UN ESFUERZO POR CONSTRUIR LA EDUCACIÓN CON PERSONAS JÓVENES Y ADULTAS- PABLO LATAPÍ SARREINTRODUCCIÓN DE LA ANTOLOGÍA1 Por Ana Deltoro Martínez Sylvia Schmelkes del Valle
Esta antología reúne sólo una parte de la muy importante producción de Pablo Latapí: la relacionada con la Educación de las Personas Jóvenes y Adultas. No es casual que el autor se interesara por este tema de manera muy intensa durante los años ochenta, si bien había estado presente en sus preocupaciones a lo largo de su vida. Esto tiene que ver, cómo el mismo lo indica, con su interés fundamental por la justicia social. Son muchos los jóvenes, y sobre todo los adultos en México, que no tuvieron instrucción formal. Quienes no terminaron la educación básica representan en la actualidad la mitad de la población mayor de 15 años. La mayoría de estas personas nació en condiciones de pobreza, y la falta de educación ha hecho que esta situación se perpetúe. Probablemente los jóvenes y los adultos no escolarizados tampoco podrán ofrecer una escolaridad prolongada a sus hijos. Se trata de una injusticia histórica, intergeneracional, que a Pablo Latapí siempre preocupó y que se refleja claramente en los escritos que reúne este volumen. Son tres los enfoques desde los cuales Latapí aborda la temática y la problemática de la educación de las personas jóvenes y adultas: la primera, fundamental, es la perspectiva de la investigación educativa. La comunidad de investigadores de educación en México lo reconocen como el padre de la investigación educativa en nuestro país. Convencido desde joven de que la educación tenía un enorme potencial transformador, tanto de las personas como de las sociedades, trazó su plan de vida, siendo entonces jesuita joven- más tarde dejaría la orden-, para especializarse en este tema. Terminados sus estudios de filosofía y de teología consigue permiso para estudiar un doctorado en filosofía de la educación en Hamburgo; es así como su estancia en Europa le permite vincularse con la investigación educativa que allá se realizaba. Visitaba con frecuencia los diferentes organismos de la UNESCO- la Oficina Internacional de Educación en Ginebra, el Instituto Internacional de Planificación Educativa en París, la propia UNESCO-, y asistía a conferencias, trabajaba en las bibliotecas y conversaba con personajes de diversas partes del mundo. Cuando volvió a México, formado como Doctor en Educación y con esa visión internacional actualizada tanto de la problemática educativa como de las formas de abordarla, emprende la tarea de fundar lo que sería el primer centro de investigación educativa en el país: el Centro de Estudios Educativos. Pablo Latapí volvió de Europa convencido de que la educación es un campo del conocimiento en el que confluyen muchas disciplinas: la filosofía, la antropología, la psicología, la sociología y la economía. Con la capacidad de visión que lo caracteriza, y comenzando con un muy pequeño grupo de investigadores, crea un centro de investigación que es justamente eso: interdisciplinario, décadas antes de que la interdisciplinariedad se convirtiera en búsqueda explícita en nuestras instituciones de educación superior. Su capacidad de pensar a futuro lo lleva a enviar a estos investigadores, en forma escalonada, a estudiar posgrados fuera del país; de esta manera conforma un núcleo de estudiosos de primer nivel que harían del Centro de Estudios Educativos una referencia obligada para la educación en el país y más allá de él. Fue tal su 1
Corresponde a la Introducción a la Antología: Un esfuerzo por construir la educación con personas jóvenes y adultas- Pablo Latapí Sarre- Paideia Latinoamericana. CREFAL, México, 2009
1
influencia que con los años se crean varios centros en América Latina a su imagen y semejanza. Pablo Latapí es un científico. Insiste en el rigor académico, en el andamiaje teórico y metodológico indispensable para que las búsquedas de la verdad en el campo de la educación sean certeras y tengan credibilidad. Esto caracteriza la investigación realizada por el Centro de Estudios Educativos, y evidentemente también su propio trabajo de investigación, del cual tenemos en esta antología varios ejemplos, reunidos en el primer apartado. La fundamentación teórica de sus proyectos de investigación es siempre profunda, exhaustiva, cuestionadora; siempre pone en juego las diversas disciplinas que aportan al tema en cuestión. La teoría orienta las búsquedas, formula las preguntas indispensables, indica la metodología a seguir en cada caso. Su rugorosidad lo conduce a cuestionar y a enriquecer algunas orientaciones metodológicas, como la investigación participativa. Pablo Latapí es un maestro del rigor. Inicia la investigación educativa en el país poniendo estándares elevados de precisión y honestidad en la búsqueda de la verdad; son estándares que todavía se utilizan para juzgar la calidad de las investigaciones educativas y le han dado a nuestro país una fortaleza en este campo del conocimiento: la mayor parte de la investigación educativa que se realiza en México es, en gran parte debido a él, investigación de calidad. Habiendo sido formado en Europa, trayendo consigo y manteniéndose al tanto de los avances más recientes de la educación, él los aplicó en México y en América Latina como su espacio natural tanto de preocupación como de estudio, propuesta y reflexión. Su trabajo transcendió el país. Latapí tiene un reconocimiento internacional innegable; la fortaleza de este reconocimiento procede de su creciente dominio de la problemática social y educativa de nuestro subcontinente, y de sus certeras propuestas para su transformación. Este aspecto queda en evidencia en muchos de los escritos de esta antología; los problemas de los países hermanos latinoamericanos son muy similares, toda proporción contextual guardada. Su trabajo en CREFAL le da cauce a esta preocupación más regional en el tema de la educación de personas jóvenes y adultas, y los trabajos incluidos en esta antología lo reflejan. Pero su orientación regional estuvo presente desde el principio de su vida profesional activa, y su influencia sobre la investigación educativa en América Latina se deja sentir en la creación de instituciones con esa orientación inicial, interdisciplinaria y visionaria, que ya mencionamos. La segunda característica de los trabajos de Pablo Latapí es la de su compromiso. Él nunca investiga por investigar o persigue generar conocimiento por el conocimiento mismo. Siempre hay una motivación transformadora detrás de lo que investiga, de lo que escribe. Sus trabajos tienen claramente una orientación política: se trata de recomendar para transformar. Y la transformación, evidentemente, tiene que ver con el logro de una mayor justicia social, que muchas veces depende de la calidad de lo que se ofrece, pero también de la equidad con la que se distribuye aquello que se ofrece. Sus trabajos de investigación, como puede verse en el primer apartado de esta antología, siempre están motivados por la existencia de una problemática, y siempre abonan una solución. Pero la producción de Pablo Latapí es versátil. Sus trabajos no se reducen a informes de investigación. Su producción ensayística es vasta, y en esta antología hay varios ejemplos, todos extraordinarios, porque todos sus ensayos lo son. También está su importante producción periodística; durante muchos años escribió semanalmente en el Excélsior de Julio Scherer, y durante muchos años más en la revista Proceso. Aunque tienen la forma de artículos periodísticos, se trata de verdaderos ensayos que
2
argumentan a profundidad sin la necesidad de recurrir a aparatos teóricos, metodológicos o documentales. Pablo Latapí se ha propuesto influir en la opinión pública, por eso sus ensayos buscan convencer con argumentos. Muchos de los temas de sus ensayos proceden de los hallazgos de sus investigaciones; muchos otros son producto de sus lecturas, de sus viajes y del conocimiento de experiencias valiosas, y siempre de sus profundas reflexiones ilustradas por su vasta cultura. Por eso su producción periodística no fue efímera, como suelen serlo los escritos que aparecen en diarios o semanarios. Ha sido recopilada y publicada en forma de varios libros. Sigue leyéndose y consultándose, sigue vigente. Su trabajo periodístico es otra manifestación de su compromiso. El trabajo de un investigador completo, que Pablo Latapí lo es, no terminan con las recomendaciones que proceden de sus estudios rigurosos; esos son leídos por una comunidad académica necesariamente reducida. Lo importante para él ha sido asegurar que lo que valía la pena decir llegue a quienes toman decisiones, y de manera muy importante a la sociedad en general. Siempre sostuvo que una sociedad bien informada tendría mucha mayor capacidad de influir certeramente en la toma de decisiones; su convicción era que éste constituía un ejercicio profundamente democrático y desde ahí contribuyó a la formación de muchos lectores asiduos de sus ensayos. Sin duda también ayudó a generar lenguajes y visiones comunes de problemas que nos afectan, y a forjar políticas educativas necesarias. Esta característica de compromiso que Pablo Latapí le ha dado a su vida y a su obra nos muestra con claridad que un científico tiene que ser riguroso, si, y objetivo también, pero que eso no implica que deba ser neutral. Un científico de la educación, por la temática que trabaja, debe tener un compromiso con la sociedad en la que vive, y siempre debe procurar que la educación que estudia, precisamente por estudiarla, pueda ofrecer algo mejor a más personas y pueda con ello aportar a la transformación de la sociedad. Éste es otro estándar que le ha puesto a la investigación educativa, y la que se realiza en el país se mide contra dicho estándar. La tercera característica de la obra de Pablo Latapí es su humanismo, siempre presente en sus escritos, pero claramente mucho más patente en los más recientes. Su formación filosófica seguramente explica una parte importante de esta orientación; pero en el fondo hay algo mucho más profundo en su testimonio humanista y consiste en que, como maestro que es, nos enseña que no se puede ser educador ni investigador educativo, que no se puede trabajar en educación, sin tener a la persona humana como referente central de lo que hacemos. La persona –el niño, la niña; el joven, la joven; el hombre, la mujer-, siempre en contexto, es lo que da sentido a lo que hacemos todos y cada uno de los que trabajamos en educación. Pablo Latapí parte de la premisa de que los seres humanos son diversos, por fortuna. Pero también está convencido de su dignidad inherente: el derecho a crecer, a desarrollar su potencial, y a disfrutar de una vida de calidad como cada quién la defina, desde su cultura y contexto, es el propósito del hecho educativo. Pablo Latapí no deja que esto se nos olvide. Llamó la atención a sus discursos leídos al recibir los múltiples homenajes y reconocimientos que ha merecido, algunos de los cuales están incluidos en esta antología. Pablo Latapí no soporta que las personas sufran y que se obstaculice su desarrollo. Desde que inició su trabajo tuvo claro que el que esto ocurriera era producto de una historia de dominación y opresión y de estructuras sociales injustas. Visualizó desde muy temprano que una buena educación, bien distribuida, podría, junto con otros procesos, ir transformando estas estructuras. A la vez, y paradójicamente, tenía claro que era necesario que estas estructuras se fueran transformando para poder dar lugar al desarrollo de todas las personas. Las
3
propuestas de una sociedad distinta, como la manifesta en la filosofía detrás del movimiento zapatista de 1994, lo capturan profundamente. El enfoque claramente sociológico de su investigación y de sus trabajos, responsable del desarrollo de la investigación socio-educativa en nuestro país, constituye la base sobre la cual se sostiene la gran mayoría de los escritos incluidos en esta antología. Su preocupación central por la justicia, que él mismo define y muchos reconocen como lo que marca su vida y obra, deriva de esta manera de entender el problemático binomio ser humanosociedad. Como buen educador, valora de manera especial el trabajo de los docentes y de los agentes educativos. Reconoce su trabajo comprometido, constante, silencioso. Sabe que de su esfuerzo cotidiano depende el hecho educativo, y por eso los aprecia. La persona del educando, y la persona del docente, ambos como binomio educativo esencial, son el centro de su pensamiento educativo humanista. El lector de esta antología podrá advertir en el estilo de escritura de Pablo Latapí una serie de características que explican la potencia de su obra. Domina el idioma y su escritura. Su formación en retórica hace de cada pieza una obra maestra de la composición. Es persuasivo por la contundencia de los argumentos. Es sencillo y claro, de manera que logra que muchos lo entiendan sin problema y que, después de leerlo, no pueden más que decir: “tiene razón”. Es crítico siempre, e incisivo en su crítica. La crítica se transforma en propuesta en la gran mayoría de sus escritos, pero lo más asombroso de su estilo es su capacidad de provocar la reflexión. Siempre es posible dialogar con él como escritor. Y cada uno de sus escritos tiene la capacidad de remover certezas y de dejar pensando. Pablo Latapí es una maestro en el pleno sentido de la palabra. Por la calidad de sus trabajos nos conduce a buscar calidad en los nuestros. Por la orientación valoral y comprometida de sus escritos, nos entrega un código de ética del investigador educativo que se convierte en referente central de cómo proceder en nuestra comunidad de investigadores y más allá de ella. Por la congruencia de su vida y de sus obras y por la consistencia de su preocupación por la justicia, tanto en sus diversas actividades como a lo largo de su vida, nos presenta una exigencia de congruencia en nuestro propio quehacer como educadores. Ésta es la educación que verdaderamente importa. La educación de las personas jóvenes y adultas ha sido una de la inmensa variedad de temáticas relacionadas con la educación sobre las cuales ha trabajado a lo largo de su vida: los diagnósticos macro del sistema educativo mexicano, el análisis de la política y las instituciones educativas, el gobierno de las universidades, la educación en valores y la interculturalidad, y cuestiones tan técnicas como el financiamiento de la educación, por mencionar sólo algunas. Como podrá constatar el lector, también sobre la educación de las personas jóvenes y adultas tiene mucho que enseñarnos. Gran parte de lo que aquí se contiene posee una enorme actualidad. Las recomendaciones de política educativa son vigentes. Sus preocupaciones filosóficas son o deben convertirse en motivo de debate. Un legado imprescindible Desde finales de los años setenta a principios de los ochenta Pablo Latapí, siempre atento y comprometido con la educación de los más desprotegidos de este país, inició una labor sistemática y de importancia trascendente en el estudio de la educación no formal. En ese entonces los acercamientos a este campo de estudio
4
eran fundamentalmente de carácter cuantitativo y con una visión parcializada, la cual fue fuertemente cuestionada y reconceptualizada por nuestro investigador. Congruente con su filosofía de vida, en 1983 se trasladó a Tequisquiapan, Querétaro, y se incorporó a un proyecto que buscaba la articulación de la tarea educativa con el desarrollo de las comunidades rurales de esa zona. Durante esta experiencia asumió, además de su papel como investigador, el de promotor y alfabetizador. Esta vivencia confirmó su idea de que los tomadores de decisiones debían acercarse de manera directa a los procesos educativos, lo que lo llevó más tarde a sugerir a funcionarios del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) que, para la realización de su labor, era necesario que buscaran tener la experiencia directa como alfabetizadotes o educadores de adultos, pues ello les permitiría tomar decisiones más pertinentes. El proyecto de Tequisquiapan constituye un marco de referencia importante para la construcción teórica del Dr. Latapí en la medida en que le permitió confirmar que al iniciar un proceso educativo deliberado y sistemático las personas jóvenes y adultas ya cuentan con conocimientos, habilidades y experiencias que el proceso de alfabetización tendría que retomar y potenciar. Consecuentemente propone dejar atrás la noción errónea de que la persona no alfabetizada es ignorante y al mismo tiempo critica la distinción entre acciones de alfabetización y postalfabetización, afirmando que los procesos educativos deberían partir justamente de las acciones que hasta ese momento eran consideradas propias de la postalfabetización; este planteamiento le permitió sustentar la idea de que la alfabetización no debía entenderse como una actividad inicial, sino que, por el contrario, debía ser entendida como parte de un proceso integral vinculado a necesidades vitales. Latapí le da un valor central al lenguaje y como educador postula la necesidad de que todas las personas tengan acceso a la palabra con significado; leer y escribir para participar, conocer y defender sus derechos. En este mismo sentido son relevantes sus reflexiones en torno a la orientación que debiera tener la educación de adultos en países como México y el resto de América Latina que lo llevan a proponer que las necesidades derivadas de la pobreza de amplios sectores de la población, el ejercicio de los derechos humanos, el trabajo, la justicia y los valores se conviertan en ejes transversales de la acción educativa destinada a este tipo de población. Destacan sus cuestionamientos a los resultados dados a conocer, durante la década de los ochenta, al programa de alfabetización del INEA, mismos que atribuyó a la operación del sistema educativo formal, que incrementó sustantivamente el número de alumnos egresados de primaria. De igual forma, son importantes sus constantes señalamientos a los bajos perfiles de las figuras solidarias que guían los procesos educativos de la población joven y adulta y su insistencia en la necesidad de contar con personas bien capacitadas y sensibles a las necesidades de esta población para incidir realmente en la mejora de resultados. A lo largo de su trayectoria como investigador y como analista de la política educativa mexicana, Pablo Latapí ha expresado su preocupación por la designación de personas que no cuentan con los conocimientos necesarios en materia política educativa en algunos puestos públicos destacados del sistema educativo nacional, por las repercusiones que esto tiene en el desarrollo de una educación de calidad. Los análisis realizados por este investigador sobre el campo de la educación de personas jóvenes y adultas reflejan ante todo su visión integral y honesta de la educación. Plantean una educación vinculada necesariamente con las demandas de
5
un país en el que la pobreza de millones de personas requiere de ofertas educativas que rebasen el espacio formativo y que promuevan decididamente la participación para transformar su entorno inmediato y su relación con los otros. De múltiples maneras el Dr. Latapí ha dicho que para lograr una educación de calidad es preciso tomar en cuenta la gran heterogeneidad de la población, por lo que es necesario desarrollar modelos flexibles con educadores capaces de reconocer y tomar como punto de partida del acto educativo las necesidades de cada persona. Él siempre ha creído en una tarea educativa capaz de promover en los individuos el desarrollo pleno de sus capacidades no sólo intelectuales, sino éticas y morales: el aprendizaje a lo largo de la vida, el saber ser, hacer, pero sobre todo el saber convivir. Las aportaciones de Pablo Latapí en materia de educación con personas jóvenes y adultas son una referencia tanto teórica como sobre todo de política económica, social y educativa y constituyen, en esencia, un constructo en permanente transformación. De la lectura e instrumentación que las generaciones presentes y futuras hagan de sus aportaciones surgirán seguramente propuestas innovadoras para repensar y transformar la educación de adultos tanto en la teoría como en la práctica, como parte de sistemas educativos que apunten hacia mayores niveles de equidad social. Metodología para la conformación de la antología Para la elaboración de esta antología se partió de una meticulosa revisión de la obra publicada por Pablo Latapí sobre la educación y en especial la educación con personas jóvenes y adultas, para después seleccionar textos que se encontraban dispersos, algunos de los cuales pudieron recuperarse en sus versiones originales gracias a él. También se revisaron y seleccionaron artículos periodísticos, entrevistas, ensayos, reportes de investigación, semblanzas y conferencias. Una vez que se determinó una primera selección, ésta se analizó y depuró con la participación del autor. El criterio que orientó la selección de textos destacó el enfoque de educación de adultos amplio e integral que caracteriza la obra del Dr. Latapí. Se incluyeron textos que abordan la sistematización de proyectos educativos, el análisis de la educación no formal, la investigación participativa, la educación popular, la política educativa, diagnósticos sobre la situación de la educación y la importancia de la investigación educativa, entre otros. Aportaciones todas ellas que dan cuenta de una mirada comprometida que, en esencia, va mucho más allá de los paradigmas imperantes en el momento de su producción. El hilo conductor de la producción de Latapí ha sido su constante preocupación por la justicia, los valores, le equidad, los derechos de los pobres y la responsabilidad no asumida por los gobiernos. Siguiendo este hilo conductor, y para contextualizar su vasta obra, se han incluido en esta antología otros textos que abordan la estrecha relación entre pobreza, equidad y calidad educativa. Los textos se presentan en orden cronológico con el propósito de que el lector reconozca la evolución en las concepciones de Latapí sobre la EPJA. Todos ellos dan cuenta de una época caracterizada por transformaciones fundamentales en este campo educativo. Se optó por agrupar por temas los artículos periodísticos, dada la gran variedad de sus contenidos. El contenido de la antología se organizó en cinco apartados: Investigación y reflexión teórica, Aportes y recomendaciones, Artículos periodísticos, Conferencia y
6
prólogos y Semblanza. Este último es un texto escrito por Felipe Martínez Rizo en el que se analiza el tema de la relación entre la educación y la justicia a lo largo de la obra de nuestro autor. Pablo Latapí es un clásico. Es leído aquí y allá, en otras latitudes, por grandes pensadores y por estudiantes de la educación, por altos funcionarios y por maestros y directores de escuela. Leemos lo reciente y lo más antiguo, porque lo más antiguo no ha envejecido y sigue interpelándonos. Los contenidos de esta antología son una invitación para profundizar en el conocimiento de los distintos temas abordados y para continuar su debate. Está destinada a docentes, investigadores, funcionarios, tomadores de decisiones, estudiantes y ciudadanos comprometidos con la transformación de las relaciones de inequidad que caracterizan a las sociedades de nuestros días. Celebramos la publicación de esta antología, que pone en un solo lugar escritos que son y seguirán siendo referencia para pensar, actuar y transformar la educación que ofrecemos a las personas jóvenes y adultas en nuestro país y en el mundo.
7