al otro lado de la banda monográfico sobre los entrenadores que acuden al mundial y que fueron internacionales con sus respectivas selecciones
Entre café y caña, entre trabajos y exámenes, entre teoría y práctica, un grupo de 11 muchachos mantenían interminables charlas sobre un tema inigualable: el fútbol. Horas y horas de conversación se alargaban alrededor del constante bullicio universitario. Los debates eran monotemáticos y, cada cuatro años, aquellas charlas seguían caminando hacia el mismo rumbo, a pesar de contar con un nuevo rey del panorama global. Sin duda alguna, se trataba de una pasión que no cesaba: la vida se mide en mundiales.
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Unas vidas dedicadas al fútbol. Mañana, tarde y noche pensando en el deporte rey. Que si golear, que si defender, que si atacar, que si planificar. Todo lo envuelve, todo importa. Cada detalle es vital para lograr la máxima excelencia posible. Se trata de trabajar hasta el éxito, ya sea con el balón en los pies o pizarra en mano. Brasil asoma, el tiempo apremia, los nervios aumentan y la concentración y el trabajo deben seguir su camino para llegar lejos, para llegar alto. De los 32 entrenadores que se sentarán en los banquillos de los estadios brasileños, un total de 16 fueron futbolistas con pasado, al menos por una vez, con la camiseta de sus respectivas selecciones. Ayer, hoy y mañana. Desde la madurez de Vicente Del Bosque y de Ottmar Hitzfeld hasta la inexperiencia de Sabri Lamouchi o Marc Wilmots. Cada uno de estos seleccionadores, que en su día se vistieron de corto, apuestan hoy por un estilo y por un grupo de trabajo que fueron forjando poco a poco en su dilatada carrera como futbolistas, donde pasaron por situaciones de todo tipo que los hicieron decidirse por seguir ligados a unos valores, que ahora, quieren transmitir a sus dirigidos. Enseñanza a enseñanza, esos conocimientos y esa pasión se transmiten de generación en generación: el futbolista de hoy, el entrenador de mañana. Si es con paso por torneos internacionales, más y mejor. Aunque queramos ser los únicos, estos jugadores-entrenadores también miden la vida en mundiales. Es su sino. Su posibilidad de alcanzar toda recompensa que se busca cuando hay entrega, pasión y esmero. Levantar la Copa del Mundo, la más deseada, es el objetivo y la ambición de todo amante y seguidor del fútbol. Millones la sueñan, cientos la disputan y sólo una veintena la levanta cada cuatro años. El camino, desde luego, no es sencillo.
staff Maquetación y diseño JUAN PABLO MERCHÁN FERNANDO SANTISE
Ilustraciones SARA CALDERÓN GONZÁLEZ
Redacción JULIÁN COELLO ANDRÉS GUTIÉRREZ MIGUEL HERRANZ ROBERTO LINACERO JUAN PABLO MERCHÁN DIEGO N. MERINO FERNANDO SANTISE
El equipo de M20 lo completan MARCOS LIZANO ALBERTO LÓPEZ MIKE MORIARTY FÉLIX POVEDANO ADRIÁN SÁNCHEZ
Editado por Montevideo 20 calle del Gobernador nº6 28014, Madrid contacto@montevideo20.com Mayo de 2014
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Índice Appiah. El ‘Doctor Underdog’, por Juan Pablo Merchán Bento. Jugar de cara, por Diego N. Merino Capello. La maldición del 8, por Miguel Herranz Del Bosque. Vasta finura, por Diego N. Merino Deschamps. El cerrajero francés, por Juan Pablo Merchán Halilhodzic. Perseguir a la justicia, por Juan Pablo Merchán Herrera. Llegar al quinto partido, por Andrés Gutiérrez Hitzfeld. Una leyenda con hambre, por Miguel Herranz Hong Myung-Bo. Querido líder, por Roberto Linacero Keshi. Mito Igbo, leyenda universal, por Diego N. Merino Klinsmann. Siempre quise ir a L.A., por Andrés Gutiérrez Kovac. Un alfil para clavar, por Diego N. Merino Lamouchi. Otra oportunidad, por Fernando Santise Sabella. Las sombras de los ‘10’, por Fernando Santise Susic. El orgullo de Bosnia, por Julián Coello Wilmots. Más sabe el diablo..., por Andrés Gutiérrez
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Appiah
el doctor ‘underdog’
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reo que va a haber muchas sorpresas en este grupo”, comentaba James Kwesi Appiah (Kumasi, Ghana, 1960), tranquilo y sonriente ante los micrófonos, tras el sorteo del próximo Mundial de Brasil que agrupó a su combinado, Ghana, con Alemania, Portugal y Estados Unidos. La presencia de la tres veces Campeona del Mundo, del equipo liderado por el actual Balón de Oro y la siempre competitiva selección estadounidense coloca a los ‘Black Stars’ en una situación complicada en uno de los grupos más duros de la primera fase del torneo. Situación que no va alterar la calma de Appiah, apodado ‘Silent Killer’ (‘Asesino Silencioso’) por sus propios jugadores, que ven en su líder a un hombre tranquilo e inalterable pero siempre determinado a cumplir con su objetivo. Alguien que lidia con los problemas sin perder los nervios, que los resuelve tomando la decisión adecuada, sea cual sea su naturaleza, explican desde África. Él, acostumbrado a los segundos planos, prefiere verse como un ‘Underdog’ (un competidor que tiene pocas posibilidades de ganar una pelea o competición). “Me gusta cuando la gente me infravalora. Siempre es bueno ser el ‘Underdog”, explicaba a la BBC en 2012 tras ser elegido como sustituto del serbio Goran Stevanovic al frente de la selección nacional, pese a no ser el primero en las apuestas. Entrenador asistente desde 2007, vivió en primera fila la parada de Luis Suárez en el Mundial de Sudáfrica, el fallo de Asamoah Gyan y la tanda de penaltis más dolorosa en la historia del fútbol ghanés. Ahora es el primer entrenador local que clasi-
fica a Ghana para el Mundial, objetivo conseguido tras perder únicamente un partido contra Zambia, superar con contundencia en el play-off a la heptacampeona de África, Egipto (7-3 en el global), y despejar todas las dudas despertadas en el país subsahariano acerca de sus capacidades como entrenador. Se ganó el respeto de todos hasta tal punto de convertirse en Doctor Honorífico por la Dayspring Christian University of Mississipi en Psicología Deportiva por su contribución al desarrollo del deporte en Ghana y su impacto como entrenador de los ‘Black Stars’. Doctor James Kwesi Appiah. En Brasil, tendrá la oportunidad que no tuvo como jugador. Con más de 10 años de trayectoria en la selección ghanesa, Appiah nunca tuvo la oportunidad de disputar la máxima competición futbolística. Lateral izquierdo, llegó a ser capitán y ganar la Copa de África de 1983, pero no contaba con unos compañeros como Asamoah Gyan, Michael Essien, Sulley Muntari, André Ayew, Kevin-Prince Boateng o Kwadwo Asamoah. El reducido número de plazas para los Mundiales de 1986 y 1990 (sólo dos para África) y la gran igualdad perjudicaba las posibilidades de las ‘Estrellas Negras’. Libia y Liberia son las culpables de que Appiah no viajara a México e Italia. Eran otros tiempos para el fútbol africano y ghanés. De las cinco selecciones del continente negro que disputarán la fase final del Mundial, Ghana es probablemente, junto a Costa de Marfil, la más potente. En 2014, ya superadas las barreras de la primera fase (2006) y los octavos de final (2010), quién sabe hasta dónde puede seguir sorprendiendo el ‘Underdog’ y sus jugadores.
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adie está tranquilo cuando siente que su espalda está amenazada. Por eso, a Paulo Bento (Lisboa, Portugal, 1969) le gustó observar la panorámica del juego frente a él. Que el balón estuviera siempre por delante y que él no tuviera que correr girado hacia su propia portería eran premisas que seguía siempre sobre el terreno de juego. Luego, si podía subir y mostrarse en las cercanías del área rival, dar algún apoyo abierto o dibujar algún pase al espacio, se permitía el lujo confiando en que sus compañeros terminarían la jugada y él podría recuperar la posición mirando de cara al guardameta del oponente.
Paulo Bento no ha conseguido que Veloso -Miguel, hijo de Ántonio Veloso, compañero que tuvo en el Benfica- y Portugal en general terminen por mostrarse tal y como él se mostró en su etapa de futbolista. Y eso que con Miguel Veloso ha trabajado largo y tendido. Le hizo debutar en el Sporting de Portugal, le consolidó en Primera y ahora le prepara en la selección. Sin embargo, no ha encontrado la forma de convertirlo en algo mucho más productivo que su golpeo de zurda. Por encima de algunos títulos, Paulo Bento ha quedado como el padre de una fructífera camada de ‘Os Leoes’: Rui Patrício (Sporting Portugal), Veloso (Dinamo de Kiev), Moutinho (Mónaco), Nani (Manchester United), Bruno Pereirinha (Lazio) y Daniel Carriço (Sevilla). En 2004, cuando el actual seleccionador portugués colgó las botas en el José Alvalade, ninguno de estos jugadores que ahora forman parte del combinado luso se había estrenado en Primera. Pese a salir de la escuela benfiquista, Bento está muy ligado al adversario capitalino. Incluso en la lista del amistoso Portugal-Camerún de marzo destacan ocho jugadores de los 23 que citó
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bento
jugar de cara
Bento, quienes, durante más o menos tiempo, han tenido un paso por el Sporting: Cristiano Ronaldo, Veloso, Moutinho, Miguel Lopes, Beto, Varela, William Carvalho y Joao Pereira. Con quien sí coincidió Paulo Bento sobre el terreno de juego fue con su capitán, Cristiano Ronaldo. Estuvo presente en sus primeros pasos con la casaca verdiblanca en el profesionalismo y jugó los últimos diez minutos del recital que dio el futbolista de Madeira en el famoso estreno del estadio José Alvalade ante el Manchester United. Bento fue partícipe de la irrupción del ‘7’ portugués, a quien acompañó durante su estreno en competición internacional con el primer equipo ante el Inter de Milán, con 17 años- y en su primer partido de la entonces conocida como Superliga lusa. Portugal creció, en parte, gracias al trabajo que se hizo en la cantera ‘sportinguista’. A los extre-
mos como Figo, Quaresma, Cristiano Ronaldo y Nani se le fueron adheriendo porteros, laterales y centrocampistas. Bento trabajó partiendo de la base de captación del club y aprovechó los frutos para madurarlos y concedérselos a una selección que, desde 2002, el último que él jugó como futbolista, no ha faltado a ningún Mundial. El propio Bento, junto con Figo, Rui Costa, Vítor Baía, Fernando Couto, Joao Pinto, Sá Pinto, Dimas, Domingos Paciencia, Pauleta y Pedro Barbosa sólo lograron disputar como bloque desde 1992 las Eurocopas de 1996 –Bento no la jugó- y la del 2000, además del Mundial de 2002 –con ya casi todos sumidos en la treintena-. Se puede decir que esta quinta reabrió las puertas de la competición planetaria a Portugal tras 16 años de ausencia y, ahora, uno de sus integrantes trabaja por lograr coser una estrella al escudo de la Federación.
Capello
La maldición del ocho
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a historia de Fabio Capello (San Canzian d’Isonzo, Italia, 1946) con los mundiales podría resumirse en torno al número 8. El italiano ha participado en dos Copas del Mundo en su carrera deportiva -una como seleccionador, otra como jugador- y en ambas, el octavo número del sistema numérico decimal le trajo mala suerte. Capello incluso llegó a jugar un Mundial, en el año 1974. En la Copa del Mundo organizada por la Alemania Federal, el ‘8’ de la selección ‘azzurra’ fue Fabio Capello.
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En un equipo, el italiano, liderado por Dino Zoff en la portería y por Gianni Rivera en el frente de ataque, Capello partía por delante de la defensa pero realmente era lo que hoy se denomina un jugador box-to-box; capaz de empezar las jugadas, de aparecer por ambas bandas e incluso de hacer goles. Todo ello en un contexto futbolístico donde la rigidez táctica era menor, pero en el que se intuía en Capello ese concepto de fútbol hoy tan de moda. Antes de aquel Mundial, Capello se permitió el lujo de inscribir su nombre en la historia del fútbol italiano. La selección transalpina visitó Wembley en noviembre del año 1973 y un gol de Capello en una jugada que él inicia desde el centro del campo y que culmina en la posición de ‘9’ permitió a los italianos vencer en suelo inglés por primera vez en su historia.
A pesar de triunfos previos como aquel, en la extinta RFA a Italia no le fueron bien las cosas. Tras ganar a Haití (3-1) y empatar con Argentina (1-1), los hombres de Ferruccio Valcareggi se jugaron el ser o no ser ante Polonia. La selección centroeuropea, a pesar de estar ya clasificada, fue a por el partido desde el inicio y consiguió ganar a Italia por 2-1. El tanto transalpino llegó al final, con 2-0 en el marcador, y fue obra de un Capello, al que el ‘8’ le jugó su primera mala pasada. Tuvieron que transcurrir 36 años para que Fabio Capello volviera a aparecer en una Copa del Mundo. En esas tres décadas y media el italiano se retiró como futbolista y forjó una exitosa carrera como entrenador de clubes -una
Champions League con el Milan y ligas en España e Italia adornan su palmarés antes de recalar en la selección inglesa, con la que acudió al Mundial de Sudáfrica. El primer Mundial de la historia en celebrarse en el continente africano se presentaba como la última oportunidad de la generación de los Frank Lampard, Steven Gerrard, John Terry, Ashley Cole y compañía de hacer algo grande en una gran cita de selecciones. Antes de llegar a Sudáfrica, Inglaterra había acumulado fracaso tras fracaso desde su único título a nivel de selecciones, el Mundial de 1966, y los ingleses confiaron en un entrenador experimentado como Capello para devolver la Copa del Mundo al país que inventó el fútbol. Pero la relación no funcionó porque de nuevo se cruzó con Capello la maldición del ‘8’. Inglaterra llegó a octavos de final a duras penas -empates con Estados Unidos y Argelia; victoria por la mínima ante Eslovenia- y su rival fue la todopoderosa Alemania. Los germanos se pusieron 2-0 en apenas media hora pero Inglaterra reaccionó. Primero Upson hizo el 2-1 y luego Lampard -número ‘8’ de los ‘Pross’- conectó un gran disparo que dio en el larguero y botó claramente dentro. Fue nítido para todo el planeta excepto para el árbitro del encuentro, el uruguayo Jorge Luis Arrionda, que decidió no otorgar el gol. En la segunda parte, Alemania recuperó el mando y acabó arrollando a los ingleses. De nuevo el ‘8’ fue maldito para Capello en un Mundial, esta vez en forma de gol fantasma. Este verano, el italiano tendrá la oportunidad de sacarse la espina de su historia con los mundiales al frente de la selección rusa. A la cita brasileña ha llegado comandando a Rusia, a la que ha clasificado con autoridad, liderando un grupo en el que estaba la Portugal de Cristiano Ronaldo. De cara a Brasil, un dato: el número 8 de Rusia lo ha llevado durante la fase de clasificación Denis Glushakov, centrocampista boxto-box. Como Lampard. Como Capello. Él puede ser el encargado de romper la maldición.
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del bosque vasta finura
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nclina la cabeza hacia atrás y pone sus ojos mirando al cielo, pero no se fija en las nubes. Del Bosque trata de mantener el equilibrio, con una elegancia que disfraza la eficacia. Mientras, las nubes, ofendidas y despechadas, se empeña en centrar su atención y amenazan con juntarse para regar el césped brasileño con una fugaz y copiosa lluvia
tropical. Sin embargo, Del Bosque (Salamanca, España, 1950) no percibe el temporal, pues no puede perder de vista a la curva de una silueta que adora desde que nació mientras sus chicos calientan. La imagen que acompañará a Del Bosque entrenador será un balón sobre su cabeza. Y mira que
tiene postales doradas para ser recordado como un legendario miembro del planeta fútbol, pero al salmantino le encanta lucir técnica más que éxito y presumir de técnica más que de triunfos. Instantáneas vestido de corto con la camiseta de la selección española tampoco proliferan por su álbum profesional. Apenas 18 presencias y un gol. Debutó en la fase de clasificación de la Eurocopa de 1976 -cuya fase final aún sólo estaba compuesta por semifinales y final-, jugando los 90 minutos en el primer empate frente a Rumanía. Siete meses después, también contra los rumanos en la última fecha de aquel clasificatorio, se mantuvo como titular y volvió a jugar el partido completo. Era un choque decisivo y Del Bosque respondió mostrando su calidad técnica con una asistencia magistral a Santillana. El choque finalizó en empate (2-2), pero a España le valió para certificar el pase a cuartos como primera de grupo. No obstante, su trayectoria no se alargaría mucho más, pues cayó un año después ante Alemania Occidental. Del Bosque entró en el equipo gala durante aquella transcendental eliminatoria que terminó con el pase de los germanos a la mencionada fase final de Yugoslavia con un resultado global de 3-1.
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Después, una lesión le privó de la disputa del Mundial de 1978. Kubala dirigió también a la expedición que cruzó el charco para no pasar de la fase de grupos en Argentina. Una primera derrota ante Austria condicionó el devenir del combinado español que, pese a empatar contra Brasil y ganar a Suecia, se quedó fuera de la segunda ronda. Del Bosque formó parte del bloque que consumó la clasificación a la fase final, pero el seleccionador le dejó fuera de las últimas convocatorias por sus problemas físicos.
Toda la trayectoria de Del Bosque en la selección española gira en torno a Kubala, quien estuvo al frente del equipo durante toda la década de los setenta. Su última competición como seleccionador fue la Eurocopa de 1980, la última también de Del Bosque como jugador internacional, pocos meses antes de alcanzar la treintena. En el equipo de Arconada, Alexanko, Migueli, Asensi, Dani, Cardeñosa, Quini, Juanito, Santillana, Gordillo y Jesús Mari Satrústegui también jugó Vicente del Bosque. En Italia ’80, esta generación no ganó ningún partido. Empató contra la anfitriona –un resultado que levantó esperanza- y perdió ante Bélgica e Inglaterra. Al final, terminó colista del grupo B y sin opciones de disputar ni la tercera plaza de una Eurocopa que, tras el penalti de Yugoslavia ’76, volvió a tener a Antonin Panenka como protagonista al firmar el tanto más rápido del torneo. España accedió a dicha fase final tras superar el grupo de clasificación que la enfrentó a Yugoslavia -a la que ganó en el Maksimir de Zagreb-, Rumanía y Chipre –a la que le marcó Del Bosque en Salamanca, su único gol con la selección-. Consiguió el pase con una victoria en Limassol en la última jornada, es decir, sin la suficiencia que por ejemplo mostraron las finalistas de 1976: Checoslovaquia y Alemania Occidental. Sin embargo, y a diferencia de 1972 y 1976, España entró en la fase final y ello supuso, además de por la calidad individual del combinado que formó Kubala, que la afición recibiera la cita continental con expectativas altas, superando el fracaso del 78. No obstante, España cerró el ciclo de Kubala y Del Bosque con la constante irregularidad que la caracterizó en su etapa setentera.
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deschamps
el cerrajero francés
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l 12 de julio de 1998, en Saint-Denis, Didier Deschamps alza al cielo la Copa del Mundo. Es el jugador más joven de la historia en realizar el ritual de los vencedores (29 años). Deschamps (Bayona, Francia, 1968) era el capitán del vestuario francés, la mano derecha de Aimé Jacquet y el metrónomo en el juego de ‘Les Bleus’. “Deschamps es simple y seguro en el manejo de la pelota y comanda la presión en la destrucción. Se pasa el partido abriendo y cerrando la puerta del área”, comentaba Jorge Valdano del centrocampista tras el Mundial de Francia. Su asociación con Zinedine Zidane fue clave en los éxitos tanto de Francia como de la Juventus e hizo que ambos jugadores potenciaran aún más sus cualidades. Zidane tenía quién le entregase balones seguros; Deschamps, un faro al que buscar tras recuperar la pelota. “Yo jugaba por detrás suyo. Él me necesitaba mucho y yo lo necesitaba mucho a él. Teníamos muy buena conexión, también fuera del campo. De 10 balones, si puedes darle 11 a Zidane, mejor para mí y para el equipo, porque cuando tiene la pelota es un
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espectáculo. Hay que dársela a él, es su problema”, comentaba el de Bayona en una entrevista en el diario El País tras fichar por el Valencia. Deschamps conquistó la Eurocopa del 2000, cerrando el ciclo más exitoso en la historia de la selección francesa y completando un palmarés en el que no falta un solo trofeo importante, porque su trayectoria en el fútbol de clubes no fue menos victoriosa. Dos Champions -y tres finales perdidas-, una Intercontinental, una Supercopa de Europa, cinco campeonatos domésticos entre Francia e Italia y dos Copas entre el país transalpino e Inglaterra. Pero no todo fueron éxitos en su etapa como jugador, y mucho menos con la selección francesa. Debutante en 1989, fracasó junto a sus compañeros, en un combinado liderado por Eric Cantona y Jean-Pierre Papin, al no clasificarse para los Mundiales de 1990 y de 1994, así como caer en la primera fase de la Eurocopa de Suecia en 1992. Una etapa oscura a la que dio fin quien terminó siendo su mentor, Aimé Jacquet, que tomó el
mando tras no clasificarse para el campeonato a celebrar en Estados Unidos. El técnico le dio la capitanía a Deschamps aprovechando la sanción a Cantona tras su coqueteo con el Kung-Fu, y bajo su sombra emergió una generación que haría historia y en la que destacaban su inseparable compañero Marcel Desailly, el propio Zidane, Liliam Thuram y Youri Djorkaeff, entre otros jugadores inolvidables. Liderados por el mediocentro, tomarían el mando del equipo francés para alcanzar las semifinales de la Euro ’96, en lo que era un primer aviso de lo acontecería dos años más tarde. Como entrenador, poco más se puede hacer en una trayectoria tan corta. Llevó al Mónaco de Evra, Squillaci, Rothen, Giuly y Morientes a la final de la Champions eliminando incluso al Real Madrid de ‘Los Galácticos’, devolvió a la Juventus a la Serie A tras el escándalo del ‘Moggigate‘ y consiguió un doblete (Liga y Copa) con el Marsella, además de otras dos Copas de Francia.
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Tras la renuncia de Laurent Blanc después de la última Eurocopa, Deschamps asumió el banquillo francés en un curioso giro del destino. Compañeros en la selección durante muchos años y pupilos del mismo maestro, ambos son considerados los dos grandes entrenadores franceses de la actualidad. El baionés, quien poseía un don para recuperar balones y no rifarlo cuando lo tenía en su posesión, tiene en Blaise Matuidi lo más parecido a él en su actual equipo. Además cuenta con Paul Pogba para acompañarle, una bestia que nunca tuvo Jacquet, y con un Yohan Cabaye en buena forma puede formar alinear una de las mejores medulares en Brasil. Karim Benzema y Frank Ribéry pondrán el talento de Zidane y Djorkaeff, mientras que debe esperar a que los pocos minutos que ha disputado Raphaël Varane en el tramo final de la temporada le sirvan ser su Marcel Desailly.
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HALILHODZIC
perseguir a la justicia
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elantero prolífico, Vahid Salilhodzic (Jablanica, Bosnia, 1952) nunca obtuvo las oportunidades merecidas en la selección de Yugoslavia. Pese a destacar en el Velež Mostar, equipo en el que marcó más de 200 goles, sus participaciones con la extinguida selección balcánica eran escasas.
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Tuvo que esperar a la Eurocopa Sub-21, finalizada en 1978, para ver empujada su carrera internacional. Yugoslavia ganó el campeonato y Vahid fue elegido Bota de Oro. Con un poco de truco, eso sí, porque Halilhodzic tenía ya 26 años -aprovechándose de la norma de la UEFA que permitía alinear a dos jugadores mayores de 21 años- cuando la República Democrática de Alemania cayó en la final. A pesar de sus exiguas oportunidades en la absoluta, puede presumir de haber estado presente en dos grandes torneos. Estuvo en la Eurocopa de 1976, celebrada en la misma Yugoslavia. La anfitriona terminó cuarta tras caer en semifinales con la Alemania de Beckenbauer, víctima de tres goles (dos de ellos en la prórroga) del ‘Torpedo’ Müller.
El bosnio apareció también en el Mundial de España ’82, disputando dos partidos como suplente, contra Honduras y la favorita local. Y es que la selección española estuvo siempre presente en la corta carrera internacional del delantero. Halilhodzic apareció también desde el banquillo en 1977, en el famoso partido disputado en el ‘Pequeño Maracaná’ de Belgrado, en el que España dejó a Yugoslavia fuera del Mundial de Argentina y Juanito recibió un botellazo en la cabeza, lanzado desde la grada. Su primera titularidad, y primer gol, llegaron también contra España. Su tanto recortó las distancias con el equipo dirigido por Kubala, que ganaba 0-2, pero no fue suficiente. Otra derrota con el equipo ibérico que a la postre dejaría a Yugoslavia fuera de otra fase final, la Eurocopa de 1980 celebrada en Italia. Mencionado en líneas anteriores, su debut en un Mundial fue, como no podía ser de otra forma, en España y contra España. Los locales ganaron el partido, beneficiados por un penalti inexistente sobre Perico Alonso. López Ufarte
falló, pero el árbitro mandó repetir. Juanito ésta vez, no erró el lanzamiento y la Yugoslavia de Vahid, de nuevo, fue eliminada a manos españolas. Halilhodzic acabó sumando únicamente 15 partidos con la absoluta, en los que marcó ocho goles. Muy pocas apariciones para un delantero con espectaculares cifras de goles en los Balcanes y en Francia, donde fue, en dos ocasiones, máximo goleador liguero jugando con el Nantes. Él no le encontraba mucha lógica a su ostracismo, e insinuó años después que el hecho de ser musulmán podría tener algo que ver. Condición religiosa que también le hizo ser perseguido durante la guerra de Bosnia por la HVO (Consejo Croata de Defensa).
será Christian Gourcuff quien le sustituya. La pobre actuación de Argelia en la última Copa de África, eliminada en la fase de grupos cuando el objetivo eran las semifinales, no le ayudaron a ganarse la confianza de la Federación Argelina de Fútbol (FAF) a pesar de la presencia mundialista. Habrá que esperar a los días más calurosos del verano para saber si al técnico le quedan fuerzas para embarcarse en una nueva aventura, esperando que la injusticia no vuelva a aparecer en el que sea su próximo destino.
Su exitosa trayectoria en el campeonato francés (una liga con el Nantes como jugador, una copa con el PSG como entrenador, siete temporadas en total y 100 goles anotados) no sólo le valió para ser condecorado como Caballero de la Legión de Honor, sino que le abrió también las puertas del fútbol africano francófono. Ganó la Copa de África con el Raja de Casablanca y clasificó a Costa de Marfil para el Mundial de 2010. No llegó a participar en ese Mundial porque, pese a acumular 23 partidos sin perder, fue despedido tras caer eliminado en la prórroga de los cuartos de final de la Copa de África ante Argelia, su actual selección, que remontó un 0-2 en contra. A los ‘Zorros del Desierto’ les ha clasificado tras complicarse la vida en la ida del play-off en Burkina Faso. Finalmente, un gol poco ortodoxo de Bougherra en el partido de vuelta disputado en casa selló el pase de Argelia, único país del norte de África clasificado para la fase final de Brasil. Ésta vez sí tendrá el ganado privilegio de ser uno de los 32 seleccionadores del Mundial, pero todo parece indicar que no seguirá tras el campeonato, y que
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Herrera
llegar al quinto partido
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on 28 años los que han pasado desde que México se metió por última vez en unos cuartos de final de una Copa del Mundo. En aquella ocasión, como locales, los aztecas cayeron ante Alemania Federal, a la postre subcampeona. Después de tanto tiempo, el seleccionador del ‘Tri’, Miguel ‘El Piojo’ Herrera (Guadalupe, México, 1968), tiene como objetivo pasar de octavos de final en Brasil.
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En una reciente entrevista para Infobae América, el seleccionador declaró que llegar al quinto partido es la “exigencia mínima” que le piden los directivos de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF), pero él se muestra aún más ambicioso: “Cada vez que inicio un torneo siempre busco ser campeón. Por eso cuando me lo dijeron, a mí me supo a poco”. La sangre de unos cuartos de final no es suficiente para la sed de ‘El Piojo’, quien en otras entrevistas
aseguró soñar con “hacer historia”. Utópico o no, quizás su experiencia como futbolista de la selección mexicana le lleva a pensar así. En su única participación con el combinado azteca en un torneo internacional quedó subcampeón, cuando tampoco era, ni de lejos, favorita para “hacer historia”. Fue en Ecuador en el año 1993, cuando la Conmebol otorgó por primera vez una invitación para disputar la Copa América. México llegó a la final, eliminando a los anfitriones en semifinales, aunque una vez allí nada pudieron hacer ante Argentina, que venció con dos goles de Gabriel Omar Batistuta. Miguel Herrera jugó los tres partidos completos de la fase de grupos, pero no volvió a pisar el césped en las eliminatorias directas. Tampoco regresó con la selección al verano siguiente para disputar el Mundial de Estados Unidos 1994. El seleccionador de entonces, Miguel
Mejía, decidió no contar con él para la cita. En 14 partidos se quedó su registro vistiendo la camiseta del ‘Tri’. Santos, Querétaro, Atlante y Toros Neza fueron sus equipos como futbolista profesional. Veinte años después, el fútbol le da la oportunidad de acudir a una Copa del Mundo. Algo para lo que se lleva preparando apenas siete meses. Siendo aún técnico del América, club con el que consiguió el Torneo Clausura 2013, asumió el cargo de seleccionador nacional de México el 18 de octubre de ese mismo año. Su objetivo: superar la repesca del mes de marzo ante Nueva Zelanda y sellar el pase a Brasil. Para ello contó con un equipo formado exclusivamente por jugadores de la Liga MX, donde siete de los once que iniciaron ambos partidos eran del América. Herrera buscó de
esta manera armar un equipo que se conociese bien entre sí y que también le conocieran a él. El resultado fue inmejorable: 9-3 en el global. Con la plaza asegurada para el Mundial, ‘El Piojo’ cuenta los días para que arranque el torneo. Mientras lo prepara, es fácil verle concediendo entrevistas en diferentes medios, acudiendo a programas de televisión o interactuando en redes sociales. Es muy activo en su cuenta oficial de Twitter, con más de 213.000 seguidores, donde no duda en hacerse eco de los debates acerca de los jugadores que debe llevar o no y opinar al respecto. Como jugador del ‘Tri’, Miguel Herrera se quedó en tres partidos en aquella Copa América y México lleva 28 años quedándose en el cuarto. Por ello, el objetivo claro es llegar al quinto en Brasil.
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uando Howard Webb puso punto y final al segundo encuentro del Grupo H del Mundial de Sudáfrica, un hombre sonrío en Durban más que ninguno. Ottmar Hitzfeld había conseguido vencer a la selección campeona de Europa y gran favorita para el Mundial. Luego Suiza acabó fuera del torneo a las primeras de cambio y España se hizo con el Mundial, pero Hitzfeld saltó a todas las primeras planas mundiales, aunque realmente no fuera alguien que lo necesitase. Porque Ottmar Hitzfeld (Lörrach, Alemania, 1949) no era ningún novato en el mundo del fútbol en Sudáfrica. El técnico alemán afrontó el reto de dirigir a la selección suiza tras la Eurocopa que albergó el país centroeuropeo en 2008 como colofón final a una exitosa carrera en los banquillos. Antes de llegar a los Alpes, el teutón había tenido tiempo de inscribir su nombre en los libros de historia. Aún a día de hoy sigue perteneciendo al exclusivo club de entrenadores que han levantado la Liga de Campeones con dos equipos distintos. Hitzfield lo hizo con el Borussia Dortmund (1997) y con el Bayern Múnich (2001).
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Ahora, en 2014, Hitzfield intentará hacer ruido en el Mundial con una generación de gran talento. Con el profesor a los mandos -Hitzfeld ejerció muchos años de profesor de matemáticas- la joven generación helvética quiere dejar huella en Brasil. Liderados en el campo por el jugador del Bayern de Múnich Xherdan Shaqiri, Hitzfeld afronta el reto de liderar a un equipo joven y con muchísima calidad. El hambre que puedan tener sus jugadores será igual que la que tenga su técnico. Grande en los banquillos de equipos, pero que necesita un gran resultado con una selección; el que no tuvo como jugador, para poner el broche de diamantes a una gran carrera. Porque Hitzfeld ha conseguido como entrenador lo que no ha podido conseguir como jugador. Goleador de área, el alemán solo acumuló tres títulos trascendentes en su carrera como futbolista profesional. Apenas un par de ligas y una copa
en Suiza, con el Basilea, es todo el bagaje que acumuló el germano en sus años de jugador. En la etapa en el equipo helvético llegó también a inscribir su nombre como máximo goleador en la temporada 1972/1973; pero realmente nunca fue alguien importante en el mundo del fútbol. Hitzfeld realizó casi toda su carrera jugando en una liga de menor calado continental como es la suiza. Sólo durante tres años jugó en Alemania, en el Stuttgart. Ottmar llegó al club del sur de Alemania cuando militaba en la Bundesliga 2 y tras su llegada consiguió el ascenso a la Bundesliga en el año 1977. En total, Hitzfeld jugó, entre Segunda y Primera División, un total de 77 partidos en el Stuttgart en los que consiguió 38 goles. Sin participaciones en Mundiales o Eurocopas, la gran oportunidad de Ottmar Hitzfeld de brillar con su selección, la República Federal Alemana (RFA), llegó en los Juegos Olímpicos que se celebraron en Múnich, en el año 1972. En una selección en la que destacaba la presencia de un jovencísimo Uli Hoeness, el delantero de aquella selección de Alemania Occidental era el de Lörrach. Y la cita fue bien en lo personal pero fue un fracaso en lo colectivo. Hitzfeld hizo cinco goles en seis partidos en aquellos Juegos, pero su equipo quedó eliminado en el segundo de los grupos de la competición. Un resultado que supo a poco en un país acostumbrado a ganar (llegaba a los Juegos tras proclamarse campeona de Europa). Para más inri, a los occidentales les eliminaron sus vecinos del este, la República Democrática Alemana. Acostumbrados a ir siempre por delante en la Alemania dividida, quedar eliminados por sus ‘compatriotas’ fue uno de los palos futbolísticos más duros para la RFA en los años que vivieron separadas las dos alemanias por el Muro de Berlín. Un golpe que evitó que el teutón escribiera una página dorada en la exitosa historia del país alemán en el mundo futbolístico. Brasil será una de las últimas opciones de Hitzfeld para hacer historia a nivel de selecciones.
hitzfeld
una leyenda con hambre
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hong myung-bo querido líder
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robablemente la mayoría de aficionados españoles desconozca el nombre del seleccionador de Corea del Sur para el Mundial de Brasil 2014. Lo más seguro es que el nombre de Hong Myung-Bo (Seúl, Corea del Sur, 1969) sólo evoque la imagen prototípica de un asiático. Sin embargo, muchos recordarán el Mundial de Corea y Japón 2002 y esa fatídica tanda de penaltis que apeó a la selección que entonces dirigía José Antonio Camacho de lo que hubiese sido un pase histórico a semifinales. Pues bien, fue el actual seleccionador de Corea del Sur, Hong Myung-Bo, quien puso punto final a las aspiraciones de España al transformar el quinto y decisivo penalti que condujo a su selección a las semifinales de un Mundial por primera vez en la historia del país asiático. Y es que el técnico del país de la península de
28| Corea es toda una leyenda por esas latitudes. No sólo ejecutó de manera brillante el penalti decisivo de aquel partido recordado hasta la saciedad por la polémica actuación del colegiado egipcio Al Ghandour, sino que es hasta la fecha el futbolista surcoreano que registra más participacio-
nes con su selección nacional con 136 partidos oficiales disputados. Aquel Mundial de Corea y Japón fue más que especial para el que fuera defensa de los ‘Guerreros Taeguk’. Además de jugar como anfitriones del torneo y conseguir una memorable cuarta posición, Hong Myung-Bo se alzó con el balón de bronce en un torneo plagado de estrellas internacionales.
Aquel galardón supuso el punto y final en las participaciones del seleccionador en el máximo torneo futbolístico. Su dilatada trayectoria mundialista comenzó en Italia ‘90. La República de Corea quedó encuadrada en un grupo liderado por España al que acompañaban Uruguay y Bélgica. Testigos del debut mundialista de Hong Myung-Bo fueron los integrantes de la selección que ahora dirige Wilmots. “Yo era muy joven, y era un honor inmenso para mí representar a mi país. Esa gran cita mundialista supuso una desilusión para no-
sotros, pero en el plano personal, me quedé satisfecho con mi rendimiento”, afirmaba el ahora seleccionador coreano en una entrevista concedida a la FIFA. Las grandes virtudes defensivas que ya empezaba a mostrar no pudieron evitar la derrota por 2-0 en el Stadio Marcantonio Bentegodi de Verona. Finalmente, Corea del Sur quedó eliminada en la primera fase con cero puntos. La segunda oportunidad de mostrar su poderoso juego aéreo y su gran liderazgo en una cita mundialista vendría con Estados Unidos ‘94. De nuevo, España volvía a cruzarse en el camino de un ya asentado Hong Myung-Bo. Alemania y Bolivia completaban el Grupo C de un Mundial que ya premiaba con tres puntos la victoria. El debut coreano en suelo norteamericano lo protagonizaría la España de Javier Clemente. Salinas adelantó en la segunda parte a ‘La Roja’ y Goikotxea parecía finiquitar el encuentro cuatro minutos después. Pero, a falta de cinco minutos para finalizar el encuentro, el legendario defensa y actual seleccionador puso el 1-2 gracias a un libre directo que rebotó en la barrera y despistó a Cañizares. En el minuto 90, Corea del Sur igualó la contienda y finalmente los dos combinados nacionales se repartieron los puntos. A pesar de ello, Corea del Sur quedaba de nuevo eliminada en una fase de
grupos en la que Hong Myung-Bo acabó como máximo goleador de su equipo con dos tantos, el otro conseguido ante Alemania. La República de Corea se clasificó de nuevo para un Mundial: Francia ‘98. Tercera participación del eterno número 20 de la selección coreana. En esta ocasión no estaba España como rival en un grupo en el que debían competir a Holanda, México y Bélgica. Eso no evitó lo que ya parecía convertirse en costumbre: la eliminación en la primera fase del torneo. Corea del Sur acabó con un punto y el billete de vuelta a casa. El Mundial de Corea y Japón fue, polémicas aparte, el premio a una trayectoria que merecía un final así. Su carrera como entrenador está influida por el estilo holandés adquirido gracias a las enseñanzas de Hiddink, Pim Verbeek y Dick Advocaat. “Yo era el ayudante del seleccionador cuando esos técnicos estaban al frente del equipo. Me enseñaron mucho, y hoy me inspiro en las lecciones que me aportaron para mejorar la organización y la preparación de mi equipo”, señala Hong Myung-Bo. Esas enseñanzas las puso en práctica durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con la selección de la República de Corea Sub-23. En su debut como seleccionador logró la medalla de bronce, hazaña nunca conseguida en la historia surcoreana. En junio de 2013 fue oficialmente designado como entrenador de la selección absoluta del sur de las dos Coreas. Su liderazgo mostrado en el terreno de juego durante más de una década y su gran participación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 le han valido para ser el máximo responsable de una selección que busca repetir en Brasil la gesta conseguida bajo su capitanía en Corea. Estimado por todo un país y respetado por sus futbolistas, a Hong Myung-Bo sí le vale el apelativo de ‘Querido Líder’.
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Keshi
mito igbo, anónimo universal
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o es un nombre de dominio público. Su caché no sobrepasa la frontera africana pese a constituirse, a día de hoy, como una leyenda. El seleccionador de Nigeria, Stephen Keshi, es una celebridad futbolística que vive en el anonimato que le ha impregnado ser un ganador en África, un líder deportivo en su país natal y un futbolista que disputó su único Mundial a los 32 años.
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En la actualidad, Keshi (Azare, Nigeria, 1962) es la única persona con vida que ha logrado ganar la Copa de África de Naciones (CAN) como jugador y entrenador. Sólo él y Mahmoud El-Gohary han conseguido este éxito en toda la historia y el egipcio falleció en septiembre de 2012, cinco meses antes de que Keshi igualara su hazaña. Sin embargo, el aura de grandeza que posee el técnico nigeriano se forjó a finales del siglo XX, cuando, vestido de corto, lideró al combinado de su país durante su ciclo más glorioso. Descendiente del pueblo Igbo -una etnia que fue protagonista en la Guerra Civil que tuvo lugar en Nigeria en la pasada década de los sesenta-, el actual seleccionador del combinado verdolago fue un auténtico pionero como jugador:
viajó al Viejo Continente y les abrió las puertas de las competiciones europeas a sus compatriotas. Jugó más de 150 encuentros en Bélgica -entre Lokeren, Molenbeek y Anderlecht, donde perdió la final de una Recopa contra la Sampdoria de Vialli y Mancini- y en el Estrasburgo francés, con el que ascendió a Ligue1 en 1992. Dos años después de aquel éxito en Francia, Keshi puso fin a su carrera como jugador y cogió los libros para formarse como entrenador. Lo hizo tras cumplir su último reto, precisamente en el mitificado país del sueño, la oportunidad y la esperanza: Estados Unidos. Keshi, entonces ya veterano (32 años), fue uno de los héroes de la nómina que clasificó a Nigeria para su primer Mundial. El último logro de tres décadas edulcoradas con la miel del triunfo y el honor. Una gloria que comenzó a proyectar con tan sólo 15 primaveras. Se formó como lateral diestro con el Saint Finbarrs College Football Academy, de Lagos. Una escuela que revolucionó el fútbol base del país y que fue precursor de las escuelas del balompié en Nigeria. Pese a su juventud, Keshi destacó en una escuadra principal que, repleta de
jóvenes que transmitían alegría y desparpajo, encandiló a los espectadores con un fantasioso 1-4-2-4 que, actualmente como seleccionador, ha reutilizado -con ciertas variantes defensivas- para vertebrar a las ‘Súper Águilas’. En 1979, dos cursos después de su irrupción, él y Henry Nwosu -dos de los puntales de aquella ‘nueva generación’- dieron el salto desde las categorías inferiores al combinado absoluto. Ambos formaron parte de la fase preparatoria para la CAN de 1980 y acudieron como sparrings a la cita, pues tenían 17 y 16 años respectivamente. En principio, no se planteó que pudiesen participar en la competición, no obstante, Nwosu terminó entrando en la convocatoria por la lesión de Joachins Aronu. Nigeria ganó por primera vez la Copa de África y Keshi, un jugador imberbe que cumplía con un rol prácticamente terciario en aquella expedición, adquirió los valores de la competitividad y la importancia de sacrificarse por y para el grupo. Aquella experiencia marcó su carrera y buena muestra de ello es su inflexibilidad a la hora de conformar su grupo: antes el equipo que la individualidad. No tardó en debutar oficialmente con su selección (1981) y al poco tiempo, demostrando sus dotes de liderazgo, se hizo con la capitanía. Se convirtió en un indiscutible desde la CAN de 1982 y portó el brazalete desde el torneo continental de 1984.
Bien es cierto que, un año después, una serie de informes desfavorables del campamento nigeriano en 1984 hicieron que Keshi, su compañero Nwosu y tres futbolistas más (Bright Omokaro, Sunday Eboigbe y Clement Temile) fueran suspendidos durante dos cursos por parte de la Federación de Nigeria, que no les concedió ningún tipo de indulto tras sus pertinentes disculpas. Esta sanción le hizo emigrar a Costa de Marfil para poder seguir jugando al fútbol, lo que provocó su posterior llegada a Europa de la mano de los ojeadores belgas. Keshi regresó a la selección para la fase de clasificación a la CAN de 1988, cuando tenía 25 años, y recuperó la cinta de capitán a los 26. En aquella edición, al igual que en la de 1984 y en la posterior de 1990, Nigeria se quedó a las puertas del éxito con sendas derrotas en las finales contra Camerún -las dos primeras- y Argelia. El lateral zurdo fue uno de los líderes con los que las ‘Súper Águilas’ firmaron su ciclo dorado a finales del siglo XX. Un equipo poderoso que, pese a los éxitos en la CAN, no pudo clasificarse al Mundial durante aquella etapa. España ’82, México ‘86 e Italia ’90 fueron trenes que no se detuvieron en los andenes de la vida de Keshi. Durante su infancia, Nigeria nunca estuvo en la competición planetaria, pero él parecía predestinado a formar parte de otra bella historia antes de colgar las botas. Al fin, 1994 le concedió la satisfecha retirada del deber cumplido.
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Klinsmann
Siempre quise ir a L.A.
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iempre quise ir a L.A., dejar un día esta ciudad”, cantaban Loquillo y Los Trogloditas en su canción Cadillac solitario. Y lo mismo pensó hace un tiempo Jürgen Klinsmann (Göppingen, Alemania, 1964), quien tras terminar su carrera como futbolista se marchó a vivir, junto a su familia, a Huntington Beach, California, ciudad situada 60 kilómetros al sur de Los Ángeles. Quiso dejar un día la competitividad y la exigencia del fútbol europeo y cruzar el mar en compañía de los suyos. Desde su retirada en 1998, sólo atendió a la llamada de la Federación Alemana de Fútbol (DFB, en alemán: Deutscher Fußball-Bund) para dirigir a la selección de su país, lo cual hizo durante dos años, consiguiendo la tercera plaza en el Mundial que se celebró en 2006, precisamente en territorio germano.
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Al comienzo de su aventura, fue duramente criticado por los malos resultados del equipo en encuentros de preparación y por su interés de blindar a sus jugadores frente a la prensa, en especial por el diario alemán ‘Bild’. Sin embargo, el gran papel que la selección hizo en un Mundial donde era la anfitriona y el fútbol que llevó a cabo, cambiaron las críticas por elogios. Tan sólo Italia, con goles de Grosso y Del Piero en la prórroga de las semifinales, le apartó de la final. Un 3-1 ante Portugal en la final de consolación les otorgó la tercera plaza. Tras su andadura como seleccionador, fueron muchas las ofertas que recibió, sobre todo de clubes ingleses, para hacerse cargo de proyectos muy apetecibles. No le convencieron. Tras su decisión de no renovar su contrato con la ‘Mannschaft’, dijo no tener fuerzas de continuar y mostró su deseo
de volver a casa con su mujer e hijos. Regresó, sin embargo, dos años después para dirigir al Bayern Múnich en la temporada 2008/2009, aunque una serie de malos resultados y ciertas diferencias con la directiva terminaron suponiendo su despido y la vuelta a su tranquila vida de California. Desde allí, lugar perfecto para surferos, donde los policías lucen bronceados y patrullan en bicicleta, Klinsmann se hizo cargo en el año 2011 de la selección de Estados Unidos. Con autoridad la clasificó para el Mundial de Brasil, liderando el grupo por delante de Costa Rica, Honduras y México. Anteriormente, en julio de 2013, se proclamó campeón de la Copa de Oro de la Concacaf, al vencer en la final a Panamá gracias a un gol de Brek Shea, jugador del Stoke City inglés. Muy diferente será en Brasil con un grupo complicado donde esperan Portugal, Alemania y Ghana, pero al que acuden sin presión y donde su principal baluarte es su entrenador. Klinsmann no sólo posee la experiencia necesaria como técnico en citas mundialistas, sino que también la tiene como jugador. Como futbolista, disputó tres fases finales. Italia ’90 fue la primera de ellas. Tres goles marcó en este torneo, los cuales ayudaron a que su país
se hiciera con la Copa del Mundo. Un aconteciemiento que será siempre recordado por el gol de penalti de Andreas Brehme en la final ante la Argentina de Maradona. En Estados Unidos ’94 fue la Bulgaria de Hristo Stoichkov quien le apeó de la competición en cuartos final, aunque Klinsmann anotó cinco tantos en esta edición. Por último, en Francia ’98, Alemania cayó por 3-0 ante Davor Suker y Croacia, también en cuartos. Tres goles más sumó Jürgen en el país galo. Once en total en los tres mundiales, de los 47 que hizo en su selección durante su carrera. Es, de hecho, el tercer máximo goleador de la historia del combinado germano (empatado con Rudi Völler) y detrás de Miroslav Klose y Gerd Müller -ambos con 68-. Tantos que también sirvieron para que se alzara con la Eurocopa de Inglaterra de 1996, otro de los títulos internacionales que decora sus vitrinas. Stuttgart, Inter de Milán, Mónaco, Bayern Múnich, Sampdoria y Tottenham fueron sus equipos como jugador durante las 15 temporadas que estuvo en activo, pero no sus ciudades. Su sitio es California. Y sus playas, donde seguro disfruta del sol y medita la mejor forma de afrontar el Mundial como también cantaba Loquillo: “Bajo las palmeras, luce solitario”.
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kovac
un alfil para clavar
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abía cuándo, cómo y dónde. Entendía por qué y elegía a quién. Croacia jugó durante la primera década del siglo XXI a lo que Niko Kovac imaginaba. Aunque en realidad, todos mirasen a los veteranos Prosinecki, Soldo y Suker en 2002; al espigado Dado Prso en 2004; y a los prometedores Niko Kranjcar, Ivan Rakitic y Luka Modric en 2006 y 2008; fue él quien les permitió los lujos. Su adiós llegó 18 meses antes de Sudáfrica ’10 y Croacia guardó silencio con una ausencia que sirvió como proceso de introspección. Sin Kovac, el reloj del ajedrez mundialista de los croatas se detuvo durante cuatro años. Fue la primera vez que la selección balcánica se quedaba sin Mundial desde que comenzó a competir con el nombre de Croacia. Kovac (Berlín, Alemania, 1971) llegó a los cuartos de final de 2008. Y se quedó fuera del his-
tórico grupo que quedó tercero en el Mundial de Francia celebrado diez años antes por culpa de una lesión. Por entonces, el mediocentro croata ya era un habitual del cuadro ajedrezado. En las siguientes fases finales estuvo presente y, además, fue titular en todos y cada uno de los partidos que Croacia disputó en Corea y Japón, Portugal, Alemania y Austria y Suiza, salvo en uno de la Eurocopa de 2008. Con el equipo clasificado, su excompañero Slaven Bilic le dio descanso en la última jornada de la fase de grupos. Él marcó el ritmo y la dirección. Otorgó competitividad a un combinado que siempre tuvo y tendrá calidad técnica y al que le lastra, en mayor medida, la falta de alguna dosis de sentido colectivo. Unió líneas y dejó que los goles, los pases decisivos y los metros finales fueran para los elegidos. Marcó
14 tantos en 83 partidos -Modric, con 28 años, lleva 8 en 73- y está en los ‘top-10’ de goleadores y cantidad de internacionalidades de la historia croata. “A nivel individual, sin duda, tenemos un gran nivel. En cambio, desde el punto de vista futbolístico, estamos muy lejos de ser ese equipo que fuimos hace poco”, reconoció Niko Kovac a la FIFA antes de disputar el play-off contra Islandia -que solventaron por 2-0 en el estadio Maksimir-. Él fue especialista en ello, lo logró sobre el campo y ahora quiere conseguirlo desde el banquillo. Para ello, intenta convencer al jugador de la importancia que tiene realizar sacrificios pseudoaltruistas: yo me daré esta carrera por ti, pero para que ganemos nosotros.
dado como mediocentro y han sido los propios Kovacic y Modric quienes se han repartido el rol. Mate Males y Milan Badelj son otras opciones, pero parecen estar lejos de ser las definitivas de cara al Mundial del próximo mes de junio. El contador cada vez está más cerca de marcar la siguiente jugada y Niko Kovac aún le da vueltas a ese dúo de alfiles que apoyara al colectivo por todo el tablero y permitirá que aflore el talento de una selección que él mismo gobernó durante la primera década del siglo XXI. En su día, él fue uno de esos alfiles. Posiblemente el mejor que ha dado Croacia hasta el momento.
En su cuerpo técnico, además, está su hermano Robert Kovac, quien siempre le vigiló las espaldas sobre el terreno de juego. Robert, central y tres años menor que Niko, colgó las botas en 2010. Jugaron juntos en el Bayer Leverkusen, en el Bayern Múnich y en la selección croata. Ambos nacieron en Berlín y se han criado en la Bundesliga, por lo que han mamado una cultura del esfuerzo que ahora, juntos, quieren trasladar a las talentosas estrellas del conjunto ajedrezado. Firmaron un primer paso positivo tras superar a Islandia en la repesca y han conseguido prolongar su proyecto en la Federación de Croacia hasta, por lo menos, la Eurocopa de 2016 que tendrá lugar en Francia. Desde la retirada de Niko Kovac en 2009, Croacia no ha encontrado la pieza que encaje por detrás de Modric, Rakitic, Kovacic y Kranjcar, los habituales en la medular. Vukojevic, llamado a ser el heredero de Kovac por aquel entonces, no se ha consoli-
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Lamouchi
Otra Oportunidad
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n 1998, Aimé Jacquet, director técnico de la selección francesa, dejaba fuera de la lista de convocados para el Mundial celebrado en su país a Sabri Lamouchi. El centrocampista de origen tunecino, que militaba en las filas del Auxerre, estuvo en la lista de preseleccionados, pero la presencia de otros grandes jugadores en su puesto como el capitán Deschamps, Petit, Karembeu o Vieira lo dejaron con la miel en los labios. Francia ganaría ese torneo y Lamouchi, desde su casa, se perdía esa histórica cita del fútbol galo. Después de 16 años, ya con el traje de director técnico, el francés tendrá revancha y acudirá al Mundial de Brasil con la selección de Costa de Marfil.
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Sabri Lamouchi (Lyon, Francia, 1971), mediocampista ofensivo, comenzó su carrera en el Olympique de Ales. Sus buenas temporadas le permitieron fichar por el Auxerre, donde consiguió Copa y Liga en 1996. Tras la decepción de no ir al Mundial de Francia, pasó por tres equipos de nombre sin conquistar muchos títulos: Mónaco -ganó la última liga del equipo monagesco-, Parma e Inter, donde recaló ya con 32 años. Antes, el exjugador jugó para la selección de Túnez, a la que finalmente descartó -con disgusto incluido de sus padres- para debutar con Francia en 1996.
En sus últimos años de carrera, volvió a la liga de su país y terminó su carrera como futbolista en la tranquilidad del torneo catarí hace cinco años. Sus partidos como internacional son pocos: 16 encuentros vistiendo la camiseta de ‘Les Bleus’. Con el ‘14’ en la espalda, jugó sólo un partido en la Eurocopa de 1996, justamente el encuentro donde Francia cayó ante la República Checa, en cuartos de final. Fue su última aparición con la casaca francesa. Lento de movimientos dentro del campo, su trayectoria como entrenador es todo lo contrario. En mayo de 2012, diez días después de conseguir el título de entrenador, Sidy Diallo, presidente de la Federación Marfileña de Fútbol (FIF), lo contrató para reemplazar a François Zahoui cuando faltaban cuatro días para el inicio de la fase de clasificación del Mundial de Brasil. Ante la inexperiencia de Lamouchi, la decisión de la FIF fue muy discutida por parte de la prensa y de los aficionados, a quienes no les gustaba la inexistente trayectoria como entrenador del nuevo técnico. “Fue algo inesperado para mucha gente, incluso para mí”, comentaba el propio técnico en una entrevista a la FIFA. De pobre historia, Costa de Marfil sólo cuenta con la Copa de África de 1992 en su palmarés. El nivel
del seleccionado africano ha ido incrementando en los últimos años: el Mundial de Alemania fue su primera participación y desde entonces ha estado en Sudáfrica y ahora en Brasil. Por lo tanto, y gracias a ese salto de calidad de los jugadores del país en Europa, la exigencia es notablemente mayor. Sin embargo, fiel a su pasado, los marfileños siempre se quedaron con las ganas de llegar más lejos y destacar en las grandes citas. En los dos mundiales que disputaron, los complicados grupos en lo que estuvieron encuadrados los privaron de acceder a los octavos de final, algo que Lamouchi tiene como objetivo principal: “El objetivo número uno es intentar hacerlo mejor que en las dos últimas ediciones; es decir, superar la
fase de grupos”. En 2006, no pudieron superar un grupo complicado con Argentina, Holanda y Serbia-Montenegro y en 2010, tampoco lo consiguieron tras coincidir con Brasil, Portugal y Corea del Norte. Esta vez, Costa de Marfil integra un grupo más accesible junto a Colombia, Grecia y Japón. Sin experiencia ni como técnico ni en una Copa del Mundo, el reto de Lamouchi es resarcirse de aquella enorme decepción de 1998. Sin embargo, el exfutbolista, una persona tranquila, tuvo que apelar a su nombre para llegar a esta gran ocasión: sabr significa paciencia en árabe. Más tarde que pronto, el fútbol le brindó a este francés de descendencia magrebí una nueva oportunidad de vivir un Mundial.
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os enfrentamos en un River-Argentinos y también compartimos un par de entrenamientos con la selección argentina. La primera vez que practiqué con él fue un bajón. Me volví a mi casa totalmente deprimido, pensando que yo no sabía jugar al fútbol”. En una magnífica entrevista publicada en enero de 2010 en El Gráfico, Alejandro Sabella contaba así su particular sensación tras coincidir con Diego Armando Maradona. Sin embargo, a pesar del pensamiento de aquel día, ‘Pachorra’ demostró en su carrera que sí sabía jugar al fútbol. La historia de Alejandro Sabella (Buenos Aires, Argentina, 1954) como futbolista y como entrenador cuenta con esas pequeñas anécdotas y situaciones que se conocen más bien poco. Su personalidad, marcada por un perfil bajo vigente hasta el día de hoy, hizo que su fútbol fuese poco conocido, especialmente fuera de Argentina. Parte de culpa la tienen también las diferentes sombras de los ’10’ con los que compartió equipos y que no dejaron que la magia de su zurda destacase a mayor escala. Siempre jugando de ’10’, Sabella hizo las inferiores en River y llegó hasta la Primera. Antes, pasó su infancia pegándole a una pelota de fútbol en la calle sin saber si era zurdo o era diestro. Su pasión por el fútbol lo obligó a dejar la carrera de derecho, a pesar de manifestar que siempre prefirió la medicina. En River, donde jugó más de 100 partidos, su referente Norberto el ‘Beto’ Alonso, compañero de equipo e histórico ídolo riverplatense, fue quien desplazaba a Sabella a la suplencia.
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La marcha de Alonso, la llegada de algunos jugadores y la apuesta del técnico Labruna por Victor Marchetti en su puesto tampoco le permitieron encontrar su mejor versión, por lo que decidió dar el salto al fútbol inglés (Sheffield United y Leeds). Enganche típico, pelota al pie, zurda prodigiosa, gambeteador, pasión por tener el balón en los pies: sus características no se adaptaron al juego más frenético de Inglaterra, por lo que Carlos
Bilardo viajó a Europa para llevarlo a Estudiantes, donde encontró regularidad y reconocimiento. El propio Bilardo, en su estreno como seleccionador de Argentina, lo hizo debutar en un amistoso frente a Chile (2-2) en 1983. Siete años antes, Menotti lo había convocado para la absoluta pero no llegó a debutar. En la juvenil, había jugado el Sudamericano 1974, donde Argentina terminó cuarta. En aquel segundo tiempo contra Chile, ‘Pachorra’ -apodo puesto cuando jugaba en la selección juvenil-, entró por Jorge Burruchaga con el ’16’ a la espalda y se dio el lujo de jugar al lado de su ídolo, el mencionado ‘Beto’ Alonso. Posteriormente, el actual técnico de Argentina tuvo su gran oportunidad: llevar la ’10’ del seleccionado por la ausencia de Maradona. Fue titular en los cuatro partidos que la selección de Bilardo disputó en la Copa América de 1983, pero su nivel en el torneo fue irregular; mal partido contra Ecuador, excelente ante Brasil, discreto en la vuelta con Ecuador y decepcionante en Brasil. Con esta escasa producción y la eliminación argentina, Bilardo prescindió de él por su baja influencia en el juego del seleccionado. Sólo volvió unos meses más tarde para jugar dos amistosos que certificaron que Sabella nunca encontró su nivel con la celeste y blanca: ocho partidos, ningún gol y un juego impropio del mostrado en Estudiantes. Obviamente, ante esta situación y las crecientes sombras de Alonso, Bochini, Tapia y sobre todo Maradona, Sabella no volvió a jugar con la selección y quedó fuera de la carrera por acudir al Mundial de México. Humilde, trabajador, amante de la táctica y cabulero (modismo argentino que significa supersticioso) como buen ‘pincharrata’,
sabella
las sombras de los ‘10’
Alejandro Sabella se convirtió en el ayudante de campo de su amigo Daniel Passarella y lo acompañó por River, Parma, Monterrey, Corinthians y por las dos selecciones rioplatenses. Su carácter tranquilo y observador era perfecto para la personalidad omnipresente del entonces técnico argen-
tino. Así fue como vivió desde dentro su primer Mundial, en Francia, cuando Argentina quedó eliminada en cuartos de final ante Holanda. Su historia con la selección se potenció cuando fue elegido en 2011 para hacerse cargo del combinado mayor. Su meritorio paso como técnico de Estudiantes le abrió las puertas de Argentina, en donde consiguió la clasificación sin sobresaltos y calmó los ánimos del difícil ambiente de la selección tras dos ciclos -de Maradona y de Batista- con más polémica que fútbol. Ahora, con el Mundial tan cerca como las sombras de los ’10’ que tuvo a lo largo de su carrera como futbolista, Sabella tiene a otro ’10’ que lo puede llevar a lo más alto.
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susic
el orgullo de bosnia
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stadio Renata Dall Ara, Bolonia, 19 de junio de 1990. Minuto cinco del YugoslaviaEmiratos Árabes Unidos correspondiente al Mundial de Italia. Jugada de los balcánicos por banda derecha que acaba con un centro al área que remata de cabeza Safet ‘Pape’ Susic (Zavidovici, Bosnia, 1955) al fondo de la red. El partido terminó 4-1 a favor de los yugoslavos y ese tanto es el único que anotó Susic en una fase final de una Copa del Mundo. No obstante ese encuentro resume a la perfección la filosofía de fútbol ofensivo que defiende el mediapunta nacido en Bosnia. ‘Pape’ jugaba detrás del delantero o como centrocampista ofensivo, era un gran llegador y tenía una gran capacidad goleadora. Pero sin duda su mejor arma era el regate. Era capaz de marcharse de todo el equipo contrario con un sinfín de recortes, amagos y cambios de ritmo y aún así podía hacer un regate más. Esa cualidad le hacía pecar en ocasiones de un individualismo impropio de un jugador con un último pase de ensueño.
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Sin duda es el futbolista más talentoso que ha vestido la elástica yugoslava. Debutó con la selección ‘plavi’ en el año 1977, cuando era jugador del FK Sarajevo. Dos años después fue el máximo goleador de la liga con 17 tantos y le declararon como mejor jugador de fútbol en Yugoslavia y mejor atleta de Bosnia y Herzegovina. En 1982 Susic dio dos grandes pasos en su carrera futbolística. El primero fue el disputar el Mundial de España con la selección yugoslava, entrenada
por aquel entonces por Miljan Miljanic. Los balcánicos no pudieron pasar de la primera fase y Susic fue titular en los tres partidos, pero no logró ningún gol. Pese a la temprana eliminación de su combinado nacional, logró dar el segundo gran paso en su carrera fichando por el Paris Saint-Germain. En el club francés vivió los mejores años de fútbol y conquistó una liga y una copa de Francia, acompañado por grandes jugadores como Dominique Rocheteau y Luis Fernández. En los nueve años que vivió en la capital francesa, Susic se convirtió en una estrella en toda Europa. Militando en el conjunto galo llegó a la Eurocopa de Francia 1984, donde su selección no tuvo la mejor de las actuaciones -eliminados en la primera fase perdiendo todos los partidos-, y al Mundial de Italia ‘90. Allí ‘Pape’ sí logró un buen resultado con su selección y, por fin, anotó un gol en una fase final de competiciones de naciones. Perforó la portería en el partido contra los Emiratos Árabes Unidos y fue jugador clave en la marcha de su equipo en esa Copa del Mundo. Sólo la Argentina de Maradona logró echarles del campeonato, por medio de la tanda de penalties en cuartos de final. Tras el Mundial de Italia abandonó a la selección y poco después al PSG, donde se le considera como uno de los mejores extranjeros de la historia. En una selección donde primaba la fuerza y el dominio del juego aéreo, Susic logró hacerse un hueco con la magia que tenía con la pelota pegada a sus pies. De hecho, en el Jubileo de la UEFA en 2004, fue elegido como el mejor jugador de la historia de Bosnia. Para llegar a entender el verdadero nivel que poseía hay que recordar las palabras que le dedicó Gerd Müller, que le colocó entre los 40 mejores jugadores de la historia. Como entrenador, Safet Susic ha sido capaz de lograr lo que nadie había hecho: clasificar al combinado bosnio a un Mundial. Ahora sólo falta ver hasta dónde son capaces de llegar, pero está claro que ‘Pape’ sigue dando alegrías a su país y demostrando por qué es el orgullo de Bosnia.
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más sabe el diablo...
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orría el minuto 45 del primer tiempo, cuando un centro desde la parte derecha era rematado de cabeza, al fondo de las mallas, por el capitán de Bélgica. Pero ni tiempo tuvo apenas para celebrarlo, ya que el árbitro le indicó falta sobre Roque Junior y anuló el gol. A pesar de ello, el ’7’ no se rindió y, tras la reanudación, tuvo dos buenísimas ocasiones para poner a su selección por delante de Brasil en los octavos de final del Mundial de Corea y Japón 2002. Sin suerte, vio cómo Rivaldo primero y Ronaldo después les eliminaba de la competición. El auténtico partidazo de Marc Wilmots (Dongelberg, Bélgica, 1969) ante a la postre campeona del mundo, no tuvo recompensa.
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Líder absoluto de los ‘Red Devils’ en aquel torneo, el actual seleccionador de Bélgica es hasta el momento el autor del último gol que su país ha anotado en un Mundial. Aquel que marcó a Rusia en la última jornada de la fase de grupos y que sirvió para que su país venciera 3-2 y consiguiera el pase a la segunda ronda. Con tres tantos cerró su cuenta goleadora en aquella cita de 2002, que es hasta la fecha la última presencia de Bélgica en una Copa del Mundo. Algo que le sirvió para ser una de las
estrellas de aquel torneo y para estar entre los 50 nominados para el Balón de Oro de ese año. Anteriormente, había hecho dos goles en Francia ’98, donde su selección no pasó de primera ronda, y un solo partido disputó en Estados Unidos 1994, donde cayeron en octavos. Tres grandes citas internacionales disputadas y otra más, la de Italia ’90, donde no tuvo ningún minuto, es la abultada experiencia mundialista de Marc Wilmots. Algo que sin duda contrasta con la de sus jugadores, ya que todos, del primero al último, jugarán por primera vez un torneo de tales magnitudes. Es aquí sin duda donde puede estar el talón de Aquiles belga y donde el seleccionador debe aprovechar sus vivencias para equilibrar la balanza. Entre ellas, además de sus 70 partidos como internacional con la camiseta belga, también pondrá sus más de 15 años como profesional. Tras despuntar desde muy joven en el Sint-Truiden y pasar por RKV Mechelen y Standard de Lieja, llegó al Schalke 04 en 1996. Allí se ganó rápidamente el cariño de la afición por su juego cargado de altas dosis de garra y lucha, aliñadas a la perfección con una buena técnica individual. Ganó
la Copa de la UEFA en 1997 (al Inter, donde marcó el 1-0 en la ida de una final por entonces a doble partido) y una Copa de Alemania en 2002 en lo que fue su segunda etapa en el club, ya que pasó la campaña 2000-2001 en el Girondins de Burdeos para regresar después a Gelsenkirchen.
cargo, Wilmots se convirtió en entrenador de los ‘Red Devils’ el 14 de mayo de 2012. Desde entonces, la trayectoria de Bélgica ha sido intachable. Se metió en la fase final de Brasil después de terminar invicta en su grupo de clasificación y es uno de los combinados que más apetece ver.
Allí se retiró del fútbol en activo, no sin antes ganarse el cariñoso apodo de ‘Kampfschwein’ (Cerdo luchador) por parte de los seguidores ‘mineros’. Quiso dar un cambio de rumbo total a su vida y se metió en política. Fue elegido senador nacional por el Movimiento Reformador, un partido de ideología liberal francófono. No tardó en dimitir y en regresar a los terrenos de juego, en este caso, a los banquillos. Y volvió donde empezó, en el Sint-Truiden, en una andadura que duró apenas ocho meses.
Bélgica le gusta a todo el mundo. En esas tertulias de bar premundialistas, donde cada cual hace sus pronósticos vaso en mano, después de la palabra ojo, vienen siempre los ‘Red Devils’: “Y ojo con Bélgica, que puede ser la sorpresa”. Una frase que ha salido de los labios de muchos aficionados al fútbol que esperan con ansias que comience el próximo 12 de junio la cita de Brasil.
Pero a pesar de su mala primera experiencia como entrenador, su extraordinario bagaje como futbolista tuvo más peso y en 2009 se incorporó como técnico asistente de Dick Advocaat en la selección belga. Tras la marcha del técnico holandés, también fue ayudante del siguiente seleccionador, Georges Leekens. Cuando éste renunció al
Pocas selecciones tienen tal número de futbolistas jóvenes de tan alto nivel. Un equipo muy compensado en cuanto a nombres en todas sus líneas, pero con la inexperiencia como gran interrogante sobre sus cabezas. En ese aspecto psicológico hará hincapié Wilmots, el ‘red devil’ que más experiencia y sabiduría tiene sobre una Copa del Mundo en toda Bélgica. Y ya se sabe que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
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