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Tribuna abierta

El sector del cuero debe apostar realmente por el medioambiente

Todo proceso industrial tiene un impacto en el medioambiente y el sector de los curtidos no es ninguna excepción. Nuestra industria lleva mucho tiempo en el punto de mira por los productos y procesos contaminantes que utiliza. Uno de estos productos son las sales de cromo utilizadas como agente de curtición y recurtición, a pesar de existir alternativas que minimizan enormemente su impacto y tienen una carga contaminante inferior. Existen en el mercado procesos sin píquel, sin sal, sin cromo, sin basificación y neutralizado, usando hasta un 60 por ciento menos de agua o un 40 por ciento menos de energía; sin embargo, los curtidores siguen apostando en su gran mayoría (un 80 por ciento) por usar sales de cromo y sistemas implantados a principios del siglo xx.

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Hay que ser realistas y, si se quiere ganar la batalla al «cuero vegano», hay que hacer un esfuerzo por reciclarse y demostrar que el cuero es realmente un producto bio, eco-friendly, 100 por ciento natural, etc. Podemos argumentar que el «cuero vegano» es plástico, pero a nuestra base natural de piel la cargamos de sales de cromo, productos derivados del petróleo (fenoles, naftalenos, resinas y aceites sintéticos, etc.) y solamente hay que darse un paseo por algunas fábricas de curtidos en el mundo para comprobar la cantidad de residuos de pieles y de otros productos que acumulan y las cargas contaminantes de las aguas residuales, con grandes cantidades de sulfuro, cal, sales, cromo, etc. En la gran la mayoría de curtidurías mundiales se han implementado o ninguna o muy pocas mejoras para tratar de solucionar los problemas medioambientales derivados de su actividad. La mayoría de curtidores sigue utilizando curticion wet-blue con cromo. Aunque son muchos los que muestran interés con los procesos wet-white o libres de metales, muy pocos realmente apuestan por estas tecnologías, argumentado que son más caras, cuando no es cierto, ya que no realizan el cálculo de costes correctamente. La mayoría de ellos solamente atienden al coste del producto. En ocasiones no se tienen en cuenta otros cálculos como la optimización de los procesos para reducir el consumo de agua, los productos utilizados o la carga contaminante del agua residual (sólidos en suspensión, conductividad, BDO, DBO, etc.). Pocos curtidores realmente se preocupan por las características ambientales de los productos a utilizar, siendo el precio el único indicador de calidad.

La curtición tiene mucha historia y tradición, pero una parte importante del sector no tiene interés en poner en valor sus mejores características, permitiendo que proliferen nuevos materiales como el «cuero sintético», cuyo efecto contaminante por la composición química de sus materiales plásticos (PVC) es altísimo. No obstante, debe tenerse en cuenta que cada vez en mayor cantidad se está produciendo «piel sintética» con resinas, que en ocasiones pueden ser más biodegradables y eco-friendly que el cuero.

Desafortunadamente el sector del curtido ha sido objeto de críticas debido principalmente a la desinformación y a la difamación de algunos colectivos que se han dedicado a dañar a un sector cuya labor principal consiste en encontrar un nuevo uso para un subproducto de origen animal. Y recordemos que, de no llevarse a cabo la curtición de estos desechos, se generaría una nueva problemática en la gestión de residuos, como ya está sucediendo en algunos países donde el consumo de carne sigue creciendo pero la industria del curtido ha perdido fuerza. Es en este aspecto en el que hay que incidir y demostrar que este es un sector comprometido y concienciado con el medioambiente.

Autor: Salvador Esquerra Dot

Responsable de Marketing de Quimser

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