Fueros y carlistada

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© Mikel Sorauren, 2008 © Nabarralde para la presente edición Diseño y Fotocomposición: Nabarralde Imágenes: Historía de la Guerra Civil (Pirala) Nabarralde. Bidankoze, 3. Pamplona - Iruñea 31014 Teléfono: 948 21 10 57 Fax: 948 206 047 E-mail: nabarralde@nabarralde.com ISBN: 978.84-612-7440-6 Impreso en Navarra por Gráficas Antza Zirkuitu ibilbidea, 2 · 20160 Lasarte-Oria (Gipuzkoa)


FUEROS Y CARLISTADA

MIKEL SORAUREN

Jasaten eta maitatzen nautenagatik, Marian eta Usueri, bihotzez.

SAILA - COLECCIĂ“N

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INDICE

I. Introducción ..............................................................................7 II. Antecedentes. ..........................................................................13 III. Las fuentes históricas y los fueros. ........................................27 IV. Los fueros: Factor clave del conflicto. ....................................37 V. Percepción social de los fueros. ..............................................45 VI. Navarra contemplada por los españoles.................................55 VII. Tendencias independentistas.................................................65 VIII. La desintegración del carlismo.............................................75 IX. A modo de conclusión. ..........................................................85 X. Comentario sobre fuentes y bibliografía. ................................93

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INTRODUCCIÓN Capítulo I

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El papel que jugaron los Fueros vascos en las guerras carlistas, particularmente en la primera, ha constituido siempre un tema de debate primordial en la Historiografía que se ha ocupado de la Historia de los territorios navarros a lo largo de la Edad Contemporánea. Hoy el debate sigue vigente, aunque los términos del mismo han sido modificados en parte. Tradicionalmente se enfrentaban dos posturas en esta materia historiográfica. Una defendía que la rebelión de los carlistas vascos respondía a la defensa de principios de absolutismo monárquico y valores religiosos que estaban en entredicho con las reformas que se preveía iban a terminar por imponerse con el acceso de Isabel II al trono español. La otra sostenía que los vascos se movieron, ante todo, en defensa de los Fueros que habían mantenido hasta entonces y que el triunfo de Isabel llevaría a su desaparición. En tiempos más recientes la primera de las perspectivas ha sido modificada. Se pretende ahora que el apoyo de los carlistas de los

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territorios navarros a la candidatura del pretendiente Carlos María Isidro de los Dolores es el resultado de la resistencia frente a las imprescindibles modificaciones en el marco jurídico institucional, necesarias para la modernización, por parte de los elementos sociales de nuestra sociedad más aferrados al antiguo régimen; transformaciones que se implantarían con la llegada del sistema constitucional español y la obligada supresión de los Fueros. Esta perspectiva insiste en que el sistema foral respondía a los esquemas de una sociedad tradicional de raigambre medieval. De acuerdo con ella fueron los elementos sociales más manipulables por ciertas élites rurales de carácter feudal quienes se opusieron con mayor decisión a los cambios del marco jurídico institucional exigidos por la modernidad. En este terreno destaca también el hecho que los sectores sociales ilustrados de los territorios del antiguo Estado de Navarra fueron partidarios decididos de las reformas que traían consigo la Unidad constitucional con España y la desaparición de los Fueros. La unidad institucional consiguiente implicaba la constitución de un mercado español, defendido por un sistema aduanero, que se dirigía a favorecer la producción interior de España, frente a la libertad de mercado en el que habían vivido los territorios de Navarra hasta el momento. Igualmente señalan que las reformas jurídicas españolas permitirían liberar al comercio vasco de las trabas que presentaban muchas de las normas forales de cara al desarrollo de la economía moderna. A decir verdad, estos argumentos resultan engañosos. En primer lugar, no es posible afirmar que los sectores ilustrados mencionados —se piensa especialmente en los comerciantes— no fuesen partidarios del sistema foral. En los tiempos de la primera de las carlistadas parece que se inclinaban por la integración en el mercado español anejo al traslado de las aduanas, pero no querían la desaparición del resto del sistema. El posicionamiento de estos sectores sociales no se movió en una única dirección. Tendremos oportunidad de comprobar que en alguna medida dieron marcha atrás, cuando constataron que la unidad de mercado no suponía el floreciente desarrollo en el que habían confiado. En otro orden de cosas, es obligado señalar que la sociedad vasca se había caracterizado tradicionalmente por el desarrollo alcanzado en las actividades mercantiles, y aun manufactureras, en el marco

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del sistema foral y que la sociedad vasca proveyó a la española de sus elementos burgueses —comerciantes y financieros— más destacados, hecho generalmente reconocido, al que también se aludirá más adelante. Parece poco consistente la argumentación de que el marco jurídico foral fuese un obstáculo para el desarrollo económico de los territorios navarros. No tiene mucho sentido que se razone —como se hace por parte de algunos historiadores— que las reformas implantadas por España en Euskal Herria permitieron en definitiva el desarrollo de las estructuras socio— económicas modernas — industrialización, capitalismo financiero— cuando las mismas se revelaron totalmente ineficaces de cara al desarrollo de la modernidad en la misma España. La resistencia a reconocer la trascendencia que tuvieron los fueros en la rebelión de los vascos, responde en unos casos a la repugnancia a aceptar la existencia de lo que podríamos denominar tendencias nacionales en las poblaciones de los territorios navarros, a pesar de que el grado de sensibilidad en este terreno fuera muy matizado. Los defensores del sistema absolutista se suelen resistir ante al componente foral, por entender que el mismo desvirtúa su propia perspectiva de la existencia de sectores sociales populares a favor del absolutismo. A decir verdad, resulta paradójico que se intentase vincular a los vascos con soluciones absolutistas, cuando el sistema foral se caracteriza por rasgos constitucionales manifiestos. El biógrafo de Espartero señala esta contradicción, en el momento final de la guerra carlista, a propósito de un manifiesto publicado por los dirigentes apostólicos carlistas, porque metían en el mismo saco —como se suele decir— la defensa de los Fueros y de la monarquía absolutista. Se pregunta el citado biógrafo cómo era posible proponer a un navarro que defendiese el absolutismo, reconociendo que los Fueros eran lo más contrario a sus planteamientos políticos, de hecho los mismos redactores de la constitución gaditana insistieron en este carácter del Fuero. El conjunto de las instituciones vascas reclamaron hasta el final de su existencia la entidad constitucional del sistema, particularmente cuando los dirigentes españoles absolutistas intentaron hacer valer el derecho incuestionable de la monarquía frente a cualquier limitación de su poder por parte de los sistemas constitucionales vascos. Otras tendencias historiográficas se niegan a aceptar la importancia de los fueros como factor impulsor de la rebelión de los vascos por otros motivos. En el pasado los partidarios del sistema

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constitucional español sostuvieron que era el fanatismo religioso y monárquico la fuerza que movió a los vascos en su rebelión. A tales constitucionalistas españoles resultaba incómodo reconocer que la defensa de los Fueros obedecía básicamente a un impulso de defensa de valores nacionales, propios de Euskal Herria, que España quería destruir. La tendencia actual que hace hincapié en el aspecto feudal de los Fueros, bajo una presentación más elaborada —que los muestra como retardatarios de la imprescindible modernización que traería consigo el sistema constitucional español— actúa por idéntico impulso. En ambos casos se constata la resistencia a reconocer que el Carlismo vasco respondía a factores de defensa nacional. Ya sé que tal planteamiento suele provocar escándalo, entre otras razones porque pone de manifiesto la realidad de una lucha por la independencia que se puede retrotraer en varios siglos. Los datos que comentaré en este trabajo pondrán en evidencia que este esbozo no es descabellado, sino muy objetivo.

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