Las aventuras de comenius el dragón escoces

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Las Aventuras de Comenius, el Drag贸n escoc茅s


Capítulo 1

En la cima de una montaña muy muy alta entre las nubes había una cueva. En la cueva había un dragón y éste estaba muy muy solo. De hecho, no tenía amigos en ningún rincón del mundo y solía desplomarse en el suelo con la cola encorvada en forma de C. Este dragón se llamaba Comenius. Comenius estaba cansado de estar sentado dándose pena y sabiendo que nada bueno le pasaría si seguía así. Así que un día

se dijo a sí mismo que saldría fuera y encontraría un

amigo. Para Comenius, el mundo le parecía muy grande, sangriento, escalofriante y amenazante, por eso demostró un gran valor y una gran determinación cuando tomó esta decisión. Voló con gran entusiasmo sobre “The Falkirk Wheel”, sorprendido porque la vida fuera de la cueva no daba tanto miedo como él imaginaba. Voló despreocupadamente a pesar de la distancia que le quedaba. De repente, aterrizó en “Princes Street Gardens” y se plantó en la pared del castillo de Edinburgh.

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Esto causó un gran escándalo en los alrededores del castillo y aunque a Comenius le parecía todo maravilloso, se sentía decaído. Sus escamas se volvían negro azabache lo que significaba que estaba derrotado. Una lágrima descendió por su mejilla. Le agonizaba ver está conmoción por parte de los humanos. Comenius reptó por el castillo silenciosamente y con cuidado intentando esconder desesperadamente sus terribles garras a la vez que queriendo olvidar su tristeza. Mientras estaba distraído con sus pensamientos cientos de guardias le habían seguido y acorralado. De repente, Comenius empezó a agitar sus alas débilmente emitiendo un tumultuoso sonido que retumbó en el castillo. Antes de que parpadeara fue atado y arrojado dentro de una mazmorra. Volvió a su color natural, azul como el mar. Y esperando que todos sus problemas se desvanecieran, se quedó dormido. Al día siguiente, sin haber sido liberado, Comenius lloró tan alto que dos niñas que estaban jugando cerca de la mazmorra le oyeron. Una se llamaba Clara, era delgada y encantadora y tenía una melena muy larga, mientras que su amiga, Alice, 2


tenía el pelo corto, negro y suave como la seda. Las dos eran bellísimas y ambas tenían expresiones de preocupación en sus caras. Rápidamente

se

acercaron

a

la

peligrosa

mazmorra.

Apresuradamente empezaron a golpear la puerta cerrada hasta que al final la puerta cedió y pudieron pasar. Comenius se levantó, esperanzado, cuando las niñas abrieron la puerta. Él esperaba que las niñas gritaran pero para su sorpresa, las niñas entraron y le preguntaron si podrían ayudarse de él para llegar al lago Ness. Aquella noche había luna llena, sus rayos de marfil hacían sombras sobre el suelo. Solamente se podía oír un ruido, el chapoteo de la lluvia. Comenius paseaba en la noche. En su ancha espalda estaba sentada Clara pero... ¿dónde estaba Alice? Finalmente salió del castillo. - ¡Perdón!, Estaba en el servicio– se disculpó Alice. Al final se sentó en la espalda de Comenius. Había una tenue neblina en el cielo. Se metieron en ella y desaparecieron. A pesar de la distancia del viaje que les quedaba, Comenius no daba señas de fatigarse. La niebla empezó a bajar como una cortina. Cada vez se hacía más de noche y Comenius comenzó 3


a descender hasta que se posó en lo alto de una colina. Para su sorpresa había una señal que decía “NO ANIMALES SALVAJES”.

Comenius provocó un estallido de llamas que dieron lugar a un fuego descontrolado. A pesar del peligro, Clara y Alice bajaron de su espalda y desaparecieron en la noche. Comenius estaba solo, además había perdido la oportunidad de tener verdaderos amigos. Cuando amaneció, Comenius voló hacia el Lago Ness. Batía sus gigantes alas frenéticamente porque había oído que un monstruo vivía ahí y eso le fascinaba. Conforme se acercaba al lago su cabeza se detuvo y sus esperanzas desaparecieron. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Había una pendiente en frente suyo... Comenius cayó deslizándose como si fuera una montaña rusa. De repente, un monstruo con manchas salió de la penumbra. - Me llamo Nessie. Creo que tienes un problema”. 4


Entonces desapareció. Comenius se giró y para su temor, hombres con rifles avanzaban

hacia

él.

Cerró

sus

ojos

incrédulos

pero

desafortunadamente cuando los abrió los hombres muy serios seguían ahí. Rápidamente Comenius decidió huir, escapar, sólo pensaba en salir de allí. Miraba hacia detrás con melancolía, una lágrima le emergía de sus ojos. Los titulares de los periódicos estaban dedicados a la aparición de Nessie, este hecho hizo que la gente olvidara al dragón que era tan grande como Ben Nevis. Nadie sabía en Escocia entera que el dragón que había protagonizado la reaparición de Nessie había escapado, asustado, del país.

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Capítulo 2

Cuando Comenius dejó Escocia, voló durante tres días y tres noches sobre Europa y el mar Mediterráneo. En la mañana del cuarto día vio una isla en el horizonte que se parecía a una hoja dorada y verde arrojada al mar. Era Chipre, el país al que había decidido emigrar.

Empezó a descender hacia la isla aterrizando en una playa mágica. ¡Era un lugar tan bonito! El mar tenía un color azul intenso. Comenius pensó que en un lugar así, tan sereno y en calma, podría vivir para siempre. Lo único que le faltaba ahora era encontrar un buen amigo. Así que voló hasta el pueblo de Páfos. Sus pensamientos cambiaron por el llanto de una hermosa mujer. Estaba sentada en una esquina y lloraba desconsolada. Sus lágrimas no paraban de caer, y allí dónde caían crecía una hermosa flor amarilla llamada anémona. En sus manos sostenía un ramo de flores rojas. “Seguro que esta mujer es una bruja o un hada”, pensó Comenius. Se acercó a ella muy lentamente para no asustarla. La tocó en 6


los hombros y se tapó las orejas, ya que estaba seguro que ella empezaría a chillar en cuanto lo viera. Pero, para su sorpresa, la hermosa dama miró a Comenius con unos ojos brillantes e hinchados de tanto llorar pero sin una pizca de miedo. - ¿No estás asustada de mí? - preguntó Comenius. - No, ¿Por qué lo debería de estar? Soy una diosa. Me llamo Afrodita. Soy una de las doce diosas del Olimpo.

- ¿Y qué estás haciendo aquí? - preguntó Comenius. - Este es el lugar donde nací, justo aquí en esta playa. Mi madre es el Mar y mi padre es Urano. - Y, ¿Por qué estás tan triste?? - Preguntó Comenius. - Cierra los ojos y podrás ver lo que está en mi mente. - dijo Afrodita mientras tocaba a Comenius. 7


Comenius cerró los ojos y, como si estuviera viendo una película, vio a un jabalí atacando a un apuesto hombre, hiriéndolo y abandonándolo. Por cada gota de sangre que salió del cuerpo del hombre, una rosa o una amapola crecía. Justo a su lado, Afrodita estaba llorando desesperadamente. Cada lágrima de Afrodita se convertía en una anémona amarilla. Entonces Comenius abrió sus ojos y Afrodita le dijo que ese hombre era Adonis, el hombre que había amado y perdido para siempre. Comenius abrazó fuertemente a Afrodita, confortándola. Como gesto de gratitud, Afrodita le ofreció unas preciosas flores. Ambos se convirtieron en ese momento en grandes amigos. Comenius tuvo una gran idea y le pidió a Afrodita que le enseñara toda la isla de Chipre, con la intención que ella olvidara su pena.

Cuando estaban a punto de partir, oyeron muchas voces, gritos y ruidos de espadas. Se dieron la vuelta y lo que vieron era increíble. Un hombre armado gigantesco estaba 8


persiguiendo a un grupo de personas. Éste enorme guerrero decidió tomar un atajo en su persecución, y puso la palma de su mano en la cima de una montaña, que se erigía cerca de la costa de Kyrenia, para coger impulso y saltar sobre ella. La montaña, como si fuera de plastilina, se transformó en cinco nuevas colinas entre los dedos de su mano. Con su otra mano, lanzó una roca enorme que voló como una cometa por encima de la cabeza de Comenius y Afrodita, y cayó sobre un barco pirata que acababa de llegar a la playa, convirtiéndolo en pedazos. El agua que salpicó del enorme impacto empapó al dragón y a la diosa.

Afrodita le dijo a Comenius que ese gigantesco guerrero era Digenes Akritas, guardián de las fronteras de Chipre, y que esas personas a las que perseguía eran piratas sarracenos, quienes acostumbraban a destruir y saquear la isla de 9


Chipre. Afrodita y Comenius se tenían que apresurar y ayudar al virtuoso guerrero. Comenius intentó utilizar el fuego que salía de su boca, pero como estaba mojado no pudo, tenía que esperar a que se secara para poder utilizar sus poderes. Así que decidió utilizar su gran cola para golpear y destrozar otro de los barcos. Después giró su cola hacia la izquierda y envió a diez sarracenos por los aires.

Ambos derrotaron a los piratas y les obligaron a huir. Digenes le dio la mano a Comenius y le agradeció su ayuda y le dijo que serían amigos para siempre. Cansados de la batalla, pero felices por la victoria, se dirigieron al palacio de Afrodita. Pasaron por frondosos bosques, llenos de algarrobos, olivos, arbustos y flores silvestres. Llegaron al Palacio que estaba hecho de oro y piedras preciosas. Delante del palacio había un hermoso lago, donde había unas piedras de las que salían chorros de agua a modo de lluvia. Afrodita les dijo que era su baño privado, pero que haría una 10


excepción y les dejaría limpiarse y relajarse. Tuvieron una cena esplendida que incluía venado rustido, carne de cordero, jabalí que el propio Digenes había cazado y mucho vino. Digenes le pidió a Comenius que se quedara y le ayudara a proteger las fronteras. Comenius le contestó que no le gustaban las confrontaciones, guerras y la sensación de peligro. Después de esta conversación se quedaron dormidos. A la mañana siguiente, antes de que saliera el sol, Afrodita anunció a Comenius que iban a ir a una boda. Comenius se alegró tanto que su color característico azul se convirtió en rojo. Se pusieron sus mejores galas, Afrodita se subió a lomos de Comenius y volaron a la boda real. - ¿A dónde vamos Afrodita? - Preguntó el dragón. - Vamos a Limassol, a su hermoso castillo. Allí es donde estamos invitados. En ese castillo, el rey Ricardo se casará con su amada Berengaria. - contestó Afrodita.

Después de volar un buen rato llegaron finalmente a Limassol. El sol ya estaba lentamente emergiendo por el este y se podía contemplar un floreado paisaje iluminado

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gradualmente

por

una

luz

dorada.

El castillo era más grande y hermoso de lo que se había imaginado Comenius. Había una gran puerta de hierro, que seguramente no podía ser abierta solo por un único hombre. El edificio estaba hecho de piedra y torres coronaban las partes más altas. Alrededor del castillo había muchos árboles verdes y hermosas flores.

Todo estaba muy tranquilo pero de repente se escuchó un fuerte ruido, como si alguien golpeara una pieza de metal. El dragón y Afrodita volaron alrededor del castillo para encontrar de dónde procedía el extraño ruido. Miraron a través de una ventana y lo que vieron era increíble. Había muchísimos cocineros preparando deliciosos platos para la boda del rey y de la reina. Encima de una enorme mesa de

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madera había todo tipo de exquisiteces: jabalí rustido, ciervo y faisanes, y todo aquello que puedas imaginar. El dragón se volvió rojo de felicidad, y sintió como su estómago empezaba a gruñir. - Tengo tanta hambre, Afrodita, voy a entrar ahora mismo. dijo el dragón.

- ¡Espera! - le contestó Afrodita - Nadie sabe que estás aquí y la gente se asustará. Escóndete detrás de aquel árbol del jardín y cuando se acabe la boda te llevaré comida. El sol ya se había situado en medio del cielo, brillante y hermoso. Por fin había llegado el momento de la ceremonia. Comenius el dragón se escondió detrás del árbol y pacientemente esperó a observar la hermosa ceremonia. La reina Berengaria llevaba un vestido de boda blanco. Muchas flores de colores decoraban su largo y rubio cabello. Estaba bellísima toda de blanco. El rey Ricardo llevaba su 13


dorada armadura y sostenía una afilada espada plateada. En su cabeza sostenía una corona dorada y llena de piedras preciosas.

La

boda

fue

magnífica.

Afrodita

también

estaba

deslumbrante con su vestido blanco como si fuera la espuma de las olas del mar. El dragón estaba bien escondido detrás de un árbol y lo observaba todo. El color de su piel se volvió blanco, asombrado por la ceremonia. Una lágrima de emoción se le escapó de sus grandes ojos. De repente olió algo realmente bueno. Giró y se dio cuenta que estaba justo al lado de un rosal rojo. El olor era tan agradable que se agachó para oler las hermosísimas flores. Desgraciadamente, Comenius no sabía que tenía alergias a las rosas. Así que no pudo evitar un enérgico y ruidoso “AHCHUUUSSSSSSSS”. Incluso el tronco del árbol se tambaleó y muchas hojas cayeron de sus ramas. 14


El rey Ricardo, sin perder ni un solo segundo y con una voz autoritaria ordenó a sus guardas: “¡Rápido!, ¡Arrestad a ese dragón!, ¡Puede ser peligroso!”. Entonces, la bondadosa reina Berengaria se dirigió dulcemente a los guardas: “¡Esperad! Parece que es un dragón amistoso”. Y sin más demora se acercó a él. - Hola dragón. ¿De dónde vienes? Pareces un dragón bueno. - Soy el dragón Comenius, y estoy viajando por diferentes países. Vine a vuestra boda con Afrodita. Espero que no le importe hermosa princesa. - ¡Claro que no! Vendrás conmigo y te sentarás a mi lado en la mesa presidencial.

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El dragón estaba tan feliz que se sonrojó de felicidad. Se sentó junto a la reina y probó toda la deliciosa comida. Los invitados le ofrecían copas de Commandaria, un vino dulce, y sin darse cuenta, ¡Comenius se emborrachó!

Sintiéndose mareado del vino, pensó que vio un rebaño de dragones volando por el cielo y los siguió. Después de unos minutos, el dragón dejó de ver el rebaño y descendió lentamente. Aterrizó en el pueblo de Pródromos. Decidió deambular por sus calles estrechas. A lo lejos, unos niños estaban jugando. Comenius pensó que si se acercaba a ellos de manera amistosa, les podría preguntar cómo regresar a Limassol y reencontrarse con Afrodita. Así que el dragón se arriesgó a acercarse a ellos.

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- ¡Hola chicos! - ¡Ahhhhhhh!, un dragón…. ¡Corred!!! - Uno de los chicos gritó. - No os asustéis, chicos. Soy inofensivo. - dijo el dragón. Entonces uno de los chicos, Katerina, se acercó tímidamente al dragón y dijo al resto de niños: - No os asustéis, este dragón no nos va a hacer nada malo. Hola dragón. ¿Cómo te llamas? - Me llamo Comenius y soy de Escocia. ¿Cómo os llamáis vosotros? - ¡Encantada de conocerte!, me llamo Katerina. Éste es Konstantinos y ésta Eleni. - ¿Os puedo preguntar una cosa?- Preguntó el dragón. - Claro que sí. - ¿Cómo puedo regresar a Limassol? - Pero… ¿por qué quieres ir a Limassol? - Porque mi amiga Afrodita está allí. - Y… ¿no te gustaría ir a Troodos a dar un paseo primero? dijo Eleni. - ¿Qué es Troodos? - Es la montaña más grande de Chipre. - ¡OK!, ¡Vamos! 17


Mientras caminaban, el dragón perdió a los niños. - ¡Chicos!, ¿Dónde estáis? ¡Oh no! Ahora estoy solo. Caminaré un poco más a ver a dónde llego. Después de unas horas, el dragón vio a un animal y se acercó a él. - ¡Hola extraño animal con cuernos curvados! - ¡Hola dragón! ¿Cómo te llamas? - Soy Comenius el Dragón. ¿Y tú? - Me llamo Muflón. Soy el animal nacional de Chipre. No me encontrarás en ningún otra parte fuera de Chipre. -¡Fantástico!

¿Puedes

enseñarme Troodos? Unos chicos me dijeron que hay muchas plantas autóctonas y extrañas allí. - Tienes razón. ¡Vamos! - ¡Guay! 18


De esta manera, Comenius el Dragón y Muflón se dirigieron a Troodos. El dragón

tuvo

la

oportunidad de ver muchas plantas raras típicas de Chipre. - ¡Mira aquí! Esta planta se llama Ciclamén y crece en las rocas. Esta otra es la Antirrino, aunque nosotros la llamamos

la planta conejo, ya que sus pétalos se parecen a las orejas de este animal. -¡Wow! Chipre tiene tantas plantas extrañas. - Y ahora… ¿quieres ir a Olimpo? - ¿Qué es Olimpo? - Es el pico más alto de las montañas de Troodos. - Perfecto…. ¡Vamos! - ¡Ey!, ¡espera! Necesitamos ir a por un abrigo para no resfriarnos. Después del paseo por la cima de Troodos, el dragón le preguntó a Muflón: - ¿Y cuál es la capital de Chipre? 19


-Nicosia. ¿No has estado allí? -No. ¿Te gustaría que vayamos juntos? - Lo siento, pero no puedo. Pero si quieres puedo decirte cómo llegar. Es muy fácil. El Muflón explicó a su nuevo amigo cómo llegar a Nicosia, y después de despedirse, Comenius voló hacia allí. El dragón, encantado aún con la belleza y el olor de Troodos, llegó a Nicosia. Allí pudo ver calles anchas, muchos coches y gente, y para su sorpresa a Afrodita. -Afrodita, esta ciudad parece más grande que Páfos y Limassol. -Tienes razón. Es la ciudad más grande de Chipre. Además, es la capital. Afrodita y Comenius continuaron caminando. Comenius miraba a todas partes con mucho interés. De repente, se paró y preguntó a la diosa Afrodita. - Pero… ¿dónde está el mar? - Comenius, Nicosia está justo en el centro de Chipre. Y aunque Chipre es una isla, esta ciudad no tiene mar.

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Caminado por la ciudad llegaron a una calle llena de tiendas. Comenius podía leer una señal que decía: “LEDRA STREET”. - ¡Qué sitio más maravilloso! - le dijo Comenius a Afrodita.

Comenius y la diosa Afrodita caminaban y miraban las tiendas, pero cada vez quedaba menos gente en la calle, hasta que se dieron cuenta que no había nadie, y los dos amigos se empezaron a preocupar. De repente llegaron a un puesto de control. Había un soldado dentro.

Llevaba

un

uniforme militar y un casco

en

su

cabeza.

Sostenía un arma. La expresión de su cara era seria y estricta.

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- ¡Halt! - gritó el soldado. No podéis seguir adelante, es el Norte de Chipre. Me tenéis que mostrar vuestro pasaporte si queréis continuar. -¿Cómo puede ser? - preguntó Comenius.

Aún estamos en

Chipre. Solo hay que mostrar el pasaporte cuando se viaja a otro país. - Te equivocas. El Norte de Chipre pertenece a Turquía. respondió el soldado algo enfadado. Afrodita contemplaba la conversación en silencio con los ojos llenos de lágrimas. Comenius le pidió al soldado que le dejara pasar sin la necesidad de mostrar ningún documento. - He venido a Chipre para encontrar amigos, no a hacer enemigos o herir a alguien. ¿Puedo pasar sin pasaporte? Regresaré en una hora, lo prometo. - dijo el dragón. - ¡Nadie pasa sin pasaporte! Las instrucciones son claras y simples.

Cualquier

persona

que

intente

pasar

sin

documentación será disparada. - respondió el soldado muy enfadado y sin perder un momento les apuntó con el arma. 22


La diosa Afrodita le dijo a Comenius que se tenían que ir de allí. Así que empezaron a retroceder, alejándose del puesto fronterizo. Comenius tenía muchas preguntas, y Afrodita, pacientemente, se las contestó. - Comenius, siento mucho que hayas tenido que presenciar esto. Desgraciadamente esto solo pasa en nuestra pequeña isla. Nicosia es la capital de Chipre, y es la única capital europea que está dividida. Desde que los turcos invadieron el norte de la isla en 1974, la mitad de la isla está ocupada. Muchos chipriotas se vieron forzados a abandonar sus hogares, todo lo que tenían y se convirtieron en refugiados en su propio país. Han pasado 40 años y aún cuando los chipriotas quieren visitar sus orígenes tienen que mostrar su pasaporte. Comenius escuchaba todo esto con mucha confusión. No podía creer que algo así pudiera estar pasando. - Me gustaría ver qué hay en la otra parte - dijo Comenius. Me gustaría tener la oportunidad de admirar Nicosia desde arriba y observar qué hay en la otra parte.

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La diosa Afrodita se quedó pensativa durante un instante y de repente, se le iluminó la cara. -¡Ya lo tengo! Podemos ir a una torre muy alta en la calle Ledra, y desde allí tendremos toda la ciudad de Nicosia a nuestros pies. Rápidamente se dirigieron al observatorio de la calle Ledra. Subieron hasta el piso once. Las vistas eran espectaculares. - ¿Sabes cómo me siento Afrodita? Como si estuviera en un globo aerostático.

Afrodita estaba seria y triste. - No es difícil ver el contraste entre las dos partes de la ciudad. La parte libre está llena de vida, mientras que la parte ocupada parece totalmente parada. Estancada desde 1974 cuando los turcos la invadieron. Por favor, Comenius, vayámonos, no puedo continuar viendo esto. 24


Comenius cogió a Afrodita de la mano y descendieron del observatorio. Ya se encontraban de nuevo en la calle Ledra. Vieron un banco y se sentaron a descansar. Estaban los dos muy cansados. Afrodita aun estaba triste. - Sabes Comenius… nunca me he sentido tan asustada en mi vida. Estaba tan aterrorizada cuando ese soldado nos apuntó con el arma… - estaba diciendo Afrodita cuando fueron interrumpidos por una niña. - ¿Queréis jugar al escondite? Comenius y Afrodita se giraron sorprendidos al escuchar esa voz. Una pequeña niña de unos siete años les estaba mirando esperando una respuesta. - Nunca he jugado con un dragón antes y me gustaría saber cómo lo hacen. Me llamo Anna. ¿Quiénes sois vosotros? Comenius y Afrodita se presentaron y empezaron a jugar. No podían rechazar la invitación. Cuando se cansaron se sentaron a descansar. Ana les contó que su madre era española y su padre chipriota. Ella había venido a Chipre a pasar unos días con su abuela, y que regresaba a España al 25


día siguiente. La abuela de Ana llegó buscándola y se despidió de sus amigos. Pero antes de que se fuera, le dio a Comenius y Afrodita su dirección de España por si la querían ir a visitar. Afrodita y Comenius se quedaron otra vez solos. Estaban sentados en silencio, observando a la gente pasar delante de ellos. - ¡Ya sé qué país visitaré después de Chipre! - dijo Comenius con una gran ilusión - ¡España! Me lo he pasado tan bien con Ana. ¿Quién sabe? Puede que haga muchos amigos si la visito. Afrodita estuvo de acuerdo con él y se despidieron. Comenius le agradeció por todo lo que le había enseñado y le prometió que explicaría todo lo que pasa en Chipre a los países que visitara. Comenius desplegó sus alas y se puso a volar. En ningún momento se giró a ver a Afrodita, no quería que ella viera las lágrimas que llenaban sus ojos...

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Capítulo 3

El dragón, algo más ilusionado, empezó el largo viaje hacia España: debía atravesar todo el Mar Mediterráneo de punta a punta. Tardaría unos días y tenía la esperanza de volver a encontrar a Anna de la que tenía su dirección apuntada en un papel, que guardaba bajo una de sus escamas. Necesitaba su dirección, ya que sabía que en España vivía muchísima gente y sin ella le sería imposible encontrarla. Durante los dos primeros días de viaje a través del mar, le acompañó un tiempo soleado y tranquilo, pero al tercer día, mientras sobrevolaba la isla de Cerdeña, empezó una violenta tormenta, con viento, rayos y lluvia.

El Dragón Comenius sabía volar muy bien, pero tras una fuerte ráfaga de viento perdió un momento el control y una 27


de sus alas rozó con una gigantesca roca. Tuvo entonces que parar a descansar unos instantes y cuando observó que no tenía ninguna herida, y había mejorado el tiempo, continuó su viaje. A la mañana siguiente llegó

a

una

playa

tranquila al lado de la desembocadura de un río. Por todas partes veía

aves

que

aprovechaban su delta para descansar o para hacer sus nidos. El Dragón Comenius estaba muy cansado pero tenía muchas ganas de ver a Anna. Entonces miró bajo la escama donde había guardado el papel y comprobó sorprendido que ya no estaba. En un primer momento pensó que se había equivocado de escama, pero pronto recordó la tormenta y comprendió…¡¡ que había perdido la dirección de Anna!! Comenius volvió a sentirse triste, estaba desesperado, no podría encontrar a su amiga sin saber donde vivía. Estaba agotado y necesitaba descansar. Alzó el vuelo para buscar un sitio donde dormir. Ahora veía una ciudad más grande y entre los altos edificios observó una torre antigua, con 28


almenas y pequeñas ventanas. Pensó que era un buen sitio para descansar y se posó sobre su tejado. Se quedó dormido profundamente. Al cabo del rato notó como alguien le golpeaba suavemente con su bastón. Era un anciano con una túnica azul

y un gorro acabado en punta. Lucía una larga

barba y parecía sorprendido.

-¿Qué haces en mi tejado?- Preguntó el anciano. -Soy Comenius el Dragón, llevo varios días volando, vengo de Chipre y estaba tan cansado…..me he quedado dormido… -¡Aha!, me lo imaginaba, hace muchos años que no veo un Dragón en Cornellà. Yo soy el Mag Maginet, y esta torre es mi casa. Pero, ¿cómo has acabado en esta ciudad y sobre mi tejado?

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- He venido de muy lejos a buscar a mi amiga Anna ¿la conoces? -No, no la conozco, pero te puedo ayudar- dijo el mago. El dragón Comenius se puso muy contento y muy ilusionado, pero el mago añadió…-Tendremos que pensar… El Mag Maginet invitó al dragón a entrar en su torre y sacó de un baúl de madera una bola de cristal del tamaño de una pelota de fútbol. El Mag Maginet y el Dragón se sentaron junto a la bola mágica -Vamos a ver, ¿cómo es tu amiga? -Solamente sé que tiene siete años y que vive en España, su padre es chipriota y su madre española. -Uf-respondió el Mag Maginet- Esta bola es mágica pero no sé si será suficiente.

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Entonces, la bola mágica empezó a iluminarse y a enseñar imágenes difuminadas. Parecía una gran ciudad junto al mar, con muchos edificios, coches y gente yendo de un lado para el otro. Sobre una de sus pequeñas montañas se apreciaba un parque con esbeltas columnas y… la figura de un pequeño dragón de colores. -Creo que ya sé por dónde tenemos que empezar a buscarDijo el Mag Maginet. Debemos ir al Park Güell de Barcelona.

Sin perder un instante, el Mag Maginet montó sobre el Dragón Comenius y se dirigieron al Park Güell. El Mag Maginet no estaba acostumbrado a volar en dragón y estuvo a punto de caer dos veces. Pronto llegaron al Park, que

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estaba lleno de turistas y, al verlos llegar, se quedaron todos muy asombrados. Algunos empezaron a hacer fotos y otros corrían espantados. Lo primero que hicieron fue buscar al dragón de piedra que aparecía en la bola mágica de cristal. Lo encontraron al lado de una fuente, sobre unas escaleras. Era muy bonito, lleno de pequeñas piedras de colores. Se

acercaron

al

dragón,

estaba

inmóvil.

Entonces,

lentamente, el Mag Maginet sacó de su túnica una barita mágica y lanzó un hechizo al dragón de piedra. De repente, éste empezó a iluminarse y sus ojos y patas empezaron a moverse. ¡¡Había pasado de ser un objeto de piedra a un ser vivo!!!!

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Se quedó mirando sorprendido a los dos visitantes, como asustado. –Hola. No te asustes. Somos el Mag Maginet y el dragón Comenius. Estamos buscando a Anna una amiga de Comenius. En mi bola de cristal has aparecido tú… ¿la conoces? El Dragón Comenius también quedó atónito al oir hablar a aquel dragón que hacía unos instantes era de piedra: -Por aquí vienen muchos niños y niñas…pero… -¡Sí!, recuerdo a una Anna como la que dices, suele venir por aquí a hacerse fotos. Precisamente ayer estuvo aquí con su abuela. El dragón Comenius se alegró de escuchar aquello y el Mag Maginet lo tranquilizó:- Nos quedaremos por aquí a ver si vuelve. Miraron a su alrededor y vieron una gran sala con columnas. En su techo habían dibujados soles, nubes y flores de muchos colores. -Este es un buen lugar para dormir. Nos quedaremos aquí hasta que vuelva, dijo Comenius. Los dos se giraron para agradecer al Dragón de piedra la información

que

les

había

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dado,

pero…

contemplaron


asombrados que había vuelto a su estado original: ¡¡volvía a ser de piedra!!! A la mañana siguiente, se despertaron muy temprano y, escondidos tras unas columnas esperaron las primeras visitas. Al cabo del rato, se acercó un grupo de niños, hacían mucho ruido y todos hablaban a la vez. Era un colegio que visitaba el Park Güell. La profesora se esforzaba en poner orden y en colocar a los niños para la foto junto al dragón de piedra. Entonces Comenius reconoció a Anna, que iba en el grupo. Enseguida quiso saludar a

Anna, pero el Mag Maginet le

advirtió que si salía de golpe, todos los niños de la clase se asustarían y saldrían corriendo. Esperaron al momento oportuno. Anna pidió a su profesora ir al lavabo. El dragón Comenius aprovecho el momento y cuando estaba sola fue corriendo a saludarla. -¡Anna, por fin te he encontrado!!! -¡¡¡Comenius, que alegría verte!!! -Este es mi amigo Mag Maginet, que me ha ayudado a encontrarte porque había perdido tu dirección.

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Estuvieron jugando y charlando un buen rato. Cuando se dieron cuenta, la clase de Anna ya no estaba. Empezaron a buscarlos por todas partes, pero ya se habían ido. Decidieron empezar a buscar a sus compañeros. Anna y el Mag Maginet montaron a lomos del dragón Comenius y empezaron a sobrevolar por toda la ciudad. Lo primero que les llamó la atención fue que era una ciudad muy grande con mucha gente y con muchos edificios. Sería muy complicado encontrar a sus compañeros. Vieron entonces junto al mar, un gran puerto con muchos barcos, grandes y pequeños.

Anna

estaba

entusiasmada, nunca había tenido la oportunidad de ver su ciudad desde tan arriba. Cerca de allí, se encontraba el zoo de la ciudad.

Pasaron

buena

parte de la mañana jugando con todos los animales, era distinto visitarlos y conocerlos en la compañía de un dragón y un mago. 35


Cuando Anna se dio cuenta, habían pasado unas cuantas horas. Entonces se percató que en casa deberían estar esperándola y pidió a Comenius que la llevara de vuelta. En unos minutos llegaban a casa de Anna. El dragón y el Mag Maginet se despidieron de ella, prometiendo que la visitarían en otra ocasión. Cuando llegaron, agotados a casa del Mag Maginet, el mago observó como Comenius estaba algo triste… -¿No te ha alegrado encontrar a Anna?, preguntó. -Sí, lo he pasado muy bien, pero conocer al Dragón del Park Güell me ha hecho pensar…-contestó Comenius- He conocido niños y niñas, reyes, diosas…pero lo que me

gustaría es

conocer y ser amigo de otros dragones. Mag maginet sonrió y contestó: creo que tengo una solución para ti. Abrió otra vez el gran baúl de madera donde guardaba la bola mágica de cristal y sacó un libro antiguo con gruesas tapas doradas. A Comenius se le iluminó la cara cuando comprobó que se trataba de un libro de dragones. En él aparecían fantásticas historias, dragones de todos los tamaños y colores…

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-¡Quiero volver a viajar y conocer a algunos de los dragones que aparecen aquí!, exclamó Comenius. -Según explican estas leyendas, en Polonia podrás encontrar los más fantásticos…, contestó el Mag Maginet. Comenius se despidió del Mag Maginet y empezó decidido su viaje a Polonia. Le aguardaban varios días de viaje, pero la ilusión por conocer a otros dragones hacía que no le preocuparan las distancias ni los peligros que pudiera encontrar. Continuará…

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