la locura EN MÉXICO DURANTE LOS SIGLOS XVI - XVII MÚSICA
E N T R E V I S TA
VUELVE CALAMARO CON SU DISCO 15 DE ESTUDIO, “EL MEJOR EN 40 AÑOS”
ANTONIO CALERA GROBET
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No. 2 - ABRIL 2019 MÚSICA CUENTOS POEMAS
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DIRECTORIO Director: Armando Noriega Jefe de Redacción: Luis Fernando Escalona Directora de arte y diseño: Nancy Cárdenas Gil Ilustración en portada: Alejandro de la Cruz (Jal Reed) Director audiovisual: Sara Faure Landois Producción: Francisco Tinajero
COLABORADORES: Raúl Bustamante, Miguel A. Delgadillo, Rocío García Rey, Yelenia Cuervo, Salvador Mendiola, Cynthia Franco, Ulises Paniagua, Alejandro Paniagua, Abraham Chávez, Ana Laura Coronado Chiw, Andrés García, Armando Alanís, Luis F. Escalona, Mónica Soto, Sti Guerrero, Tilsa Otto, Luis Bugarini, Joe de la Rosa, Arianna Aquino, Carlos Sánchez Emir, Roberto Feregrino y Maximiliano Cid del Prado.
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CONTENIDO 6.Recomendación de libros 8. Vuelve Calamaro con su disco 15 de estudio, “el mejor en 40 años” 10. De vinilos, ritos y satisfacciones 12. Dos Jirafas 14. Cómo llenar un domingo 17. En el nombre del padre y del hijo 18. La librería de viejo 20. Autopsia 24. El refugio la locula en México 27. Entrevista: António Calera Grobet 34. Psicología Inversa 35. El pan que nos llena. Jaulas 36. Para olvidar este mundo amnésico 37. My name is Tijuana la Loca 38. Prisión estatal de Piedras Negras 39. Costera Miguel Alemán 40.Literatura es monasterio. Vivo Solo 41. Oficio del réprobo 42. Cuatro poemas 44. Consideraciones maternales tono rosa perverso 45. Minificciones 46. Devenir delirio en climax de Gaspar Noé 47. El mito del yo 48. ¿El teatro es para todos? 50. Ilustración: Líneas con esencia 51. Redacción para todos
Carta Editorial Regresamos, no de las cenizas, con el deseo de no perdernos en este laberinto de caminos inciertos que nos desorientan, pues hemos aprendido a entrar en la mente del creado para hallar la salida. Un segundo número de locura que nos hace regresar a La Castañeda en un viaje de letras y alimentos; historias en prosa y unas más en versos que están listas para que tú, lector, devores desmenuzando cada página, cada párrafo, cada renglón, cada palabra, cada letra, como más te sacie. Como Teseo, nosotros nos adentramos al siguiente laberinto. Si el minotauro no nos aplasta, nos leemos en mayo.
Armando Noriega
RECOMENDACIÓN DE LIBROS
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TEXTO Y LIBROS LUIS ESCALONA
ESCRITOR MEXICANO. ESTUDIÓ CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN, EL DIPLOMADO DE CREACIÓN LITERARIA EN LA ESCUELA DE ESCRITORES DE SOGEM Y EL DIPLOMADO EN “REDACCIÓN Y CUIDADO DE LA EDICIÓN” CON LA EMPRESA VERSAL.
GUERREROS CELESTIALES 1 EL LEÓN ALBINO El Imperio del Hombre ha sido derrotado y Báliak, el león oscuro, está a punto de tener el control total de Nueva Lemuria. Sólo le falta vencer al ejército de las aves. Válmik, el hormigo, tiene dos nuevos discípulos: un lobo y una niña humana, quienes están envueltos por un estigma que podría separarlos uno del otro. Pero Válmik también se pregunta cómo fue posible que Báliak, su antiguo aprendiz, se convirtiera en ese mutante despiadado.
GUERREROS CELESTIALES 2 LA GUERRA DE LOS CLANES La Legión Mutante domina a las razas de Nueva Lemuria. Sin embargo, ha comenzado a perder adeptos, los cuales, serán perseguidos hasta la exterminación. Pero en una pequeña isla, se encontrarán cuatro guerreros: Yiza, una humana; Pénril, el lobo; Yacaré, el cocodrilo; y Locus, un Goro despistado, quienes unirán sus caminos al lado de la Guardiana, la Reina Yunuen, para enfrentar a Báliak, el león oscuro, y derrotarlo. O salvarlo de sí mismo.
GUERREROS CELESTIALES 3 LA JOYA DE BARLAK Pénril, el lobo, ha decidido irse de Tzool, el continente de hielo. Sin embargo, un terrible acontecimiento cambiará el rumbo de las cosas, no sólo para él, sino para el mundo entero. Locus, el Goro despistado, necesitará de todo su valor para lograr que los suyos se unan a la batalla. Y Yiza, la guerrera humana, tendrá que tomar decisiones de vida e incluso enfrentar seres siniestros que habitan en el mar.
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TEXTOS ANDRÉS – Diack –
M Ú S I C O , P E R I O D I S TA , M A L E J E M P L O , A U R I A Z U L Y E N E M I G O D E L A S R I M A S C O N S O N A N T E S . T R O M B O N I S TA D E L O S R E V U E LTA S .
Cargar
Vuelve Calamaro con su disco 15 de estudio, “el mejor en 40 años”
“Cargar la suerte” fue grabado en directo en Los Ángeles; participaron los músicos más codiciados de la ciudad “En muchos sentidos, es mi mejor grabación en 40 años”, afirma Andrés Calamaro en el Sphere Studios de Los Ángeles, California, refiriéndose a “Cargar la suerte”, su décimo quinto álbum de estudio, que se estrenó el pasado 2 de noviembre. “Llegamos a un alto nivel de Rock Groove con detalles de R&B… estos son los mejores músicos de Los Ángeles para grabar canciones de rock con sensibilidad de Soul”, explicó el compositor argentino sobre este disco, que tiene para él un gran poderío espiritual y lo acerca a sus raíces californianas. En 2019 se cumplen 20 años del lanzamiento de “Honestidad brutal” y del relanzamiento de “Alta suciedad” (en una versión para coleccionistas), obras cumbres del artista que dieron de qué hablar por ser el disco “más costoso en la historia de la discográfica DRO” y por alcanzar la segunda posición de los discos más vendidos del rock argentino, respectivamente. Sin embargo, estos 12 tracks de “Cargar la suerte” fueron elaborados por un Calamaro autoexigente de 56 años, que practica boxeo, mucho más experimentado en el arte de escribir canciones, que no funciona sin el mate amargo de las mañanas y al que no parecen importarle los recuerdos entrometidos de las glorias del pasado. Se percibe una gran variedad de sentimientos y estados de ánimo. Prevalece la
nostalgia, el sufrimiento incomprendido del cancionista solitario, el amor, la distancia, la soledad, las infidelidades, las despedidas, la gratitud, el olvido y las ganas de olvidar. Este trabajo fue grabado en directo en cuatro días. Participaron músicos estadounidenses de alcurnia que, a pesar de las limitaciones lingüísticas, lograron comprender la esencia, la intención y la fuerza anímica de cada tema.
Un disco “inspirador” para el cantante
“La grabación fue inspiradora, me dieron ganas de seguir grabando discos”, dijo durante una conferencia de prensa en México. “Yo creo que los discos también necesitan suerte. Todos los discos los hago pensando que es el mejor material que puedo lograr”, agregó. Y la suerte se lanza a la carga. “Verdades afiladas” abre el disco. Inicia con un conteo del ba-
terista Aaron Sterling, quien lleva el tiempo a un rock moderado, acompañado del diálogo entre dos guitarras y el sonido de un bajo agresivo que contrasta con la sutileza de un órgano que acompaña la parte lírica. “Atrapado por verdades afiladas que me van a lastimar de todos modos, despedirse en una carta tiene eso: no es lo mismo despedirse con un beso”, es la primera frase, propinada como un uppercut que busca noquear a los recuerdos desde el primer asalto. Dentro de esta trama discográfica hay muchas intenciones que se reflejan notablemente en el tiempo y en las atmósferas sonoras. “Tránsito lento” es una canción que avanza suavemente. Pudo ser escrita en un avión o en una carretera mientras, a tra-
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no francés. “Diego Armando Canciones”, un juego de palabras que, a primera vista, pareciera escrito para el astro argentino que llevaba el 10 en la espalda, lanza preguntas contundentes al aire: “¿para qué quiero enemigos, si tengo tantos hermanos?, ¿para qué pisar ortigas, si puedo llegar volando? y, la más recurrente: ¿para qué guardar rencor, si puedo cantar durmiendo?”. Un caso particular es “Las rimas”, una canción que tiene la estructura de una balada, pero el fraseo de la voz es punzante. Las intenciones de esa letra se renuevan cada cuatro versos y, durante el transcurso del tema, la música va subiendo tono y medio para luego volver a la tonalidad original.
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bido a su naturaleza “silenciosa”.
El bloque “rocker” Golpes duros de batería y guitarras afiladas marcan el inicio de “El siete vidas”, escrita en primera persona, que describe a un personaje sanguinario que en todas ellas fue un asesino y que ahora es “el encargado del faro del fin del mundo”. “Ahora soy príncipe y mendigo, ahora soy torero y bandido”. En “Falso LV” la fuerza del bajo lleva a cuestas toda la canción, estilo Funk-Rock; vuelven a aparecer los instrumentos de viento, esta vez comandados por el saxofón barítono, jugando con los contratiempos. “Casi una mentira: vienen con camisetas de Ramones y peluquería. ¡Falso Louis Vuitton!”, una crítica directa a las poses, las pretensiones y, me atrevo a decir, al consumismo desmedido, producto de las modas. Contrario a los relatos bíblicos, en “Adán rechaza”, este personaje del Génesis dice “no” a la manzana. “Quiero vivir hasta que el padrecito me llame para empezar de nuevo y escribir mis mejores canciones y alegrar los corazones en el cielo”. La canción que cierra el álbum, “Egoístas”, reza: “Hubo veces que por meses no dormí, salvado por el milagro del pan y los peces”. Respecto a estas referencias, el cantante dice que “interpreta la Biblia sin pretensiones cristianas ni teocráticas. Son divagues”. “Soy ateo”, reafirma. “Cargar la suerte” es un disco que despide tranquilidad, inspiración, honestidad y eficacia. Es un buen cancionero. Sus metáforas son sencillas pero contundentes, pues toman al escucha con la guardia baja. Hace alusiones a problemas de la vida diaria, a las reflexiones que no se hacen en los días ajetreados. Invita a tomar una pausa para disfrutar de la música de instrumentistas de altura, de ejecución impecable y de la lírica de uno de los compositores más importantes en la historia del rock hispanoparlante. Un periodista español se atreve a publicar que “Cargar la suerte” es un disco mejor que “Bohemio” (2013), pero por debajo de “La lengua popular” (2007). Opiniones diversas. ¡La razón la tiene quien escucha!
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vés de la ventanilla, se mira un paisaje monótono luego de toda una vida de viajes, giras y conciertos. Entre ese caminar de compases aparecen frases ligeras de vientos, dirigidas por German Wiedemer. “Esperar llegar para encontrar un nuevo amor”, luego de esta frase suena un cálido solo de saxofón tenor, como buscando llamar la atención de alguna musa que también espera ser amada de verdad. Dentro de esas canciones a marchas tranquilas destacan también “Cuarteles de invierno”, que incluye arreglos de instrumentos propios de las orquestas sinfónicas, como: violín, viola y, curiosamente, intervenciones sutiles de cor-
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“Lo bueno de estar solo es que la soledad no miente”, “No hay camino que no empiece con un beso”,
frases que se contraponen y viajan por la frontera entre el egoísmo y la ternura. “Mi ranchera” evoca con el título a la música mexicana. Llegan a la mente Los Tigres del Norte con la primera frase: “allá en la mesa del rincón estoy tomando”. Es una canción que extraña los besos de algún romance inolvidable: “En el pecho sigue el corazón abierto; al tú no estar conmigo, ya el amor está desierto”. “My mafia” se sirve de un contrabajo para dar cuerpo al elegante registro grave. Es una canción “más allá del bien y del mal”, dedicada a los amigos que se sientan juntos “en la mesa de los bandidos”. Este grupo de canciones podría describirse como u n a “confesión”, de-
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sí en ese rincón cómodo donde me tomaba el tiempo de escuchar todas y cada una de las canciones con atención y en orden, mientras observaba el arte, leía las letras y detalles del booklet, y repasaba la portada y contraportada una y otra vez hasta el final de la última canción. Ese vínculo físico y sobre todo emocional que describo arriba es, me parece, lo que puede lograr que el consumo actual de los discos de vinilo trascienda más allá de una moda pasajera. Me gusta pensar que, actualmente, el recorrer los estantes de las tiendas de discos o emocionarse con nuevos lanzamientos y reediciones, va más allá de aparentar, pertenecer o presumir la colección más grande, sino que en realidad representa la búsqueda de esos momentos de amor por la música en los que genuinamente sentimos que la disfrutamos como debe de ser. La fiebre por el vinilo ha provocado que, en distintos rincones de la ciudad, del país y del mundo, aparezcan más y más tiendas, algunas especializadas en géneros específicos y sus ramificaciones, y otras con selecciones universales para todos los gustos. Esta diversidad es una de las grandes razones por las que los amantes del vinilo se han adentrado más en el tema, investigado y pulido el proceso que implica encontrar un buen disco a un buen precio. Básicamente, el crecimiento de este formato (aunque no es mucho comparado con el consumo digital), también ha ido generando un tipo de consumo más, lo llamaría, reflexivo. De hecho, buscar y encontrar esos lugares u oportunidades para comprar un disco también forma parte de todo ese emocionante rito. Viajar, por ejemplo, es una oportunidad única para ir más allá de lo que está a nuestro alcance en cuanto a música se refiere. Algo que me ha dado muchas satisfacciones inesperadas es entrar a una tienda de discos de algún lugar desconocido, pedir recomendaciones y llevarme a casa un disco que nunca he escuchado. No puedo garantizar que esta práctica siempre tenga resultados satisfactorios, pero en mi caso, muchas veces he descubierto gustos de alguien más que terminan conectándo-
S, LO S NI Y SATI FACCIO
DE VI RIT
COMUNICÓLOGO DEDICADO AL COMERCIO ELECTRÓNICO. AMANTE DE LA MÚSICA Y LOS VIAJES.
a satisfacción que hay al escuchar un disco de vinilo va más allá del eterno debate sobre la calidad del audio frente a un archivo digital, pues, aunque existen muchas razones que le dan a este formato la ventaja, dicha sensación de felicidad radica mayormente en la experiencia y en todo lo que envuelve ese momento. Al menos eso es lo que he experimentado. Tengo 36 años y aunque escuché discos de vinilo de pequeño, en realidad consumí y razoné la música en su totalidad con el casete y, sobre todo, con el CD. Aún recuerdo aquel emocionante rito de ir a comprar un disco nuevo, llegar a casa a escucharlo en quizá no el mejor sistema de sonido, pero
se conmigo a través de la tornamesa y las bocinas. Desde que formo parte del regreso del vinilo, he pensado que el camino para experimentar esos momentos de satisfacción se construye a partir de una selección honesta de tu música favorita, combinada con el entusiasmo del descubrimiento y la sensibilidad para identificar cuáles son los discos que vale la pena reproducir en tu tornamesa. Comprar un vinilo es cada día más sencillo, pero sentirte orgulloso de tu biblioteca musical y saber que, independiente del número, tienes una colección de momentos únicos, es lo que realmente hace de esto un placer. Y si todo eso que está sucediendo en nuestros tiempos con los discos de vinilo es una moda, un gusto pasajero para quienes encuentran en ellos un hobby o una faceta alternativa de su gusto por la música, pero al mismo tiempo es algo que provoca un consumo más genuino y emocionante, entonces qué más da, ¡que siga la moda y la buena música!
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TEXTOS A L E J A N D R O PA N I A G U A
N A R R A D O R Y P O E TA . H A I M PA R T I D O TA L L E R E S L I T E R A R I O S Y C L A S E S E N E L T E C D E M O N T E R R E Y, L A U A C M , L A U N I V E R S I D A D D E L C L A U S T R O D E S O R J U A N A , L A B I B L I O T E C A VA S C O N C E L O S Y L A E S C U E L A D E E S C R I T O R E S D E M É X I C O .
Dos jirafas P
ágina cinco: Mickey Mouse y Mimí tomados de la mano. Cada uno mira hacia el lado contrario. Parece que aquel gesto es el único contacto cariñoso que han tenido en años. Al ver la ilustración, mi hija, Liliana, niega con la cabeza. Mi mujer grita algo desde la cocina. Cierro la puerta, no quiero lidiar con ella. Página nueve: Mickey Mouse usa penacho y taparrabos, se halla frente a una pirámide que tiene elementos incas y aztecas. El personaje sonríe inmerso en su anacronismo, en su imprecisión estética. Mi niña hace un gesto desairado. Los reclamos de mi mujer, aunque tenues, aún se distinguen. Página veinticuatro: Mickey Mouse, con bata y estetoscopio, posa dentro de una sala de operaciones. Una sábana cubre al paciente. Es imposible saber si está muerto o solamente anestesiado. Antes de que mi pequeña reaccione, tomo el plumón verde y dibujo una línea en el monitor de los signos vitales para indicar que el paciente del ratón ha muerto. Liliana se ríe de forma desfachatada. Prolongo la línea verde hasta salirme del contorno que delimita el monitor. Mi hija se carcajea, doy vuelta a la hoja y sigo el trazo sobre la siguiente ilustración: Mickey luchando contra un gigante. Parece que la muerte del paciente operado fue tan determinante que invade la otra faceta del ratón. Continúo la línea verde sobre la siguiente lámina: Mickey en el espacio, parado sobre la luna; al fondo, un montón de planetas blanquecinos y de estrellas redondas. Liliana da un grito de emoción. Me arrebata el libro para colorear. Me siento incómodo. Pienso que es raro hacer tiempo jugando con mi hija. Pero hoy no había muchachas disponibles y tuve que regresar a casa. Dijeron que me mandarían un mensaje cuando alguna de ellas se desocupara. Liliana pinta un ojo del personaje de color verde y el otro de tono café. Pienso en David Bowie. Me pregunta qué es lo que hay detrás del roedor, qué son aquellos círculos de distintos tamaños. Le respondo que se trata del cosmos: son estrellas, planetas, asteroides, cometas. Dentro de las circunferencias dibuja pupilas de colores y por encima, algunas pestañas. Me dice: —El cosmos es un monstruo sin párpados. No tiene narices ni bocas ni bigotes. Concluyo que sí, en efecto, el universo es un monstruo. Mi niña avienta el libro y se vuelve a reír desprolijamente. Escucho afuera una sirena de policía. Debe ser una patrulla que atraviesa el puente más lejano de la avenida. O podría ser, quizás, una patrulla de control remoto que cruza la habitación contigua. Cuando uno vive rodeado de juguetes, estas opciones se vuelven concebibles. Me acerco a Liliana, la abrazo. Le beso la frente a mi chiquilla que sólo tiene cinco años, a pesar de que todos los días asegura que es su cumpleaños. Beso sus manos. La derecha huele a orines; la izquierda, a mandarina. Me inquieta que en ella puedan convivir, a un mismo tiempo, lo repulsivo y lo esplendoroso. Me señala la mesa donde se encuentra su jirafa de trapo.
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Tomo del cuello al animal, cuyos ojos son dos botones, y lo agito frente a la cara de mi hija haciendo ruidos de caballo, de elefante, de tigre, de oso, de licuadora, de una vieja videocasetera, de alarma de auto, de buque de guerra, de gong, de teléfono, de cinta de audio que corre en reversa. Y es que no sé cómo hace una jirafa. Mi hija baila emocionada, me arrebata el monigote y lo aprieta entre los brazos. Recibo la alarma de un mensaje en mi teléfono. Ya hay una chica disponible. Anuncio a mi pequeña que me voy, me dice, en forma de secreto, que debo despedirme de su mamá. Seguro la niña se da cuenta de que desde hace meses no saludo a mi mujer ni me despido cuando salgo. Paro un taxi, le digo que tome los dos puentes de la avenida para llegar rápido a la zona hotelera. Descubro que el plumón dejó una mancha verde en mi dedo índice, como si la muerte también quisiera continuar su trazo sobre mí. Me bajo una cuadra antes, no quiero que el taxista sepa a dónde voy. Camino con inquietud hasta el edificio. Antes de que toque la puerta, una de las muchachas me abre. Acaricia mi cara. Dice que pase a la habitación seis. Dejo algunos billetes nuevos sobre el mueble del recibidor. La chica que me asignaron está recargada frente al ventanal. Tiene los brazos cruzados por detrás de la espalda. Con la boca un poco torcida, sonríe. Se halla completamente desnuda. De manera coqueta, pero aletargada, da una vuelta para mostrarme su cuerpo. Vuelve luego a su posición original. Su piel está en exceso bronceada, excepto en las líneas del bikini que permanecen blancas, prístinas. De reojo parece que efectivamente lleva un traje de baño, pero al mirarla de frente uno se mesmeriza con sus pezones, la línea entre sus nalgas y el vello de su pubis delineado en forma de corazón. Es maravilloso el efecto de los dos tonos en su piel, parece que estuviera vestida y desnuda al mismo tiempo. Tiene un tatuaje en el hombro: una rata ilustrada con realismo, pero que usa unas orejas de Mickey Mouse. Me acerco y acaricio su cintura. Sus ojos tienen dos tonos contrastantes también, uno café, y el otro gris por completo. Pienso en David Bowie. Escucho una sirena muy aguda. Seguro es una ambulancia que atraviesa la salida a la carretera, o quizás un carrito de bomberos de juguete que pasa por el pasillo. ¿Por qué habría juguetes en este lugar? La joven me da un largo beso, no descruza los brazos por detrás de la espalda. Cariñosamente tomo sus brazos y los intento mover hacia el frente. Da un paso atrás. Baja la mirada y me muestra uno de ellos. Está lleno de marcas de inyecciones. Me dice: —Leí que la adicción es una bestia negra que, aunque está exhausta, sigue caminando. Me azoran sus palabras. Le aseguro: —Es una imagen muy certera. Sus pestañas postizas clausuran su mirar. La chica llora de forma desfachatada. Le pido que se siente. Tomo mi pluma y anoto un número al lado de cada una de las pequeñas heridas. Luego trazo una línea de una marca a la siguiente, como si fuera un dibujo de “une los puntos”. La figura que se revela al final parece una jirafa.Dibujo un ojo y una boca sonriente en la cara del animal. Tomo el brazo de la jovencita y lo agito frente a su rostro haciendo ruidos de serpiente, de abeja, de pantera, de cabra, de taladro, de un modem anticuado, de alerta sísmica, de submarino nuclear, de carrito de camotes, de Tarzán, de Mickey Mouse que se carcajea y celebra. Y es que no sé cómo hace una jirafa. La muchacha sonríe y yo le acaricio el muslo. No voy a penetrarla. Le doy un abrazo y beso sus manos. Ambas huelen a orines. -
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TEXTOS ARMANDO ALANÍS
N A C I Ó E N S A LT I L L O , C O A H U I L A , Y V I V E A C T U A L M E N T E EN LA CIUDAD DE MÉXICO. AUTOR DE OCHO LIBROS, E N T R E M I C R O R R E L AT O S , C U E N T O S Y N O V E L A S .
Cómo llenar un domingo
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os vio entrar a la casa desde el sillón donde estaba sentado, y su primer pensamiento fue para el perro. Qué solo se sentiría. En ese mismo momento estaría chillando sin parar. No podían traerlo consigo porque Matilde detestaba los perros y no toleraba que uno de ellos, así fuera el simpatiquísimo pomerano del hijo y la nuera, anduviera entre sus muebles raspando con las patas la madera y dejando aquí y allá, sobre el ta-piz, mechones de pelo negro. —Hola, papá. —Hola, suegrito. Los habituales saludos le sonaron, sin embargo, distintos. Debajo de esas senci-llas palabras repetidas tantas veces en reuniones familiares, creyó percibir un senti-miento en el que se mezclaba la comprensión con un dejo inconfundible de conmise-ración. Aquella joven pareja, todavía sin hijos, lo miraba a él como lo que en realidad era… como lo que había empezado a ser desde el día anterior, a mediodía. —Si quiere ya no venga el sábado, Manuel —le había dicho el patrón. Pero él insistió en ir también el sábado a la fábrica. No voy a romper el ayuno al cuarto para las doce, dijo. Pero, en realidad, todos los documentos y papeles estaban en orden desde el viernes, cuando tuvo aquella breve conversación con el joven con-tador recién contratado. Sólo que él era un hombre al que no le gustaba faltar. En más de dos décadas había faltado una única vez, hace algunos años, cuando una bronquitis y la orden terminante del médico lo obligaron a permanecer en cama por una semana. Otras veces había padecido un resfriado de esos que no se pueden evitar en invierno, y la fiebre alcanzó los treinta ocho o treinta y nueve grados, pero ni siquiera en esas ocasiones llamó a la fábrica para pedir permiso. Ahí se estaba las ocho horas tras su escritorio, tose y tose, con un fuerte dolor de cabeza apenas atenuado por las pastillas compradas esa misma mañana en la farmacia, pero presente, cumpliendo con sus obligaciones. En dos horas, no había querido moverse del sillón. Desde ese lugar vigiló los movimientos de los demás. Matilde preparaba una generosa ensalada en la cocina, como ella sabía hacerla: lechuga, jitomate, rabanitos, rebanadas de aguacate, nuez moscada, arándanos, ajonjolí, y el indispensable aderezo a la vinagreta, sin el cual, el conjunto quedaría desabrido. Por su parte, Rogelio estaba en el jardín. Había vaciado parte del carbón en el asadero de hierro, lo había encendido; con un cartón doblado, intentaba avivar el fue-go. A un lado, en un plato grande y sobre una mesa, Carlita había dispuesto la arrache-ra marinada, las tortillas, las papas y las cebollas. Cada cierto tiempo, Rogelio dejaba de agitar el cartón, se limpiaba el sudor de la frente con el dorso de la mano, cogía su lata de cerveza y le daba uno o dos tragos.
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Los primeros filetes empezaban a asarse cuando llegó Renata con el niño. Se acercó a besar a su padre en la mejilla y tuvo que rogarle al niño para que hiciera lo mismo. La criatura, que aún no sabía hablar más que unas cuantas palabras, se negaba moviendo de un lado a otro la cabeza y haciendo un gesto de desagrado. –Déjalo, Renata –dijo él. Muchas veces se había preguntado qué haría cuando pudiera disponer a su antojo de su tiempo. Nunca le habían gustado mucho ni la televisión ni los hobbies. Alguna vez había intentado seguir con su mujer los incontables capítulos de la telenovela de las nueve, pero lo había dejado. Prefería un libro, aunque la lectura tampoco le atraía de-masiado. En cuanto al dominó, por un tiempo había ido a jugar con tres amigos a un concurrido bar, todos los miércoles, pero también eso lo dejó. No le gustaba desvelar-se. Escribir un libro y viajar. Eso era lo que había planeado que haría. Pero un li-bro… ¿sobre qué? Nunca había escrito nada, salvo algunas cartas. Por su profesión, él era hombre de números, no de letras. ¿Cómo iba a escribir, por ejemplo, una novela, si no había leído más que unas veinte o treinta en toda su vida? En cuanto a viajar, en vacaciones había conocido con Matilde, a lo largo de los años, dos o tres playas, dos o tres pueblos y ciudades coloniales. Recordaba con agrado aquel viaje a Zacatecas: los estrechos callejones, los balcones y rejas de las casas, la catedral barroca. El Cerro de la Bufa, donde le pidieron a una pareja de gringos que les tomara una foto junto a la estatua ecuestre de Pancho Villa, el revolucionario famoso por su puntería con la pis-tola. Y luego el regreso a la ciudad en el teleférico, cuando ya anochecía: ese cielo de jirones rojos y amarillos, las luces de las casas y de las calles allá abajo. Pocas veces, o tal vez nunca, le había tocado contemplar un crepúsculo tan deslumbrante como aquel… Y el viejo y aristocrático hotel del centro donde, en una cama que no llegaba a ser matrimonial, él y Matilde hicieron el amor como si estuvieran en la luna de miel. Y de alguna manera lo estaban. Una segunda luna de miel, ¿por qué no? La verdad, ahora lo sabía, es que no le gustaba viajar, y menos a lugares remo-tos. Mejor desechar ese viejo sueño del viaje a Europa. Conocer París, Madrid, Roma, y alguna de esas ciudades con el prestigio de ser únicas en el mundo como Brujas, en Bélgica, o como Granada, en el sur de España, donde estaba la famosa Alhambra de los moros. ¿Para qué engañarse? Cuando había querido hacer un viaje así no había podi-do, y ahora que gracias a sus ahorros y a la libertad de movimientos recién estrenada podía hacerlo, ya no quería. No quería. Así de sencillo. ¿En qué momento se le había ocurrido hacer lo que iba a hacer? Miró hacia la alfombra. El niño de Renata jugaba con las piezas de plástico del Mecano que él y Matilde le regalaran en su primer cumpleaños. No parecía que se propusiera construir nada con ellas. Simplemente las tomaba entre sus manecitas, las veía con curiosidad de coleccionista, les daba la vuelta y las mordisqueaba. –¡No te metas eso a la boca! Era Renata, evitando que el niño se atragantara con uno de los pequeños blo-ques de plástico, provistos de pivotes. Renata platicaba con Carlita, ambas sentadas en el sofá, pero no descuidaba a su hijo. El niño era todavía muy pequeño para jugar con un Mecano y construir, por ejemplo, una casa. Todavía no entraba al kínder. Manuel pensó en Renata, que vivía en Plaza Grande, sola con su hijo desde que se divorciara de Pedro. Qué poco había dura-do aquel matrimonio. Dos años. ¡Se veían tan enamorados cuando el juez los estaba casando y cuando, más tarde, el cura les daba la bendición! Qué complicada se había vuelto la vida para su hija. O tal vez
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TEXTOS ARMANDO ALANÍS
no tanto, pero de que las cosas eran difíciles para ella, qué duda cabía. Todos los días, levantarse temprano para llevar al niño a la guar-dería y trasladarse a la agencia de publicidad. Por la tarde, luego de una agotadora jornada de trabajo, recoger a Lalito, llegar al departamento, dar de cenar al niño, ba-ñarlo, dormirlo, cenar, acostarse a dormir para repetir el ritual al día siguiente. Alguna vez Matilde le había tratado de hacer ver que no era necesario que se sacrificara tanto. —Puedes renunciar a la agencia y venirte a vivir con nosotros. Te recibiremos con los brazos abiertos, y Lalito será la alegría de la casa. Pero Renata le contestó que ella también tenía derecho a hacer su vida, inde-pendiente de la vida de ellos. Tenía razón, claro que sí. Miró hacia el jardín, hacia el asadero, de donde provenía aquel delicioso y pe-netrante olor. El domingo avanzaba con pasos de elefante. ¡Qué difícil llenar un do-mingo! —¡A comer, familia! –gritaba en ese momento Rogelio, eufórico. Vaya que si era todo un triunfo asar carne en aquel rudimentario asador, que él compró cuando estaba recién casado. Ahora vendían otros mucho más modernos y eficientes. Mientras comían en el jardín, sentados en sillas plegables y con los platos en las rodillas, miraba de reojo a Matilde. ¿Qué derecho tenía a decidir por ella? Podía deci-dir por él mismo, eso sí, pero ¿por Matilde? Bueno, no podía considerar ni siquiera la posibilidad de preguntarle a su mujer su opinión al respecto. Sonrió, como si acabara de recordar un chiste. La pistola estaba en la mesita de noche, de su lado de la cama. Una Smith &Wesson que había comprado en el único viaje a la ciudad de México que hiciera con Matilde, hacía… ¿cuántos años? Una tarde ella se había sentido un poco indispuesta y le había dicho que prefería quedarse en el hotel, en cama, mientras él iba a visitar el museo que les faltaba. De modo que salió solo a la calle y caminó hacia el museo, que no estaba lejos, pero en lugar de entrar se siguió derecho. Fue una decisión que tomó sin pensarla. Vagó sin rumbo por las calles del centro histórico, detrás de Palacio Na-cional y, de pronto, estaba en una calle muy estrecha donde había una tienda tras otra. Entró a una donde se vendían toda clase de chucherías. Las estuvo revisando sin ma-yor interés. En seguida, sin que viniera a cuento, le preguntó al encargado si tenía una pistola a la venta. Al principio, el encargado, que exhibía sin pudor su cara de ratón y un parche en el ojo derecho, le dijo que no, pero después dijo que sí, que tenía una guardada y que se la podía vender a buen precio. La transacción debía hacerse en se-creto, ya que no tenía permiso de vender armas. El tuerto cerró la puerta principal y lo condujo a la trastienda. Sacó el arma de un sucio baúl, debajo de una escalera. —No sabe uno cuándo la va a necesitar —dijo con una sonrisa maligna, mien-tras se la mostraba. Manuel no se puso a discutir el precio. Pagó con billetes de quinientos. El tipo le entregó la Smith &Wesson en un estuche con fondo aterciopelado. Así fue como se hizo de la pistola. Su mujer se asustaría cuando más tarde se la mostrara en el hotel. —Por si alguna vez entra un ladrón a casa —le dijo. Con cinco balas en la recámara, el arma había permanecido en el buró quince o más años, quién sabe cuántos, inmóvil como un animal disecado. Nunca se coló a la casa el hipotético ladrón. Pero ahora, ese mismo y tedioso domingo, cuando su hijo y su nuera, su hija divorciada y el nieto se marcharan, y ellos se acostaran en la cama de colchón un tanto desvencijado, y Matilde se quedara dormida tan rápidamente como acostumbraba, esa pistola iba por fin a utilizarse. Dos veces. La decisión estaba toma-da.
CUENTOS TEXTO MÓNICA SOTO
E S C R I T O R A D I S T I N T I VA Q U E C E L E B R A E L E R O T I S M O , E L D E L E I T E Y L A L I B E R TA D C O N L E T R A S I R R E V E R E N T E S , L L E N A S D E AV E N T U R A S Q U E B I E N P O D R Í A N S E R T U P R Ó X I M A FA N TA S Í A .
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En el nombre
A
del padre y del hijo
Juan le daba pavor acercarse a la sacristía. Desde que le dijeron que detrás de esa puertita que parecía de oro estaba el espíritu santo, obedeció con devoción absoluta e involuntaria el letrerito de puño y letra del Padre Tarcisio: “prohibido el paso a toda persona ajena a esta Iglesia”. Le preguntó a su hermana qué significaba eso de “ajeno”, porque a él le sonaba medio diabólico, pero sólo consiguió que su hermana riera a carcajadas y lo mandara a buscar la palabra al diccionario. Como si en la escuela la maestra tuviera la delicadeza de enseñarle a usar un diccionario, si a duras penas les enseñaba a escribir. Y de preguntarle a mamá ni hablar; si no estaba maquillándose las pestañas, no despegaba los ojos del teléfono que le regaló el Padre Tarcisio como premio por recolectar tan buenas limosnas en las misas. Así que entre el espíritu que estaba escondido ahí y la palabra diabólica en la puerta, Juan mejor ni se acercaba a la sacristía. La sacristía de la que hablamos, con una puerta de madera tan grande y tan pesada que se miraba descontextualizada junto a la construcción adyacente, se encontraba en los terrenos de una Iglesia blanca con una torre que ni siquiera se alcanzaba a ver desde la carretera. Era la iglesia de un pueblo pequeño, enclavado en alguna montaña, demasiado lejos de Dios y cerca de las ambiciones de las autoridades clericales y de los dueños del poder de decisión de los usos y costumbres del lugar. Todos los domingos antes de la misa de 12 los tres acólitos que le ayudaban a Tarcisio se echaban un “chin, chan, pú”, para ver a quién le tocaba ayudar al Padre a ponerse la sotana. Los otros dos siempre se quejaban de que Juan nunca perdía, pero ignoraban que el miedoso Juan, además del temor, tenía la habilidad de recordar los patrones en las posiciones de las manos que elegían sus contrincantes, y así salía siempre victorioso. Pero como siempre y nunca son las palabras más traicioneras del mentado diccionario que tanta gente no sabe usar porque se supone que deberían enseñarlo en las escuelas y las maestras no lo hacen, esa mañana Juan se distrajo rascándose un piquete en la pierna, y se despistó en el último round. Cuando cerró el puño para hacer “piedra”, se encontró con la mano extendida del acólito contrincante, quien pronunció las inocentes palabras que convertirían a la vida de Juan en suelo lleno de canicas: “papel envuelve a piedra, ¡perdiste!”. Los párpados de Juan tardaban más de lo normal en parpadear, se quedó parado con los ojos enormes, sordo a las risas y hurras de los otros dos acostumbrados a perder. Sentía las piernas agarrotadas, y sus manos se empezaron a convertir en agua más caudalosa que la del río junto a la casa que compartía con su mamá.
Todo por culpa del tonto mosquito que eligió la parte más delicada de su pierna para degustar la deliciosa sangre que corría por sus venas justo en ese instante. Sintió cómo la palma de una de las manos de los otros niños se posó con nula delicadeza sobre su mollera. Caminó muy despacio, arrastrando mucho los pies, y de ahí al piso frente a esa puerta muy grande de madera con el letrero colgado con una tachuela. Juan había escuchado por chismes de los sacristanes y las chismosas que rondan por todos lados, que antes de la misa de 12 se escuchaban sonidos extraños adentro de la sacristía, pero como él jamás se acercaba, no le había tocado escucharlos nunca. Entonces la curiosidad pudo más que el miedo, y se acercó, olvidándose del espíritu santo y de la palabra “ajeno” del letrero y del peso brutal de la sotana y del fracaso en el “chin, cham, pú”. Giró la manija. Lo primero que vio fue una espalda desnuda, a la que seguían unas nalgas sobre el escritorio metálico. Una mata de pelo castaño caía, no muy larga, sobre los hombros. Al avanzar un poco más, vio al padre Tarcisio, sin camisa, que empujaba la pelvis hacia el escritorio y aventaba la espalda hacia atrás. Detrás del padre estaba un señor que Juan había visto algunas veces en el edificio de gobierno, vestido con un sombrero café, prenda que en ese preciso momento descansaba en la cúspide del perchero junto a la puerta desde donde Juan miraba, que se empujaba hacia la espalda de Tarcisio. Abrazando a ese señor, también por la espalda, estaba otra señora de pelo castaño y ojos muy maquillados que a Juan le resultó tan conocida que no encajaba con la situación, y que al ver que su hijo la miraba en esa escena tan comprometedora, pegó un grito tan fuerte que las otras cuatro personas en la habitación, Juan incluido, corrieron hacia direcciones distintas, los adultos buscando la primera prenda de ropa que encontraran, el niño para cruzar la puerta de la sacristía, a la que, en ese momento sí juró, no volver a entrar jamás. Mientras corría para alejarse de ahí lo más pronto posible, Juan todavía alcanzó a escuchar la tan conocida voz que tantas canciones de cuna le cantó antes de que cumpliera los ocho años: “¡Tarcisio, alcanza a tu hijo!”. Cuando conoció la respuesta a esa pregunta que había hecho mil veces: “Mamá, ¿quién es mi papá?”, Juan sólo pudo pensar en la vergüenza que debió darle al pobre Espíritu Santo, escondido detrás de la puertita que parece de oro, estar en el mismo cuarto donde sus papás y los otros señores hacían lo que los adultos normales hacen con las puertas cerradas con seguro.
CUENTOS
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TEXTO ANA CORONADO
NACIÓ EN LA CIUDAD DE MÉXICO. EGRESADA DE LA ESCUELA DE E S C R I T O R E S D E S O G E M Y H A PA R T I C I PA D O C O N P O E M A S , C U E N T O S Y R E S E Ñ A S E N R E V I S TA S I M P R E S A S Y E L E C T R Ó N I C A S .
La librería de viejo M
Me crecieron dos labios en la espalda, así cayeron mis alas de ángel.
urió don Goyo. Su mancha de sangre bajo la puerta aún se puede ver desde esta acera. ¿Quién irá a hacerse cargo de la vieja librería? En la mañana vinieron dos oficiales a retirar las bandas de restricción. Uno que otro vecino ha osado preguntar qué fue lo que pasó. Nada. No hay respuesta. No hubo disparos, ni pista que demuestre una intrusión al local de forma violenta. Los aparadores y ventanales lucen polvosos. Mi madre ha subido la cortina metálica sin mi ayuda. No quiere hablar más del tema. Dice que ando muy dispersa. Nuestra florería estuvo cerrada durante las averiguaciones. Papá no quiso exponernos. Don Goyo fue un excelente amigo de la familia. Yo sé que pronto vendrán a interrogarnos; sino la policía, los compradores, suyos y nuestros. Estoy nerviosa. No tardarán en encontrar el rinconcito tras la sección de Botánica y entonces sí, todo estará perdido. Yo no lo hice; pero es muy probable que incluso nos acusen a nosotros de su homicidio… o suicidio, lo que haya sido. Mientras sorbo mi café, mamá me pasa la pequeña cesta de semillas. Yo la miro con asombro. Tomo en mis manos la canastilla. Tengo que ir, lo sé. Pero siento miedo… y deseo. De su rocío depende salvar nuestro negocio. Cruzo la calle. Me cercioro de que ningún ojo se percate de que tengo las llaves del local de don Goyo. El rechinido del cancel exterior, junto con las campanillas que repiquetean al abrir la puerta, me provocan taquicardia. Estoy dentro, respiro. Lanzo una última mirada vigilante por el vidrio del portal. No hay moros en la costa. Con lentitud cuidadosa me muevo hasta el mostrador, dejo en él la cesta con semillas y echo un vistazo a todo el lugar. Los cuadros que decoran las paredes están cubiertos de telarañas. Las reliquias como el teléfono, la máquina de escribir, el mata-sellos y la vieja lámpara de estudio visten una fina capa de tierra y polen. Siento nostalgia al encontrarme con el gastado reposet del viejo. Veo que la mancha de humedad tras el respaldo ha hecho estragos en el muro del reloj. Su tic-tac me inspira una cierta familiaridad que me tranquiliza, acompasa mi pulso, me devuelve a mi propósito. Ah; pero no sé si estará de buen humor. Dejé pasar muchos días para venir a encontrarlo. Estoy ansiosa, debo elegir bien mi lectura estante por estante. Poesía francesa, es buena opción. El tomo dedicado a Stéphan Mallarmé cede al movimiento de mis dedos. Lo empuño, vuelvo a la cestilla de granos que dejé en el mostrador, la recojo. Cuento mis pasos hacia el rincón oculto de la sección de botánica, como lo hiciera cuando don Goyo me encargaba la librería: uno, dos, tres… veinticinco, veintiséis, veintisiete. Observo la pieza de madera biselada en el suelo a la espera de una mínima vibración. Le doy la espalda. Sé que es mejor así, a él le agrada. Me descubro el torso, desabrocho el sostén y lo lanzo lejos. Me despojo de la falda y bajo mis bragas hasta mis tobillos. Me mantengo erguida, con las piernas abiertas. En la palma de mi mano derecha sostengo las semillas, la izquierda abre con destreza el libro y comienzo a leer una página al azar para invocarle:
CUENTOS MOOD
02
“Era el día bendito de tu primer beso. Mi ensueño que se complace en martirizarme se embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza que incluso sin pena y sin disgusto deja el recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido…” Un casi imperceptible temblor bajo mis pies, me revela que el rito está funcionando. Miro con cautela, alcanzo a ver cómo se levanta la loseta de pino. Me estremezco. De la abertura en el piso, su tallo empieza a brotar envuelto en un vapor luminoso. Se mueve y crece poco a poco, extiende sus hojas con gracia. Siento mi sangre agolparse en mi pubis y pezones. Continúo recitando: “…Vagaba pues con la mirada fija en el viejo enlosado Cuando con el sol en los cabellos, en la calle, y en la tarde tú te me apareciste sonriente y yo creí ver al hada del brillante sombrero…” La nube que lo cubre se desliza a la altura de mi nuca, siento su vaho en la piel. Miro por encima de mi hombro para espiar la evolución de la planta. Veo que del capullo más grande se aflojan los apretados pétalos para dar paso a aquel plumaje que lo caracteriza, continuidad de la flor que toma la forma incipiente de unas alas. Ya no me atrevo a mirar más; pero sé que el ángel vegetal completará su figura, ha ocurrido en otras ocasiones. Cobra la silueta de un gigante. Prosigo, leo con mi voz turbada de excitación: “…Que otrora aparecía en mis sueños de niño mimado Dejando siempre de sus manos mal cerradas Cien blancos ramilletes de estrellas perfumadas.” Y ahí está, me toca. Un beso frío y verde desliza dos labios de clorofila en la espalda, siento resbalar esa frescura de una hoja-lengua hasta mi zona lumbar. El recuerdo de don Goyo, frente a mi cuerpo desnudo, se presenta casi tangible como el día en que nos descubrió. Las lágrimas inundan mis pupilas de vergüenza; pero él extiende ahora su liana deliciosa entre mis piernas y soy bendita. Sacude fuertemente sus alas, las plumas vuelan por todos lados. Su tallo me penetra, levanta mi peso desde dentro de mi vulva y me eleva así hasta tocar el techo. Un torbellino de polen me envuelve en su aureola recorriendo mi cuerpo con millones de cosquillas electrizantes, enloquezco hasta estallar la lívida liquidez de mis orgasmos. Entonces me suelta, se esfuma, no sin antes esparcir su rocío por todos lados. Somos benditos, los libros, las semillas, mi alma y cuerpo. Dio resultado, gracias a Mallarmé y su poema Aparición, enormes rosas como traídas de invernadero adornarán nuestros exhibidores. Muchos clientes serán atraídos a nuestra florería; pero también a los libros, el magnetismo esparcido por sus gotas en los estantes siempre resulta irresistible. ¿Ahora quién se hará cargo de la librería de viejo? La muerte de don Goyo seguirá siendo un misterio… espero. No puedo dejar de sentirme un poco culpable. Regreso a mi local y veo que ante nuestro negocio se estaciona una patrulla de la que descienden dos policías, abordan a mi madre preguntando por mí. -
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CUENTOS
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TEXTO STI GUERRERO
N Ó M A D A , P O E TA Y N A R R A D O R A . N A C I Ó E L 6 D E O C T U B R E D E 1 9 9 0 E N U N P E Q U E Ñ O P U E B L O D E TA B A S C O . C O N T I N Ú A B U S C A N D O D Ó N D E M Á S M O L E S TA R .
AUTO P S I A To d o e s c u l pa de l as m uj e r e s
E
l doctor Santiago Heriberto Debernardi había tenido unas ganas inmensas de ayudar al mundo en su juventud. Que si por probarse a sí mismo, que si por presión familiar, que si por delirios de grandeza…nunca se supo. Sin embargo, no había llegado todavía a los cuarenta años cuando esta genuina inspiración se esfumó. Un tal día de julio llegó a su casa en San Ángel, con una satisfacción merecedora de un premio. ¿El más grande omisor de previas señas femeninas? ¡Cómo no!, ¿El único, el mejor, el inigualable jefe de medicina general de un hospital clasista, explotador y relacionado al lavado de dinero? ¡Pero por supuesto!, ¿El legado viviente de la familia más acaudalada, la más respetada del estado más pobre del país? Obviamente, no había competencia. La Academia hubiese estado orgullosa de semejante egocentrismo. Tanto así, que el destino aburrido jugó su mejor carta esa misma tarde, tomando forma de esposa olvidada. Que si podía revisar rápidamente al presidente, le dijo su ama de llaves unos minutos después de pegar el oído a la puerta de su alcoba. Que el presidente no quería que nadie supiera que le dolía la cabeza porque en seguida empezaban los chismes. Y que él era el doctor más cercano. Debernardi decidió prescindir de la última parte de la petición e hizo pasar al señor. Formuló un par de preguntas de rutina pero en cuanto más se esforzaba por encontrar razón de mala salud, menos podía concentrarse. Pensaba en su esposa, en lo mucho que la quería y lo mucho que la quería echar a la calle. Dolores regulares en la sien probablemente relacionadas al estrés del momento. No podía concebir una razón justa para encontrarla ahí en la sala de su casa, de esa misma casa que habían escogido y decorado juntos, o casi juntos. En realidad ella había elegido las cortinas y él había dicho “sí”; ella había encargado los tapetes para la sala de estar, para el comedor y la sala de juegos y él había dicho “no” al tapete del recibidor; ella había imaginado una navidad llena de regalos, con una chimenea, un perrito labrador y un par de niños, y él había preferido una navidad en el trabajo. En fin, sí, el presidente se alimentaba tan bien como podía. Solía recurrir los lugares más deliciosos de la ciudad pero cuando sus asuntos lo llevaban a otros estados a veces se malpasaba, nada alarmante. Nada alarmante como el amante que había aparecido un día por generación espontánea. No, no le dolía nada en el cuerpo más que la cabeza. Despachó al distinguido paciente sin reparar en las consecuencias de estar siempre inmerso en su propio ego. Y como muestra de que su insistencia por sobresalir en sociedad era inútil, por azares del destino aburrido, nunca nadie se lo reclamó.
CUENTOS MOOD
To d o e s c u l pa de lo s mAE ST R O S
To d o e s c u l pa de l G O B I E R NO
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José de León Toral comenzó dibujando la cara de su mamá entre girasoles. Dibujó primero un círculo, luego muchos óvalos alrededor y finalmente grandes iris, grandes fosas nasales y una inmensa media luna al centro. La cara de su mamá entre girasoles rodaba entre rayones verdes en cuadernos de Matemáticas. En los cuadernos de Español e Historia solamente había rosas porque eran las preferidas de su abuelita. A pesar de que se llamaban como la niña que más le gustaba en la escuela, las rosas no eran rosas; las rosas eran violetas y las violetas, que adornaban las hojas de los cuadernos de Geografía, eran sólo florecitas porque no se sabía el nombre de todas las flores que veía en el jardín de su mamá ni en el de su abuela. Una tarde acalorada de 1908 entró de la mano de su nana a la iglesia. Se sentía más amplia y fresca con las docenas de ramos y macetas ataviadas de esperanza. A pesar de ello, a Josesito le dio algo por mantener su mirada fija en una guirnalda de espinas. Quiso subir hasta el cielo donde le pegaba el sol para poder contar cuántas espinas eran pero se cayó de la silla y lo sacaron de la iglesia con un jalón de orejas. Lo siguiente que dibujó, ya no en sus cuadernos sino en un aguilucho, regalo de su tío Fermín, fueron orejas. Se sorprendió al saber que las personas no veían lo mucho en común que tenían éstas con los girasoles.
El señor Miguel Teposteco Rodríguez era un hombre chambeador y feliz. Desempeñaba gustoso su puesto de obrero en el Distrito Federal. Tan sólo cinco meses atrás se había mudado de Michoacán a la capital porque su primo “El pecas” le había conseguido jale directamente con el patrón. Se estaba cocinando una serie de cambios políticos en el país que requerían poner chula la ciudad. Miguel no sabía de reelecciones, de guerras ni nada parecido porque se había pasado toda su vida poniendo un harto empeño en alejarse de revoluciones y mantener la mente enfocada en el arduo trabajo. Desde pequeño su madre le había enseñado que si se esforzaba lo suficiente podía hacer sus sueños realidad. La verdad es que Miguel era una persona bastante sencilla: disfrutaba de tener una consciencia tranquila y pocas responsabilidades. De sueños sabía poco. Quería tener una familia con una esposa obediente y amorosa y unos tres o cuatro chiquillos que lo ayudaran a quitarse los zapatos cuando le apretaran; ningún perro. Pero ya iba a mitad de sus mejores años y todavía no tenía eso. Creía que era buenmozo también porque su mamá se lo dijo. Lo cierto es que como se mantenía activo, ya fuera como fontanero, albañil u obrero, siempre estaba cargando cosas y corriendo con límites de tiempo. Al menos contaba con menos arrugas que sus contemporáneos, con menos enfermedades que sus pupilos. Por eso no se explicaba qué excusa habría de tener la Lupita para rechazarlo cuando él se acercaba. Pensaba que era una buena consideración el pasar a saludar a mitad de la jornada de trabajo, que la muchacha viera sus músculos desarrollados al aire, su estómago firme bajo la camiseta antes blanca, y su sonrisa aún completa. —¡Pinche Miguel, ven para acá! —dijo el ingeniero esa tarde del 17 de julio de 1928. Y el Miguel se apresuró, dejando las herramientas en el suelo y tirando el vaso con Coca Cola. —Pinche inútil ¿quieres que nos quiten el proyecto?, ¿qué es esto? —Pues la alcantarilla, inge. —¿Sabes contar? —continuó el patrón, sin prestar atención al primo de Miguel y otros obreros más que presenciaban la escena. Bajó el tono y añadió, sin esperar respuesta—: Ve hasta esa esquina de La Bombilla y de regreso cuentas cuántos pasos te toma venir aquí. ¡Pero ya te estás moviendo, pedazo de…! Así hizo Miguel. Diecisiete pasos y un despido, porque casi se cae al tropezar con las raíces del árbol que rodeaba la alcantarilla que Miguel dejó abierta sin señalización.
CUENTOS
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TEXTOS STI GUERRERO
To d o e s c u l pa de U NO M I S MO
Guadalupe Jehiely Zully len Solis rechazó la propuesta de volverse actriz porque pensaba que era demasiado lista como para depender sólo en su belleza. Ahí en el restaurante hacía lo que quería…cuando nadie se daba cuenta. Sí, era muy grácil y exacta. Lo suyo, lo suyo, era el cocinar pero nadie le otorgaba la oportunidad. Para ella el combinar ingredientes era el ejemplo perfecto de lo que el arte debería ser. No sólo tentaba los cinco sentidos sino que exigía siempre, en cada ocasión, una sensibilidad mayor. Aún no estaba bien posicionada para tocar las herramientas en la cocina y se conformaba con servir los platillos que a su gusto, a veces requerían un toque de comino o se habían pasado de cocción. Nadie le preguntaba, ella solita daba la información a los comensales. Recomendaba a diestra y siniestra como si no fuera sólo una muchachita más de la plantilla, de esas que llegan a ver a qué caudillo, doctor, obrero o lo que fuera se ligaban. En una de esas le tocó justamente servir un platillo exquisito al director de cine Emilio Fernández quien aplaudió sus dotes dramáticos al presentarse ante él. El día que decidió renunciar al trabajo no fue ese, sino otro. Recién había pasado su cumpleaños. Ya tenía la mayoría de edad que necesitaba para largarse del departamento apestoso de su tía. Se había resbalado con un caldo que nadie había limpiado, detrás del estante de comandas y como era menudita y frágil se quedó en el suelo sobándose el coxis. Después escuchó: —Si no lo hacemos así nos van a cerrar el restaurante. Ya me lo dijo la dueña. —Pero no Lupita, ella se va a dar cuenta. Dale la salsa a María, esa ni repara en lo que sirve. Lupita tiene un olfato como nadie. —Ya tú, no seas ridícula. Si ni que supiera a qué sabe el veneno de ratas. —¿Con eso lo quieren matar? ¡Qué estúpido son los dueños! ¡Nos van a echar la culpa apenas abran el cadáver! —Habla claro, chata. —Esa cosa sale en la autopsia. ¡Si serás imbécil! —Yo nada más sigo órdenes de los patrones. Nos van a proteger. Y si no lo hacemos hoy, mañana nos corren. —Dale pues, las salsas bien revueltas pero no a Lupita, que sea María. Y que sirva a todos los de la mesa para que se vea menos sospechoso. Entonces Lupita pensó que podría evitar un problema más grande para México si ponía en acción sus dotes actorales. Regresaría a Tlaxiaco con la familia de su papá al día siguiente, sin avisar ni nada pero contenta de haber hecho su parte en la historia del país. Si tuviera una hija le pondría Yalitza, y la incitaría a estudiar docencia para que no hiciera las cochinadas que estaba escuchando desde el suelo. Y si su hija no le hacía caso, lo intentaría con su nieta, o con la nieta de su hija o la hija de su nieta. Antes de levantarse se limpió la lágrima que tenía escurrida sobre toda su mejilla morenita. Sentía miedo como nunca en la vida. ¡Ah pero quién la mandaba a tener semejante calidad de sentido culinario, a ser agradable visualmente, a hablar con elocuencia, a tener un fuerte sentido de ética, un alto grado de valentía y a actuar tan bien!
CUENTOS MOOD
To d o e s c u l pa de DI O S
02
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Emiliano Juan Antonio Moreno Julián prometió el día anterior, el 16, que ya se retiraría de esos trabajos deshonestos que sólo se acumulaban en lista de culpas. Su hijo todavía no nacía y él ya podía oler el aroma de su cabecita como nube dulce. Su hijo todavía no respiraba y él ya escuchaba un canto entre sus necesidades de protagónico. El hijo de su mujer todavía no salía al mundo y él ya quería regalarle un mundo mejor, con ocasos más largos y juegos de canicas más animados. Desde donde se encontraba, en el techo de un edificio paralelo, podía contar con precisión cada una de las bocas que hablaban. Las más atascadas comían, bebían, hablaban al mismo tiempo, como si la vida se les fuera en esos minutos. Desde la lente diferenciaba las piernas cruzadas de las mujeres en recato y las que con la punta de zapato acariciaban el dobladillo mal hecho de los hombres, también atascados. Y se acordaba de lo mucho que quería a su chaparra, de las piernas que le eran tan conocidas, tan bellas y tan suyas. Ninguna, ni siquiera la muchacha más guapa del lugar, esa morena candente y decidida que por alguna razón no dejaba de traer y llevar y traer salsas, se comparaba a su chaparra. Su chaparra era más bien tierna. Era más bien sensual por tierna. Cuando se reía, las pulseras de sus muñecas sonaban y parecía que le hacían eco junto a los labios, cuando se tapaba los dientes, tímida. La amaba, sí que la amaba, porque veía las cosas diferentes a él. Emiliano necesitaba de un aumento en la realidad. Cuando, por ejemplo, se le otorgaba la misión de asesinar al actual regente mexicano, podía calcular la distancia que los separaba, lo rápido que debía ir la bala para que pudiera atravesar su espalda, pero no sólo eso, sino también la dirección, humedad y aceleración del viento y el número de estorbos entre ellos: ese árbol justo al medio de ambos guerrilleros, los transeúntes ignorantes, los orquestadores en el restaurante, inclusive. Su mujer, en cambio, podía ver señas claras aunque disimuladas en la marabunta. Tenía el don de prestar atención a los detalles. ¿Quién más se hubiese imaginado que el mayor jefe de México se secaba tantas veces el sudor en la frente debido a la incomodidad interior de un leve aneurisma no previamente descubierto por el doctor encuernado? ¿Y quién, sino ella, podría visualizar una posible muerte natural como resultado? Sólo ella habría descubierto una conspiración no muy discreta entre los meseros debido a ese nerviosismo en los gestos. Pero ella no estaba ahí. No podía anunciar ningún tipo de desastre. Sólo podía acompañarlo en su agonía, en ese último estirón de gatillo. En todo esto pensaba Emiliano cuando alguien más se le adelantó a la encomienda dentro del comedor. Lo único que hizo él fue imaginar que su mujer acariciaba con su mano de leche el rifle de largo alcance. No le pagarían si no encontraban al menos una bala en el cuerpo del difunto. Y él necesitaba ese dinero para retirarse. Dio gracias a Dios por el suceso y después pidió a Dios, por el remate, su perdón también.
E N P O R TA D A
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TEXTOS MIGUEL A. DELGADILLO
EL REFUGIO
LA LOCURA EN MÉXICO DURANTE LOS SIGLOS
XVI–XVII
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i has comenzado a leer estas líneas, sólo te pido que cambies el rumbo de tu marcha, que me permitas ubicarte en lo que aconteció en México durante los siglos XVI y XVII; quiero mostrarte cómo se fueron construyendo los espacios que dieron refugio a la locura en México. Imaginemos, la ciudad de México, las calles del Zócalo capitalino, específicamente la calle Donceles número 39, donde en medio de dos viejos faroles puedes contemplar un portal con preciosos rostros tallados en madera. Estos rostros pareciesen querer gritar lo que han tenido que callar durante tantos siglos, y existen también algunos más deformados por el paso inhóspito de la historia. Es posible que hayas pasado por este lugar más de una vez, pero que jamás te detuvieses a dar escucha a esos seres. Esta casa albergó el primer hospital para mujeres dementes que se fundó en la ciudad de México, en el año de 1687. La historia comienza con un carpintero y su esposa que abren sus puertas para dar caridad a una mujer de la familia que vagaba demencialmente por las calles de la ciudad, y es así que nació su interés por dar cobijo a otras múltiples mujeres en situaciones similares, convirtiéndose entonces en uno de los primeros lugares que dio refugio a la historia de la locura en México, y en especial a las nombradas “Mujeres de-mentes y fatuas”. Tiempo después, en el año de 1699, la familia Sáyago, con apoyo del arzobispado de México, se mudó a una casa más grande para dar recibimiento a la demanda social de la locura. “Las mujeres dementes y fatuas andaban por las calles y plazas vagando desnudas y provocando a la gente libre al escarnio, mofa, risa y licenciosidad... así entraban a las iglesias, se congregaban en las pulquerías. Así juntaban la embriaguez de unos con la demencia de las otras. De que resultaban escándalos, quedándose ellas de noche sin abrigo, expuestas a las inclemencias del tiempo y la malicia de los hombres” (Josefina Muriel, Hospitales de la Nueva España). La escucha de estas voces nos arrastra 133 años atrás, para mirar las paredes de un lugar emblemático, no sólo para la historia de la psicología, sino para la historia de México, ya que el día que se celebra el santoral de San Hipólito, martes 13 de agosto de 1521, fecha que aún seguimos considerando de mal augurio, Hernán Cortés se declara conquistador al ver la caída de Tenochtitlan, estableciendo en el siglo XVII un templo en honor al santo que apoyó y dio por terminada la guerra de conquista. Posteriormente Bernardino Álvarez construye un espacio para dar atención a los españoles enfermos y principalmente aquellos que mostraban síntomas demenciales, convirtiéndose en uno de los hospitales de mayor importancia en América y que siguió funcionando hasta 1910 con la aparición de la Castañeda. Si nos damos más tiempo para seguir escuchando, estas voces nos remitirán a otros dos lugares íntimamente vinculados con la locura: el hospital de la Santísima Trinidad, que dio refugio a sacerdotes dementes y que al igual que en el hospital de San Hipólito sus pacientes fueron transferidos a la Castañeda. El otro lugar emblemático, del cual nos hablan esas voces, es el hospital de San Lázaro, donde exiliaron a aquellas personas enfermas de lepra. Gracias a que nos permitimos parar el veloz transitar tan característico de la ciudad de México, pudimos desplazarnos por los distintos lugares donde se fue formando la historia de la psicología. Ahora nos toca tratar de responder aquellas incógnitas que estas voces nos han despertado; el trabajo será, si decides aceptarlo, arduo pero gozoso. Intentaremos sacar al loco del lugar del no diagnóstico, para poder contemplarlo a la luz de un contexto histórico-social.
Algunas de las preguntas con las que yo inicio mi búsqueda, si de algo te sirven, son: ¿cómo se fue estructurando el fenómeno de la locura posterior a la conquista de México? ¿Qué manifestaciones artísticas están vinculadas al fenómeno de la locura en esta época? ¿Por qué las instituciones psiquiátricas están vinculadas con momentos claves de la ciudad de México como lo son la conquista, la revolución y el movimiento estudiantil del 68? ¿Bajo qué condiciones sociales aparece el estudio de la psicología? ¿Cómo fueron apareciendo los distintos enfoques clínicos en el modelo curricular de la licenciatura en psicología y bajo qué circunstancias históricas? ¿Cómo se ha ido modificando el modelo curricular de la formación en psiquiatría y psicología y a qué necesidades responde? Mis preguntas, tus preguntas y otras muchas más, sólo son el comienzo de una visión crítica de la locura en México, que espero podamos seguir charlando sobre ellas en este viaje.
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C R Í T I C O L I T E R A R I O Y E S P E C I A L I S TA E N L I T E R AT U R A M E X I C A N A P O R L A U N I V E R S I D A D A U T Ó N O M A M E T R O P O L I TA N A
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Entrevista a Entrevista Entrevista a
Antonio Calera Grobet
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osé Juan Tablada escribió unos versos a la memoria de Ramón López Velarde que aparecen en El minutero, libro de poemas en prosa que se publicó después del fallecimiento del poeta nacido en Zacatecas, y dicen así: “Porque vestiste tu ímpetu de charro,/ y de china poblana tu alegría/ y a nuestra sed en tu brillante jarro/ de florecido y oloroso barro,/ brindabas inebriante la poesía...” Quizá esa sea la síntesis más concreta de todo lo que fue el poeta al que se le recibió con afecto desde la publicación de La sangre devota en 1916 y más tarde será laureado y conocido por poemas como “La suave patria”, “A mi prima Águeda” o “El sueño de los guantes negros”. El impacto de Velarde fue tan grande que, a pesar de haber fallecido a los 33 años, logró ser guía de una generación que tiempo después conoceremos como los Contemporáneos. El poeta tuvo a bien transmitir ese espectro de color y vida que parecía olvidado a causa del movimiento revolucionario. Si atendemos a la poética de Octavio Paz en El arco y la lira donde dice que el “lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro”, entonces cada mexicano que leyó a López Velarde ya traía esos versos a flor de piel y su lectura sólo los llevo a contemplar(se). Antonio Calera-Grobet (Ciudad de México, 1974): ensayista, novelista, promotor cultural, cocinero y poeta, ha colaborado en diversos medios impresos y digitales, ha publicado Gula. De sesos y lengua (2009), Cerdo (2011), Zopencos (2013), Yendo (2014), Sobras completas (2015), entre otros. Acaba de publicar un poemario intitulado Sed Jaguar, bajo el sello de bonobos, una suerte de poemas en prosa que nos hace pensar en El minutero por la denuncia y contemplación sobre el mexicano. Calera reúne en este libro a su artillería: Luis Felipe Fabre (poeta y ensayista mexicano), Raúl Zurita (poeta chileno), Eduardo Milán (poeta uruguayo) y Demián Flores (artista gráfico mexicano) con la finalidad de hablar de “sus” temas que se convierten en “nuestros” temas. Sed Jaguar es un grito, una denuncia, una lucha en el cuadrilátero de la ignorancia a nuestros derechos como sociedad. Para Calera no importa si lo que ha escrito tiene erratas, lo importante para él es que se encuentra “absolutamente conmovido por estar vivo” como lo apunta en su poema “El natural”. Si Sed Jaguar es “la creación de un marco de referencias que pueden ser trasladados a cualquier espacio social en conflicto profundo y con pocas posibilidades de solución”, como apunta Milán, también es cierto que es un mandato que surge de las entrañas para ser transmitido a los conciudadanos.
Antonio Calera recibió a Mood Magazine en su hogar, en ese foro que ha construido con esmero durante tanto tiempo, Hostería la Bota, y esto fue lo que platicamos con él: Antonio Calera quería ser pintor,pero actualmente se desarrolla en el mundo de la literatura principalmente. Promotor cultural, poeta, periodista, ensayista, cuentista y novelista. ¿Qué te lleva a ser escritor y dejar la pintura? No me di cuenta de esa conversión. De pronto, al ingresar a la universidad, me dediqué a la crítica de artes plásticas y luego descubrí que, con ese vaso comunicante que fue la crítica literaria, me fui al ensayo y de ahí me fue imposible salir de la palabra. Empecé a escribir profesionalmente como crítico de artes plásticas en el 2000, en Novedades. Después en Milenio, Código, Arte al día. El signo lingüístico se apoderó de mí y ya no pude escapar. Es evidente que la literatura y la comida son temas que te interesan y has intentado vincularlos en tu CultuBar
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y en diversos textos como Gula. De sesos y lengua o Sobras completas. ¿Por qué esa necesidad de imbricar comida y letras? El planeta Tierra me parece que es uno de los surtidores de placer más maravillosos con los que contamos, así entiendo a la comida y a la literatura. El mundo ha engarzado a ambos. Me explico. El relato más destilado de lo que somos proviene justo después de haber comido, de manera que si continuáramos esta conversación en una sobremesa, comenzaríamos a hablar de nosotros mismos como no hablamos de nosotros mismos en otro tiempo. ¿Por qué?, no sé, esa causalidad es mágica. Me imagino que como mamíferos estamos en un estado de indefensión después de comer, entonces soltamos un discurso sobre nosotros mismos, un relato literalmente entrañable y que por eso es verdadero. Me he dado cuenta de que lo que más me interesa de la comida es suscitar ese relato. No puedo prescindir del binomio Cocina-Literatura porque los siento profundamente unidos, de manera que haría una especie de poesía comestible o una gastronomía poética. La Chula ha fungido como espacio cultural que visita diversos lugares de la República Mexicana. ¿Cómo surge la idea de este proyecto? Sentía que el foro de San Jerónimo 40 necesitaba una manoseada. Era hermoso recibir a la gente aquí y propinarnos sendas noches hablando de literatura a través de presentaciones, mesas redondas o lecturas. Pero era necesario respirar nuevos aires: en lugar de que nosotros recibiéramos a la gente, teníamos la obligación de salir. Es decir, evitar las comodidades de la promoción cultural trabajando por la ciudadanía. Entonces me pregunté si sería posible hacer un proyecto satelital y me encontré con la combi. Cuando tienes una población enclaustrada en un espacio, cuentas con variables más o menos acomodadas; entonces había que hacer lo contrario, ir a por ellas, como dicen los españoles. Parece no detenerte nada, que tienes bien claro a dónde vas, cualquier proyecto tuyo parece tener un compromiso con la realidad circundante que no advertimos a simple vista; es como si nos hicieras ver la poesía en bolsas de papel como en tu promoción de Poesía y combate, unas cajas de bolero intervenidas por artistas al que denominaste Trono de los de a pie o llevar libros a las comunidades que lo necesitan por medio de donaciones en una combi que bautizaste como La Chula Foro Móvil. ¿Cómo
vinculas la realidad con los artificios? Descubrí hace poco un fragmento de una entrevista a Orson Welles, de hace 25 o 30 años, y respondía que para él el arte no era lo más importante que existía, que lo más importante podía ser la amistad, la vida, la cultura y no el arte. Entonces, a diferencia de la locución arslonga, vita brevisla trocaríamos a: arsbrevis,vita longa. El primer artificio fue natura, el segundo podríamos dárselo a la civilización y uno tercero, después del ocio y el lujo, el arte. Intento que lo que hago no sea un artificio que me excluya de la gente. Siento que deberíamos de tener todos el placer de caminar por la condesa, comprar un libro viejo o comer un mole y estar contentos tocando la mano de nuestro ser amado. Lo que intento hacer —si es que se puede llamar arte— tiene que ver con ese arte tan cercanito a la realidad que no lo parece. ¿Qué opinas del “arte” en general en estos momentos? Creo que al arte hay que bajarle los calzones y ensuciarlo un tanto, sobre todo al arte contemporáneo que empieza a hablar más con los robots que con los humanos. En la medida que ese arte tenga brea, sude, salive, entonces la gente lo va a ver con clamor, como parte de su mismo universo. Pero si lo seguimos dicotomizando, si lo seguimos abriendo, entonces el arte siempre será lo más excelso, inteligente, depurado, refinado que ha pensado el hombre, la gente no va a poder hacer nada con él porque sentirá que no le pertenece, cuando en realidad cualquier persona en el mundo puede entender (o desentender) a Luis Buñuel o cualquier persona en el mundo entendería la historia que está dentro de Madame Bovary. Nos han alejado del arte, nos han hecho creer (también para fines muy acomodaticios) que no podemos entenderlo y que sólo es un lenguaje para especializados. En mi trabajo intento desactivar esos mecanismos de promoción de las artes en donde (en apariencia) solamente algunos pueden llegar a Bellas Artes. No. El mismo derecho tiene de estar ahí Octavio Paz como lo tiene Juan Gabriel. Algo que te define es que eres muy frontal, avientas la piedra y no escondes la mano. ¿Esto te ha traído problemas en el gremio del “arte” con alguien en particular? Primero me ha traído problemas con mi hígado. Porque siempre me ha dado mucho escozor el falso liberalismo de los artistas; me refiero concretamente a los que siguen pidiendo pasaportes para poder acceder a su arte, cuando en realidad un artista no lo reclama cuando verdaderamente lo es. Son los artistas de medio pelo los que se siguen cobrando facturas. Cuando anuncias que algunos son de oropel puedes tener problemas. Todos estamos en el mismo juego. Pero parece que unos están en togas y birretes, en cenáculos especializados donde solamente cuatro o cinco se reunirán en la fil sin dejar que llegue nadie más. Por otro lado está el pópulo, el de la milpa, el indito al que se le invita a comer un taco y se le mira con desdén. Cuando digo que todos somos ciudadanos y les resto importancia a los especialistas en el arte y los cambias de lugar, pues la gente se enoja. Los distanciamientos pueden ocurrir por ser frontal con gente que no le gusta que se le baje de su pedestal; también tiene su contraparte:
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Creo que hay tatuajes que en cierto momento histórico se hacen en un grupo de individuos, de manera que, por ejemplo, si tú naciste con la Revolución Cubana o cuando muere Fidel Castro o treinta años después de la muere de Castro, encontrarás diferentes Cubas, entonces será muy distinto tu pensamiento sobre el país en el que vives, porque hay tres distintos momentos. En México no es lo mismo haber nacido en un priismo ya en estado crítico, que en un priismo resucitado como el de Enrique Peña Nieto o ahora con un primer gobierno de un partido político que derivó en otro partido político con la posibilidad de hacer poder. Creo que los momentos históricos tatúan las sensibilidades y crean un montículo desde dónde esa generación verá el mundo. Tampoco creo que sea determinante para el trabajo de la colectividad; es decir, sí creo en orientaciones, en proclividades de la sensibilidad como un oleaje, pero también en el cardumen va a haber mucha gente que puede hacer lo que quiera. No es lo mismo leer a Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas o a Guillermo Cabrera Infante (que son los mismos cubanos que vivieron en el mismo momento), como ahora no será lo mismo leer a Guillermo Fadanelli que leerme a mí. Sí creo que nos une una tendencia, pero también es posible volverse heterogéneo. ¿Qué es la amistad para ti? Lo más importante que hay sobre la tierra. A medida que la fraternidad llegue a los hombres será como grasa para soportar las fricciones, ¡hasta interplanetarias! Es el colchón que se llama tolerancia, respeto a la integridad del otro, derecho de existir. La amistad del otro es tan necesaria como la vida misma.Cuando el mal entra por la puerta de adelante al mundo, se ha dado por un desconocimiento del otro, y nos volvernos extraños, surgen las guerras más carniceras que son las de la familia, la de los hermanos, las guerras civiles y luego las mundiales. ¿Eres solitario? Sí. Es una especie de péndulo.Por un lado, mientras una buena parte del día estoy rodeado de cientos y cientos de personas, por otro lado soy el ser más solo del universo, porque después de haber estado con tantos seres vivos, al aislarme siento más la soledad aún. Pero cuando va de regreso el péndulo se reaviva el deseo de estar con la multitud de nuevo, de estar en un foro caminando hacia un mismo punto. Es muy doloroso estar entre dos mundos, pero también es muy placentero. Soy arrojado a ser un anacoreta, un anti social. Por ejemplo, para escribir Sed Jaguar estuve en un bote seis meses y después venía al bar para llenarme un poco de gente unos tres o cuatro días y me volvía a ir, esos contrastes me hacían ver mi necesidad del otro y mi necesidad de literatura, ambos se nutren. ¿Crees en las generaciones?
En diversas ocasiones has mencionado tu gusto por Octavio Paz, Jorge Luis Borges y Juan Gabriel. En estos gustos existe una diferencia abismal. ¿Qué te lleva a disfrutar de esas antípodas? El yo se va armando de distintas padecerías. A mí me ha gustado, en un afán, digamos esquizoide, dejarme poroso en la construcción de mi yo, para que sea una casa de muchísimos huéspedes, pues creo que esa riqueza es muy hermosa. Me gustan los yos partidos por diferentes voces; es decir, no hay un yo frontal, uno es cause de muchísimos ríos, como si fuéramos un edificio con muchísimas habitaciones. El humanismo contempla al humano como centro del universo, pero ese humano es diverso, lo mismo se divierte que llora, lo mismo se enternece que se enfada, lo mismo reclama sus derechos civiles que se libera de ellos. Confío en esa creación del yo a manera de un retrato cubista donde siempre vas a ver diferentes partes de tu personalidad, somos como un trompo sacudidos por la vida y eso me enternece. ¿Cómo se construye Sed Jaguar? Me di cuenta de que la poesía me saca una voz un tanto más grave que en otros textos, así que necesitaba vaciarla, porque ateniéndonos al estado material, el libro lo escribí en seis u ocho meses, pero llevaba cocinándose inmediatamente después de la salida de Yendo; es decir, hace tres años. Intenté hacer un tipo de poesía que fuera el envés de un ensayo, un tipo de poesía muy densa, muy barroca, que estuviera muy cerca del contacto social, cerca de las constituciones, cerca de los tratos de cómo llevarnos, de los reglamentos, de las cartillas morales, que fuera una especie de canto general mío, a mis cosas. Si el canto general de Neruda tuvo una misión estelar (casi), el mío era un humilde canto general a mis asuntos sociales. Me imaginé que yo era un ciudadano invitado a un juicio oral a defendernos (no sólo a mí, sino a mis conciudadanos) de los políticos que nos han hecho daño. Eso fue lo que quise hacer. Cada que escribí me imaginé en ese juicio donde cada poema era una diatriba, un reclamo por los derechos que nos fueron arrancados a sarta de asesinatos y no pude dejar de ser solemne, dejar de ser ambicioso, dejar de encolerizarme, no me imaginé con el lujo de darme ese permiso, porque considero que estamos en el peor momento de nuestra historia y con eso no se puede jugar. Recurres al tema de la hermandad muy frecuentemente en tus poemas, no sólo en este libro sino en Yendo, Sayonara o algunos poemas sueltos que están elaborados exprofeso para páginas de internet; en particular tienes uno en Sed Jaguar que se llama “Retrato de la guerra sin fusil”, que se vincula casi paralelamente con otro publicado en la revista digital La Tribu,
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llamado “Me va la vida. Poema para leerse en un escenario”, ambos exhortan al amigo a dejar —violentamente— la ignorancia impuesta con la poesía. ¿Haces la guerra con las palabras de algún modo? Cuando era joven también era otra persona y solía golpearme con quien pensara distinto a mí, tengo los nudillos llenos de dientes de todos los miembros de mi generación. Uno se equivoca muchas veces y he intentado hacer el esquema de esas luchas físicas concretas y que sean de ideas, de argumentos, de reflexiones. Uno sublima y es entonces que empieza a transformarse todo en un tráfico de ideas. Ahora, ya muy lejano a aquellos tiempos donde todo se dirimía a moquetasos, me imagino todo como un mercado mental, donde lo que vendes son gorriones o lo que quieren comprar son flores o poesía. Aunque no se va del todo. El boxeador veterano sigue siendo un luchador. Quizá si hubieras ofendido a Ricardo Garibay en alguna ocasión, se para y te reta a golpes; es decir, sigue esa quijada endurecida. Cuando algo te incomoda o te sientes vulnerable, inmediatamente te descubres aparentando los puños, pero intentas frenarte y ser un tanto más elegante, un caballero. Cuando eso se puede armar es bello, pero hay veces que no se puede y se siguen perdiendo peleas, se siguen perdiendo rounds: no es sencillo pelearse con el gobierno, no es sencillo exigir que nos respeten. Quisiera pensar que me estoy preparando para el momento que digan:“¿Quién va a ayudar a Belice, Guatemala, Honduras o El Salvador cuando les maten a toda su Caravana Migrante?”. Intento pensar que estaré ahí. ¿Cómo? A lo mejor no agarrando un fusil, pero si yendo para allá. No estoy diciendo que sea hermoso tener un esquema bélico en la cabeza, que tus metáforas siempre tengan que ver con trincheras, batallones y combates, pero a mí me ha servido para seguir haciendo boxeo de sombra y tratar de defender lo que yo quiero. Eso que yo quiero es a mis amigos y a los nuevos amigos que haré y no conozco aún. Sed Jaguar está elaborado de una suerte de pesos pesados en el mundo del arte: Demián Flores hace 50 ilustraciones, una para cada poema; Eduardo Milán escribe un prólogo puntual como siempre; Luis Felipe Fabre te presenta en la Cuarta de Forros y Raúl Zurita te prepara un cintillo. ¿Cómo surgió esta confabulación? Pensé en agruparme y fortalecerme con mis amigos. Entonces le pedí a Demián Flores, uno de los grandes artistas de nuestro país, que me ayudara a hacer una danza —la mía verbal y la de él en imagen— porque sentía que el libro por su densidad necesitaba esta intermediación de las imágenes. Me imaginé entonces que si (como un par de mazos de naipes) cruzaba las imágenes con las palabras podía lograr cierto descanso para continuar, como si fuera una banca en el Camino de Santiago. El toque de Demián, también barroco y denso, no solamente no dio esa banca, sino que astilló todavía más el paseo. Pero es un honor trabajar nuevamente con él.
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Luis Felipe Fabre es un amigo muy viejo. Por primera vez le pedí a alguien de mi generación que me presentara. No alguien mayor. Pensé que él era el indicado a pesar de que somos escritores de la contra cara de la moneda, escribimos muy diferente. Pero el cariño que le tengo es muy alto. Él se sintió con la libertad de escribir lo que quisiera. Eduardo Milán, maestro de Fabre y mío, me parece el mayor crítico de la lengua española, fue quien escribió un texto crítico sobre Yendo y quería que hiciera lo mismo para ver(me) en sus reflexiones en esta ocasión. Le pedí a Raúl Zurita que escribiera sobre mí porque somos amigos, que se sintiera con derecho de escribir lo que quisiera, me respondió que no me iba a escribir un prólogo, pero que me iba a mandar un cintillo. Es un honor. Nunca se lo he dicho antes, aunque nos hemos comunicado varias veces y le he realizado un par de entrevistas, que tengo tatuado “ni pena ni miedo” por él, pensará que estoy loco o que soy un fanático peligroso. Me sentí muy protegido. Cuando veo a mis amigos me siento más seguro, me nutren y me fortalecen. Va más allá de la empatía de compartir una copa de vino, hay un exoesqueleto, una especie de blindaje, una armadura. Hay otro tema presente en Sed Jaguar: el cansancio. ¿Te sumas a ese cansancio, como en tu poema “Cansados del ser”? Como en el box, como todo en la vida, no se trata sólo de dar, sino también de recibir. Uno recibe heridas, traumatismos y esas mellas, esos moretones que quedan ahí en nuestra silueta también nos hacen ser lo que somos. Creo que debemos ser muy dignos de nuestro cansancio y portarlo con honor, como medallas al mérito. Por ejemplo, me descubro empezando un año diciendo: “voy a trabajar un tanto menos, voy a cuidar mi salud, estar más cerca de mis seres queridos” y de pronto tengo muchas cosas que hacer: salidas con La Chula, presentaciones de libros, algo más que publicar. Tengo la impresión de que uno tiene todo el derecho de salirse del velódromo de cualquier competencia, uno tiene derecho de parar la pelea y decir “me voy al río”. En los 50 poemas que construyen Sed Jaguar, hay diez dedicatorias a: Emiliano Escoto, José Gabriel Mier y familia, Genaro Ruiz de Chávez Oviedo, Carlos Aranda, Christian Fernández, Daniel Lezama, Eduardo Milán, Noé Hernández (+), Luis Felipe Fabre y Alejandro Ortiz. ¿Ellos delinean el poema? Es mi cofradía, parte de mi ejército, la infantería que siento a mi lado cuando viene una batalla. Me hubiera gustado dedicar más poemas a más
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amigos, pero ya vendrá en su momento. Me gustó esta idea de vindicar a quien tal vez creó el mismo poema pero no lo sabe: fue algo que dijeron o algo que hicieron que me llevó a hacer ese poema y entonces, en respuesta o agradecimiento, los pongo como patrocinadores sentimentales de esa creación. Quizá, como alguna vez dijo García Márquez de sus cuentos, que él podía mencionar de dónde provenía tal o cual personaje de la vida real que le dio vida a ese personaje de ficción, yo podría decir casi casi en cada uno de mis escritos qué persona motivó o suscitó cada uno de mis poemas. La creación colectiva siempre es hermosa, salen chispas que hay que ir pescando porque las trabajarás después. Vicente Huidobro decía que los verdaderos poemas son incendios. Otra situación que te define es que eres muy crítico en tus textos, no sólo contra el gobierno, sino también con esos intelectuales que parecen no aportar nada sustancioso al mundo de la cultura, tal es el caso de tu poema“Cosas de poetas”. Es una forma de decirle al escritor que no puede seguir haciendo revoluciones de teclado, que si bien tiene derecho de estar en el territorio de la idea, también convendría darse una vuelta por la realidad para ver a sus semejantes. Creo que Sed Jaguar es un libro un tanto religioso, de rituales sagrados, equidistante a diferentes religiones, porque aunque se habla de nuestro México prehispánico silenciosamente, también de las heridas que nos ha hecho un catolicismo radical mal comprendido. Nuestro calendario cívico está acompañado por un calendario Cristiano, nos ayudaría a entender un tanto más la importancia de ir con el otro como en cardumen y amarlo. No desde la idea, no desde la enciclopedia, no desde los círculos del poder artístico, sino abajo, digamos en el desierto. Por supuesto tienen derecho a hacer lo que les plazca con su vida, pero quisiera ver una habilitación de los artistas con el pueblo. ¿Si se hubieran armado con estas ideas que tienen siempre a flor de piel todos los artistas de nuestro país, hubieran podido parar las masacres de Peña Nieto o las de Felipe Calderón? Yo digo que sí. ¿Cambiarías algo al libro? No suelo ver mis libros. Nunca me ha gustado revisarlos después de que salen. Intento que el libro se distribuya lo más que se pueda en espacios abiertos, que llegue a bajo costo a los lectores. Quisiera regalar los más que pueda, me interesa que el libro sea líquido. Es un reto que tendré ahora con Sed Jaguar. La ganancia de este se destinará, en parte, a ciudades de un filantropismo puro, porque me llena de energía. -
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ESCRITOR POR CONVICCIÓN Y ABOGADO POR ERROR VOCACIONAL. DEL MERO B A R R I O D E L S A N M I G U E L I T O , I Z TA PA L A PA .
TEXTOS A B R A H A M “ G R I T O N E R O ” C H ÁV E Z
Psicología Inversa Aguanta las ganas de mandar todo al diablo. Aguanta todo lo que puedas.
las sonrisas son gratis... Y también el hartazgo.
Para eso te pagan; para eso estudiaste; para eso tienes un título pegado en la pared. Aguanta las ganas de hacer polvo ese monitor polvoriento; ese teclado que ha borrado de tus dedos toda la poesía. Olvida lo que fuiste, lo que deseaste ser.
Pero a ese no le hagas caso. No es profesional. No es benéfico para tus metas a corto, largo y mediano plazo. Aguanta todos los días, sopórtalos bajo tus hombros. Ya vendrá lo bueno.
Ya no debes andar pensando en esas cosas. Y te volverás viejo. Aguanta todos los días, respira así como enseñan esos yoguis pendejos que piensan que el equilibrio puede comprarse a meses sin intereses. Aguanta ese deseo de volverte Michael Douglas para protagonizar tu propio Día de Furia. No caigas en esa visión noventera de desfogue emocional. En estas épocas, no puedes darte el lujo de perder la compostura. Hay cámaras, micrófonos, celulares que pueden dejar constancia gráfica de toda esa putísima frustración que corre por todas tus venas. Mira a tu alrededor, sonríe aunque no tengas ganas. Di “buenos días”, aunque no lo sean.
Y seguirás checando tu hora de llegada, Y seguirás prendiendo y apagando tu computadora. Y esperarás la hora de tu retiro. Y cuando esa hora llegue no sabrás qué hacer con tanto tiempo libre. Entonces y sólo entonces, podrás darte cuenta de que tendrás que seguir aguantando, todos los días y todas las noches que te restan. Hasta ese momento, te será permitido derramar sólo una lágrima. Mientras eso pasa, no hagas tanto caso a estas palabras y mejor prepárate, mentalízate, convéncete a ti mismo. Y aguanta,
Saluda a todos. Sigue sonriendo, carajo,
sigue aguantando esas incontenibles, y crecientes ganas de mandar absolutamente todo
al infierno terrible de la libertad.
POESÍA TEXTO CARLOS EMIR
E S T U D I A L E N G U A Y L I T E R AT U R A S H I S PÁ N I C A S E N L A U N A M . H A S I D O B E C A R I O , U N PA R D E O C A S I O N E S , E N E L C U R S O D E C R E A C I Ó N L I T E R A R I A PA R A J Ó V E N E S D E L A F U N D A C I Ó N PA R A L A S L E T R A S M E X I C A N A S
El pan que nos llena Se dice que no está bien cuando se habla de amor, hablar de manjares y alimentos; que querer morderte el sonrojado y profundo y oscurecido placer es prueba absoluta de nuestro ocultado canibalismo, de nuestra nostalgia por la sublime bestialidad; y sin embargo, te muerdo, y te sacias de mí y me sacio de ti; y ambos, entre las arrugas de las sábanas, nos miramos complacidos cual si hubiéramos devorado el más lujoso banquete de un tiempo que ya no existe.
Jaulas Todo este lugar está lleno de tigre, nada es permisible en este sitio. Somos los únicos habitantes de su jaula, somos, al fin, su fiel presa. Somos aquello que lo hace ver como un ser superior a los otros seres. Todo este lugar está lleno de tigre, y la memoria nos inventa que en otro tiempo los papeles fueron distintos. El gran zarpazo quiebra la memoria.
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TEXTOS TILSA OTTO
P ara O lvidar E ste M undo A mnésico
P O E TA , A R T I S TA A U D I O V I S U A L Y TA L L E R I S TA VIVIENDO ENTRE PERÚ Y MÉXICO
El recién nacido observa por primera vez el rostro de su madre Como un astronauta contempla la tierra desde el espacio Se reconoce en esa topografía cambiante La gravedad lo posee Libera el cordón y se pierde en lo inmenso Pierdo la conciencia para nacer de nuevo pierdo La memoria para aprender mi nombre Esta percepción de no-fragmentación Ya mi corazón está en otro lado Hemos brotado del huevo De un ave del paraíso Ahora la belleza se reproduce conmigo * (Cómo se sentirá la vida No la personal e intransferible Sino la que no es de nadie La que es libre La que vaga por el mundo La que convence a los árboles La que anima los bailes) Si tu edad es la de ese rayo Hay colores que no resultamos Palabras que no penetramos Pero hay más de donde esto vino Un bello tocador con un espejo del espíritu Grupos ocultistas conectados por la ruta de la seda Cazadores de miel alucinógena en los acantilados Luciérnagas gigantes Mi amada madre Encarnación humana de la luz Ahora aprecia este estigma que es mi sonrisa suave Una mirada fija en mí me fija en mí Ahora que vivo en una pequeña habitación Más que la ausencia de una fuerza gravitatoria Lo que experimento es una caída libre eterna (vamos a pararnos al borde del abismo como cabras locas hasta que el vacío se conjugue en nuestros nombres y el silencio se duerma en nuestra boca)
POESÍA TEXTO CYNTHIA FRANCO
SUBDIRECTORA, COORDINADORA, MAESTRA D E TA L L E R E S Y G E S T O R A E N C E N T R O T R A N S D I S C I P L I N A R I O P O E S Í A Y T R AY E C T O , A . C .
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My name is Tijuana la Loca My name is Tijuana la Loca una morra with brown sugar skin i have a blow en la lengua mi lengua es de waterfall.
Maguana fue mi apodo también kill un haitiano y me sacaron los ojos my name is no name not sorry, non stop the border life.
Me negaron la visa después de quitarme las perlas con las que me defiendo aun así, firmé mi contrato como hija de nadie and of course me dediqué a la poetry life y al aullido maybe soy ilegal de roots de maíz tostado a la mexicana dub maybe debí quedarme donde nace el mar donde todas mis abuelas miraron al parir al unísono i know, that morras say -little woman, your gonna be hechizada by del cerro gods and the sweet grass so you can understand the word “frontera”.
Tijuanié hasta que me fumaron y me quedé sin cordón umbilical and yes i must be the lagrimita chola que dibujó un Moreno en el brazo izquierdo de la migra very junta la Virgen Lupe.
Frontérame ésta compa que tu violencia me esquiva frontera la orilla de mi cordillera mientras te apunto con mi canto oro por esta fractura donde poemo y poemo porque no tengo otra forma de hablar and i need to mix me with inglés and español because i don´t know what´s my original language so, le escupí al gringo y ni me hizo nada su bala ni me hizo falta ese dude pero sí dudé un poco. My name is Tijuana la Loca he acomodado los cuerpos muertos uno a uno apilados one by one como dios me da a entender one by one
Tijuanié hasta que subieron de precio los fish taco y fracasé en mi intento por no tatuarme but i did it en la espalda para identificarme luego anduve de buena gente dando croquetas a mujeres y hombres con el fire y el himno en el pubis yes, comencé a autoexiliarme so i can touch la Coahuila again but never stay in one place me digo i put some salvia in my bones after perder mi acento my last name was 664 and my address es el mundo, la munda, la calle, la street, que no calle la calle que mis casas son de cowgirl in the wild side my name is Tijuana, Tiyei, Tijuanitlán de los albores pega´o, pega´o, pega´o el tumba´o simón con ese flow y todo fine hommie que esta franja la traigo de la´o. My name is Tijuana put your head on my shoulder in this woman que solo sabe transgredir orígenes verás cómo crece el cactus en medio del temblor, welcome to my side, tierra de nobody.
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F U E B E C A R I O D E L F E S T I VA L C U LT U R A L I N T E R FA Z . C O O R D I N Ó E L S E M I N A R I O D E C R E A C I Ó N L I T E R A R I A “ R O Q U E D A LT O N ” E N L A F F Y L , U N A M . A C U A L M E N T E C U R S A L A L I C E N C I AT U R A E N L E N G U A Y L I T E R AT U R A S H I S PÁ N I C A S ( U N A M ) .
TEXTOS MAXIMILIANO CID DEL PRADO
Prisión Estatal de Piedras Negras Los Zetas, señalaron los testigos, controlaron varias cárceles del estado e incluso en una de ellas, la de Piedras Negras, incineraron a por lo menos 150 adversarios. La huella que dejaron en su cuartel general, la zona norte de Coahuila, no se borra. Sobre todo para las familias de personas desaparecidas. BBC Mundo, Ciudad de México
Tienen los presos una gata a la que aman. Indiferente y orgullosa la felina se pasea por los talleres en donde los reclusos hacen su jornada. En ocasiones los mira desde lejos retorciéndose en el piso con sus ojos de lagarto. En los días calurosos, la gata aparece dormida en la litera de algún hombre. Al despertar el animalito se estira en un espasmo perezoso entre las piernas de un convicto. Un día nefasto la gata llegó al taller maullando locamente. Un alacrán la había picado. Luego de unos minutos de agonía, murió ante los ojos de los prisioneros. Uno de ellos, aquel que cometió los actos más salvajes, tomó a la gata y la enterró en el patio. Un par de hombres hicieron guardia bajo el sol del mediodía. Otros, se escondieron en sus celdas a llorar amargamente como se llora la muerte de la mujer amada.
POESÍA MOOD
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Costera Miguel Alemán Actualmente, Guerrero es la entidad con el menor índice de paz, clasificación que se construye con los datos de delitos que reporta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Al iniciar la gestión de Enrique Peña Nieto en diciembre de 2012, en Guerrero se identificó que cinco cárteles disputaban el territorio. Eso implica que Guerrero sea el estado con mayor presencia de grupos criminales, según la información de la PGR. https://narcodata.animalpolitico.com/
A Ricardo nunca le gustó eso de andar llevando la carreta para vender las botellas que recogíamos en el camellón. —Yo quiero ser de la Maña. Decía siempre que veía a los encapuchados en sus camionetas pasándose los altos y brincándose los camellones. —Quiero vivir como esos weyes. Ponerle su casa a mi jefa, que me la pelen los puercos y no andar vendiendo mamadas. Que la gente me respete, acá, cuando me vean trepado en una troca chingona y vivir en un cantón así. ¿Te imaginas? Y señalaba el último piso de un edificio nuevo de departamentos mientras maldecía porque la llanta del carrito se había atorado en una coladera. A los dos meses lo reclutaron. Dejó a su madre prometiéndole volver cargado de riquezas. Gracias a su ambición ascendió rápido y llegó a controlar la plaza. Tenía comprados a los militares y los policías trabajaban para él. Empezó a ser más cruel y dejó de pagarle a su gente. Una noche, mientras salía de un antro lo agarró un retén. La respuesta grosera a uno de los comandantes que le pedía su parte fue lo que le dio sentencia. Así la promesa que le hizo a su mamá: —Espérame, verás que en un rato vengo por ti para que veas tu casa nueva. Así no te faltará nada a ti ni a mis hermanos. No terminó de cumplirse. Al final, por supuesto que terminó regresando. Pero eso fue cuando su hermano menor caminó toda la noche arrastrando de vuelta su cadáver en una carreta destartalada.
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TEXTOS U L I S E S PA N I A G U A
-Literatura es monasterioSiente el dolor ( Estudia la lluvia Fuma la montaña a galope Sortea la muerte Destrózate el pulmón en tanta vida Ahora que entiendes ( Vuelve a la página Calla ( Vuelve a la página y salta al vacío.
N A R R A D O R , P O E TA , V I D E A S TA Y D R A M AT U R G O
-Vivo soloTigre soy, de rudo destino A nadie debo el fuego de la presencia ¿Que soy salvaje? Tanto como mis garras enredadas en lo oscuro Mujo y rujo y con las zarpas digo sí digo sí y soy salvaje ¿Qué si soy solo? ¿A quién le incomoda el eco entre la nieve? Bestia entregada al alfabeto de lo bello Tigre–sombra de tiempo Signo claroscuro Tigre soy, de rudo destino Digo sí Digo sí y soy salvaje.
POESÍA MOOD
-Oficio del réproboNo ignores al poeta que entona hambre a la salida del supermercado Cuando ama lo que señala y lo que no No niegues sus ajados pies la lúcida mente entre latas de conserva No subestimes la muerte en sus retinas la daga entre versos y artículos varios No acalles la experiencia transmutada El agujero en los bolsillos la torre en sombra que erige sucarta verdadera Puede ser así: como quien recoge maravillas En una ciudad desnuda.
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TEXTOS LUIS BUGARINI
C R Í T I C O L I T E R A R I O . H A I N C U R S I O N A D O E N L A N A R R AT I VA , E L E N S AY O Y L A P O E S Í A C O N D I V E R S O S T Í T U L O S . S U Ú LT I M O L I B R O E S L A PA R A D O J A D E S A N P E T E R S B U R G O (EDICIONES EL HUMO, 2019).
-Cuatro poemas-
Abril, a mediodía. Salgo a caminar con el perro, que jadea y ladra entusiasta. En la caminata diviso un reflejo en una banqueta. “Es una moneda”, me digo y avanzo en su dirección. Aquello me hace sentir bien, como el niño que recibe un obsequio inesperado. Pero era un escupitajo, recién lanzado, solitario y agónico. El perro ni se enteró.
Meto la mano en el suéter y me encuentro un clip. Es pequeño, está doblado. Se utilizó para mantener papeles unidos. Antes de lanzarlo a la avenida lo tuerzo con gentileza hasta regresarlo a su posición original. Batalla un poco pero luego cede. Segundos antes de lanzarlo concluyo que yo soy el clip, en las manos de una sociedad que no tendrá la gentileza de enderezarme antes de lanzarme directo a la basura. A que me pierda, inocente, entusiasta aunque sin malicia, como tantos de sus hijos en el olvido más inaudito.
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Siempre quise una novia llamada Selma. No me fue concedido. Tampoco busqué con afán. Selma es una sonoridad que revuelve mi espíritu. Es un giro del piso que sucede para que caiga y no vuelva a levantarme.
Años después, una mujer que fue mi pareja me escribe para decirme que estuvo embrazada de mí y decidió abortar, a mediodía. Ya no le respondo. Me quedo con la convicción de que el mundo sucede detrás nuestro, que se arquea con el paso de los años y sólo de manera ocasional se acerca para susurrarnos. Con eso y menos de eso, vivir.
Si te llamas Selma, mejor nunca me busques. Ya estoy tranquilo así.
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TEXTOS “JOE” DE LA ROSA
P O E TA Q U E F U E I N C L U I D A E N L A A N T O L O G Í A D I G I TA L T E R R O T I C , PROYECTO QUE SE GESTÓ EN TWITTER (DE CUENTO DE TERROR Y EROTISMO) CON MINIFICCIÓN. EN EL TORNEO DE POESÍA ADVERSARIO E N E L C U A D R I L ÁT E R O , O B T E N I E N D O E L P R I M E R L U G A R .
-Consideraciones maternales tono rosa perverso[Aún no se me olvida vengo del vientre de ventanas rojas. Balas, catástrofes y ambiguas intenciones Eran parte del paisaje prenatal] Me elementaste con la precaución A través de aquel cordón con el que querría Ahorcarme si llegaba el momento en que pudiera abrir los ojos Porque muestra de tu amor Fue ponerme un dedo en las manos y la boca para que creyera, puedo y debo tapar mi amor con un dedo Me diste un megáfono sonaja, como haces con tus bastardos calvos de certezas Y desde nuestra gusanera (Digo cunas) oyendo tu canto con aliento esquizofrénico Creyéndonos Tocados por un lúcido secreto, Soñáramos trozar tu legua A través de tu sonrisa retorcida. Ahora me doy cuenta, Crecer es tener miedo a tu respuesta, Con mi legua entre las manos, cuando veas el color con que he pintado el día.
MINFICCIÓNES TEXTOS LUIS ESCALONA
ESCRITOR MEXICANO. ESTUDIÓ CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN, EL DIPLOMADO DE CREACIÓN LITERARIA EN LA ESCUELA DE ESCRITORES DE SOGEM Y EL DIPLOMADO EN “REDACCIÓN Y CUIDADO DE LA EDICIÓN” CON LA EMPRESA VERSAL.
Indiferencia Y entonces lo miró y esperó a que se detuviera, pero el tiempo siguió su camino.
El mundo de Utopía Y el continente se hundió en las aguas de un horripilante torbellino, cuando algún idiota le jaló la palanca a la taza del baño.
El tío Miguel “Y sin embargo, se mueve”, dijo el doctor a la familia, señalando el cadáver del tío Miguel.
Sorpresa Pandora abrió la caja y encontró un papel que decía: “Siga participando”.
El otro mito Las serpientes de Medusa hablaban al mismo tiempo. Y Perseo le cortó la cabeza, por amor al silencio.
Ironía del mito A Sedna le cortaron los dedos y de ellos, nacieron ballenas, focas y morsas. Todos ellos libres de falanges.
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ARTÍCULO
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F I L Ó S O FA P O R C O N V I C C I Ó N Y E S C R I T O R A P O R NECESIDAD EXISTENCIAL. DOCTORANTE EN ARTE C O N T E M P O R Á N E O P O R E L I N B A . P O E TA , E N S AY I S TA Y C R Í T I C A C I N E M AT O G R Á F I C A .
TEXTOS YELENIA CUERVO
Devenir
delirio en L ´ de Climax
Danzar es algo que posee su medida en sí mismo, en la apertura de una repetición Jean-Luc Nancy
a imagen arde, quema y nos consume, y es que tal y como lo asume el filósofo e historiador Didi-Huberman, saber mirar implica una afectación ante la belleza de la imagen, pero también una mirada crítica ante sus signos secretos.
Gaspar Noe´
I El cine de Gaspar Noé es un cine del cuerpo, porque es justamente la corporalidad la que se expresa para ser pensada a partir del lenguaje fílmico. En este sentido, en su filmografía pueden hallarse imágenes-cuerpo, es decir, imágenes que desde la potencia de su materialidad fílmica, presentan diversos cuerpos a través de un cine de sensaciones más allá de la fabulación de una historia. Los filmes de Noé transitan por experiencias: de una terrible violación, Irreversible (2002), el viaje sensorial y alucinatorio en Enter de void (2009), o por la experiencia vital del amor en Love (2015).
Basado en hechos reales que ocurrieron en los años noventa en Francia,Clímax (2018) da inicio con una secuencia que muestra un guiño de autocitación al trabajo del director franco-argentino. Pronto da paso a los cuerpos que se imponen en la pantalla a través de la fuerza motriz, cuerpos terrestres que hacen resonar el espacio a partir de una coreografía al ritmo de la música disco con “Supernature” interpretada por Cerrone. Cuerpos cuyo impulso está más ligado a la superficie que a los mundos aéreos. Cuerpos que se observan en su singularidad y en sincronía constante, y en donde nos es imposible escapar a su vibración que en momentos se vuelve la propia: “Un cuerpo es siempre un sentir-se: más allá de su organización, de sus funciones, de su integración en una unidad de presencia y acción, también es (…) una manera de experimentarse a sí mismo, de saberse a sí mismo distinto de todos los otros cuerpos, un cuerpo que se pliega y se despliega, se abre y se cierra, se desplaza y se fija como un punto de origen y de fin de mundo.” El ojo orgánico de la cámara filma en ocasiones como si tratara de documentar a través de planos generales y otras adquiere el ritmo de una danza propia que se va intensificando por medio de un flujo repetitivo,creando diversos registros sensibles en los cuerpos que bailan en los ecos de todos los mundos. II El ambiente festivo culmina tras un brindis que los bailarines llevan a cabo como celebración de su próximo estreno, sin embargo, la sangría que beben ha sido alterada con LSD. El proceso de alteración de la conciencia que Noé presenta es justamente una explosión del deseo a través del cuerpo, cuya armonía se fragmenta para devenir caótica y delirante. Lo que parecía ser un festín-iniciático, ahora se transforma en la exploración de los límites del cuerpo, en una pesadilla singular que vive cada uno en su carnalidad. La cámara sigue constantemente al cuerpo de Selva (Sofia Boutella), a través de un caos que muestra el descenso lisérgico de los otros cuerpos. Los planos-secuencias y tomas cenitales también devienen des-centrados, a razón de una cámara que transita por la pérdida espacial. De esta manera, los planos se trastocan de un arriba hacia un abajo que invertidos colocan a nuestro cuerpo ante la angustia, los llantos, los gritos de los cuerpos que en su singularidad se frotan, se golpean, se tocan, se excitan. Un delirio que nos recuerda irremediablemente las posibilidades de nuestro cuerpo hasta su último suspiro: la muerte. Imágenes que arden, porque presentan nuestros más íntimos temores. Jean-Luc Nancy. “La imagen como danza” en Los cuerpos de la imagen. Colección 17. México. p 52.
ARTÍCULO TEXTOS S A LVA D O R M E N D I O L A
El mito - del -
YO
E
P O E TA , P E R I O D I S TA Y C AT E D R ÁT I C O D E L A U N A M
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l relato con un principio, un en medio y un final sólo es un mito. No es algo real, ni para la memoria ni para la cronología de los hechos. Lo imposible son los comienzos y los finales, sólo son una ilusión de la mente humana. Visto con calma, nadie conoce el principio de su existencia, ni en lo biológico ni en lo sociológico. Tampoco conoceremos el final. Pues al morir nadie estará en nosotros como cadáver para tomar conciencia de ello. La historia de la persona real no conoce un principio efectivo, tampoco un final; todo lo que así se presenta al pensar es un engaño, aunque nos parezca increíble. La forma-novela es el triunfo sociocultural de tal mito. Nuestro uso de los relatos con esa estructura en la expresión y el contenido, la de que las cosas tienen comienzo, en medio y final. Algo que nos sirve para aceptar la existencia e intentar darle sentido, cuando en realidad sólo es un absurdo, un rudo absurdo en la nada. Lo demás es cosa de Homero y Shakespeare, de Sor Juana y Juan Rulfo. Creer que las historias tienen una estructura y que esa estructura está en la realidad. Tal bello engaño. Pero puro engaño al fin y al cabo. Un engaño que reproducimos sin pensar, por fe ciega. Un engaño que se impone sin discurso, porque es el fundamento de todos los discursos. La fuerza del mito. Que la humanidad se lance a la existencia y la sobrevivencia sin poder comprender bien por qué y para qué, sin poder dar con un sentido real y definitivo para la aventura de la historia humana. Cosa que resulta contundente y tragicómica si reconocemos que no hay Dios ni Naturaleza ni Ley Universal. El universo demuestra ser un sistema caótico que no podemos considerar ni experimentar efectivamente en su totalidad, todo lo que podemos saber es de carácter muy parcial y temporal. No podemos ingresar en lo definitivo y concreto. Es bueno así saberlo. Nos engañamos con cuentos y novelas para darle sentido y forma a la existencia, cuentos y novelas que tienen que ver con la realidad aparente; puesto que con cuentos y novelas inventamos el orden familiar, lo mismo que la estructura del mercado y las diversas figuras de gobierno. La vida humana la razonamos y justificamos con las mentiras a medias de los relatos, ya sean conceptuales, como las leyes y los reglamentos, o figurativos, como las películas de cine normal y las telenovelas o series. Todo tiende a ser dicho y pensado con la forma de un relato, a todo le inventamos e impones un origen y una meta. Cuesta mucho trabajo no hacerlo. Las narraciones más realistas son las que se presentan sobrecargadas de absurdos y de zonas oscuras; los textos como los de las novelas de Claude Simon, un espacio de escritura donde ocupa un lugar muy alto la novela Yo El Supremo de Augusto Roa Bastos, también Pedro Páramo de Juan Rulfo o Esperando a Godot de Samuel Beckett o La metamorfosis de Franz Kafka; películas como Pierrot le fou de Jean-Luc Godard, Un perro andaluz de Luis Buñuel, Antonio das Mortes de Glauber Rocha o El espejo de Andrei Tarkovski. Narraciones fragmentadas, intencionalmente incompletas, abiertas a muchas interpretaciones y siempre cuestionando el círculo vicioso del principio, el en medio y el final. Textos cuya lectura apasionada conduce a descubrir que nuestro yo y su memoria son más que nada una ilusión narrativa, un rebuscado tejido con palabras, más con la forma de una telaraña que la de un cable de telégrafo. -
ARTÍCULO
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TEXTOS ARIANNA AQUINO
L I C E N C I A D A E N L E T R A S H I S PÁ N I C A S P O R L A U A M , A C T U A L M E N T E E S D I R E C T O R A D E E D U C A C I Ó N C O N T I N U A Y G E S T I Ó N C U LT U R A L , A S Í C O M O R E S P O N S A B L E D E L P R O Y E C T O N A C I O N A L “ E L PA P E L D E L A C U LT U R A ” E N E L I N S T I T U T O C I U D A D A N O PA R A L A G O B E R N A N Z A D E M O C R ÁT I C A S . C . , A D E M Á S DE SER COORDINADORA DE COMUNICACIÓN DE LA EDITORIAL ALMADÍA
¿El teatro es para
todos?
ARTÍCULO MOOD
¿
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Para qué asistir al teatro? La respuesta a esta pregunta, aunque se escuche trillado, sólo la pueden responder aquellos que han sido “tocados” por él, y es que estar sentado en una butaca de algún recinto, frente, a lado o bajo un escenario presupone una serie condiciones previas tales como que: hay interés (académico, personal, curioso, de agrado, etc.), que se pudo acceder a una entrada y que estamos en la disposición de pasar tiempo creyendo algo que en definitiva no es real. Es en esta última condición donde me detendré, ya que mi instinto me hace pensar que es el más importante de todos. Aquellos que asisten a una función teatral, pagan, acomodan sus tiempos, cancelan algún otro compromiso, se quedan de ver con sus acompañantes, hacen planes únicamente para ser engañados por una serie de artificios que harán que salgan de ahí con más dudas de con las que entraron. Pero ¿por qué?, porque aceptas que el mundo que se te presenta es el real, que está suspendido en el tiempo y que desde nuestra actualidad podemos acceder a é; que ahí el espacio, la temporalidad, incluso todo aquello que se ve, como el vestuario, la utilería, la escenografía y más, sólo terminan de existir cuando el actor que los enuncia les da posibilidad de existencia, es decir que algo que está físicamente ahí podría dejar de estar sólo porque la palabra o los movimientos no lo traen a cuenta. Este principio de aceptación del espectador es fundamental para que el existir de, los actores, la representación, los ensayos, la iluminación, el audio, la dirección, la tramoya y todo aquello que es imprescindible para que se lleve a cabo una pieza teatral, tengan sentido. Se requiere un pacto de lealtad, pero no con la realidad, sino con todo lo contrario, se requiere desprenderse de tal manera que se acepte como verdadero lo que se te presenta, se requiere valor para encontrar en otros, cuyo nombre en el escenario no es su verdadero nombre, cuya historia no sucedió en realidad, cuya presencia jamás se llevó a cabo en ningún tiempo, las propias pasiones que te desgarran, te sacuden y te paralizan en esta realidad. No por nada en la antigua Grecia se denominó catarsis a la purga que devenía tras la asistencia de los espectadores a la representación de las tragedias; como la “purificación, liberación o transformación interior suscitada por una experiencia vital profunda”, según la RAE. Ahora bien, en todo lo anterior partimos del hecho que lo que está frente a nosotros en un escenario es teatro, pero no siempre es así porque, a pesar de toda la teoría que se pueda desprender de las características fundamentales de la construcción escénica, tenemos que aceptar que no todo lo que se presenta en el teatro, es teatro; es decir que no todas las piezas teatrales tienen la esencia política del teatro, un espíritu trasgresor y el eco que genera a pesar de su carácter efímero. En conclusión, el teatro es para todos aquellos que reconozcan en la escena teatral su carácter político, su lugar en la reflexión y acción social, su poder de sensibilización, pero sobre todo el poder de “decir lo que nadie dice” en un mundo en el que “todo se representa, nada es”. -
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R E D A C C I Ó N PA R A T O D O S MOOD
REDACCIÓN PARA TODOS Demostrativos
Este, ese, aquel (con sus femeninos y plurales) no llevan acento cuando son adjetivos; sí se utiliza la tilde cuando se usan como pronombre: Este hombre es el más valiente; ése carece de principios, pero aquél es el más aguerrido. Las formas neutras esto, eso, aquello no llevan tilde pues nunca desempeñan una doble función gramatical.
EL/ÉL
*El es artículo determinativo: El autor de Las batallas en el desierto y El viento distante es José Emilio Pacheco. *Él, con tilde, es pronombre personal: Él es mi profesor de literatura.
TU/TÚ
*Tu es adjetivo posesivo: Tu acento me recuerda mi tierra natal. *Tú, con tilde, es pronombre personal: Tú tienes todo para ser feliz.
Mi/Mí
*Mi es adjetivo posesivo: Mi recompensa es tu éxito. *Mí, con tilde, es pronombre personal: A mí no me gustó mi discurso, ¿y a ti?
DE/DÉ
*De es preposición: De los males, el menos... *Dé, con tilde, es flexión del verbo dar: Dé su mejor sonrisa.
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ACENTO ORTOGRÁFICO DIACRÍTICO
SE/SÉ
*Se es pronombre personal: Yo creía que sólo la gente joven se enamoraba... *Sé, con tilde, es la forma imperativa del verbo ser: Sé sincero contigo mismo. *Sé, con tilde, es la forma presente del verbo saber: Sé que tuve la culpa, por eso te pido perdón.
MAS/MÁS
*Mas es conjunción adversativa (equivale a pero): Escribes bien, mas tienes faltas de ortografía. *Más, con tilde, es adverbio de cantidad: Entre más escribas, mejor lo harás. *Más, con tilde, es un sustantivo: Debe interesarnos tanto el más como el menos de la situación.
TE/TÉ
*Te es pronombre personal: Te lo dije... *Té, con tilde, es el nombre de una planta originaria de Oriente: El té no es, en realidad, cualquier infusión de hierbas.
SI/SÍ
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*Si es conjunción condicional: Si comienzas bien, bien terminarás. *Sí, con tilde, es adverbio de afirmación: Sí: iremos a donde tú vayas. Por ejemplo, en las encuestas en donde se presentan las preguntas Sí o NO, el sí debe llevar tilde.
AUN/AÚN
*Sin tilde es un monosílabo y es una conjunción. Significa “hasta”: Llevaré todo, aun lo que menos te imaginas. *Sin tilde junto con ni, ni aun, significa “ni siquiera”: No lo lograrán ni aun obligándolo. *Sin tilde en la frase aun cuando adquiere el sentido de “aunque”: Aun cuando no estoy seguro, creo que es así. *Aun puede significar “también” o “inclusive”: Estudiaremos aun los temas más difíciles. *Aún, con tilde, significa todavía. Aún no sé que hacer contigo.
SOLO/SÓLO
*Solo significa “sin compañía” y es un adjetivo: Vine solo a tomar café.
*Solo puede ser sustantivo también:
Interpretó un estupendo solo de violín. *Sólo, con tilde, es adverbio y equivale a “solamente” “únicamente”: Sólo vine a tomar café.
O/Ó
*La conjunción disyuntiva o no lleva tilde, salvo cuando se escribe entre dos cifras para evitar confusiones con el 0 (cero) : 5 ó 6 7, 8 ó 9 Nota: El pronombre personal ti no lleva acento porque nunca desempeña una doble función gramatical.