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Puño contra puño
Por: Carlos Guillermo Martínez Gómez
Periodista
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En medio de la borrachera de sangre, terror, mentiras, fascismo, manipulación, desatada por un Gobierno arrinconado por las marchas que recorren el país entero; en medio de la ilusión matada en los ojos muertos de jóvenes inocentes que no podrán volver a ver a sus padres y padres despedazados para siempre porque los hijos son mucho más que la vida; en medio de la miseria moral de este país diluido en el ácido de la impunidad, el autoritarismo y la veneración a una figura detestable y, sobre todo, culpable; en medio del silencio en que quedan los barrios mientras los jóvenes corretean la esperanza y nos quedamos quienes ya luchamos alguna vez, esperando a que vuelvan; en medio de la algarabía amenazante de un gobierno majadero y despiadado, que ni entiende ni le importa lo que está pasando en la calles; en medio de esta fecunda anarquía circuló un video increíble, improbable, surrealista…
La impotencia del Gobierno se vio más clara cuando, a pesar de los calculados desmanes de la policía, las marchas crecían y se hacían cada vez más coloridas y beligerantes, y solo encontraron en el manual de la ignominia el recurso inconstitucional y desesperado de poner al ejército a patrullar las calles, como si la democracia se pudiera refrendar con un cuerpo armado, como si ese planteamiento no fuera solo una manera ridícula de hacer demostración de virilidad cuando lo que se pide es una muestra de inteligencia…
Y pensamos todos que la muerte que vive y reina en este país desde que existe, saldría a manotadas de los fusiles militares, que el terror se multiplicaría en camuflado y que las manos de los soldados, impelidos a confrontar a miles de jóvenes, ancianos, niños, mujeres hombres desarmados, iban a ensangrentarse en el ‘combate’ contra los ‘vándalos’ que siempre hacen calculados desastres al final de las marchas pacíficas...
Pero apareció el video en el que los manifestantes marchan junto a una fila de soldados a los que proponen un saludo de nudillos que ellos responden espontáneamente, puño contra puño para reconocerse, no para eliminarse. Se advierte la sorpresa de los jóvenes ante un gesto amistoso de un Ejército que no había salido ni a aterrar, ni a masacrar, al menos hasta ese momento y pudimos ver por un puñado de segundos mágicos el país por el que hemos esperado tanto. Así haya sido un espejismo, por cinco segundos fuimos como somos y no como nos hacen creer que somos.