EXPOSICIÓN: AZULES Y ROJOS. Elvira Martos

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ELVIRA MARTOS

AZULES Y ROJOS



ELVIRA MARTOS

AZULES Y ROJOS #ExpoAzulyRojo

MUSEO DE ARTE

DE ALMERÍA

espacio 2

Sala Jesús de Perceval


EXPOSICIÓN ELVIRA MARTOS. AZULES Y ROJOS Sala Jesús de Perceval (Museo de Arte de Almería - Espacio 2) Del 11 al 30 de septiembre de 2020 Organiza Ayuntamiento de Almería | Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Colabora Diputación Provincial de Almería Coordinación Juan M. Martín Robles Montaje e iluminación Blanca Mañas Diseño materiales expositivos Fundación de Arte Ibáñez Cosentino

CATÁLOGO DIGITAL Edita Ayuntamiento de Almería | Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Colabora Diputación Provincial de Almería Textos © Elvira Martos Dirección de Arte Juan Manuel Martín Robles Diseño, maquetación e impresión digital © Fundación de Arte Ibáñez Cosentino


índice

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AZULES Y ROJOS PASADO CONTINUO Elvira Martos

CATÁLOGO DE OBRAS


AZULES Y ROJOS

PASADO CONTINUO ELVIRA MARTOS

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A veces vamos caminando, llegamos a algún lugar y, de pronto, sentimos como se nos empieza a cargar lentamente la espalda con el peso de toda su historia. Incluso puede que nos cambie el ánimo en ese mismo momento. Como si cada sitio tuviese sus propios surcos y heridas, su propia biografía y carácter. Uno llega a Pompeya y, aunque físicamente sólo vea tierra y piedras, siente como mientras pasea, las ruinas y los muros, mosaicos, olores y gritos van creciendo en torno suya. Es una sensación incómoda que va en aumento. Como si el pánico y la ansiedad de los ciudadanos romanos huyendo del Vesubio siguiera simplemente ahí impregnando todo y se pudiera respirar y presenciar indefinidamente. Es algo parecido a saberse pisando tierra firme y a la vez estar viajando en una máquina del tiempo. La última vez que tuve esa sensación fue visitando los Refugios de la Guerra Civil en Almería y es el comienzo de esta serie de cuadros. Estando allí recordé la historia que mi abuelo me contaba de como desde cualquiera de las entradas a los túneles, era capaz de ir como un topo a ciegas tanteando la ciudad desde sus entrañas para salir por la calle o plaza que él deseara. Era su madriguera y sus recuerdos de la guerra y la posguerra tenían más tintes de juegos infantiles que de horrores bélicos. La que posteriormente fue su mujer hablaba en cambio de minutos interminables sintiendo las bombas retumbar sobre sus cabezas y llantos y silencios entre multitudes apelotonadas a oscuras. Y entonces, allí en los refugios, pude ver a mi abuelo hecho un crío delgado y feuchín que corría empujando y abriéndose paso y


a mi abuela una niña callada de familia numerosa sentada cerca de su madre esperando poder volver a su cama. El allí y en su momento de ellos, sucedía en aquel aquí y entonces ahora mío. Y yo estaba en plena ensoñación temporal de paredes que absorbían sudores fríos y noches insomnes, y hormigones húmedos donde algunos niños pintaban, cuando el guía de nuestro grupo observó y señaló a la chica de rojo y ésta bajó la mano preguntando: ¿Pero…entonces estos túneles sí que se usaron durante la guerra? Me di cuenta que ella estaba viviendo una visita totalmente diferente a la mía. Tal vez vacía y bastante monótona. Y enseguida empecé a pensar en cuantas calles que estuvieron empapadas de sangre recorrería yo a diario ignorándolo. El no saber suprimía y ninguneaba. Y ya no pude quitarme esa idea de la cabeza. Las pinturas pertenecientes a Azules y Rojos materializan memorias y escenas vividas por supervivientes de la Guerra Civil española y las contraponen y posicionan en su legítimo lugar físico y concreto en la actualidad. Todo acontecimiento se desarrolla y sucede en el mismo espacio solo que en diferentes líneas temporales. Y el amasijo de historias compartidas crea un conjunto de collages de realidades complejas y fragmentadas donde pasado y presente coexisten en una retroalimentación continua. Si somos el fruto de la historia que irremediablemente se ha ido desenrollando hasta traernos a este instante concreto, nuestro presente estará igualmente cimentado en pilares profundamente anticuados y nos encontraremos viviendo en la prolongación constante de un pasado continuo. A veces las raíces son fundamentalmente indispensables, otras simplemente obsoletas. 8|9


Las calles que pisamos han sido pateadas por muchas personas antes que nosotros y aún más las patearán a posteriori. Las costas desde las que la armada de Hitler bombardeó Almería hoy se encuentran inundadas de personas con mascarillas. Las hermanas de clausura, que fueron abusadas y desaparecidas, han sido sustituidas por otras iguales y distintas. Las cartillas de racionamiento o las filas a las puertas de los mercados conviven con carros llenos de productos cada vez menos naturales y necesarios. Los niños que no tenían prácticamente qué vestir y veían remendar hasta la saciedad sus trapos sucios actualmente tienen armarios atiborrados de ropa hecha en países exóticos de extraños nombres. Y en los refugios, hoy todos se hacen selfies sonrientes. Mientras todos los que la vivieron siguen hablando de la guerra. Hay instantes que ya empiezan a disiparse y nombres, personas o situaciones que se evaporan por turnos, menos la guerra maldita. Siempre la guerra. Como una roca pesada inamovible. Y tal vez exorcizándola y transformándola en arte, les pese a todos ellos algo menos.


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AZULES Y ROJOS CATÁLOGO DE OBRAS


COLAS, GARRAS, UÑAS Y DIENTES 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm En la posguerra repartían cartillas de racionamiento que especificaban qué (según la disponibilidad) y cuánta cantidad de determinado alimento podíamos comprar por familia; pero la mayoría de los productos estaban muy limitados y se agotaban enseguida. Es por eso que estábamos dispuestos a hacer largas colas para todo. Miraras dónde miraras toda la ciudad era una infinita fila de caras hambrientas. Filas y más filas.



NI SANTOS, NI INOCENTES 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Dos violentos muy excitados llegaron a la cárcel con bidones de gasolina para quemar vivos a los 38 hombres (curas salesianos, falangistas de la familia Ibarra, empresarios y hombres de derecha, según el criterio de los que decidían) que allí habían confinado, y no lo hicieron porque otros hombres de izquierda, que estaban preocupados en la puerta, se lo impidieron. Los encarcelados, aterrorizados, oían las pretensiones, voces y discusiones. En Arahal, no tuvieron esa suerte los encarcelados de derecha, y ardieron vivos.



CARTILLA DE RACIOCINIO 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Cada Familia tenía una cartilla de racionamiento a la semana. Según las provisiones, unas veces incluía arroz o garbanzos, o... pero en ningún caso azúcar o café. Al final cada uno vendía lo que tenía y el estraperlo se adueñaba de las calles.



REFUGIOS 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Los túneles del refugio recorrían Almería como un amasijo de serpientes subterráneas y yo de niño había aprendido cada uno de sus recovecos. Desde cualquiera de las entradas a sus túneles podía ir recorriendo a tientas el subsuelo y llegar a otro punto distante de la ciudad sin dudar en ningún cruce o desvío.



SORORIDAD 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Sacaban a las monjas a rastras, las pelaban, abusaban de ellas, las mataban y terminaban quemando el convento. Conventos, iglesias, santuarios, catedrales, parroquias, colegios, ermitas, todo ardía. Mi madre salió de casa ese día para toparse con tres hermanas que se encontraban sentadas en un banco en plena calle con caras desconcertadas. No tenían dónde ir, y desde ese momento hasta algunas semanas más tardes que cada una pudo viajar para ser hospedada por con algún familiar, vivieron en casa con nosotros.



AZUL Y ROJO 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm La familia quedó destrozada y sin recursos al faltar el único sueldo que la mantenía. Pepe, entonces de cinco años, se estremece aún por el doloroso recuerdo de su madre, que cayó desmadejada y rota de dolor en el primer escalón de la escalera de su piso vivienda, llorando entre lamentos y temblores, con el paquete de comida en sus manos, y a su hermano Pedro, de catorce años, al que él siempre había visto tan fuerte y seguro, clamar a gritos llorando: ¡Mi padre, mi padre!



CANDELA ES NOMBRE DE MUJER BÉLICA 2020 Acrílico y collage / lienzo | 61x46 cm La milicia y los propios vecinos aporreaban las puertas de las casas e irrumpían requisando todo lo que tenían al alcance. Aquello que no les servía, simplemente lo lanzaban por los balcones. Si no hubiéramos estado encerrados todos tras ventanas y puertas tapiadas, podríamos haber presenciado una lluvia continua de cómodas, mesitas de noche, libros y sillas, que estallaban en esquirlas de madera nada más caer y desmembrarse en las aceras. Después se hacían grandes fogatas y los llantos y el olor a quemado inundaba las calles.



BLACK ALWAYS 2020 Acrílico y collage / lienzo | 61x46 cm La mayoría de la gente vestía ya con harapos. Y vestidos y camisas eran remendados una y otra vez, durante años. Algunos incluso iban descalzos. Y fue entonces que Argentina mandó un cargamento enorme de grandes sacos de trigo para la población en hambruna. Recuerdo la mirada sagaz de algunas mujeres, comprobando y estirando la lona. Y como poco después, las sacas se habían transformado en todo tipo de bragas, calzones y ropa interior.



CORRAL 2020 Acrílico y collage / lienzo| 46x61 cm Por muy humilde que fueran las familias, casi todas tenían en casa un corral o un gallinero en sus patios. Mi abuela tenía gallinas y una cabra de la que sacábamos la leche. Y algunos vecinos incluso criaban con esmero un pobre lechón al que alimentaban con cáscaras de fruta y ojos golositos.



RECOVECOS OSCUROS 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Su marido se encontraba desaparecido desde el inicio de la guerra. Y de eso ya había pasado más de un año. Un buen día empezamos a notarle el embarazo. Y mientras iba creciendo su tripa, se incrementaban a su vez los rumores malévolos, los insultos en voz queda y las miradas de reprobación y lascivia. Fue la comidilla del pueblo esos años en lo que no había nada que llevarse a la boca. Tiempo después, y sólo al acabar la guerra, descubrimos que muchos de aquellos maridos, hijos, mujeres, vecinos o primos que dábamos por huidos o desaparecidos, realmente habían estado durante todo ese tiempo escondidos en habitaciones dobles tapiadas con armarios o estanterías y en cobertizos o zulos en medio de la nada. Algunos salían en mitad de la noche para estar junto a los suyos; otros habían permanecido años encerrados en antros y agujeros a los que no llegaba luz alguna. El marido de la mujer embarazada había sobrevivido dentro de un pozo gracias a que su esposa le llevaba comida y cargaba al hijo de ambos rodeada de murmuraciones e insultos. Mientras ella callaba.



ADMIRAL SCHEER 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Cuando terminó la guerra yo sólo tenía cinco años, pero me acuerdo perfectamente que, durante los años posteriores, me estuve despertando aterrada cada noche soñando con el ruido de las sirenas que hacían que la vida se congelara en cualquier instante y fuéramos corriendo al refugio más cercano. Recuerdo levantarme bañada en sudor frío gritando: los pitos, los pitos.



PRACTICIDAD 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Arrestaban a alguien y, en muchos casos, no se volvía a saber de él o de ella. Las tapias de los cementerios amanecían cada vez más agujereadas y teñidas con más manchas rojizas; pero los cuerpos pocas veces aparecían. Y las familias no sabían hacia dónde dirigir sus flores, sus respetos, sus rezos o lloros. Siquiera sus maldiciones. No sólo asesinaban a sus vivos, sino que a su vez les robaban sus muertos.



COMUNIÓN 2020 Acrílico y collage / lienzo | 61x46 cm Al arder las iglesias, la mayoría se habían consumido casi en su totalidad hasta sólo quedar un esqueleto desmembrado. Recuerdo que, durante años, una feligresa decidió darnos catequesis a las niñas del barrio en su propia casa. A veces, incluso nos dejaba merendar allí. Y todas salíamos de allí pensando y comentando la suerte que habíamos tenido con que la iglesia hubiera sido incendiada. Ya sabes, cosas de chiquillos.



BOOM, BOOM 2020 Acrílico y collage / lienzo | 46x61 cm Una tarde apareció corriendo por la playa un hombre de unos cincuenta años, con pinta de pescador o mariscador. Venía horrorizado y nos gritó descompuesto, pero sin siquiera pararse que nos quitásemos de en medio, porque por la playa venían los soldados cortando cabezas. Todos los niños y niñas salimos aterrados corriendo de la playa buscando refugio.





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DE ALMERÍA

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Museo de Arte Doña Pakyta Museo de Arte de Almería

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