, vol. 337, exp. 15.

327. Directorio de la ciudad de Monterrey, Monterrey, 1901, p. 93.

313. AMM, Civil, vol. 349, exp. 46.

328. Reyes, op. cit., p. 180.

314. Idem.

329. El pago que recibiría por dicho trabajo sería de 300 pesos, AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1853, fs. 53v-54.

315. Archivo General del Estado de Nuevo León, Memoria del general Bernardo Reyes (1903-1907), Monterrey, tomo II, Anexo No. 651 Bis, p. 271. 316. Arturo Berruelo González, Diccionario Bibliográfico de Coahuila, Saltillo, Gobierno del Estado de Coahuila, 1999, p. 180.

330. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1874/029. 331. AMM, Civil, Vol. 408, Exp. 70. 332. Idem.

317. Alfonso Reyes Aurrecoechea, en “Artistas de la Provincia. Don Eligio Fernández”, en Armas y Letras, Monterrey, No. 3, 30 de marzo de 1946, p. 3. 318. Idem. 319. Idem. 320. Ignacio Montes de Oca y Obregón, Sermón que en la solemne bendición de la Iglesia de Nuestra Señora del Roble de Monterrey, predicó el ilustrísimo Sr. Dr. y maestro don Ignacio Montes de Oca y Obregón, obispo de Linares, el día 8 de septiembre de 1884, Monterrey, Impresora de Antonio Sada, calle de Abasolo, No. 36, 1884, p. 11.

333. Actualmente las láminas se encuentran desprendidas del documento original, éstas se encuentran en custodia bajo la actual dirección del Archivo, previniendo su extravío. 334. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1899/047. 335. José P. Saldaña, Historia y tradiciones de Monterrey, Monterrey, Impresora Monterrey, S. A., 1943, p. 6. 336. AMM, Civil, vol. 397, exp. 8. 337. En el mercado principal de San Luis Potosí todavía es posible observar estas alacenas en uso.

321. Reyes, op. cit., p. 3 322. Obra que fue propiedad de Amado Fernández y posteriormente de Carlos Pérez Maldonado. Idem.

338. El fechamiento de la foto entre esos dos años se debe a que tenemos el registro de una postal con esa misma imagen enviada en noviembre de 1903.

323. Idem. 324. Pertenece al acervo del museo del Obispado y está expuesta en comodato en el Museo del Palacio de Gobierno. 325. Monterrey en 400 fotografías, Monterrey, MUCA, 1996, p. 99.

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339. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1877/043. 340. “Anécdotas y sucesos en Monterrey”, en Álbum de Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Monterrey, N. L., Monterrey, director J. Flor Navarro, editor J. A. Cruz, 1946, s/p.


Monterrey: origen y destino

341. José Ángel Anguiano Martínez, Historia de las Casas Reales, Monterrey, manuscrito inédito, 2008, p. 17.

356. AMM, Misceláneo, vol. 7, exp. 7, folio 3; y Correspondencia, vol. 31, exp. 1, folio 78. 357. AMM, Misceláneo, vol. 9, exp. 13, folio 6.

342. Idem. 343. En la esquina de la Plaza de Hidalgo y Corregidora, nombre impuesto en el año de 1924, llamada anteriormente Doctor Noriega. Jorge Pedraza Salinas, Monterrey entre montañas y acero, Monterrey, Villacero, 1996, p. 143. 344. Enrique Espino Barros Robles, El Monterrey de mi niñez, adolescencia y juventud (1930-1950), Monterrey, CONARTE-CONACULTA, 2007, p. 116. 345. Ibid., 119. 346. Para una mayor información sobre los timbres fiscales, se recomienda consultar esta misma obra. Ibid., pp. 119-120. 347. Ibid., 121 348. Ibid., pp. 121-122. 349. Saldaña, op. cit., p. 6. 350. Anguiano, op. cit., p. 18. y Roberto Jorge Rodríguez, Las Antiguas Casas Reales. Anecdotario, Monterrey, Oficio, 2002, p. 19. 351. Anguiano, Ibid., p. 19. 352. Tercer informe de la Administración Municipal de Monterrey (1980-82) del Presidente Municipal Pedro F. Quintanilla, Monterrey, 1982, p. 38. 353. Hernando Garza, “Antiguo Palacio será Museo de Historia”, en El Norte, 13 de julio de 1987. 354. AMM, Correspondencia, vol. 9, exp. 59, folio 12.

358. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1890/046. 359. AGENL. Informe de Gobierno del Lic. Genaro Garza García 1877-1879. Anguiano, op. cit., p. 13. 360. México, el país del porvenir. Nuevo León (19221923), Monterrey, Gobierno de Nuevo León-Secretaría de Educación-INAH-UANL, 2008, pp. 77. 361. “Historia Comercial de Monterrey”, en Álbum de Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Monterrey, N. L., Monterrey, director J. Flor Navarro, editor J. A. Cruz, 1946, s/p. 362. Anguiano, op. cit., p. 18. 363. Monterrey en un año de gobierno 1936-1937, bajo el Ayuntamiento presidido por el coronel Leopoldo Treviño Garza, Monterrey, Talleres Gráficos de la Impresora Monterrey, S. A., 1938, p. 22. 364. Ibid, p. 22. 365. Idem. La fuente fue reubicada en la plaza Gral. Francisco Murguía, creada en 1937 por la construcción de un “kindergarten en la colonia Asarco, barrio eminentemente obrero […], lleva el nombre de General de División Francisco Murguía, glorificando así a uno de los más conspicuos coahuilenses iniciadores de la revolución”. Ibid, p. 20-21. La plaza estaba circundada por las calles Progreso, Gustavo A. Madero, Lerdo de Tejada y Emilio Carranza; al norte, sur, oriente y poniente (1948). AMM. Sección Informes Municipales. Informe del C. Presidente Municipal Félix González Salinas 1946-1948. 366. Monterrey, op. cit., p. 22.

355. AMM, Causas Criminales, vol. 44, exp. 1036.

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367. Nota del periódico “El Tiempo”, citado en: Monterrey…, op. cit., p. 27. 368. Ibid., p. 23. 369. “Faro del Comercio”, en Atisbo, Monterrey, Impreso en Sistemedios, Año 1, No. 5, noviembrediciembre de 2006, pp. 5-12. 370. Anguiano, op. cit., p. 20. 371. Ibid., p. 21. 372. Ibid., p. 22.

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Monterrey: origen y destino

ANEXO I Año de 1784 Representación del Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reino de León sobre reedificación de Casas Reales. Archivo General de la Nación. Ayuntamiento-Obras Públicas, vol. 28, exp. 1. (f. 2) Año de 1784 Representación del Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reino de León sobre reedificación de Casas Reales.1 (f. 3) Excelentísimo Señor México, 31 de marzo de 1784. Al Señor fiscal de lo Civil. Señor, el Justicia, Cabildo y Regimiento de esta ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, precisado de las indigencias de ella, hace presente a la Superioridad de Vuestra Excelencia, que el año de [17]52 del presente siglo con las irrupciones de las copiosísimas aguas que casi la inundaron, padeció en sus edificios tanta ruina que para reestablecerse en parte, quedaron sus facultades y las de todos sus habitantes tan demeritadas, que aún subsisten sin vigor expedito, para contribuir al remedio. Los propios de la ciudad son en el día tan limitados, que sólo alcanzan a ciento y cincuenta pesos anuales, y el fondo que los produce, empeñado para la erección de una casa con algunas oficinas que pueden servir de cárcel para delincuentes distinguidos, y de cuartel para que la tropa franca logre alguna comodidad; pero para (f. 3v) finalizar esta obra y que se fabriquen en ella Altos para Casas Reales, y decente habitación de los gobernadores comandantes de esta Provincia, ni para subvenir al desempeño de otras obligaciones y cargas que debe reportar la ciudad, carece este Cabildo de todo arbitrio; por lo

que ocurre al vigilantísimo celo de Vuestra Excelencia que en cuanto conduce a la pública utilidad en servicio de Dios y del Rey, es universalmente aclamado, suplicando a su distinguida piedad se digne concederle gabelar2 las cabezas de ganado de matanza que se cría y vende en esta Provincia en una cuartilla más del valor en que se efectuare la venta de cada una, cuyo producto según arreglado cómputo ascenderá a dos mil y quinientos pesos anuales, y que esta moderada pensión cuasi insensible, así a los vendedores como a los compradores, se establezca para propios de esta ciudad perpetuamente, o por el tiempo limitado que fuere del agrado de Vuestra Excelencia, con cuyo auxilio podrá ocurrir a los expresados fines y sostener los esplendores que le corresponden y a que parece justo contribuyan los [que] se interesan tanto en los esquilmos de la Provincia […] cuya gracia espera la benignidad y justificación (f. 4) de Vuestra Excelencia, cuya importante vida conserve la majestad divina por muchos años para el bien y felicidad de esta Nueva España. Monterrey, 6 de marzo de 1784. Firmas Vicente González Santianes; José Alejandro de Uro y Campa, alcalde ordinario; José Froylán de Mier Noriega, alcalde ordinario; José Joaquín Canales, regidor alférez real; Manuel de Sada, regidor contador de menores; Pedro José de Elizondo, procurador general. Excelentísimo Sr. Virrey y Cap. Gral. Don Matías de Gálvez (f. 4v) Excelentísimo Señor El fiscal de lo Civil dice que por las leyes (f. 5) y ór-

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denes novísimas que las mandan guardar, está dispuesto que no se de curso a constancia ni pretensión alguna, que no venga en el papel que corresponde. En esta atención y que la presente del Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey contiene este defecto, Vuestra Excelencia se [ha] de servir mandar que no se le de curso. México 2 de abril de 1784.

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ANEXO II Sobre construcción de cárcel y casas reales (1790-1796) Archivo General de la Nación. Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7. (f. 230) Sobre construcción de cárcel y casas reales3 (f. 231) Excelentísimo Señor Desde el año de [17]52, del siglo presente, en que una inundación acaecida en esta ciudad arruinó las Casas Reales y cárcel de ellas, no han podido reedificarse por faltas de fondos de propios; pues aunque de pocos años a esta parte tiene el solo haber de ciento y cincuenta pesos anuales de arrendamiento de tierras y aguas, éstos están paulatinamente cubriendo el costo que causó la misma saca de la acequia y caídos de ella que como nueva padecen muchos. Pulsando este inconveniente y teniendo a la vista la notoria y sensible falta de cárcel y casas Reales hizo representación a ese superior gobierno mi antecesor el coronel don Melchor Vidal de Lorca y Villena pidiendo arbitrios para el efecto, y el excelentísimo señor bachiller […] Antonio María Bucareli y Ursúa, virrey que fue de esta Nueva España tuvo a bien mandarle (f. 231v) expedir orden con fecha de 26 de octubre de [17]76, a conformidad de lo pedido por el señor fiscal para que con mayor prudencia, suavidad y blandura reglase un repartimiento entre los individuos de esta Provincia que fuese bastante al logro de su solicitud, previniéndole llevar individual cuenta del acopio de estas cantidades, distribución en la obra y que de ello diese aviso a esa superioridad para en caso necesario tomar otras providencias. No se puso en práctica la dictada en tales circunstancias en aquél tiempo por advertirse se hallaba esta Provincia respirando inconsolable las pérdidas

de vidas y saqueo de bienes que continuamente le causan los insultos de los indios bárbaros y hallándose en iguales términos en el día sucede lo mismo sin humano remedio tanto por esta causa como por las hambres que se han experimentado y actualmente se padecen por las escaseses de aguas de que ha provenido la falta de semillas. Continuada la justa pretensión de fábrica de casas Reales y cárcel se ocurrió (f. 232) por este ilustre cabildo a ese superior gobierno el año pasado de [17]85 proponiendo el arbitrio de que se grabase en una cuartilla cada cabeza de ganado menor del que produce esta Provincia al tiempo de su venta; y la Real Audiencia Gobernadora en superior despacho de 7 de abril del mismo año, declaró no haber lugar a esa pensión por estimar dichos ganados en la clase de primera necesidad; pero previno al Ayuntamiento propusiese otro arbitrio. Y a vista de lo pedido por el señor fiscal de lo civil encargado de lo criminal en el mismo tiempo estrechado de los ocursos hechos por varias Justicias con causas formadas de las fugas de muchos reos por el deterioro y poca seguridad de las cárceles, resolvió que el Justicia de cada partido hiciese vista de ojos de las respectivas cárceles de su jurisdicción con uno o dos peritos juramentados en forma para que declarasen su estado y si necesitaban de algún reparo o reedificio a fin de evitar las fugas (f. 232v) de los reos, previniendo expresasen éstos como facultativos con toda claridad la obra que conviniere deberse hacer y la cantidad de pesos a que ascendiera su costo y que el Juez territorial propusiese los medios y arbitrios de donde pudieran erogarse. Pero encontrando en mi tiempo esta prevención sin efecto y lo que es mas, el visible imponderable daño que se siguen de no tener ni casas Reales en qué ejecutar las Actas Capitulares que los mas días

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se ofrecen, ni cárcel alguna en qué resguardar los reos de todos delitos pues ésta se reduce a una corta pieza y zaguán de tan deplorable constitución que por su debilidad ella misma franquea salida a los delincuentes, y como no hay tropa con qué suprimir los depravados insultos de los transgresores de aquí previene sin disputa su atrevimiento, llegando a tanto que aún habiendo diez soldados arreglados con su cabo que los custodiaba han hecho varias desde el año de [17]86 hasta el de [17]89, cuyas causas se han (f. 233) remitido a la Real Sala, siendo los más prófugos condenados a sentencia de muerte que no se ha ejecutado por su retirada inaveriguable, y ahora últimamente, el día 6 del corriente hicieron fuga a la una de la tarde, cinco reos, hirieron malamente al alcalde o carcelero, de los que sólo pudieron ser habidos tres a esfuerzos de prontas diligencias, siendo uno de los dos fugitivos, reo de muerte por otra que perpetró, y su causa está remitida a la Real Sala. Para remedio pues de tanto mal resultando hasta el día inútiles las solicitudes para la facción de casas Reales y cárcel, y evidente la urgencia de que se verifique aquella, me ha parecido conveniente hacer presente a vuestra excelencia en calidad de propuesta arbitraria, se grave en dos reales cada cabeza de bestia mular de las que en partidas se extraen de esta Provincia para otra, y a bien vendidas o por vender, y que todo fabricante de piloncillo de la misma, contribuya una cuartilla sobre cada un peso (f. 233v) de los que producen su cosecha, lo que a unos y otros no será perjudicial en manera alguna, pues noticiosos de que han de hacer esta exhibición proveerán su reembolso antes de cerrar el trato de la venta del efecto y hecho el acopio puede destinarse no sólo al objeto principal de dichas fábricas, sino que concluidas éstas sirvan de masa o fondo de propios de esta ciudad de que carece en sustancia y tanto necesita para sus constitu[…] atenciones que resultan precisamente en servicio de Dios, del Rey y beneficio del común, para lo cual se nombrarán dos colectores de los más bonificados en su conducta a fin de que se haga la exacción y entrega con toda legalidad dando de las resultas cuenta individual a ese superior gobierno.

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Si este proyecto no tiene lugar y por consiguiente queda frustrada tan justa pretensión, sírvase vuestra excelencia valerse en parte de las regias facultades que le asisten para dictar de qué fondo se saque la importancia de las referidas Casas Reales (f. 234) y cárcel, pues de lo contrario se verán la justicia vulnerada, el público ofendido, los ministros burlados y los reos con mayor descaro y osadía cometerán nuevos insultos de que no se libertarán los mismos jueces a causa de no tener tropa con qué contenerlos, y hacer obedecer sus órdenes. Con este estrecho me veo y para libertarme de la responsabilidad a que seguramente quedaría expuesto para con Dios, el Rey, y el público me ha parecido en obvio de ella ocurrir a la inflexible acreditada justificación de vuestra excelencia para que instruida su alta comprensión en todo lo relacionado dicte y haga (como puede) se ponga en ejecución aquellas providencias que conspiren al intento y considere a estas críticas circunstancias adecuadas. Dios guarde (f. 234v) la importante vida de vuestra excelencia muchos años. Monterrey, 20 de marzo de 1790. Excelentísimo Señor Manuel Bahamonde (Excelentísimo señor virrey Conde de Revillagigedo) (f. 235) He visto cuánto vuestra excelencia expone en consulta de 20 de marzo precedente acerca de construcción de cárcel y Casas Reales y arbitrios con que pide verificarse. Se están solicitando los antecedentes que vuestra señoría cita en ella para proceder con presencia de todo, y oportunamente avisaré lo que se determine, no dudando que mientras llega el caso, dará vuestra


Monterrey: origen y destino

señoría disposiciones convenientes a la seguridad de los reos y a la conclusión de sus causas para darles justo destino y obviar cuidados como los que me representa. Dios. Abril 28 de 1790 Manuel Bahamonde

Excelentísimo Señor Manuel Bahamonde (Excelentísimo señor Conde de Revillagigedo) (f. 238)

(f. 236) Excelentísimo Señor En oficio de 28 del pasado abril se ha dignado vuestra excelencia ver mi consulta de 20 del último marzo, sobre cárcel y Casa Reales, mandando se busquen los antecedentes que cito para resolver, de cuya determinación me avisará, mereciendo a la benignidad de vuestra excelencia no dudar , que en ínterin no se verifica la indicada construcción, dispondré la conclusión de las causas de los reos, dándoles a cada uno el justo destino, único medio, que según percibo, considera vuestra excelencia pueda relevarme de los cuidados que represento: ojala señor excelentísimo, pudiera yo reunir a todos los habitantes de este basto Nuevo Reino de León, para que viendo el ejemplar castigo, que se ejecutará con los reos que encierra la débil cárcel, sirviera de abstraerlos de sus inicuas (f. 236v) maldades, pero como esta reunión es físicamente imposible, y menos lo es aún cuando se verificara el perpetuar en ellos este saludable remedio que sirve de freno a sus excesos cuando la experiencia nos está enseñando que en el mismo día que se pone en ejecución la pena ordinaria de horca, tal vez está entrando en captura otros reos, como los que se han presentado al público, para su escarmiento, en tan funesto espectáculo. Estos sólidos fundamentos me hacen el suplicar a vuestra excelencia, con el debido rendimiento, que tomando el asunto de construcción de cárcel y Casas Reales por uno de los de primera atención, se digne, su bien acreditada integridad, determinar con aquella prontitud, que vuestra excelencia graduare, pueda exigir cuanto he expuesto sobre la materia. Dios guarde la importante vida de vuestra excelencia los muchos años (f. 237) que necesito, y le suplico. Monterrey, 15 de mayo de 1790.

Excelentísimo señor Habiendo representado a vuestra excelencia con fecha de 20 de marzo anterior del año que termina, la vigente necesidad que reporta esta ciudad de Casas Reales en que hacer las juntas y actas capitulares que son indispensables, y cárcel en que asegurar los reos de graves y leves delitos, proponiendo para su efecto, en calidad de arbitrio, se gravase en dos reales cada cabeza de bestia mular que saliesen de partida de esta provincia, ya vendidas o por venderse en otra; y que todo fabricante de piloncillo de la misma, contribuya una cuartilla sobre cada peso de los que produjese su cosecha; se sirvió vuestra excelencia contestarme en 28 de abril del propio año, que a consecuencia de mi representación (f. 238v), se estaban solicitando los antecedentes que yo citaba, para proceder con vista de todo, y que oportunamente me avisaría su superior determinación, no dudando que mientras llegase el caso, diere yo disposiciones convenientes a la seguridad de los reos y a la conclusión de sus causas, para darles justos destinos y obviar cuidados como los que representaba. Así lo he ejecutado, remitiendo estar con toda exactitud y para custodia de los insinuados reos, y otros que han entrado sucesivamente de iguales crímenes, no habiendo en esta capital tropa alguna de valerme, dicté la providencia desde aquél tiempo, de que se velase la cárcel por medio de cuatro vecinos diaria y alternativamente; pero como éstos son unos pobres que se alimentan así, y sin familia, con el jornal que les produce su personal trabajo, y no se le contribuye por aquella ocupación cosa alguna (f. 239) por no haber fondos que lo sufran, ya conocerá la viva comprensión de vuestra excelencia en qué modo estarán asegurados los reos y verificarán la fatiga los nombrados, estando muertos de hambre y con el espíritu desconsolado y divertido en contemplar que igual necesidad padece aquél día su infeliz familia, cuya

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sensible miseria muchos de los mismos me han manifestado para su remedio y no teniendo yo arbitrio para ello, sólo me queda el recurso, como lo hago de hacerle presente a la inflexible justificación y notoria piedad de vuestra excelencia para que se digne tomar en todo la providencia que estime conveniente en el asunto; en el concepto de que hallándose tan mal segura la pieza la pieza de cárcel, como he dicho, temo, y con razón, que los reos vulnerando los respectos de la Justicia hagan (f. 239v) libremente fuga y se trasladen a otra Provincia quedando sus delitos impunes o en esta perpetren robo y muertes como bandidos. Dios guarde la importante vida de vuestra excelencia muchos años. Monterrey, 31 de diciembre de 1790. Excelentísimo Señor Manuel Bahamonde

José Bernal, por robo y amancebado con una prima de su mujer, su causa en averiguación. Tres indios de la misión de Gualaguises llamados Agustín Alvarado, José Manuel y Juan Antonio, por quererse ir a la Sierra, y cuya causa está remitida al señor comandante general. Seis hombres y una mujer, sindicados de una (f. 240v) de una muerte que se hizo en el paraje del Capadero, jurisdicción de Cerralvo, el día 3 de julio de este año, y echaron la culpa a los indios bárbaros. Diego de la Garza, desertor de la Compañía de la Punta de Lampazos, y José Montoya, licenciado de la Presidaria del Norte, de quienes se ha denunciado fueron los que hicieron dicha muerte y se está averiguando. El alcalde ordinario de 1º. Voto tiene dos reos.

(f. 240) El de segundo voto tiene doce reos. Lista de los reos que de en esta (sic) del gobernador del Nuevo Reino de León se hallan en la cárcel pública de la ciudad de Monterrey Agustín Alvarado, sindicado de haber andado con los indios bárbaros, su causa en estado de prueba que está dando. José Jesús Rosillo, por ladrón famoso su causa en la Real Sala del Crimen. Joaquín Garza, por una muerte que hizo en el mes de agosto de [17]88, siguiéndose su causa. El ciego José Antonio Pérez, por la muerte alevosa que hizo en marzo de [17]91, en estado de prueba su causa. Andrés Méndez, por muerte que se dice hizo en el valle de Labradores, siguiéndose su causa. José Manuel Moreno, por incesto cometido con su hija en Río Blanco, su causa para remitir a la Real Sala del Crimen

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El teniente de la Acordada tiene dos reos. Son por todos 34 y una mujer que está apartada. Monterrey y diciembre 3 de 1791. Manuel Bahamonde (f. 241) Excelentísimo señor Tengo representado a la superioridad de vuestra excelencia en oficios de 20 de marzo y 31 de diciembre del año pasado de [17]90 sobre la infeliz constitución de la cárcel pública de esta ciudad, que se compone de sólo una pieza en que se hallan los reos, que por la debilidad de dicha cárcel y poco seguro han hecho fuga en diversos tiempos quedándose impunes los delitos, como sucedió el día 6 del citado marzo que a la una de él, hiriendo malamente al alcalde, se huyeron cinco reos de los que sólo pudieron ser habidos tres, cuyo hecho dio motivo a representar sobre el remedio correspondiente conforme tiene


Monterrey: origen y destino

pedido el señor fiscal de lo civil encargado de lo criminal para evitar las causas formadas por las justicias por fugas hechas de varios reos. En el entretanto que por vuestra excelencia se (f. 241v) resolvía aprobar el proyecto que propuse para los costos de dicha cárcel y Casas Reales, obligué a cuatro vecinos que diariamente y desde aquél entonces están custodiando la citada cárcel hasta ahora, y siendo éstos unos pobres, he tenido reclamo para que los releve de esta pensión, temiendo como es justo, no vayan a cometer una bastardía estrechados de su necesidad, y que en tiempo del comandante general brigadier don Juan de Ugalde, se desaprobó. Estrechado de estos inconvenientes, y de nuevos cuidados por hallarse en dicha cárcel muchos reos de gravedad cuyas causas estoy siguiendo y constar en la lista que acompaño a vuestra excelencia, temiendo pues no hagan nueva fuga, y en vista de lo que me tiene prevenido la Real Sala del crimen en Auto de 27 de abril del año pasado de [17]90, y cuya conclusión de la respuesta del señor fiscal, es la siguiente: “El estado y constitución deplorable en que se dice está aquella cárcel merece toda atención y remedio, pero supuesto que dicho gobernador según asienta en su precedente consulta lo tiene representado (f. 242) y a vuestro excelentísimo virrey. Vuestra excelencia podrá mandar igualmente se le prevenga continúe con el mismo celo y eficacia hasta lograr resolución con el particular, y que entretanto providencie estén los presos con la custodia y seguridad posible, valiéndose para ello de cuantos arbitrios le dicte su prudencia a fin de evitar se repita otra nueva fuga”. Siendo público y notorio el deplorable estado de dicha cárcel y de que puede informar de esta verdad el señor brigadier don Pedro de […] comandante general de las Provincias de Oriente, a quien llevé en persona a que la viera, de que se compadeció mucho de la infelicidad en que se ve reducida, y esta misma dio motivo al ilustrísimo y reverendísimo señor obispo difunto don fray Rafael José Verger para representar sobre remedio (según estoy informado)

suplico a la justificación de vuestra excelencia se sirva resolver sobre dichas dos representaciones lo que estimare de justicia (f. 242v) cuya resolución hasta ahora habrá pendido de las muchas atenciones de vuestra excelencia. Dios guarde la importante vida de V. E. muchos años. Monterrey y noviembre 3 de 1791. Excelentísimo Señor Manuel Bahamonde (Excelentísimo. señor Conde de Revillagigedo) (f. 243) Excelentísimo Señor Teniendo representado a vuestra excelencia con fecha de 20 de marzo, 31 de diciembre, de [17]90, y 3 del mismo mes de [17]91, la ninguna formalidad de Casas Reales y débil consistencia de la cárcel de esta ciudad, proponiendo arbitrio para uno y otro, e igualmente que en precaución de las fugas que perpetran los reos retenidos en ella por la causa expuesta, tenía destinados cuatro vecinos que alternativamente la custodiasen, continuando esto en la misma fatiga, no habiendo yo en tan dilatado tiempo logrado la última resolución de vuestra excelencia en el asunto y habiéndoseme presentado las mujeres de aquellos, manifestándome con vivas lágrimas las hambres que estaban sufriendo (f. 243v) porque no comían los días que hacían guardia sus maridos por ser unos pobres jornaleros, sujetos a su personal trabajo para su diaria manutención, condolido de estas verídicas expresiones y temeroso de que estos desvalidos, viéndose en tanta opresión, se trasladen a otros lugares donde puedan vivir con más sobriedad, y menos pensiones de que provenga en parte la desolación de esta ciudad, que ahora se está repoblando, lo hago presente a vuestra excelencia suplicándole encarecidamente se conduela de estos infelices, imponiendo a mi obediencia las órdenes que fueren de su superior agrado. Dios guarde la importante vida de vuestra excelencia muchos años. Monterrey 11 de junio de 1792.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

Excelentísimo Señor Manuel Bahamonde

drían y debían haberse emprendido con separación, una después de otra.

(Exmo. Sr. Conde de Revillagigedo)

Siendo más urgente la necesidad de cárcel, debe contraerse a éste punto el expediente como se ha practicado en otro de igual naturaleza, y antes de tratar de arbitrios, deben regularse los costos que podrá tener, pues con este previo conocimiento, es más fácil adaptar las oportunas providencias siendo la primera diligencia en toda obra, ya (f. 246v) sea particular o pública trazarla y regular sus costos.

(f. 244) Excelentísimo Señor El fiscal de lo civil (f. 245) ha visto este expediente y dice que entre los antecedentes agregados, faltan todavía los que se mandaron solicitar en el superior decreto de 4 de diciembre del año pasado de 1773, y los que instruyeron para expedir los superiores despachos que se citan de 26 de octubre de 1776 y 7 de abril de 1785. Pero por lo resultivo (sic) de los que se tienen a la vista, se deduce que desde el año de 1752, en que se arruinaron los edificios de la ciudad de Monterrey a causa de la inundación, se ha estado tratando de la construcción de Casas Reales y cárcel, cuyos progresos se han imposibilitado por la falta de propios. De los arbitrios propuestos, desechado por este superior gobierno el de (f. 245v) gravar en una cuartilla cada cabeza de ganado menor, sólo se aprobó el del repartimiento entre los que reciben el beneficio, lo que es conforme a las leyes del asunto en defectos de caudales de penas de cámara y gastos de justicia. Pero éste tampoco tuvo efecto por las causas de esterilidad y epidemia representadas por el actual gobernador quien vuelve a suscitar el arbitrio ya reprobado de gravar las cabezas de ganado mular, añadiendo que el piloncillo se pensione con una cuartilla en cada peso.

En esta inteligencia, vuestra excelencia, si fuere de su superior agrado, podrá mandar se ponga orden al Señor gobernador de Monterrey para que, sin tratar por ahora de Casas reales, haga levantar el plano o mapa de una nueva cárcel, proporcionada al pueblo y correspondiente al número de reos que por lo regular puedan custodiarse, con separación de mujeres y patios de ventilación, lugares comunes y demás oficinas propias de esta clase de obras; que disponga se calcule por perito o (f. 247) inteligente, el costo de materiales y operarios con separación y de cuenta con las diligencias a la superioridad de vuestra excelencia y entonces vuelva el expediente al fiscal México, 24 de noviembre de 1793. Lo testado no vale. Rúbrica México 25 de noviembre de 1793 Como pide el señor fiscal de lo civil Revillagigedo (f. 248)

Reflexionado todo, advierte el fiscal que a vista de la falta de propios, de la dificultad de arbitrios, y de no haber querido o podido adoptarse por el gobierno de (f. 246) Monterrey el del repartimiento entre el vecindario extendiéndose a la Provincia, ha sido falta de discernimiento tratarse a un mismo tiempo de Casas Reales y cárcel, porque según la de propios y escasez de arbitrios, mientras mayores sean los gastos, mayores ha de ser también la dificultad de ocurrir a un tiempo a dos obras públicas que po-

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Para resolver lo que corresponda en el expediente sobre construcción de cárcel en la capital de esta Provincia cuyo punto se considera de más necesidad que el de Casas Reales dispondrá vuestra señoría se levante el plano o mapa de nueva cárcel proporcionada al pueblo, y correspondiente al número de reos que por lo regular puedan custodiarse en ella, con separación de mujeres y patios de ventilación. Lugares comunes y demás oficinas propias de esta clase de obra.


Monterrey: origen y destino

Asimismo hará vuestra señoría calculen por peritos o inteligentes el costo de materiales y el de operarios con total separación y me remitirá las respectivas diligencias a fin de que en vista de todo recaiga mi resolución. Noviembre 27 de [17]93 Secretario.4 (Gobernador del Nuevo Reino de León) (f. 249) Señor gobernador En obedecimiento a la orden que se sirvió vuestra señoría comunicarme días pasados, en que me manda hacer un plan con sus avalúos de una cárcel para esta ciudad de Monterrey en Nuevo Reino de León,

por la grande necesidad que el celo de vuestra señoría ha manifestado varias ocasiones por ser inútil la que existe en el día por muy chica y toda arruinada; con este motivo he formado un plan de lo más preciso y lo más sencillo por menos costos como vuestra señoría me mandó; y habiendo empleado en él un exacto y prolijo reconocimiento de todo lo que necesita dicha cárcel, y con mi corta práctica y conocimiento de los precios, materiales de este país y escasez de varios que se necesitan hacerlos venir de afuera, y con este motivo más costosos por sus fletes y ser preciso vengan de afuera por la escasez de artistas de varias cosas que necesita dicha obra, como vuestra señoría lo sabe (f. 249v) muy bien por el grande conocimiento que tiene de su gobierno en esta provincia. Con esto pasaré a informar a vuestra señoría sobre el particular cuanto me fuere posible en los capítulos siguientes.

HERRAMIENTA 12

Barras de fierro que pueden pesar 10 arrobas a razón de 25 pesos 4 reales el quintal

36

Azadones de fierro que pueden pesar 1 arroba a 33 pesos quintal

163.6 057. 6

2

Pizones grandes de fierro para mayor macicez de los cimientos con peso de 1 quintal a 43 pesos quintal

043.0

100

Cubos para mezclas a 1 peso

100. 0

6

Barriles para agua

200

Palas de madera a 2 [...] reales cada una

062.4

4

Cajones de medir arena y cal con sus escuadros y sus abrazaderas de fierro a 8 pesos cada uno

032.0

Para lazos y reatas durante la obra se regula que se gasten 180 pesos

180.0

Cueros de res para zurrones o huacales

050.0

50

PIEDRA 1,470

Brasas de piedra de cimiento puesta en la obra a 3 pesos brasa

4410.0

36,810

Piedras de sillares comunes de este país puestos en la obra a 15 pesos el ciento, para las paredes fuera de cimientos y para labrar

5521.4

1,800

Carretas de piedra chica para ripio o de granzas de la corriente del país para los techos y pisos bajos en lugar de ladrillo, a 1 [...] carretada

337.4

46,336

Fanegas de cal a 1 [...] reales fanega

CAL Y ARENA 8688.0

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

57,432

1,678 230 600 4,500

Cajones de arena a [...] real el cajón

3589.4

MADERAS Vigas para los techos de las viviendas o para destrozos de puertas y ventanas a 12 reales cada una

2517.0

Dichas para ídem a 10 reales Viguetas para andamios del servicio de la obra a 6 reales cada una Tablas para los techos o puertas y ventanas a 3 [...] reales cada una

287.4 450.0 1968.6

FIERRO 59

Quintales 2 arrobas de fierro platina para hacer 47 rejas de varios tamaños a 20 pesos el quintal puestas en la obra

1190.0

4

Quintales 2 arrobas de ídem para hacer 28 cerrojos con sus chapas y 54 chapas de varios tamaños, aldabas, pasadores de ventanas y otras varias menudencias a 20 pesos quintales

090.0

1

Quintal de acero para calzar la herramienta durante la obra a 25 pesos quintal

025.0

HERRERO Por la manufactura de 47 rejas de varios tamaños con peso de 59 quintales 2 arrobas, que en la regulación del fierro que puede entrar en dichos a 10 pesos quintal por sus mermas

595.0

Por manufactura de 28 cerrojos con sus chapas y 54 chapas de puertas de varios tamaños a 2 pesos cada pieza

164.0

Para calzar toda la herramienta durante la obra, hacer aldabas, paradores en ventanas, claros, y varias menudencias que siempre es preciso en una obra de regular que puede llegar a 180 pesos

180.0

CARPINTERO Por manufactura de 54 puertas de varios tamaños a 10 pesos uno con otro Por siete puertas de alacena a 5 pesos cada una Por hacer 47 ventanas de varios tamaños a 6 pesos uno con otro Por labrar 1550 vigas de los techos a 3 reales Por labrar 230 vigas medianas a 2 reales Por labrar las tablas de los techos, ponerlas en dichos y hacer varias menudencias durante la obra, se regula en 150 jornales de carpinteros, a 1 peso JORNALES DE OPERARIOS Y SUELDO DEL DIRECTOR Y SOBRESTANTES Por 436 jornales del sobrestante mayor a 12 reales Por 436 ídem de otro a 10 reales Por 820 jornales de albañiles y carpinteros para labrar la piedra a 1 peso Por 1,328 jornales de ídem a 6 reales Por 13,180 jornales de peones a 3 reales Por el sueldo del director de la obra de un año y medio que puede durar la obra a razón de 500 pesos anuales TOTAL GENERAL

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540.0 035.0 282.0 581.2 057.4 150.0

654.0 545.0 820.0 996.0 4,942.4 750.0 41,068.0


Monterrey: origen y destino

Nota: Que el sueldo del director de la obra y de los sobrestantes puede ser poco más o menos, que eso depende de muchos o pocos operarios que se emplean en dicha obra. Importa este avalúo salvo yerro, la cantidad de cuarenta y un mil sesenta y ocho pesos que dividiéndolo en cinco partidas es lo siguiente. Herramienta Materiales Herrero Carpintero Sueldos y jornales de operarios Total

701.0 9,074.0 939.0 1,645.6 8,707.4 41,068.0

(f. 251v) Cumplido esto como se manifiesta, vuestra señoría puede conocer la cortedad de mi talento y lo poco instruido que me hallo; pero mi voluntad pronta siempre al cumplimiento de mi obligación y a servir a vuestra señoría y en particular creo serán motivos para que me dispense mis defectos. Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Monterrey, 16 de marzo de 1794. Juan Crouset Señor gobernador del Nuevo Reino de León don Manuel Bahamonde (f. 255) Excelentísimo señor El gobernador del Nuevo Reino de León dirige el mapa que se le tiene pedido para la construcción de la Real Cárcel y consulta en qué parte se ha de verificar. Paso a manos de vuestra excelencia el mapa que el facultativo don Juan Crouset ha firmado para la

construcción de la nueva cárcel de esta ciudad en consecuencia del superior oficio de vuestra excelencia de veinte y siete de noviembre del año último. Por el oficio que me ha pasado y acompaño dentro del mismo mapa, se hará cargo vuestra excelencia pormenor de los costos que regula para la operación que en suma resultan cuarenta y un mil sesenta y ocho pesos sobre cuyo particular resolverá vuestra excelencia lo que fuere de su superior agrado, suplicando a el mismo tiempo (f. 255v) que en el caso de verificar su facción se me prevenga si se ha de construir en esta ciudad o en la nueva demarcada en que se está construyendo la Santa Iglesia Catedral por disposición del señor obispo, que dista mil y quinientas varas del centro de esta. Nuestro Señor que la importante vida de vuestra excelencia muchos años. Monterrey, 24 de marzo de 1794. Excelentísimo Manuel Vaamonde Excelentísimo señor El fiscal de lo Civil Excelentísimo señor virrey de Nueva España Conde de Revillagigedo. (f. 256) Dice que a consecuencia de lo mandado en superior decreto de 25 de noviembre del año anterior, da cuenta el señor gobernador del Nuevo Reino de León, con las diligencias de reconocimiento, avalúo y plano para la construcción de la cárcel de Monterrey. Se han regulado los costos de esta obra en la exorbitante cantidad de cuarenta y un mil sesenta y ocho pesos y para el caso de que llegue a verificarse, consulta a la superioridad de vuestra excelencia el señor gobernador, si ha de ser en aquella ciudad o en la nuevamente demarcada, en que se está comenzando la Santa Iglesia Catedral por disposición del ilustrísimo señor obispo, que dista del centro de la antigua 1500 varas.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

Este punto corresponde que se (f. 256v) resuelva antes de empezarse la obra de la cárcel y también debe discurrirse de dónde han de salir los excesivos costos regulados para la fábrica; y con estos fines, vuestra excelencia siendo servido, podrá mandar, se libre orden al señor gobernador y Ayuntamiento de Monterrey para que sobre todo informe lo que se le ofrezca y parezca, y con las resultas vuelva el expediente al fiscal. México, 23 de abril de 1794.5 (Signatura)

Excelentísimo señor En la parte norte de esta ciudad en un espacioso llano, perteneciente a sus ejidos, distante de ella 1840 varas, se está fabricando la iglesia catedral, hospital real y convento de monjas capuchinas. A mi ingreso a este gobierno fui informado de que estaba también determinado el trasladar allí la población, y habiéndose ya invertido crecida cantidad de pesos en dichas obras y irse aumentando este vecindario, se hace preciso el que se realice el proyecto.

México, 26 de abril de 1794 Como dice el fiscal de lo Civil Revillagigedo. (f. 257) [...] de la provincia, en cumplimiento de mi orden de 27 de noviembre último, me dio cuenta en carta No. 90 de 24 de marzo próximo anterior con el avalúo y plano para la construcción de nueva cárcel que se intenta fabricar en esa capital y cuyo costo se regula en la exorbitante cantidad de 41,068 pesos. Consulta al mismo tiempo si en el caso de que llegue a tener efecto la obra, ha de ser en esa ciudad o en la nuevamente demarcada en que se está construyendo la Santa Iglesia Catedral por disposición del señor obispo, y siendo oportuno que este punto se resuelva antes de darle principio a la obra y que también se discurra de dónde han de salir los costos regulados, prevengo a vuestra señoría que sobre ambos particulares me informen lo que se les ofrezca y parezca. Ayuntamiento [...] octubre 30/[17]94 Monterrey (F. 259) El gobernador de la provincia del Nuevo Reino de León solicita permiso de vuestra excelencia para delinear la ciudad en el sitio donde se está fabricando la iglesia catedral, hospital y convento para monjas capuchinas.

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Se han presentado algunos sujetos, pidiendo se les asigne y señalen solares para fabricar sus casas en el expresado paraje, para poderlo hacer, he buscado en el archivo de mi cargo algún (f. 259v) documento relativo a la trasladación, aprobado por la superioridad de los excelentísimos señores virreyes, y no habiéndolo encontrado, ni el del ayuntamiento, no he concedido dichas mercedes hasta obtener el preciso superior consentimiento de vuestra excelencia, para ello he mandado levantar el adjunto plan con sujeción a comprender en él los expresados tres edificios. Se extiende a mucha mas población de la que por ahora podrá formarse, pero como en lo sucesivo es de esperar pueda crecer, atendiendo a lo fértil del país y sus ricas producciones, me parece conveniente el que desde ahora se delinee, para que en adelante no se desfigure y continúe con sujeción a dicho plan o al que vuestra excelencia tenga bien aprobar, que guardándolo en el archivo de la ciudad deberá tenerse siempre a la vista para ir mercenando en lo sucesivo a los que quieran hacer casas. Concluida que sea la catedral, es indispensable haga allí su (F. 260) casa el ilustrísimo señor obispo y los señores canónigos y demás dependientes de la santa Iglesia. Careciendo también de casas reales, cárcel, y alhóndiga esta ciudad, pueden desde luego fabricarse en el paraje que el plano señala, sobre cuyo particular


Monterrey: origen y destino

representaré a vuestra excelencia por separado, proponiendo arbitrio para ello. Con estas indispensables fabricas y algunas otras que emprendan los que ya han solicitado sitio para ello, en poco tiempo tendrá forma la expresada nueva población, quedando esta como de barrio de aquella, pues aunque hay la distancia dicha desde su centro a la nueva catedral, están las casas tan dispersas que hay algunas a la de 200 varas del hospital. Las aguas corrientes que en el día sirven para beber y regar esta población va con suma facilidad a aquel terreno que está muy próximo a el ojo de agua de santa Lucia, y a el que llaman de la ciudad, tan abundante este, que en las estaciones de mayor seca, ocupa dos acequias en cuadro de cuya agua (f. 260v) se ha hecho hasta ahora muy poco uso por la falta de industria y población, siendo así que es suficiente por regar con ellas, dos o tres leguas de terreno fértil y a propósito para la siembre de caña, trigo, cebada, garbanzo, frijol y maíz, del que se hacen dos cosechas al año y produce por lo regular 300 fanegas por una y en muchos hasta 400. En vista de lo expuesto vuestra excelencia se servirá resolver lo que sea de su superior agrado, que siempre será lo mejor. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Monterrey 21 de agosto de 1796. Excelentísimo señor Simón de Herrera Excelentísimo señor marqués de Branciforte, virrey de estos reinos.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

ANEXO III Año de 1882-1883 Presupuestos relativos a la construcción de los altos de los lados sur y poniente del palacio municipal y a reparaciones y mejoras del mismo Contratos y presupuestos relativos a reparaciones y mejoras al palacio municipal Archivo Histórico Municipal, col.: Civil, vol.: 337, exp.: 15 (s/f) Por el presente consta, como yo, Nazario Reyna, vecino de esta (ciudad de Monterrey), mayor de edad, y en capacidad de obligación, he celebrado un contrato con el ciudadano alcalde 1º. y comisionado de obra pública, de nueve puertas de de mezquite para la obra del Palacio Municipal que se está construyendo por el lado Sur de éste, de la manera siguiente: 1º. Las puertas serán iguales a las del lado Norte del Palacio Municipal, siendo el precio, de siete puertas de 3 varas por 1 ½ por cuarenta y cinco pesos cada una, y dos de 3 varas y media de alto por dos varas de ancho, una; y la otra de 1 ¾ de ancho por cincuenta pesos cada una, haciendo un total de cuatrocientos quince pesos $ 415.00. 2º. Las puertas las entregaré en el término de cuatro meses, con excepción de los marcos que entregaré en eñ término de un mes, y porque así lo cumpliré firmo el presente en la ciudad de Monterrey, el 31 de enero de 1883. Nazario Reyna (s/f) La Comisión que suscribe ha contratado con el ciudadano Concepción G. Campos la construcción de un arco en el lugar en donde está el tabique que divide el salón del lado Sur en el paso alto del Palacio Municipal y la recompostura de toda la fachada oriental del mismo Palacio, teniendo que poner el señor Campos, las almenas que falten, componer el escudo de armas, arreglándolo de la mejor manera y enjarrándolo por los dos lados y hacer las molduras

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de los arcos de abajo iguales a los demás, obligándose también el mismo señor Campos a componer todas las cuarteadoras o grietas que tenga el edificio mencionado y echar todos los enjarres que falten en la misma fachada, todo lo que hará por la cantidad de $ 325.00, trescientos veinticinco pesos, y para la debida constancia lo firmamos con el contratista en Monterrey, a 8 de abril de 1883. […] Sepúlveda Jesús Garza Treviño Concepción G. Campos (f. 1) Presupuesto que contiene la construcción del lado Poniente del Palacio Municipal, la que será ejecutada de la manera siguiente: Tumbar el portal o corredor viejo y levantarlo nuevo desde sus cimientos, si fuere necesario, repartiendo en él siete o nueve arcos semejantes a los de los lados Norte y Sur, siendo los machones de material de queza (sic) y los arcos de buena piedra de labrar, capaz para resistir el peso de los altos, teniendo que poner techo nuevo, siendo las vigas de diez pulgadas inglesas de alto por tres y medio de gruesa, y la tableta de tres cuartos, poner suelo con sus correspondientes sardinetas de piedra azul, labrada, enjarrada y chalpaqueada. La fachada de los altos que mide cincuenta y seis varas frente, será igual a la de la plaza de Zaragoza, con todo y escudo, exceptuando la puerta del centro que será enteramente dórica, en las paredes largueros del centro que forman los dos salones, se repartirán ocho puertas en claros, iguales a los demás interiores.


Monterrey: origen y destino

Ambos salones serán divididos por dos tabiques de ladrillo, con sus claros de puerta correspondientes, los cuales formarán un paso o gabinete en el centro y por último cerrar el cuadro del corredor al patio. La madera de los techos será de las mismas medidas de la del corredor de abajo, arriba expresado; todo esto será hecho con buenos materiales, enjarrado y chalpaqueado, y concluidas sus piezas, siendo de advertir (f. 1v) que los materiales se traerán de donde mejor se me proporcionen, ya sea de la Loma de los Urdiales o de las Mesas, como también será por mi cuenta tirar todos los escombros que resulten de la obra quedando en mi favor los materiales viejos Todo lo expuesto poniendo yo todos los materiales de albañilería y maderas de techos, importa la cantidad de quince mil doscientos pesos $ 15,200.00 Monterrey, junio 24 de 1882 Pablo Salazar y Martínez. (f. 2) Presupuesto de la construcción del lado Poniente del Palacio Municipal, la que será ejecutada de la manera siguiente: Tumbar los arcos viejos y levantarlos de nuevo, siendo el reparto según el diseño presentado por el señor don Fernando de la Garza, siendo sus machones de material de queza (sic) y el de los arcos de buena piedra de labrar capaz para cargar el peso de los altos. La fachada exterior de los altos será según el diseño referido y cuanto a la interior idénticamente a la de los ya concluidos, poniendo yo la madera de los techos, tanto de los altos como la del corredor de abajo, que será de diez pulgadas inglesas de alto por tres y media de grueso y la tableta de pulgada, no teniendo yo que ver con puertas y escaleras de ninguna especie, ésta quedará enjarrada y chalpaqueada y concluidas sus piezas. En cuanto a la torre, será construida con piedra de rostro, el rompimiento de sus paredes para arriba hasta el rompimiento de la bóveda de material de

queza (sic) y para arriba hasta su conclusión de piedra tosca o porosa. Todo lo expuesto poniendo yo los materiales de albañilería y la madera de techos, siendo estos materiales de (f. 2v) donde mejor se me proporcionen, ya sea de la Loma de los Urdiales o las Mesas. Tirando yo los escombros que me resulten de la obra, quedando en mi favor los materiales viejos. Los hago por la cantidad de veinticinco mil pesos $ 25,000.00. Monterrey, julio 2 de 1883. Pablo Salazar y Martínez (f. 2v) Monterrey, julio 23 de 1883 Dada cuenta en Cabildo de hoy, con los anteriores presupuestos, suscritos por el albañil Pablo Salazar y Martínez, e igualmente con dos planos o croquis, bajo los cuales se compromete construir el lado Poniente de este Palacio Municipal, se mandó acumular todo y pasarse a las Comisiones unidas del ramo, Hacienda y Ornato, para que con vista de cuanto convenga, abran dictamen, consultando lo conveniente la Honorable Asamblea de esta capital, así lo proveyó. Doy fe. […] Sepúlveda Serapio Cirlos secretario (f. 2)6 Contiene 3 fojas útiles Honorable Ayuntamiento Al obsequiar los que suscribimos la comisión que se nos ha encomendado para abrir dictamen emitiendo nuestra opinión con respecto al orden y manera de llevar a su fin la obra material del Palacio Municipal en la parte occidental que está sin concluir; debemos hacer una ligera observación antes de llegar a la parte final de nuestro dictamen porque ello tiene que servir de guisa, al fundar nuestro juicio.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

No ignora ya ninguno de los miembros que componen esta Honorable Asamblea como se han convocado por medio de avisos contratistas para la construcción de dicha obra, pidiendo presentaran los interesados los planos y presupuestos consiguientes; suponemos igualmente no ignoran que hasta la fecha sólo se han presentado a la secretaría de esta Corporación, un plano y dos presupuestos, teniéndolos a la vista en este momento y encontrándose adjuntos, pero que en nuestro concepto (f. 2v) no debe esta Asamblea optar por ninguno, por las razones que enseguida vamos a exponer. El plano presentado por el maestro ciudadano Pablo Salazar, es una copia reformada del que existe hecha por don Fernando de la Garza, con algunas pequeñas adiciones y por el cual pide como precio en el presupuesto que presenta, la suma de 25,000 pesos, por la ejecución de la obra. El otro presupuesto, de los dos a que tenemos referidos, es del maestro ciudadano Concepción Campos, ofreciendo hacer lo mismo con una diferencia de $1,500.00 respecto del anterior o $ 15,000.00 por hacer la citada obra bajo el mismo orden que la parte oriental, frente a la plaza de Zaragoza. Sin los conocimientos bastantes esta Comisión, para poder juzgar si los precios que fijan en los mencionados presupuestos, sean justos o exagerados, sólo nos limitaremos por ahora a decir, que es inconveniente para esta Corporación celebrar contrato alguno en tal sentido; por la muy poderosísima razón de no contar en la actualidad en caja ni aún con la mitad del precio más bajo que esta obra pudiera importar; y cree (f. 3) sin embargo esta Comisión, tomando por base los precios indicados, y no obstante la dificultad expresada, esto sea un obstáculo bastante para dejar de dar principio a esta obra, llevándola hasta su conclusión de la manera que vamos a proponer, siempre que fuese aprobado por este Honorable Cuerpo, y recabada la autorización del Superior. 1ª. Se acuerda la conclusión de la parte Poniente del Palacio Municipal, bajo el mismo orden arquitectónico que tiene la del Oriente, con sólo la diferencia que después se acordará en la parte a donde está el escudo de armas de la ciudad.

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2ª. Para dar principio a esta obra, se contratará por la Comisión respectiva, previo acuerdo de la Corporación, un maestro director de la obra, el que a su vez contratará con conocimiento de la Comisión del ramo o la que al efecto se nombre, canteros para labrar la piedra necesaria en la construcción de la parte baja del portal, sin hacer la demolición de él hasta no estar terminada la obra de cantería con todo y piedras de balcón, para que enseguida y cuando (f. 3v) esté concluido todo esto, se haga la demolición y sin demora se siga la apertura de cimientos respectivos, prosiguiendo la construcción de la nueva obra. 3ª. Si al estar terminada la parte baja de un todo, comprendidos los techos, para entonces tuviese fondos bastantes el tesoro municipal para la construcción del segundo piso, se seguirá hasta su fin, pero si las atenciones del Municipio demandaran suspenderla por causas muy extraordinarias, no será esto sin dejar completamente concluida la parte baja del portal. Salón de Comisiones. Monterrey, octubre 22 de 1883. Jesús Garza Treviño Jesús María de la Garza y Garza (f. 3v) Monterrey, octubre 22 de 1883 De conformidad con el anterior dictamen trascríbase al Superior Gobierno del Estado en demanda de su aprobación, acompañándose copia de los presupuestos a que se refiere. El Honorable Ayuntamiento de esta Capital así lo proveyó. Doy fe. Serapio Cirlos Secretario (f. 3v) El 25 del mismo mes y bajo la comunicación número 108, se trascribió al Gobierno del Estado el anterior dictamen, acompañándose copias de los presupuestos que en él se refieren. Conste.


Monterrey: origen y destino

(f. 1) Contiene 3 fojas útiles Presupuesto que presenta el que suscribe al Real Ayuntamiento de esta ciudad, para la conclusión de la parte Sur del Palacio Municipal, conforme al lado Norte, poniendo por mi cuenta los materiales, manufactura y útiles que se necesiten para levantar estos trabajos, a excepción de puertas y techos de madera.

de todo este quehacer poniendo toda clase de materiales de albañilería y madera de techos $ 5,400.00 cinco mil cuatrocientos pesos, quedando a mi favor los sillares de un tabique que hay que quitarse………….. $5,400.00. Monterrey, octubre 10 de mil ochocientos ochenta y dos. Luciano de León. Una rúbrica. Es copia. Monterrey, octubre

de 1882. Pesos

Sillares… 1,650 a $40 por % Cuartones para cornisas y balaustrado 110 a $1 cada uno Piedras cuadradas para las almenas 20 a $1.25 cada una Por labradura de piedras de medida Por mezclas Por laja de ripiar, cascajo y tierra Manufactura a $40 vara Por valor de corredor Suma

Por conclusión de la parte del portal conforme al otro lado. Monterrey, Septiembre 27 de 1882. A ruego de don Jesús Aldape. Lorenzo Cantú. Una rúbrica. Es copia. Monterrey, septiembre 28 de 1882. (f. 2) Presupuesto de un quehacer en el palacio municipal, dicho quehacer es levantar un tramo al lado del Sur, siendo el tramo de veintinueve varas de luz y para el frente del patio son veintidós varas y medio de ancho, donde van repartidos sus arcos. Todo este quehacer irá trabajado con buena clase de materiales, siendo los sillares de los Urdiales o de las Mesas, y toda clase de piedra de medida de la Loma. Al frente de la calle habrá que bajar los enjarres hasta el piso de abajo habiendo que echar el suelo de los portales de abajo llevando seis sardinetas de piedra azul, la conclusión del tramo ha de quedar igual al que está al lado del Norte. La madera de los techos llevan las vigas cuatro pulgadas de grueso por diez de alto, siendo madera de entregar y recibir. Valor

660 110 25 365 300 100 1,200 1,000 $ 3760

Cent 00 00 00 00 00 00 00 00 00

(f. 3) Presupuesto del importe de la obra que se ha de hacer en los altos del Palacio Municipal Un salón de 28 varas de largo, construido con sillar de las Mesas, y sólo las piedras de medida de la Loma, siendo la madera del techo de buena calidad; esto es, de entregar y recibir, y además, un corredor de la misma dimensión con sus arcos correspondientes, poniendo el que suscribe todos materiales con excepción de las puertas que se empleen_____ $ 5,200.00 Cinco mil doscientos pesos. Monterrey, octubre 5 de 1882 Firmado Antonio Reyna Por conclusión de la parte del portal, conforme al lado Norte del mismo Palacio.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

Notas bibliogáficas 1. Se encuentra copia en: AMM, Civil, vol. 124, Exp. 22. 2. Gabelar= impuesto 3. La ortografía fue actualizada y las abreviaturas desatadas. 4. Esta carta también se encuentra en el Archivo Histórico Municipal, Civil, vol. 154, exp. 19. 5. Una carta similar se encuentra en el Archivo Histórico Municpal, Civil, Vol. 154, Exp. 19. 6. No hay foja 1.

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Directorio Idea y Proyecto Adalberto Madero Quiroga Coordinación General José Antonio Olvera Coordinación Ejecutiva Eduardo Cázares Coordinación Editorial Ernesto Castillo Coordinación de Diseño Mónica Arroyo Diseño Gráfico Wendolyne Alemán Belinda Wong Imagen Melissa Villarreal Fotográfos Eric Lara Jesús Escandón Diana Salazar Brenda Sánchez Jessica Jaramillo Tere González Correctores de estilo Abel Garza Ana Narváez Luis Enrique Gómez Rodrigo Navarro José Ángel Anguiano Teresa Villarreal


Esta obra se termin贸 de imprimir en septiembre de 2009, en los talleres de Imprenta Plata Monterrey, Nuevo Le贸n. Se tiraron 1000 ejemplares m谩s sobrantes para reposici贸n.



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