CONCLUSIONES Lograr un punto de pausa en el tejido de un texto orientado a mostrar algo de lo que constituye la vulneración a los derechos humanos de las mujeres, así como sus agencias, resistencias y creaciones frente al recrudecimiento de las violencias en la pandemia por COVID-19, se hace necesario en aras de lograr situar también la posibilidad de conversar y pedagogizar sobre lo hasta aquí elaborado. Se espera dar continuidad a la investigación de lo que se abre y se deja incompleto en este esfuerzo de acopio y análisis de información. Tal vez esta misma incompletud sea motor de nuevas puntadas, de otros tejidos y formas que aporten a un mundo donde “cerrar el grifo” de las violencias sea compromiso de todas y todos. De este esfuerzo de tejido colectivo se reitera la complejidad para el análisis que implica la falta de uniformidad en la manera de nombrar y clasificar las violencias contra las mujeres en los registros de las entidades públicas; el silencio, ocultamiento e invisibilización sobre las violencias en el orden social y frente a denuncias en las instancias estatales; el uso ético de los datos y el tratamiento de la problemática, aspectos que llevan una vez más a visibilizar el entretejido de las narrativas, imaginarios y acciones político-públicas para avanzar en la erradicación de las dinámicas que constriñen la dignidad en la vida y cuerpos de las mujeres. Se reconoce una normatividad necesaria para el reconocimiento de las mujeres como sujetas de derechos y protección de su integridad. No obstante, se insiste en señalar las brechas entre la aprobación y reglamentación de la norma y su implementación,
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