En el cumpleaños de Jaimito su papá le regaló una consola de juegos espectacular. Su papá trabaja en una gran empresa y su mamá siempre viaja, por eso él aprovecha todo su tiempo para entretenerse con su juego de vídeos. - “Juego con mis amigos ‘virtuales’, a veces ellos me ganan, pero otras yo les gano, lo único es que no los puedo ver”, le cuenta Jaimito a David, su compañero de escuela. - “Yo a mis amigos sí los veo y puedo jugar con ellos a cualquier hora” responde David. - “Mi computadora también tiene juegos pero solo puedo usarla para hacer deberes. En cambio tengo una bicicleta para correr con mis amigos por el parque. Hace pocos días Jaimito no fue a la escuela y decidimos con otros compañeros ir a la casa de Jaimito para ver qué le pasaba, y ahí lo encontramos,
casi que nos asustamos... - ¡Mira tiene los dedos pegados en la consola! -dijimos en coro-. ¡Qué pena, Jaimito tiene fija la mirada en la pantalla del televisor! Fue ahí cuando sus padres hablaron largamente con Jaimito y establecieron un rígido horario. Solo una hora diaria que podría dividir entre ver televisión y jugar con sus vídeos. - ¡Ni un minuto más! El resto de tu tiempo a estudiar y a jugar con tus compañeros-, le dijo su mamá. “Acordamos un horario que debes cumplir o te quedaras sin videojuego”, le advirtió. Después de eso, Jaimito en las tardes nos busca y nos dice: “Ustedes sí son mis amigos de verdad e iremos a jugar” y al parque corremos en bicicleta. ¡VamosJaimito! cooorrreee… cooorrreeee… Ahora se lo ve feliz y cumple al pie de la letra el horario que le pusieron sus papás, así puede seguir jugando con su videojuego.