Silfos y Uroboros

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Edita CEPA San Cristóbal Diseño, coordinación y maquetación: Manuel Ortiz Copyright Autores y CEPA San Cristóbal Agradecimientos: Al alumnado del grupo FBI de La Verdellada, que lo hace todo tan fácil y tan agradable. A Clara Díaz, profesora del Taller Literario, que anima siempre a escribir y mejorar. A quienes no han podido acudir este año tan raro, pero se han hecho sentir. Para contactar con la redacción de esta publicación, dirigirse a CEPA San Cristóbal C/ Escultor Luján Pérez s/n 38204 La Laguna Tfno: 922 265 606 www.cepasancristobal.org 38009060@gobiernodecanarias.org Depósito Legal: ISSN:

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TF - ...ya se verá si vale la pena Intenta Siempre Ser Natural Gráficas Roferman S.L.

Esta publicación no se identifica necesariamente con la opinión de autores y colaboradores.

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ÍNDICE Criaturas singulares y extraordinarias

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La curiosidad

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La firma

- C. Begoña Rodríguez Borges

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- Octavio Puig

Mis dudas

Me regalé el divorcio Situación extrema

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- Vicky García

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- Manuela de la Fuente

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- Carmen Serichol

Una puerta abierta de par en par - Luisa González

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Lo que mi piel ya conoce

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Aromas y sabores Espejismo -

- Mª Esther Padrón

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Vicky Fernández Sánchez

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Carmen Dolores Padrón

Otro día de abril

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- Carmen Edilia Gómez Pescoso

Recuerdo de ayer: la gran cometa Mi cálido recuerdo 3

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- Bárbara Pérez

Nubes, tacones, fuerza Huyendo

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- O. Saba Amador Cruz

- Ángel Benítez

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- Cande Moreno

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Criaturas singulares y extraordinarias Nadie cree en los silfos ahora; pero la locución figura de sílfide sigue aplicándose a las mujeres esbeltas, como elogio trivial. Los silfos ocupan un lugar intermedio entre los seres materiales y los inmateriales. La poesía romántica y el ballet no los han desdeñado. Heráclito decía que en la circunferencia el principio y el fin son un solo punto. Un amuleto griego del siglo III, conservado en el Museo Británico, nos da la imagen que mejor puede ilustrar esta infinitud: la serpiente que se muerde la cola. Uroboros (el que se devora la cola) es el nombre técnico de este monstruo, que luego prodigaron los alquimistas. Este es el sentido doble de esta publicación y la razón de ser de su título: estar a medio camino de lo material y lo imaginado y tener sentido, principio y fin en sí misma. De hecho nace de un grupo de gente que, en gran medida, dejó de enseñar para no dejar de aprender y salió de la escuela para volver a ella… Maese Teacher 4

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- Deja de hacer eso, a ti no te interesa la vida de los de-

LA CURIOSIDAD

más, vas a tener un disgusto.

Carmen Begoña Rodríguez Borges

así se le pasa el tiempo más rápido. Un día estaba pre-

Petra no le hace caso, para ella es un entretenimiento, parando el desayuno y oyó voces en el rellano, acompa-

En una pequeña ciudad del Norte se encuentra el barrio del Reloj, como se pueden imaginar, tiene una enorme plaza con un reloj de flores en el centro. Además tiene preciosos edificios del S. XX, con sus adornos modernistas, sus balcones, auténticas joyas de arquitectura. En ellos vive gente mayor que, poco a poco, se ha mezclado con jóvenes que han llegado nuevos a la zona. En uno de esos edificios viven Petra y María, dos herma-

ñadas de unos ruidos como si estuvieran arrastrando algo. Fue corriendo a la mirilla y vio a dos jóvenes repartidores tocando en el piso de enfrente. No abre nadie. Sus ocupantes, estudiantes, no están en casa. Dejan una caja junto a la puerta y se van. El tiempo fue pasando y nadie recogía la caja. Petra miraba todos los días y estaba bastante intrigada por saber lo que había dentro.

nas, altas y con buen porte, pero muy distintas en su forma de ser. María es tranquila y discreta. Petra es lo que llamamos un manojo de nervios y muy, pero que muy curiosa, rayando el cotilleo. Se escuchan ruidos en el pasillo de la planta, ahí está ella mirando por la mirilla a ver qué pasa. Se oye alboroto en la calle, allí que va corriendo al balcón para enterarse de lo que ocurre. Su hermana siempre le está diciendo: 5

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-María, ¿tu has oído a los estudiantes?. Tienen un paquete en la puerta y no lo recogen. - Petra, eso no es asunto tuyo, ellos sabrán lo que hacen. - No, era simplemente una curiosidad. Han pasado cuatro días, la caja sigue en el mismo sitio. Pe-

- ¡Que raro!, aún no han recogido la caja,¿ le pasará algo a los chicos? -María, no te preocupes, como tu bien dices, eso no es asunto nuestro. Venga vamos a dar un paseo que hace un buen día.

tra no puede más con su intriga. Aprovecha que María fue al mercado y la coge con máximo cuidado, con las tijeras despega la cinta con mucho cuidado, sube la tapa y…

Nunca más Petra sintió curiosidad por las cosas ajenas, había aprendido la lección: “ La curiosidad mata al gato”

-¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Empiezan a estallar unos petardos, se llena todo de polvo y humo. Se le ensucian las gafas, el pelo y la cara se le llena de ceniza. Muy asustada mira dentro y ve una nota que procede a leer:

Srta. Petra, no se asuste ni se enfade con nosotros, somos sus vecinos. Conociendo su curiosidad, le hemos querido gastar una broma. Muchos besos.

La buena mujer corrió para volver a hacer el paquete y colocarlo donde estaba, se dio una buena ducha. En ese momento llegó su hermana que le comentó: 6

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LA FIRMA Octavio Puig Jiménez Allí estaba yo, plasmada sobre aquel inquietante documento. Si, soy una firma de una persona influyente, respetada, con capacidad de decisión, pero no sé por qué me sentía incómoda en aquel papel. Normalmente sí conozco lo que escribe y rubrica mi dueño cuando es de su “puño y letra”, pero esta vez solo me estampó al pie de una hoja que ya venía rellena a máquina. Me situó a la derecha de otra sofisticada firma que me miró con muy mala cara. No es que yo sea una firma muy compuesta, pero sí, doy la talla de forma distinguida. De joven era muy ampulosa y enfática, con un trazo un poco complicado y redondo. Según algún grafólogo, algo egocéntrica; pero de eso… la culpa la tiene mi dueño. Con el tiempo me he ido estilizando más, llegando mi caracterización a ser más simple, pero no por eso menos importante.

Sin embargo, esta vez no me gustaba nada encontrarme signada en aquel pliego. Por lo que oí, se hacía un mal o un daño a personas inocentes y era raro que mi dueño me hubiera utilizado para tan bajo fin. Aunque ahora que me fijo, no estoy trazada de forma firme y segura, sino más bien temblorosa, convulsa. Si estuviera aún fresca, me gustaría deshacerme, intentaría extenderme, desenrollarme y estirarme para así tropezar con algún objeto de la mesa y emborronarme. Pero estoy muy seca e impresionada en este papel. Solo me queda la posibilidad y la suerte, de que el mal tiempo de hoy, la lluvia y el viento persistente del exterior, empuje la ventana y … Si, ya sé que eso acabaría con mi vida, que no perduraría como en los otros documentos que están archivados, pero necesito hacer este acto heroico por mi dueño y por mí misma si quiero seguir siendo una firma digna e importante. Además, soy de las que creen en la reencarnación.

He estado al lado de otras de todo tipo, estilo y talante, más o menos prestigiosas y acreditadas y, a veces, muchas veces, sola, pero siempre satisfecha de ser el pie de una carta o un documento con trascendencia. 7

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Mis dudas O. Saba Amador Cruz Todos los días al levantarme dudo si ponerme las zapatillas para ir al baño o ir descalza. Una vez que salgo del baño me asomo a la ventana y veo el día que hace para vestirme con la ropa apropiada para ir a trabajar. Vivo en una isla al norte de Europa en la que casi siempre llueve. Hoy, al asomarme a la ventana, veo que está lloviendo como siempre y veo a un hombre con gabardina que sujeta con una mano el paraguas y con la otra a un niño pequeño envuelto en una manta. Me parece que esta mirando hacia mi casa. En ese momento dudo si bajar y abrir la puerta o esperar a que toque y pida ayuda, pero decido ducharme y vestirme para hacer un poco de tiempo. 8

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Cuando bajo a la cocina vuelvo a mirar por la ventana a

Sigue lloviendo, entro en el coche muy nerviosa y

ver si continua ahí, no le veo y eso me da cierta tranqui-

continúo muy despacio.

lidad. Preparo el desayuno tranquilamente y disfruto

El camino desemboca en una carretera que me lleva

de él. Cuando estoy preparada para salir suena el móvil. Es un numero desconocido. Nadie habla a través de la línea. Ante mi insistencia, cuelgan. Esa llamada me deja un poco intranquila, pero se me echa el tiempo encima y me dispongo a bajar al garaje y sacar el coche. Estoy a 15 minutos de mi trabajo. Siempre cojo un camino secundario que me evita coger atasco en la autovía. Seguía lloviendo fuerte y la visibilidad era difícil y tengo que ir despacio pues el camino está en mal estado. Y en décimas de segundo se cruza en medio del camino el hombre de la gabardina con el niño en brazos.

directamente a mi trabajo. En el trayecto dudo si ir directamente a la policía o seguir al trabajo como si no hubiese pasado nada. Al final me dirijo hacia mi trabajo y pienso que a lo mejor todo fue una alucinación. Cuando aparco el coche y me bajo me fijo en que el capó tiene una abolladura y eso me asusta, pero entro a trabajar y en toda la mañana no se me quita de la cabeza. Me pregunto: ¿dónde estaba?, ¿de qué huía?, ¿no quería ser descubierto? Cuando termino mi jornada, decido llamar a mi buen amigo Ángel a ver que me aconseja porque cuanto más tiempo pasa más dudas tengo…

Siento un golpe en el capó y freno de inmediato. Bajo del coche y el corazón me late a mil por hora. Pero mi sorpresa es mayúscula al ver que allí no hay nadie. Miro por todos lados, pero el hombre ha desaparecido. 9

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Me regalé el divorcio Bárbara Pérez

¡Cuánta angustia cuando me pienso a su lado a pesar del amor! Cuan agradecida y valiente me siento ahora, mientras vuelvo a ponerme en la piel de aquella joven que aún muy enamorada se regaló un ¡hasta aquí! por su cumpleaños. Quizás algún día haga letras en papel de la primera decisión importante de mi vida.

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Siempre quise caminar por encima de las nubes. Cuando iba de

Nubes, tacones, fuerza Vicky García

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excursión al monte y veía la inmensidad del cielo, de un azul intenso, salpicado de nubes blancas, densas y limpias, que parecían algodones. Me puse los tacones de aguja y empecé a dar zancadas, no en horizontal sino en vertical y con todas mis fuerzas caminé, caminé y caminé hasta llegar a ellas. Disfrutaba dando saltos, avanzaba sin parar, levantaba los brazos y reía, pero la misma fuerza que utilicé para coger carrerilla se volatilizó y caí en picado en tierra firme. ¿Tú eres tonta? Pisa la tierra y déjate de ensoñaciones.

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Situación extrema Manuela de la Fuente Melián

Otra vez oigo sus pasos tambaleantes y los golpes del bastón en el suelo de la entrada. Mis oídos nunca me engañan, me mantengo impasible, cierro los ojos, oigo los intentos repetidos para abrir la puerta de la casa, al final lo ha conseguido. Sigilosamente salgo del salón y voy a un rincón del patio. Aguardo allí porque sé que, a pesar de las circunstancias, logrará encontrarme . Oigo sus gritos, sus tropiezos contra los muebles pero no respondo. Da igual: ya me ha encontrado y como cada noche recibo los golpes e improperios que no soy capaz de entender, hasta que se cansa y quedo en el rincón, intentando recuperarme de la paliza, pero cada vez cuesta más. 12

Mañana volveré dócilmente, le ayudaré a levantarse del suelo, a subir las escaleras y esperaré pacientemente que termine de asearse, de vestirse, le ayudaré a bajar las escaleras y así un día tras otro desde hace tanto tiempo… Mi cuerpo se queja cada día un poco mas. Son muchos los golpes recibidos, pero yo me mantengo en mi fidelidad, en mi sumisión, en mi incapacidad de enfrentarme. Hoy va a ser diferente. Mientras se ducha escondo el bastón bajo la cama y desaparezco de la habitación. Ya en el salón oigo sus gritos llamándome, soltando maldiciones. El bastón no aparece, yo tampoco, espero pacientemente y de pronto oigo el ruido de un cuerpo cayendo por las escaleras. Mis oídos nunca me engañan . Oigo sus gemidos… Ahora salgo por la pequeña puerta de la cocina que comunica con la calle y me alejo lentamente. Se terminó. Ahora seré un perro callejero aunque haya sido entrenado como perro guía. Mi futuro es incierto pero no importa. Silfos y Uroboros


Huyendo Carmen Serichol

Me llamo Amaresh que en el idioma amariña significa ”tú eres hermosa”. Se habla en Etiopía, el país en que nací. En mi niñez fui muy querida por mis padres y por Marjani, mi hermana pequeña. Jugaba siempre al aire libre corriendo por las grandes extensiones de tierras, que mi padre y mis tíos habían plantado. Cuando llegaba el tiempo de la cosecha empezaba el turno de trabajo de las mujeres y niñas; nosotras nos hacíamos cargo de la recogida y de los animales. Me encantaba ir después al mercado a vender nuestras verduras o a hacer un trueque con algún guelfo que estaba ya para destetar. Mi clan es nómada, viajamos varias veces al año con nuestros camellos, burros y cabras. Me gustaba esa vida siempre rodeada de familia. Con Marjani y mis primos y primas inventábamos miles de juegos, a pesar que teníamos lo justo, me sentía rodeada de alegría y seguridad. Cuando me vino por primera vez la menstruación mi realidad cambió de repente, tenía solo trece años pero de manera automática me miraron de otra forma.

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Oía a mis padres cuchicheando por la noche sobre cuántos camellos conseguirían por mi casamiento; por lo visto era muy apreciada por mi belleza y eso podía ayudar mucho a que la familia prosperase. Mientras escuchaba las lágrimas corrían por mis mejillas y el miedo que sentía era tan grande que todo mi cuerpo temblaba.

A pesar de mi juventud tenía mucha fuerza, decisión y valentía, porque para salir de allí había que ser muy valiente. Estuve toda la tarde esperando que se pusiera el sol y cuando la oscuridad fue total me eché a caminar sin rumbo, no sabía a donde ir pero lo que me podía pasar me daba menos miedo que lo que dejaba atrás.

No había pasado ni un mes desde mi paso a la vida adulta cuando mi madre me dijo que tenía un buen pretendiente. Cincuenta camellos y dos burros fue el precio que habían ofrecido por mi venta; me iría a un clan cercano, con un hombre de la edad de mi padre que ya tenía tres mujeres.

Los meses que siguieron fueron duros: hambre, deshidratación ,enfermedades gastrointestinales por la mala calidad del agua y abusos, muchos y de todo tipo. Pero sobreviví a todo y seguí caminando. Contacté con comerciantes que lo mismo traficaban con mercancías que con personas. Tuve que hacer muchas cosas que no me gustaban para conseguir que me llevaran, por una vez me alegré de ser bonita, no me costaba mucho convencerlos.

Me vinieron a la mente las imágenes de todos esos animales que poniamos a la venta, me sentí igual que ellos; mi destino no estaba en mis manos y por mucho que lloré y supliqué no había vuelta atrás, el trato estaba hecho. Mi noche de bodas no se puede relatar, el horror que viví se quedó guardado en lo más profundo de mi ser. De esa noche solo saqué una cosa buena, la promesa que me hice de escapar, de tener una vida propia y si alguna vez tenía una hija nunca dejaría que se le hiciera la ablación y siempre sería libre. 14

Atravesé Sudán hasta Libia y allí mi meta era Europa. Pasaron varios años hasta llegar a la costa, por primera vez veía el mar; el Mediterráneo me sobrecogió y me volví a sentir pequeña, volvió mi miedo y pensé en parar, en dejar de huir. Los recuerdos de mi infancia, que tan lejana me parecían y de mi familia, me inundaron. Los echaba muchísimo de menos pero no me dejé llevar por ellos. Silfos y Uroboros


El cayuco estaba a punto de salir, me había ganado un sitio pero no sabía cómo conseguir meterme de lo abarrotado que estaba. Me senté en el suelo, rodeada de piernas de hombre y me pasaron un chaleco rojo. En ese momento empezó otra dura etapa de mi corta vida.

El recuerdo de mi hermana me dio la energía suficiente para hacer un último esfuerzo. Abrí los ojos y vi unas luces amarillas que se movían en círculos cada vez más cercanos. Estiré mi brazo cuanto pude y sentí que la vida volvía cuando unas manos me agarraron con fuerza.

Levábamos ya más de tres días navegando, me dolían todos los músculos debido al agarrotamiento, la piel me picaba y tenía muchas ampollas en la cara. El hambre lo sabía llevar, mi cuerpo tenía ya mucha experiencia en pasar hambre, pero con la sed era distinto, me hacía sentir mareada, o puede que fuese el gran oleaje que se había levantado. Estaba muy oscuro cuando una gran ola dio la vuelta a nuestra barca, cuando caí al agua me invadió el pánico. El silencio de la noche se rompía con los gritos de los hombres y mujeres que trataban de nadar. Yo intentaba mantenerme a flote pero mi cuerpo no me respondía, tenía mucho frío y me fui dejando llevar, no podía más. Pensé en mi madre, en que ya no la volvería a ver, en Marjani a la que quería dar una vida mejor y en que mi gran esfuerzo de los últimos años no iba a servir para nada. 15

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Una puerta abierta de par en par Luisa González

Pegada a mi casa materna vivía mi tía, una vecina muy especial. Su carácter era como los caramelos suaves: apetecible tanto en invierno como en verano. Con buen semblante, se enfrentaba a la vida siempre con actitud positiva. Su marido era realmente mi tío, hermano de mi madre. Un hombre dulce y bueno como la naturaleza, pero muy callado, hablaba poco, no le gustaban los conflictos. Él contribuía a las jornadas diarias de puertas abiertas porque no ponía pegas a mis visitas continuas a su casa.

diario, con ella consultaba algunas cosas. Me explicaba toda clase de teorías, las suyas, claro. Yo comprendía que mi misión era escucharla con tranquilidad. La mayoría de las veces se alargaba muchísimo, y yo le decía “tía, resume un poco”, y ella me contestaba, “los grandes escritores escriben todo al mínimo detalle”, sus conversaciones eran de prosa poética. Su casa se convirtió en el cielo, el mío, un refugio a prueba de tormentas. Veíamos la tele juntas todas las noches y los sábados al mediodía. Claro está que en casa no había tele. Me analizaba a diario para encontrar algún problema por si estaba en peligro. Gracias a ella mí infancia y adolescencia pasaron de la mejor manera posible. Les puedo asegurar que me salvó la vida en más de una ocasión.

Aquella puerta abierta abrió más ventanas. La luz me llegaba a raudales, me protegió del caos, la miseria y de una gran indiferencia que me perseguía y me ahogaba. En el pueblo algunas personas le preguntaban por mí, como si yo fuera su hija, de lo que ella se sentía muy orgullosa. Siempre que le pasaba me lo contaba muy contenta. Hoy quiero hacerle un homenaje a mi tía Lina, alumna Ella era un candil de luz en mi camino, esperanza, un foco de Luisa Machado y una gran adelantada a su época. tanto de día como de noche. Me escondía en su casa a Ella representa todo lo positivo de la vida. 16

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Lo que mi piel ya conoce

Cuando estaba a punto de venir al mundo, el Creador cogió con una mano el espíritu masculino y con la otra el

Mª Esther Padrón Morales ambas perspectivas. Yo era un regalo que el Creador

femenino y así fue como nací yo. Pude ver el mundo con entregaba a mi tribu y un orgullo para mi familia.

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Nunca me obligaron a llevar ropas masculinas. Cuando era pequeñita me vestían con ropas que nada decían sobre mi sexo. Cuando fui mayor elegí ropas femeninas y ocupé dentro de la nación sioux una posición muy respetable. Fui a la guerra, ejercí la medicina y acudí al temazcal, esa mágica casa de vapor que producía en mí la conexión entre mi cuerpo, mis espíritus y la naturaleza. Momento de reconstrucción personal que cada día me hacía mejor persona. Cuando llegó el hombre blanco todo se descontroló. Digo todo. Cualquier forma de vida, cualquier propiedad de mi nación, cualquier rito…toda nuestra cultura fue perseguida. Pero esos cristianos fueron especialmente crueles con los que teníamos dos espíritus. Nada fue más terrorífico para ellos que encontrarse con hombres vestidos de mujer en la primera línea de batalla, y nada más vergonzoso que mostrarles nuestra inmensa capacidad de lucha y nuestra feroz resistencia a sus planes. Defender a mi tribu me daba valor. Caí preso y no tuve miedo. Yo podía resistirlo todo. Esperaba palizas, esperaba torturas…pero no esperaba que mi condición de dos espíritus fuera violentada. Cómo hacerlo si en mi cultura nadie osaba a acercarse a un dos espíritus obligándole a ejercer su género biológico. Y esto sí me produjo terror, angustia, asco, vómito, desazón, rebeldía, humillación, depresión. Ahora, en la reserva en que estamos recluidos, cada noche, en el preciso instante en que comienzan mis horas de descanso, se me presentan los fantasmas blancos, me hacen temblar, me atenaza el miedo, el corazón palpita levemente y todo mi cuerpo vibra y se alerta, no tanto por el recuerdo, sino por la expectativa de que vuelva a suceder lo que mi piel ya conoce. Venceré con el tiempo esta desazón a la que me invita la noche. Escribiré de puño y letra mi nombre en las estrellas, el nombre de mi tribu debajo de ellas y daré gracias al creador por hacerme como soy, orgulloso ciudadano del mundo con dos espíritus divinos. 18

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Aromas y sabores Vicky Fernández Sánchez Durante mi niñez, mi padre tenía una pequeña tienda de alimentación y de eso vivíamos. Pero un cierre inoportuno le obligó a malvender la tienda y a reinventarse. Como buen emprendedor, localizó a personas cualificadas en el sector de la pastelería, confitería y bollería, y con los conocimientos de todos y el préstamo del banco, decidieron crear una empresa pastelera llamada “Aromas y Sabores”. Así fue como entró en nuestras vidas el exquisito y delicioso mundo de los olores y sabores, que tantas penas mitigan y el alma reconfortan. Aromas para lácteos, tostados o a la vainilla; aromas cítricos para los exquisitos bizcochos; aromas licorosos para mantecados, borrachos, rosquillas o roscón de reyes; aromas balsámicos para rellenos de chocolates… Todos ellos elaborados con productos naturales, y recetas maravillosas de cremas pasteleras, gelatinas, bizcochos, tartas, galletas, pastas de té, y pasteles de mil y una forma, colores y sabores.

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Sin embargo, los primeros recuerdos en este ambiente los conocí en mi infancia, cuando en los días previos a la Navidad, la casa se limpiaba a fondo porque tocaba hacer los dulces típicos navideños: los pestiños o borrachuelos, como los llamaban en el pueblo. Una señora mayor, pariente de la familia, venía a casa para ayudarnos. En la mesa de la cocina se colocaban todos los ingredientes: harina, aceite, naranjas, canela en rama, matalahúva, vino blanco, licor, miel y anisitos. En un lebrillo se freían las cáscaras de naranjas y cuando el aceite estaba templado se añadían los demás productos. Se amasaba hasta conseguir la textura adecuada y se dejaba reposar la masa toda la noche, tapada con un paño. Al día siguiente se cogían pequeñas bolitas y con un rodillo se alargaba y luego se enrollaba - esa es la forma típica del borrachuelo - Se freían y luego se pasaban por agua-miel. Por último, se les echaban por encima los anisitos de colores que era como la guinda del pastel. ¡Deliciosos! A mí, por ser pequeña, me permitían hacer otras figuritas como lunas, estrellas o bolitas. ¡La casa olía a borrachuelos! A aromas dulzones, seductores, cautivadores, vivificantes que lo impregnaban todo y te hacían sentir bien. Olía a tiempo lento, a manos hundiéndose en la masa, a miel caliente, a aceite, a azahar. ¡Cómo recuerdo esos días tan entrañables y festivos! Silfos y Uroboros Silfos y Uroboros


Espejismo Carmen Dolores Padrón

Desde que lo conoció vivía en una burbuja: flotando y algo aislada del mundo. Su mundo era él. No podía creerse la suerte que había tenido, se había fijado en ella el mas guapo, el mas alto, el mas culto y, por qué no decirlo, también el mas rico de todos los chicos de la Facultad. El yerno que todos los padres querrían, los suyos también. Sus amigas le buscaban defectos: engreído, machista, ...“pura fachada” decía su amiga Carmen, pero ella sabía, porque él se lo había dicho, que Carmen bebía los vientos por él y que la rechazó. A ella le daban igual los comentarios, en realidad, desde que estaban juntos apenas las veía, y mejor así, sus intereses ya no eran los mismos y odiaba tener que estar siempre justificándose. 20

Aunque ambos estudiaban arquitectura, ella pospuso sus proyectos de futuro para ayudarlo. Lo habían hablado y el tenía mas posibilidades de progresar al amparo de su padre que tenía un próspero estudio de arquitectura. Además querían tener hijos, y como él le decía siempre: una madre tiene que estar presente como siempre estuvo la suya. A ella su futura suegra no le caía muy bien, siempre tan distante, pero tenía la esperanza de que en cuanto se casaran y se instalaran en la casa familiar las cosas cambiarían. Es verdad que le hubiera encantado alquilar una casita solo para ellos, pero él estaba muy cómodo en la suya, con su familia y sus cosas, y ella quería complacerlo. Asistía a las veladas que organizaba su futuro suegro, en casa, o en el Club. Era importante para él que estuviera a su lado, siempre impecable. Ella no estaba acostumbrada a este tipo de eventos y, al principio, no sabía ni siquiera que ponerse, ni que se esperaba de ella y cometió muchos errores, pero se acostumbró a modelar su comportamiento para no sentir esa mirada que tanto la perturbaba. . Silfos y Uroboros


La mayoría de las veces se aburría porque a él no le gustaba que interviniera en las conversaciones, sobre todo, si era para contradecir alguno de los argumentos expuestos, así que aprendió a colocarse una sonrisa y estar en otro lugar hasta que llegaba el momento de las despedidas, entonces él la enlazaba fuertemente por la cintura y ella volvía a sentirse importante y protegida.

Ya casi no salían solos a divertirse, ni quedaban con amigos, pero es que, si querían asegurarse un futuro, no podían perder el tiempo en frivolidades. Alguna vez, cuando había sido demasiado duro, consentía en salir a dar una vuelta por el parque o al cine, eso si, siempre solos, para los pocos momentos que tenían para ellos no los iban a desperdiciar con otras personas. Ella sentía un pellizquito de envidia de las parejas con las que se cruzaban, cogidos de la mano, despreocupados y alegres, a ella hace tiempo la espontaneidad se le había quedado enterrada bajo capas de responsabilidad, recato y, cada vez mas, inseguridad. 21

Aquel día él había accedido a ir al cine y como tenía que hacerse perdonar, la había dejado elegir la película. Apenas empezaron las primeras escenas él cerró los ojos y se dispuso a descansar, no le interesaban nada las películas románticas que elegía siempre. Ella, sin embargo, estaba muy atenta y, a medida que avanzaba la película, se veía cada vez mas reflejada en aquella chica frágil que creía haber encontrado al amor de su vida en aquel chico encantador que se transformaba ante sus ojos en un ser tirano y controlador. El corazón se le iba a salir por la boca. Cómo había estado tan ciega. Miró a la persona que dormitaba a su lado y tomó una decisión que le salvaría la vida: se levantó muy despacio y salió de allí sin mirar atrás. Hoy, por fin, recobrada mi vida, puedo reconocer que esa mujer del pasado ha modelado mi yo presente, y que juntas seremos la mujer fuerte y capaz del futuro. Silfos y Uroboros


Otro día de abril Carmen Edilia Gómez Pescoso

Era un luminoso y frío día de abril y los relojes daban las 13, la hora en la que solíamos comer. Mamá nos llamó y todos la miramos sin interés. No nos apetecía levantarnos de nuestros sitios y despojarnos de las mantas y traperas sucias que nos libraban apenas del intenso frío de aquel abril, pero mamá insistió; le había costado mucho conseguir lo que había cocinado, apenas nos quedaba dinero. Nos levantamos y nos dirigimos a la cocina. En el centro de la mesa mamá había colocado la fuente de porcelana, y en el sitio de cada comensal brillaban relucientes los cubiertos y los platos. Ante todo, había que conservar la dignidad. Cada uno se sirvió aquella insulsa comida, una especie de potaje hecho sólo con papas, sin verduras, sin sal, apenas aceite, …. Miramos por la ventana cuando bajaba por nuestra calle otro camión cargado de hombres, ¿hacia dónde los llevan esta vez?, ¿cuándo acabará esta maldita guerra?

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Recuerdo de ayer: la gran cometa Ángel Benítez

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Recuerdo aquella cometa, gometa como la llamábamos entonces. Mi padre, después del almuerzo, desalojó una mesa para hacer más cómoda nuestra aventura. Las cañas, grandes y gruesas, fueron recogidas en el barranco cercano. El papel, de tres colores, lo íbamos a unir con pegamento elaborado con papa guisada. Todavía no sabemos lo que pasó, pero el pegamento desapareció. Lo buscamos, incluso le miramos la boca a Luky, nuestro perro, que era muy travieso. No apareció, la alternativa fue el engrudo, hecho de harina y agua, calentado en un cazo de aluminio. Con hilo de bala ató las cañas, cortadas dos iguales y una un poquito más pequeña, las tres abiertas por su mitad, y la mueca en sus extremos, por donde el hilo conectaba la parte exterior del hexágono que había que crear. Del centro, donde unimos las tres cañas, se dejaba un trozo del hilo mayor que la distancia de las cañas del centro a los vértices. El papel se sobreponía al armazón de las cañas y por el hilo del hexágono se pegaba el papel.

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Había que preparar una gran cola de trapos viejos, hechos tiras, para que se mantuviera en el aire en equilibrio. Todos mirábamos, la emoción nos hacía pelearnos, pero mi padre tan sólo con mirarnos nos tranquilizaba. Terminada la cometa, la cola, el rollo de hilo y los cabestrillos bien simétricos y equilibrados con la cola, nos fuimos a la parte alta de la finca. Mi padre, nosotros cuatro, mis primos y los amigos trasladamos la cometa y todas sus partes. Mi padre la colocó para el lanzamiento y esperó a que hiciera un poco de viento para que emprendiera el vuelo, lo que ocurrió pronto. Nos dijo que la aguantáramos entre todos en el aire, pero era tan grande y nosotros tan pequeños, que necesitamos de la ayuda de mi padre y de Don Antonio “Vaguito”, que nos traía la leche todos los días. Nuestra emoción fue muy grande al verla, tan bonita desde abajo, el Sol hacía los colores brillantes y bellos, la cola se movía como una gran serpiente.

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Por la tarde volvimos a casa caminando por la carretera, pasó un amigo de mi padre conduciendo un camión; nos dejó subir al volquete, otra aventura para nosotros. Al llegar nos fuimos a la plaza, era verano, estábamos de vacaciones, y como un gran equipo relatamos a los otros chicos nuestra aventura; fantaseábamos con todo lo que esa noche iba a ocurrir en el cielo de nuestro pueblo, pues nuestra cometa era invencible y volaría hasta las estrellas. Y voló, y se mantuvo en nuestro recuerdo hasta hoy, cuando nos reunimos y recordamos aquellos maravillosos tiempos de una infancia donde casi todo era bueno.

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Mi cálido recuerdo Cande Moreno

En mi infancia, la persona más importante fue mi padre. Siempre estuvo ahí, muy cerca, apoyándome y animándome a ser una mujer independiente y libre. He sido consciente de ello mucho después, de mayor. Cuando eres joven estás tan pendiente en descubrir el mundo, en conocer y en vivir, que tu mirada está siempre dispersa y apenas te das cuenta de lo valioso que tienes cerca de ti. De mi padre tengo muchos recuerdos cálidos, sin embargo, no tengo recuerdos de mi madre. No le reprocho nada. No sé si su falta de cariño y su ausencia ha influido en mí, probablemente sí. La verdad me da igual, todo eso ha quedado atrás. Me quedo con el grato recuerdo de mi padre, cuando me ponía en su regazo y me abrazaba y cuando dormía la siesta acurrucada junto a su pecho. Me quedo con su olor dulce a galletas, que me encantaba, con su calor y con su mirada cariñosa…

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Esta publicaciรณn es una muestra del trabajo del alumnado del Taller Literario del grupo de FBI del Aula de La Verdellada.

Ademรกs de la versiรณn en papel, de tirada muy simbรณlica, esta recopilaciรณn se encuentra disponible en el siguiente enlace web: https://issuu.com/morrison46/docs/silfos_y_uroboros

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SyU Enero 2021

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Silfos y Uroboros


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