Descastes de conejos. Hurón

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DESCASTES DE CONEJOS CON URÓN Y REDES Desde un punto de vista estrictamente cinegético, el conejo, junto con la perdiz roja y la liebre, forma el tridente cinegético por excelencia de la caza menor en nuestro país, coincidiendo en la práctica mayoría de las comunidades autónomas las fechas de caza para las tres especies: finales de otoño e invierno. Es la llamada temporada general.

A simple vista la presión cinegética sobre el conejo en verano podría parecer razonable En el caso de la perdiz, parece de sobra justificada la elección de ese período de caza como el más adecuado, sobre todo desde un punto de vista de su conservación, ya que, atendiendo a su ciclo biológico, es éste el momento en el que no se produce ninguna actividad reproductiva y las poblaciones alcanzan sus máximos en cuanto a animales susceptibles de ser cazados. Sin embargo, cuando hablamos del conejo, estas fechas son muchas veces discutibles e incluso, en algunos territorios de nuestro país, de todo punto desaconsejables, precisamente por la actividad reproductiva que se inicia en estos momentos. De ahí que, cuando hablamos de cómo y cuándo cazar conejos, se nos plantee la posibilidad de practicar su caza durante los meses estivales en el denominado descaste.

Esta caza veraniega apareció en realidad como modalidad cinegética hace poco tiempo, a partir de mediados de la década de los cincuenta, como herramienta de defensa frente a la recién llegada mixomatosis, de forma que se pretendía eliminar así la población de conejos enfermos y disminuir los censos de la especie en las fechas de máxima abundancia de la misma para minimizar la propagación del virus. Supuso, además, el aprovechamiento de unos conejos que casi de forma segura iban a morir enfermos a lo largo del verano. Rápidamente adquirió un papel importante en las zonas tradicionalmente conejeras de nuestro país hasta convertirse en una auténtica modalidad que incrementó de forma notable las posibilidades cinegéticas de muchos cotos. Pero si planteamos su nacimiento como respuesta al impacto de una enfermedad, ha sido otra patología, la neumonía hemorrágico vírica, la que la ha llevado a desaparecer de forma general, ya que la drástica reducción de las poblaciones que produjo eliminó también la justificación inicial de su práctica.


Mediante los capillos pueden capturarse los conejos vivos y destinarlos a repoblar.Así pues, hoy en día es una caza sometida a autorizaciones muy concretas y fechas reducidas, y su justificación ha cambiado ahora hacia el control de la densidad de conejos en zonas donde producen daños a la agricultura, lo que ha llevado también a una variación en las fechas en que se realiza, adelantándose a la primavera, a fin de eliminar parte del potencial reproductor de la especie. ¿Sería aún así recomendable la caza del conejo en verano? En el presente artículo trataremos de ir desgranando los puntos clave que nos permitan decidir la posibilidad de ejercer esta modalidad cinegética, ya que son muchos los factores que pueden influir en cada territorio para llevarlo a cabo.

Descaste El descaste podría ser definido de manera tradicional como la actividad cinegética que se desarrolla sobre el conejo de monte durante el verano, aunque si consideramos el concepto de forma global, y según la definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra descaste se define como la acción y efecto de descastar, esto es, acabar con una casta o población de animales, por lo general dañinos.En el presente artículo trataremos la palabra descaste según el concepto más común de la misma, como la caza del conejo en verano.

Los hurones son la espoleta que hace que todos los conejos huyan del vivar para evitar caer en sus garras. © Guy Fleury.


Tradicionalmente, el conejo era una especie común y muy abundante que no presentaba apenas limitación en su caza, fomentada en muchas ocasiones para paliar los daños producidos por el excesivo incremento de algunas poblaciones. Posteriormente con la llegada de la mixomatosis a la Península en los años cincuenta, la situación se modificó de manera notable, pasando de un estado óptimo y, en ocasiones, preocupante por exceso, a un estado totalmente contrario de peligro e incluso desaparición en muchas zonas. Tras el estudio de la dinámica de presentación de la mixomatosis se comprobó cómo sus apariciones eran casi siempre cíclicas y asociadas a períodos concretos del año, en los que se conjugaban principalmente tres condiciones: incremento del tamaño de la población conejera con los nacimientos de primavera, incremento de las temperaturas y explosión demográfica de los principales vectores de la enfermedad, tales como pulgas, piojos y garrapatas. Por tanto, se pensó que si se permitía la caza del conejo en los períodos previos a la aparición de esta enfermedad se disminuiría su incidencia al reducir la densidad de la población. Esta idea se sigue manteniendo hoy en día, aunque es necesario considerar que en ocasiones no ha dado los resultados esperados. Por otro lado, al efecto inicial de la mixomatosis, se unió en los años ochenta la aparición de la enfermedad hemorrágica vírica, con efectos, si cabe, más devastadores para el conejo que los de la mixomatosis. Todo ello hace que sea necesario reconsiderar la utilidad del descaste como medida de gestión.

Conveniencia del descaste El principal problema de esta modalidad es que el hurón mate un conejo dentro y se quede en la hura Si por un lado a simple vista la presión cinegética sobre el conejo en verano podría parecer razonable —al menos en el sur de España donde el período reproductivo se ha detenido y los animales nacidos en la temporada de cría precedente comienzan a tener un tamaño y una edad adecuada para soportar tal presión— es necesario, por otro lado, tener en cuenta que esta presión podría ser muy perjudicial para el mantenimiento de la población estable, ya que, por desgracia, no sólo es el ciclo biológico lo que va a influir, sino que también las enfermedades jugarán un papel esencial en este momento. Cuando, desde un punto de vista epidemiológico, una enfermedad y una población susceptible interactúan durante un período de tiempo, la tendencia es a generar un equilibrio que permite el mantenimiento de ambos, pero esto sólo sucede cuando la población tiene un tamaño adecuado como para asumir el coste de la pérdida de un cierto número de animales, normalmente los más débiles.

Conejo muerto por neumonía vírico hemorrágica, enfermedad que, junto a la mixomatosis, son la principal causa de mortalidad de esta especie. ©Waves.


Así, si es el final de la primavera e inicios del verano, cuando las poblaciones de conejo incrementan su número por la actividad reproductiva, parece razonable tratar de mantener el descaste, porque nos adelantaremos a las enfermedades. Eliminaremos ya los animales más débiles, dejando un menor campo de cultivo disponible para la propagación de las enfermedades. Por tanto, el descaste de los conejos sólo sería aconsejable y asumible por las poblaciones cunícolas cuando éstas presentan un número de efectivos elevado y estable en el tiempo, de modo que se correspondería con las poblaciones que pueden llegar a generar daños en los cultivos agrícolas, siendo ésta la causa más frecuentemente alegada para la solicitud de los descastes, y la única que parece razonable hoy en día si queremos seguir disfrutando de la excitante caza de esta tradicional especie de una forma duradera.

Métodos de descaste Más que un rececho como tal es una caza al salto lenta y silenciosa, consistente en esperar a los conejos en las zonas de alimentación Numerosas son las modalidades existentes para cazar conejos. Sin embargo, no todas son útiles por igual a lo largo del año. Si hablamos del descaste como una caza de verano, es necesario tener en cuenta que para estas fechas el conejo acentúa sus costumbres creprusculares, huyendo así de las elevadas temperaturas, permaneciendo casi todo el día metido en sus huras o encamado a la sombra. CAPTURA DE ANIMALES VIVOS CON REDES Nos referimos a la tradicional caza de conejos con hurón o bicho. Consiste en la colocación de los denominados capillos, redes de pequeño tamaño con un sistema de cierre a partir de una cuerda que corre por su perímetro y que se fija con una pica al suelo en las salidas de los vivares de los conejos. Esto permite retener al conejo tras su impetuosa salida en el intento de evitar a los hurones.

En la imagen, capillo colocado a la salida de un vivar por el que asoma un hurón.


Normalmente, estos animales capturados vivos se emplean con posterioridad para realizar repoblaciones en otras zonas donde los censos han disminuido o incluso han llegado a desaparecer, con lo que suele ser el método que de forma más frecuente se autoriza desde las distintas administraciones autonómicas en la actualidad. Ha de extremarse la cautela en este tipo de caza, de modo que los capillos se coloquen de la forma más silenciosa posible, ya que de lo contrario los conejos serán reacios a salir, muriendo muchos de ellos a manos de nuestros bichos dentro de las huras. Con la colocación de bozales a los hurones se minimiza este problema. Los batidores pueden también llevar armas y disparar sobre los conejos El principal problema de esta modalidad es la posibilidad de que nuestro hurón mate un conejo dentro, empieze a comerlo y se quede a descansar en el vivar, con lo que prácticamente podemos darlo por perdido. Por idéntico motivo habrá que desechar este método en la época de nacimiento de las camadas. CAZA DEL CONEJO CON HURÓN Y ESCOPETA En este caso son varios cazadores los que se colocan en torno a las salidas de los vivares donde se va a introducir el hurón, esperando a que éste logre espantar al conejo y así tratar de abatirlo cuando salga al exterior. RECECHO

El descaste es efectivo si se practica sobre una población de conejos de la que se sabe que cuenta con un número de individuos en aumento.


Método típico de zonas de monte cerrado donde cualquier ruido alerta al conejo, el cual encuentra protección escapando de nuestro campo de tiro. Más que un rececho como tal es una caza al salto lenta y silenciosa, consistente en esperar a los conejos en las zonas de alimentación, a las que acudirán al amanecer y atardecer, e ir avanzando despacio por el monte a la búsqueda de esas áreas querenciosas. Puede parecer innoble y traicionera, pero en dichas zonas de vegetación espesa es ciertamente la única caza posible, y su práctica requiere de unos adecuados conocimientos del terreno, cautela máxima y buena estrategia de aproximación. AL SALTO EN MANO SIN PERROS Sería la modalidad típica de caza en terrenos con protección vegetal suficiente como para que los conejos pasen el día al aire libre bajo la protección de alguna sombra. Es similar a la caza en mano de la perdiz, disponiéndose una línea de cazadores que avanzarán más o menos en paralelo espantando a los conejos encamados, con la única diferencia de que no se utilizan perros para no influir negativamente sobre los períodos reproductivos de otras especies y la distancia entre cazadores es menor, para no dejar atrás conejos reacios a emprender la huida. CON PERROS SIN ESCOPETA

En las zonas donde la densidad de conejos es muy elevada, los daños que éstos causan a la agricultura son muy graves, como esta siembra arrasada por los cúnidos. © Waves. Modalidad típica de las zonas amantes de los podencos, sobre todo las Baleares y su espectacular podenco ibicenco. Consiste en el uso de dos o tres podencos por cazador que localizarán los conejos y, tras una intensa persecución, acabarán por matarlos tras sinuosos recortes, saltos, caídas y golpes. BATIDA Se realiza en zonas donde la caza en mano es dificultosa por la espesura de la vegetación. Puede asimilarse a pequeños ganchos de jabalí: los cazadores se disponen a lo largo de una línea de puestos rodeando una mancha, y batidores y perros tratan de


empujar a los conejos hacia ellos. Frecuentemente los batidores pueden también llevar armas y disparar sobre los conejos reacios a abandonar la mancha. De igual forma, los perros, generalmente podencos, capturan un buen número de ejemplares.

Conclusiones finales Tras haber valorado todos los aspectos relacionados con el descaste y, por ende, de la biología del conejo de monte, es necesario apuntar que esta actividad es una práctica desacertada si no se conoce bien el estado de la población sobre la cual se va a ejercer y, una vez conocido éste, sólo es aconsejable en aquellas poblaciones estables o en crecimiento y con un número de efectivos elevado. Sin embargo, parece una buena opción de aprovechamiento de la producción primaveral de conejos, de forma que su ejercicio racional no supone a priori una práctica excesivamente nociva para la especie. Algunos datos biológicos

Cuando tratamos de gestionar una especie para la caza y, cómo no, para su conservación, es necesario conocer los pilares básicos sobre los que se asienta su biología, para poder de este modo actuar de la forma más racional posible. Es de sobra conocida la elevada prolificidad del conejo de monte, pudiendo alcanzar una hembra una producción anual de veinte e incluso más gazapos cuando las condiciones de hábitat y climatología acompañan. Esta prolificidad se debe a que son animales que presentan varios partos al año, pudiendo incluso quedar las conejas preñadas a los pocos días de haber parido, muchas veces simultaneando la gestación de una nueva camada, con la lactancia de la camada anterior. Asimismo, son animales altamente fecundos con un número medio de entre cuatro y cinco gazapos por parto. Por otro lado, es necesario conocer que esta intensa actividad reproductiva se concentra en períodos muy concretos del año, asociados principalmente a unas condiciones de disponibilidad de alimento y refugio adecuados, y a un clima favorable. La estación reproductiva se inicia así cuando los rigores del invierno comienzan a disminuir y la incipiente primavera genera un rápido crecimiento vegetal aprovechando las lluvias precedentes y el aumento de las horas de sol. Los tiempos de aparición de estas condiciones son muy diferentes en los distintos ecosistemas de nuestro territorio, siempre marcado por grandes contrastes. Así, si por ejemplo en las zonas del sur nos podemos encontrar gazapos nacidos en el mes de diciembre, en las del norte estos primeros nacimientos no aparecen hasta bien entrado el mes de febrero. Además,


cuando el calor comienza a aumentar, los animales reducen su actividad reproductiva hasta desaparecer en los meses más cálidos, al final de la primavera en el sur, y algo más tarde en el norte. Es común también encontrar otro pico reproductivo a mediados del otoño, cuando las temperaturas comienzan a descender, y los fríos todavía no son intensos. Otros métodos de descaste

Cuando queremos realizar capturas de animales vivos para repoblación, pero no se dispone de hurones, existen algunos otros métodos que se pueden emplear, tales como: ● JAULAS TRAMPA, con cebos vegetales que faciliten la entrada de los conejos. ● TRAMPAS, colocadas en cercas dispuestas alrededor de una madriguera. ● JAULONES DE MADRIGUERA, situados directamente en las salidas de los vivares. ● CERCONES DE MALLA FLEXIBLE, cuando la densidad de conejos es muy elevada, tratando de conducir a los animales hacia ellos por medio de una batida de la zona. MÉTODOS TRADICIONALES Al margen dejamos la descripción de métodos utilizados tradicionalmente para la captura de conejos a lo largo y ancho de nuestra geografía, y que sin dudas merecen reconocimiento aparte e incluso un cierto esfuerzo por recuperarlos dado lo ingenioso de su diseño y la importancia que alcanzaron en el pasado, si bien se consideran actualmente artes prohibidas para el ejercicio de la caza.


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