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gauchos Land of Gauchos
C e l i n e
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F r e r s
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gauchos Land of Gauchos
My Special Book
Idea Celine Frers
Dirección de arte Juan Zemborain
Producción fotográfica Celine Frers
Diseño y diagramación Lucrecia Larese Roja
Dirección editorial Eduardo Zemborain
Investigación y textos Inés Goyechea
Coordinación editorial Carolina Randle
Traducción Patrick Temple
© 2012 Celine Frers © 2012 My Special Book © Foto página 16, Clara Frers
1ª Edición Se terminó de imprimir en Platt Grupo Impresor, Buenos Aires, Argentina, en diciembre de 2012, con una tirada de 2000 ejemplares. Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723 y 25.446. Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida la reproducción parcial o total de esta publicación por cualquier medio (electrónico, químico, mecánico, óptico, o de fotocopia) sin la autorización escrita de los titulares del “copyright”.
Frers, Celine Tierra de gauchos : un viaje a la Argentina Interior / Celine Frers ; edición literaria a cargo de Eduardo Zemborain. 1a ed. - San Isidro : My Special Book, 2012. 224 p. ; 23x30 cm. Traducido por: Patrick Temple ISBN 978-987-1735-11-2 1. Fotografía. I. Eduardo Zemborain, ed. lit. II. Patrick Temple, trad. III. Título CDD 770 Fecha de catalogación: 12/11/2012
INDICE
Index
pรกginas / pages
El motivo de este libro The Reasons for this Book
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Gauchos de ayer, gauchos de hoy Gauchos of yesteryear, gauchos of today
regiones
Noreste North east
0 100 50
300 200
500 km 400
8 10
12 a 77
Pampa Pampa
78 a 235
Cuyo Cuyo
116 a 155
Noroeste North west
156 a 185
Patagonia Patagonia
186 a 235
El motivo de este libro De una forma u otra mi vida siempre estuvo ligada al campo, y por consiguiente, a los gauchos. Por tradición y profesión, mis padres provienen del campo, y fue ahí donde me crié hasta comenzar la primaria. Luego, siempre las vacaciones en el campo de mis abuelos... Veranos en que amanecíamos con el sol, volvíamos para almorzar, y salíamos nuevamente con los gauchos, para regresar al atardecer. Y después, cuando bajaba un poco el calor, el partido de fútbol con todo el personal. Calores correntinos entre ríos, arroyos, mates y yacarés… de los recuerdos más lindos que poseo. Junto con los gauchos íbamos a recorrer, apartar, mover hacienda, y con la práctica cada vez me asignaban tareas más importantes. Era mi orgullo y quería ser parte de eso más que de cualquier otra cosa. Me imaginaba de grande con mi caballo alazán recorriendo el bajo y construyendo una casita en la loma que mira el río Paraná. Por distintos motivos esas estadías se fueron acortando, pero mi admiración por aquellos paisanos y su forma de vida siguió intacta. Siempre me gustaron los lugares salvajes y mi profesión me fue llevando a los rincones más vírgenes, e inevitablemente, en esos lugares... fui a dar nuevamente con los gauchos.
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Hace cinco años comencé con este proyecto que me ha hecho recorrer gran parte de este país tan generoso. He vivido semanas de arreos donde he dormido a la intemperie en la montaña, en puestos y ranchos. He compartido cantidad de asados, pucheros y mates. He oído muchas historias que me hubiese gustado vivir, y vivido unas cuantas que me ha gustado contar. Con el correr de los días los gauchos se iban ido aflojando y me permitían percibir parte de su mundo. Siempre me he sentido bienvenida, aún en sus silencios. Unos cuantos mates, algún chiste, y enseguida empezaban a brillar los ojos del paisano, contento de que alguien se adentrara para captar su cultura. Estas páginas no intentan mostrar pilchas de fiesta, desfiles gauchos, o símbolos del tradicionalismo, sino que buscan adentrarse en el corazón de estos paisanos y capturar su forma de vida, sus valores, sus tiempos. Mi intención es reflejar el gaucho de hoy, tan real como el de siempre. Ojalá los ayude también a ustedes a desterrar la idea del gaucho genérico, cuando lleguen a descubrir los mil matices que los diferencian entre sí, producto de los lugares y condiciones específicas en que desarrollan su trabajo, evidentes en su ropa, sus aperos, sus costumbres, su modo de mirar y de hablar (o de callar). Celine Frers
The Reasons for this Book One way or another, my life has always been linked to a farm, and therefore to gauchos. Traditionally, and by profession, my parents were farming people, and it was on a farm that I grew up until it was time to go off to primary school. Later, I was to spend my vacations on my grandparent’s farm. Summers when we rose with the sun, came back for lunch, and went out again with the gauchos, returning in the evening. Afterwards, as it grew cooler, there would be a football game with all the workers. The heat of Corrientes among rivers, streams, mates and yacarés … some of my most precious memories. We would ride out with the gauchos to separate and herd cattle, and as I gained experience I was assigned increasingly important tasks. I was proud of what I was doing, and I wanted to be a part of that life more than anything in the world. I imagined myself when I was older, riding my sorrel along the lowlands and building myself a small house on a bank overlooking the River Paraná. For various reasons, those stays gradually became shorter, but my admiration for those working gauchos and their way of life remained intact. I was always attracted to wild places, and my profession took me to the most distant corners of the country, where inevitably I once again encountered the gaucho.
Five years ago I began this project that has taken me to most regions of this generous land. I have spent weeks on droves, sleeping rough on the mountain, in ranch stations and shacks. I have shared innumerable barbecues, stews and mates. I have heard many stories I would have liked to have been a part of, and experienced many I enjoy recounting. As days went by, the gauchos opened up to me and allowed me to glimpse part of their world. I have always felt welcome, even during their silences. A few mates, the occasional joke, and soon the gaucho’s eyes begin to shine, pleased that someone was making an effort to dig deep into their culture. These pages are not intended to show fancy outfits, gaucho parades or symbols of their tradition; they seek an insight into the heart of these country men, capturing their way of life, their values, their times. My aim has been to record the gaucho as he is today, as real as he always was. I hope it will also help you to banish the idea of a generic gaucho as you discover the thousands of differences that exist among them, as a result of the specific places and conditions in which they carry out their work, as seen from their clothes, their trappings, their customs, their way of looking and speaking (or of remaining silent). Celine Frers
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Gauchos de ayer , gauchos de hoy Pocos personajes han arraigado tan fuertemente en el sentimiento nacional como el gaucho, ese jinete solitario que se mezcla con el paisaje de puro semejantes que son, que se alimenta a carne y mate, que duerme en un rancho precario, que maneja el cuchillo, el lazo y la boleadora con una destreza envidiable. Su origen, como el de toda leyenda, se esconde de los historiadores. Hay quienes lo hacen descender de andaluces afincados en la zona central de nuestro país; hay quienes dicen que es heredero de los indios. Y están los más, que sostienen que el gaucho original es el resultado de una mezcla entre ambas líneas. De hecho, pueden verse hoy algunos de rasgos aindiados, otros de ojos claros, algunos hasta rubios… y todas sus combinaciones. La pampa fue su cuna, eso sí es seguro. Sólo esa “llanura sin árboles” en lengua aborigen, que impactaba e impacta hoy a los europeos, sólo ese mar verde quedaba a la medida de sus ansias de libertad, característica que ni la modernidad ha logrado extraer de su ADN. Los cronistas de los siglos XVIII y XIX no coinciden en sus retratos. Unos lo tildaron de haragán, sin ambición, sucio. Otros (Darwin entre ellos) se impactaron de sus buenos modales, y hasta lo consideraron más educado que al hombre de ciudad. Solitario como era, a cualquier gaucho le bastaba la compañía de su perro, y una manada de cimarrones para vivir tranquilo, en tiempos en que aún no existían los alambrados. “El gaucho más infeliz / Tenía tropilla de un pelo”, payaba Martín Fierro. Su caballo era su orgullo, su destreza
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sobre él era tal que hasta la Misa escuchaba ensillado, y se volvía torpe al desensillar. Cazaba ganado asalvajado, comía luego la carne asada, usaba el cuero para hacerse aperos, o lo vendía. Toleraba sin inmutarse las inclemencias del tiempo. Madrugaba con el sol, y con él se guardaba. Dormía al sereno sobre la matra donde lo encontraba la noche. En síntesis, llevaba una vida tan austera –casi como un Diógenes de estas tierras-que hoy resulta difícil de comprender. --Y así fue durante algunos siglos, hasta que la civilización decidió extenderse. Comenzaron las tierras a tener dueño y límite alambrado, las vacas a llevar marca, los caballos a amansarse… y los gauchos a enrolarse. Perseguido como si se tratase de un rufián, con cualquier excusa era enviado a la línea de lucha contra los indios, a fin de extender las tierras civilizadas por encima de las bárbaras. Lo bajaron del caballo y lo obligaron a afincarse, a cultivar la tierra, a luchar una guerra que poco le interesaba, evidente como era que su patria era su terruño y nada más. Y como nada de eso sabía hacer la mayoría de los gauchos, los más desertaban. Y de la sartén al fuego, pasaban de la leva al calabozo y al cepo. Comenzó con la expansión de la frontera esa etapa oscura que cuenta Hernández en la biblia de la tradición argentina. En pocos años se dictaron leyes para atrapar al gaucho, leyes para no dejarlo circular sin papeles, leyes para impedirle cazar, leyes de vagancia, leyes para hacerlo entrar en el sistema de leyes… a él, que tenía el alma más cimarrona que las vacas que voleaba.
Y como si todo fuera poco, llegaban al puerto de Buenos Aires, uno tras otro, barcos repletos de inmigrantes que comenzaron a poblar la pampa, esa pampa que antes era suya. --De hombre libre, el gaucho pasó a desempeñarse como trabajador rural para sobrevivir, bajo el ala de un estanciero. Desde entonces se dedicó a hacer lo que ya sabía, y aprendió lo que no: arreó, apartó, marcó, vacunó, curó, esquiló, capó, destetó. Las tierras por las que antes se había lanzado a todo galope detrás de un ñandú, se enmarañaron de alambrados, pircas, corrales, mangas. Se afincó en ranchos de adobe de una pieza, con la puerta mirando al Norte, pocos muebles, cráneos de vacas como taburetes, paredes sin blanquear y horno de pan. Durmió en un catre y bajo techo. Afuera, la letrina y el pozo de agua. Se expandió por otras zonas, y se amigó con las inclemencias de cada lugar. En el Litoral se volvió más hablador, y en el Sur, más austero de palabras. Modificó el ala de su sombrero según el ángulo y la potencia de cada nuevo sol que fue conquistando. Tomó del vasco la cómoda alpargata, la boina y el juego de paleta. Sumó sobremonte a su chiripá, cuando las espinas le volvieron difícil atravesar los montes. En el Norte transformó su facón en machete. En el Sur arrimó ovejas a sus animales, y de ellas obtuvo el cuero para su recado. En sus días de descanso compartió, cantó, payó con o sin vigüela, bailó con su china, mateó y, como en una versión localista de la jus-
ta medieval, corrió cuadreras, hizo pruebas de rienda con tambores, jineteó, jugó al pato y a la sortija, a la cinchada, a la boleada de choiques, a la taba y al truco. Los trenes y camiones fueron haciéndose cargo de los arreos urbanos, la ciencia le fue quitando áreas de faena. Su condición de trabajador rural se vio beneficiada por algunas leyes, pero la vida moderna complotó cada vez más contra su modo de subsistencia y lo obligó a migrar de zona en zona para armarse una agenda más o menos anual de trabajo que le permitiera vivir dignamente. --Y después de tanto andar, quizás se preguntará el lector a dónde ha ido a parar aquel gaucho coplero de la literatura y el imaginario colectivo... La respuesta es, a ninguna parte. Sigue en el campo, de donde nunca se fue, como muestran las increíbles imágenes de este libro. Eso sí, se ha vuelto gaucho afincado, moderno a veces, pero así y todo mucho más fiel a sus tradiciones que otros grupos que sí se rindieron a las nuevas tecnologías. Y más allá de que en alguna imagen se filtre una zapatilla con suela de goma, un pantalón de jean, un bozal de soga verde, el gaucho de hoy sigue siendo el centauro argentino, tan torpe cuando está de a pie como el pato fuera del agua, orgulloso de su criollo puro nervio y de su rastra de plata, y del paisaje que lleva en cada arruga de su cara y de sus manos.
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Gauchos of yesteryear, gauchos of today Few characters have taken root as strongly in the national consciousness as the gaucho, that lone horseman, at one with the landscape, feeding on beef and mate, sleeping in rough shacks, and handling knife, lariat and boleadoras with enviable skill. The origin of the gauchos, like all legends, is lost to history. There are those who say that they descended from Andalucían settlers in the central region of the country; others that they are descendents of the Indians. Most consider that the original gaucho was a mix of both these lines. Indeed, today some have Indian features, others have pale eyes, some are even blond … and many other combinations. Certainly, they were born in the Pampas. Only that “treeless plain,” as the area is known in the native tongue, that so impressed the European travelers then and now, only that sea of green could cope with their longing for freedom, a characteristic that even the modern age has been unable to eradicate from their DNA. Writers in the 18th and 19th centuries could not agree on their depictions. Some described the gaucho as lazy, lacking in ambition, dirty. Others (Darwin among them) were stuck by their good manners, going so far as to consider them politer than city dwellers. A solitary being, the gaucho was content in the company of his dog, with a herd of wild horses for an untroubled life, at a time when there were still no fences. “Even the most miserable gaucho has his team of thoroughbreds” Martin Fierro sang. The gaucho’s horse was his pride, his riding skills were such that he would listen to Mass in the saddle,
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becoming clumsy upon dismounting. He would hunt down cattle that had run wild, roasting its meat, taking the hide to make himself saddles, or to sell. Unmoved by the harshness of the weather, he would rise with the sun, and retire when the sun set, sleeping out in the open on his horse blanket wherever night found him. In short, his life was so austere - a Diogenes of these lands - that it is hard to imagine it today. So it was for several centuries, until the spread of civilization. The land began to have an owner, and be marked out with fences, cows were branded, horses were broken… and gauchos were enlisted. Persecuted as if they were ruffians, at the slightest excuse they were dispatched to the front line in the fight against the Indians, to extend the spread of civilized land at the expense of the barbarians. They were made to dismount and set down roots, cultivate the land, fight a war that was of little interest to them, given that their homeland was their plot of land, nothing more. Most gauchos knew nothing of these matters, and many deserted. Out of the frying pan, into the fire, they soon fell victim to the levy, the prison cell, and the stocks. As the frontier extended, so began that dark period that José Hernandez wrote about in his bible of Argentine tradition (the “Martin Fierro”). In just a few years, laws were passed to trap the gaucho, laws to prevent him from moving freely without papers, laws on vagrancy, laws to make the gaucho fall within the rule of law… precisely the gaucho, who had a spirit as wild as the cattle he knocked down with his boleadoras.
As if this was not enough, vessel after vessel was arriving at the Port of Buenos Aires, laden with immigrants who were starting to populate the Pampas, the Pampas that were previously his. --From being a free man, the gaucho was obliged to become a ranch hand to survive, under the wing of the ranch owner. From that moment, he worked at what he knew, and learned what he did not: he herded, cut out, branded, vaccinated, cured, sheared, castrated, weaned. The land over which he had once galloped freely in pursuit of a Pampas ostrich became entangled in fence wire, dry-stone walls, corrals and chutes. He settled in one-roomed adobe shacks with doors facing north, little in the way of furniture, cattle skulls as stools, walls without whitewashing, and a bread oven. He slept on a cot, under a roof. Outside, a latrine and the water well. He spread into other regions, and learned to live with the harshness of each location. In the littoral region he became more loquacious, in the south, more austere with his words. He changed the brim of his hat according to the angle and strength of the sun in each new region he conquered. From the Basques he took their comfortable espadrilles, their berets, and the game of paleta. He added chaps to his breeches when thorns hindered his path through the scrub. In the north, his long knife became a machete. In the south he added sheep to his livestock, using the sheepskins for his saddles. On his rest days he spent time with his woman, singing, reciting in verse with or without guitar accompaniment , dancing, drinking mate, and in
a local version of the medieval jousting tournaments, taking part in horse races, tests of horsemanship, horse-breaking, pato matches, threading the ring, tugs of war, hunting choiques ( a small ostrich-like bird) with boleadoras on horseback, tossing the knucklebone and playing cards. Trains and trucks took over urban droves, science deprived the gaucho of slaughtering tasks. His condition as a rural worker benefited from certain legislation, but modern life increasingly conspired against the manner of his subsistence, forcing him to migrate from region to region to put together a more or less annual work program that would allow him to live a dignified life. -After so much traveling, the reader might well ask about the fate of that gaucho balladeer of literary fame and collective imagination‌ The answer is nowhere. He is still there, out in the countryside he never left, as can be seen from the incredible images in this book. Of course, he has become a settled, sometimes modern gaucho, but nevertheless much more faithful to his traditions than other groups that were forced to surrender in the face of new technologies. Despite the fact that some images may have captured a rubber-soled sneaker, a pair of jeans or a green rope halter, today’s gaucho continues to be the Argentine centaur, as clumsy on his own two feet as a fish out of water, proud of his highly-strung Criollo horse and his silver belt, with the landscape etched into each crease of his face and hands.
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NORESTE North East
En la región ganadera el atuendo típico de trabajo de los gauchos se compone de bombacha de campo y camisa de algodón. El pañuelo muchas veces se usa como distintivo o divisa política (rojo para los autonomistas, celeste para los liberales). Sobre la faja se luce el ancho cinto de cuero de dos o cuatro hebillas para las tareas cotidianas. Si se le agrega una rastra se transforma en atuendo para fiestas. Este cinto se distingue de los utilizados en otras regiones por el uso de la revolverá o guayaca (especie de monedero) y guarda-documentos o papeles. El temperamento y la personalidad del hombre de campo están surcados por el ambiente, por eso tal vez el gaucho litoraleño es más vivaz, alegre y está más dispuesto a la charla que el de otras zonas más áridas e inhóspitas. Algunos explican su naturaleza voluntariosa por su ascendencia indígena guaraní. Dadas las características del territorio y el clima, las explotaciones pecuarias del Litoral requieren mucha mano de obra, y el hombre de campo está más acompañado aquí que en otras regiones como la Patagonia y Cuyo. In cattle regions the typical gaucho work outfit consists of loosefitting trousers known as bombachas and a cotton shirt. A neckerchief is often used as a distinguishing political emblem, (red for the autonomistas, light blue for the liberales, for example). A broad leather belt with either two or four buckles is worn over a sash, and with the addition of a silver-ornamented rastra it can be transformed into suitable feast-day wear. This belt differs from those used in other regions because of the use of the revolverá or guayaca (a kind of purse and a document carrier.) The temperament and personality of farm workers are furrowed by their environment, and perhaps that is why gauchos from the Littoral region are more lively, cheerful and disposed to chat that those in other more arid, inhospitable areas. Some say that their indigenous Guarani ancestry accounts for their willing nature. Because of the features of the land and the local climate, livestock-breeding in the Littoral is labor intensive, and farm laborers enjoy more company than they do in other regions, such as Patagonia and Cuyo. 14
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El cuchillo se coloca terciado en la parte posterior de la cintura, aprisionado entre la faja y el cinto. Se acompaña con la chaira, que sirve para afilar. En las zonas de vegetación tupida, en esteros y en selvas, el tradicional facón se ha transformado en un machete que el paisano utiliza para abrirse camino. Complementa el atuendo el viril capí bará (cuero de carpincho hecho “tirador”). Esta prenda a veces se lleva enrollada al costado de la cintura para que, al tirar el lazo, esta tarea tan dura no le lastime la cadera. De ahí el nombre de “tirador”. Las clásicas polainas o canilleras están hechas de lonetas rectangulares, del largo de la pierna y hasta la rodilla, de medio metro de ancho, para que dé dos vueltas a la pantorrilla. El ala del sombrero, generalmente de paño negro, mide hasta 10 centímetros de ancho y, como el pañuelo, el paisano lo lleva puesto hasta cuando necesita nadar. En la imagen se ve un gaucho inclinado sobre la manga. A pesar de que es zona de víboras como la coral y la yarará, los paisanos correntinos suelen andar descalzos, porque las botas de cuero son difíciles de secar y el trabajo en la zona de esteros los obliga a mojarse continuamente. Knives are worn at the back of the waist, held between the sash and the belt. In areas of thick vegetation, marshlands and jungles, the traditional facón has evolved into a machete used to open up a path. The outfit is complemented by a manly capí bará (a capybara skin known as a tirador). This article is sometimes carried rolled up to the side of the waist, so that when the lariat is thrown and becomes tense, it does not cut into their hips. Gauchos wear the classic leggings or shin guards made of rectangular pieces of canvas, covering the leg up to the knee, approximately half a meter wide, so that they can be wrapped twice round the calf. Hats are generally made of black felt, and their brims can be as much as 10 centimeters wide. As in the case of the neckerchief, the gaucho is loath to be parted from his hat, keeping it on even when he needs to swim. The photograph shows a gaucho leaning over a cattle chute. Although there are snakes such as the coral and the yarará in the region, Correntino farm workers prefer to go barefoot because leather boots are difficult to dry and their work in the marshlands means that they are continually getting wet. 17
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Tanto a campo abierto como en los corrales es común servirse del lazo para el trabajo con la hacienda. Se trata de una trenza redonda de tientos de cuero crudo de vaca o de burro, de entre 17 y 20 metros de largo, que usa para enlazar, pialar o para “arrastrar a la cincha” animales vivos o muertos, tarea que el gaucho realiza con total destreza. En uno de sus extremos, el más grueso, tiene una argolla de hierro, que sirve para formar la armada o lazada corrediza, y en el opuesto, una presilla, que se hace firme en una argolla del recado del enlazador, porque en el trabajo de enlazado la fuerza la hace el caballo. Actualmente en la región predomina la cría de hacienda Braford (raza sintética que introdujo sangre Brahman en los excelentes rodeos Hereford). Se logró así combinar la docilidad de los Hereford con la resistencia y adaptabilidad de la raza índica a las condiciones climáticas de la región, mejorar resultados productivos y ocupar áreas marginales como bañados, pajonales y montes cerrados. Whether out in the open fields or in the corrals, the lariat is frequently employed when working with livestock. Lariats are made of braided strips of raw cow or donkey hide and are used to lasso or drag live or dead animals, a task that gauchos perform with the greatest of skill. Between 17 and 20 meters long, the thickest end has an iron ring that serves to form the lasso or running noose, and at the opposite end, a clip that is attached firmly to a ring on the lassoers’ saddle, because when working with lariats, it is the horse that carries the strain. Currently the raising of Braford cattle predominates in the region. This breed is a cross between excellent Hereford bulls and Brahman cows, combining the docility of the Herefords with the resistance and adaptability of the Indian breed to conditions in the region, benefitting from improved production and the possibility of occupying marginal areas such as marshlands, scrubland and dense thicket. 20
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Gaucho estribando “a la uña”, como se hacía antiguamente, es decir, pasando la estribera o estribo entre los dos dedos mayores del pie, y apoyándolos sobre el “botón pampa” u otro estribo.
Gaucho riding “by the nail” as they used to originally, placing the stirrup strap between their two largest toes, and resting each foot on a knot known as the “pampa button.”
El sombrero tiene sus propias características. Copa chata y redonda; el ala varía entre los 6 y los 10 centímetros, y es generalmente de paño de color negro; el barbijo tiene finas tiras de cuero o lana, cuya terminación pueden complementar pequeñas borlas (a veces de color partidario). El sombrero se lleva en forma recta o quebrada el ala sobre la frente cuando no hay necesidad de protegerse del sol. El pañuelo celeste indica la afinidad de este gaucho con los liberales. El diente de oro es un lujo que muestra con orgullo.
Here the gaucho hats have their own particular features. Flat round crown, brim 6 to 10 centimeters, usually made of black felt; thin leather or wool strips for the chinstrap, perhaps ending in small tassels (sometimes indicating party sympathies). Hats are worn straight, or with the brim turned up at the forehead when there is no need to be protected from the sun. The sky-blue neckerchief indicates this gaucho’s support for the liberales. His gold tooth is a luxury he displays with pride.
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PAMPA Pampas
Los gauchos descansan en la matera, cuyo sencillo mobiliario consta de dos sillas, un banco y un estante. En el fogón se ve “la pobre”, una lata con asa improvisada que hace las veces de pava para calentar agua. En el rincón se ve una poca provisión de leña, para tener a mano y seca cuando se requiera. Colgando de la pared, varios utensilios y el tradicional calendario con foto de una doma. Típicas prendas de la región son la boina vasca y las alpargatas, cuyo ingreso se dio a través de la inmigración vasca española y francesa. Este calzado, hecho de fuerte loneta y suela de yute o cáñamo enrollado, es el heredero funcional de la bota de potro.
Gauchos rest in a matera where they gather to drink mate. Simple furnishings consist of two chairs, a bench and a shelf. On the fire sits la pobre (the poor one), a can with an improvised handle that serves as a kettle to heat the water. In the corner, a small supply of wood, to keep it handy and dry. Hanging from the wall are various utensils, and a calendar with a horse-breaking scene. Typical items of clothing in this region include the Basque beret and espadrilles, brought with them by immigrant Basques from France and Spain. This footwear made of tough canvas and jute or hemp rope, has become the successor to the colt-skin boot. 80
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El cuchillo, las boleadoras y el rebenque son herramientas imprescindibles en la vida del gaucho, útiles para el trabajo, la vida cotidiana y la defensa personal. El rebenque es un látigo corto cuya lonja de cuero es de largo similar a la del cabo. Los hay de mango de plata, trenzados en cerda, o de cuero, con pasadores de plata y cincelados, con una argolla en la agarradera. Los diferentes rebenques existen de acuerdo con las posibilidades económicas del usuario y la circunstancia en que se usa. Hay verdaderas obras de arte realizadas por reconocidos plateros de Argentina. El rebenque más común tiene cabo y lonja de cuero, y se lo llama vulgarmente “talero”. El gaucho lo usa enganchado en dos dedos, y raramente en la muñeca. Cuando anda caminando -no sobre el caballo-, lo cuelga del facón, que lleva terciado en la cintura. Otro típico rebenque es la “guacha”, de mango corto y gordo, con lonja de cuero ancha y gruesa. Es el preferido de los domadores, porque el golpe hace más ruido que daño al animal. En siglos pasados, cuando el correo funcionaba gracias a un jinete que se conocía como “chasqui”, ciertas misivas privadas y muy importantes se llevaban en el rebenque “chasquero”, que tenía el cabo hueco, donde se ocultaba el mensaje. También se usaba el rebenque de trabajo, de cola, que se confeccionaba usando una madera liviana y resistente, con una cola de vaca como un látigo rústico. El rebenque no fue sólo herramienta de trabajo sino también arma eficiente para resolver entreveros, porque con él se evitaba la utilización del cuchillo, que solía terminar en final trágico para alguno de los contendientes. La destreza del jinete reside en afirmarse sobre el caballo y anticiparse a sus movimientos. No debe estribar con el pie muy metido, pues corre el riesgo de que si el animal rueda o se asusta, él caiga, se enganche y se lastime. Existe gran variedad de estribos, en la imagen se puede apreciar el “surero”, redondo y con el agujero pequeño, para que pase apenas la punta del pie. El otro, de estilo inglés, es de boca ancha.
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Knife, boleadoras and riding crop are essential tools in the life of the gaucho, as they are useful for work, everyday life, and personal protection. The rebenque or riding crop is a short whip with a leather thong roughly as long as its handle. Some handles are silver, others are woven horsehair or leather, with engraved silver bands and a ring at the end. Riding crops reflect the wealth of the owner and the circumstances in which they are to be used. Some are true works of art, crafted by renowned Argentine silversmiths. There are various types of crop. The most common is known as the talero, with a leather thong and handle. Gauchos use their rebenque hooked over two fingers, and not normally the wrist. When on foot, but not when riding, it is hung from the facón, which is worn at the back tucked into the belt. Another typical rebenque is the guacha with a short thick handle and a wide thick thong. This crop is preferred by horsebreakers because its blows make a loud noise without hurting the horse. In previous centuries, when mail was carried by a rider known as a chasqui, certain private, very important missives were placed inside a rebenque chasquero with a hollow handle in which the message was concealed. Working crops had wooden handles and a cow’s tail. In the hands of the farm workers, these crops were not just work tools, they were also an efficient weapon for settling quarrels, avoiding the use of knives, which generally ended in tragedy for one of the rivals. The rider’s skill depends on sitting firmly on the horse and anticipating its movements. His feet should not be fully inside the stirrups, because of the risk of the animal rolling or taking fright, when the rider could fall and remain hooked, with consequent injury. There are various types of stirrup. The photograph shows a rounded surero with a small hole barely allowing the tip of the foot to be inserted. The other, in the English style, has a wider opening.
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CUYO Cuyo
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El gaucho de la región cuyana trabaja tanto en zonas de monte como en la árida cordillera, por lo que debe proteger con los guardamontes de cuero, que también lleva en el recado, sus piernas y bombachas de los espinos que ostentan las plantas de clima seco. Usa sombrero de ala ancha por el sol constante, algunos de paja y otros de paño, como en este caso.
Gauchos in the Cuyo region carry out their work in both scrublands and the arid Cordillera, protecting their legs and bombachas from the thorns of the plants growing in that dry climate by means of rawhide chaps that also cover the saddle. Hats are broad-brimmed to ward off the constant sun, being made of either straw or felt, as in this case. 115
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El trabajo con el ganado es muy diferente del de las regiones de llanura. Las enormes parcelas tienen sólo alambrado perimetral y a veces ni siquiera eso. Durante la estación cálida, en algunas zonas próximas a la cordillera, el ganado se hace pastorear en la alta montaña para que descanse el campo que se utilizará en invierno, pero antes de que llegue la temporada fría deben bajarse los animales para que no los sorprenda la nieve en la altura. En esta dificultosa labor participan todos los propietarios de ganado y gauchos de la zona.
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Work with cattle is very different from that carried out on the plains. Here, the enormous tracts have only perimeter fencing, and sometimes not even that. In some regions close to the Cordillera, during the summer season cattle are driven high up into the mountains so that the fields that will be used to feed the animals in winter have time to recover. However, before the winter colds set in the animals must be brought back down again so they do not get caught by snowfall up on the mountain. All the cattle owners and gauchos in the region participate in this difficult task, which may take several days.
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El trabajo puede llevar varios días y los jinetes deben organizarse de modo de abarcar todo el terreno por donde están pastoreando las vacas, que se han mezclado y se han reproducido sin ningún control. Para ser más eficientes, algunos paisanos suben hasta las cumbres, mientras otros permanecen más abajo, en los pasos. Es costumbre prender un fuego en la cima para avisar a quienes están más abajo que un lote ha sido arreado. A medida que empiezan a bajar la hacienda, los gauchos utilizan sus lazos para señalar a los terneros que han nacido ese verano, lo que facilita la identificación de su propietario cuando se realiza el rodeo donde se separa la hacienda. Muchos gauchos de esta región prefieren las mulas por su destreza para desplazarse sin despeñarse ni lastimarse en suelos rocosos. Riders often use mules because of their ability to traverse the rocky terrain without slipping and hurting themselves, and must be organized so that they cover the whole area where the cattle have been grazing, mingling and reproducing without any supervision. For the sake of efficiency some of the workers ride up to the summits, while others remain below, in the passes. Fires are lit on the summits to let those below know that a herd has been rounded up. As the livestock makes its way downward, the gauchos use their lariats to mark those calves that have been born during the summer, so that it will be easier to identify their owners when the roundup takes place to sort the livestock.
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NOROESTE North West
La típica silueta del jinete salteño se distingue por los amplios guardamontes del recado y el chambergo negro de ala ancha. The typical silhouette of a Salteño rider, identified by the wide saddle chaps and his broad-brimmed black hat. 154
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La bota de potro es tradicional del gaucho y se hace a partir del cuero bien sobado de la pata o de la mano de este animal, o también con la de un potrillo o de una vaca. Se corta en círculo por arriba y por debajo, y luego se tira y despega el pellejo de la carne hasta abajo del garrón, como si fuese una media. A menudo un animal tiene una pata con blanco y la otra no y se vuelven necesarios dos animales para formar el par de botas. En tiempos del “estribo botón” se cortaba la punta para dejar libres los dedos del pie. Este tipo de estribo constaba de un hueso enhebrado por una estribera de cuero, y el gaucho enganchaba el dedo gordo y mayor como se hace actualmente con una ojota. Las espuelas son pequeñas ruedas metálicas en forma de estrella, que se atan a la bota y se usan para azuzar al caballo.
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Traditional gaucho boots were made from carefully-removed horse-leg skin, although they could also be made from young colts and even cows. The skin was cut all the way round above the fetlock and at the middle of the thigh and peeled off the hock as if it were a sock. Gauchos would sometimes even kill more than one horse in order to obtain two boots that were the same, as horses often have one foot that is white and one that is not. When “pampa button stirrups” were in use, the tips were cut to leave toes free. This type of stirrup consisted of a piece of bone threaded into a leather stirrup strap that the rider gripped between his big toe and his second toe like a flip-flop. Spurs were small metal disks with star-shaped points, tied to the boot to urge on the mount.
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El salteño es muy auténtico para vestirse, por lo general usa colores claros. Son tradicionales su corralera –un saco de corte recto y cortoy sus bombachas con “nido de abejas” en sus costuras, sobre las que usa un guardamonte de cuero. Completan el atuendo el chambergo negro (en este caso con la silueta de la provincia) y el poncho rojo con guarda negra que identifica a los gauchos de Güemes -prócer patrio oriundo de Salta-. Las espuelas nazarenas, cuya rodaja (círculo con púas) es de gran tamaño, de hasta 7 pulgadas, deben su nombre a las espinas de la corona de Cristo. Salteños have their own style of dress, and generally wear light colors. Traditional items include a corralera - a short straight jacket - and bombachas with honeycomb smocking on the seams, on top of which they wear their leather chaps. The outfit is rounded off by a black hat or chambergo (in this case with an outline of the province) and a red poncho with a black border, the uniform of the gauchos who fought for Güemes - a national hero from Salta. Nazarene spurs, with their large-size disks (up to 7 inches), owe their name to the crown of thorns of Christ the Nazarene.
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En las regiones serranas las mulas son bien apreciadas, pues su destreza en los terrenos escarpados no tiene igual. También es propio de esta zona el coleto (similar al encerado que se usaba para protegerse de la lluvia en la región pampeana), una especie de sobretodo hecho de cuero que cubre la espalda del jinete y el anca del caballo; hoy su manufactura es de una lona más blanda y cómoda. El coleto, como el guardamonte, protege al paisano cuando trabaja en el tupido monte. La mayoría de las labores con la hacienda -vacunación, marca, etc.- se hacen en agosto que es la época seca, pues la vegetación es menos espesa y es posible internarse a buscar el ganado.
Mules are much valued in mountain regions, as their agility when negotiating steep terrain has no equal. The coleto, similar to the encerado used to keep the rain off in the Pampas, is also typical of this region. A kind of leather overcoat covering the rider’s back and the horse’s haunches, today it is made of a softer and more comfortable canvas. Like the rawhide chaps, the coleto provides protection when working in dense scrub. Most livestock tasks - vaccination, branding, etc. - take place in August, which is the dry season, when vegetation is not as thick, and it is easier to ride through it in the search for cattle.
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PATAGONIA Patagonia
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La zona patagónica permaneció hasta muy entrado el siglo XVIII virgen de la civilización blanca. A pesar de las batallas propiciadas por los gobiernos para ganarle este territorio al indio, la dureza del clima no favoreció la proliferación de poblados, como sí sucedió más al norte. Hasta fines del siglo XIX, al sur iban solamente los desertores, los aventureros, los científicos, y los que huían de la modernización. El crecimiento de la población se dio desde principios del siglo pasado con la inmigración europea, en su mayoría británica. Acostumbrados al clima frío y lluvioso, venían a la Patagonia con la esperanza de hacerse de tierras y hacienda a cambio de trabajo duro. Las distancias y la soledad en el sur hacen del gaucho patagónico un hombre un tanto hosco, como si su forma de ser reflejara el frío intenso y el silencio del paisaje.
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Until well into the 18th century Patagonia remained untouched by European civilization. Despite the government-sponsored fight to win this territory from the Indigenous inhabitants and incorporate it into the productive land of the nation, the harshness of its climate did not encourage any spread of townships, as it had done further north. Through to the end of the 19th century, only deserters, adventurers, scientists and those fleeing the modern world headed south. Population growth took place at the beginning of the last century following European immigration, much of it from Britain. Accustomed to a cold and rainy climate, many came to Patagonia in the hope of gaining land and animals for themselves in exchange for hard work. The distances and solitude of Patagonia make the Patagonian gaucho a somewhat dour character, as if his nature reflected the intense cold and silence of the landscape.
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