JOSÉ MARÍA TAMAYO SERRANO Dibujos y pinturas
José M ar í a Ta m ayo Ser r a no
José M aría Tam ayo Serr ano dibujos y pintur as
CRÉDITOS Edita Ayuntamiento de Almería Colaboran Diputación Provincial de Almería | Fundación de Arte Ibáñez Cosentino Textos Antonio Espadas Salido | Juan Manuel Martín Robles Dirección de arte Juan Manuel Martín Robles Impresión digital Fundación de Arte Ibáñez Cosentino © de la edición Ayuntamiento de Almería © de los textos Los autores Depósito Legal AL 1538-2016
Portada José María Tamayo Serrano: Nostalgia (detalle), 1924.
ÍNDICE José María Tamayo Serrano: el pintor ubetense que retrató a Alfonso XIII
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Antonio Espadas Salido
José María Tamayo. El artista y su obra ante la crítica contemporánea
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Juan Manuel Martín Robles
José María Tamayo Serrano: dibujos y pinturas. Selección de obras 1907-1970
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dibujos y academias
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retratos y figuras
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paisajes, escenas y costumbres
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José María Tamayo Serrano: el pintor ubetense que retrató a Alfonso XIII Antonio Espadas Salido Pintor
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l día 3 de septiembre de 1888 viene al mundo en la “ciudad de los cerros”, en la Úbeda renacentista que hoy luce con orgullo su título de Patrimonio de la Humanidad, en la ciudad que fue cuna de don Francisco de los Cobos y primer sepulcro de san Juan de la Cruz, José María Tamayo Serrano. Nace en el seno de una familia acomodada gracias a la profesión que ostenta su abuelo paterno, notario de esta importante población. A los diecisiete años muere el abuelo y su situación le cambia por completo. Lo único que permanece inmutable es su vocación por el dibujo y la pintura. Tras superar su educación escolar asiste a las clases de dibujo que imparte en el Casino de Artesanos, el aficionado local don Francisco Tejada Almagro. A los dieciocho años solicita a la Diputación Provincial de Jaén una beca para hacer la carrera de Bellas Artes en Madrid, en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, hoy Academia de Bellas Artes de san Fernando.
Dicha beca le es concedida por un importe de quinientas pesetas. La trayectoria de sus estudios es fulgurante. En todos los cursos acapara diplomas de primera, medallas, matrículas de honor… lo que le permite que al final de la carrera no sólo alcance la Medalla de Oro con una dotación de quinientas pesetas, sino que también, mediante oposición entre los alumnos con mejores calificaciones, obtenga el acceso directo a una plaza de profesor interino en una Escuela de Artes y Oficios de Madrid que más tarde, deseando estar más cerca de su familia y de su novia, cambia por una vacante que hay en las Escuelas Normales de Maestros y Maestras de Jaén donde permanecerá, tras haber opositado más tarde para obtener la propiedad, impartiendo en ella la asignatura de dibujo hasta su jubilación en 1958. En 1918 se casa en Sorihuela del Guadalimar (Jaén) con su prima Obdulia Peña. Fruto de este matrimonio serán sus hijos José María, Juan Antonio y Francisco.
Estudio para el retrato de Alfonso XIII (1927) 7
Esta familia a lo largo de su vida tendrá fijada su residencia en Jaén. Allí impartirá su labor docente en las Escuelas antes citadas y atendiendo en su estudio los encargos que empiezan a acumularse. En este mismo año, 1918, consigue un triunfo resonante al ganar el concurso de portadas para la prestigiosa revista Blanco y Negro que es conocida a nivel internacional no sólo por ser pionera en el uso del color, sino también por la alta calidad de sus colaboradores literarios e ilustradores. Entre estos últimos figuran nombres tan prestigiosos como Regidor, Huertas, Méndez Bringa, Sancha, M. Ramos, Baldrich, Penagos, Sileno y Cecilio Pla, el que fuera su profesor predilecto de sus tiempos académicos. Su trabajo, la cabeza de una bella mujer, de perfil, con tocado de velo o mantilla, fue publicado el 17 de febrero. En 1924 concurre por primera vez a la Exposición Nacional de Bellas Artes con sus cuadros Nostalgia y Ermita andaluza. Dos años más tarde, volverá a participar con Desgranando maíz y Tierras del Condado. En 1927 el Ayuntamiento de Úbeda le encarga un retrato del Rey Alfonso XIII destinado para su Salón de Plenos. Como su deseo es pintarlo del natural solicita que el monarca pose ante el lienzo. El Rey accede y le concede una 8
Tamayo junto a sus compañeros de Escuela
Tocado de mañana (portada de Blanco y Negro) Pintando al Rey Alfonso XIII (1927)
sesión de media hora en el Salón del Trono del Palacio de Oriente. Entusiasmada la familia real por el boceto que tiene a la vista, el rey le concede una pose más para el día siguiente. Como es lógico suponer, lo que pinta Tamayo ante el Rey es la cabeza y algunos apuntes más de la pose y del salón, ya que el ropaje con el que ha de vestirle se lo prestó el rey para que allá en su estudio de Jaén hiciera la composición final. El resultado fue una verdadera obra de arte. La prensa nacional y la extranjera se hicieron amplio eco de este evento y difundieron la noticia acompañada con fotografías del acontecimiento. En el mes de noviembre el retrato de Alfonso XIII es presentado en Madrid en la exposición que Tamayo organiza en la sala Nancy con gran afluencia de público y excelentes comentarios elogiosos por parte de la crítica y demás asistentes. El día anterior a la inauguración la exposición es visita, en privado, por la Reina María Cristina acompañada por miembros de la casa real. De esta visita Mundo Gráfico deja constancia con una fotografía en la que aparece el autor junto a la Reina Madre.
Retrato del Rey Alfonso XIII (1927) Mundo Gráfico (23/11/1927)
En la colección de cuadros presentados aparece también el Retrato del General Saro encargado igualmente por el Ayuntamiento y destruido después durante la Guerra Civil. Este retrato 9
era sólo de medio cuerpo y en 1944 el Ayuntamiento volvió a encargarle otro similar, pero de cuerpo entero, que es que actualmente figura en dicho salón. En 1932 expone en el XII Salón de Otoño de Madrid su óleo Jaén visto desde el Almendral y el jurado calificador de este certamen le nombra Socio de Mérito de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid. Al año siguiente, es decir en 1933, le es concedida Medalla de Oro en el Concurso Provincial de Pintura de Jaén. La Guerra Civil le sorprende en Madrid, a donde se había desplazado con su hijo José María para presentarse a unas oposiciones en las que salen a concurso numerosas plazas de dibujo, entre las que figuran las de Jaén, Úbeda y Baeza. Cuando acude, el día 13 de julio de 1936, a la Ciudad Universitaria, lugar donde habían de celebrarse, se entera que han sido desconvocadas. Cinco días más tarde estalla la guerra. José María no regresa a Jaén y consigue que la familia se venga a Madrid para afrontar todos unidos tan difíciles momentos. El pintor ha sido privado de empleo y sueldo por el hecho de haber pintado al Rey y se ha enterado que a su cuñado lo han matado, allá en Sorihuela. Temeroso de que pueda correr la misma suerte prefiere permanecer en la capital, 10
Retrato del General Saro (1944) Crucificado (detalle)
junto a los suyos, y poder pasar desapercibido más fácilmente. Tras vivir un trienio lleno de incertidumbres, en el que se ve obligado a abandonar la paleta y los pinceles y tener que sobrevivir en ocupaciones casi mendicantes, al fin consigue recuperar la luz de la tranquilidad y de la esperanza con la llegada del fin de la contienda. Tamayo entierra y olvida todo el mal recibido y se recluye en sus aulas y en su estudio, allá en la “capital andaluza del Santo Rostro”, donde recupera de nuevo sus actividades artísticas y docentes. A pesar de la penuria de aquellos años tan difíciles de la posguerra, su fama atrae un gran número de encargos que le permite afrontar con esperanza el poder recobrar gran parte del tiempo perdido. Trabaja intensamente, no sólo en la realización de nuevos retratos, sino también en la restauración de cuadros, o en la ilustración de libros e incluso, en diciembre de 1946, toma posesión de la plaza de Dibujo y Caligrafía de la Escuela de Comercio de Jaén. Pasados algunos años consigue formar parte del profesorado de la Escuela de Artes y Oficios y del Instituto de Enseñanza Media, ambos igualmente de Jaén. Viaja por España y aprovecha sus desplazamientos, siempre provisto del bloc y del lienzo, para recoger la belleza
y el embrujo de todos aquellos lugares que visita. No sólo capta y recrea sus paisajes pintorescos sino, también, los personajes y las costumbres más enraizadas de la cultura de sus pueblos. El 23 de abril de 1971 fallece su esposa Obdulia Peña y la retrata, al pastel, en su lecho de muerte. Al año siguiente en Jaén, capital donde ha residido la mayor parte de su vida, el grupo literario El Olivo, le concede su emblema más representativo, el Olivo de Oro, en reconocimiento a su labor como artista y maestro de tantos pintores y profesionales de otras ramas que pasaron por sus aulas. El día 28 de octubre de 1975, recién cumplidos los ochenta y siete años, nuestro insigne pintor José María Tamayo Serrano fallece en Almería, lugar donde vivía con su hijo Francisco desde el fallecimiento de su esposa y es enterrado con ella en el cementerio antiguo de Jaén. Sobre su vida y su obra se pueden encontrar amplias referencias en todos los libros o medios de información que traten sobre dibujo o pintura del ambiente artístico español del siglo XX. Incluso en la Enciclopedia Espasa Calpe se puede halar su biografía acompañada por algunos de sus cuadros, en el tomo 59, páginas 204-205. También hizo, de forma esporádica, algunas incursiones en el terreno de 11
la escultura, entre ellas la talla de una Virgen Dolorosa para la capilla del Vía Crucis del cementerio de Jaén y un Cristo crucificado que conserva su hijo Francisco. Su extensa producción artística ha quedado repartida, en numerosas colecciones pictóricas por toda nuestra geografía y de forma muy especial en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de su Úbeda natal –retratos de Alfonso XIII y General Saro– y en el Museo Provincial de Jaén, capital donde fue alumbrada la mayor parte de su obra, Bacante griega, Escena callejera, Desgranando maíz y Retrato de Alfredo Cazabán. El día 8 de septiembre de 2006 el Ayuntamiento de Jaén en pleno acuerda, por unanimidad, a petición de su hijo Juan Antonio, cambiar la calle que el Consistorio le había dedicado años atrás en el distrito 5, por otra de nueva ejecución en el distrito 4, sección 10, en el Boulevard, justificando el cambio por encontrarse en esta zona las calles dedicadas a los artistas jiennenses más ilustres. Dicha calle lleva el nombre de Pintor José María Tamayo. A pesar del tiempo transcurrido desde su muerte hasta el día de hoy, su nombre sigue apareciendo, de forma intermitente, en libros y revistas de temática artística. Su larga vida, dedicada a la pintura hasta el final de sus días, ha permitido 12
que su obra haya sido copiosa y muy repartida. En 1995 su hijo José María hizo un meticuloso estudio de las obras localizadas, en el que figuran más de mil. De las que un sesenta por ciento son retratos, un veinticinco composiciones y el quince por ciento restante paisajes. Como es fácil deducir, puede ser que el número de las no localizadas supere estas cifras. También hay que resaltar el concienzudo dominio del dibujo que el pintor acredita en cada uno de sus cuadros y que de forma especial se manifiesta en sus retratos, en los que no sólo se magnifica el parecido del modelo –la parte física– sino también, de forma subyacente, su carácter personal. Bien se puede decir que los retratos de José María Tamayo Serrano son verdaderas radiografías del alma.
Bibliografía básica Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe. 1928 (edición 1958). Tomo 59, páginas 204-205. Jaén (colección Nuestra Andalucía). 1989. Tomo I, páginas 274-276 y tomo II, páginas 667-669. Los dibujos de la Academia. 1990. Página 227. Luis Quesada: La vida cotidiana en la pintura andaluza. 1992. Páginas 414-415. Ramón Quesada Consuegra: Úbeda: hombres y nombres. 1982. Páginas 198-199. Homenaje a cien jiennenses del siglo XX. 2000. Página 58. La senda de los huertos. Revista cultural de la provincia de Jaén. Páginas 269 y 279. Jaén pintada (catálogo de exposición). 1987. Dionisio Godoy Rollón: Artistas andaluces en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (1856-1936). 2009. Páginas 205, 207, 2011, 212, 284 y 303. Úbeda año 2007 (semblanza de Antonio Espadas Salido). Página 48. Muestra de Pintura Giennense (catálogo de exposición). Úbeda, imagen y sonido (semblanza de Antonio Espadas Salido). 2009. Páginas 33-35. La mujer en la pintura. Siglos XVIII-XX (catálogo de exposición). 1991. Página 62. El impulso creador de la burguesía almeriense. La pintura de la modernidad. Años 1850-1936 (catálogo de exposición). 2010. Páginas 89-91. «El año académico cultural», en Anuario informativo ilustrado de la vida artística, científica y literaria de España. 1927. Páginas 112-135. VI Jornadas de Estudios histórico-artísticos sobre las Cuatro Villas. 1992. IX Jornadas de Estudios histórico-artísticos de las Cuatro Villas. 1996. Jaén. 100 años de pintura. Tomo III. Página 1498.
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José María Tamayo: el artista y su obra ante la crítica contemporánea Juan Manuel Martín Robles
Historiador del Arte
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inculado a la docencia artística desde que en 1914 obtuvo mediante oposición el título de Profesor Auxiliar de Dibujo hasta su jubilación, en 1958, al margen de la importante labor docente desarrollada en distintas instituciones de Jaén y los numerosos encargos, institucionales y privados, recibidos a lo largo de su dilatada carrera, José María Tamayo Serrano (Úbeda (Jaén), 1888 – Almería, 1975) expuso sus obras en diversas ocasiones. Momentos en los que la prensa se hizo eco de las nuevas creaciones presentadas, la evolución del artista –siempre al margen de modas que lo distanciasen de su firme apuesta naturalista– y los éxitos conseguidos. Un conjunto de textos en los que se siempre se destacó su maestría en el dibujo y la composición, la ‘vida’ de sus retratos y la verdad de sus paisajes. En definitiva unas líneas que, al margen de los consabidos plácemes de la incipiente crítica de Arte española –por lo general escasamente especializada, dada al encomio y a la labor adoctrinadora–, nos permiten valorar hoy cómo José María Tamayo
fue un artista ciertamente apreciado entre sus contemporáneos. Su participación en exposiciones nacionales celebradas en Madrid La primera noticia que documenta la actividad expositiva de José María Tamayo es la que en el diario madrileño La Correspondencia de España del 25 de octubre de 1910 refiere la participación del joven estudiante en la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año. Un certamen, el más importante entre todos los que entonces se celebraban en España, al que presentó una Cabeza de gitana que mereció la atención de Rafael Solis, quien señaló que era aquélla una obra «que certifica de la presencia de un artista». Después de aquella temprana participación no volvió a concurrir a las Nacionales hasta 1924. Ocasión en la que presentó dos obras de reciente creación: Nostalgia y Ermita andaluza. Antes del envío de las obras, Jorge Mercado tuvo oportunidad de verlas en el estudio de Tamayo en Jaén. Una visita que permitió al periodista
Desgranando maíz (1926) [detalle] 15
escribir unos extensos párrafos, publicados en el número de mayo de 1924 de la revista Don Lope de Sosa, en los que hizo hincapié el cronista sobre la indefinición estética del pintor, hecho que, según Mercado, perjudicaba a éste al dificultarle «la aplicación concreta a una determinada tendencia», y en los que valoró extensamente las dos obras observadas: «El paisaje, de luz intensa, atmósfera limpia, excelentes acordes de color, bien estudiada la hora del trabajo para sorprender, siempre, en la naturaleza el mismo momento, tiene una misma solemnidad acrecentada por el soberano espectáculo de las lejanías que no son otra cosa sino las Sierras de Cazorla y de las Villas y como centinela de ellas, el alto montículo de Ifnatoral. La figura está bien estudiada, y tiene la íntima sencillez familiar de un trabajo tan perfecto como ingenuo. El movimiento está bien expresado; hay maestría en el dibujo; no carece de calidades la obra y hay en el fondo –y en una palabra– en la composición, una nota artística, apacible y serena».
Una vez inaugurada la Nacional de Bellas Artes el 29 de mayo, fueron varias las ocasiones en las que aparecieron en la prensa madrileña diversos pareceres sobre los dos óleos 1
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de Tamayo expuestos en la sala quinta de los pabellones del Retiro. El 3 de julio de 1924 era ‘Clarior’ quien sobre las obras escribió en el diario Norte andaluz. Unas páginas en las que respecto a Nostalgia, obra correcta «y con cierta nobleza e ingenuidad, digna de todo aplauso», notó el crítico falta de perfección en el dibujo y escaso interés en la composición, aunque buenos recursos en la iluminación: «la luz que reciben el brazo izquierdo y el almohadón tienen una tonalidad perfecta». Unos criterios similares a los observados en Ermita andaluza; paisaje, «hecho con bastante acierto y gusto en cuanto a la luminosidad», en el que apuntó el periodista «la falta de técnica personal» como principal nota negativa, por posibilitar que la suya se pudiese «confundir con obras de otros pintores sin personalidad». Tres días después apareció en El imparcial (6/VII/1924) el juicio que a Ángel Vegue y Goldoni le mereció Ermita andaluza. Una obra en la que halló el crítico inspiración «en los sintéticos y emotivos paisajes de Cristóbal Ruiz»; una influencia puesta de relieve con anterioridad por Francisco Alcántara en El Sol (30/V/1924) al referirse al cuadro de Tamayo. Joven pintor que, según Vegue, se separaba de Ruiz «por la entonación azul» de su paisaje.
En 1926 volvió a participar Tamayo con dos obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Una muestra en la que se pudo ver la luminosa escena costumbrista Desgranando maíz y el paisaje Tierras del Condado. Si bien no tenemos constancia de que la crítica madrileña se hiciese eco de las obras de Tamayo en aquella ocasión, Desgranando maíz sí fue objeto de atención de la prensa jiennense con anterioridad a su exposición en Madrid. Así, desde las páginas del diario La Provincia se señaló éste como un cuadro de «verdadero alarde de tecnicismo e inspiración» (3/VI/1926). Tras aquellas tres participaciones en las Nacionales, Tamayo volvió a concurrir a certámenes artísticos celebrados en Madrid en 1931, 1932 y 1934. Tres ocasiones en las su obra fue expuesta con éxito en el Salón de Otoño organizado por la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid. Con motivo de su participación en el XI Salón de Otoño (1931), el jurado acordó por unanimidad proponerlo como socio de la sociedad organizadora. En 1932 presentó al XII Salón el paisaje Jaén visto desde el Almendral. Una obra, destacada por la prensa madrileña y descrita en el diario jiennense Pueblo bético (14/XI/1932) como «un bello paisaje donde se aprecia a Jaén desde la carretera de circunvalación vibrante de luz», por 2
Buen humor, 25-5-1924 (dibujo de Ramírez) Desgranando maíz (1926) Jaén visto desde el Almendral (1933)
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la que Tamayo fue nombrado, con fecha 25 de octubre de 1932, Socio de Mérito de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid. En 1934 tendremos nuevas noticias de su participación en el Salón de Otoño. Convocatoria para la que presentó Sierra de Jaén. Un paisaje destacado por Antonio de Lezama en las páginas de La Libertad (3/I/1934) como una obra con la que «acierta plenamente» Tamayo. 3
Madrid 1927: la exposición en el Salón Nancy De todas las exposiciones individuales celebradas por Tamayo a lo largo de su carrera, la que tuvo lugar del 10 al 18 de noviembre de 1927 en el madrileño Salón Nancy fue, sin duda alguna, una de las de mayor repercusión y transcendencia mediática: diarios madrileños de tirada nacional, publicaciones provinciales jiennenses, periódicos de otras provincias españolas –como Almería o Alicante– y rotativos hispanoamericanos se hicieron eco de aquella exposición en la que se mostró el Retrato del Rey Alfonso XIII que el Ayuntamiento de Úbeda (Jaén) encargó al artista un año antes. Una obra que fue objeto de diversas valoraciones previas a la exposición en la prensa jiennense, como la publicada por Luis González López en La Provincia del 2 de agosto de 1927: 18
«Clásico en este sentido, Tamayo, sirviéndose de las pruebas obtenidas en observación intensa del natural, ha terminado un cuadro magnífico que nos presenta a D. Alfonso XIII con sorprendente exactitud. La figura augusta desciende del trono, deteniéndose en uno de los peldaños de la escalinata. En la expresión del Monarca está toda su psicología. Viste el hábito de Jefe de Órdenes Militares, con las cuatro veneras: Santiago, Alcántara, Calatrava y Mantesa. Tras el silueteado de la figura, venida a primer término, con una distinción no estudiada, sin una línea, sin un tono que desdiga del conjunto admirable, se nos ofrecen los oros y rojos del trono, suavemente tratados, sin chillona detonación. Entre el fondo y la figura, el plegado del hábito entona la severa realeza del retrato».
Además del retrato regio, para la ocasión seleccionó Tamayo un total de veintiséis obras de reciente realización: Cristo de la Expiración de Jaén, Retrato del Excmo. Sr. Gobernador Militar de Madrid (Retrato del General Saro), Retrato del Capitán D. Luis Medina, Ermita andaluza, Desgranando maíz, Nostalgia, Las de mi tierra, Retrato del abogado D. Luis García Orts, Mi madre, Mi madre política, Autorretrato, De Sierra Morena, De la Sierra de Jaén, Por tierras del Condado, La Senda de
los Huertos, Lavanderas, dos Bodegones, Pinos, En la fuente, En la besana, Sol en la cumbre, Flores y Apuntes. Una vez inaugurada la exposición, el día 11 de noviembre, La Voz y ABC dieron cumplida cuenta del acto y destacaron tanto la maestría como dibujante de Tamayo y su buen hacer en el paisaje, como algunas de las obras seleccionadas por el artista para la ocasión: «La obras expuestas ayer son ya un interesante aviso de lo que puede ser la obra de este joven pintor, que acusa en ellas una fuerte personalidad y una técnica perfecta. Fue su primera manifestación artística el retrato, y en la exposición de obras inaugurada ayer figuran algunos retratos verdaderamente notables. Destacan la fuerte personalidad del autor en este aspecto un retrato del Rey de gran maestre de las Órdenes Militares, y otro, de uniforme, del Gobernador militar de Madrid, general D. Leopoldo Saro. En los dos se hermanan la composición del cuadro. En los dos, el fondo, sobrio de tonos, permite destacar las figuras, que dan la sensación perfecta de vida, condición indispensable en el retrato. El parecido es también exacto, pero no con esa exactitud fría y casi siempre inexpresiva de la fotografía, sino con una interpretación espiritual
del retratado, que avalora la obra con valores de obra de arte. Pero si en los retratos la ponderación es un alarde, en el paisaje la personalidad del pintor se destaca con más riguroso relieve y llama la atención. Tamayo se nos muestra como pintor de ávida retina, capaz de recibir la luz, y de una técnica lo suficientemente experta para 4 encontrarla luego en la paleta». «Veintiséis obras forman el conjunto de esta Exposición, que preside un retrato del Rey, y en la que también figura, entre otros, uno del general Saro. Los demás son cuadros de ambiente andaluz, bodegones y paisajes. En estos últimos acusa el señor Tamayo un certero sentido colorista y una honrada técnica del dibujo, que son nota común a los demás lienzos; pero que en paisajes y bodegones ofrecen más definido motivo para juzgar de las excelentes 5 dotes del pintor».
Durante los días siguientes, otros diarios madrileños también publicaron reseñas y críticas de la exposición. Unas notas en las que, como en el caso de Informaciones (14/XI/1927), se destacaron nuevamente los valores del «bello e interesante retrato de Don Alfonso», lo «muy justo de expresión y colorista» del Autorretrato expuesto y, sobre todo los paisajes presentados: 19
«más que nada, lo saliente en la obra del pintor son los paisajes, en los que aparece recogida la luz tan difícil, de las cumbres serranas. Varios rincones de Sierra Morena y de la sierra cazorleña han sido copiados por Tamayo con un gran sentido del color y un absoluto dominio de la técnica».
De la exposición también se hicieron eco los diarios provinciales de Jaén, recogiendo extractos de las críticas publicadas en Madrid, y algunas ediciones regionales del Diario de Madrid, donde se reprodujo la crítica realizada por J. Guillot Carratalá: 6
«La pintura de Tamayo pertenece a la escuela normal moderna de Cabrera, J. Benlliure, Simonet..., que sin rebuscamiento de temas ideológicos desarrolla todos los problemas con la sencillez que la realidad de los objetos marca. El mejor lienzo es el del retrato del Rey, por la gallardía que ha obtenido en el curso de su ejecución, brioso, ágil y genial en los trazos. Verdaderamente podemos ofrecer a Tamayo un puesto en el mundo pictórico por sus valores artísticos, “Las de mi tierra” es un lienzo bellísimo, que este dibujante dibujó con pasional interés, aparte de su admirable desarrollo en tonos suaves y atildados, retoques de maestría 20
embellecen aun más el conjunto o composición buscada por el autor. En los bodegones de frutas frescas y vivas, brillantes y jugosas, nos hace ver que no es naturaleza muerta lo que ha colocado en la tela, sino frugales bocados arrancados de la planta para saborearlos con entera ilusión. Tamayo, estudioso, entiende doctamente de preceptiva y conceptiva práctica, uniendo a ello las reglas anatómicas, uniendo a ello lo que para el complemento de la estructuración de la obra hace falta, pudiendo llegar con estos elementos a la generalidad efectista del expresionismo a triunfar y obtener cátedra como la que desempeña actualmente en Jaén el joven pintor»7.
También la prensa argentina se hizo eco de la exposición en el salón ubicado en el número 40 de la madrileña carrera de San Jerónimo. Una exposición cuya crónica publicó el Diario español de Buenos Aires el 10 de enero de 1928: «Tamayo, como la generalidad de los artistas que trabajan escondidos en los rincones del suelo español, es un pintor honrado y modesto que no se ha sugestionado con el señuelo de las extravagancias de los estilos exóticos de la pintura extranjera; conserva su personalidad y nos ofrece las galas de su paleta con una modestia que corre pareja con su
conciencia de técnico moderador del arte con espíritu de devoto de la tradición y el clasicismo. El retrato del Rey es, una nota de empeño; hemos visto tantas y tan poco acertadas que el de Tamayo nos resulta una buena y acabada obra de pintura como expresión y carácter. Sin recurrir a las enterezas de paleta resuelve los paños y las carnes con la pátina del natural. Una placidez de valores envuelve la construcción de este excelente retrato de don Alfonso XIII, así como otros que figuran en el salón, entre ellos, el del general Saro, el del capitán de la Guardia Civil señor Medina, el del abogado señor García Orts y su autorretrato. Junto a estas obras se destaca un cuadro de composición inspirado en la recolección del maíz de la campiña de Jaén, que es, no una impresión ligera de la faena citada, sino una acabada y bien valorada obra, con ambiente, luz de sol, de buen dibujo y perspectiva. “Las de mi tierra” es una preciosa muchacha; un estudio bien ejecutado y simpático que revela las dotes de este pintor castizo digno del aplauso del público y de la consideración de la crítica sana y honrada»8.
Expositor en tierras castellanas A lo largo de su carrera, José María Tamayo expuso su obra en Valladolid en cinco ocasiones. Unas citas con el público castellano que se iniciaron con la individual que en 1949, del 18 al 28 de septiembre, organizó la Universidad de Valladolid en la Sala de exposiciones del Palacio de Santa Cruz. Una muestra para la que seleccionó el jiennense un total de treinta y cuatro obras de las que se hicieron eco varias cabeceras vallisoletanas, destacando la general maestría del trabajo de Tamayo y la fuerza de sus retratos: 9
«El conjunto es harto vario y, como en toda exposición, no todo está al día, ni casa con actuales gustos, dentro de la auténtica honradez de dibujo que preside la sala. El fuerte, ya está dicho, es el retrato. El de la señora de Gutiérrez Semprún impresiona por su verismo delicado […] Los toques precisos para sombrear una figura… apenas sin sombras, el conjunto, todo, resuena en la amplitud de un escenario natural»10. «Tamayo sabe encontrar en los más variados paisajes –en diversidad de luces y tonalidades– ricas calidades para sus pinceles prodigiosos, que él maneja con asombrosa maestría. Los retratos tienen siempre un encanto maravilloso, y es que este 21
género es el que Tamayo domina en su técnica admirable, precisa y 11 suavemente deliciosa». «Encontramos en Tamayo un pintor de sólida formación y de acusada personalidad, a pesar de que su obra contenga en mucha parte características académicas. En toda obra, igual en los paisajes que en los retratos, rezuma la verdad y la hondura y un concepto honrado de pintar el modelo sin concesiones que se salgan de las normas clásicas. Por otra parte, sabe ver y comprender: en el paisaje, hasta lograr los infinitos pasando por todos los términos, con tal precisión que parecen fotografías cubiertas de color; en el retrato, caracteres y parecidos resaltados por una paleta 12 de bellezas coloristas admirables».
En 1950 Tamayo volvió a exponer en Valladolid. Lo hizo del 17 al 25 de octubre en el Salón Meseta. Un espacio en el que expuso un total de cuarenta y dos obras, trece retratos y veintinueve paisajes. Tras la inauguración de la muestra las tres principales cabeceras vallisoletanas recogieron en sus páginas las notas de sus críticos. Unos apuntes en los que, incidiendo en los pareceres publicados un año antes, todos coincidieron en la maestría de Tamayo como retratista: 13
«En aquella ocasión citada ya distinguíamos a José María Tamayo 22
como un pintor de firme personalidad que respalda sus méritos por la gran precisión del dibujo y la jugosa traza colorista de sus obras. Dos concepciones opuestas nos muestra ahora a través de los retratos, con distingos de escuelas lejanas entre sí. En la mayoría de ellos se sitúa en un clima pictórico muy contemporáneo, imprimiendo en los lienzos jugosas expresiones tonales de segura fuerza realista; en otros José María Tamayo retrotrae reminiscencias ochocentistas, conformando expresivamente el sentido pleno de una pintura de superior valoración, por lo menos para nuestro gusto».14 «No hemos de repetir lo ya dicho en otra ocasión sobre la manera de hacer de este artista, ni elogiar el colorido armónico, ni la seguridad en el dibujo, ni el perfecto logro de perspectivas, ni el acabado parecido de los retratos. Como en los retratos expuestos hay caras muy conocidas en Valladolid y en los paisajes puntos de vista que nos son conocidísimos, se puede bien apreciar en esta Exposición el realismo poetizado con que Tamayo sabe ver el 15 natural y trasladarlo al cuadro». «La pintura de Tamayo es una pintura sólida y honrada, que patentiza que su autor domina
magistralmente el dibujo y el color, utilizando una paleta a la vez suave, jugosa y brillante. En los retratos hay parecido físico y vida interior, calidad en carnes y ropajes, modelado y certera composición; impresionando el conjunto por su armonía y grato colorido. En los paisajes, y de modo especial en panoramas amplios, se acusa un dominio pleno de los problemas de perspectiva aérea y de su resolución: el pintor Tamayo capta el aire luz y color, con las correspondientes sensaciones de profundidad y distancia, sin que necesite utilizar resortes estridentes; todo en ellos parece suave y grato».16
Dos años después de su segunda individual en Valladolid, Tamayo volvió a exponer en la ciudad, del 12 al 21 de septiembre de 1952, en el Salón de la vallisoletana Real Academia de Bellas Artes, sito en la Casa de Cervantes. Para aquella ocasión seleccionó el artista un total de veinte obras. Un conjunto de óleos y pasteles en el que la crítica local destacó, al margen del buen hacer del pintor en el género del retrato –«como pintor de retratos tiene las condiciones más precisas para este género de pintura, logra el parecido y es grato de color»–, la fidelidad de Tamayo a la estética realista: «no ofrece concesiones a deplorables gustos modernos que nada tienen que 17
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ver con el arte verdad»; «la obra del veterano pintor […] se mantiene en la misma línea de clásica pureza sin que su intención roce en ningún momento las normas liberales que tanto se dan en los actuales tiempos». En las últimas semanas de 1953, José María Tamayo volvió a exponer en la Casa de Cervantes de Valladolid. Con motivo de aquella exposición, en la que mostró veintidós nuevas creaciones, el ubetense concedió al periodista García-Platón una entrevista que fue publicada en El Norte de Castilla del día 27 de diciembre. Unas líneas en las que el pintor dejó manifiesta su predilección por el paisaje; señaló a José Garnelo (1866–1944) y Emilio Sala (1850–1910), pintor del que señaló que «hubiera sido el padre de la pintura española», como sus verdaderos maestros; y expresó sus preferencias por Velázquez, «sigo su escuela y no me separaré de ella nunca». La quinta exposición de Tamayo en Valladolid tuvo lugar en la Sala de la Caja de Ahorros de Salamanca, del 20 al 30 de septiembre de 1959. Un espacio en el que mostró veintitrés retratos, bodegones y paisajes. En las páginas del Norte de Castilla (24/IX/1959) el encargado de glosar la exposición fue, como en ocasiones anteriores, Luis Calabia. Crítico que, además de destacar el buen hacer de Tamayo en el género retratístico, 19
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apuntó entonces la maestría de sus paisajes, en los que el artista «se recrea con nuevos y buenos éxitos de luz, perspectiva y espectacularidad, aparte del dibujo, que domina como pocos», y sus cuadros de flores, tema en el que lo consideró Calabia «a la cabeza del escalafón español, como buen andaluz enamorado de la naturaleza». Más escueta fue la nota que este año dedicó Diario Regional (23/IX/1959) al pintor nacido en Úbeda. Allí T. S. C. destacó, al igual que Calabia, lo acertado de los retratos expuestos, obras «plenamente definidoras del estilo del pintor», y situó a la altura de éstos los paisajes y naturalezas muertas seleccionadas. Profeta en su tierra: las exposiciones de Tamayo en Jaén Al margen de recoger de forma puntual los éxitos cosechados por Tamayo fuera de su tierra natal, también en numerosas ocasiones la prensa provincial jiennense se hizo eco de la exposición de sus obras en Jaén. Así fue el caso de la muestra que junto a José Nogué (1880–1973) organizó en los salones de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén del 19 al 30 de octubre de 1924. 22
Sobre las pinturas presentadas por Tamayo se pronunció el crítico del diario Patria, en su edición del 5 de 24
noviembre, destacando algunos de los cuadros presentados, como Ermita andaluza, paisaje en cuyo análisis incidió nuevamente el periodista en la comparación con la obra de Cristóbal Ruiz, «en verdad hay en él ondulaciones del terreno, lejanías esfumadas como en el moderno pintor, pero la técnica y la composición son bien distintas»; Nostalgia; Por tierras del Condado; Pinos de Jaén y Río en Sierra Morena, dos «buenos cuadros» estos últimos que ponían de relieve que «el autor debería atreverse con alguna obra de más empuje, donde se manifestara plenamente su habilidad técnica al interpretar la vegetación agreste». La siguiente exposición celebrada por Tamayo en Jaén de la que dio cumplida cuenta la prensa provincial fue la organizada por el pintor en el Salón del Círculo Mercantil de Úbeda, durante los primeros días del mes de octubre de 1927. Una muestra para la que seleccionó treinta y una obras, buena parte de ellas expuestas posteriormente en el Salón Nancy de Madrid, entre las que destacó Alfredo Cazabán en el número de octubre de la revista Don Lope de Sosa los retratos de Alfonso XIII y el General Saro, «dos obras, aciertos de composición, de técnica, de luz y de dibujo», y el Aurretrato de aire bohemio en el que el cronista apreció «algo que viene de muy adentro; que viene del alma del artista». 23
Tras aquella muestra, fue el Casino Primitivo de Jaén la que acogió en 1931, entre mediados de febrero y el 15 de abril, una nueva individual de obras del pintor ubetense. Una muestra para la que seleccionó nueve obras –retratos, paisajes y algún cuadro de composición– entre las que la prensa local destacó Desgranando maíz –«estudio de costumbres, con fineza de color, gusto decorativo y elegancia de composición y sensibilidad»–, Rincón giennense, Pinos de Jaén –obra en la que «consiguió en las coloraciones “extraer”, valga la expresión, toda la belleza que en las notas de cada elemento de la composición se destacan»–, Paisaje de Sierra Morena y los retratos de José La Torre, El doctor Serrano Piqueras y la Sra. de Serrano. Género este en el que, de modo general, apreció el crítico de El Liberal de Jaén los mayores triunfos: 24
«El señor Tamayo triunfa además en el difícil género del retrato, porque realizando esa pintura dentro del verismo y del concepto realista a que ha venido respondiendo la interpretación de dicho género en el curso de algunos siglos, armonizó en cada representación la justeza de la forma con muy variadas cualidades de cromatismo y selecto gusto en la composición de sus obras. Pintor de bellezas y elegancias, sin concesiones bastardas, sabe fijar en el lienzo las características de distinción de las damas y caballeros
que retrata, y singularmente las exquisitas delicadeza que le ofrecen 25 los modelos infantiles».
Tras su destacada participación en la Exposición Regional de Bellas Artes organizada en Jaén por la Sociedad Amigos del Arte en octubre de 1933, muestra en la que Tamayo fue merecedor de la Medalla de Oro, hasta octubre de 1942 no volvió nuestro artista a organizar en Jaén una exposición individual. Una muestra que tuvo lugar en los salones de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde mostró veintiséis obras. Óleos, acuarelas y pasteles que, «con su sello personalísimo y magistral, cautivan por entero en las exposiciones por él presentadas a ese sin número de admiradores que nuestro pintor tiene», como indicó Tomás Moreno Bravo en el pequeño catálogo publicado entonces. Con motivo de aquella muestra, Luis González López –cronista de Jaén– dedicó un extenso artículo al artista y su obra en las páginas del diario Jaén. Un texto en el que destacó el buen hacer de Tamayo tanto en el paisaje como en el retrato:
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«Del examen de las obras expuestas, una conclusión es valedera: nos hallamos frente a una rica prueba de lo que algunos pedagogos llaman la multiplicidad del interés. Dibujante que hace alumnos por su pericia, 25
Pepe Tamayo maneja sus pinceles con igual acierto para los relieves, el color y la gracia expresiva de un retrato que para la aprehensión de la luz en el paisaje y sus formas. Sincero, sincero siempre, sin alardes de moderna pintura se sitúa –al alcanzar la madurez de su talento– entre los que rinden culto a los viejos maestros, a los viejos modelos, y los que buscan afanosamente orientaciones y matices inéditos en la realización de sus obras. Antiguo por reverencias a las normas clásicas; incorporado a las tendencias nuevas, a los nuevos estilos, por capacidad de adaptación y aún superación artísticas. Estilo y no técnica, que esta es palabra recusable en cualquier disciplina del sentimiento. La que informa la personalidad de este pintor, en orden a los cuadros que ahora ofrece a la pública admiración, es en todo severa. Nada de impresionismos o gustos de última hora: plenitud en la obra. El paisaje de Jaén está visto como es, como valor estético de una tierra rica y señora en sus bellezas de campo, en sus luces y perspectivas».
En 1944, tras finalizar el nuevo Retrato del General Saro encargado por el Ayuntamiento de Úbeda para sustituir al original perdido durante la Guerra Civil, José María Tamayo organizó una nueva exposición individual en 26
los salones de la Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén. Una pequeña muestra, celebrada del 20 al 24 de agosto, para la que seleccionó el artista tres retratos de reciente ejecución –los del General Saro, don Luis Fernández Ramos y doña María Rubio– que merecieron la atención de la crítica jiennense: «el retrato es, sin ningún género de duda, una de las más difíciles manifestaciones pictóricas. Es indudablemente más meritorio, que trasladar a una faceta viva, del ambiente, del color, un paisaje, un aspecto natural de las cosas, la vida misma. Esa vida misma que parece correr por la carne del ilustre general, redivivo e inmortalizado por la magia del pincel de nuestro querido amigo y pintor, Tamayo». 27
Once años después de esta exposición, de nuevo la Real Sociedad Económica de Amigos del País acogió en sus instalaciones jiennenses la obra de Tamayo, del 17 al 24 de octubre de 1955. Una nueva individual, organizada por el Ayuntamiento de Jaén, para la que el artista seleccionó veintiocho obras, entre retratos, naturalezas muertas y paisajes, y sobre la que se pronunció en Ideal Aureliano de Álvaro señalando que en ésta, «la cuarta que efectúa en Jaén, nos deleita y confirma su laureada labor con las nuevas obras presentadas y en las que la luz, la lejanía o ambiente, la justeza 28
de colorido y la línea, de exquisito dibujante, en los retratos y en los paisajes, dan la idea de los progresos de Tamayo, saturados de grácil jugosidad y maravillosa elocuencia en la forma y perspectiva de sus obras». Unos cuadros entre los que destacó el crítico Recolección, «composición en la que Tamayo ha conseguido un realismo de extraordinario mérito». Presente en la Exposición de Pintura organizada por el Ayuntamiento de Jaén con motivo de la Feria de san Lucas de 1961, donde expuso fuera de concurso el óleo Cristo de la Expiración, hasta 1965 no volvió a exponer de forma individual Tamayo en Jaén. Lo hizo entonces, del 3 al 10 de mayo, en la muestra organizada por el Foro de Arte de la emisora La Voz de Jaén en las salas de exposiciones de la Diputación provincial. Un espacio en el que colgó un total de treinta obras, entre figuras religiosas, paisajes, retratos y naturalezas muertas. A la crónica del acto de inauguración, publicada el 4 de mayo en el diario Jaén, le siguieron en esta ocasión varios artículos de opinión donde José Chamorro, Moreno Bravo o Lorenzo Guerrero Palomo expusieron sus pareceres sobre el artista, la exposición y algunas de las obras seleccionadas: 29
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«Tamayo es el hombre que ha conseguido la perfección en el retrato y no la perfección matemática
y milimétrica, que eso no es perfección en el arte, sino es otra perfección del “alma” del retratado. En su gesto característico, es su manera de verlo, es el trasunto del alma que se adivina en los rostros de los retratados. Él, en sus retratos, ha sabido captar lo “hondo”, lo realmente trascendente en la expresividad del retrato y lo ha conseguido. Pero ha puesto mucho de su cosecha de artista en la obra pictórica, y es el sentido de la claridad expresiva. Tamayo es clásico y académico, nada informalista, sino ajustado a los cánones del realismo, o mejor, 31 del naturalismo». «Ante la obra de Tamayo, como ante la obra de los grandes maestros, hay que descubrirse. Esos retratos mismos de las señoras de Ureña, de Parra, de Villar y de Quevedo, son estupendos logros de abrumador realismo. Esos lienzos de las señoritas Nofuentes y García Tamayo, trascienden en calidad y realismo. Luego el paisaje, también su mano maestra: “Cercanías de Jaén”, “Recolección de la aceituna”, “Pantano del Tranco”, “Jaén desde el Almendral”, “Pinos en la cumbre”. Allí hay unos azules, unos verdes y unos amarillos, difíciles, inmensos. ¡Cómo pinta la luz, el maestro Tamayo! No hay secretos para él en 27
su gran experiencia, en su espíritu 32 de singular captación». «Verán los lectores que aún no he hablado de la exposición actual del señor Tamayo Serrano en la sala de arte de la Diputación provincial de Jaén, pero es que quiero resumirla, con lenguaje castrense, en dos palabras “arte y belleza”, que se percibe en los lienzos titulados “Jaén visto desde el Almendral” […]; “Don José Nofuentes”, “Doctor Fernández Amela”, “Señora de don Manuel Villar”, “Cristo de la Expiración”, “Excmo. Sr. D. José Yanguas Messías”, “Bodegón de la calabaza”, “Flores”… y que en esta exposición antológica llena lo que pudiéramos decir los jalones de la vida de tan ilustre maestro, aunque falten muchísimas e interesantes obras y que ratifica su magistral armonía, composición, luz y color, principio 33 seguido en la larga trayectoria».
Ya en los últimos años de su dilatada carrera, Tamayo Serrano presentó su obra en dos certámenes celebrados fuera de la provincia en la que en 1888 vio las primeras luces. En 1966 en la Exposición de Primavera organizada por el Ateneo de Sevilla del 17 de abril al 30 de mayo, certamen en el que presentó cuatro obras –Desgranando maíz, Pueblo de Castilla, Retrato y Tierras palentinas– calificadas por 28
Manuel Olmedo en el diario ABC (5/VI/1966) como muestras de «impresionismo luminista», y en 1972 en la I Semana de Jaén organizada por la Casa Provincial de Jaén en Córdoba. Una colectiva, celebrada en la Sala de Arte de la Caja de Ahorros de Córdoba del 9 al 14 de mayo, en la que José María Tamayo expuso Cristo es así, Nostalgia y Jardín y gallinero junto a las obras de Francisco Criado Sola, Rufino Martos, María Dolores González Pareja, Clotilde García de Cevallos, Leonardo Ballesteros Tamayo, Manuel Burgos Planelles, los hermanos Senise Colmenero y Cristina S. de Tejada. Artistas que, a excepción de Criado Sola, fueron alumnos de Tamayo en las aulas jiennenses en las que, a lo largo de su prolífica carrera artística, impartió docencia.
Notas [1] Incluso en la revista ilustrada Buen humor la obra de Tamayo fue una de las destacadas dentro de las crónicas cómicas de Francisco López Rubio y Ramírez sobre la Exposición Nacional de ese año. Unos dibujos publicados el 25 de mayo de 1924 de los que reproducimos junto a este texto el firmado por Ramírez. [2] Sí que fue reproducido Desgranando maíz en el número del 30 de mayo de 1926 del diario ABC en su edición madrileña, acompañando la crítica de Rafael Domenech. Hecho que nos invita a continuar nuestra investigación en busca de noticias y críticas respecto a la participación de Tamayo en la Nacional de aquel año. [3] No fue el Salón de Otoño de 1934 la última ocasión en la que la obra de Tamayo fue expuesta en Madrid, ya que fue mostrada con posterioridad en colectivas como la que en 1953, del 7 al 22 de diciembre, organizó la Casa de Jaén en Madrid en su sede de la calle de la Paz. Una muestra, titulada I Salón de pintores de Jaén, en la que Tamayo presentó tres obras –Flores y frutos, Hora romántica y Retrato de D. José de Yanguas Messia– junto a las de los artistas jiennenses Rafael Ortega Cobo, Ramón Higueras, José Pablo García de Zúñiga, Antonio Briones Martín, Francisco Cantero, Santiago Morales (Eseme), Manuel Serrano Cuesta, J. Cerezo Moreno, Luis Orihuela, Rufino Martos, Luis Aldehuela, Mariano Bartivas Espinosa, Constantino Ungetti, Eduardo Terrón Fernández, F. Álvarez Rus, Alfredo Martos y J. Martínez Mena. [4] G. «De arte. Exposición de pinturas de José María Tamayo». La Voz, 11/XI/1927. [5] «Arte y Artistas. Exposición José María Tamayo». ABC, 11/XI/1927. [6] Vid. «Nuestros artistas. Exposición Tamayo», La Voz de Jaén, 19/XI/1927; «La exposición Tamayo en Madrid», La Provincia (Úbeda), 24/XI/1927. [7] GUILLOT CARRATALÁ, J. «Crónicas de arte. La exposición Tamayo». Diario de Alicante, 18/XII/1927; GUILLOT CARRATALÁ, J. «Crónicas del Diario. La exposición Tamayo». Diario de Almería, 6/I/1928. [8] BLANCO CORIS, J. «La página artística». El Diario español, 10/I/1928. [9] Vista parcial de Jaén, Cañada de la Hazadilla (Jaén), Valores de Jaén, Olivares (Jaén), Cuevas del montañés (Jaén), Calle de pueblo (Jaén), Tipo andaluz, Raza pura, Paisajistas, Parterre de la Granja (Segovia), Pinos (Segovia), El mar (La Granja), Colegiata (La Granja), En tierras de la Pernía (Palencia), Casa-administración del Pantano de la Requejada, Camporredondo (Palencia), Retrato de la Sra. Gutiérrez Semprún, Mi primogénito, Mi hijo, Retrato de la Srta. P. L., Amparito Díaz-Caneja, Blanquita Díaz-Caneja, Retrato de un deportista, Flores, Flores y frutas –2 obras de igual título–, Romería en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, Apunte (Valladolid) –2 obras de igual título–, Pantano de la Requejada, El Pisuerga rumbo a Arbejal, El encargado y Arbejal (calle típica). [10] CALABIA, Luis. «Exposición Tamayo en el Palacio de Santa Cruz». Hoja del Lunes, 19/IX/1949. 29
[11] J. L. O. H. «Exposición Tamayo en Santa Cruz». Diario Regional, 20/IX/1949. [12] ITO. «Exposición de José María Tamayo en el Colegio de Santa Cruz». Libertad, 27/IX/1949. [13] Verdadero retrato de Jesús, Mi hijo, Patrito, Sra. de Alonso, Sra. de Pareja, Sr. Pareja, Niñas Pareja (tres retratos), Sr. García y García de Castro, Niños Gutiérrez (dos obras), Maruja, tipo andaluz, Pantano de la Requejada, El “mar” (la Granja), Rincón Castellano (Palencia), Pinar de Antequera, Campo Grande, Calle típica (Aguilar de Campóo), Rincón de Sierra de Jaén, Puente colgante, Río Pisuerga, Sol de mañana, Sol de tarde, S. Ildefonso, La Colegiata y Las Peñicas. [14] ITO. «Exposición Tamayo en “Meseta”». Libertad, 18/X/1950. [15] C. R. «Pinturas de José María Tamayo». El Norte de Castilla, 18/X/1950. [16] L. P. «Exposición Tamayo en Meseta». Diario Regional, 18/X/1950. [17] Retrato de mi hijo, Retrato de la Srta. Calderón (dos obras de igual título), Niña Mª Cristina Matía Prim, Niño Javier Matía Prim, Niño Edmundo Matía Prim, Srta. de Pino, Hijo de D. Francisco Pino, Srta. de Quevedo, Flores y frutas, Colegiata de la Granja, Peregrino, El Compuerto, Puente romano de Compuerto, Arrabales de Segovia, Pinar de Antequera, Pinar de Compuerto, Albejar (calle típica), Requejada y “El Mar” (La Granja). [18] C. R. «Exposición de pintura de José María Tamayo». El Norte de Castilla, 13/IX/1952. [19] Ibídem. [20] ITO. «Exposición de José María Tamayo». Libertad, 14/IX/1952. [21] Ilmo. Sr. D. Lucrecio Ruiz-Valdepeñas y Utrilla, Sra. de Ruiz-Valdepeñas, Dª Consuelo Ruiz-Valdepeñas, D. Rodrigo Molina Gil, Sra. viuda de Molina Gil, Sra. de Molina Rodríguez, Sra. de Tamayo Peña, Srta. Martínez Regidor, Sra. de Sánchez Albarrán, Cabeza de estudio, Sagrada Familia (copia de Murillo), Naturaleza muerta (tres obras de igual título), El puente roto (Velilla, Palencia), Casa de Campo, Rincón de Velilla (Palencia), Una calle de Velilla (Palencia), Flores, La niña de las cerezas, Pinos y En la playa. [22] Con anterioridad participó Tamayo en varias exposiciones celebradas en Jaén, como la organizada por el Ayuntamiento con motivo de la Feria de san Lucas de 1920, certamen en el que obtuvo José María medalla y premio en metálico de 250 pesetas por su obra Retrato de mi madre; o la IV Exposición Regional de Pintura organizada por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén del 18 al 30 de octubre de 1923. Exposición a la que Tamayo presentó cinco obras fuera de concurso –Crepúsculo, Retrato, Acequia, Arrabal y Sierra de Jaén–, por formar parte del jurado calificador de la muestra. [23] Cristo de la Expiración de Jaén, Retrato de S. M. D. Alfonso XIII, Retrato del Excmo. Sr. D. Leopoldo Saro, Retrato del Capitán D. Luis Medina, Ermita andaluza, Retrato de doña Isabel Madrid, Desgranando maíz, Nostalgia, Las de mi tierra, Retrato del abogado D. Luis García Orts, Mi madre, Mi madre política, Autorretrato, De Sierra Morena, De la Sierra de Jaén, Por tierras del Condado, La Senda de los Huertos, Lavanderas, El arroyo del Conde (Sierra Morena), tres Bodegones, Pinos, En la fuente, En la besana, Sol en la cumbre, Flores, dos Apuntes y Capea en Sorihuela. 30
[24] «La Exposición de Tamayo Serrano». El Liberal de Jaén, 17/III/1931. [25] Ibídem. [26] Luz de tarde, Vidas quietas, Palacete de la Guindalera, Luz de mañana, Fruta de Jaén, Por tierras del Condado, Lejanía de Jaén, Feria de san Lucas, Pergamino, Cueva del Montañés (Jaén), Flores y frutas, Otiñar, Sierra de Jaén, Senda de los Huertos, Flores y frutas, Marujita Troyano, El inspector D. Agustín Serrano de Haro, Srta. Balbina Pérez, Desgranando maíz, Sra. Viuda de Pérez, Teniente Coronel D. Luis Medina, Autorretrato, Flores y madroños, El Cronista de Jaén, Srta. M. J. y Srta. Reche. [27] «Se inaugura la exposición del señor Tamayo en la Sociedad Económica». Jaén, 22/VIII/1944. [28] D. Saturnino García Pérez, Tierras de la Pernía (Palencia), Sra. de García Pérez, Cesto de flores, Retrato de la Sra. de la Torre Vergara, Flores, Campo Grande (Valladolid), San Ildefonso (Segovia), Sra. de Tamayo Peña, Recolección, D. Juan Tamayo Peña, Bodegón, Albejar (Palencia), Rvdo. Sr. D. José Carpio, Muy Ilustre Sr. D. Eleuterio Villén, D. Tomás Moreno Bravo, Calle Barroymier (Aguilar de Campóo), Puente romano-Compuesto (Palencia), D. Francisco Luis Tamayo Peña, Sra. de Puente Lázaro, D. Joaquín Garrido, La Colegiata de la Granja (Segovia), Pinos, Poblado del Ptno. de Compuerto (Palencia), Pinar de Antequera (Valladolid), Flores y frutas, Estanque de la Granja (Segovia) y Pinos de Compuerto (Palencia). [29] ÁLVARO, Aurelio de. «Una exposición de José María Tamayo». Ideal (ed. Granada), 6/XI/1955. [30] Cristo de la vida (Patrón de Bélmez de la Moraleda), Cristo de la Expiración, Cercanías de Jaén, Recolección de la aceituna, Señor Fornes, Iznatoraf, Claveles, La niña de las cerezas, Pantano del Tranco, Doña Aurora Fernández Amela de Ureña, La presa del pantano del Tranco, Muy ilustre señor Don Cándido Carpio, Entrada a la casa administración del pantano del Tranco, Doña Alfonsa Quevedo, La nieta del pintor, Bodegón de la calabaza, Señora de don Manuel Villar, Señora de Parra, Jaén visto desde el Almendral, Señora Maruja Nofuentes, Don José Nofuentes, Puente roto, Señorita Carmen García Tamayo, Casa palentinas, Pinos en la cumbre, Doctor Fernández Amela, Paisaje, Excmo. Señor don José Yanguas Messía, Flores y Dr. Palma Rodríguez. [31] CHAMORRO, José. «“Foro de Arte”: Tamayo, simplemente magistral». Jaén, 16/V/1965. [32] MORENO BRAVO. «El maestro Tamayo». Jaén, 8/V/1965. [33] GUERRERO PALOMO, Lorenzo. «Arte supremo en los lienzos de don José María Tamayo Serrano». Ideal (ed. Granada), 8/V/1965.
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José María Tamayo Serrano: Dibujos y pinturas Selección de obras 1907-1970*
* Selección de obras para la exposición José María Tamayo Serrano (1888-1975). Dibujos y pinturas, antológica celebrada del 14 de julio al 9 de octubre de 2016 en las salas temporales del Espacio 2 del Museo de Arte de Almería. 33
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d ibujos y Academias
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Autorretrato con diecinueve aĂąos (1907) LĂĄpiz sobre papel. 15,5 x 11 cm. ColecciĂłn familiar de los herederos del artista
Mi patrona (1908)
Lรกpiz sobre papel. 17 x 15 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (estudio de ropajes) (1910) Lรกpiz sobre papel. 47 x 31 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (El dios Mercurio) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 63 x 39 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (escultura) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 61 x 46 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (Laocoonte) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 62 x 47 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (Dios Baco) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 81 x 58 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (escultura) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 47 x 63 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (hombre sentado) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 60 x 41 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (hombre desnudo) (hacia 1910) Lápiz sobre papel. 63 x 46 cm. Colección Fundación de Arte Ibáñez Cosentino
Academia (hombre) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 63 x 47 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (indĂgena) (hacia 1910) LĂĄpiz sobre papel. 60 x 41 cm. ColecciĂłn familiar de los herederos del artista
Academia (hombre desnudo) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 61 x 47 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (estudio de ropajes) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 60 x 41 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (mujer sentada) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 62 x 47 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (mujer desnuda) (hacia 1910) Lรกpiz sobre papel. 60 x 41 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (hombre sentado) (1912) Lรกpiz sobre papel. 102 x 70 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Academia (hombre con cรกntaro) (1912) Lรกpiz sobre papel. 60 x 45 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Estudio de mujeres (hacia 1920) Sanguina sobre papel. 18 x 25 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Composiciรณn para escena (hacia 1930) Lรกpiz sobre papel. 23 x 18 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Composiciรณn para cuadro (hacia 1930) Lรกpiz sobre papel. 22 x 31 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
AgustĂn (1937)
LĂĄpiz sobre papel. 26 x 19 cm. ColecciĂłn familiar de los herederos del artista
Paisaje (hacia 1940) Lรกpiz sobre papel. 36 x 27 cm. Colecciรณn familiar de los herederos del artista
Paisaje de la sierra de JaĂŠn (hacia 1940) LĂĄpiz sobre papel. 16 x 21 cm. ColecciĂłn familiar de los herederos del artista
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