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“Cuentos de Mucho Miedo� Octubre, 2015 Portada de Adriana Otero
Obras protegidas bajo Creative Commons:
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada CC BY-NC-ND
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AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a todos los participantes del concurso “Cuentos de Mucho Miedo” por haber enviado sus textos, los cuales hemos disfrutado mucho. Así como esperamos seguir leyéndolos en el futuro con más historias oscuras que deseen contar.
Gracias a Rober Monkada por compartir su libro “Cuentos de horror y alitas BBQ” con el público y con nosotros, además de ser parte de esta publicación.
También agradecemos a Karen Reséndiz por ser nuestra escritora invitada en esta publicación y por compartir con todos, una de sus historias que nos asegurará un escalofrío.
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INDICE 1
Mariana
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ROBER MONKADA
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Las voces de Maribel
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KAREN RESÉNDIZ
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Dulces de Halloween
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ADRIANA OTERO
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Romina
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DANTE VÁZQUEZ
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La resucitada
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HÉCTOR NÚÑEZ
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Acosada
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MARÍA DEL ROSARIO MARTÍNEZ
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El amor de una madre
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ALAN CRISTOPHER ARANDA
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Ruleta Rusa
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MARÍA EUGENIA BLANCO
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Habitante de media noche
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JESÚS TOLEDO
10 Las tres treinta y tres
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JUAN CARLOS ACIA
12 Los Cuadros
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VIRLLINIA LIMAS
13 Sistema de transporte colectivo de miedo
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ESPERANZA FLORES
14 Un paseo por la granja
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LUIS HÉCTOR CASTILLA
15 El viejo y buen Halloween
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OMAR GUTIÉRREZ
16 Claudia
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JULIETA GARCÍA
17 La Cita
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ROBERTO SANTOS
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SER INVISIBLE Rober Monkada Twitter: @RoberMonkada
Mariana estaba muy aburrida en la fiesta de Halloween pues no había nadie con quién pudiera mantener una conversación interesante. –No sé por qué acepté la invitación de Verónica –se dijo a sí misma. Todos los invitados parecían disfrutar de la fiesta, a excepción de ella que no podía evitar sentirse completamente invisible a pesar de ser muy atractiva y llevar un sexy disfraz de pirata, con el que pensó, robaría las miradas de algunos chicos y tal vez sería invitada a pasar la noche en el departamento de uno de ellos. –¡Carajo! No entiendo por qué no puedo salir huyendo de aquí –se reprochó–. No conozco a nadie, tampoco he visto algún rostro familiar. Ni siquiera la estúpida de Verónica se ha presentado, seguro me dejó plantada y se fue con Adrián… ¡Zorra!, ella sabe que él me gusta mucho. Mariana se molestó por qué no podía hacer nada en ese lugar, así que decidió irse a su casa. Pasó entre la multitud, empujando a algunas parejas mientras atravesaba la pista de baile para llegar al otro extremo, donde se hallaba la salida principal. Cuando llegó a la puerta, intentó abrirla, pero no pudo moverla ni un poco. –
¿¡Alguien puede ayudarme abrir esta maldita puerta!? –gritó pidiendo ayuda, pero nadie pareció escucharla.
Pensó que de algún modo, aunque fuera violento, tenía que hacerse notar en la fiesta… los invitados gritaron aterrados cuando vieron caer los adornos del salón y hasta el más valiente sintió mucho miedo cuando la mesa de los bocadillos flotó y salió volando por el aire para estrellarse en la cabina del DJ. La música dejó de sonar y todos salieron despavoridos de aquel lugar, dejando completamente sola a Mariana, quien jamás pudo salir del salón en donde había muerto hace un año.
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LAS VOCES DE MARIBEL Karen Reséndiz Altamirano Blog: http://karencitaysuscucarachas.blogspot.mx/
Maribel había escuchado voces desde niña. Todos a su alrededor se habían acostumbrado, la creían loca. Su madre, quien no tenía ni dinero ni interés suficiente, nunca la había llevado con un doctor, en cambio la llevó un domingo a misa para que un padre le echara agua bendita. La niña no paró de llorar durante tres días. Y así en medio del desinterés de su madre y el abandono de su padre Maribel creció acosada por extrañas voces. Se encontraba atascada en una profunda soledad de susurros. Apenas unos meses atrás se había quedado ciega. Un día dejó mal puesto un sartén y el aceite hirviendo le había caído en los ojos; desde entonces los tenía siempre cerrados. Si los abría se sentía perdida en un laberinto de bruma. Su ceguera era blanca. La única luz en su vida era Abraham, su hermano mayor. Era el único que por las noches le curaba las pesadillas y cuando ella escuchaba voces él le susurraba palabras bonitas para espantar lo malo. 30 de octubre. Maribel estaba en su cama, perdida en la mansa oscuridad, cuando cayó en cuenta de que al día siguiente sería su cumpleaños, cumpliría quince. No le pareció la gran cosa, aunque había escuchado que era una edad importante; una vecina le había dicho que a esa edad nacían las mujeres y morían las niñas… El reloj de la sala sonó anunciando el inicio del 31 de octubre. Sintió de pronto un estremecimiento en el estómago. En cualquier otra ocasión habría creído que se trataba de hambre, pero ese día Raúl, el novio de su madre, había llevado la mitad de un pollo rostizado y una coca de litro. Otra vez sintió un estremecimiento, ahora seguido de un escozor ardiente que le recorrió la piel. Tras un momento en el que todo quedó en silencio, unas pisadas se 6
escucharon sobre el techo de lamina. Parecían pesadas. Sintió que algo se había colado a su habitación por la ventana. Abrió mucho los ojos como si con ello pudiera protegerse, pero solo estaba su ceguera blanca que lo inundaba todo. No pudo dormir ni un momento, estaba segura de que algo, sentado al borde de su cama, le velaba el sueño. —Abraham... ¿Anoche fuistes a mi cuarto? —¿A qu’iba a ir...? —No, ps no sé —dijo ella frunciendo el ceño sin darse cuenta— es que alguien estaba caminando en el techo y luego sentí que se metió. —Seguro el gato de Meche andaba suelto ya ves que está bien gordo, se escuchaban sus pisadas bien machín. —Igual... aunque clarito sentí que alguien se sentó en mi cama. —Ya vas a empezar de nuevo con tus cosas... Dijo molesto. Se levantó, se bebió el resto del café y dejó su taza de peltre junto a la cocineta. —Ya me voy a la obra, le dices a mi mamá que me pagan mañana. Y ya sabes, si ese pinche Raúl se te acerca me avisas y me lo madreo, no me gusta como te mira. Maribel le dijo que sí con el gesto y suspiró con cierto cansancio, de ese que no es más que vacío. Escuchó cuando las pisadas de su hermano se alejaron entre la grava. A tientas recogió los trastes y comenzó a lavarlos junto a un tambo viejo donde guardaban el agua. Desde el inicio de su ceguera había roto casi todos los platos y su madre ya le había sentenciado que aunque fuera de puta la mandaría a trabajar para que los repusiera. Entonces enjabonaba cada traste como si se tratara de un recién nacido. Exprimía la fibra roída dentro de los restos del jabón; lo hacía muchas veces hasta obtener una espuma ralita que se le antojaba suave. Le pasaba la fibra a una taza cuando volvió a escuchar unas pisadas, pero ahora más rápidas. Pudo calcular entonces que no se trataba del gato de Mari, era algo veloz que me movía en dos pesadas patas. Volteó hacia la dirección donde había escuchado el ruido y en ese instante sintió que la punta de un dedo le rozaba la mejilla. Algo estaba de pie junto a ella; lo sabía por la respiración que percibía. La impresión le hizo soltar la taza que tenía entre las manos. A tientas trató de recoger los trozos y se pinchó con un trozo de cerámica. Se llevó su dedo a la boca saboreando una extraña mezcla entre la sangre y el jabón. Y comenzaron los murmullos en su cabeza. —Abraham —murmuró en tono suplicante— Abraham. 7
En ese momento escuchó el caminar chancleado de su madre que apenas despertaba y suspiró aliviada de no estar sola con esa criatura que fuese lo que fuese no se quitaba de su lado, como si su propia sombra hubiera adquirido peso y la trajera colgando… —Sírveme un café, escuincla. Maribel asintió y al moverse pudo percibir que aquella presencia pesada a su lado se disipaba como humo. Por la noche Maribel fue a esperar a su hermano junto a las vías. Deseaba verlo, él era su remedio contra una mala jornada. Le gustaba esperarlo justo ahí, porque ponía su oído en el riel, estaba frío y de cuando en cuando vibraba. Abraham al verla siempre la regañaba, le decía que era peligroso por el tren y por los que venían de colados en el tren, pero después del regaño siempre la levantaba sin dificultad y la rodeaba, como si fuera una recién nacida, a ella le gustaba eso, sentir el tacto protector de su hermano y estar cerca de su pecho donde retumbaba su corazón. —Siempre que me abrazas, tu corazón late rápido—le decía ella emocionada. —Es que te quiero —y tras decir eso siempre le daba un beso en la frente. Regresaban a la casa y Maribel tenía la certeza de que su dosis de alegría había terminado, su madre la regañaría y tendría que atender a Raúl como si él fuera su padre. Después de la telenovela, toda la casa quedó en un silencio de murmullos y ecos sordos. Desde el fondo del barranco de a lado se escuchaba el cri cri de algunos grillos y el ladrido de los perros. Mucho más allá llegaban los ecos de algún programa de televisión que se veía en otra casa. Maribel se acurrucó en su cama. Sentía como el sueño la iba acariciando cuando de pronto la presencia pesada estaba ahí. Otra vez sintió que le tocaban la mejilla y una respiración fría le corrió por el cuello. —Ya es hora, Maribel— escuchó casi en un eco— ya es hora. La muchacha de pronto no pudo moverse, no sabía si era por el peso que la oprimía o por el miedo. Comenzó a respirar muy a prisa y tras unos instantes pudo gritar llamando a su hermano. Él entró al instante con un bat en la mano. Se acercó a la cama de Maribel y la abrazó. —¿Estás bien?, ¿Qué te pasó? —¡Había alguien!, Abraham, había alguien aquí. El muchacho dio un hondo suspiro y se alejó un poco de ella. 8
—¿Pero es en serio o es otra de tus cosas, bel? —Te juro, Abraham —dijo sollozando— te juro que clarito sentí que había alguien... Abraham le acarició el cabello un momento. —Ya duérmete, mija. —Quédate conmigo. El muchacho permaneció en silencio un instante. —No, chaparra, ya ves que luego la gente es bien mal pensada y ese pinche Raúl quien sabe que les vaya a inventar. Le dio otro beso en la frente y salió emparejando la cortina que separaba los cuartos. Por la mañana Maribel estaba cansada y en su mente seguía resonando aquella voz grave que le repetía que ya era hora. Cabeceaba mientras se tomaba su café negro sin azúcar. —Ya termínate eso que me vas’ir a ayudar —le dijo su madre. —Pero la ultima vez que fui le rompí un jarrón a tu patrona. —Pues ahora te fijas, ni modo que seas una inútil toda la vida, si estás ciega no manca. Maribel asintió, el panorama de la jornada no era prometedor. Fue antes de medio día que llegaron a la casa donde la señora Cecilia hacía la limpieza tres veces por semana. Maribel había ido varias veces antes de quedarse ciega, pero nunca había notado el penetrante olor a cloro y aromatizante de canela que inundaba el lugar. —Ten —le dijo Cecilia a su hija dándole un paño húmedo— limpia los espejos, al menos eso lo puedes hacer bien sin romper nada, ¿no? — le tomó la mano a la muchacha y se la colocó sobre el espejo. Maribel escuchó los pasos de su madre y la puerta al cerrarse. Entonces extendió la palma de la mano sobre la superficie lisa y fría, iba reconociendo la longitud a tientas, mediría al menos un metro pensó. A un lado había otros espejos más pequeños o podrían ser cuadros u otro tipo de adornos, pero su tacto le decía que eran espejos. Limpiaba minuciosamente con el paño, cuando sintió de pronto un dolor en el vientre y sin que ella pudiera verlo cinco rostros aparecieron en los espejos. —Ya es hora... — escuchó en un murmullo. —Ya es hora. Entonces un líquido viscoso le resbaló por la entrepierna.
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Los murmullos comenzaron a escucharse más fuerte en su cabeza, el dolor en su vientre aumentó y la hizo tambalear. Al recargarse en uno de los espejos para detenerse sintió por fin el rostro que sobresalía. Gritó. En ese momento entró la dueña de la casa preguntándose por aquel alboroto. Vio a la niña ciega que se tambaleaba sangrando por la entrepierna y suspiró molesta. —¡Ay, niña!, eso es normal. Nunca te había bajado ¿o qué? En eso llegó Cecilia corriendo —Discúlpela, no sabe... —Hay toallas en la repisa, dale una y ayúdala a que se limpie. Explícale y que se ahorre los gritos, no se morirá por eso. Cecilia no entendió de qué le hablaba la señora hasta que vio a su hija. —Sí, patrona. La señora le dedicó una mirada de fastidio y salió del baño. —Pinche, escuincla, puras vergüenzas contigo —tomó papel, lo mojo con agua del grifo y comenzó a limpiarle las marcas de sangre. Maribel ni si quiera se movió, en su cabeza aún quedaba el eco de las voces. "Ya es hora" le repetían y ella solo podía concentrarse en el dolor de su vientre y el desasosiego que la embargaba. Volvieron pronto a casa, Cecilia fue reprendiéndola durante todo el trayecto aunque ella solo la ignoraba. —Nunca me has hablado de mi padre —dijo ella interrumpiendo de tajo el regaño. —Porque no hay nada que sea de tu incumbencia. — ¿Él también escuchaba voces? —Era un loco, yo no sé en qué me fui a fijar. —¿Cómo lo conociste? —Ya te dije que no es de tu incumbencia. Maribel abrió sus ojos de ciega y su madre se sintió traspasada. Ese día Maribel no fue a esperar a su hermano, su madre le dijo que ya no debía pasar tanto tiempo con Abraham ni acercársele tanto, que ahora era una mujer y debía darse a respetar. Maribel no entendió muy bien a que se refería su madre, pero se sentía sucia. En la escuela, años atrás, le habían hablado de la regla; a algunas de sus compañeras ya les había pasado, se sentían muy orgullosas y en ese instante ella se preguntaba el porqué.
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Durante los siguientes cuatro días Maribel no pudo dormir, las voces comenzaban desde antes de que se acostara hasta después de que terminaba su café por la mañana. Abría los ojos y se enfrentaba a aquella bruma blanca que tanto la asustaba, al cerrar las ojos ya no se sentía protegida, su ceguera resplandeciente la iba absorbiendo. Se sentía exhausta. La sangre que manaba de entre sus piernas por fin había terminado, pero ella permanentemente se tocaba la entrepierna para saber si no estaba escurriendo. El jueves mientras trapeaba la casa, reparó nuevamente en la presencia de alguien muy cerca de ella. Era un tacto distinto al de antes, era caliente y había una respiración viciada que tenía un dejo de alcohol. Por fin sabía quien era, ahora reconocía ese olor a sudor, alcohol y mugre. Era Raúl. ¿Era posible que todo este tiempo hubiera sido él? Se preguntó. Cuando ese cuerpo se aproximó a ella, soltó el trapeador y corrió lejos, avanzando a trompicones. Llegó hasta las vías para esperar a su hermano. Él único que la protegería. Se acurrucó y puso su oído sobre el riel, el eco le dijo “ya es hora” e hizo que se levantara bruscamente. Un viento gélido la arropó entonces y comenzó a escocerle los huesos, tuvo tanto frío en ese instante que sus dientes castañearon. Para cuando llegó Abraham ella estaba tiritando echa un ovillo. —¿Qué te pasa, bel? —Ya es hora, pero no sé de qué... Abraham la cargó asustado, la llevó hasta la casa y la dejó acostada en su cama. —Creo que Maribel está enferma —escuchó que le decía su hermano a Cecilia. —De la cabeza será. Siempre ha estado así, para que te preocupas. —No amá, le estoy hablando en serio. —Yo también... Esas últimas palabras le llegaron como de lejos y se sintió de pronto perdida, con un sueño que no era normal. El cuerpo le hormigueaba; y otra vez estaban esas voces "ya es hora, ya es hora, ya es hora, ya es hora" se repetían más y más fuerte hasta ser gritos graves y agudos en sinfonía que le taladraban la conciencia. —Ya es hora —dijo ella despertando bruscamente. Y ahí estaba esa presencia que la acechaba. Un dedo largo y delgado pasó por su cuello y de pronto una mano se metió por debajo de su camisón y tocó su vientre. Maribel gritó hasta desgarrarse la garganta y entró Abraham tropezando con todo —¿Qué pasa?, ¿Estás bien? —No, alguien me tocó; quieren hacerme algo... hace rato Raúl me tocó creo que… — balbuceaba ella entre lágrimas. —¡Te tocó! 11
Abraham salió con furia, tomó el bat que siempre guardaba “por si acaso”, arrancó la cortina que separaba el cuarto de su madre… Ahí estaba Raúl sobre Cecilia gimiendo como una bestia. Abraham lo sujetó del cabello, lo bajó de la cama y con el bat comenzó a golpearlo. —¡No te bastó con cogerte a mi madre, pendejo! Maribel abrazaba sus piernas sobre la cama balanceándose al escuchar los gritos. Sintió una lengua acercarse a su boca, percibió claramente el olor a sangre. Ese que la acechaba había vuelto y no era Raúl... "ya es hora" escuchó nuevamente como en un seseo cerca de su oído. Sintió que decenas de pequeñas manos la tocaban; gritó, gritó muchas veces pero los gritos de Raúl al ser destrozado por Abraham eran más fuertes. Finalmente una mano grande tomó el pie de Maribel con fuerza y la jaló, ella sintió un golpe al caer de la cama y por fin su ceguera se volvió negra.
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DULCES DE HALLOWEEN Adriana Otero Twitter: @Illegitima
Si había una época del año que estos niños disfrutaban, era sin duda octubre y sus colores morados y naranjas debido al Halloween. Todo el mes estaban ilusionados con la gran noche de brujas. Ese día podían ser lo que quisieran bajo un disfraz. Sus madres hacían sus disfraces con todo el esmero, era su noche especial y aunque el traje fuera el mismo de todos los años, los tiempos cambiaban. El primer niño portaba un disfraz que reflejaba el amor, la dulzura y la ternura de su madre, era una calabaza. El segundo vestía una gran manta de color negro con blanco, su madre era fría, anhelada por unos, por lo que estaba vestido como la Muerte. La niña más pequeña usaba un sombrero y botas de pico, un vestido morado, su madre veneraba a la luna y los misterios nocturnos, ella era una brujita. Y aun cuando llevaban sus trajes con orgullo, lo más importante de la festividad era preparar sus canastas con las que recibirían los dulces. Todo el trabajo lo invertían en eso, sin importar que no todas las personas les obsequiaran golosinas. Al principio salían con unos pequeños botes de plástico como los de cualquier niño. Ellos no eran como los demás, así que esa noche debían elegir sus canastas. La tarea no era sencilla, no toda la gente estaba dispuesta abrirles las puertas. Tocaban de casa en casa o llegaban corriendo a la repartición de dulces recibiendo un portazo en la cara, recogiendo del suelo aquellas chocolatinas o paletas que se les habían caído a otros niños.
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Seguramente era su canastilla, debían mejorarla para impresionar a los inquilinos de todo el vecindario. Cada niño escogió una casa. Elaboraron un plan para entrar en ella y conseguir los materiales que necesitaban para su bote de dulces. El niño calabaza tuvo que pensar mucho para saber cómo entrar, pues su disfraz tenía una gran cabeza redonda. El niño muerte encontró la puerta trasera abierta, sólo debía cuidar de no tropezar con algún objeto o quedar atorado con su manta. La niña bruja entró corriendo en una de las casas antes de que los dueños cerraran la puerta. Llegó la medianoche, ya era tarde para que los niños normales estuvieran afuera. Ahora nuestros tres pequeños tenían la ciudad para ellos. De las casas a las que entraron, cogieron todos los dulces que pudieron antes de salir corriendo para reunirse en el parque. Felices con su botín caminaron hacia sus casas. Recordaron en el camino que al final de la colonia unos vecinos abrían sus puertas al público, ya que su residencia se convertía en el castillo del terror. Caminaron de prisa hasta llegar al número ochenta y nueve. Las luces brillaban en el jardín, un esqueleto se levantaba de su tumba color neón mientras que una bruja cruzaba el cementerio de plástico junto a la puerta. Los niños tocaron la puerta y cuando los anfitriones de la casa del horror abrieron se encontraron con unos niños que cantaban para recibir dulces mientras extendían su canasta la cual les dio mucho miedo. En realidad eran cabezas humanas con una manija que iba de oreja a oreja de cada víctima y cuyo cerebro se desbordaba de sangre, chocolates, paletas, dedos, ojos y otros dulces de Halloween.
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ROMINA Dante Vázquez M. Twitter: @DanteVazquezM
I Te acercas a Ella despacio, no quieres que se dé cuenta de tus intenciones y nervios. La seducción y el asesinato son lo mismo: basta un poco de disciplina para aprender lo básico y aplicarlo con maestría, escuchas.
II Para mí fue fácil descubrirlo, pero difícil aceptarlo. Quizás debí apartarme por completo del caso, o seguirlo como mera espectadora y esperar, como me recomendó la comandante. Tú, ¿qué decisión hubieras tomado? La experiencia te enseña que aun el más mínimo detalle tiene importancia para resolver un crimen; ser espectador, a tener paciencia y a lidiar de una manera ecuánime contra la duda. Desde un principio me di cuenta que se trataba de un asesinato que intentaron disfrazar de suicidio. La escena era brutal, conmovedora y familiar: en el suelo de mosaico blanco con pentágonos azul cielo, el cuerpo pálido, húmedo y desnudo, de una niña de 13 años de edad, estaba en posición fetal. El agua de la regadera posibilitaba que la sangre fluyera hacia la coladera debajo de ella. Su ropa (un short, una playera y su pantaletita manchada de un tenue color rojo) reposaba sobre el tanque de la taza azul marino del baño. En el lavabo un par de navajas ensangrentadas. Y, hasta el silencio de unas gotas carmesí en una de las esquinas, la luz amarillenta de las lámparas, sollozaba sobre las paredes de mosaico azul plumbago. ¿Puedes imaginártela? ¿Qué emoción te provoca? ¿Te evoca algo? Yo, más que imaginarla, la vivo a diario entre rabia e impotencia, entre tristeza y resignación, en un adiós doméstico. Es doloroso y lamentable, ¿verdad? Ahora piensa en el horror, el terror y el pánico, de Ella en su agonía: ¿Tendrás mucho miedo? La mirarás. Te mirará. Se mirarán. Tú serás ella. Ella serás tú. Estarán a solas. Ella llorará. El horror en su mirada será tuyo. En tu mirada será de ella 15
el horror. Temerán al rechazo sanguíneo. Tú, recordarás su llanto. Ella olvidará tus burlas. Sin embargo… Tú, ¿qué haces? ¿Tienes mucho miedo? La miras. Te mira. Se miran. Tú eres ella. Ella eres tú. Están a solas. Ella grita. Tú, la asfixias. El terror en su mirada es tuyo. En tu mirada es de ella el terror. Temen al desprecio sanguíneo. Tú, recuerdas sus gritos. Ella olvida tus reproches. Sin embargo… Tú, ¿qué hiciste? ¿Tuviste mucho miedo? La miraste. Te miró. Se miraron. Tú eras ella. Ella eras tú. Estaban a solas. Ella enmudeció. El pánico en su mirada fue tuyo. En tu mirada fue de ella el pánico. Temieron al abandono sanguíneo. Tú, recordaste sus gritos. Ella olvidó tus insultos. Sin embargo… Tú, ¿qué harás? Tienes que decidir. Yo me acerqué al caso con entereza mientras buscaba e iba encontrado respuestas; respuestas por las que rechacé vivir más en la ciudad, respuestas por las que te desprecio, respuestas por las que te abandono. Te aconsejo que te des prisa, la comandante ya tiene conocimiento de esto, y es mejor que evites pedir ayuda a familiares y amistades que aún te juzguen inocente. Demasiados errores y a Ella, a diferencia de a mí, le causaba pavor la sangre. Tienes la atención que deseabas, que deseas: Te felicito.
III Dices mientras suspiras: Sólo uno mismo puede seducir y asesinar lo que la sangre engendra. Es Halloween.
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LA RESUCITADA Héctor Núñez Twitter: @hector0119
Era una de esas noches sin sueños, de esas noches de terror y remordimiento, en la cual los fantasmas deambulan dolientes como almas en pena. Durante días había llorado y también entregado a la bebida hasta perder la razón. Pero esa noche en especial conserve, por algún extraño presentimiento, la sobriedad y el inagotable insomnio. Anna, mi mujer, dormía a mi lado y lucía radiante, satisfecha, con el rostro asombrosamente hermoso aunque pálida y trasparente, entonces sentí que mi cama tenía algo de tumba y mi casa mucho de mausoleo. Recuerdo que el velorio no fue concurrido, apenas unos cuantos amigos habían asistido, pero se habían ido retirando después de ofrecer el pésame a la familia. Mi cuñada y mi suegra llegaron entrada la madrugada y se quedaron conmigo toda la noche. Mis hijos se quedaron en casa, eran demasiado pequeños para asistir a la funeraria y velar a su queridísima madre. Ella había muerto debido a una rara enfermedad, la cual la postró en cama durante meses hasta el fatal día. Los médicos solo lograron alargar su agonía lastimosamente. Apenas hace trece noches, luego de tocar el timbre varias veces, una voz lejana me suplicó abrir la puerta. Una loca se había equivocado de dirección, pensé entre dientes. Me levanté con un humor de los mil diablos, pero al ver a mi difunta mujer me quedé petrificado. Ella entró como una brisa helada y me abrazo durante un largo tiempo. Me comentó que había tenido un sueño extraño y se encontraba perdida en la más densa oscuridad de silencios y recuerdos, pero encontró el camino de regreso a casa. Los siguientes días, los pequeños la miraban de reojo, con mucho miedo, cuando Anna los trataba de acariciar, ellos la esquivaban y se echaban a correr temblando a su habitación. La madre de Anna se desmayó cuando la vio, mientras su hermana rompió en un triste llanto. En el vecindario todos nos miraban con recelo y aterrados cambiaban de 17
acera. Muchos se persignaban entre oraciones para que encontrará, la finada, la santa paz en el sepulcro. El cura dio gracias al señor por el milagro, pero iracundo nos impidió la entrada a la parroquia. Las mejillas de Anna tenían el color de un cirio, cuando las maquillaba cobraban el brillo de una leve flama a punto de extinguirse. Sus apagados ojos se hundieron y enmarcaron con unas ojeras intensamente negras, las cuales asemejaban la profundidad de un pozo oscuro. El olor a sepulcro llenaba la casa con un vaho húmedo y pegajoso. En las horas del crepúsculo, ella rondaba los pasillos como un espectro. Pocas veces me atreví a abrazarla, en esas ocasiones el valor me abandonaba y al mismo tiempo se congelaban mis deseos. Pero esa última noche, Anna vertió sobre su cuerpo gotas de perfume y cubrió la palidez sepulcral de su cuerpo con un vaporoso negligé, pinto sus labios de un rojo vivo, su cabello negro brillaba intensamente, incluso sus ojos tenían un resplandor atrevido y lujurioso. Sin voluntad la tomé, como si estuviera atado a un cordón invisible, aunque en mi conciencia supiera que le estaba haciendo el amor a una muerta. Entonces el frio se hizo más agudo, por lo que me aparte aterrorizado y lleno de pavor abandone la casa junto con mis hijos.
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ACOSADA María del Rosario Martínez Facebook: Rosmary Costa
¡Tengo mucho miedo!, la calle está desierta luego de tanta actividad de los niños disfrazados para Halloween. Es un festejo macabro, pero divertido, me preparé comprando los dulces que piden gritando a coro: ¡dulce o truco! Estoy sola. Decoré el frente con luces y motivos de Halloween, para mí representa una tradición inofensiva o al menos así era hasta esta noche, estoy incrédula por los eventos acontecidos. Mientras me atrinchero en la recámara superior que da al frente, tiene un gran ventanal con un balcón donde percibo su presencia, es inexplicable cómo escaló. Recuerdo con pánico que no hay rejas en puertas y ventanas. Vivo en un fraccionamiento privado con guardias día y noche. Sin embargo alguien logró meterse a escondidas. Desentonaba con los chiquillos aunque trataba de confundirse en el grupo sosteniendo su calabaza vacía, noté a la luz de la Luna asomando debajo del disfraz unos pies que parecían putrefactos. Sentí náusea, debió notarla, en sus ojos vi un odio infernal, pero no hizo nada, esperó su turno al final de la fila ante mi puerta semiabierta que dejaba ver la soledad de la casa y la puerta corrediza de vidrio de atrás. Incapaz de resistir la náusea, di los dulces al último niño y cerré la puerta en su nariz, su olor nauseabundo me asqueó y vomité. Apagué las luces, para espiar por la ventana, no vi a nadie, suspiré aliviada, iba a retirarme cuando reprimí un grito de terror, frente a mí estaba el rostro embozado bajo la capucha, donde unos ojos de mirada perversa parecieron verme. De puntitas fui hasta la puerta trasera, eché el pasador, escuché unos pasos aproximándose, supe por el olor a decrepitud quien era. Corrí hasta el teléfono descalza, me resbalé y caí lastimándome un tobillo. Aterrorizada noté que el teléfono estaba desconectado, ¡tenía que haber sido él! Lo oí rasguñar la puerta, salí por la del frente, la caseta estaba a unos metros, pegué un alarido al ver colgando sobre el brazo mecánico el cuerpo decapitado del guardia, un charco de sangre se formaba en la calle. Grité pidiendo auxilio, las residencias están muy alejadas unas de otras, nadie pareció escuchar. En la cocina encontré unos dulces viejos, 19
corrí las cortinas mostrándoselos, empezó a babear golpeando la ventana, abrí la puerta arrojándolos tan lejos como pude. Los recogió, señaló la puerta, ¡quería entrar! Horrorizada la cerré, coloqué el librero y el refrigerador frente a cada una de ellas, sin saber que más hacer subí temblando de miedo. ¡Estaba en el balcón!, me escondí sentándome contra la pared, el ente empezó a comer dulces, de vez en cuando tocaba la ventana y me ofrecía golosinas de sus manos pudriéndose. Tomé mi celular, llamé a la policía hablando en susurros, parecieron no creerme pero ante mi pánico quedaron de ir a investigar. Me asomé, no estaba, entonces oí el ruido de vidrios al quebrarse, me paralicé, él subía lentamente. Salí, casi caigo del balcón al tropezar con la cabeza amoratada del guardia, temblando contemplé el jardín. Golpeaba la puerta del cuarto, escuché el sonido de sirenas, en el momento que asomó su cara de zombie brinqué. Caí quebrándome una pierna, esperaba lo peor; entonces llegó la policía. Desapareció sin dejar huella, lo buscaron en la casa, en los alrededores, los vecinos dicen no haberme oído gritar ni haberlo visto con sus hijos, ahora soy sospechosa de asesinato, sé que estuvo aquí, recuerdo lo que me dijo con su sonrisa putrefacta mientras permanecía tirada en el jardín “volveré por ti”. Temo ir a la cárcel, pero temo más que cumpla su amenaza.
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EL AMOR DE UNA MADRE Alan Cristopher Aranda Pérez Facebook: Alan Cristopher Aranda
¿Es posible que una entidad recompense a un súbdito suyo por hacer un acto agradable para él? Y si es así, lo podría hacer… ¿Aún después de que su súbdito haya muerto? Si la respuesta es negativa, entonces no hay explicación para lo que aconteció aquel 31 de octubre de 1996. Una secta que en nuestro días esta extinta (o eso se piensa) originaria de África Occidental, migro al continente Americano con un perfil muy bajo, siendo soló un representante de esta secta quien estaría a cargo de enseñar los dogmas de sus creencias en México. Aarif (Nombre por el que se le conocía a esta persona) empezó a convencer poco a poco a un sector reducido de la población Mexicana que si se “Sacrificasen” (Suicidarse) junto con él les daría un lugar en el paraíso de Fthesx (Entidad a la que veneraba). Decía que había más de un paraíso, y esto era así porque había más de un “Dios”, y cada uno tenía su propio “Reino”. Pero lo que decía no lo fundaba solo en palabras, también curaba gente y revivía a muertos (Por un periodo corto de tiempo) con el poder que le daba Fthesx, y de esta forma ganaba la confianza de la gente. Como fue el caso de Alejandra. Alejandra era madre de un niño de apenas 3 meses de nacido cuando conoció a Aarif; él curó a su madre que estaba a punto de morir gracias a la diabetes. Le devolvió la vista y la curó por completo, lo cual hizo que Alejandra creyera ciegamente en todo lo que le decía Aarif. Pero había algo que muchas veces la hizo dudar, y era la parte del “Sacrificio”, ya que no solo debía matarse a sí misma sino también a su hijo Alexis, y eso le causaba mucho conflicto, ya que ella amaba inmensamente a su hijo, siempre se lo imaginaba a sus 20 años como todo un hombre, y ella quería verlo crecer, aunque claro, nunca se lo dijo a Aarif.
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Y el día llego, aproximadamente 200 personas reunidas un 31 de octubre de 1976 en un bosque, traían todos unas dagas bendecidas para recibir “La salvación” y de igual forma iban vestidos con atuendos blancos. A la señal, todos clavarían las dagas en sus gargantas, y las madres debían hacerlo con ellas, y con sus hijos. Pero Alejandra seguía dudando, y cuando el momento llego, solo clavo la daga en su garganta. Alexis fue el único sobreviviente en ese suicidio colectivo. Alexis fue adoptado por una familia muy amorosa y jamás supo sobre lo ocurrido con su verdadera madre. Cumplidos sus veinte años, ya era un hombre, con un trabajo y una esposa. Tenía una vida soñada. Pero poco duro su alegría. Hasta aquella noche del 31 de octubre de 1996, el día que desapareció. Él regresaba del trabajo mientras recorría las calles de su manzana y veía a los niños y adolescentes disfrazados de cosas terroríficas, monstruos, brujas, zombies y un gran etcétera. Pero había alguien que le hacía sentir mucho miedo, era una mujer vestida de blanco que aparentemente lo estaba siguiendo entre calles. Emanaba un fuerte hedor a putrefacción, la carne estaba a punto de desprenderse de sus huesos, entonces en un momento de descuido aparto la mirada, y al devolverla, apareció esta mujer frente a él y dijo las siguientes palabras: “Ahora que te vi crecer, es hora de tu salvación”.
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RULETA RUSA María Eugenia Blanco Twitter: www.twitter.com/cinescaparate Facebook: https://www.facebook.com/maru.maldini/
Mientras el ruido de trastes y los murmullos de la gente rodeaban el lugar esa noche de Halloween. Un olor reconfortante a café de varios sabores abundaba en el ambiente. Maricela estaba inmersa en sus pensamientos al tiempo que rodeaba la boca de la taza con un dedo, como si leyera su pasado y su futuro en los últimos granos de café que restaban. Al lado, un libro sobre cómo sanar los corazones rotos hacía de compañía, mientras los demás asistentes al local desahogaban sus penas con una amiga o dos, por lo menos. O contaban la anécdota más memorable de la semana con un compañero de trabajo. Incluso, algunos charlaban con las meseras o pedían más y más líquidos. Pero Maricela prefería hablar consigo misma, para tratar –sin éxito- olvidar aquello que le daba MUCHO MIEDO. De pronto, unos grandes ojos castaños interrumpieron la peor cena solitaria que había tenido en los dos últimos meses, donde los recuerdos y las angustias se apoderaban de ella conforme pasaban los minutos. Antes de reaccionar ante tan inoportuna y agradable confusión, Maricela puso atención a aquella mirada y respondió con una sonrisa. - Perdón, ¿me decías algo?, atinó a preguntar. - Sí. ¿Eres tú Alicia Rodríguez? Me dijeron que aquí podía encontrarla. Pensativa, Maricela pensó que nada podía perder. Ese hombre encantador buscaba a una persona ajena, quizá para una cita a ciegas en la noche más espeluznante del año o para cobrar una herencia o quién sabe, podría haberse ganado la lotería y por fin encontrar a una persona que la amara incondicionalmente. Como un impulso, ella asintió con la cabeza, sin borrar la sonrisa que desde hace un par de minutos permanecía en su rostro, como de esperanza.
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En una milésima de segundo, el joven apuesto creyó que cumpliría su cometido al pie de la letra, por lo que alzó el brazo y disparó directamente en la sien izquierda de Maricela, quien, sin saberlo, encontró la tranquilidad eterna… y el café no pudo predecir su trágico desenlace.
HABITANTE DE MEDIA NOCHE Jesús Toledo Facebook: facebook.com/toledojesus
Fue un día de muertos. Las nubes cubrían sobremanera la luz de luna. Tras la caída de la media noche un frío intenso se internó en el pueblo. A lo lejos, el andar parsimonioso de un caballo se escuchó. A cualquiera le hubiese provocado mucho miedo, pero a ella no. Simplemente, quiso asegurar la ventana y las cortinas y entonces lo vio. Pasaba Tranquilino frente a su casa, montado en su inseparable caballo marrón y con una voz cálida le dio las buenas noches. Logró vislumbrar el paso del tiempo de su jorongo y la forma en que las patas del animal y las piernas del viejo revolucionario se confundían con la noche y con el soplo del viento que comenzaba a cantar.
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LAS 3:33 A.M. Juan Carlos Acia Camacho María José Acosta Aguilar
La 1:00 pm, la hora más feliz para mí, por supuesto “la salida de la escuela”. Era día de Halloween, el pedir dulces no es lo mío y nunca he salido debido a las reglas de mis padres. La escuela y mis amigos son lo más importante para mí, en cambio en mi casa nadie habla, mis padres trabajan, mi hermano de 18 años juega a la ouija siempre este día, a veces siento ser observado pero prefiero ignorarlo y realizo mis actividades diarias. En la casa no se siente nada de amor, suelo comer solo, mi hermano es antisocial conmigo, mis padres no me dejan salir a ningún lado, según ellos por mi “seguridad” aunque me siento más inseguro con mi hermano. Tarea y más tarea, odio las matemáticas, me llevo hasta 5 horas realizándolas pero así es la vida, me invitaron a salir a los dulces por la noche pero no quise. Más tarde, a las 8:00 pm, termine las actividades. Mis padres llegan siempre a las 12:00 am así que no puedo esperarlos. Siempre pierdo el tiempo en la computadora antes de dormir, aunque conectarme a Facebook es un fastidio, recibir mensajes pidiendo tarea, otros molestando, pero prefiero no conectarme. No fue un día casual como siempre. Ya eran las 9:00 pm así que apague la laptop, prepare mi mochila y me puse mi pijama. Me fui a acostar, quede dormido. Horas más tarde desperté sin razón alguna, estaba soñando con un ser que no conozco, no era animal, ni humano. Me levante y fui a tomar agua. Mi hermano no estaba, nunca salía de casa tan noche, no tenía sueño así que prendí la televisión. Unos minutos más tarde sentí una compañía tan extraña, sentía que me observaban, un escalofrió recorrió mi cuerpo, se sentía horrible. Cuando no lo soporte me levante, observe a mi alrededor y no veía nada, fue algo extraño.
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Fui a ver la hora pues mis padres no estaban, mi sorpresa fue… eran las 3:33, al salir del cuarto de televisión, apague la tele. Me acosté en la cama de nuevo, pasaron segundos desde que me acosté y se prendió la tele. Sentí un miedo incesante, una inmovilidad terrible, no sabía qué hacer pero tuve que ser valiente y levantarme a ver qué ocurría. Estaba literalmente solo. Ver el pasillo oscuro, el camino infinito, llegue al cuarto y no había nada. Apague la tele y me acosté. Dormí tranquilo. Me levante diciendo: - ¡Déjame! No recordé el sueño, fui a ver la hora, me quede impactado, eran las 3:33… Seguía la misma hora, sentía “Mucho Miedo”, no se movía, lo revise en todos los dispositivos y era lo mismo. Estar solo en casa es terrible, si he de preferir estar aburrido en la biblioteca ¿Qué tan malo puede ser? Me agradaría ser una familia más unida, salir juntos, comer juntos, pero no es así. En ese momento donde sentía todo perdido sonó una alarma, era la alarma que me despertaba todas las mañanas, no sé qué paso, perdí un momento la noción del tiempo. Me prepare para ir a la escuela, desayune y me recogió el camión que me lleva a la escuela, fue matando mi miedo el amanecer, me sentía más calmado. Era otro día, creo que hay que sonreír todos los días, no sé qué paso, pero sentí que todo se perdía. Nunca he dicho nada acerca de esa noche y ya siento mi familia más unida, mi hermano juega más conmigo y dejo la ouija, me siento ahora más feliz.
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LOS CUADROS Virllinia Limas Facebook: Viki Limas Lis
Un fin de semana con la abuela es muy lindo ¿no lo creen? Mi abuelita es una de las mejores es linda, tierna tiene una casa grande de color amarillo. Por la parte exterior es amarilla con una reja blanca. Es de esas casonas antiguas de techos muy altos y cuartos muy grandes. Le gusta coleccionar figuras religiosas, tiene ángeles y en especial mi favorita un arcángel de San Miguel que cuando la conectas enciende una pequeña luz. Admito que es algo tenebrosa por la noche. Tiene una virgen grande en la entrada que siempre me pone los pelos de punta ya que por la noche siempre salgo por un vaso de agua y siento su mirada en mí. A veces pienso que son suposiciones mías, pero la miró a los ojos y siento un escalofrío por toda mi espalda lo pienso una y otra vez es una virgen la madre de dios sin embargo cualquier persona que la mire a los ojos por la noche sentirá mi miedo tampoco puedo olvidar la sala de las fotos, mi abuelita tiene una habitación con muchas fotos de varios tamaños y muchas personas pero las fotos fueron tomadas hace mucho tiempo así que las personas su manera de vestir y posar. Sus gestos no son muy lindos que digamos. Puedo reconocer caras de mis tíos y abuelitos pero muchas fotos de verdad que si me dan miedo lo admito. En cuanto mi madre me deja en la casa de mi abuelita siento el olor a vela aromática. Un fin de semana, sábado 31 de octubre, para ser específica, básicamente como muchas personas lo conocen Halloween que como a mí me encanta, pero hay unos pequeños e insignificantes detalles a mi abuelita no le gusta nada de eso. Nada de brujas demonios momias o fantasmas sólo me queda esperar a que pase mi día favorito del año, cayó la noche tan rápido los niños pasan por las calles gritando dulce o truco. Mientras tanto yo estoy sentada frente a la virgen de ojos espeluznantes mirándome fijamente pero prefiero sentir un par de ojos de 100 personas de fotos viejas, me sentía algo extraña, mi abuelita me mandó a limpiar la sala de los cuadros ya que no despegaba la mirada de la virgen, tomé un trapo lo humedecí y comencé a limpiar los cuartos de fotos, me sentía realmente observada al ver los cuadros de cerca, me di cuenta que muchas personas que salían en las fotos eran de aspecto tenebroso, unas ojeras grandes. Tomé una silla para subirme a limpiar de los cuadros colgados, en cuanto miré un cuadro que estaba colgado me encontré con una persona deformada con unos ojos abiertos que al verlo caí de la 27
silla golpeándome la cabeza, me sentí como en mi propia película de terror con mucho miedo me subí a la silla para terminar mi tarea al ver el cuadro la persona era la misma pero con ojos normales. Terminé de limpiar los marcos de todas esas horrorosas fotos. No tenía más que hacer así que me fui a la cama para dormir y tranquilizante, sólo un detalle mi abuela ya estaba dormida y las luces estaban apagadas sólo estaban unas pequeñas luces de camino a la cocina ahí un pequeño pasillo algo que note es que había colgado unos cuadros nuevos, no quería ofender a mi abuelita pero esos cuadros estaban horribles de personas deformadas descuartizadas esos cuadros horribles me asuste y decidí dormir sin agua, por la mañana al pasar por el mismo lugar me di cuenta que había ventanas.
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SISTEMA DE TRANSPORTE COLECTIVO DE MIEDO Esperanza Flores García Facebook: /hope.sp.5 Twitter: @fespe55
Horizonte… 07:00 hrs… uno dos uno dos, sube, sube arriba codo a codo, uno tras otro, uno tras otro, Otoño. 22:00, corre, corre, el último “Puma”, el mar de juventud, Manuel Acuña en Medicina...Corre, corre, metro. Dj: - ¡Hola! ¿Cómo estás? Penélope: Muy bien, comenzando la tarea y todo, ya sabes. Dj: - Ya, que mal, ya no deberías tomar esa clase, es un poco riesgoso ¿no crees? Penélope: -... estoy motivada.. cuéntame ¿cómo estás? Dj: - Pues planeando un poco este fin de semana… ….. “silencio” en ambos, ya que el fin de semana pasado habían quedado de salir y Penélope lo dejó plantado. Dj: -¿Tú qué harás? Penélope: -Ya,... ni idea Dj: - Mm sabes yo.. Se cortó la corriente eléctrica, los problemas de siempre con la mala instalación. Todo daba vueltas, la tomaba de la mano y escuchaba su nombre, despertó bañada en sudor… el café, las desveladas y esa necesidad de saber a dónde.. para qué… Casi fin de semestre, medio despertaba, entre estación y estación y aún no bajaba. “No, ¡estoy en el metro, no en casa!”, ¡maldición! A regresarse. Rápido, la escuela de la vida. Comenzaba a sospechar que algo en su psique no andaba bien. Dj: - ¿Qué tal tu día? 29
Ella:- Normal Dj: - ¡Penny!, ¡ya deja de estudiar! Ella: - .... una temporada estuve al extremo, recuérdalo. Dj: - Si…
Alguien: - ¡Srita! Este tren ya no será abordado, salga por favor Penélope: - ¡¿Qué?! - Le dió un vuelco el corazón, luego ese calor que era la señal de sentir mucho miedo y rápidamente salió sin dar las gracias. Otra vez, comenzaba a no dormir bien, olvidaba comer, la vida social era una mezcla de alcohol, baile y … de todo, fase que era como una segunda vida. Dj: - ¡Hola! … este año la temática de la fiesta de Halloween con Alejandro es de películas de Tim Burton, a ti te gustan. Penélope: - ¡Hola!, espera que se está cargando algo y se traba esto. Despertó, tenía en la frente las marcas del teclado y un montón de letras en la conversación que terminaba con la única palabra: “Descansa Penny”. Alguien: - Servidos, llegamos a la base Ella: - ¿¡Base!? ¡No! - Recogió su bolsa del suelo salió del camión teniendo en mente su segunda clase. En casa, al fin, fin de semana para...: “Encárgate del registro del proyecto en la plataforma”. Adiós fin de semana,
Abrió la plataforma pero: Dj: - ¡Hola! Mmm, ¿vamos con Alejandro? Ella: - ¿En la biblioteca a las 8? Dj: - ¡¡¡SI!!! Dos horas y no encontraba cómo (18:00 hrs) ¡Rayos! Sintió mucho miedo. Eliminó a toda la lista de colaboradores: “NO ES CIERTO, invalidarán el proyecto, CERO presupuesto, CERO becarios, se perderá el nivel de investigador, INEFICIENTE y INEFICIENTE, imprudente, no, no, no es cierto, no está pasando” No durmió “ineficiente, ineficiente, 30
ineficiente...” Los Godínez de los proyectos estarían hasta el día 3... No llevaba disfraz..., de repente el metro se frenó y se pegó con el tubo en la cabeza, se le nubló la vista, el dolor se expandía... “ineficiente, ineficiente..” . Se apagaron las luces: “Favor de desalojar el tren, no dará servicio” 22:30 ... “Siempre llega puntual, sí es que llega.. su celular apagado...tal vez a la próxima” Cuando llegó ya no estaba...“Que bonito es volar, a las 2 de la mañana” silbó y caminó quien sabe a dónde. Periódico amarillista: “Metro de terror: Joven encontrada muerta en vagón del metro” Periódico amarillista: “Halloween de terror: joven encontrada muerta en vagón del metro”
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UN PASEO POR LA GRANJA Luis Héctor Castilla Pliego Facebook: https://www.facebook.com/luishector.castillapliego
Hace 17 años, cuando yo sólo tenía 13, asesiné a mi hermano. Nunca volví a pensar en él. Mi abuela solía decirnos que los cerdos una noche antes de ser sacrificados chillaban sin parar, aquel día al irnos a dormir fue mi hermano quien chilló. Al día siguiente era noche de Halloween por lo que habría un festín, propuse ir a los corrales, pocas veces íbamos con los abuelos a la granja y a papá no le gustaba que nos acercáramos a los animales. Lanzamos piedras a los pollos, apachurramos las ubres de las vacas, escupimos a los borregos y así seguimos, divirtiéndonos por la granja. Los cerdos siempre me parecieron particularmente terroríficos, me atraían al mismo tiempo que me asustaban y a mi hermano le daban mucho miedo, por eso los deje para el final. Debido a su corta edad la ingenuidad de mi hermano me permitió encerrarlo fácilmente en el corral de los marranos. Los gritos y la agitación hicieron palpitar mi corazón al son de los guarridos. El silencio era síntoma de ausencia, la ausencia de él. Si lo que decían era cierto no habría quedado nada por lo que no había nada más que ver y entonces me fui. La búsqueda interrumpió el festín y ese día ningún cerdo murió. Nadie nunca supo que pasó. Días después a la hora de comer le pedí a mi abuela una doble porción de jamón. Hace 17 años cuando yo sólo tenía 13 asesine a mi hermano. Nunca volví a pensar en él. Ahora estamos escribiendo un libro juntos.
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EL VIEJO Y BUEN HALLOWEEN Omar Gutiérrez Facebook: https://www.facebook.com/omar.gutierrez.5015
Mientras el sol se ocultaba, el pequeño niño corría hacia su casa. Un pequeño niño de ocho años, disfrazado de pirata, daba apresurados pasos para regresar a su hogar, ya que su madre le dijo que volviera de pedir dulces antes del anochecer. Con una mano detenía su sombrero negro, mientras que, con la otra, cargaba un caldero hecho de plástico, el cual rebosaba de dulces. Era tanta la prisa del pequeño, que viró por una esquina a toda velocidad y chocó con una persona, cayendo al suelo. El caldero salió volando junto con los dulces reunidos. Cuando se levantó, vio frente a él a un hombre muy alto y fornido. Era un hombre de pelo largo y barba gris. Este usaba un abrigo muy viejo color café y un sombrero del mismo color. A su espalda cargaba un gran saco de lona que parecía estar lleno. — ¿Estas bien, niño?— preguntó ese hombre de voz ronca y profunda, mientras lo ayudaba a levantarse. —Si—dijo el pequeño, sacudiéndose el polvo. —Ten, esto es tuyo—le dijo el hombre, al entregarle su sombrero pirata, el cual había volado por la caída. —Gracias. —Tienes puesto un muy buen disfraz ¿dónde lo compraste?—preguntó el hombre. —Mi mama lo hizo. Es muy buena. —Sí, se nota. Y dime ¿donde esta ella? —Esperándome en casa. —¿Significa que estas solo? —Si—dijo el niño, con aires de orgullo. —¿No estás muy chico para andar solo? —No—respondió el niño— ya tengo ocho años. —Ya veo. Eres todo un hombre. Bien, hombrecito, solo debo decirte una cosa, debes tener mucho cuidado hoy— El hombre se hincó para estar a la altura del niño,
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dejando el saco en el suelo. El pequeño lo veía con fascinación—¿Sabes qué se celebra hoy? —Es Halloween. —¿Y conoces el significado de halloween? —Sí, pedir dulces— dijo el niño. —Es más que eso. Hoy es el día en que los espíritus salen y caminan entre los vivos hasta que sale el sol. Hay espíritus que solo juegan junto a los niños que se disfrazan, pero hay otros que son más oscuros. Ellos se divierten lastimando a las personas. Por un momento, el pequeño se quedó con la boca abierta el escuchar esas palabras. —Está mintiendo— dijo el niño con la voz un poco temblorosa. —Es enserio, hombrecito. Halloween puede ser una noche peligrosa si no te andas con cuidado—la voz del hombre se tornó más seria. —¡No le creo!— gritó el pequeño, en un arranque de valor. —Pues deberías— dijo aquel hombre. En ese momento el niño vio su rostro. Aquel rostro cubierto por una espesa barba parecía tener la piel quemada. Sus ojos de pronto le brillaron con un blanco tan intenso como las luces que alumbraban la calle, y en su boca se dibujó una tétrica sonrisa llena de dientes afilados como los colmillos de un animal. Entonces, el niño no sabía lo que estaba pasando, pero estaba seguro de una cosa, lo único que podía sentir en ese momento era mucho miedo. El hombre metió la mano al saco y, del interior sacó algo, diciéndole al pequeño— él tampoco me creía—el hombre le mostro lo que parecía ser el brazo cercenado de otro niño. En ese momento, el pequeño no pudo más y corrió gritando histéricamente hasta que se perdió de vista. El hombre se carcajeó, tomó uno de los dulces que el niño había olvidado y se lo metió a la boca. —Definitivamente esta es mi celebración favorita—y diciendo eso, tomó su saco y se perdió en la oscuridad de la calle.
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CLAUDIA Julieta García Facebook: Julieta García (Juls) Twitter: @LadyJStark
Llegó la noche y Claudia dejó el disfraz colgado tras la puerta. Tal vez era mala idea salir. Tal vez debía quedarse en casa a mirar películas cursis y comer helado, eso realmente sonaba como un plan. Pero llevaba varias noches teniendo la misma pesadilla, y eso la ponía nerviosa. Más que eso: Tenía miedo. Tenía mucho miedo. Pero era ridículo, ya no era una niña para meterse a la fuerza a la cama de su madre por las noches. Así que, en las madrugadas, cuando el terror la despertaba, limpiaba sus lágrimas pensando: -Que idiota.- Bajaba las estrechas escaleras de su casa y llegaba a la cocina. Encendía todas las luces a su paso, tomaba agua y regresaba a su cama tratando con todas sus fuerzas de convencerse de que no pasaba nada. Al final, y aún llena de dudas, se enfundó el vestido negro, el sombrero de bruja comprado a última hora y salió a la fiesta de Halloween de su mejor amiga, Lorena. Claudia caminó apresurada por la estrecha callejuela de Coyoacán. Apenas unas cuadras la separaban de la casa de su amiga, pero con los tacones el camino resultaba truculento, y había que pisar con cuidado. –Aunque si me caigo no me ve ni un alma- Pensó con una mezcla de alivio y temor.
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Llegó a la puerta mientras la música subía y bajaba el volumen conforme esta se abría y cerraba para dar paso a los invitados: Vampiros, brujas y hombres-lobo contemporáneos. Lorena salió: una bruja de vestido entallado, llena de brillo de colores. -¡Te ves increíble!- Le gritó mientras la guiaba dentro de la casa. -Te voy a presentar a alguien, no salgas corriendo, ¿OK? Claudia respiro hondo y le devolvió una mueca que quería verse como sonrisa a su amiga. –OK -. Hizo todo lo posible por pasarla bien con el chico simpático que le había presentado Lorena, pero estaba nerviosa sin saber bien el motivo: sus manos temblaban y su respiración se entrecortaba, como si hubiera corrido un maratón. Como si no estuviera bien conversar con aquel chico. Y además, todavía tenía mucho miedo. Pasaron algunas horas y decidió volver a casa, su amiga se había dado por satisfecha y el chico simpático le había pedido su teléfono. Lorena lo vería como una victoria. Claudia salió al frío de la madrugada, discreta, no quería interrumpir a su amiga, que se había perdido en un rincón de la casa con uno de los hombres-lobo. Se deslizó, casi una sombra por la puerta principal y se quitó las botas, segura de que así llegaría más pronto a casa. -Estaré a salvo…- pensó casi sin querer. Sin notarlo apenas, llegó a casa corriendo, respiró hondo cuando llegó a su habitación, y buscó a tientas el apagador. De pronto escuchó una voz dentro de su cabeza. -Hermosa…- Le pareció escuchar, con una voz cadenciosa e insinuante y al mismo tiempo gélida como puñal de hielo. Sus manos volvieron a temblar. -Luces hermosa esta noche, Claudia.- Sintió la suave respiración junto a su oído, estaba segura de que no era un sueño, pero deseó con toda su alma no volver la mirada, sabía que encontraría la fuente de sus temores, apretó los ojos, que se llenaron de lágrimas. Sin embargo, una parte de ella quería mirar. 36
-Mírame, Claudia. –Demandó la voz, una mano helada la tomó del cuello y Claudia ahogó un grito. -No, por favor.- Quiso suplicar, pero la mano se atenazó sobre su garganta. La sombra se agazapó sobre ella con un movimiento felino. El grito de Claudia murió en su garganta. -Mírame...-
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LA CITA Roberto Santos Facebook: https://www.facebook.com/robertosantos07 Twitter: @Roberto_Santos7 Después haber terminado una relación amorosa decidí que era momento de conocer a nuevas personas, comencé a frecuentar un chat que te ayudaba a conocer a personas en busca de pareja; ahí platicaba con chicos de mi ciudad pero ninguno era el adecuado para llegar a algo formal. Una tarde de octubre me contactó “Eduardo_21”, un usuario recién registrado en el chat, me llamó la atención ya que en su foto de perfil lucía muy atractivo; mientras chateábamos nos dimos cuenta de que vivíamos en municipios vecinos, Eduardo propuso de que nos viéramos esa noche, sin pensarlo dos veces acepté, le propuse vernos en “La Caverna”, una cafetería muy conocida en aquel entonces. Al llegar a la cafetería inmediatamente lo reconocí, era como en su foto de perfil, nos saludamos y retomamos la plática; al cabo de unas horas decidimos irnos, intercambiamos número de teléfono y acordamos en llamarnos pronto para acordar otra cita. Al día siguiente no pude resistirme y entré al chat para hablarle, lo busqué y no me apareció su perfil, el sitio aseguraba que no existía, pensé que era un error del servidor y decidí llamarle, intenté varias veces pero una grabadora anunciaba que el número no existía, intenté localizarlo durante los siguientes días y nada, me extrañó mucho que Eduardo desapareciera, finalmente me resigné y no lo busqué más. La noche de Halloween di de baja mi perfil en el chat y me fui a dormir. Mientras lo hacía un soplido en la cara me despertó, entre la oscuridad distinguí la silueta de una persona al pie de mi cama, encendí la luz pero no había nada, pensando que era fruto de un mal sueño decidí apagar la luz, inmediatamente de que la apagué la silueta apareció junto a la cabecera de la cama, intenté gritar pero algo me golpeó en la cabeza. Volví en sí, ahora acostada en una mesa con un pie atado a ella, mis brazos habían sido amputados y mis labios cosidos con alambre, con esfuerzo pude sentarme, me encontraba en un cuarto en penumbra repleto de objetos de brujería, en el suelo había cuerpos mutilados, atrás de mi estaba Eduardo empapado con sangre, terminaba de coserle mis brazos a un cuerpo compuesto por miembros de otros; él notó que ya estaba yo consciente, mencionó que preparaba el cuerpo para ser ocupado por un demonio, supuestamente encargo de Satanás, Eduardo tomó unos papiros, los desenvolvió y comenzó a recitar un conjuro. Empezó a temblar, del suelo salieron ramas que envolvían el cuerpo recién construido, las ramas provocaron que la mesa donde estaba yo se volteara, intenté desatar mi pie para huir mientras aquel cuerpo cobraba vida convulsionándose y emitiendo alaridos, Eduardo sólo reía desquiciadamente.
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Finalmente pude liberarme, mientras me incorporaba el cuerpo despojó parte de las ramas de su torso, Eduardo se le acercó para hacerle una reverencia y este lo tomó por el cuello, aproveché para escapar, mientras lo hacía escuché como el cuello de Eduardo era triturado y aquello que había cobrado vida aullaba mientras se liberaba. Salí de aquel lugar, era una casa abandonada en la montaña, corrí mientras podía, sentía que aquel demonio me seguía, llegué hasta una carretera, camine por la orilla y encontré un retén militar, ahí me auxiliaron. El caso es un misterio para la policía, la investigación arroja que Eduardo nunca existió. Mi recuperación ha sido lenta, ahora uso unas prótesis como brazos, eso sí, vivo con mucho miedo, sé que hay un demonio suelto allá afuera, y presiento que en algún momento vendrá por mí.
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MUCHO MIEDO MX www.muchomiedo.mx https://www.facebook.com/MuchoMiedo.Terror/ @MuchoMiedoMx http://muchomiedomx.tumblr.com/ YouTube: MuchoMiedo Mx
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