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Dioramas trans
Este cuadernillo te permitirá montar tres dioramas diferentes. Aprenderás sobre la historia de la bandera y simbología transgénero. Conocerás la vida y arte de Miss Peppermint. Por último, descubrirás cómo surgió la escena ballroom y entenderás su impacto sobre la cultura global.
Materiales
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Para crear estos recortables necesitarás los siguientes materiales:
Bisturí o cúter: puedes utilizar cualquiera de los dos. El bisturí te permitirá un mayor detalle.
Tijeras: si no tienes ninguno de los anteriores puedes utilizar unas tijeras para cortar las partes. Hazlo con cuidado para conseguir unos cortes limpios.
Superficie para cortar: si utilizas bisturí o cúter procura hacerlo sobre un cartón o superficie que no te importe rayar.
Regla: te será útil tener una regla a mano para los cortes rectos.
Cada diorama incluye cuatro capas y cuatro soportes.
1. Corta las cuatro capas del diorama que quieras montar por la línea discontinua y descarta la zona punteada. Corta los cuatro soportes correspondientes que encontrarás en la página 39.
2. Coge uno de los soportes —no importa cuál— e introdúcelo en una de las muescas de la primera capa.
3. Toma el resto de capas y encájalas en las muescas del soporte. Asegúrate de que las colocas en el orden adecuado: están numeradas por detrás.
4. Introduce el resto de soportes en las muescas de las capas, que ahora están alineadas.
5. ¡Ya está listo! Si quieres colgar tu diorama en la pared, agujerea la parte marcada con un asterisco en el reverso de la capa 4.
Este libro es completamente recortable. Una vez montes todos los dioramas puedes cortar por la línea de puntos de todas las hojas —sí, incluyendo la portada— y acabarás con un cuaderno informativo sobre las escenas que has montado.
Las páginas sobrantes que no forman parte de los dioramas puedes utilizarlas como postales: cuélgalas en la pared o regálaselas a tus colegas y familiares.
El origen de la bandera trans
La bandera trans de cinco bandas fue diseñada por Monica Helms en 1999. La creadora y activista transgénero explica el uso de colores de la siguiente forma: «Las rayas de la parte superior e inferior son de color azul claro, el color tradicional de los niños. Las rayas de al lado son rosas, el color tradicional de las niñas. La raya del medio es blanca, para quienes son intersexuales, están en transición o se consideran género neutro o indefinido». Por otra parte, la simetría de la bandera permite colocarla del derecho y del revés, nunca está mal puesta, lo que simboliza que en materia de sexualidad no hay errores: todas las opciones son correctas.
La
Del Paraguas
La expresión «término paraguas» se utiliza para designar un conjunto o agrupación de conceptos relacionados. La metáfora del paraguas trans surgió en la década de los 90 y durante los últimos veinte años se ha extendido y está tremendamente vinculada a la comunidad. En su ensayo Umbrella (2014), el académico T. Benjamin Singer explica que el paraguas representa una protección para las personas trans ante la dura lluvia de la discriminación. Asimismo, abarca muchas identidades distintas, las recoge y protege.
El azul Capa 2 Editores
Monica Helms eligió usar el azul en la bandera porque era el color tradicional escogido para los niños. En la Europa del siglo xix era habitual diferenciar a los bebés mediante la vestimenta, asociando el rosa a las niñas y el azul a los niños; aunque, curiosamente, también existe documentación afirmando lo contrario. Esta percepción contradictoria se extiende hasta la primera mitad del siglo xx, donde hallamos todo tipo de artículos, novelas y publicidad en los que se recalca que el azul es un color delicado y femenino. Según las investigaciones de Paoletti, autora de Pink and Blue: Telling the Boys from the Girls in America (2012), la atribución del azul a los niños y del rosa a las niñas se popularizó con la Segunda Guerra Mundial.
El rosa Capa 3
Helms escoge el rosa para las franjas que acompañan las azules, ya que es el color tradicionalmente atribuido a las niñas. Al igual que pasa con el azul y los niños, como se explica en el apartado anterior, la relación entre el rosa y lo femenino es una noción relativamente moderna.
Con la tercera ola del feminismo en los años 90 del siglo xx, llegó la ropa unisex para bebés. Estos, cuando crecieron y tuvieron descendencia, se rebelaron y volvieron a los antiguos estereotipos de género y color anteriores. La posibilidad de conocer el sexo del bebé antes de su nacimiento mediante pruebas prenatales acentuó la tendencia de atribuir un color u otro al escoger ropa, juguetes, sábanas… Y el consumismo capitalista asentó la relación fabricada entre el rosa y la feminidad, y el azul y la masculinidad.
Helms reserva el color blanco para las personas intersex, en transición, de género neutro o indefinido.
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Durante cientos de años, el blanco se utilizó en ropa infantil sin tener en cuenta el género. Se trataba de una cuestión práctica: es un color en que se ve la suciedad y por lo tanto se cambiaba a los bebés con más frecuencia; soporta bien lavados con lejía o agua hirviendo sin estropearse; además, los tintes podían contener sustancias tóxicas.
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Por otro lado, el blanco simboliza la pureza e inocencia ya desde culturas muy anteriores al cristianismo y se ha mantenido a lo largo del tiempo. Parece lógico conectar este significado con la infancia.