CATÁLOGO DE EXPOSICIÓN: DOÑA FRANCISCA DÍAZ. RETRATOS DE CARLOS PÉREZ SIQUIER

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DOÑA FRANCISCA DÍAZ | RETRATOS DE CARLOS PÉREZ SIQUIER



DOÑA FRANCISCA DÍAZ | RETRATOS DE CARLOS PÉREZ SIQUIER


CRÉDITOS Catálogo

Exposición

Editan Ayuntamiento de Almería Fundación de Arte Ibáñez Cosentino

Museo de Arte Doña Pakyta (Almeria) Del 7/05/2019 al 9/06/2019

Colabora Diputación Provincial de Almería Textos © Antonio Sevillano Miralles © Juan Manuel Martín Robles Fotografías © Carlos Pérez Siquier Dirección de Arte Juan Manuel Martín Robles

Produce Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Centro Pérez Siquier (Olula del Río, Almería) Organiza Ayuntamiento de Almería Colaboran Diputación Provincial de Almería Comisario, diseño y coordinación Juan Manuel Martín Robles

Impresión digital Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Depósito legal AL 1148-2019

Exposición y libro llevados a cabo con motivo del cuarto aniversario de la apertura del Museo de Arte Doña Pakyta, el 5 de mayo de 2015.


DOÑA FRANCISCA DÍAZ | RETRATOS DE CARLOS PÉREZ SIQUIER



FRANCISCA DÍAZ TORRES HIJA PREDILECTA DE ANDALUCÍA Antonio Sevillano Miralles

N

o fue el único reconocimiento recibido, pero sí el de mayor rango institucional: Hija Predilecta de Andalucía. Decreto rubricado por el Presidente de la Junta de Andalucía, Juan Antonio Griñán, «ya que en doña Francisca Díaz Torres concurren méritos suficientes para hacerse acreedora a la referida distinción». Publicado en el BOJA núm. 56 de 22 de marzo de 2010, lo transcribimos en su literalidad: Francisca Díaz Torres ha sido una adelantada en la defensa de la sostenibilidad. Propietaria de la finca El Romeral, situada en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, la ha dirigido durante casi 80 años, asegurando la conservación de este inigualable y emblemático paraje. Primero junto a su marido, José González Montoya, y en solitario tras su fallecimiento en 1975, ha consolidado la gestión sostenible de esta finca de 3.000 hectáreas. Para mantener su valor ecológico y su belleza, ha conservado el carácter ganadero y cerealista de la finca, al tiempo que ha puesto en marcha numerosos proyectos innovadores, guiados por su respeto a la Naturaleza. El compromiso de Francisca Díaz con el territorio y con los principios de sostenibilidad nos permite a nosotros y a las generaciones futuras seguir disfrutando de un paraje incomparable. Por ello, ha sido distinguida en su empeño por la conservación del Parque Natural, lo que le ha permitido obtener a “El Romeral”, entre otros reconocimientos, la


declaración de finca ecológica y ser la primera empresa en poseer la marca “Parque Natural de Andalucía”. SEMBLANZA

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onocida coloquialmente por Dª Paquita, Francisca Díaz Torres nació el 13 de marzo de 1911 en Corella –localidad castellonense donde su padre ejercía de Magistrado– y emparentó con uno de los apellidos más influyentes de la burguesía almeriense al contraer matrimonio con José González Montoya. El patriarca familiar, José González Canet (1842-1911), parralero originario de Canjáyar, es el iniciador del ingente capital acumulado, procedente del comercio del esparto, consignación de buques, exportación frutera y de la compra-venta de terrenos rústicos y fincas urbanas en la capital y provincia. Formó parte de la sociedad constructora de la plaza de toros, adquiriendo tres años después de su inauguración (1888) la totalidad del accionariado. Alcalde y senador del Reino (1890-1896) por el Partido Conservador, fundó una Banca privada y Casa Uvera, con sucursal en Londres. Su hijo y suegro de Dª Paquita, Antonio González Egea (Almería, 1872-1939), alcalde, diputado provincial y consejero del Banco de España, tiene dedicada en la ciudad una calle y plaza. En ella edificó su primer domicilio e instaló el despacho mercantil. En la espléndida casa –ajardinada y tiempo atrás derribada– nacieron sus hijos Carmen y José. Durante la guerra civil fue sede de la institución benéfica La Gota de Leche, Cruz Roja Internacional y Gobierno Militar en la posguerra. Incrementó notablemente el patrimonio heredado y encargó en 1928 al arquitecto Guillermo Langle la construcción –previa a la solicitud y planos aportados al Ayuntamiento el 8 de septiembre– del chalé –“hotel”, en lenguaje administrativo– de la plaza Emilio Pérez –Circular–, en su confluencia con C/ Gerona, sobre la terraza de verano del teatro-cine Trianón; solar en el que previamente había habilitado una pista de tenis. Circundado por una verja de cerramiento de 53,40 m., esta sería la residencia habitual del matrimonio hasta el fallecimiento de ambos. Inspirado en las mansiones solariegas del sur de Francia, abomina-


ban del calificativo de “casona”, con connotaciones norteñas o vascas. Es más, existen serios indicios de que González Egea solicitó dicho proyecto en Biarritz a un arquitecto galo, idea desarrollada, validada y firmada ya en Almería por Langle Rubio, arquitecto municipal y director de la obra. En el descatalogado Conversaciones en Almería (Ed. Cajal, 1988), con textos de Jesús Ruíz Esteban y fotografías de Carlos Pérez Siquier, comentaba al respecto: «Lo que son las cosas de la vida. A mi me dio mucha pena cuando se empezó a construir, porque yo entonces practicaba mucho el tenis, y no era mala jugadora; y este era uno de los pocos sitios donde podía jugar… Y yo me decía para mis adentros que aquel señor mayor no tenía derecho a echar abajo el campo de tenis para construirse una casa… Ahora esta casa es mía y mañana será de los almerienses… Quiero que sea un Museo permanente, como para mi lo es… Por eso le he hecho un reto a la Administración para que afile su eficacia; y he puesto un plazo de un año para que después de mi muerte el Museo esté funcionando, y si no es así que vuelva a los míos». Tercera de los cinco hijos habidos en el matrimonio del juez capitalino Andrés Díaz y de la nijareña Josefina Torres, tras regresar de Castellón, Francisca Díaz estudió en el colegio de la Compañía de María y seguidamente en Córdoba, recibiendo la educación propia de las mujeres de su clase social. Recién cumplidos los 21 años, el 19 de marzo de 1932 se casaron en la intimidad del palacio episcopal, ceremonia oficiada por el obispo Martínez Noval. Con su esposo –nacido en marzo de 1901–, hijo y heredero –junto a su hermana Carmen– de González Egea, marcharon a vivir a Ciudad Jardín, no ocupando el magnífico y flamante domicilio hasta terminada la guerra. Él quedó en Almería, donde estuvo un tiempo detenido en la cárcel de El Ingenio y después dirigiendo la antedicha asociación La Gota de Leche. Y ella en Granada, en la que trabajó temporalmente en el envasado de productos farmacéuticos. González Montoya, presidente de la Federación de Caza, su gran afición, se distinguió por las mejoras técnicas introducidas en sus fincas agrícolas del término municipal de Níjar: creación de praderas artificiales e implantación del riego por goteo, del que fue


precursor en la provincia. Así como en la importación de ganado selecto de Inglaterra, país donde se educó y residió de los 7 a los 20 años. Ya de casado compartió la residencia capitalina con la hacienda El Romeral, en San José. Falleció el 10 de diciembre de 1976, sin descendencia, siendo su esposa la continuadora de la gestión patrimonial legada. Francisca Díaz, de acendrado espíritu religioso (comulgaba diariamente en la capilla de las Damas Catequistas), presidió entidades de carácter benéfico y vivió a caballo entre la plaza Circular y la referida finca, además de realizar frecuentes viajes a Inglaterra, Suiza, Biarritz o Miami. Especialmente –lo señalaba en el citado Conversaciones en Almería– durante los tres meses –febrero, marzo, abril– en los que los vientos de levante o poniente hacen estragos en la ciudad. Tal como adelantábamos, febrero de 2010 es la fecha en que fue nombrada Hija Predilecta de nuestra Comunidad Autónoma, en reconocimiento a su continuada voluntad de ordenamiento y conservación de miles de hectáreas de alto valor ecológico en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, con lugares tan emblemáticos como Mónsul, Los Genoveses y San José. Hectáreas de las que se descuentan las adquiridas en los años setenta por Michelín, multinacional francesa del neumático. En aquellos paisajes protegidos dirigió los hoteles Cortijo el Sotillo y Doña Pakita, y explotaciones agropecuarias respetuosas con el ecosistema; razón por la que en 2009 fue distinguida con el premio de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Anunciada está la rehabilitación de otro conjunto de cortijos y viviendas de pastores –Las Chiqueras– como instalación hotelera, ubicada en El Romeral, paraje de Los Genoveses. En 2011 el Ayuntamiento le impuso el Escudo de Oro de la Ciudad en correspondencia a su donación al Municipio –1984– del tan citado chalé, donde actualmente abre sus puertas el museo pictórico que lleva su nombre. En él pernoctó el general Franco en su primera venida a Almería en 1943 y fue visitado en 1971 por el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, con motivo de la Semana Naval. En cuanto a la visita del a la sazón Jefe del Estado –el 9 de mayo del referido año–, tras los actos oficiales protagonizados se “hospedó” aquí con su esposa, Carmen Polo:


«Lo de Franco en mi casa no pasa de ser una simple anécdota… Nos la pidió y nosotros la dejamos, y eso es todo. En el sótano se instaló el Cuartel General del Generalísimo. Aquì estuvo Muñoz Grande, Muñoz Aguilar, sus señoras… Y mientras, nosotros nos fuimos a vivir a casa de mi cuñada Carmencita (casada con Antonio Cuesta Moyano), la hermana de mi marido… Después no tuvimos relación alguna; por eso digo que es una anécdota y nada más. Sí, a través del gobernador nos hicieron llegar un regalo, una cosa que no es muy grande: un pebetero japonés…». Tras la muerte del esposo, cuatro fueron las décadas transcurridas en viudedad en la señorial mansión; con el recuerdo y añoranza de pasados esplendores. Soledad paliada merced a la diaria tarea empresarial, viajes, prácticas religiosas, lecturas y compañía de amistades y familia. Francisca Díaz Torres, la mayor latifundista de la provincia, falleció ya centenaria el 18 de marzo de 2014, siendo inhumada en el cementerio nijareño del Pozo de los Frailes.





RETRATOS EN BLANCO Y NEGRO CARLOS PÉREZ SIQUIER TRAS EL OBJETIVO Juan Manuel Martín Robles

F

otógrafo de múltiples registros cuya evolución nos muestra, siempre en paralelo al devenir del tiempo que le tocó vivir, una progresiva reformulación conceptual inspirada en procesos reflexivos en torno a la Fotografía como manifestación estética y lenguaje artístico, al margen, por lo general, de veleidosas novedades técnicas o abruptos cambios de registro que aíslen –sin solución de continuidad– unas imágenes de otras, a lo largo de su dilatada carrera –desde el documentalismo de sus primeras fotografías en blanco y negro, hasta el guiño pop (de un pop netamente español, alegre y mordaz a partes iguales) de sus imágenes en color, pasando por una postura de personal encuentro con la realidad que pronto le llevaría a ser considerado como uno de nuestros clásicos contemporáneos– Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930) ha buscado en la mirada cómplice de aquellos que se situaron frente al objetivo de su cámara –como siglos antes hiciesen algunos de los viejos maestros de nuestra Pintura, como Velázquez o Goya– la verdad y singularidad de cada uno de los personajes que ha capturado para la posteridad. Una máxima, estrechamente unida a su compromiso –insobornable– con la contemporaneidad y el protagonismo que en la producción de nuestro Premio Nacional de Fotografía 2003 tendrá el ser humano –tanto su presencia, como su ausencia, espacio en el que entrará en juego la huella que aquél deja en su entorno–, que se patentiza especialmente en los numerosos retratos que, tanto como obras independientes,


como imágenes pertenecientes a series de mayores dimensiones y alcances –pensemos en los retratos de insondable hondura que pueblan la serie de La Chanca en blanco y negro–, el almeriense ha realizado desde finales de la década de 1950. Unos años en los que varios de sus retratos femeninos ilustraron las portadas de la revista AFAL –números 19 (1959), 26 (1960), 28 y 29 (1961)– y durante los cuales ante su cámara posaron artistas e intelectuales almerienses como Jesús de Perceval, Capuleto, Francisco Alcaraz, Carmen Pinteño, Vicente Ferrer, Miguel Naveros, José María Artero o Julio Alfredo Egea. Un conjunto de obras esenciales, alejadas de iluminaciones efectistas y barrocas composiciones que resten protagonismo a unos personajes a los que, lejos de aislarlos de su entorno, inserta con naturalidad en su espacio cotidiano o habitual –convirtiéndose éste en un elemento más en la definición psicológica del retratado–, al que pertenecen los diez retratos de Francisca Díaz Torres, popularmente conocida como ‘doña Paquita’, que ahora se presentan. Unas fotografías, algunas de ellas inéditas hasta este momento, tomadas por Pérez Siquier, a comienzos de la década de 1970, en la vivienda de la retratada. Hecho que convierte a algunos de estos retratos en documentos históricos que nos permiten conocer cómo fue el interior de la vivienda hoy transformada, por expreso deseo de su propietaria, en el primer Museo de Arte que Almería ha tenido a lo largo de su historia. Diez imágenes, seleccionadas para la ocasión entre los numerosos negativos que configuran el legado Pérez Siquier que se custodia en el Centro que, situado en Olula del Río (Almería) y gestionado por la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino, lleva el nombre del fotógrafo almeriense, que nos muestran a una modelo, Francisca Díaz, que, por lo general, adopta una pose relajada, sin llegar al desenfado, que dinamita las distancias entre retratada y fotógrafo, y, por extensión, entre retrato y espectador. Tanto en aquellos planos cortos en los que toda la atención y fuerza expresiva se concentra en el rostro y la mirada, en ocasiones cómplice, de la retratada, como en aquellos otros planos generales en los que doña Paquita, de cuerpo entero y sentada con elegante compostura, dejando traslucir a través de su gesto amable la seguridad que el entorno


elegido le transmitiría, se deja retratar en los espacios íntimos en los que se desarrollaría su vida cotidiana. Unos retratos de cuidada y equilibrada composición en los que la luz, siempre natural –como no podría ser de otra manera–, destacará, sin estridencias y sin olvidar el elemento estético –marca indiscutible de Carlos Pérez Siquier– que distingue la creación artística del mero documento, tanto los rasgos de la retratada, como el singular espacio arquitectónico que le sirve de fondo.


DOÑA FRANCISCA DÍAZ | RETRATOS


DE CARLOS PÉREZ SIQUIER



















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