Antonio Jesús García
JAZZ EN LA PIEL
ANTONIO JESÚS GARCÍA
Jazz en la piel
Jazz en la piel Diez fotografías jazzísticas de Antonio Jesús García Jacinto Castillo Milán
Las exigencias del trabajo fotoperiodístico y la sucesión de conciertos de una edición brillante
del Festival Internacional de Jazz de Almería (2006) son los pilares del proyecto representado en la exposición ‘Jazz en la piel’ de Antonio Jesús García. La imagen concebida y luego seleccionada para ilustrar la crónica de una noche se individualiza y se suma a la secuencia temporal del seguimiento de todo el ciclo. Después, el paso del tiempo añade al proyecto la posibilidad de profundizar en los elementos visuales y poéticos del material fotográfico. Así, además de quedar perfectamente enmarcados en el contexto sociocultural en el que se celebró el Festival, el escenario queda convertido en una especie de estudio fotográfico en el que se suceden músicos e instrumentos. El resultado es una serie de músicos que no dejan de tocar en su quietud e instrumentos que no dejan de sonar en silencio. Los tres ejes que confluyen en esta serie fotográfica son la iluminación escénica, la intensidad expresiva del músico y la contundencia material del instrumento. Estos tres ejes confluyen en la búsqueda y el hallazgo del prodigio de la música en directo, en la luz y en el gesto. En la piel del músico. En efecto, el jazz está en la piel. Nació impreso en la piel de quienes lo alumbraron hace ya más de un siglo y sigue aún siendo una música que prende en la epidermis. Por eso, en estas fotografías firmada por Antonio Jesús García, la piel ofrece una parte destacada de la verdad que reside en cada foto. La piel de los músicos admite el impúdico influjo de los focos del escenario. Así, el pianista se transforma en alquimista y el batería, en una especie de guerrero en el fragor del combate. Todo, por obra y gracia de la luz, que es el principio del arte fotográfico. Pero también, por una inquietud artística curtida en miles de conciertos de todo tipo.
La iluminación escénica genera prodigios sugeridos en las fotos: el guitarrista emula a un sacerdote y el saxofonista se convierte en encantador de serpientes en estado de gracia. El bajista es un amante que atrapa el cuerpo amado con sus manos y el cantante, un marino de tierra adentro. Pero no solo la magia emana del escenario. En la intimidad del camerino, el trompeta se confiesa intercambiando harmonías, con su hermano gemelo del otro lado del espejo. Las manos hundidas en el teclado, en las cuerdas, en los pistones de la trompeta, en la doble soledad de las baquetas. Las miradas perdidas por las esquinas del pentagrama, como si las corcheas fuesen estrellas fugaces. Este es el jazz de las fotos de Antonio Jesús García, que suenan en silencio y que vibran en la quietud de la imagen congelada al otro lado del objetivo. En ese tiempo detenido, el músico solo tiene la oportunidad de plasmar un gesto para dejar patente su talento. Sólo tiene un instante sin dimensión para concentrar estrictamente lo esencial de la escala que está improvisando. No hay antes ni después. Una evidente contradicción cuando se trata de la música, que es, más allá del sonido, tiempo y movimiento. Pero esta colección de imágenes puede obrar el milagro de ser música quieta y callada. Desde los bastidores, el fotógrafo ve lo que el público solo escucha. El tiro de cámara atraviesa la prestancia de los músicos y la inquietante belleza de los artilugios que utilizan para seducir a la audiencia. De este modo, la foto resultante logra seleccionar aquello que por sí solo contiene un discurso visual conciso y único. Antonio Jesús García se ha atrevido a proponer una especie de puzle cuyas piezas pueden ser más reveladoras por separado que reunidas. De este modo, cada personaje rebasa su condición de solista de prestigio y se convierte en alegoría visual, ya para siempre. Pero, las imágenes no son fruto del azar, sino que son consecuencia de una actitud ante lo que sucede en el escenario. Una búsqueda sin tiempo que permite sintetizar un lenguaje propio, inherente al proyecto fotográfico, en el que se afronta el tema universal de la música. ‘Jazz en la piel’ ofrece al espectador una interpretación genuina del fenómeno. Estas imágenes permiten al amante del Jazz reconstruir las sensaciones de un concierto enriquecidas con la aportación del fotógrafo. Las noches de jazz se quedan en la memoria de los adeptos siempre por encima de las circunstancias. Maestros, estrellas y mitos tocan juntos en este combo casi imposible. En esta jam imagi-
naria que no termina nunca porque los solos se suceden sin principio ni fin. El jazz es inevitablemente nocturno, aunque se interprete a plena luz del día. Es música de noche. De contraluces, de reflejos casi imposibles en el metal dorado y en la pátina oscura del piano. En esa atmósfera del concierto de jazz, la iluminación del escenario no hace sino inyectar literatura al concierto. Poesía, narrativa y mucho teatro. El teatro inmortal que genera la inspiración del músico y que, al menos en la foto, parece que ha conseguido borrar todos los adverbios por ser irrelevantes. Esta seductora nocturnidad de los músicos universales, que hacen escala en el escenario con todo el peso de sus nombres y de toda la fama que les precede, queda también impresa en las fotos de Antonio Jesús García. Itinerantes por festivales y grandes conciertos, deteniéndose a veces en reducidos templos del jazz, los músicos acaban encuadrados en la intencionalidad del fotógrafo y acaban adueñándose de esa noche continua que es una de las herencias más valiosas del jazz. Probablemente, la faceta de esta música que mejor conecta a públicos y aficionados de lugares y perspectivas diferentes. Al igual que otros proyectos de Antonio Jesús García concebidos para ámbitos musicales diferentes, la serie de imágenes ‘Jazz en la piel’ invita a compartir la libertad creativa y la incontenible libertad formal del jazz. Algo similar sucede en el caso del flamenco sobre el cual, el autor ha desarrollado un amplio trabajo recogido fundamentalmente en el volumen A compás (Diputación Provincial de Almería, 2019), pero también en tratamientos periodísticos emparentados con los que han servido de base a esta colección. A fin de cuentas, la expresión flamenca también reside en la piel de alguna manera. La piel es color, sensibilidad y deseo. Es capaz de admitir el paso del tiempo reuniendo belleza y sabiduría, como si fuese un lienzo orgánico iluminado desde dentro. La colección ‘Jazz en la piel’ es anterior en el tiempo a otros proyectos de Antonio Jesús García relacionados con la música. Pero, una especie de contrapunto cronológico que reside en este trabajo permitiría ordenar las fechas sin obedecer demasiado al calendario. A veces, los grandes maestros del jazz generan la ilusión temporal de que las escalas improvisadas se adelantan en el tiempo a la secuencia natural que impone la armonía.
Kenny Garret (2006)
Jamire Williams, baterista Kenny Garret Quartet (2006)
Kris Funn, contrabajo Kenny Jarret Quartet (2006)
Tomatito (2006)
Michel Camilo (2006)
Jerry González (2006)
Gonzálo Rubalcaba, pianista con Joao Bosco (2006)
Joao Bosco (2006)
Kiko Freitas, baterista con Jaoa Bosco (2006)
Kiko Freitas, baterista con Jaoa Bosco (2006)
EXPOSICIÓN Julio / Septiembre 2021 Produce: Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Organizan: Ayuntamiento de Almería | Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Colabora: Diputación Provincial de Almería Comisariado y diseño expositivo: Juan Manuel Martín Robles Montaje: Blanca Mañas
CATÁLOGO Editan: Ayuntamiento de Almería | Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Colabora: Diputación Provincial de Almería Texto: © Jacinto Castillo Milán Fotos: © Antonio Jesús García Dirección de Arte: Juan Manuel Martín Robles Diseño y maquetación: © Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Depósito Legal: AL 2153-2021