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DIARIO DE NAVARRA VIERNES 8 DE DICIEMBRE DE 2006

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DIARIO 2 ENTREVISTA CON HENRI LENAERTS ESCULTOR BELGA FALLECIDO EN IRURRE

«La tragedia de esta época es que hemos perdido el contacto con la naturaleza» Fallecido el pasado lunes en Irurre, Henri Lenaerts explicaba en su última entrevista que se publica de forma póstuma su filosofía de vida en el medio natural. TEXTO: R. A. FOTO: D. E./ARCHIVO Viajero impenitente durante su juventud, el escultor belga Henri Lenaerts (Bruselas, 1923) eligió la quietud del valle de Guesálaz para pasar casi la mitad de una vida que finalizó repentinamente el pasado lunes a causa de un infarto agudo. La muerte le sobrevino en el caserón de Irurre, un concejo de 50 habitantes, que adquirió en 1971 para ir restaurando con sus propias manos, modelándolo a su gusto como una escultura más de las que pueblan el jardín agreste que circunda la casa. Decenas de relieves, pinturas y tapices cubren todas y cada una de las estancias en las que Lenaerts ha vivido de forma discreta y metódica junto a su compañera Paulette Garín. En Irurre el escultor consiguió llevar una vida esencial, desprovista de toda superficialidad, conciliando sus dos grandes pasiones, el arte y la filosofía oriental. Lenaerts se licenció en Bellas Artes en 1948 y poco después se casó, aunque enviudó sin descendencia. En 1962 inició una de las grandes aventuras de su vida, un viaje a la India que le abriría los ojos al pensamiento hindú. Después de siete años de estudio se doctoró en filosofía tántrica por la Universidad de Benarés. Agotado del mundo occidental, eligió un lugar recóndito y solitario para pasar el resto de sus días.

Sus últimas declaraciones Hace apenas un mes en Irurre, Henri Lenaerts concedía a este periódico su última entrevista, que aún no se había publicado y que ahora ve la luz como un testimonio póstumo. —¿Por qué después de conocer medio mundo se elige un lugar recóndito para asentarse definitivamente? —Porque precisamente a través de los viajes he visto que la forma de vida que impone la sociedad occidental es absolutamente contraproducente para el hombre. Las prisas, el vértigo de las ciudades anulan por completo las capacidades cognitivas del ser humano, sus sentidos están totalmente saturados con mensajes inútiles y vacuos que no le dejan reparar en las cosas que nos pueden dar la felicidad. —¿Cuáles son esas cosas? —Creo que la respuesta está en el mito de la lucha entre Hércules y el gigante Anteo, que cada vez que caía en la batalla tomaba las fuerzas de su madre Gea, la tierra, para volver atacar. De la misma manera pienso que la tierra es la vida y que la tragedia de esta época es que hemos perdido el contacto con la naturaleza. —¿Que placeres del mundo rural son los que más disfruta? —Casi todos. Aunque hoy en día casi nadie quiere vivir en el campo, son muchas las cosas que se pueden hacer. Desde luego, pa-

ARCHIVO

Víctor García de la Concha.

García de la Concha, reelegido director de la Real Academia Española EFE. MADRID

Henri Lenaerts posa con una escultura en la exposición antológica organizada por el Museo Gustavo de Maeztu.

«Las prisas, el vértigo de las ciudades anulan por completo al ser humano, lo dejan saturado con mensajes inútiles» sear es uno de los grandes alicientes. Casi todas las tardes, si el tiempo lo permite, Paulette y yo salimos a recorrer algún rincón del valle, nos sentamos sobre una piedra a contemplar el pan-

tano. También tengo mi pequeña huerta, en la que cultivo muchas de las verduras y hortalizas que comemos. —¿No resulta, por ejemplo, un poco complicado vivir del arte en medio del campo? —Depende de las circunstancias. En mi caso dispongo de una pequeña pensión que me dejó mi mujer al morir, con la que consigo mantenerme. Para mí, también es esencial gastar poco dinero. La casa la tengo hace muchos años, casi lo mismo que la ropa. No se necesita comprar

Una rutina métodica Después de vivir 35 años en Guesálaz, Henri Lenaerts se había mimetizado con el paisaje del valle al que dedicaba sus momentos de ocio por las tardes, después de haber cumplido con una férrea rutina. «Me gusta levantarme pronto, a las siete, y siempre hago una hora de yoga antes de desayunar y empezar a trabajar» explicaba. Sus días entre las nueve y las dos de la tarde han transcurrido en el taller, una vasta estancia en la planta baja, habitada por retazos de esculturas en bronce, el material que ha trabajado toda su vida. «Después de una comida ligera, dedico un rato a la huerta, aunque en invierno no hay mucho que hacer. Después, paseamos. Cenamos temprano y ligero y después suelo aprovechar para leer un rato», concluía.

prendas de vestir con tanta frecuencia. Lo único necesario en un lugar como éste es el coche, pero una vez que ya está comprado, mantenerlo no supone mucho. Es muy importante no depender demasiado de las cosas materiales para vivir. —También muchas veces se da por hecho que el mundo del arte es cosmopolita... —No necesariamente. Yo en mi taller puedo trabajar exactamente igual que si estuviera en una ciudad. Quizá lo más complicado sea la fase de producción de la escultura. Hace años, cuando era más joven llenaba el coche con las piezas y las llevaba a fundir a Italia. He hecho muchos miles de kilómetros, no sólo hasta allí. Cuando era joven llegué a recorrer así todo Oriente Medio. Desde hace tiempo trabajo con una fundición en Vitoria, lo que a mi edad me resulta mucho más cómodo. —Sin embargo, sus esculturas adornan un buen número de ciudades... —Así es, tengo algunas en Bruselas, pero también en Italia y aquí en Navarra, las hay en Pamplona o en Estella. Pero siempre que puedo procuro rodear a la pieza de un entorno lo más verde posible, como sucede en la del campus de la UPNA o en la que doné al Ayuntamiento estellés.

Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española desde hace ocho años, llevará las riendas de esta institución durante cuatro años más, tras haber obtenido ayer el voto favorable de más de dos tercios de los académicos. García de la Concha (Villaviciosa, Asturias, 1934) se siente «muy honrado» por la confianza que han depositado en él los académicos, pero sabe que este respaldo es sobre todo «un mandato de trabajo» para que saque adelante los proyectos que la RAE tiene en marcha con «una dedicación a tiempo completo y de la mañana a la noche». Sólo con esa dedicación podrán llegar a buen puerto los proyectos que la Academia tiene ahora entre manos, en especial «culminar la nueva Gramática», que la RAE prepara para marzo de 2007 en estrecha colaboración con todas las Academias de Hispanoamérica y que «hará historia, porque es la primera vez que se va a contar con una Gramática del español total». El director de la RAE tiene ante sí otro «gran reto«: la puesta en marcha del Diccionario Histórico de la Lengua Española, una obra que en su primera etapa, de quince años de duración, reconstruirá el pasado de más de 100.000 palabras. En el nuevo mandato, las Academias tendrán que terminar el Diccionario de americanismos y deberán también revisar la Ortografía, cuestión esta última que «requerirá un estudio delicado». En 1993, bajo la dirección de Fernando Lázaro Carreter, la Academia reformó sus estatutos para limitar a dos mandatos como máximo la labor del director. Sin embargo, en 2005 los académicos modificaron los estatutos para que el director «pueda tener un tercer mandato», dado que esa figura, señala García de la Concha, es la que «coordina y gestiona toda la actividad académica».


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