Autoría: Silvia Carrera
Rubén vivía frente al mar y jugaba a construir hermosos castillos. Una tarde, Rubén vio a un pececito rojo que saltaba fuera del agua. Parecía que lo llamaba desde lejos. Durante tres días el pececito volvió a salir del agua. Rubén tomó su bote de madera y llegó a donde aquel pez. Me llamo Coral, necesitamos ayuda. Dijo el pececito. El niño lo miró asombrado y exclamó: ¿En qué puedo ayudarte? Coral, alegre, contestó: Mis amigos y yo jugamos a los piratas al mando del capitán Perla Negra, comandante de la expedición y encontramos un tesoro. Perla Negra el pez telescopio, exclamó: Hemos llamado a muchos amigos entre ellos al pez espada, al pez martillo,
a cangrejos con tenazas fuertes y ninguno de ellos pudo abrir el cofre. ¡Yo lo haré! dijo Rubén seguro de sí mismo. Rubén tomó una red para alcanzar el cofre, halándolo fuertemente pudo subirlo. Perla Negra soñaba con coronas, monedas de oro, perlas y diamantes. El niño logró abrir el cofre. Allí vivía una diminuta niña, vestida con un tutú rosa que daba vueltas al son de un lindo vals. La hermosa melodía hizo bailar a todos, incluso a Perla Negra quien descubrió que no hace falta tener oro para ser feliz. Mientras Rubén regresaba a casa, las turquesas olas se balanceaban de un lado al otro mientras jugaban con el viento y el travieso sol los miraba desde el firmamento.