Revista 16

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Autora: Paulina Trujillo

Llegó el día que Muriel había temido desde hace semanas: la visita al doctor. Su madre había separado una cita porque es importante saber cómo está desarrollándose, cuánto ha crecido, si ha subido o bajado de peso, cómo están sus dientes, etc. Mientras esperaban el ascensor en el hospital de niños, Muriel temblaba, se imaginaba que el médico le haría algo doloroso, como inyectarle o algo parecido. Cuando llegó el ascensor, casi, casi salió corriendo. Iba contando los pisos que subían, esperando que no parara. Pero paró, justo en el piso donde estaba el médico que la había visto siempre, desde que nació hace seis años. -¡Hola Muriel, estás muy grande!-, le dijo el doctor Iván, que aquí entre nos, era idéntico a Gepetto, el papá de Pinocho, ese personaje del cuento. -Hola doctor Iván- dijo Muriel con la cabeza baja, un poco temerosa.

-Patty, por favor, mídale, pésele y tómele la temperatura-, pidió el doctor Iván a su asistente. Patty le subió a Muriel a la balanza, le midió y le puso un termómetro de vidrio bajo la lengua. Unos minutos después, le dijo al doctor: -Todo en orden, doctor, ha crecido cuatro centímetros y ha subido 800 gramos desde la última visita-¡Perfecto!- dijo el doctor Iván, mientras examinaba los ojos, oídos y garganta de Muriel. -Veo que estás comiendo adecuadamente y que haces ejercicios. Te felicito, eres una niña saludable. Muy sonriente y aliviada, porque no le habían hecho nada horrible ni doloroso, Muriel le dio un beso en la mejilla al doctor y este le regaló un caramelo. -Cuidar la salud de los niños es importante y el médico siempre cuidará de ti- dijo el doctor.







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