COMER, FOTOGRAFIAR, COMER MARÍA MARÍN IBARRA
¿Necesitamos más fotografías de comida en nuestra vida? ¿Es necesario compartir una y otra vez lo que comemos a través de las Redes Sociales y de Internet? ¿Necesita el mundo saber qué hemos desayunado, comido o cenado? ¿Lo necesitan nuestros amigos de Facebook y nuestros seguidores de Twitter e Instagram? Estas preguntas me sirven de premisa para comenzar mi proyecto “Comer, fotografiar, comer”. Porque tal vez el mundo ya no necesita más fotografías de comida y puede que tal nuestros amigos y amigas tampoco… Mi paralelismo y cierta alegoría al documental “Comprar, tirar, comprar” es más que evidente pues existe una clara relación entre la obsolescencia programada y el modo de vida actual basado en el consumo, la inmediatez y la individualidad. Por ello, consumimos fotografías como consumimos cualquier otro elemento de nuestra vida. Podríamos decir que el placer de comer no es simplemente por el placer de comer sino que suplimos parte de nuestra soledad, de nuestra necesidad de interacción y socialización, de nuestra ausencia, compartiendo algo tan íntimo como nuestra comida a través de Internet ¿Nos hace sentirnos más completos el que otros sepan, incluso desconocidos, nuestro menú? Las Redes Sociales se han convertido en un escaparate de nosotros mismos y aquello que mostramos y enseñamos nos define socialmente en esos espacios de comunicación. ¿Pero es eso realmente lo que somos? ¿Es esa la parte de nuestra personalidad que más interesa? ¿Podemos llegar a trivializar nuestras relaciones personales a ese nivel? ¿No se nos ocurre un uso más efectivo para las nuevas herramientas que nos proporciona la Web 2.0 que publicar nuestras ingesta calórica constantemente? ¿Qué necesidad tengo de saber qué han desayunado, comido o cenado mis amigos y conocidos? La necesidad de comunicar y la sensación de soledad y aislamiento en el ser humano siempre han existido y se han intentado minimizarla por los canales que se tenían en cada momento. Por tanto las Redes Sociales son uno nuevo canal, una nueva herramienta, un nuevo mecanismos para conseguir un fin y, por tanto, no podemos caer en la premisa simplista de afirmar que la comunicación a través de Internet sustituye a la comunicación personal. Sin embargo, sí que ha cambiado nuestros hábitos y patrones de conducta y grandes marcas y empresas han llegado a interiorizar tanto los nuevos discursos y estrategias de la sociedad de la información que ya no venden simplemente productos, sino que venden marca, sensaciones y emociones. Ejemplos de ello hay miles pero resultan significativos el último anuncio de Coca Cola y el de la navidad de 2013 de Apple.
Lo cierto es que siempre hemos necesitado comunicarnos y hemos buscamos las maneras para hacerlo. Pero, ¿cómo conseguirlo en nuestra realidad posmoderna? ¿Podemos trascender el actual uso de las Redes Sociales y dotarlo de sentido y significado? Para poder responder a estas preguntas primero deberemos saber las reglas de juego con las que nos dotamos en la posmodernidad y la sociedad de masas: • Nihilismo y su sensación de “irrealidad” permanente. • Permanente orientación hacia el presente, incluyendo la “presentización del futuro”. • Hedonismo y reorientación de la vida cotidiana hacia el deseo, el consumo y el disfrute. • Apatía y pasividad. • Individualismo y aislamiento. • Trivialidad. • Inmediatez. • Uniformidad y estandarización de las formas expresivas. Uso de estereotipos. • Noción de espectáculo. • Pérdida de autenticidad. Noción de simulacro y la experiencia vital del “como si”. • Fusión entre realidad y ficción. • Hipervisibilidad y cierto voyerismo. • Tiempo de ver pero no de contemplar. • Tendencia a la fotografía compulsiva. • Transformación de la fotografía de documento a marca biográfica. • Paso de la objetualidad a la información sin soporte material. • Pandemia fotográfica pero sin fotógrafos. • Selfies, narcisismo y la necesidad del yo.
Mi trabajo parte de la base de la necesidad del reciclamiento icónico. Por tanto, se trata de un proyecto de apropiacionismo en la línea de las obras realizadas por Penelope Umbrico, pero mucho más modesto y cotidiano al girar en torno a la comida y la alimentación. Asimismo, siguiendo las líneas de James W. Marcum y su teoría de la ecología visual, los medios de comunicación y las Redes Sociales no son meros canales de comunicación sino infraestructuras del “ambiente vivo” que contribuyen a determinar nuestra estructura social. Por tanto, en términos naturales y conservacionistas, la ecología visual no difiere tanto de la ecología ambiental. Esto hace que el crecimiento exponencial en un mundo finito sea conceptualmente imposible e insostenible, incluso la generación de imágenes de manera continuada. Esta reflexión es la que lleva a la deducción de que ya hay suficientes imágenes en el mundo y no es necesario crear nuevas. En mi caso, no necesitamos hacer más fotografías de comida y compartirlas en nuestras Redes Sociales porque ya se han hecho más que suficientes desde que Stephen Shore cambiara el paradigma fotográfico en este sentido con sus famosas imágenes de comida en los años setenta. Las claves de este trabajo consisten en elaborar un fotolibro con mi menú de una semana. Para ello se han buscado imágenes ya existentes en Instagram y me he apropiado de ellas para demostrar que hasta con comida típica murciana no necesitamos hacer nuevas fotos de comida porque ya tenemos más que suficientes.
LUNES
DESAYUNO
ALMUERZO
COMIDA
CENA
MARTES
DESAYUNO
ALMUERZO
COMIDA
CENA
MIÉRCOLES
DESAYUNO
ALMUERZO
COMIDA
CENA
JUEVES
DESAYUMO
ALMUERZO
COMIDA
CENA
VIERNES
DESAYUNO
ALMUERZO
COMIDA
CENA
Sテ。ADO
DESAYUNO
ALMUERZO
COMIDA
CENA
DOMINGO
DESAYUNO
ALMUERZO
COMIDA
CENA