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EL EUCALIPTO, EL ÁRBOL DE LOS MILAGROS

Santos (1997) indica que uno de los capítulos más apasionantes de la historia del eucalipto es su relación con la erradicación de la malaria. Esta enfermedad, conocida también como paludismo, es una afección parasitaria producida por protozoarios hemáticos del género Plasmodium y transmitida por la picadura de mosquitos Anopheles sp. (Vargas, 2003).

A lo largo del siglo XIX, se creyó que los eucaliptos combatían la malaria simplemente desinfectando la tierra y el aire. A finales del siglo, se determinó la causa del paludismo y se estableció la verdadera relación del eucalipto con la enfermedad. La hembra del mosquito Anopheles sp. lleva el parásito de la malaria y lo implanta en el sistema sanguíneo del ser humano. El hogar del mosquito y el lugar de cría se encuentran generalmente en un área de agua estancada como los pantanos o humedales. Debido a que el eucalipto absorbe grandes cantidades de agua, puede drenar pantanos destruyendo así el hábitat del mosquito y, en consecuencia, detener la propagación de la malaria.

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Según Hinke (2000) en el último tercio del siglo XIX fueron los médicos quienes impulsaron la aclimatación del eucalipto en el Valle de México con el fin de sanear la ciudad y reducir los casos de malaria y otras fiebres, recomendando el uso de las especies E. globulus y E. gunnii, que ya habían sido empleadas con éxito en lugares como Argel, Barcelona, Cádiz y en varias ciudades de Italia y Córcega. Por su parte, Fernández (2002) menciona que la plantación de eucaliptos se encontraba entre las medidas prácticas de saneamiento contra la malaria.

El eucalipto, fundamentalmente E. globulus, ha sido denominado el “árbol de los milagros” por su papel en la destrucción de hábitat de los mosquitos, vector de la malaria y otras enfermedades que afectan al ser humano.

Respecto a su aporte benéfico sobre los suelos, al protegerlos del cáncer de la erosión, es notable la visión de Albert (1909), considerado el padre de la conservación de los recursos naturales en Chile, quien ya recomendaba la especie Eucalyptus globulus para terrenos “frescos o regados”. En su libro, Albert plantea la necesidad de mantener una oferta de madera en terrenos de aptitud forestal para el desarrollo de las comunidades. Dicha recomendación fue tomada por el Instituto Forestal (INFOR), quien realizó extensos estudios de introducción de especies y tratamientos silviculturales, reconociendo el sentido de equidad social que involucra el establecimiento de plantaciones (INFOR, 2002), dado que las forestaciones con eucaliptos mitigan la presión antrópica, fundamentalmente por el uso de leña, sobre las especies nativas. Además, contribuyen a reducir la pobreza campesina, tanto proporcionando los recursos necesarios y escasos como aportando ingresos monetarios para las familias campesinas.

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