Museos y patrimonio natural Museos.VE
Revista digital de divulgación de la museología venezolana Nuestro propósito es difundir las experiencias que nacen de la reflexión de la museología, praxis museística, investigación académica, dinámica y los procesos del museo que constituyen su razón de ser: conservar, investigar, comunicar y exhibir el patrimonio cultural y natural de la nación. Aspiramos ser un espacio de encuentro, una plataforma de diálogo e intercambios entre los profesionales de la museología venezolana y las disciplinas afines como el patrimonio, la gestión, arquitectura, educación, arqueología y ciencia y tecnología, entre otras. Desde el Comité Editorial los invitamos a participar con sus publicaciones para contribuir, con sus conocimientos y experiencias, al desarrollo de nuestros museos. Edición trimestral. Nueva etapa. Noviembre-diciembre, 2020-enero, 2021. N°38
Museos.VE es una publicación digital editada por la Fundación Museos Nacionales (FMN) con el apoyo del Sistema Nacional de Museos (SiNM) y el Consejo Internacional de Museos, ICOM-Venezuela Editor: Armando Gagliardi Comité Editorial: Clemente Martínez, Irarkil Rangel, Nathiam Vega, Edgar Ernesto González, Henry Delfín, Rafael Principal, Nohe Gilson, Reynaldo Landaeta y Armando Gagliardi Coordinación general y corrección de textos: Henry Delfín Concepto y diseño gráfico: Álvaro Arocha Paz Castillo Colaboran en este número: Maritza Acuña, Elide Sulbarán, José Lozada, Rebeca Pérez, Camilo Morón, José R. Guevara González, Omar E. Carrero A, Neida Avendaño, Omaira Hockche, Javier Méndez, Ingrid Lozano, Raúl Chacón Carrasco, Freddy Torres, Jackson Niño y la Sala Mendoza Depósito Legal ppi20112DC3881-ISSN: 2244-8535 © Todos los derechos reservados Fundación Museos Nacionales. Av. México, sede de la Galería de Arte Nacional, (GAN) La Candelaria. Caracas-Venezuela CE: museos.ve@gmail.com; museos.ve@yandex.com Facebook: Museos.VE Twitter: Museos.VE
Presentación Cuando un gobierno decreta un parque nacional o un monumento natural su propósito es preservar los recursos forestales, hidráulicos y culturales del país. Busca proteger de manera muy particular aquellas áreas que presentan características biológicas y geográficas resaltantes: bellezas naturales, con rasgos relevantes y singulares que ameritan recibir del Estado un amparo efectivo y permanente. Producto de estas leyes, en el país existen 43 parques nacionales y 36 monumentos naturales que cubren una extensión de más de 15 millones de hectáreas lo que representa, aproximadamente, 16 % del territorio. Al referirnos a parques o monumentos también mencionamos a los museos, con las funciones propias de su existencia: preservar, investigar, educar, comunicar y exponer su medio ambiente con fines de educación, estudio y deleite. El Consejo Internacional de Museos (ICOM) considera también museos a los jardines botánicos, viveros, zoológicos, acuarios, además de los ecomuseos y los museos al aire libre. A ellos, dedicamos el Dossier de esta edición. Desde esta visión, hemos invitado a profesionales de la ciencia y del medio ambiente que han realizado investigaciones a lo largo y ancho del país. Ellos, se hacen presente en este medio digital para expresar sus conocimientos y opiniones acerca de la diversidad patrimonial ambiental venezolana. Con sus textos se adentran en la problemática actual que la caracteriza. La respuesta
de los autores sobre este tema fue tan efectiva y fructífera que preparamos dos ediciones. En esta nos centramos en los parques nacionales y reservorios naturales. Cuenta con la participación de Maritza Acuña, Elide Sulbaran, José Lozada, Rebeca Pérez, Camilo Morón, José Guevara González y Omar Carrero. En la sección Museología Histórica celebramos los 100 años del Herbario Nacional de Venezuela, institución que está a la par -en cuanto al número de ejemplares que custodia- con respecto a los principales herbarios de América del Sur. En la sección de Buenas Prácticas nos sumergimos en la formación de la conservación en Venezuela, cuestión fundamental en estos momentos, dada la necesidad constante de estos profesionales en las instituciones museísticas. En Exposiciones presentamos las individuales de Toda Mérida para Francisco Grisolia en el Museo de Arte Moderno de Mérida y la Galería La Otra Banda; El otro lápiz de Leonardo Ruíz en el Museo de Los Llanos (Mulla); la de Juan Tufano: Aproximación a la nostalgia en la Sala Mendoza y la colectiva Paisaje mestizo. Ruptura y desprendimiento del paisaje en el arte venezolano en la Galería de Arte Nacional (GAN). Armando Gagliardi Editor
Dossier
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Nuestro patrimonio natural en peligro de extinción. Maritza Acuña
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Los parques naturales, nuestro patrimonio natural amenazado. Elide Sulbarán
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El patrimonio de la Gran Sabana. Situación actual y perspectivas. José Lozada
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Incorporación del Patrimonio Geocultural en la Propuesta del Plan deOrdenamiento y Reglamento de Uso de la Reserva de Biósfera Delta del Orinoco. Rebeca Pérez
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Presencia en la arena: patrimonio natural y cultural en el Parque Nacional Médanos de Coro. Camilo Morón
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Los Llanos del Orinoco en Venezuela, su diversidad e importancia como patrimonio natural desde una visión geobotánica. José R. Guevara González y Omar E. Carrero A.
Museología Histórica
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Herbario Nacional de Venezuela, 100 años de historia y conocimiento. Neida Avendaño y Omaira Hockche
Buenas prácticas
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Retos que enfrenta la profesionalización del ejercicio de la conservación-restauración del patrimonio en Venezuela. Ingrid Lozano
Exposiciones
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Paisaje mestizo. Ruptura y desprendimiento del paisaje en el arte venezolano. Raúl Chacón Carrasco
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Mérida para Francisco Grisolia. Freddy Torres
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El otro lápiz de Leonardo Ruíz. Jackson Niño
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Juan Tufano, retratos que se aproximan a la nostalgia. Sala Mendoza
Dossier
Nuestro patrimonio natural en peligro de extinción Maritza Acuña Una nación como la nuestra que posee zonas con riquezas en sus suelos, clima y diversidad biológica debería ser un país patrimonial. Nuestra ubicación geográfica nos brinda la posibilidad de ser lugar de paso y pernota para una gran cantidad de aves migratorias que atraviesan el cielo venezolano para seguir rumbo al sur. De Norteamérica, del Caribe y de Suramérica despliegan sus alas para dar colorido a nuestro hábitat y ampliar la variedad del ecosistema: costas, cordilleras, lagos y riberas de los ríos, son sus destinos para buscar alimento y reproducirse. El Pico Bolívar en la Sierra Nevada es la cumbre más alta de Venezuela con una altura de 4.983 metros sobre el nivel del mar.
Venezuela, como pocos países, dice la canción, tiene desierto, selva, nieve y volcán, además de espectaculares costas; cuenta con el humedal más grande de América del Sur: el Lago de Maracaibo; el tercer río más caudaloso de Suramérica: Orinoco; la caída de agua más alta: el Santo Ángel y especies endémicas de flores y animales. Pero, su mayor patrimonio es su gente. Nuestra geografía, así como el arraigo a las tradiciones ha permitido que figuremos en la prestigiosa lista de Patrimonio de la Humanidad de Unesco, con bienes culturales y naturales e inmateriales. Preservar nuestra biodiversidad es fundamental para el bienestar de la humanidad. Gracias al apoyo de la Convención del Patrimonio Mundial, los sitios naturales más importantes gozan del reconocimiento internacional y de la asistencia técnica y económica para combatir amenazas como la tala indiscriminada para hacer cultivos, la introducción de especies exóticas y la caza furtiva.
Pero, ¿qué significa un parque nacional? En el 1872, las naciones comenzaron a manifestar su interés por la preservación de áreas naturales por el alto valor que tienen sus riquezas, debido a la gran diversidad biológica y escénica. Ese año, en los EE UU se decretó el primer parque nacional en el mundo: Parque Nacional de Yellowstone, conocido por ser el hogar de los Osos Grizzly, como el tradicional Oso Yoggy de los comic.
La Tortuga es la segunda isla más grande de Venezuela. Está deshabitada y la actividad turística se centra en el Cayo Herradura, otra isla más pequeña.
Con el objetivo de proteger y perpetuar la extraordinaria belleza natural, este hecho llegó a constituirse en un hito histórico en el movimiento conservacionista mundial. Sirvió de ejemplo para que los países promovieran la creación de parques nacionales y otras categorías de protección, que resguardaran legalmente extensas áreas singulares de su territorio. En Latinoamérica, inició Argentina en 1922, con el Parque Nacional Nahuel Huapi; Chile en 1925, con el Parque Vicente Pérez Rosales. En Brasil en 1937 se creó el Parque Nacional de Itatiaia, en Río de Janeiro. Y este mismo año se creó en Venezuela el Parque Nacional Rancho Grande, hoy 17
denominado y conocido como Henri Pittier, en honor a este ingeniero, geógrafo, pintor, naturalista y botánico suizo. Pittier, clasificó más de 30 mil plantas en el país y se dedicó por muchos años al estudio de la flora y la fauna existente en el parque. Fue él quien propuso la creación del parque nacional. El primer Monumento Natural es Alejandro de Humboltd en homenaje al alemán que se enamoró de nuestra naturaleza. Él, fue quien descubrió la Cueva del Guácharo, Parque Nacional en el estado Monagas, que se encuentra en la población de Caripe. De los 206 patrimonios naturales Venezuela figura con sus 43 parquea nacionales y los 36 monumentos.
Fuente: https://www.researchgate.net/figure/FIGURA-1-Mapa-de-ubicacion-del-Sistema-de-ParquesNacionales-de-Venezuela-Fuente_fig1_277403711 18
En 1983, se promulgó la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio. Como consecuencia se establecieron un conjunto de categorías para la ordenación territorial del país, que se denominaron Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (Abrae) dentro de las que se encuentran los parques nacionales, monumentos naturales y otras áreas que ameritan esta condición.
Fuente: http://produccionesconvites.blogspot.com/2015/04/parques-nacionales-y-monumentos.html
Estas áreas se definen como espacios geográficos, sitios y elementos del medio físico natural con características relevantes y singulares. Ameritan recibir del Estado una protección efectiva y permanente, bajo regulaciones que garanticen la integridad física de sus valores mediante una utilización acorde, con objetivos claros y precisos, sumado a una protección y manejo adecuado sus características. 19
El régimen administrativo de estos espacios protegidos se denomina especial, por cuanto en ellos se prohíben, restringen y controlan, expresamente, ciertos usos y actividades humanas. También, porque las actividades que son permisibles están sujetas a normas legales que deben hacer cumplir los organismos del Estado responsables de su administración y cuidado. Además del Parque Nacional Henry Pittier y del Monumento Alejandro Humboldt, Venezuela cuenta con las nominaciones de Patrimonio Natural:
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Parque Nacional Canaima
A la izquierda: Parque Nacional Canaima.
Situado en el Estado Bolívar de Venezuela, el territorio el abarca 30.000 km por toda la frontera con Guyana y Brasil. Este gran tamaño lo sitúan como el 6to parque nacional más grande del mundo. Está cubierto en 65 % por tepuyes y montañas con cimas planas con características biogeológicas únicas.
En el sector occidental está el Auyantepuy, uno de los más conocidos. En 1994, la Unesco declaró este espacio como Patrimonio de la Humanidad.
Salto de Ángel Desde un kilómetro de altura cae el agua del Kerepakupai-merú, nombre indio para El Salto del Ángel, que significa «la caída desde el lugar más profundo». Ha sido candidato para concursar en las Siete Maravillas Naturales del Mundo.
El Parque Nacional Aguaro Guariquito tomó carácter jurídico con el decreto ejecutivo N° 1.686 del 7 de marzo de 1974 y bajo el número de Gaceta Oficial 30.349 del 11 de marzo de este mismo año. Con los bosques siempre verdes, sabanas, esteros y laguna, la protección del lugar garantiza la supervivencia de especies animales y vegetales amenazados y en peligro de extinción.
Aguaro Guariquito Se encuentra en el estado Guárico, al norte con tierras del alto llano central, al sur con los ríos Aguaro y Guariquito, al oeste con el río San José y el río Guariquito y al este con la carretera nacional Cabruta y el río Aguaro. Aguaro Guariquito alberga morichales con predominio de la palma de moriche (Mauritia Flexuosa), que se asocia con un tapizado de ciperáceas, gramíneas y fruticosas melastomatáceas. Esta palmera alcanza hasta 24 metros de altura y es utilizada para la elaboración de hamacas, mecates y cestas. Otra palma más pequeña que abunda en estos morichales es la Macanilla Bactris. 21
Los Roques 50 cayos y 300 bancos de arena forman este archipielago. La presencia de lagunas, aguas cristalinas y arenas blancas de origen coralino constituyen este espacio típico del más idílico caribe. Es incomparable este grupo insular de los mares venezolanos por su tranquilidad. La isla principal, donde se encuentra la poca población permanente dedicada al turismo, es la del Gran Roque.
Isla de la Tortuga Al Sur del mar Caribe, y frente al estado Miranda, se encuentra la paradisíaca Isla de La Tortuga. Américo Vespucio la llamó así por la enorme presencia de estos galápagos que encontró en esta zona. Fue refugio de piratas en el siglo XVII y, desde entonces, no ha tenido población permanente, excepto una pequeña antigua colonia de holandeses. Ha permanecido en el semiolvido y así se suma a la lista de parajes casi vírgenes de Venezuela. Sus hermosas y tranquilas playas hacen de este enclave un destino turístico excepcional, aunque esta actividad se realiza sin una organización 22
Los Roques es un archipiélago de Venezuela, que por su belleza e importancia ecológica fue declarado Parque Nacional en 1972. Está situado en el Mar Caribe, a 168 Km al norte de La Guaira, el principal puerto nacional.
estructurada. Muchos llegan en catamaranes privados o en barcos de vela alquilados y anclan sus embarcaciones a escasos metros de la turquesa orilla. Se puede acampar en la playa y practicar buceo en la barrera de coral. De arena blanca y palmeras torcidas, esta isla de 25 kilómetros es un destino para relajarse y disfrutar de la tranquilidad del mar.
Alrededores del Pico Bolívar: los Andes Con varios picos que sobrepasan los 4000 metros sobre el nivel del mar, los Andes venezolanos ofrecen un paisaje bellísimo y lleno de contrastes, que convierte a esta región en una de las más características del país. Cuenta una leyenda que el pico Bolívar (el más alto de la cordillera en la parte venezolana) recibe su nieve del plumaje de cinco águilas blancas que son perseguidas por una princesa indígena. Debido a esta variedad de altitudes, esta zona incluye sucesiones vegetales desde selvas pluviales de los valles hasta zonas de nieve permanente. La cultura de folclore andino está muy presente aquí. Es un enclave perfecto para comprar artesanía local, como las ruas, ponchos de lana característicos o probar el ponche andino de miche. Sin duda, es una excelente alternativa visitar una de las lagunas, huellas de antiguos glaciares que ofrecen una abundante naturaleza casi virgen y unos paseos espectaculares. Las más famosas son la Laguna de Mucubají y la Laguna Victoria.
La pureza del Delta del Orinoco: Parque Nacional Mariusa Es uno de los territorios más vírgenes del planeta. Formado por miles de kilómetros de vías fluviales, el Delta del Orinoco es el atractivo turístico menos explotado de Venezuela. Para perderse en la selva, conocer tribus que conservan aún sus ancestrales modos de vida y vivir una experiencia alejada del mundanal ruido contemporáneo, hay que visitar el hogar de los indios Waraos, o gente de canoas, que hacen de estas embarcaciones su manera de vivir y están perfectamente adaptados a su hábitat. La trama acuática de innumerables caños que drenan al Atlántico, de aguas planas e infinitas extensiones de selva, se adentra en un espacio geográfico prácticamente despoblado. El Delta del Orinoco, en el extremo noreste del país, ha conseguido mantener cierta independencia. Esta zona cálida ofrece además innumerables atracciones de altísimo valor ecológico y cultural como el Parque Nacional de Mariusa de 550.000 hectáreas de extensión. O los saltos de El Toro y Acoima. El afluyente del Amazonas es uno de los más bellos paisajes imaginables, repleto de colibríes, pirañas, loros, monos aulladores, nutrias y caimanes, entre otras especies. 23
La importancia del patrimonio La presentación de patrimonios es frecuente en sectores como el financiero o el empresarial. En ese sentido, se podría decir que el cálculo del valor de un patrimonio ayuda a dar una imagen fiel de una organización o sociedad y la capacidad de sus recursos ante nuevas metas u objetivos. Otro ejemplo destacado en el que la declaración de patrimonio es especialmente importante es en el caso de las personas, ya que es un indicador (pero no el único) de la calidad de vida. Así, los trabajadores públicos muestran sus bienes propios antes y después de acceder a puestos de responsabilidad y de este modo prueban que no han lucrado indebida e ilícitamente.
Nuestra triste realidad Desde hace unos años los ambientalistas han expresado su preocupación por las evidencia de invasiones, tala y explotación minera de áreas protegidas. El Parque Nacional Canaima en Venezuela, la segunda área protegida más grande del país y Patrimonio Natural de la Humanidad, 24
El Parque Nacional Mariusa fue declarado como tal a través del Decreto N° 1.632 del 5 de junio de 991. Esta medida se toma con la finalidad de proteger este ecosistema de alto valor ecológico, cuyas características orográficas repercuten en su flora y fauna. También, para preservar el patrimonio cultural de las poblaciones Warao asentadas en esta zona.
declarado por la Unesco en 1994, se encuentra en permanente amenaza por minería ilegal que comprende la extracción de minerales de la tierra. Muchos de ellos pueden tener gran valor económico como el oro, cobre, aluminio, diamantes, topacios y rubíes. La práctica de la minería en parques nacionales es ilegal en Venezuela, pues las leyes de este país y su constitución la prohíben expresamente. No solo destruye los suelos y contamina el agua, sino que también amenaza la biodiversidad de esta área protegida de importancia internacional. Las consecuencias negativas de la minería ilegal para el ambiente son cuantiosas. Entre ellas se encuentran la pérdida de ecosistemas y de hábitats de especies animales y de plantas, erosión de los suelos, contaminación de las aguas y deforestación. Asimismo, es importante destacar los efectos que para la salud de las poblaciones indígenas y los mineros ilegales tiene el entrar en contacto con las sustancias usadas para la extracción de los minerales del suelo. En general, la mayoría de nuestros parques y monumentos están amenazados por invasiones, explotación de sus espacios, destrucción de la capa vegetal y la impunidad de los que comenten delitos ambientales en esas áreas. Derrames petroleros en el Parque Nacional Morrocoy a comienzo de agosto de 2020, donde un grupo de ecologistas en Falcón aseguraron que el derrame petrolero afecta los pocos arrecifes que existen en Morrocoy, así como a la fauna en tierra. Pero no solo ocurre en la zona costera de los estados Falcón y Carabobo, sino también en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo (Zulia). Del Parque Nacional Caparo, que abarca los llanos de 3 estados Barinas, Mérida y Táchira continuamente se hacen denuncias de invasión de sus espacios y extracción de especies vegetales y animales.
Referencias Alcázar, María. Maravillas naturales de Venezuela. Disponible en http://viajes.elmundo.es/2011/08/02/america/1312280551.html Pronunciamiento de los miembros venezolanos de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas. Disponible en https://vitalis.net/tag/parques-nacionales/ Sánchez Galán, Javier. Patrimonio. Disponible en https://economipedia.com/definiciones/patrimonio.html 25
Maritza Acuña Doctora en Educación Ambiental. Miembro Asociado de la ONG Vitalis y encargada de la Coordinación de Educación Ambiental. Coordinadora general de la ACE Pequeños Científicos, (2001- 2019). Exdirectora general de Museo de Ciencias Naturales de Caracas (MUCI).Profesora de la Escuela de Educación de la UCV, (2004-2014). maritzacuna@gmail.com
En la página anterior, el Salto Ángel, la cascada más alta del mundo nace en el Auyantepui, con 979 metros de caída libre. Debe su nombre en honor a Jimmie Ángel, un aviador estadounidense que descubrió en 1937 esta catarata al sobrevolarla con su avioneta.
Los parques nacionales, nuestro patrimonio natural amenazado Elides A. Sulbarán Zambrano A Mario Gabaldón López y Dulce María Bourgoin, por la gracia inestimable de haberme llevado a esta senda, la que tanto amaron.
Parque Nacional El Ávila. Su influencia sobre Caracas condiciona radicalmente la vida cotidiana de sus habitantes. Foto: Elides Sulbarán
I En un ejercicio que comenzó siendo incruento, mis siete hermanos y yo una tarde nos dedicamos a decir, de los corotos de la familia, cuáles nos gustaría tener como propios. Nuestra familia había cumplido ya unas seis décadas y muchos objetos eran foco de atención. Me mantuve a la expectativa y cuando alguien me preguntó qué cosa era de mi interés, dije que la piedra de amolar, que dio lugar a una discusión porque era un común objeto de pretensión; mamá la zanjó cuando dijo que era mía porque había sido el primero en pedirla. Cualquiera que vea esa piedra se preguntará cuál es su atractivo, porque su apariencia rústica y amorfa, desgastada por el uso en una de sus caras, no pareciera adjudicarle el mayor valor. En seis décadas, nuestro hogar estuvo radicado en 5 viviendas, por lo que en cuatro oportunidades se organizaron mudanzas en las que nunca quedó por fuera la piedra, que llegó a ser uno de los pocos objetos que ha permanecido con la familia. Esta piedra es útil y ha llegado a ser insustituible y única. Es objeto de un afecto que le da un valor intangible y es desde 1953, momento en el que papá la recogió cerca de Mucutuy (pueblos del Sur de Mérida), parte de nuestra historia y testigo de hechos cotidianos que nos marcan, como la preparación de los alimentos. Nunca fue usada para trancar una puerta ni tuvo otra función que no fuera amolar cuchillos; siempre ha sido LA PÌEDRA DE AMOLAR DE LA FAMILIA. Y aunque esté en mi hogar, forma parte de nuestro patrimonio y es motivo de un interés que desborda lo material. Tiene un valor inestimable y no tiene precio. En mi cumpleaños 57, mamá me obsequia la piedra de amolar de la familia. Foto: Alina Sulbarán
Para que un elemento o conjunto de ellos se considere de carácter patrimonial, vinculado a una colectividad, debería cumplir todas o algunas condiciones fundamentales: 31
• Una historia y ser legado entre generaciones. • Valores intrínsecos, tangibles e intangibles. • Ser útil. • Unicidad y excepcionalidad. • Representativo del conjunto general de elementos que caracterizan a la comunidad. • Insustituible. • Reconocidos como tal por la colectividad. • Propiedad común (bienes públicos).
II Durante 30 años trabajé como técnico en el Instituto Nacional de Parques (Inparques) instituto autónomo encargado de la gestión de la conservación ambiental de los parques nacionales y monumentos naturales en Venezuela que componen un sistema de áreas naturales protegidas ,integrado hoy por 44 parques nacionales y 36 monumentos naturales que ocupan más del 20 % del territorio nacional. En este tiempo, que representa la mitad de mi vida, aprendí su gestión, valores e importancia estratégica para la dinámica funcional del país. Ese conocimiento me permite afirmar que, en buena medida, el patrimonio natural de los venezolanos está radicado en las áreas del Sistema de Parques Nacionales y Monumentos Naturales (Spnmn) ¿Qué permite hacer tal afirmación? Para responder, pasaremos al sistema por el tamiz de las condiciones fundamentales que debería reunir un patrimonio.
Tiene historia. Es un legado Para las primeras décadas del SXX, Venezuela mantenía su condición de país rural. La mayor parte de su población seguía viviendo en el campo y la economía se fundamentaba en la producción agrícola. Las bondades naturales que con abundancia poseíamos no daban lugar a pensar en conservar territorios dedicados a la protección de la naturaleza y a la obtención de servicios ambientales, en pro de la calidad de vida de la población. Sin embargo, para la década de 1920 ocurrió una decisión trascendental que, a futuro, representaría el acto administrativo originario de la conformación del Spnmn: la declaratoria del Bosque Nacional de Macarao (Decreto s/n, Gaceta Oficial N° 15.831 del 2.03.1926). Aunque este no se denominó “Parque Nacional”, el decreto reviste esa condición: el propósito era garantizar 32
el agua a la población de Caracas, declaró la utilidad pública de la conservación de bosques y aguas y prohíbe la tala y los cultivos en la hoya del río Macarao. No está claro quién lo promovió, pero puede presumirse que para esa época fue muy activo en Venezuela el sabio Henri-François Pittier, promotor en 1937 del primer parque nacional así denominado. Él tomó esta iniciativa. Pittier, ingeniero, naturalista y botánico suizo, que desarrolló excepcionales labores de botánico, conservacionista, fitogeógrafo y educador, dejó en Venezuela una huella imperecedera en la historia del desarrollo de las ciencias naturales y la conservación ambiental. En 1937, propuso la creación de un parque nacional en ambas vertientes de la Cordillera de La Costa, hoy los estados Aragua y Carabobo. El primero así denominado tuvo el nombre original de Rancho Grande, debido a la estación biológica que allí estaba asentada. El primer considerando del decreto decía: Considerando que es objeto de especial atención por parte de países de avanzada civilización el establecimiento de Parques Nacionales y Reservas Forestales, aprovechando para ello las zonas de bosques que reúnan mayor número de características favorables. En 1953, se cambió su nombre a Henri Pittier en justo homenaje al fundador del sistema. En 1952, fue creado el segundo parque nacional, el Sierra Nevada; esta vez, la iniciativa partió de la Universidad de Los Andes, ULA. Hasta ese momento, la gestión de conservación de los parques nacionales no tenía una estructura administrativa definida, y solo había dos. En 1958, se creó la Sección de Parques Nacionales adscrita a la Dirección de Recursos Naturales Renovables del Ministerio de Agricultura y Cría. En 1959, por resolución del ministro, se creó la Comisión de Parques y Reservas Nacionales, con carácter ad honorem, integrada por Manuel González Vale, Santiago Azpúrua, Martín Vegas Pacheco, Luis Benedetti, Arturo Eichler y José Rafael García como secretario ejecutivo. Ese mismo año, Eichler elaboró el Estudio Básico sobre un Sistema de Parque Nacionales, su establecimiento, manejo y uso en Venezuela. Fue el primer instrumento de planificación para el desarrollo del Spnmn con revisión de antecedentes, criterios técnicos, definición de políticas y proposiciones de legislación y gestión. Entre 1958 y 1994, hubo solo 3 directores de parques nacionales: José Rafael García, José Ramón Orta y Mario Gabaldón López, garantía de continuidad administrativa y evolución sostenida de 33
la gestión. García, se mantuvo activo en diferentes labores hasta 2004. A Gabaldón se debe la creación de gran cantidad de parques y el desarrollo de los instrumentos fundamentales de gestión, planes de ordenamiento y reglamentos de uso. Este cúmulo de esfuerzos constituye un legado que, en casi un siglo de trayectoria, ha dotado a las actuales y futuras generaciones de un conjunto de bienes ambientales, en su mayor proporción de condiciones naturales que, debidamente protegidos y conservados, brindarán sus particulares, inestimables y muy útiles servicios a todos, sin distingo alguno.
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Poseen valores intrínsecos, tangibles e intangibles Alguna vez afirmamos que el teleférico de Mérida no hubiera sido posible sin el paisaje de la Sierra Nevada y que, por el contrario, si esta obra nunca se hubiera construido, los valores fundamentales del parque allí creado hubiesen sido los mismos: valga decir, la diversidad de ambientes y de formas de vida, sus excepcionales paisajes, las máximas elevaciones topográficas de la geografía nacional, los únicos relictos glaciares (hoy casi desaparecidos), fuente de agua para innumerables poblaciones, asiento de comunidades de particulares tradiciones culturales, sede de instalaciones y proyectos destinados a la investigación científica, educación ambiental, capacitación profesional y recreación en armonía con el ambiente. Constituye el marco paisajístico que da personalidad propia a la ciudad de Mérida y que determina, en buena medida, junto a la Sierra de La Culata, su muy especial clima local. Asimismo, es atractivo incomparable para quienes desarrollan actividades de excursionismo y andinismo. Es destino turístico de relevancia nacional e internacional, donde la Laguna de Mucubají es el sitio de mayor afluencia en la región. Estos valores se ven realzados por otros igualmente importantes. Los paisajes, estas comunidades, cada uno de sus cuerpos de agua, sus animales, plantas y formas fisiográficas son fuente de inspiración espiritual y artística. Poetas, fotógrafos y pintores hallan motivos para plasmar con las más disímiles sensibilidades. Al recorrer sus senderos, respirar el aire limpio y maravillado por la luz de las mañanas, los habitantes de la ciudad se reconcilian con su herencia natural. Todas estas condiciones se reúnen en un mismo territorio, en un mismo parque nacional. En cualquier parque nacional o monumento natural que observemos, aunque sea someramente, encontraremos un amplio cúmulo de valores como los expuestos para el Sierra Nevada.
Los parques nacionales son aulas naturales abiertas para la educación ambiental. y la capacitación. Son programas fundamentales en la gestión. Foto: Elides Sulbarán
Si hacemos la sumatoria de estos, encontraremos que en el Spnmn se reúne tal cantidad, diversidad y calidad de características y condiciones especiales que hacen de este conjunto un elemento que singulariza, caracteriza y representa un aspecto esencial de la geografía nacional.
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Son útiles Hemos aseverado que el Spnmn es fundamental para el sostenimiento de la dinámica funcional de Venezuela ¿Cómo mantenemos esta afirmación? El primer aspecto lo constituye EL AGUA. Si observamos la distribución espacial de las áreas que componen el Spnmn, notamos que las nacientes y secciones más elevadas de las principales cuencas hidrográficas del país se localizan dentro de ellas. Más de dos terceras partes de la población nacional consumen agua que se drena desde alguna de estas cuencas. 70 % de la electricidad que se genera para satisfacer la demanda nacional es del tipo hídrica, en los complejos del Guri, Uribante Caparo y Santo Domingo, surtidos desde los parques nacionales Canaima, Tapo Caparo, Páramos Batallón y La Negra, Sierra Nevada y Sierra de La Culata. La producción agrícola guarda similar dependencia; las regiones montañosas y de piedemonte dedicadas a tal uso son servidas por sistemas de riego surtidos de agua proveniente parques nacionales localizados en Táchira, Mérida, Trujillo, Barinas, Zulia, Lara, Cojedes, Portuguesa, Yaracuy, Carabobo, Aragua, Anzoátegui, Guárico, Miranda y Sucre. Si Venezuela decide, de manera ordenada y cabalmente planificada, modificar su esquema económico para dejar de depender de la renta que genera la explotación minera, el turismo pareciera la alternativa ideal, especialmente porque poseemos una diversidad de paisajes que nos califica como país megadiverso, potencial que se localiza en las regiones protegidas bajo figura legal de parque nacional o monumento natural, que ya son un atractivo turístico mundialmente reconocido, pero que no ha sido cabalmente aprovechado. La educación ambiental en Venezuela es un derecho de rango constitucional, no respetado dado el exiguo nivel jerárquico que a la gestión ambiental y a la educación que se le se ha asignado en las dos últimas décadas. El objeto de esta actividad es el conocimiento y reconocimiento de la importancia y las bondades que derivan de la conservación del ambiente, en pro del mejoramiento sostenido de la calidad de vida de las comunidades humanas. Las áreas del Spnmn constituyen aulas naturales abiertas para que el hombre urbano, especialmente, conozca, aprecie y aprenda a valorar los ambientes naturales y, en consecuencia, actúe ante la necesidad de defenderlos. Se trata de que pueda transmitir esta valoración a sus descendientes, beneficiarios directos de las bondades derivadas de la naturaleza, para convertir la conservación ambiental en parte de la cultura colectiva. 36
Dos ejemplos de la inspiración que al hombre transmiten los valores naturales, los paisajes que los parques nacionales y monumentos naturales poseen son Aquiles Nazoa y Manuel Cabré. Nazoa, pudo visitar Canaima y describió lo que allí observó con la muy especial sensibilidad que caracterizó su obra, sin dejar de lado sus valores culturales y acontecimientos históricos que le confieren un carácter casi mítico a este territorio. Una zona declarada por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad. Este texto sobre Canaima contiene pasajes que, con los particulares rasgos y diferencias, podrían haber sido escritos sobre otros parques: El mapa de Venezuela se enciende de misteriosas sugestiones, cuando la vista localiza, en la región de Guayana, aquel lejanísimo punto del sur donde aparece la palabra Canaima. Como las hechizadas comarcas que eslabonan el itinerario de Ulises en sus siete años de encuentros con sirenas, con gigantes, con dioses y demonios, fue Canaima, en nuestro Continente, uno de esos territorios que la naturaleza parece condicionar para que el hombre realice idealmente en ellos sus facultades de imaginación y de ensueño (…). Allí, agotó la Naturaleza sus máximas capacidades de invención, llevando sus significaciones paisajísticas, sus caprichos morfológicos y las manifestaciones vitales de sus creaturas, a términos de una sobrecogedora magnificencia cuya emoción sólo puede expresarse en la lengua de los símbolos (…). Como al fulgor de la lámpara de Aladino, desde su primera exploración por los europeos en tiempos de la Conquista, levantó el vuelo Canaima hacia los mapas de la gran geografía aventurera del Renacimiento, y hacia el Olimpo de los mitos literarios, transfigurada por la fantasía y la ambición en la fabulosa ciudad de Manoa, la urbe de los palacios y monumentos de oro, capital y centro solar del gran Reino de El Dorado (…). Cabré, nuestro otro ejemplo, realizó una obra impresionante al plasmar los ricos matices de El Ávila en el lienzo, desde diferentes localidades del valle de Caracas, a diversas horas y épocas del año. Dejó a los venezolanos el legado de la imagen de ese cerro que da personalidad propia a la ciudad capital, en una época en la que la vida capitalina mantenía rasgos rurales, el desorden urbano y el afán de lucro no representaban amenazas sobre el cerro.
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La propiedad común Por definición y por ley, los parques nacionales y monumentos naturales son bienes públicos, creados para cumplir funciones en pro de la calidad de vida de las colectividades, sin distingo alguno ni discriminación. Estos bienes cumplen, especialmente, con dos características propias con respecto a su uso
Parques Nacionales de Venezuela distribuidos en las regiones del territorio nacional. Fuente: http://www.mucubaji.com/
por parte de los ciudadanos: no puede segregarse a alguna persona, y el uso que cada uno le dé no puede alterar sus características de manera que reduzca el beneficio de uso para otros. Así, para que las áreas del Spnmn sean propiedad común, nadie debería apropiarse de ellos como cosa propia. Quedan exentos de esta condición los sectores y predios ocupados tradicionalmente por comunidades locales, asentadas antes de la declaratoria de cada área.
Únicos, excepcionales e insustituibles Las bondades que las áreas del Spnmn venezolano aportan a la colectividad nacional son de tal importancia actual y estratégica, magnitud y especificidad, que no hay manera de sustituirlos en el cumplimiento de sus funciones específicas en lo que se refiere a satisfacer necesidades individuales o colectivas, funciones que no pueden ser sustituidas desde otras áreas.
Representatividad y reconocimiento general Los parques nacionales y monumentos naturales se localizan a lo largo y ancho de la geografía nacional y configuran una muestra muy representativa de los principales ambientes naturales venezolanos. La imagen nacional, tanto la 38
oficial como la que comúnmente conocemos los ciudadanos, tiene en las áreas del Spnmn uno de sus hitos más conspicuos, desde la Sierra de Perijá a la Península de Paria, desde el archipiélago de Los Roques hasta la Serranía de La Neblina, desde la Sierra Nevada de Mérida hasta los Médanos de Coro. En cada región hay una o más áreas del sistema que sus pobladores conocen y reconocen, que visitan y los identifican (como los Morros de San Juan o las playas y montañas de Mochima).
III Patrimonio amenazado La gestión de conservación de los parques nacionales y monumentos naturales evolucionó de manera sostenida hasta mediados de la década de 1990. En la actualidad, resulta común ver noticias referentes a la desnaturalización de las acciones oficiales sobre estos espacios. Minería en Canaima; construcción de mansiones, fuegos artificiales, casino, plantaciones en los cortafuegos, Ventel que invade Galipán y la circulación de bicicletas por senderos peatonales en El Ávila; desarrollos urbanísticos en los Médanos de Coro, proliferación de construcciones contrarias a las normas en Los Roques; proyectos de desarrollos turísticos en áreas de desove de tortugas en San Esteban; desarrollos agrícolas y urbanísticos en diferentes áreas del Spnmn. En la mayoría de estas áreas, situaciones como estas proliferan a diferente escala. Mientras tanto, de manera masiva ingresan miles de funcionarios a Inparques sin contar con dotaciones mínimas de uniformes, materiales y equipos para cumplir sus funciones. Devengan salarios miserables, sin la menor preparación técnica que les capacite para la toma de decisiones en el desempeño cotidiano de sus labores. Durante las últimas décadas, y con honrosas excepciones, la gestión de este complejo sistema ha estado en manos de directivos carentes de formación profesional compatible con sus responsabilidades, en total ausencia de sentido de pertenencia institucional. Este cuadro pinta un panorama sombrío y poco promisor para unos territorios que nos pertenecen a todos y benefician por igual. Solo una sociedad que adquiera conciencia de la relevancia actual y estratégica de estas áreas, podrá dar paso a la exigencia de una gestión digna.
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Desde sus orígenes, el desarrollo del Spnmn siempre debió afrontar la incomprensión de su carácter trascendental en tiempo y espacio ante la premura oficial de resolver lo circunstancial, tal como lo expresara Henri Pittier en una comunicación al dirigida al Ministro de Agricultura y Cría, fechada el 7 de febrero de 1949: Destruir por un lado lo que se ha conseguido a costa de muchos años de esfuerzo para volver a empezar en otra parte, no es progreso. A pesar de la amenaza que representan los privilegios oficiales que recibe el provecho particular sobre el interés general de la población, las áreas del Spnmn son instituciones sembradas en la colectividad, son su patrimonio natural; en el futuro, tal como fue en el pasado, su gestión será recuperada para cumplir los transcendentales propósitos que le han sido destinados.
Referencias Eichler, Arturo (1959). Estudio Básico sobre un Sistema de Parques Nacionales, su establecimiento, manejo y uso en Venezuela. Comisión de Parques y Reservas Nacionales. Ministerio de Agricultura y Cría. Caracas. Gabaldón, Mario; José Rafael García y Miyel Rodríguez (1983). Conmemoración del XXV aniversario del Servicio de Parques Nacionales de Venezuela. III Congreso Venezolano de Conservación. Guanare. García, José Rafael (1983). 25 Años del Servicio de Parques Nacionales. Inparques. Dirección de Parques Nacionales. Caracas. Laguna de Mucubají. Disponible en http://www.mucubaji.com/3Sistema.html Nazoa, Aquiles (1983). Canaima. Obras Completas. Volumen III. Prosa. Tomo I. Universidad Central de Venezuela. Coedición de la Dirección de Cultura y Ediciones del Rectorado. Caracas. Pérez Marchelli, Héctor (1997). Pittier, Henri-François. Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo III. Segunda Edición corregida y aumentada. Fundación Polar. Caracas. Rincón, Juan., Matos, Freddy., Sulbarán, Elides y Zambrano, Gloria (2007). Parques Nacionales del estado Mérida, aventura y conocimiento. Fonacit y Fundación Bioandin de Venezuela. Mérida. Sulbarán, Elides (1995). Sistema de Parques Nacionales y Monumentos Naturales de Venezuela, Criterios para su consolidación en una nueva realidad nacional. Trabajo Especial de Grado. Maestría en Ordenación Territorial. Universidad de Los Andes, Instituto de Geografía y Conservación de Recurso Naturales. Mérida. Texera, Yolanda (1998). La modernización difícil. Henri Pittier en Venezuela, 1920 - 1950. Fundación Polar. Caracas.
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Páramo desértico, ecosistema endémico en el Parque Nacional Sierra de La Culata, desde el que se abastece de agua 50 % de la población del estado Mérida. Foto: Elides Sulbarán 41
Elides A. Sulbarán Zambrano Ingeniero Forestal egresado de la Universidad de Los Andes, 1986. Es MSc en Ordenación del Territorio de la ULA, 1995. Es jubilado del Instituto Nacional de Parques (1990-2019), donde realizó labores en procedimientos administrativos ambientales, ordenación del territorio, gestión comunitaria, proyectos técnicos en gestión ambiental, formulación de proyectos de leyes y facilitador en cursos de capacitación. Se desempeñó en cargos técnicos en la Superintendencia del Parque Nacional Sierra de La Culata, la Dirección de Estudios Básicos y Planificación (nacional). Integrante de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas CMAP-UICN, Venezuela. Delegado del Sindicato Unitario Nacional de Empleados Públicos de Instituto Nacional de Parques (Sunep-Inparques) en Mérida. elidesasz2010@gmail.com
Sorocuá enmascarado (Trogon personatus) Parque Nacional Yacambú. Foto: Elides Sulbarán
El patrimonio de la Gran Sabana, situación actual y perspectivas José Rafael Lozada Aspectos institucionales La Gran Sabana es un territorio ubicado al sureste del estado Bolívar, en la frontera con Brasil. Allí, se declaró el Parque Nacional Canaima con una superficie de 1 millón de ha (en 1962), que fue ampliado a 3 millones de ha en 1975. También, se creó la Zona Protectora Sur del estado Bolívar (1975), que amplía el área de conservación en 7 millones de ha adicionales. En 1994, el Parque Nacional Canaima fue declarado por la Unesco como Sitio de Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad. Formas llamativas de las rocas en la cima de Roraima. Foto: José Rafael Lozada.
En la Gran Sabana están las nacientes del río Caroní, que se forma por la confluencia de los ríos Aponwao y Kukenán, en un sitio llamado Pampatamerú. El río Caroní tiene una importancia estratégica para la nación, debido a su potencial hidroeléctrico; en la sección baja de la cuenca se han construido las represas de Macagua, Caruachi, Tocoma y Guri, que aportan al país más de 70 % de la electricidad.
Patrimonio natural Uno de los recursos más llamativos de la Gran Sabana es la geología. Allí, hay rocas con origen Precámbrico (hace 3 mil millones de años), lo que significa que es uno de los territorios más antiguos del planeta. Los procesos de deposición, compactación y erosión, durante miles de millones de años, han producido montañas tabulares denominadas “tepuis” y rocas con figuras muy llamativas, características de estos paisajes (Figura N°1). Además, existen cascadas espectaculares. Entre ellas destaca la más alta del mundo: Kerepakupai Merú (Salto Ángel). (Figura N°1). La flora tepuyana contiene más de 2300 especies, de las que 760 son endémicas; es decir, no existen en ningún otro lugar (Delascio, 2005). Muchas de esas plantas han evolucionado para sobrevivir en condiciones de extremo déficit de nutrientes en el suelo y absorben nutrientes de insectos que quedan atrapados en sus estructuras (Figura N°2). De igual forma, de acuerdo a Señaris et al (2009), en el Parque Nacional Canaima hay 119 especies de peces (45 % endémicas), anfibios y reptiles 206 especies (21 % endémicas), aves 587 especies (5,5 % endémicas) y mamíferos 151 especies (3,3 % endémicas).
Los jacuzzi en la cima de Roraima. Foto: José Rafael Lozada.
Sin embargo, los ecosistemas son muy frágiles debido a la pobreza de nutrientes en el suelo y a los contenidos muy altos de hierro y aluminio, que están en concentraciones tóxicas para las plantas. Por esas razones, hay lugares donde los bosques se mueren debido a la combinación de factores como las sequías extremas y el fuego, que dar paso a la sabanización. 47
Un poco de historia del tepuy Roraima Desde el siglo XV el Escudo Guayanés ha sido objeto de numerosas exploraciones. Algunos buscaban El Dorado y otros investigaban la geografía y los recursos naturales. Los británicos fueron los más acertados en esas expediciones. En 1596, Sir Walter Raleigh vio de lejos una “montaña de los cristales” desde que caía un río y, supuestamente, tenía diamantes y otras piedras preciosas. A mediados del siglo XIX, el botánico Sir Robert Schomburgk realizó importantes expediciones en la región y colectó decenas de plantas nuevas para la ciencia; en su época, fue considerado el mejor conocedor de la región y el que propuso el límite entre Guyana (actual Zona en Reclamación) y Venezuela. Este lindero va desde el Cerro Venamo hasta el Tepuy Roraima (en línea recta). Todavía está vigente y se conoce como “línea Schomburgk”. El 18 de diciembre de 1884, Everard Im Thurn y Harry Perkins, con el apoyo de la Royal Geographical Society, abrieron una ruta y alcanzaron la cumbre de Roraima. Im Thurn, era botánico y en Roraima encontró más de 50 especies de plantas nuevas para la ciencia. Los hallazgos científicos que se hacían en las colonias de Asia, África y América, durante el siglo XIX, capturaban la atención del público. En el Escudo Guayanés se descubrieron especies de animales y plantas muy primitivas. Esto activó la imaginación de Sir Arthur Conan Doyle, que publicó en 1912 la famosa novela The Lost World, en la que narra las aventuras de una serie de personajes ficticios en el Tepuy Roraima, dominado (en su imaginación) por animales y plantas prehistóricas (incluye los dinosaurios). Hasta la actualidad, la ruta de Im Thurn y Perkins es la única vía para acceder a pie a la cumbre de Roraima. Este sendero, y el espíritu de todos aquellos exploradores y novelistas, constituyen la inspiración para que en los siglos XX y XXI centenares de excursionistas vayan cada año a esa montaña a disfrutar de maravillas naturales únicas en el planeta.
Los Pemón, la etnia más antigua Son un pueblo que pertenece al gran grupo de los Caribes. Los estudios más acreditados indican que llegaron a la Gran Sabana hace unos 300 años, provenientes del sur del Esequibo (actual Zona en Reclamación) y del norte del Brasil. Tradicionalmente, practicaban la agricultura itinerante, mediante la tala, quema, descanso de la tierra, pesca y, ocasionalmente, la cacería.
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Plantas insectívoras de la Gran Sabana. Los insectos quedan atrapados en tentáculos con sustancias adherentes (a. Drossera roraimae) o en estructuras tubulares (b. Brocchinia reducta; c. Heliamphora nutans). Fotos: José Rafael Lozada.
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A comienzos del siglo XX, se inició el contacto permanente de los Pemón con los misioneros, que llevaron educación occidental (“criolla”), introdujeron nuevos cultivos, animales de cría, sistemas de construcción de viviendas y, lo más importante, generaron el cambio del patrón de asentamiento: de nómadas pasaron a ser sedentarios.
A la izquierda: Procesos de sabanización en las faldas de Kukenán y Roraima. Los árboles muertos en pie demuestran que esos terrenos estaban cubiertos por bosques. Foto: José Rafael Lozada. Arroba. Imagen de satélite de la mina Campo Alegre (aproximadamente 80 ha), muy cerca de San Ignacio de Yuruaní, dentro del Parque Nacional Canaima. Foto: Google Earth. 51
Luego, actuaron otras formas de contacto con los criollos: turismo, vialidad, minería y servicio militar, entre otros. De manera paulatina, pero indetenible, ocurrió una transculturación, un proceso transitivo de una cultura a otra, donde ocurre una “desculturación” o pérdida de la cultura anterior y una “neoculturación”, que es la creación de una nueva cultura (Ortiz, 1978, citado por Martí, 2011). En consecuencia, hubo cambios en el modo de vida de los indígenas: transformaron sus costumbres alimenticias, forma de vestir, viviendas. Ahora, usan utensilios (electrodomésticos, vehículos y motores) y existen variaciones en la estructura social y cultural (se reduce la influencia del Consejo de Ancianos, de los Shamanes, se establecen Consejos comunales socialistas; hay problemas con los matrimonios, pues muchos hombres o mujeres prefieren parejas criollos. Se pierden las tradiciones).
Amenazas actuales Uno de los factores que, desde hace años, ha generado destrucción de ecosistemas en Gran Sabana es el fuego que usan los Pemón. Hay una discusión muy extensa sobre este asunto y no hay consenso porque se mezclan los derechos ancestrales de la etnia y la fragilidad de los bosques. Tal vez, los Pemón trajeron un sistema de uso de la tierra (tala y quema) que probablemente funcionaba bien en sus lugares de origen, pero no en la Gran Sabana; al ocurrir la transculturación y adoptar un modo de vida sedentario, eso se agravó. Actualmente, es evidente que ocurre una sabanización en algunas áreas (Figura N°3) que afecta los bosques de colinas, humedales y morichales. El otro grave problema que se presenta es la minería, que usa monitores hidráulicos y mercurio. Antes existía una minería artesanal que no causaba mayores daños. Pero, aproximadamente, en 2000 se inició en la Gran Sabana la minería comercial en grandes áreas y hoy existen, al menos, 40 minas activas (Lozada et al, 2020). Los Pemón prohíben el paso a esos lugares, pero mediante imágenes de satélite se evidencia la destrucción de la vegetación, del suelo y la contaminación del agua (Figura N°4).
Visión prospectiva La Constitución Nacional, la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas y la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas protegen el modo de vida ancestral. Pero, la minería comercial no es parte de ese modo de vida. Además esas leyes indican que los indígenas “(...) deben contribuir a la protección del ambiente y de los recursos naturales, especialmente en parques nacionales, reservas forestales y monumentos naturales (...)” No hay forma de legalizar la minería en el Parque Nacional Canaima. 52
Sin embargo, al igual que el resto de los venezolanos, los indígenas han sufrido la severa crisis económica y, particularmente, la drástica reducción del turismo en la Gran Sabana (que aportaba algunos ingresos) ¿De qué iban a vivir esas personas? Obvio que la alternativa que ellos usaron para sobrevivir fue la minería. Por lo tanto, las posibles soluciones deben considerar tres premisas fundamentales: A) El tipo de minería que se ejecuta es de alto impacto y está prohibida por las leyes, principalmente dentro del Parque Nacional Canaima. B) Ningún proyecto o actividad tendrá mayor rentabilidad que la minería a corto plazo. C) El objetivo debe enfocarse en lograr un nivel de vida decente para los pueblos indígenas, sin que haya destrucción de la naturaleza ni riesgos para su salud. Debe ocurrir una transición paulatina de minería a otras labores sostenibles. Se propone un conjunto de actividades, que amerita detalles operativos y el apoyo de expertos y un diseño participativo. Ninguna iniciativa puede ejecutarse sin contar con la aprobación de las comunidades involucradas.
A) Programa de educación ambiental orientado a divulgar la importancia de los servicios ecosistémicos, la fragilidad de esos ambientes, el alto impacto de la minería, los riesgos para la salud y la necesidad de asumir un estilo de vida sostenible. B) Mejoramiento de los conucos mediante sistemas agroforestales, para lograr mayor eficiencia y productividad de alimentos. C) Sistemas silvopastoriles donde se combinan árboles, cultivos y animales que puedan aportar proteínas a las comunidades. D) Lombricultura, con la finalidad de producir fertilizantes naturales que pueden ser aplicados a los cultivos, práctica que es muy importante en suelos que son extremadamente pobres en nutrientes. E) Producción y comercialización de artesanías. F) Aprovechamiento de productos forestales no maderables (Pfnm). Hay que investigar qué productos se pueden obtener de esos bosques 53
y probar plantaciones de árboles nativos del estado Bolívar (Copaiba y Sarrapia), para generar productos que ya tienen un mercado conocido. G) Ecoturismo. Es tal vez la opción de mayor rentabilidad en el corto o mediano plazo, basado en los extraordinarios paisajes de la Gran Sabana. Como conclusión, hay que expresar que el problema de la minería indígena es muy grave y no se puede seguir ignorando. SOS-Orinoco (2018) ha indicado que “(...) hay una especie de acuerdo tácito de los ambientalistas y de los políticos para no destacar la situación (...)”. El silencio es realmente ensordecedor; en muchos casos se denuncia la minería y, frecuentemente, la responsabilidad del gobierno, pero no a los otros actores. De esta manera, no se van a encontrar soluciones. EL SILENCIO NO ES OPCIÓN. La minería en la Gran Sabana comenzó antes de la declaratoria del nefasto Arco Minero del Orinoco y está fuera de la poligonal contemplada en ese decreto.
Referencias Delascio, F. 2005. Vegetación y flora de los tepuyes. In: Michelangeli, A (editor). Tepuy-Colosos de la tierra. Fundación Terramar. Caracas. Pp. 71-79. Lozada, J; Hernández, L; Carrero, Y. 2020. Amenazas en el parque nacional Canaima y áreas protegidas por la minería indígena ilegal en Venezuela. Revista Geográfica Venezolana, 61(2): 380-395. Martí, A. 2011. Contrapunteo Etnológico: el debate Aculturación o Transculturación. Desde Fernando Ortiz hasta nuestros días. Kálathos Revista Interdisciplinaria Metro-Inter, 4(2): 1-22. Señaris, JC; Lew, D; Lasso, C (editores). 2009. Biodiversidad del Parque Nacional Canaima. Fundación La Salle de Ciencias Naturales y The Nature Conservancy. Caracas. 256 p. SOS-ORINOCO. 2018. Situación actual de la minería aurífera en el Parque Nacional Canaima: Sitio de Patrimonio Mundial en Venezuela. Caracas, Venezuela. Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1tLJW-hmZ6ES6B14dse_ gPKdP8DRi9n9N/view? usp=drive_open.
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José Rafael Lozada Ingeniero Forestal (ULA, 1985), MSc en Manejo de Bosques (ULA, 1998) y Doctor en Biología Vegetal (Universidad de Valencia, España, 2008). Ha trabajado como ingeniero inspector del Ministerio del Ambiente en concesiones madereras, gerente de producción en una unidad de manejo forestal, consultor ambiental en minería y proyectos de carbón, jefe de cosecha y gerente de operaciones en plantaciones de pino. Actualmente es profesor titular jubilado de la ULA, donde ejerció las cátedras de Ecología y de Evaluación de Impacto Ambiental; ha publicado más de 40 artículos científicos en diversas revistas venezolanas y extranjeras, y fue tutor de 19 trabajos de grado a nivel de técnico superior, ingeniería y maestría. jolozada61@gmail.com
Incorporación del Patrimonio Geocultural en la Propuesta del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de la Reserva de Biósfera Delta del Orinoco
Rebeca Pérez Arriaga La Reserva Biósfera Delta del Orinoco (RBDO) se creó según el Decreto N° 1633 del 5 de junio de 1991 para proteger y preservar la biodiversidad y los humedales del Delta del Orinoco (Venezuela), donde se conjugan importantes recursos biológicos con una alta diversidad de flora y fauna. Además, es el asiento ancestral de la etnia Warao, uno de los grupos étnicos más representativos del país con una población aproximada de 16.000 habitantes dentro de la reserva.
Los jacuzzi en la cima de Roraima. Foto: José Rafael Lozada.
La Reserva Biósfera Delta del Orinoco (RBDO) se creó según el Decreto N° 1633 del 5 de junio de 1991 para proteger y preservar la biodiversidad y los humedales del Delta del Orinoco (Venezuela), donde se conjugan importantes recursos biológicos con una alta diversidad de flora y fauna. Además, es el asiento ancestral de la etnia Warao, uno de los grupos étnicos más representativos del país con una población aproximada de 16.000 habitantes dentro de la reserva. El hecho de que el territorio que comprende el Delta del Orinoco, decretado Reserva Biósfera, sea el lugar de establecimiento ancestral de la etnia Warao le otorga un elemento clave en la definición del paisaje del Delta. Por tanto, conocer, valorar y comprender la identidad cultural del Warao con su territorio es un factor fundamental al momento de definir lineamientos de ordenación y planes de manejo dentro del marco jurídico establecido para las reservas biósfera planetarias.
Ubicación de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco en el territorio venezolano y en la fachada del Atlántico. Fuente: Atlas de Venezuela, 2000. Ministerio del Poder Popular del Ambiente, 2008. Proyecto Conservación y Uso Sustentable de la Diversidad de la Reserva de Biósfera y los Humedales del Delta del Orinoco.
Considerando que el Plan de Ordenación tiene como eje las funciones de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco la conservación, desarrollo y logística, se propone incorporar una visión geocultural del patrimonio en las funciones de conservación y desarrollo. El patrimonio geocultural del paisaje del Delta del Orinoco está constituido por los elementos tangibles e intangibles que han sido modelados por la geografía particular del paisaje deltano y los rasgos geoculturales resultantes de la interacción ancestral de los habitantes waraos con su lugar. Para contribuir a la conservación de los paisajes (una de las funciones de conservación) y fomentar el desarrollo humano y económico que debe ser sociocultural y ecológicamente sustentable (función de desarrollo) es importante conocer aquellos elementos de identidad cultural del habitante que permitan incentivar un turismo sustentable acorde con las premisas de la Reserva Biósfera. Para el caso del Delta en su parte media y baja significa mantener unos biomas de alta fragilidad ambiental, poco intervenidos y de un valor científico, ecológico y, consideramos. también cultural. Por otra parte, la dimensión geocultural ligada a la ecológica permite plantear de manera más acertada un ordenamiento que se dirija a un desarrollo sustentable de la reserva. Esto significará 59
un aumento de la calidad de vida de la comunidad Warao como uno de los frentes de acción de las distintas dimensiones temporales y espaciales que propone la Ordenación del Territorio en el Proyecto Conservación y Uso Sustentable de la Diversidad Biológica en la Reserva Biosfera y los Humedales del Delta del Orinoco (VEN/99/G31 de 2008 del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente). Bajo este marco de referencia propuesto, se efectuó un informe en el cual se presentó la revisión de los diversos documentos que se han generado dentro del Proyecto Conservación y Uso Sustentable de la Diversidad Biológica en la Reserva Biosfera y los Humedales del Delta del Orinoco VEN/99/ G31, con la finalidad de evaluar la inclusión del aspecto del Patrimonio Cultural y Natural en los diagnósticos efectuados en la Reserva Biosfera Delta del Orinoco hasta el momento. Los documentos revisados, producto de las consultorías, son aquellos cuyo contenido guarda relación con el aspecto del Patrimonio Cultural y Natural, denominado aquí Patrimonio Geocultural, pues no existen diagnósticos específicos efectuados sobre este componente para una propuesta de Plan de Ordenamiento para la Reserva de Biósfera Delta del Orinoco. Los resultados obtenidos se organizaron considerando tres componentes fundamentales que se proponen como ejes de trabajo para una ordenación que incluya de manera significativa el Patrimonio Geocultural de la Reserva Delta del Orinoco: 1) Componente cultural de la étnica Warao como un patrimonio intangible. Se trabajó en el marco de la clasificación de patrimonio cultural contemplado en la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural y su Reglamento (2005) para Venezuela y los lineamientos propuestos por el Instituto de Patrimonio Cultural (Sesto, 2004), adscrito al Ministerio de Poder Popular de la Cultura de Venezuela. 2) Componente del paisaje como patrimonio tangible imposible de separar de la identidad del Warao. El paisaje ademas de constituir un patrimonio natural como Reserva Biósfera, en sí mismo contiene una serie de significantes para la comunidad Warao que le otorgan una identidad al habitante con el lugar asi como rasgos de identidad y arraigo con su entorno natural y sagrado de Delta. En este sentido, el paisaje es entendido en el contexto de paisaje cultural como lo plantea la Unesco (1998) y de la promoción de la valorización del ambiente como parte integrante del patrimonio cultural (Unesco, 2006). 3) El componente histórico aquí se considerada como una capa de sentido patrimonial que le otorga identidad al territorio de Delta, del cual una parte significativa ahora constituye una 60
Habitantes Warao del Delta. Fotografía: John Márquez. 2008.
Reserva de Biósfera. Conocer, resguardar y divulgar la historia de la cultura Warao, el origen de su poblamiento desde la visión propia de esta etnia y desde la perspectiva geohistórica, constituyen parte del patrimonio inmaterial que conforma aquello invisible que reside en el espíritu mismo de las culturas. En este sentido, a la definición de patrimonio inmaterial hay que añadir lo que explica su naturaleza dinámica, la capacidad de transformación que la anima y los intercambios interculturales en que participa, dados a través de la historia.
Resultados: evaluación y propuestas Componente cultural. Existe una carencia de un censo de Patrimonio Cultural para el Municipio Antonio Díaz que ocupa más de 50 % de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco. Cabe indicar que en el I Censo Nacional de Patrimonio Cultural de Venezuela, efectuado por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), para el estado Delta Amacuro solo existe información sobre el Municipio Tucupita. En la revisión de los documentos, producto de las distintas consultas efectuadas en el marco del Proyecto Conservación y Uso Sustentable de la Diversidad Biológica en la Reserva de Biosfera y los Humedales del Delta del Orinoco, no existe información recopilada y levantada para el aspecto 61
Habitantes Warao del Delta. Fotografía: John Márquez. 2008.
Patrimonial Cultural; aunque sí una amplia documentación sobre elementos sociales que suelen incluir los históricos y evaluaciones de carga turística, donde incluyen algunos aspectos muy generales sobre el patrimonio. Por otra parte, se requiere una evaluación patrimonial de aquellos elementos materiales e inmateriales que realmente representan a la cultura Warao, de modo que puedan incorporarse en una posible Ruta Geocultural Patrimonial para el desarrollo de un verdadero turismo sustentable. Dentro del componente cultural es importante considerar la percepción de algunos habitantes Warao con respecto al turismo en la zona, que se obtuvieron a partir del Informe técnico de la Cooperativa Makunaima 2021 (2009): “pueden cambiar nuestra cultura”, “se olvida nuestra cultura a los jóvenes, a los niños”, “nos vienen a ver como si fuéramos una cosa, un pájaro, un mono” “nos preguntan si vivimos en los árboles” “nos ven como extraños, como algo raros, algunos compran cestas, collares, chinchorros y se van pero no conocen lo nuestro, nuestro pasado y tampoco como es el warao de ahora de verdad, las necesidades que tenemos, los propios problemas de los warao”. 62
Estas opiniones deben ser tomadas en cuenta en la elaboración de un plan de manejo dentro de la Reserva, si se tiene planteado dentro de las propuestas una zona de uso especial que incluye el turismo. Porque la pregunta es ¿cuál tipo de turismo? Pues, uno sustentable seria lo apropiado pero considerando la cultura Warao como un Patrimonio Cultural, en la cual el habitante Warao no es un objeto de conservación en el sentido patrimonial estricto. Es su cultura la que representa un patrimonio inmaterial, siendo sus habitantes sus principales garantes y difusores. Por ello debería preguntarse a las propias comunidades Warao ¿cuáles son los valores que consideran como patrimonio de su cultura? y ¿cuáles son los aspectos geoculturales que los identifican y marcan su arraigo con su territorio, dándole al mismo el carácter de patrimonio natural y cultural? Sobre esta base será más seguro proponer dentro de la zona exterior de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco, sobre todo hacia al sureste (donde se asientan la mayor parte de las comunidades Warao) una zona histórico-cultural-paleontológica no excluyente de una zona de uso turístico, que debe orientarse hacia un etnoturismo donde lo patrimonial natural y cultural, en otras palabras geocultural, sea el eje articulador del manejo del àrea protegida. Distribución dela Población Warao dentro de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco. Fuente: Ministerio del Poder Popular del Ambiente, (s/f). Centros poblados principales de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco.
Componente del paisaje. Se presentó una síntesis de las principales unidades de paisaje, entendido como paisaje cultural que pueda ser identificado como parte del Patrimonio Cultural (geocultural), en la medida que para el habitante Warao puede simbolizar referentes fundamentales de su cultura. Un ejemplo puede ser el significado que un determinado Caño pueda tener dentro de su cosmovisión cultural. Esto implicaría efectuar un trabajo de investigacion geoetnográfico posterior para la propuesta de zonificación de la Reserva, de modo que pueda plantearse lo patrimonial como un elemento transversal importante en la ordenación del área especial. Aspecto histórico. Es uno de los aspectos mayor documentados. Con esta fuente es posible pensar y plantearse una red de exposiciones 63
en sitios claves, que permitan al visitante tener acceso a la historia de los Warao y del territorio deltano. Implica complementar la rica información existente con el documento oral del Warao que explique su cosmovisión y su relación ancestral con el territorio. Se debería propone en la zonificación de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco una zona de uso histórico y patrimonial, de forma similar a la existente en los Parques Nacionales; en este caso dentro de la zona exterior de la Reserva. Se considera que su uno de los criterios en la propuesta la zonificación de la Reserva Biósfera Delta del Orinoco es establecer una zona de uso turístico dentro de una zona de unidad especial, como parecen indicar los documentos generados en los Talleres PORU (2004 al 2008), entonces debe considerarse que el turismo sustentable tenga como eje el Patrimonio Natural y Cultural.
Referencias Cooperativa Makunaima 2021, RL. (2009): Estudio Determinación de la Capacidad de Carga Turística. Reserva de Biósfera Delta del Orinoco. Informe Final. Instituto del Patrimonio Cultural, (2005): Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural y su Reglamento 2da edición. Gaceta Oficial Nº Extraordinario 4.623, del 3 de septiembre de 1993. SESTO, F. (2004-2007): Presentación. Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2006. I Censo del Patrimonio Cultural Venezolano. Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Venezuela. Unesco. (1998): La Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo. Estocolmo del 30 de marzo al 2 de abril. [Documento en línea]. Disponible en :http://www.foromexicanodelacultura.org/files/conf_ estocolmo Consulta: 2009, septiembre 19. Unesco. (2006): Carta Cultural Iberoamerica. XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Montevideo 3, 4 5 noviembre. [Documento en línea]. Disponible en: http://www.oei.es/xvicumbrecarta.htm. Consulta: 2009, septiembre 19.
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Rebeca Pérez Arriaga Geógrafa con maestrías en Ffilosofía y Eecología Ttropical. Estudiante del Doctorado en Ciencias Humanas de la Facultad de Humanidades y Educación, ULA. Profesora ASOCIADA de la Escuela de Geografía de la Universidad de Los Andes-VENEZUELA. Investigadora en el área de Geografía Cultural, fundadora, organizadora y productora del Foro Paisaje y Cultura. Productora y curadora. rbcperez07@gmail.com
Presencias en la arena: patrimonio natural y cultural en el Parque Nacional Médanos de Coro Camilo Morón Proemio: patrimonio natural y cultural de Falcón El patrimonio geológico, paleontológico, arqueológico, histórico, etnológico y mitológico en el estado Falcón es diverso y se remonta profundamente en el pasado. La naturaleza y la cultura son sus escenarios que se resumen geográficamente en cinco grandes regiones naturales: Valles Marítimos Occidentales, Sistema Montañoso Falcón-Lara, Piedemonte Colinoso Falcón-Zulia, Llanuras Costeras de Falcón y Macizo Coriano Sub-Húmedo.
Dunas de los Médanos de Coro.
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Falcón, posee el mayor número de humedales de Venezuela, donde diversos tipos de manglares forman bosques costeros. Montañas que otrora fueron fondos de mares prehistóricos, ríos permanentes o estacionales, desiertos de sueños y ensueños sublunares, bosques espinosos tropicales, cavernas cripticas, sabanas, playas solares y solitarias, bosques tropófitos semisecos, subhúmedos y húmedos, conforman la variedad de telones donde la vida, en su maravillosa biodiversidad, representa sus comedias, dramas y tragedias. La geología histórica y la paleontología de la región se remontan al Jurásico, la arqueología al Paleoindio (con los primeros pobladores de América), la historia escrita a la conquista (s.s. XV y XVI); la etnología (estudio de la diversidad cultural) se expresa en la toponimia, leyendas, mitos, gastronomía y en el rito agrícola amerindio de las turas. Entre la gran diversidad y variedad de manifestaciones culturales destacan el polo coriano— ampliamente documentado por el folklorista Luis Arturo Domínguez—, los cantos religiosos afrovenezolanos —décimas y las salves—, las variedades rítmicas y dancísticas del tambor — veleño, coriano, cumarebero—, los Locos de la Vela y otras locainas, la religiosidad popular en torno a las ánimas de Guasare. Santa Ana de Coro fue declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad por su arquitectura histórica, edilicia hecha en barro de las más importantes y mejor preservadas del Caribe. Falcón se divide política y administrativamente en 25 municipios y estos comprenden 83
Ocaso en las dunas de los Médanos de Coro
parroquias. Se distinguen cinco zonas o regiones geográficas y socioeconómicas: Región Central, conformada esencialmente por llanuras litorales y el piedemonte del sistema montañoso; Región Occidental, de las llanuras costeras occidentales; Región Oriental, que comprende los valles aluviales orientales; región sur, ocupada por la sierra falconiana y la región norte, correspondiente a la península de Paraguaná. 69
La mitología conforma, forma e informa un calidoscópico paisaje espiritual de los falconianos desde la cuna a la tumba, ya sea frente al “cobalto del Caribe” -para decirlo con las palabras de Alí Primera-, en las elevaciones del mágico y sagrado (para los amerindios) Monumento Natural Cerro Santa Ana, en la fronda de la Reserva Bilógica de Monte Cano, en las playas y arrecifes coralinos del Parque Nacional Morrocoy; en las montañas habitadas por duendes y atravesadas por los “haitones” — profundas simas kársticas— en el Parque Nacional Juan Crisóstomo Falcón, en la Sierra de San Luis o Sistema Coriano o Formación Falcón-Lara o Sierra de los Jiraharas (como se la llamaba a la serranía en los documentos de los s.s. XVI y XVII), marcada por estaciones de arte rupestre, en la galerías subterráneas del Parque Nacional Cueva de la Quebrada del Toro, en las dunas del Parque Nacional Médanos de Coro, paisaje espiritual de los corianos.
I Reino natural: geología, ecología y biodiversidad El Parque Nacional Médanos de Coro está ubicado en la Región Noroccidental de Venezuela, en los Municipios Miranda, Falcón y Carirubana del estado Falcón. Tiene una superficie de 91.280 Ha, de la que 49.120 Ha son marinas y 42.160 son costeras y continentales; fue declarado como Parque Nacional el 6 de febrero de 1974. La biodiversidad está representada por las siguientes especies: 328 de plantas, 75 algas marinas, 92 de aves, 18 de reptiles, 13 e mamíferos, 3 de anfibios, 14 de peces, 7 de crustáceos y 2 de moluscos. Aunque, debemos advertir que este es un registro aún está en proceso. El Parque Nacional Médanos de Coro está constituido por arenas de origen oceánico que tienen un movimiento sinuoso y permanente debido a la acción de los vientos alisios del noroeste; de la dinámica ambiental de las dunas corianas -pues, con propiedad, las arenas con origen marino reciben el nombre de dunas; cuando tienen procedencia fluvial, se llaman médanos-, escribe Francisco Tamayo: “La costa comprendida entre La Vela de Coro y la base del Istmo de Médanos, y de este último punto a todo lo largo de la costa oriental de dicho Istmo hasta un poco al norte de Adícora, en Paraguaná. Toda esta costa dunígena es muy abierta; está desprovista de vegetación y recibe de frente al choque de la corriente marina que de Este a Oeste baña nuestro Litoral Caribe, así como los impetuosos vientos alisios. Todas estas circunstancias determinan las condiciones óptimas para la formación de dunas. En efecto, la superficie ocupada por las arenas viajeras es muy extensa: ellas cubren una buena faja del litoral oriental de Paraguaná, donde espontáneamente tienen una 70
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favorable propensión a fijarse...; tapizan todo el Istmo y se extiende libremente desde La Vela, pasando un poco al norte de Coro, hasta cerca de Mitare y, probablemente, más allá. La corriente de arenas nómadas pasa a solo dos kilómetros de Coro; no obstante, la ciudad se ha salvado gracias a que el borde sur de esa corriente se encuentra contenido por una barrera vegetal constituida básicamente por Prosopis juliflora (L.) D.C., Cercidium praecox (R. & P.) Harms, Croton rhamnifolius H.B.K. y algunas cactáceas. Esta barrera natural debe su existencia a la circunstancias siguiente: los llanos que rodean a Coro desaguan hacia el Norte, es decir, hacia la zona de las dunas, donde estas, lógicamente, represan las aguas, permitiendo, no obstante, una lenta y persistente infiltración bajo los montículos de arena contiguos, lo que mantiene la humedad necesaria a la vida de las plantas que operan como barrera. A pesar de todo, creo fundadamente que, no obstante esa cortina vegetal a la que Coro debe la vida, las arenas avanzan muy lenta pero fatalmente hacia la capital falconiana, ya que esa barrera vegetal no es todo lo regular que fuera de desearse, y dado que, por otra parte, los leñadores y los chivos le dañan constantemente. La cortina en cuestión tiene un ancho de 100-300 m, y presenta dos bordes muy interesantes para conocer el dinamismo de esa comunidad psamófila. El borde norte está en contacto con la corriente principal de las arenas; de ahí que sufra sus consecuencias, que se traducen por desarraigamiento y muerte de las plantas; es, pues, de naturaleza destructible. El borde Sur, por lo contrario, es de naturaleza creativa o incrementicia, ya que gracias a él la cortina se ensancha a expensas de la llanura coriana. Es así, pues, como la cortina en cuestión se mantiene constante, debido a ese equilibrado dinamismo.”
II Arqueología: los moradores de las dunas El Parque Nacional Médanos de Coro es un activo natural de la nación; al mismo tiempo que es el escenario donde se encuentran valiosos contextos arqueológicos: 1.Cementerio indígena 2. Afloramientos cerámicos de los períodos Mesoindio, Neoindio e Indohispano. 3. Concheros (conocidos en arqueología como “quioquenmodingos”) en los que es frecuente encontrar cerámica y lítica indígena asociadas y 4. Estructuras de tierra apisonada (calzadas y terraplenes, que aún requieren de estudios detallados que permitan establecer científicamente su origen natural o cultural). Explicando el yacimiento arqueológico
El caminante sobre la duna puede apreciar a escasos pasos del límite que separa los Médanos de la ciudad de Santa Ana de Coro -la ancestral Curiana de los Caquetíos- los afloramientos 73
de cerámica indígena e indohispánica; estos fragmentos de cerámica tienen poco o ningún valor comercial pero su valor científico es incalculable. Quienes hemos leído las páginas de Arqueología Cronológica de Venezuela, publicada por vez primera por Cruxent y Rouse en 1958, sabemos que esta obra maestra está hecha con fragmentos de cerámica como las que afloran entre las dunas de los médanos. Cada vez que un fragmento de cerámica es triturado por la rueda de una moto o vehículo es una línea de nuestra historia antigua que se borra para siempre; y subrayamos: para siempre. En Arqueología Cronológica de Venezuela, Cruxent y Rouse definen el Área Arqueológica de Coro en estos términos: “Los límites del área de Coro coinciden arbitrariamente con los del estado Falcón, si se exceptúa la parte oriental extrema del estado, que va del río Tocuyo a la frontera del estado Yaracuy y que se considera como área diferenciada, la de Tucacas. Tanto la tierra firme de Falcón como la Península de Paraguaná, que se proyecta hasta llegar a unos treinta kilómetros de la isla holandesa de Aruba, se estudian en esta área que en su mayor parte consiste en tierras bajas y planas, aunque en el interior posee amplios valles separados por filas de montañas de poca altura. El clima es seco y la tierra está muy erosionada y predomina la vegetación xerófila en general, salvo en algunos valles interiores.” El más conspicuo de los yacimientos arqueológicos en el perímetro del Parque Nacional Médanos de Coro es el cementerio indígena. En una breve nota escrita por el presbítero Octavio R. Petit, leemos: “A unos seis kilómetros al noroeste de la cuidad de Coro se ha descubierto un importante cementerio precolombino. Concretamente al norte del parque de exposiciones, o feria, como le dice el pueblo, una zona medanal desplazada hacia el oeste, ha dejado al descubierto el suelo natural en varios puntos. En ellos aparece un yacimiento de cerámica perteneciente a sepulcros rotos de entierros secundarios y utensilios de nuestros antepasados aborígenes”. Y a renglón seguido: “El que esto escribe, presentó al profesor José María Cruxent varias muestras de esos materiales antiguos. El eminente científico y notable arqueólogo, sometió a exámenes en el Laboratorio Geocronológico de Carbono Catorce (C-14) del IVIC dichos materiales. De los cálculos realizados en el laboratorio se concluyó que los indios caquetíos habitaron el mencionado sitio entre los años 1410 al 1830.” Destaca Petit que la primera fecha es 88 años antes de la llegada a tierra americana del Almirante Cristóbal Colón. Octavio R. Petit creyó encontrar la ancestral Todariquiba hacia los Médanos de Coro, donde hoy está la Plaza de la Madre; Hernández Baño la supuso hacia los lados de Sabaneta. Pero, hay una dificultad: ambos yacimientos se comportan tal y como debiese hacerlo Todariquiba por lo que 74
Cerámica arqueológica entre los arbustos espinosos
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conocemos a partir de los documentos históricos y por el patrón arqueológico que hemos descrito antes. Y como bien apuntan Cruxent y Rouse en Arqueología venezolana: “Sin lugar a dudas, la serie Dabajuroide ocupa la máxima extensión, tanto en el espacio como en el tiempo, de todas las series venezolanas:” Esta perduró durante cuatro milenios. Se originó hacia el 2.820 a.C., desde los inicios de la época Mesoindia y se extendió a través de toda la época Neoindia. Perduró hasta los tiempos Indohispánicos. Entre sus puntos más distantes, el área de San Cristóbal en Los Andes venezolanos y la isla de Margarita en el área de Porlamar, la serie Dabajuroide cubre una distancia aproximada de 1.300 kilómetros, en la línea de la costa. Esta cerámica es, pues, clave para comprender el poblamiento y el proceso cultural de la Venezuela prehispánica. Su destrucción debe ser considerada como un delito y una pérdida irreparable del patrimonio cultural de los venezolanos. La definición más sencilla de un conchero es: un valioso basurero arqueológico. En la línea de la costa que se extiende desde La Vela de Coro hasta la Península de Paraguaná es posible distinguirlos como si un Dios arqueólogo hubiese querido simplificar el trabajo a sus colegas terrenales y hacerlas particularmente visibles bajo el resplandor del sol. En efecto, un conchero es tan conspicuamente notable bajo la luz del sol como si lo hubiesen barnizado con una patina plateada. En Datos etnográficos de Venezuela, Lisandro Alvarado les llama “quioquenmodingos” y de ellos escribe: “Los residuos de cocina aparecen por lo principal en las islas de Sotavento, y están formados casi del todo por conchas de moluscos y algunos huesos cuya cantidad es proporcionada a la abundancia o escasez de la cacería en cada lugar.” Al referirse a la “quigua” (Turbo pica), escribe Ernst: “En una de las islas Roques hemos visto un gran montón de conchas vacías y rotas de esta especie, cimentadas entre sí por arenas e incrustaciones de carbonato de cal. Aquel punto es sin duda un antiguo paradero de pescadores de siglos pasados, y que pertenece por consiguiente a la clase de monumentos prehistóricos que la antropología moderna designa con el nombre de quioquenmodingos.” Alvarado, encontró esos depósitos alrededor de los cementerios tumulares de algunas de las tribus en torno al Lago de Valencia: “Son despojos de banquetes funerarios rituales entre ellas, para cuya celebración cocían las carnes a inmediaciones del cementerio”.
Oasis temporal
En sus Notes on the Archeology of Margarita Island, T. de Booy describe un conchero en su mayor parte formado por Mytilus achatinus, especie de almeja semejante al guacuco, una menor proporción de Tivela mactroides y 1 % de los géneros Fissuroidea, Murex. Purpura, Fasciolaria, Strombus, Cyprarea, Livona, Melongena, Chama, Cardium. Los restos de huesos de báquiro y venado son aún más raros. 77
Por lo regular, los quioquenmodingos en los Médanos de Coro se encuentran en la línea costera, pero algunos están tierra adentro, entre altas dunas. Una hipótesis posible es que estos concheros siguieran una antigua línea de la playa, en este caso son notablemente antiguos. Particularmente notable son los concheros cercanos a la Plaza de la Madre. Están conformados por una sola especie de Ostrea y asociados a cerámica de estilo Dabajuroide clásico; aunque en una muy pequeña cantidad. Este dato hace suponer que estos concheros no eran espacios de habitación. Un patrón completamente diferente lo encontramos en el afloramiento cerámico vecino a estos concheros: abundan los fragmentos de cerámica, se encuentran trozos de metates, manos de moler, pedazos ocasionales de hachas pulidas y pequeñas rocas de basalto que pueden provenir de la Península de Paraguaná. En concheros cercanos a la población de Adícora hemos localizado fragmentos de material basáltico proveniente del cerro Santa Ana -declarado Monumento Natural-, trozos de cerámica decorada de estilo Dabajuroide y evidencias de antiguos fogones. Los concheros de Médanos de Coro encierran un enigma: los más grandes están casi exclusivamente formados por una sola especie de Ostrea. En estos concheros solo se encuentra cerámica indígena y herramientas de piedra. Luego, le suceden en tamaño otros cocheros donde es posible observar más de una especie de moluscos. Finalmente, los concheros más pequeños están constituidos, casi en su mayoría, por conchas de chipi-chipe y una que otra captura eventual de otros moluscos. Los concheros formados de “corubos” (Strombus gigas) son menos frecuentes y están formados por ejemplares juveniles. Aún se requieren dataciones y estudios matemáticos y estadísticos que expliquen este patrón arqueológico. Una primera observación parece sugerir una sobreexplotación de los recursos, que obliga a las comunidades indígenas a recurrir a otras espacies de moluscos de carnes menos delicadas y apetecibles. Pero estas y otras preguntas sobre los antiguos pobladores amerindios de la región quedarán sin respuesta en la medida en que los yacimientos arqueológicos son destruidos por personas ignorantes del valor de los concheros. Para estos vándalos son apenas montículos sobre los cuales dejar las huellas de sus tocas diversiones y la ruidosa declaración de su total irrespeto con la herencia arqueológica de los corianos.
III Legislación y conservación del patrimonio ancestral El Parque Nacional Médanos de Coro es un ABRE (Área Bajo Régimen Especial), por lo que la legislación en materia ambiental se aplica (o debería hacerlo) en su contexto con todo su rigor; empero en este ensayo -tanto por consideraciones de extensión como por el afán de claridad, solo 78
Calzada de tierra compactada
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nos ocupamos de la legislación venezolana en material del patrimonio cultural, la más ignorada y, por consiguiente, la más vulnerada. En lo que respecta al Patrimonio Cultural está expresada en la Ley de Protección y Defensa del patrimonio cultural, publicada en la Gaceta Oficial N° 4.623, del 3 de septiembre de 1993. Tiene por objeto establecer los principios que han de regular la defensa del patrimonio cultural de la República Bolivariana de Venezuela: comprende su investigación, rescate, preservación, conservación, restauración, revitalización, mantenimiento, incremento, exhibición, custodia, vigilancia, identificación y todo lo que requiera para su protección cultural, material y espiritual. Estudiamos los alcances y atributos de esta ley a partir de un caso concreto: los yacimientos arqueológicos en el perímetro del Parque Nacional Médanos de Coro. Los contextos arqueológicos en el Parque Nacional Médanos de Coro constituyen un excelente ejemplo de un bien patrimonial de la nación, cuyo manejo y custodia está tipificado en el marco legal sobre la protección y defensa patrimonial. El artículo 2, indica: “La defensa del patrimonio cultural de la república es obligación del Estado y de la ciudadanía. Se declara de utilidad pública e interés social la preservación, defensa y salvaguarda de todas las obras, conjuntos y lugares creados por el hombre o de origen natural, que se encuentren en el territorio de la República, y que por su contenido cultural constituyan elementos fundamentales de nuestra identidad.” Los parágrafos 2, 6 y 13 del art. 6, capítulo II, consagran los yacimientos arqueológicos como bienes patrimoniales de la nación y, por consiguiente, su manejo, guarda, preservación y custodia queda establecida por los límites y especificaciones de esta la ley. Estos contextos arqueológicos están sometidos al deterioro por las acciones de quienes desconocen su valor histórico y patrimonial como legado de los venezolanos. Por lo demás, estas acciones vandálicas están tipificadas como delitos en la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural de la República Bolivariana de Venezuela en los artículos 2, 4, 6, 14, 18, 21; y de manera expresa en el 23, 24, 25, 35, 36, que establece los criterios de salvaguarda en el artículo 43. Las sanciones a quienes por desconocimiento o impericia en su profesión incurran en el deterioro o destrucción de los bienes culturales de la nación están claramente establecidas en los artículos 44, 45, 46, 47 y 48; en este último artículo leemos: “Las sanciones, anteriormente provistas (artículos 44 al 47), tendrán prelación sobre las que pudiera establecer la Ley Penal del Ambiente, para los delitos y faltas aquí contemplados.” En el artículo 44, leemos: “Quedan obligados a una participación activa en pro de la defensa, rescate y conservación del patrimonio cultural de la república todos los ciudadanos que habiten en su territorio. Será penado con dos (2) a cuatro (4) años de prisión quien destruya, deteriore o dañe cualquiera de los bienes establecidos en los artículos 2 y 6 de esta ley.” 80
Más allá de las sanciones -que sin duda son importantes y que han de tenerse en cuenta-, queremos fundamentalmente llamar la atención sobre la responsabilidad compartida por el Estado y todos los ciudadanos en la preservación de su patrimonio cultural, fuente nutricia de nuestra identidad como grupo humano. Las dunas de los Médanos de Coro han actuado como guardas del legado ancestral en su paisaje. Los corianos estamos llamados a velar activamente por el resguardo en nuestro suelo los testimonios de la humanidad. Falcón es uno de los pocos lugares en América que puede mostrar un registro continuado de presencia humana desde hace 15.000 años hasta el presente. Es criminal guardar silencio y no tomar acciones firmes y oportunas para preservar y documentar nuestro patrimonio ancestral. El Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), el Instituto Nacional de Parques (Inparques), la Gobernación Bolivariana del estado Falcón, la Alcaldía Bolivariana del Municipio Miranda, el Instituto Municipal del Patrimonio (IMP), el Instituto de Cultura del estado Falcón (Incudef), la Procuraduría del estado Falcón, las instituciones científicas y académicas deben ser agentes decisivos en el estudio científico y en el resguardo del patrimonio cultural que los Médanos de Coro han preservado. Pero, es un derecho y un deber de los corianos cuidar y conocer su herencia ancestral entre las doradas arenas de los Médanos.
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Referencias AA., VV. Atlas Geográfico de Falcón. Ediciones Nuevo Día, Coro, 2010. Arcaya, Pedro Manuel: Obra Inédita y Dispersa. Centro de Investigaciones Históricas Pedro Manuel Arcaya (Cihpma). Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Coro, 1995. Cruxent, J. M. e Irving Rouse: Arqueología cronológica de Venezuela. II Volúmenes. Publicado con la autorización de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos. Armitano Editor, Caracas, 1985. Fundación Casa de Bello. Lisandro Alvarado: Obras Completas. II Volúmenes. Fundación Casa de Bello, Caracas, 1984. Martínez Senior, Marbelia e Isaías Rodríguez: Bienvenidos a Falcón. Guía Turística. N° 7, Tecno Impresos Coro, Coro, 1999. Morón, Camilo: Presencias Bajo la Arena: Yacimientos Arqueológicos en el Parque Nacional Médanos de Coro. Boletín Antropológico, año 29, N° 81, enero-junio 2011, Universidad de Los Andes, Mérida, pp. 7-26. R. Petit, Octavio: Cementerio Indígena. Descubrimiento del Cementerio de los Indios Caquetíos, Ascendientes del Gran Cacique Manaure. En: Rafael Sánchez: Curiana. Coro, 1970. Edición facsímil, Instituto de Cultura del Estado Falcón, (Incudef), Coro, 1999. Tamayo, Francisco: Caminos de Agua, Caminos de Arena, Caminos de Viento (Falcón, su Gente, su Ecología y Otros Escritos Conservacionistas). Recopilación, Notas, Estudios Preliminares y Epílogo Borges, Trino y Camilo Morón. Red de Editores de Venezuela (REdV) / Fundación de Ciencias y Artes Cudán de Cuté, Coro, (en imprenta).
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Camilo Morón Historiador, etnólogo y museólogo. Coordinador del Aula Laboratorio de Conservación y Restauración de Bienes Arqueológicos y Paleontológicos (ALab-Crbap). Investigador de los centros Cipics (Centro de Investigaciones del Paleo-Indio y el Cuaternario en Suramérica), CINA (Centro de Investigaciones de la Noosfera y el Antropoceno) y Cicspma (Centro de Investigaciones de Ciencias Sociales del Pedro Manuel Arcaya) y la Rsich (Red Social de Investigadores de Ciencias Humanas) de la Fundación de Ciencias y Artes Cudán de Cuté. Coordinador del PNFA-Proea. Pedagogía Alternativa y Crítica de la Antropología, la Arqueología y la Etnohistoria de Venezuela. Editor-director de Bacoa. Revista interdisciplinaria de ciencias y artes y cruxentiana. Comunidad y patrimonio. camilomoron@gmail.com
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Llanos del Orinoco en Venezuela, una visión geobotánica de la diversidad y su importancia como patrimonio natural José Guevara G. y Omar Carrero A. Llano, Llano, Llano, Llano Cuatro veces te he mentado Y ninguna has respondido (…) Voz anónima en Gallegos (Cantaclaro)
Sabana con Palma llanera (Copernicia tectorum (Kunth) Mart.) entre Guadarrama y Arismendi, Estado Barinas. Sector Guárico Portugueseño Fotografía: José R. Guevara G.
Ojalá hubiera cien Llanos entre mi vida y tu vida, y cien Apures cruzando por la sabana infinita A. Arvelo Torrealba
Introducción Si bien es común referirse a los Llanos del Orinoco como región geográfica o fisiográfica en singular: “Acabo de llegar del Llano” y “en el llano hace mucho calor”, no es menos frecuente utilizar el plural en trabajos, artículos o documentos de índole histórica o enfoques referidos a la naturaleza, ecología o biología de la ecoregión en particular. Y es que, desde las primeras descripciones del mismo, su condición de lugar natural agreste, difícil y cambiante fue puesta en evidencia. En el siglo XVII ya se hablaba, en documentos oficiales, de los llanos de Barcelona, los llanos de Caracas o los de Barinas para diferenciar “varios llanos”, aunque fuese de manera general. Esta bioregión única en el planeta ocupa 375.787 km², lo que representa 39,6 % de la cuenca del Orinoco; de esta superficie 63,9 % está en Venezuela (alrededor de 240.000 km²). (Marrero, 1964, Arismendi 2007, Guevara, 2015, Wikipedia). De las seis bioregiones del país, los Llanos son muy particulares al funcionar como una gran área de transición entre: 1) la bioregión Caribe, que contacta el mar de este nombre por el norte del país y con la cordillera de la costa y sus valles intramontanos; la sierra de San Luis; la depresión del Unare y la depresión del Lago de Maracaibo.
Mapa N° 1 Subprovincia Llanero Caribeña: Sectores Mapa N° 2 Subprovincia Llanero Guayanesa: Sectores
Cierra en el norte de Sudamérica los grandes biomas neotropicales que conforman las áreas naturales de la gran cuenca del Caribe; 2) La bioregión Andina, que a través de la Sierra de Perijá y la Cordillera de Mérida aportan al país ecosistemas de montaña, para formar parte del extremo norte de la gran cordillera sudamericana; 3) la bioregión Guayana al sur del Orinoco y en su margen derecho, con elementos biológicos también únicos en el planeta y 4) la bioregión Deltaica, constituida por los humedales del delta del gran río. (Guevara, 2019). 87
En medio de estas bioregiones se hallan Los Llanos como una gran área natural de más o menos 5° de latitud. Presentan un gradiente climático que va desde las áreas secas del Caribe hasta las húmedas de las riberas del alto Orinoco, con predominio de la estacionalidad, condición que le da uno de los caracteres definitorios del paisaje con dos extremos anuales que conllevan a drásticos cambios y condiciones de estrés fisiológico a sus habitantes: tanto a los humanos que conforman, según algunos antropólogos, una “Neoetnia”; como a sus especies de plantas y animales, que por algo llevan el cognomento de llaneros para diferenciarlos de los que viven en unos hábitat menos exigentes. (Rodríguez, 1991). La estacionalidad hace que haya dos extremos climáticos en los llanos: una época seca en la que sus habitantes deben soportar altas temperaturas sin casi precipitación alguna y que ocupa unos 4 a 5 meses del año. Esta dinámica depende del área, y una época de lluvias extremas que hace que las regiones ubicadas en las cubetas de los grandes ríos, que drenan hacia el Orinoco (y las propias riberas de este), se inunden durante meses. Así convierten a gran parte de la región en un enorme humedal. (Andressen, 2007. Guevara, 2015). Estos dos extremos climáticos condicionan la vida de los diferentes sectores llaneros y son causa, junto a los diferentes tipos de suelo que allí se desarrollan, de su gran diversidad de ecosistemas y especies vegetales y animales. Esto, obviamente, es parte del gran capital natural del país que lo ubica dentro de las 17 naciones megadiversas del planeta. Este es un hecho que, curiosamente, ha sido obviado e ignorado por el actual régimen político, quizás por la gran responsabilidad que esto conlleva. Esta situación ocasiona que la bioregión llanera sea un bien patrimonial no solo del país sino del mundo, aspecto que a la vez se convierte en un privilegio y una gran carga. Aunque hoy aún se habla de distintos llanos a través del uso de regiones (Llanos occidentales, centrales, orientales y del sur) o divisiones políticas, como antaño, basándose en posiciones fisiográficas (alto y bajo llano) pudiéramos aseverar que el conocimiento bioclimático, geológico, edáfico, ecológico, geobotánico, zoogeográfico y biogeogeográfico logrado después de tres siglos y medio de actividad económica y científica, permite tener una división o sectorización de los llanos del Orinoco basada en este conocimiento realista y práctico, adecuado para la ordenación territorial y planificación de actividades humanas. Sí utilizamos la geobotánica como herramienta podemos decir que, si bien no hay cien llanos es factible separar dos grandes áreas que, al ubicar a los llanos en un esquema clasificatorio que la considera provincia biogeográfica, le da a estas subdivisiones el nombre de subprovincias que a 88
su vez y en función de sus características naturales originan cuatro y dos sectores, respectivamente. Es así como se puede de seis Llanos del Orinoco, tras seguir este criterio biogeográfico. (Rivas Martínez y otros, 2011. Guevara, 2015, 2017). Estos llanos naturales no coinciden de ninguna manera con las divisiones político- territoriales denominadas estados. Los llaneros por excelencia son Apure, Barinas, Cojedes, Guárico y Portuguesa. Sin embargo, Anzoátegui en sus regiones occidentales y del sur bien pudiera considerarse un estado llanero. Desde el punto de vista biológico e inclusive del cultural el estado Monagas es “poco llanero”, aunque los llanos de este territorio son también “del Orinoco” (a pesar de no entrar en el esquema citado anteriormente, que según indica que pertenecen más a la provincia Deltaica). Los habitantes del sur de Aragua se consideran llaneros. Unos 2.000 km² de este estado contienen ecosistemas de la bioregión y la provincia. Los ecosistemas de Táchira forman parte de las selvas que cerraban al llano en ese extremo de la geografía nacional. Vemos cómo existen distintos enfoques y criterios para delimitar esa área conocida como los Llanos. Pudiésemos hablar aquí de un llano natural basado en sus ecosistemas, especies biológicas, clima y geología. También de un llano cultural basado en la actividad y los rasgos de sus habitantes que tienen un origen, características e historia similares. Estas visiones no necesariamente tienen que coincidir. Sin embargo, vamos a intentar resumir aquí esos múltiples llanos que conforman Los Llanos del Orinoco.
Subprovincia Llanero-Caribeña A partir del el esquema geobotánico señalado, las dos terceras partes de los llanos en su porción norte tienen una flora de origen Caribe que condicionada y correlacionada por y con su clima, geología y suelos originan una vegetación que caracteriza a esta Subprovincia Llanero-Caribeña (Mapa N°1). Esta contiene a su vez cuatro grandes sectores, que organizados de oeste a este serían:
1. De las Selvas Alisias. 2. Guárico Portugueseño. 3. De Los Cajones de Apure y Arauca. 4. De Las Mesas de Oriente. 89
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Sector de las Selvas Alisias Este sector ocupa toda el área del piedemonte Andino-Llanero en Portuguesa, Barinas y Apure, y un poco del piedemonte llanero de la serranía del interior de la Cordillera de la Costa en Portuguesa y Cojedes. Es una de las áreas de los llanos más afectadas y transformadas en su condición ecosistémica original. De hecho, las selvas ya casi no existen y se mantienen apenas en algunos enclaves relictuales como en la Estación el Manguito en Portuguesa, El Bosque Universitario El Caimital en Barinas y la Estación Experimental Caparo, también en este estado. Asimismo, existen áreas boscosas como estrechas fajas en bosques de galería y en hatos y fincas del sector. Como su nombre lo señala es el ecosistema boscoso el dominante en esta región llanera. Hasta mediados del siglo pasado existieron grandes bloques selváticos con nombre propio; Selva de Turén, Selva del Masparro, Selvas de Ticoporo, Selva del Caparo y Selvas de San Camilo, que daban una continuidad boscosa desde Cojedes hasta la frontera colombiana. Los bosques de este sector son los más exuberantes y complejos de todos los llanos. Es una condición que deriva de un bioclima subhúmedo en genera, que aumenta gradualmente de norte a sur (bosques secos tropicales en la otrora Selva de Turén en Portuguesa y bosques húmedos tropicales al sur de Barinas y en Apure, hasta la frontera con Colombia) y de unos suelos fértiles y bien drenados con multitud de ríos que bajan del Ande como de la serranía del interior (Portuguesa, Guanare, Masparro, Santo Domingo, Pagüey, Canaguá, Acequias, Caparo, Doradas, Uribante y Sarare, entre otros). Sobre estos abanicos aluviales se desarrollaron las selvas. Este sector sostiene una actividad agropecuaria que ha dispuesto de las selvas, pero se mantienen las condiciones que las originaron en sus suelos y clima. Si se abandonan los espacios la naturaleza retornaría a ocuparlos con estructuras ecológicas similares a las originales.
Farallones en el Borde sur de la Mesa de Guanipa, Estado Anzoátegui, Sector de las Mesas de Oriente. Fotografía: José R. Guevara G.
Existe un parque nacional (Río Viejo. San Camilo, en Apure) dentro del sector y varios fronterizos pero pertenecientes más a las bioregiones Andina y Caribe en las montañas limítrofes (Tapo-Caparo, Sierra Nevada y Tirgua). Las reservas forestales decretadas en el siglo pasado para proteger “Bosques productores”, no pudieron mantenerse en el tiempo para cumplir con su función, quedando hoy sólo en el papel, ya que sus bosques fueron derribados por colonos “invasores” y convertidos en fundos agropecuarios de distintos tamaños. Dos de las áreas relictuales nombradas arriba están “dentro“ de estas reservas y deben defenderse como tesoros naturales y como posible fuente de riqueza biológica para recuperación de áreas. Las ciudades de Barinas, Guanare y Acarigua-Araure son los mayores asentamientos humanos del sector. Entre las menores destacan Socopó, Santa Bárbara, Ospino, Sabaneta, Ciudad de Nutrias y Barinitas. (Guevara y otros 2011, Guevara 2015, 2017) 91
Sector Guárico Portugueseño Este llano situado al este, a continuación del anterior en el sector más septentrional de los llanos, ocupa casi todo el piedemonte llanero con la serranía del interior desde la mitad oriental de Cojedes hasta la depresión del Unare, en los límites de Guárico y Anzoátegui. Debe su nombre más a las subcuencas de los ríos homónimos, que constituyen el territorio del sector (río Guárico y río La Portuguesa), que a las divisiones territoriales. Es este un llano con bosques secos y sabanas asentadas sobre una fisiografía ondulada y colinosa (Galeras del Pao, Galeras de Guarumen, Sistema colinoso del Guárico) y suelos oligotróficos en su mitad norte. Es totalmente plana y con suelos higrófilos e inundables en su sección sureña. Ocupa parte de Cojedes, Portuguesa, Barinas, Guárico y Aragua y una faja estrecha en el cajón de Apure en el estado del mismo nombre. Es quizás uno de los sectores más diversos (bosques, sabanas, palmares y chaparrales) que se asientan sobre suelos de muy variada génesis; su actividad económica también es diversa, centrada en lo agropecuario y el sector servicios. Tiene alguna actividad petrolera en el sureste del sector, ubicado dentro de la Faja Petrolífera del Orinoco. Los ríos La Portuguesa, Guanare, Cojedes, Tiznados, Guárico, Orituco, Guariquito, Aguaro, Manapire y Zuata se cuentan entre los principales de esta área, que es asiento en su zona más baja de numerosos caños y esteros que forman humedales estacionales o permanentes muy importantes (Apurito, Estero de Camaguan, Estero de Monasterio). Dentro de las áreas patrimoniales reconocidas oficialmente está en Guárico, con más de 500 mil hectáreas de superficie, el Parque Nacional Aguaro-Guariquito. Al igual que en el sector anterior, la actividad ganadera y agrícola son las dominantes en los principales centros urbanos: San Carlos, Calabozo, y Valle de La Pascua; seguidos de Guanarito, Tinaco, El Baúl, El Sombrero, Altagracia de Orituco, Chaguaramas, Camaguán y Santa María de Ipire (Guevara 2015, Guevara y otros 2017).
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Sector de las Mesas de Oriente Este llano tiene una fisiografía un tanto irregular. Está formado por un sistema de mesas del Terciario con altitudes de hasta 450 metros. Ocupa la mitad sureña de Anzoátegui y Monagas. Estas tienen bordes irregulares que forman, a menudo, farallones por donde corren, encajonadas, corrientes de agua originadas en el manto freático de las mesas. Son, normalmente, de suelos arenosos y oligotróficos y presentan una clara diferenciación climática. Por un lado, parte de su territorio es Pluviestacional Infratropical Subhúmedo, al norte y este, sobre todo en el extremo oriental en Monagas, con precipitaciones que van desde los 1.200 a 1.600 mm. Por otro lado, el centro y suroccidente es Xérico Infratropical Seco, con lluvias entre 800 y 1.200 mm. Estos suelos y bioclima sustentan una vegetación de sabanas y chaparrales, con morichales en los farallones, sobre todo los que se encuentran en los bordes de mesa orientados hacia el sur y el este. El río Morichal Largo, que discurre en su mayor parte dentro de Monagas, a través de la llanura predeltaica, nace en este sector y corre encajonado en sus primeros kilómetros entre mesas orientadas hacia el este. Mientras que los ríos Caris, Pao y La Peña nacen de las mesas se dirigen hacia el sur como tributarios del Orinoco. Lo propio lo hace el río Zuata que nace en la Mesa de Guanipa se desplaza hacia el oeste y suroeste fuera de estas áreas, a través del sector GuáricoPortugueseño (Rodríguez, 1999). La producción petrolera es la actividad económica de mayor importancia en este sector. Existe también una ganadería extensiva en las zonas del sur de las mesas. En la década de los sesenta se inició una actividad forestal con plantaciones de Pinus caribea y diferentes especies de Eucalyptus en el centro sur y sureste de la región, utilizados para la producción de pulpa para papel. El Morichal Largo es el área baja de protección que ocupa una mayor superficie dentro del área de las mesetas. La ciudad de El Tigre es la más importante del sector seguida de Pariaguán y San Tomé; en el borde sur de la Mesa de Guanipa se halla San Diego de Cabrutica, (Guevara 2015, Guevara y otros 2017).
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Sector de los Cajones de Apure y Arauca El nombre de Cajón es dado por los llaneros a los territorios de llanuras bajas comprendidas entre dos grandes ríos. Toma el nombre de aquel río hacia el que escurre el mayor volumen de las aguas. Así, el Cajón de Apure se halla entre el río de ese nombre, al norte del territorio en cuestión y el de Arauca al sur. Mientras que el Cajón de Arauca se encuentra entre este último río al norte y los de Capanaparo y los Caños San Felipe, al sur. Ambos cajones se localizan íntegramente en territorio de Apure y posen una fisiografía totalmente plana con suelos higrófilos de banco, bajío y estero; sometidos a inundaciones periódicas, cubiertos por vegetación de bosques de galería, sabanas inundables, palmares y esteros. Los humedales de los esteros de Chiriguare y Caño Guaritico están protegidos por la figura de Refugio de Fauna Silvestre (Rodríguez, 1999). En este sector quedan algunos de los mayores hatos del país: El Frío y El Cedral entre otros. Estos terrenos fueron expropiados y se encuentran en pésimas condiciones de manejo, con una producción ganadera muy por debajo del nivel óptimo. San Fernando de Apure, Achaguas, Bruzual, Elorza, El Samán de Apure, y San Juan de Payara son las principales poblaciones del área.
Subprovincia Llanero-Guayanesa La otra subprovincia llanera es la Llanero-Guayanesa, llamada así porque la flora del territorio está compuesta mayoritariamente por especies de origen guayanés (e inclusive especies de origen amazónico); tiene dos sectores: Paleodunas-Altillanura y el del Costo Orinoco. (Guevara 2012, 2015, 2017) (Mapa N° 2). Esta ocupa alrededor de 30 % de la provincia y se ubica al sur de Apure, sobre la Altillanura Capanaparo- Cinaruco- Meta, y a lo largo de la margen izquierda del río Orinoco en Apure, Guárico, Anzoátegui y Monagas, específicamente en el área de inundación del río.
Sector de las Paleodunas y la Altillanura Este sector corresponde a la parte de la subprovincia que abarca las altillanuras y las zonas de Paleodunas que ocupan los municipios Rómulo Gallegos y Pedro Camejo en Apure. Fisiográficamente está formado por la llanura eólica con médanos en su parte norte, desde el sur del río Arauca hasta el sur del Capanaparo, seguida por una altillanura que continúa al sur del río Meta en territorio colombiano hasta el margen izquierdo del río Guaviare.
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Árbol de Saqui Saqui (Pachira quinata (Jacq.) W.S. Alverson) en la Estación Experimental Caparo, Estado Barinas. Área representativa de las selvas Alisias. Fotografía: José R. Guevara G. 95
Los ríos Capanaparo, Riecito y Cinaruco, que discurren encajonados, forman el entramado hidrográfico de la altillanura hasta el Meta. Al sur se prolonga esta unidad geomorfológica. La vegetación que ocupa mayor superficie es la de las sabanas oligotróficas de Trachypogon, con o sin chaparros y en distintas posiciones fisiográficas. Esto se hace más notable en el sector de las llanuras eólicas y la altillanura. Los bosques de galería alargados y estrechos, forman otro tipo importante de vegetación, dentro de los que se pueden ubicar o no los morichales, vegetación edafo-hidrófita dominada por la palma Mauritia flexuosa. Hacia el extremo suroeste aparecen afloramientos rocosos con un tipo particular de vegetación rupestre, rica en endemismos guayaneses. Las condiciones oligotróficas del suelo, lo remoto del territorio situado en un área fronteriza con escasa vialidad y las condiciones de humedad e inundación hacen que la subprovincia sea la menos habitada. Es la que tiene menor actividad económica y es más frecuente la ganadería extensiva. Así mismo, desde el punto de vista humano hay que considerar la existencia de varios grupos indígenas que tienen su territorio ancestral en esta región (Pumé, Cuiba y Jiwi, entre otros). Existe un parque nacional, el Santos Luzardo (Cinaruco-Capanaparo) en el municipio Pedro Camejo con 584.368 hectáreas de superficie, (Rodriguez, 1999). Se debería estudiar la posibilidad de crear un área similar en el oeste de la altillanura en el municipio Rómulo Gallegos, entre los ríos Capanaparo y Riecito. (Guevara y otros, 2012). No existen ciudades importantes en la zona, Puerto Páez es la localidad de mayor población y se encuentra en el extremo sureste del sector, en contacto con el Costo Orinoco. (Guevara 2015, Guevara y otros 2017).
Sector del Costo Orinoco Al considerar lo expuesto por Tamayo, el Costo por ser territorio definido por las inundaciones del Orinoco y sus tributarios tendría límites que pudieran abarcar la totalidad de la extensión de la inundación en su pico máximo, lo que nos podría llevar a un territorio circundado por la curva de nivel, de 100 m. En nuestro caso, por tratarse de un estudio referido a la distribución espacial de plantas, nos basaremos solo en las condiciones extremas que incluyen plantas diferenciales adaptadas a la llamada por algunos la Varzea Orinoquense (Díaz y Rosales, 2006). Se entiende que estos límites iniciales pudieran variar al realizarse un mayor número de estudios en el área. Este sector se sitúa en el área ocupada por bosques ribereños, algunas sabanas abiertas y matorrales inundables, en los márgenes del río Orinoco. Ocupa una estrecha franja que se extiende 96
desde el oeste, en el borde de la altillanura y en las bocas de los ríos tributarios provenientes de esta (Meta, Cinaruco, Capanaparo). Luego, en la llanura aluvial en las bocas del Arauca y el Apure se estrechan en la parte más cercana y boscosa del delta interno. Trabajos futuros deben aclarar más las relaciones fitogeográficas del sector y sus límites. Dentro de las áreas de particular importancia destacan el contacto con el Delta Interior y la Montaña de El Gallo en la desembocadura del Arauca en el Orinoco (Tamayo, 1956. Tamayo, 1972. Guevara 2015, Guevara y otros 2017).
La biodiversidad llanera De esta descripción general que presentamos de la biogeografía de la Provincia Llanera, vemos casi un cuarto de millón de kilómetros cuadrados de su territorio, que en una primera mirada puede parecernos monótona y homogénea. Resultan dos subprovincias y seis sectores y representa, de entrada, una gran diversidad paisajística. De hecho, varios “pequeños países“, en los que en conjunto se han descrito 7 ecoregiones (Madi, 2014) y 42 Fitocenosis (Huber y Alarcón, 1988) y más de un centenar de ecosistemas diferentes que contienen 3.916 especies, agrupadas en 193 familias y 1.253 géneros. Estos datos representan alrededor de 25 % de la flora conocida hasta ahora en el país. Igualmente, es rica la fauna llanera, sobre todo la avifauna. A finales del siglo pasado se originó una incipiente industria ecoturística con extranjeros que visitaban algunos hatos, sobre todo en los sectores Guarico-Pörtugueseño y de los Cajones donde, como ya vimos, se concentran las áreas de humedales y los más grandes parques nacionales. (Aymard, 2017. Guevara, 2019).
La bioregión llanera como espacio económico y de protección ambiental. Breve visión La economía llanera se sustentó durante mucho tiempo en la ganadería, que tuvo su origen en el ganado vacuno llevado desde El Tocuyo en 1547 por Cristóbal Rodríguez “ocupando rápidamente los espacios abiertos ocupadas hasta entonces por chigüires y venados”. El siglo XVI resultó ser un período violento y aún difícil para definir la colonización del llano; el avance poblacional y la estabilización que tardó alrededor de dos siglos. A mediados del siglo XVIII el dominio de la llanura no estaba terminado. Es entre 1750-1760 que los ganaderos pasan a la otra banda del Apure para establecer sus hatos, que fijan hombres y reses en la zona (Rodríguez, 1991, Donis Ríos, 2005). El final del siglo XVIII y todo el siglo XIX (a pesar de las guerras), contemplan la evolución del llano como espacio ganadero por excelencia del país. La oscilación de la cabaña vacuna de los 4,5 97
millones de cabezas que cita Humboldt para la transición de estos dos siglos se va a mínimos durante la Guerra de Independencia y la Guerra Federal, (650.000 cabezas al terminar la primera hacia 1824) (Marrero, 1964). La paulatina recuperación económica del país después de la Guerra Federal lleva a la recuperación de hatos. Entre 1903-1904 se logran exportar 125.000 cabezas de ganado. Para ese momento, los estados llaneros tenían una floreciente actividad exportadora no solo de ganado en pie sino de carne salada, cueros y el “exótico”, hoy casi risible producto de las plumas de garza para los sombreros de la damas de la Belle Epoque; luego, vino la exportación de carne congelada en vez de la salada (Marrero,1964). Para no alargarnos en análisis económicos, que nos son objeto de este texto, podemos señalar que en 1998, a partir del triunfo de la actual tendencia política y la implantación progresiva de un modelo supuestamente derivado del marxismo, la sociedad venezolana – que incluye el ámbito llanero, ha sufrido una serie de transformaciones negativas en las estructuras, instituciones políticas, económicas que han afectado la propiedad privada. En los casos de la producción ganadera, el manejo de estaciones, investigación científica y protección de la biodiversidad hoy se evalúan con saldo negativo. Ejemplo de esta realidad lo constituye hecho de que Venezuela ha pasado de ser un país prácticamente autoabastecido en carne, que en 1998 solo importaba 2 %. Actualmente, de Argentina, Uruguay y Brasil proviene más de 50 % del consumo nacional de este producto. El tratamiento que se da, por parte del gobierno, a la investigación científica y la conservación de la naturaleza se refleja en las invasiones a estaciones experimentales. Varias han sido ocupadas por comunas campesinas, que han provocado la destrucción de instalaciones, plantaciones y el producto de años de investigación. En 2014, fue invadida temporalmente la Estación Experimental El Irel en Barrancas, estado Barinas. Esta era propiedad de la Universidad de Los Andes. El Irel fue tomado y las plantaciones experimentales y sus huertos semilleros fueron destruidos por una poblada liderada por la propia alcaldesa del Municipio Cruz Paredes. La Estación Experimental Caparo, también en Barinas (historia se explica detalladamente en otro trabajo en esta misma edición de Museos.VE, ha sido objeto de invasiones y deforestaciones que la han llevado a perder más de 15 % de su superficie original. Los hatos Paraima, Piñero, El Frío y 98
El Cedral, entre otros, donde se practicaba un manejo múltiple de la tierra que incluía la protección de la biodiversidad han sido expropiados. “Rescatados” es el eufemismo utilizado por el gobierno. También han sido comprados obligatoriamente a sus dueños al precio asignado por el estatal Instituto Nacional de Tierras. Son adquiridos para ser entregados a supuestos campesinos, que son los responsables de haber llevado a mínimos la producción ganadera. A pesar de ello, se habla acerca de una supuesta soberanía alimentaria. La demagogia, la desidia y el abandono se extienden actualmente por todo el Llano (Guevara, 2015). A esto podríamos añadir que en los últimos años se ha profundizado la ya difícil crisis de combustible que afecta a una región geográfica donde las distancias hacen de los desplazamientos. terrestres o fluviales, una barrera a superar para el buen funcionamiento de los circuitos comerciales y otras actividades humanas.
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José R. Guevara González Ingeniero Forestal egresado de la Universidad de Los Andes (1979). Doctor en Biología Vegetal y Edafología de la Universidad de Valencia, España (2016). MSc. en Botánica de la Universidad Central de Venezuela (2001). Profesor titular jubilado de la ULA [en Botánica Sistemática y Dendrología en la Escuela de Ingeniería Forestal y de Inventarios de Vegetación y Flora en la Maestría en Botánica y Taxonomía Neotropical (Botane) en la Facultad de Ciencias]. Ha sido director y curador del Herbario Carlos Liscano MER. Sus áreas de investigación son geobotánica, fitosociología, ecología vegetal, florística y manejo de la biodiversidad. simonveritas@gmail.com
Omar E. Carrero Araque Técnico Forestal egresado de ULA. Con licenciatura y maestría del USTL-Montpellier. Miembro del Grupo de Investigación Gimefor-ULA. Director y profesor de Ecología Vegetal en la Escuela de Capacitación Forestal de la ULA. Cofundador de la Estación Experimental Caparo, iniciativa en la que participa hace 40 años. Sus áreas de trabajo son la fenología, biogeografía y fitosociología-etnobotánica. Ha concretado experiencias de campo en Costa de Marfil, Trinidad y Tobago, Surinam, Bolivia y Ecuador. canaleteypalanca@gmail.com
Museología Histórica
Herbario Nacional de Venezuela (VEN), 100 años de historia y conocimiento en la botánica Neida Avendaño y Omaira Hokche Venezuela posee una amplia biodiversidad. Está considerado como uno de los 17 países megadiversos del mundo. Ocupa el sexto puesto como país diverso en flora y fauna de América Latina (Huber et al.1998; Hokche 2020). La flora nacional está representada por, aproximadamente, 16.000 especies de plantas vasculares nativas. El grupo más representativo son las angiospermas (plantas con flores y semillas recubiertas por el fruto) (Hokche 2020).
Fig. 1. Pileta del herbario. Foto: Jesús Hernández.
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Los herbarios son instituciones fundamentales para conocer y conservar los recursos florísticos de un país. Este año el Herbario Nacional de Venezuela, HNV, arriba a los 100 años de su creación y está a la par, en cuanto al número de ejemplares que custodia, con respecto a los principales herbarios de América del Sur. El Herbario Nacional no es solo un museo con colecciones de muestras botánicas secas de diversas regiones de Venezuela (así como ejemplares de otros países, en particular del Neotrópico) sino también la representación de la diversidad florística de nuestro país y su conocimiento. Se encuentra ubicado en el edificio sede del Instituto Experimental Jardín Botánico Dr. Tobías Lasser de la Universidad Central de Venezuela, UCV, Patrimonio de la Humanidad desde 2000. (Figuras 1 y 2).
Historia El HNV se fundó en 1921 como parte del Museo Comercial e Industrial de Venezuela y funcionaba en la parte posterior de la Casa Amarilla bajo la dirección del naturalista y botánico suizo Henri Pittier (Tamayo 1987; Texera 1991; Texera 2006) (Fig, 3, 4). Se inició con las colecciones de notables personajes como José María Vargas, Adolfo Ernst, Alfredo Jahn y del propio fundador. Durante la década de 1940 la colección creció, notablemente, con las contribuciones botánicas de investigadores discípulos de Pittier.
Fig.2. Sala principal del Herbario. Foto: Neida Avendaño.
En general, fueron numerosas las exploraciones realizadas a diversas zonas del país, lo que resultó en gran acopio de muestras para el Herbario; así mismo, hubo una producción continua de publicaciones, la mayoría artículos en el Boletín de la Sociedad de Ciencias Naturales y varias monografías, entre ellas Suplemento de Plantas Usuales de Venezuela (Pittier), Catálogo de la Flora venezolana (Pittier, Lasser, Schnee, Luces y Badillo), Exploraciones Botánicas en el estado Mérida (Lasser), Maderas de Venezuela (Corothie y Williams) y Exploraciones botánicas en la Guayana Venezolana (Williams), entre otros (Texera, 1991; Rodríguez y Hokche 2006; Avendaño 2020). 109
Se trasladó en 1958 desde el museo a su sede actual en el Jardín Botánico de Caracas y en 1964 se registró con las siglas VEN en el Index Herbariorum directorio de herbarios públicos del mundo, a cargo de la Asociación Internacional de Taxonomía de las Plantas (IAPT) y el Jardín Botánico de Nueva York (NYBG). A finales de 1959, por invitación de Tobías Lasser, entonces director del Instituto Botánico, llegó al país Julian Steyermark, estudioso de la flora nacional, que durante las siguientes dos décadas (desde 1960 hasta inicios de 1980) contribuyó notablemente al enriquecimiento del Herbario Nacional de Venezuela con sus exploraciones a varias regiones del país y más, exhaustivamente, a la de la Guayana, en los tepuyes. Posteriormente, la colección del HNV se incrementó como resultado de los inventarios florísticos realizados en el territorio nacional, gracias al aporte de numerosos investigadores
Misión El HNV tiene como misión fundamental custodiar y preservar la mayor colección de muestras botánicas del país, facilitar su estudio científico, así como realizar investigación y divulgar información de los distintos componentes de la flora nacional; además de ser un lugar de consulta para investigaciones y docencia en el campo de la botánica, ecología vegetal, fitogeografía, y otras disciplinas, particularmente en estudios taxonómicos y florísticos.
Colecciones Custodia, aproximadamente, 453.000 especímenes de todos los grupos vegetales y no vegetales como las algas, hongos, líquenes, briofitas, pteridofitos, gimnospermas y angiospermas (Figura 5); además de dos colecciones sumamente importantes por ser la base del herbario, la primera la colección de muestras tipo (muestra de referencia cuando se describe por primera vez una especie para la ciencia), que contiene alrededor de 7.500 especímenes, y la segunda la colección de muestras históricas (520 ejemplares), llamadas así porque fueron realizadas en el siglo XIX por expedicionarios europeos y adquiridas mediante programas de intercambio con otros herbarios, principalmente con el Museo de París (P) (Figuras 6, 7 y 8). El HNV dispone también de una pequeña colección húmeda de orquídeas y de una Xiloteca Histórica, con muestras de madera de diferentes especies venezolanas de árboles (Figuras 9 y 10). 110
Fig. 3. Casa Amarilla. Foto: Fundación Arquitectura y Ciudad.
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Colectores La gran colección que posee el herbario se debe al trabajo de muchos investigadores que se han dado a la tarea de investigar la flora de nuestro país y de depositar los ejemplares de su investigación en nuestro herbario. Sin sus aportes y dedicación el HNV no existiría. Como se mencionó anteriormente, gracias a su fundador el botánico Suizo Henri Pittier, se empezó con el resguardo y el cuidado de los especímenes botánicos. Luego, debemos mencionar a sus discípulos Tobías Lasser, Zoraida Luces, Francisco Tamayo, Harry Corothie, Victor Badillo, y Esteban Delgado que siguieron sus pasos y trasmitieron la información y el amor por el trabajo sobre la flora nacional. Luego, investigadores como Ludwing Schnee, Leon Croizat, Llewelyn Williams, y Félix Cardona. Este último fue el primero en recolectar en varios tepuyes y depositar las muestras en el HNV (Texera 1991, Rodriguez y Hokche 2006). Han sido muchos los investigadores de instituciones nacionales y extranjeras que han contribuido con el HNV. Se mencionarán algunos que trabajaron en regiones y grupos de plantas particulares. Entre ellos. podemos mencionar a Basett Maguire, John Wurdack, Richard Cowan, George. S. Bunting, Ronald Liesner, Alfredo Jahn, Alwyn H. Gentry, Julian Steyermark, Volkmar Vareschi, Mauricio Ramia, Leandro Aristeguieta, Getulio Agostini, Stephen Tillett, Otto Huber, Paul Berry, Gerri Davidse, Gilberto Morillo, Gustavo Romero, Luis Marcano-Berti, Gerardo Aymard, Basil Stergios, Francisco Delascio-Chitty, Aníbal Castillo, Francisco Guánchez, Winfried Meier, Wilmer Díaz, Judith Rosales, Claudia Knab-Vispo, Laurence Dorr, Manuel LópezFigueiras, Edgar Rutkis, Ángel Gonzáles, Nora de Ríos, Ernesto Foldats, Beatriz Vera, Santiago Gómez, Teresita Iturriaga, Mario Guariglia, José Grande, Ángel Fernández y los investigadores de la institución Neida Avendaño, Yaroslavi Espinoza, Mayra García, Jesús Hernández, Omaira Hokche, Ana Huérfano, Shingo Nozawa, Julián Mostacero, Leyda Rodríguez, Silvia PérezCortéz, que además son curadores parciales de grupos particulares.
Curadores
Fig.4. Henri Pttier. Foto: Venezuela e historia.blog.
El primer curador del HNV fue su fundador el botánico Henri Pittier, luego de su muerte quedó a cargo el Dr. Tobías Lasser y, posteriormente, varios profesionales han dado su contribución para mantenerlo y fortalecerlo. Se han encargado de actividades de dirección o curaduría de la colección. Entre ellos, cabe mencionar a Julian Steyermark, Rafael Labiente, Beatriz Garófalo, Teresita Iturriaga, Gladys Rodríguez, Gilberto Morillo, Francisco Delascio Chitty, Francisco 113
Guánchez, Zoraida Luces, Otto Huber, Rodrigo Duno, Giovanna de Martino, Alexandría Jiménez, Silvia Llamozas, Ana Huérfano, Aníbal Castillo, Leyda Rodríguez, Thalia Morales y, más recientemente, Mauricio Krivoy y las autoras de este trabajo.
Actividades Las actividades en el HNV, en general, son las mismas desde sus inicios. Entre ellas, se pueden mencionar como primordiales el montaje de muestras botánicas, el intercalado en los estantes de las salas de la colección, la identificación y actualización taxonómica de especímenes y el catalogado de muestras botánicas, préstamos y programas de intercambio con otras instituciones, entre otras. No obstante, cabe señalar que en los años más recientes se ha avanzado en la modernización con la digitalización de la información de los especímenes botánicos. Se han cargado en base de datos las imágenes de las muestras tipo a partir de 2009, con las imágenes de las muestras tipo como participantes en un proyecto internacional en la Iniciativa de Plantas Latinoamericanas (LAPI, por sus siglas en inglés), gracias al apoyo recibido por la Fundación Mellon (EE UU), con el fin de preservar las muestras tipo presentes en los herbarios del mundo. Actualmente, algunas actividades del herbario se han visto mermadas luego del desmantelamiento que sufriera la institución y el propio herbario en 2017. Esta situación no permite ejecutar al 100 % la digitalización, secado y curado de las muestras por la pérdida de la electricidad y la falta de reposición de los equipos; por tal motivo, la curaduría se realiza con la utilización de compuestos químicos como paradicloro, naftalina y otros, para evitar la contaminación de la colección con insectos, como por ejemplo Lasioderma serricorne, comúnmente llamados coquitos. Se trata de preservar el acervo histórico y de conocimiento botánico del país.
Importancia El HNV es un lugar de consulta en investigaciones y docencia en el campo de la botánica, ecología vegetal, fitogeografía y otras disciplinas, particularmente en estudios taxonómicos y florísticos. Es un gran apoyo para investigadores y estudiantes universitarios. En la docencia ofrece sus instalaciones para visitas guiadas en asignaturas de pre y postgrado, tales como biología vegetal, taxonomía, sistemática vegetal y dendrología. Así mismo, brinda atención al público general con interés en la botánica y presta asistencia a estudiantes en la identificación de plantas. 114
Fig.5. Muestras de los grupos vegetales y no vegetales. Foto: Neida Avendaño.
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Tienes 100 años de labores como un centro de referencia y promotor de innumerables exploraciones e investigaciones en el campo de la botánica del país. Se ha mantenido gracias al empuje y dedicación del personal que ha laborado en sus instalaciones, así como por el inmenso valor del conocimiento que alberga. Estos cien años son motivo de celebración, orgullo y gran satisfacción para quienes laboramos en él. Estamos motivados por el interés de preservar, mantener y custodiar la gran colección de muestras botánicas que alberga el herbario y consolidarlo cada vez más como el principal herbario del país y referencia en Latinoamérica. El propósito es dar a conocer la diversidad florística, la distribución de las especies, y el endemismo a nivel nacional. En este sentido, es fundamental su preservación y la de todos los herbarios nacionales. Es vital contar con apoyo para cumplir con la función para la que fue creado.
Referencias Avendaño, N. 2020. El Herbario Nacional de Venezuela (VEN).Tribuna del Investigador 21(1): 40-45. Hokche, O. 2020. Flora Vascular. En: Libro Rojo de la flora venezolana, Segunda edición. Huérfano, A., I.Fedón & J. Mostacero (eds.). p. 410.Instituto Experimental Jardín Botánico, Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela. Huber, O., R. Duno, R. Riina, F. Staufer, L. Papatierra, A. Jiménez, S. Llamaozas y G. Orsíni. 1998. Estado actual del conocimiento de la flora en Venezuela. Documentos Técnicos de la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica, 1. Caracas. Rodríguez L., O. Hokche. 2006. Herbario Nacional de Venezuela (Ven): 85 años de historia y representación de la flora venezolana. Acta Bot. Venez 29 (2): 363-368. Tamayo F. 1987. Imagen y huella de Henri Pittier. Ediciones Intevep. Caracas. Texera Y. 1991. La exploración botánica en Venezuela. Fondo Editorial Acta Científica Venezolana, Caracas. p. 1754-1950. Texera Y. 2006. Henri Pittier y los inicios del Herbario Nacional de Venezuela. Acta Bot.Venez 29 (2): 369-384.
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Neida Avendaño Bióloga con Doctorado en Ciencias, Mención Botánica, ambos títulos de la Universidad Central de Venezuela, UCV. Investigadora en florística y taxonomía. Jefa y curadora del Centro Herbario Nacional de Venezuela, desde 2017. Cuenta con más de 40 escritos, entre artículos y presentaciones en eventos científicos. Entre sus reconocimientos se cuentan: Premio Promoción del Investigador PPI, Nivel 1 (2008-2010), Premio Estímulo a la Innovación e Investigación PEII, Investigadora A (2012) y Premio Estímulo a la Innovación e Investigación PEII, Investigadora B (2014). neidahaydee@gmail.com
Omaira Hokche Bióloga con Doctorado en Ciencias, Mención Botánica, ambos títulos de la Universidad Central de Venezuela, UCV. Cuenta con más de 20 artículos científicos y capítulos de libros en revistas arbitradas, y 66 eventos científicos nacionales e internacionales. Actualmente, se desempeña como Investigadora del Centro de Herbario Nacional de Venezuela en el Instituto Experimental Jardín Botánico Dr. Tobías Lasser. Editora principal de la revista científica Acta Botánica Venezuelica y de la obra Nuevo Catálogo de la Flora Vascular de Venezuela. Desde 2019 es docente contratada en la Escuela de Biología de la Facultad de Ciencias de la UCV. ohokche@gmail.com
Buenas prácticas
Retos que enfrenta la profesionalización del ejercicio de la conservación-restauración del patrimonio en Venezuela Ingrid Lozano Pizzano La consolidación de las instituciones culturales en nuestro país ha sido un proceso arduo, lleno de escollos, ocasionado –quizás– por el rol secundario que siempre se le ha otorgado al sector cultural. Bajos presupuestos y pocos profesionales especializados en sus distintas áreas de acción son los problemas más comunes. Esta escasa profesionalización se vincula de manera directa con la vulnerabilidad que tradicionalmente ha caracterizado a las instituciones culturales. Obra en proceso de inspección por los especialistas a fin de elaborar el estado de conservación.
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La situación se ilustra muy bien a través de las vicisitudes que atravesó el Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial (Cencrep) para su creación. El proyecto existe desde 1976, época en la que nacieron otros Centros en Latinoamérica, por ejemplo los de Colombia (1974), Bolivia (1975) y Chile (1982). Por razones de índole diversa, básicamente políticas y presupuestarias, no se concretó. Fue en 2006 cuando se dio un paso en este sentido y la Fundación Museos Nacionales (FMN) creó una Coordinación de Conservación y Restauración. La coordinación no inició actividades de manera regular y el país debe esperar hasta 2011 cuando, como parte de las actividades realizadas con motivo de la celebración del Bicentenario de la Declaración de Independencia, se decide realizar la restauración de un grupo de objetos pertenecientes a la colección del Museo Bolivariano. La importancia de las obras a restaurar y su volumen, obligó la creación del Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial (Cencrep). Luego de aquel grupo inicial de obras restauradas, la actividad del Centro se mantuvo con algunos altibajos pese a la existencia de algunos problemas que han impedido el óptimo cumplimiento de sus funciones. El Cencrep nació con el objetivo principal de garantizar la preservación del patrimonio nacional a través de dos actividades básicas: una de carácter pedagógico y la otra técnico científico (Cencrep, 2019, p. 6-7).
Traslado de la obra “Congreso de Angostura” de Tito Salas. Es importante contar con personal capacitado al momento de manipular y trasladar obras de arte de gran formato.
La poca presencia en el país de personal especializado en el área ha dificultado alcanzar el objetivo pedagógico del Cencrep. Los profesionales que se han integrado a esta institución ocupan la mayor parte de su tiempo en el trabajo con las obras, debido a la necesidad imperiosa de resolver los problemas que las afectan y atentan contra su preservación futura. Es poco el tiempo restante para dedicarlo a las actividades pedagógicas. Por otra parte, el país solo cuenta con un centro de estudios, la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda de Coro (Unefm), que ofrece la Licenciatura en Conservación y Restauración de Bienes Muebles. Sin embargo, la formación que brinda es –casi- exclusivamente teórica. 125
Los egresados reciben poca formación práctica y se gradúan no debidamente capacitados para enfrentar los retos que implica restaurar una obra. Afortunadamente, existen experiencias exitosas de egresados de la Unefm que han complementado su formación profesional en el Cencrep. Aunque hasta el momento el número no ha sido significativo. Asimismo, hay una notable diferencia en el nivel de formación de los profesionales que ejercen como restauradores en el país. Unos pocos, muy pocos, han realizado estudios formales en el extranjero. Otros se han formado gracias a cursos de especialización en áreas específicas, también fuera del país. La gran mayoría han obtenido su formación a través de la práctica, como asistente de algún restaurador o por el trabajo que ha asumido en una institución museística. Sin embargo, a raíz de la creación del Cencrep la actividad restaurativa se concentró en este centro nacional. Los museos solo ejecutan tareas de prevención y conservación. Tradicionalmente, los museos han permitido obtener una formación especializada que se forja a través de la práctica cotidiana. En nuestro país no es fácil vincular las competencias adquiridas en la institución museística con el mercado laboral. Sobre todo en el área que nos ocupa, porque la conservación de patrimonio es una disciplina poco conocida, con casi ningún reconocimiento social y sus ámbitos de acción, con frecuencia, son ocupados por profesionales de otras áreas. Por ejemplo, se encuentran marqueteros encargados de colecciones de obra sobre papel o registradores y curadores que fungen como conservadores de colecciones privadas. Adicionalmente, es probable que la imposibilidad de realizar estudios formales en el área, sumada al poco reconocimiento social y la difícil inserción en el mercado laboral sean el origen de otro inconveniente que se ha detectado en muchos trabajadores que custodian patrimonio. Es la falta de vocación profesional, situación que se traduce en poco compromiso e indiferencia frente a los problemas y retos a los que deben enfrentarse. La poca eficacia del trabajo resultante repercute de manera negativa en las colecciones que están bajo su responsabilidad. Otro aspecto importante que se vincula con el carácter técnico científico del Cencrep, es la necesaria multidisciplinariedad del ejercicio restaurativo. Los problemas antes señalados: poca consolidación institucional, escasa profesionalización y desconocimiento de las características y alcances de la conservación–restauración como disciplina técnico-científica han hecho difícil conseguir profesionales de campos conexos; por ejemplo químicos con la suficiente motivación para especializarse en el área.
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Alumnos de la Maestría de Museología de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda en sus prácticas profesionales.
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Pese a ello, en los pocos años de actividad efectiva del centro son muchos los avances que se han hecho en ese sentido. El Cencrep cuenta con un laboratorio de química que, a pesar de algunas carencias de equipamiento y materiales, ha logrado cumplir a cabalidad con las exigencias que requiere la actuación sobre las obras. Se ha conseguido establecer vínculos con instituciones que están en condiciones de prestar servicios en el área de análisis físico-químico y entomológico. De la misma manera, la carencia durante tantos años de una institución con la responsabilidad específica de la actividad restaurativa y de centros de enseñanza especializados, sumado a la notable disparidad en la formación de las personas que ejercen el oficio, ha traído como consecuencia la existencia de diferencias de criterio y variadas aproximaciones a cuestiones vinculadas con la ética del ejercicio y con las metodologías de trabajo. El hecho de que no existan disposiciones legales que regulen el ejercicio de la conservación y restauración de patrimonio, ha dado lugar a numerosos problemas generados por tratamientos inadecuados que ocasionan deterioros mayores a aquellos que justificaban la actuación sobre el bien y que en ocasiones son irreversibles. Si bien es cierto que La Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural de 1993 subraya la prohibición de realizar cualquier acción sobre las obras que “desvirtúe y desnaturalice” su sentido y concepto original (Título III, Capítulo IV artículo 26) y, además, contempla condenas de prisión de dos a cuatro años a quien destruya o deteriore un bien (Título VI artículo 44). La realidad es que se realizan procedimientos inadecuados y no es posible aplicar sanciones, porque los resultados de una mala intervención, con frecuencia, no se observan de manera inmediata. A esta dinámica se añade que quienes deben supervisar y velar porque se cumplan los criterios éticos que prevé la normativa internacional (mínima intervención, no alteración del original y reversibilidad) carecen de la experticia necesaria para cumplir esta labor.
Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial.
Para finalizar, la formación profesional en el área de la conservación y restauración de patrimonio es fundamental, porque enseña no solo los aspectos técnico-científicos sino también los principios éticos del ejercicio restaurativo. En el perfil profesional de un conservador-restaurador, ente otras cosas, debe destacar su compromiso. No basta la posesión del conocimiento técnico si se carece de la pasión por proteger el patrimonio y una actitud ética frente a las disyuntivas que se presentan al momento de actuar sobre los bienes. Es importante enfatizar en la necesidad de fortalecer las instituciones. Su cumplimiento permitirá establecer una normativa legal que regule el ejercicio, facilitará uniformizar criterios y contribuirá a afianzar y extender las alianzas entre instituciones educativas y técnico-científicas. De esta manera, se logrará el reconocimiento de la profesión del conservador-restaurador y el mayor beneficio lo recibirá el patrimonio y la preservación a futuro de nuestra herencia cultural. 129
Referencias Centro Nacional de Conservación y Restauraciónn Patrimonial. (2019, enero-abril). [Informe de Gestión]. Caracas: Autor. Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural. (1993). Gaceta Oficial de la República de Venezuela, N°4.623 (Extraordinario). Octubre 3, 1993.
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Ingrid Lozano Pizzano Licenciada en Farmacia (1983) y egresada de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas (1987). Realizó estudios de restauración de obras de arte en el Centro Interamericano de Restauración de Bienes Culturales Muebles en Perú: Cusco (1989) y Lima, (1992). Especializada en el área de restauración de escultura. Ha trabajado en el área de la conservación y restauración en instituciones como la Galería de Arte Nacional (GAN), Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu (Macmma) y Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MAC). Actualmente, se desempeña como jefe del laboratorio de restauración de Escultura en el Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial (Cencrep). ingloz@yahoo.com
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Exposiciones
Paisaje Mestizo
Rupturas y desprendimientos del paisaje en el arte venezolano Raúl Chacón Carrasco
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Del paisaje se ha hablado hasta la saciedad en nuestros contemporáneos. Lo estético en disputa con el modo de asumirlo en su práctica ha sido el tema referenciado y de predilección para teóricos, críticos y curadores. El hecho de reproducir formalmente en el soporte la naturaleza como origen notable del paisaje en Venezuela, dio por sentado en el transcurrir de los años, desde su inicio hasta nuestros días, que todo elemento impuesto e inducido, determinara nuevos procesos de creación e interpretación; el orden academicista trazó una ruta rígida y contemplativa, que marcó en el artista especie de miradas sin cuerpo dando en apariencia inmediata, una pintura que relata y describe, casi al calco, sin expresión alguna. El paisaje bajo un perfil positivista desencadenó quiebres y fracturas en las diferentes visiones apologéticas, que en una época se desarrollaban en línea procesual, entendido como Academia de Bellas Artes, Círculo de Bellas Artes y la conocida Escuela de Caracas. Con el tiempo y a pesar de los modelos impositivos generados por los heterogéneos estamentos de regulación y educación artística, la naturaleza en conjunción, hecho creador y representado, evocó en desarrollo, un proceso prístino y auténtico, que instintivamente y como devenir natural se mantuvo fiel a lo esencialmente americano; a esa producción que busca alcanzar la forma fundamental y extensiva de la naturaleza, diferenciado de las referencias del arte europeo, donde la forma se define como único canal hacia la naturaleza. En síntesis, un dualismo que enfrenta la imitación literal de la naturaleza, con la naturaleza esencial, con la integración de todos los componentes que hacen de la realidad un fenómeno maravilloso, un fenómeno natural y extraordinario. 137
A partir de un enfoque pormenorizado se da por sentado que lo estructural en la pintura es la forma, su composición en el plano y lo funcional en la misma es la acción de comunicar. En consecuencia, lo estructural y funcional son inseparables en la complejidad constitutiva del hecho artístico. En términos dialécticos, todos mantenemos un vínculo permanente con la naturaleza. Así, entre la totalidad de sus aspectos está la cotidianeidad bañada de elementos de esa naturaleza manifestante; los contrastes de luz, las proyecciones cromáticas, la irisada infiltrante, el clima y la vegetación circundante con sus colores y olores. Cada detalle recoge una parte de ese espectáculo llamado naturaleza que, a su vez, nos impone internamente modelar un modo distinto de interpretación. No solo existe lo exterior para representar, sino un dinamismo complejo que surge de la expresión ante la descripción de lo que nos rodea. Desde la coloridad sobria y terrosa del academicismo del siglo XIX, trasladado por la luminosidad de principios de siglo XX hasta las vanguardias informales y disconformes de los años posteriores, Paisaje Mestizo presenta de forma lineal, contrastada y atemporalizada, una semblanza de 36 pinturas de nuestros más representativos paisajistas. De esta manera, bajo la radicalidad conceptual se exhiben tomando en cuenta los múltiples factores intertemporales y sus diversas adecuaciones en la solución plástica: color, técnicas y subtemas. Todas estas obras y sus formas de representación muestran una trama descriptiva que no es más que el desvelamiento de un universo de relaciones y diálogos. “Fundamentalmente pienso que se trata de un fenómeno de incompenetración con el paisaje y el entorno. La atracción de la metrópoli ha penetrado ya en los patrones existenciales y visuales, de tal forma que para acercarse a la naturaleza es preciso romper con esquemas visuales y psicológicos, superar la noción de ego, superar ese envanecimiento narcisista que caracteriza la actitud de los artistas contemporáneos. Es un problema de aislarse del ruido visual, de la esquizofrenia de la 138
época, de la noción de arte como testimonio de una enfermedad y, por el contrario, intentar un estado de sensibilización mas afinado, un estado de centramiento interior y serenidad, de armonía. La pintura no es un gesto retórico, teatral, meramente discursivo. El arte no debe entenderse solamente como una puesta en escena de los problemas de la sociedad contemporánea, sino también como el producto de una revisión de nuestros propios procesos interiores, una vuelta hacia sí mismo. Pero también hay otra causa, y es la influencia cultural avasallante que en los últimos años ha arremetido contra la plástica desde Europa y los Estados Unidos. Nuestros artistas se han limitado a copiar patrones de moda, olvidando el carácter primordial del arte que conduce hacia la investigación, el recogimiento interior y la reflexión. Todavía son muchos los artistas que se plantean los problemas de la pintura contemporánea como cuestión de actualización formal, y eso no es más que el resultado de una concepción evolucionista, ingenua, lineal y provinciana. Parece que todo el problema se redujese a un trabajo de vulgarización, difusión y elaboración marginal de las conquistas de lo que se considere en ese momento como moda en las artes plásticas”. Manuel Espinoza
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Raúl Chacón Carrasco Sociólogo, documentalista, curador e investigador de arte. Jefe especialista de investigación en la Galería de Arte Nacional, GAN, de la Fundación Museos Nacionales, FMN. raulinvestigan@gmail.com
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Sin título, 2020 Acrílico sobre tela 1.85 x 1.20 cm
Mérida para
Francisco Grisolia Freddy Torres
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Estuve en la Galería de Arte La Otra Banda de la Universidad de los Andes. Fui a ver con curiosidad la exposición de Francisco Grisolia en las dos salas. Me encontré con un pintor que trama sus obras desde planos distintos con profundidad de campo y mirada inquietante sobre la realidad de cada uno. Imágenes que juegan con las posturas delirantes de seres en distintas actitudes, posturas y delirios. El creador de espectros tiene derecho a creer que nuestra manera de ver y pensar el mund o está en constante transformación. La ciencia y la pintura moderna revelan una manera de comprender y de representar el espacio. La noción de tiempo sufre alteraciones cuando responde a una visión, a un pensamiento real, una asimilación sincera de las fluctuaciones de esta época de pandemia. La escena transfigurada por el pintor, con diversos planos para observar, crean un contacto inquietante entre la figura y el observador con considerables posibilidades de expresión. La composición de estos paseantes misteriosos crean una atmósfera de incredulidad que nos hace reflexionar sobre un sentido de la ceremonia evidente. Hay celebración, cumplimiento ritual de un culto secreto de personajes a punto de festejar su carácter orgiástico, el delirio espontáneo ante los ojos de los espectadores por una identificación estática, una verdadera posesión. 145
La filiación histórica de estos convidados de la ira tiene una filiación de “catarsis” en la que se pueden percibir en ciertos personajes accesos paroxisticos que purgan pasiones con intenciones de sutileza metafísica. Hay en todo el conjunto una representación orgiástica de caracteres, un paroxismo por una sugestión, un contagio de ceremonia silenciosa, personal. Hay una fe unánime en el carácter divino de la representación de una realidad, de un tiempo de temor y muerte, locura y estremecedor de la sociedad diesmada por la incredulidad colectiva de los mitos; la creencia en el carácter divino del hombre y el sacrificio de los seres humanos ante el derrumbe de la razón y la experiencia vital que nos agobia. En el fondo de esta exposición existe una celebración de un misterio que a todos nos toca: está participación de la ciudad en un hecho artístico de valor y sacrificio por la verdad del presente ilumina y da esperanza de vivir por la pasión del arte. La pintura es también ceremonia, solemnidad instantánea e invita a los merideños a acudir a un recinto especial, con la cabeza coronada de fiesta porque disfrutamos la pureza de sus imágenes. Existe un cuadro que me paralizó: el contrabajo esperpéntico que atrapó mi mirada por un largo rato. Escuché sus acordes celestiales de campanas y plegarias, de coronas de oro en homenaje a los residentes de esta meseta andina en procesión, cortejo festivo en honor a la ciudad; disfrutamos esta galería de impresiones y emociones inquietantes, desconcertantes. El arte está vivo, dice presente en el edificio jesuita del Colegio San José. Esto que vi en La Otra Banda es una plegaria, un canto a la pintura que nos salva de la soledad y el confinamiento.
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Radiografía de un evento plástico artesanal La historia de la pintura se ha construido con obras tangibles y visibles, pintores y escuelas. A su alrededor se han construido leyendas que organizan una mirada paralela, la que hay que desandar para comprender todo aquello que le da vida a la poética de un creador visual. El siglo XX ha derribado algunas de esas leyendas de los salones múltiples, mientras que otras salas comienzan a mostrar cierta fatiga los nuevos lenguajes, tecnología, logias de los artistas, estilos y la apabullante aparición de la Internet y los medios audiovisuales. Hay que construir una nueva mística para los espectadores y sus mitologías. Hay que trabajar para que abandonen sus celulares y vuelvan a las galerías a compartir la complejidad del fenómeno pictórico que jamás desaparecerá porque, simplemente, forma parte de los sueños creadores del ser humano. Es la instancia del poder la que vacía de moral al discurso del sujeto cultural y, por consiguiente, lo despoja de su autoridad, para transformarlo en autoritarismo. La única alternativa que tiene el público para salvar el arte en general, no solo en las historias personales sino en las familiares, para intentar no repetirlas (...), la única tabla de salvación en estos tiempos del cólera es el intento de recuperarse como sujetos y, como tales, hacerse solidariamente responsables de sus acciones. Creo en la palabra, en su posibilidad de reflejar como un espejo las situaciones individuales, sobre todo el teatro, de la locura colectiva. De ahí que el gran riesgo de hacer exposiciones como esta de Francisco Grisolia no se convierta en declamaciones rimbombantes, o un mero floreo de opiniones que no descubren la importancia de un creador que, con su obra extensa, da cuenta de personajes de fantasías, destinos divergentes que comparten la creencia de que el lenguaje gestual es infinito en sus posibilidades como instrumento poético.
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La lectura de esta muestra se apoya en las imágenes y caracteres para reflejar como un espejo las situaciones individuales y la locura colectiva de la vida del país y, también, en su posibilidad transformadora. Esta muestra compleja es la fantasía de destinos divergentes. No es disparatada; lo cierto es que estos personajes siguen despertando una formidable y dolorosa belleza ¿Qué muestra la exposición de Grisolia? Hombres terribles, avasallantes, enloquecidos de nostalgia o niños viejos que enamoran con su semblante. Francisco, es un estudioso de este género de hombres frustrados, distantes, acompañados y que es decadente. Se desploman y la negación tiene la fuerza de la obstinación. Los hombres son duros, hieráticos y violentos con un semblante que cambia de signo al toparse con la ternura. Hay muchos apuntes autobiográficos y la crisis política que sufrimos está siempre como telón de fondo. Sus vidas anónimas, objetos, poses son seres que intentan desde la frustración, locura y culpa. Sueñan con encontrar un pequeño mundo para habitar. Esta galería de personajes, coleccionado por el pintor, son pequeños hombres que realizan elecciones y solo se conducen a sí mismos en asuntos menores. Pero, asoman un destino que ordena y dirige la fatalidad de un destino en direcciones que escapan al gobierno del individuo. Una elección equivocada lleva a un destino fatal y una acertada no necesariamente a un destino feliz. He ahí la tragedia oculta de estos personajes: la falta de correspondencia lógica entre la causa y el efecto, la inexorable vida alienada de la repetición de cada día, de lo mismo que termina tiñéndolo de tedio y frustración.
Freddy Torres Actor, director, dramaturgo y profesor con estudios de actuación en el Teatro Universitario de la Universidad de Los Andes (ULA). Profesor de la Escuela de Artes Escénicas y coordinador del Laboratorio de Semiología del Teatro de la ULA. Maestro Honorario de la Unearte-Mérida. Miembro correspondiente estadal de la Academia de Mérida en el área de las Artes y Las Letras, Sillón Nro. 1. grupoteatrodemerida@hotmail.com
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De la serie Juego imaginario, 2018 21.5 x 28 cm
El otro lápiz
de Leonardo Ruíz Jackson Niño
De la serie Juego irreal, 2018 8 x 22 cm 152
El otro lápiz, como si se tratase al menos de dos: uno para escribir poesía y otro para dibujar. Pero, la realidad es que es solo uno. Muchos conocemos a Leonardo Ruíz, el poeta. Conocemos ese lápiz, pero casi nadie conoce el otro lápiz, o mejor dicho, el otro uso que le da. Esta es la faceta que nos interesa descubrir. Leonardo, es un dibujante silencioso, con una producción impresionante. Hemos visto gran cantidad de dibujos, con el mismo lenguaje y hechos bajo la misma cosmogonía. Dibujos fechados en 1998, o antes. Veinte años después, sigue dibujando sin ninguna intención de figurar en el mundo de las artes visuales. Por primera vez, hace más de siete años pensé en hacer esta exposición desde el momento en que supe que el poeta también era artista. Al inicio creí que dibujaba como muchos, que de vez en cuando rayan un papel o una servilleta y después no hay nada más. Pero, no es el caso. Leonardo, realmente dibuja como pocos. Se toma muy enserio su labor y pareciera que se prepara para un ritual. Se aparta del resto. Toma sus elementos y con armoniosa concentración trabaja. Después, con mucha mística, guarda sus resultados como un secreto secretorum. Y es por precisamente por este hermetismo que pocos saben que dibuja. Leonardo, ha logrado crear lo que a muchos les cuesta: plasmar ese universo donde él habita, para crear un lenguaje propio con códices y sonidos. La mayoría de sus dibujos son de pequeño formato. Tienen una delicadeza extraordinaria llenos de gran sentido estético, porque 153
comprende la belleza. No se le hace tan fácil ser poeta y manejar el espacio a su antojo. Nos recuerda un poco esas perspectivas de Francis Bacon, incluso cuando deforma a los personajes, que parecieran ser siempre los mismos y uno no sabe si son amigos o familiares. Están envueltos en una aventura constante, aglomerados; como sacados de un recuerdo de una imagen confusa, pero hechos con un gesto preciso.
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Jackson Niño Maestro en Artes Plásticas, egresado de la Universidad de Pamplona en Colombia. Actualmente, se desempeña como docente universitario en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), Ambiente Barinas José Ramón Lameda. Es profesor del PNF en Artes Plásticas. En Barinas, labora como jefe especialista en museografía en Museo de los Llanos (MULLA) de la Fundación Museos Nacionales (FMN).
Correo electrónico: Jackson.nm29@gmail.com
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Juan Tufano, aproximación a la nostalgia. Sala Mendoza Una serie de retratos que muestran lugares en donde el pasado y la memoria se vuelven eternos.
Juan Tufano
retratos que se aproximan a la nostalgia Nota de Prensa • Sala Mendoza
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En el Centro Documental de la Sala Mendoza, en la Unimet, se presenta Aproximación a la nostalgia, una serie de retratos que muestran lugares en donde el pasado y la memoria se vuelven eternos, en donde las ruinas de la infancia, envueltas por el pasar del tiempo y la caída de la noche, son testimonio de la inmutabilidad de la belleza cuando se trata de lugares donde fuimos felices. Cada cuerpo retratado nos expone ante una cruda nostalgia, manifestando cierta interioridad ajena al tiempo, tal como el propio discurso de la fotografía. l autor de este trabajo es Juan Tufano, que fue seleccionado para E exponer en los espacios de la Sala Mendoza a partir del 1er visionado de fotografía, curado por el fotógrafo Ricardo Gómez-Pérez, durante noviembre de 2019. El 1er visionado de fotografía 2020 de la Sala Mendoza es un proyecto que pretende apoyar talentos emergentes de nuestro país alejados del circuito oficial de este lenguaje de las artes visuales contemporáneas. A partir de una convocatoria abierta y pública a finales del 2019, veinticuatro jóvenes estudiantes y fotógrafos revisaron una serie de su autoría junto a Ricardo Gómez-Pérez, curador del proyecto. Seis fueron seleccionados para exponer su trabajo en los espacios del Centro Documental de la Sala Mendoza. Juan Tufano (Caracas, 1999) es estudiante de fotografía del Centro de investigaciones y estudios fotográficos (CIEF). Actualmente, cursa el diplomado avanzado. También, participó en el Diplomado Básico (2018) y los talleres Filosofía de la fotografía (2020), Retrato profesional (2019) y Tópicos contemporáneos (2019).
Juan Tufano, aproximación a la nostalgia. Sala Mendoza Una serie de retratos que muestran lugares en donde el pasado y la memoria se vuelven eternos.
Ha concretado estudios complementarios en el área de realización cinematográfica (Escuela Nacional de Cine, 2016-2017) e incursionado en el aprendizaje del inglés y el japonés. Entre sus exposiciones colectivas recientes se cuentan: Cinco procesos, cinco visiones (Galería Tresy3. Caracas, Venezuela. 2019), Migrando (Quito, Ecuador. 2019) y La respuesta está en la naturaleza (Sala Pedro León Zapata. Miranda, Venezuela. 2018). 159
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