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Volver a poner la naturaleza en el centro para construir nuevas sociedades y mejores ciudades
VOLVER A PONER LA NATURALEZA EN EL CENTRO PARA CONSTRUIR NUEVAS SOCIEDADES Y MEJORES CIUDADES
Aitor Mingo | Científico ambiental
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La globalización ha supuesto unos mayores niveles de dependencia entre sociedades y ecosistemas, escalando la interconexión a nivel planetario. La mayor capacidad de afección sobre el medio y la interdependencia entre sociedades y ecosistemas distantes entre sí se ha incrementado. En el último siglo, fruto de una mayor demanda de recursos se ha incrementado la degradación de los entornos naturales. Ello ha conllevado a la pérdida de la biodiversidad, al aumento de la escasez de los recursos y la fragmentación de los hábitats naturales a nivel planetario. En Europa, un continente históricamente artificializado con escasos entornos vírgenes debido a la expansión agraria y a la densidad poblacional, en la última década se han alcanzado tasas de artificialización (entornos urbanos e infraestructuras) del suelo de hasta el 5% del total territorio. En este último siglo, además se ha dado un proceso de urbanización de la humanidad. Las poblaciones, cada vez más urbanas, han sufrido una desconexión con el medio natural en su vida cotidiana. Existe un desarraigo físico con el entorno natural y rural provocado por una escasez de experiencias vitales vinculadas a la naturaleza. Esto se traduce en una pérdida de conocimiento y una mayor desvinculación. Perder el vínculo con el medio natural a nivel personal nos lleva a perder la consciencia de nuestra interdependencia con el medio ambiente.
Esto facilita que a nivel colectivo se haya explotado impunemente el medio natural. La educación ambiental se ha focalizado en enseñarnos a separar residuos y a utilizar la bicicleta. Pero seguimos desconociendo los ciclos de siembra de las hortalizas que comemos o a identificar rastros en el bosque. Lo natural se nos hace ajeno. La reincorporación de la naturaleza en nuestras vidas urbanas pasa por naturalizar nuestros entornos urbanos. La renaturalización del entorno urbano supone una serie de beneficios en varios ámbitos; tanto económicos, como sociales y ambientales. Pero entre todos ellos, también facilita la reconexión con el medio, que evoque un cambio de conciencia predecesor a un cambio real de paradigma. En la última década la renaturalización de las ciudades ha estado presente en las políticas urbanísticas de ciudades de todo el planeta. La incorporación de la infraestructura verde en la trama urbana se ha presentado como una herramienta clave para revertir nuestra relación con la naturaleza. Una vez que esta relación cambie y reconectemos con el entorno vivo, será más sencillo repensar nuestro sistema productivo y de consumo a uno que deje de explotar la naturaleza y pase a hacer un uso consciente y sostenible de los benéficos que ésta nos proporcionan a través de sus servicios ecosistémicos.

Juan Capeans | Economista Urbano La ausencia de coordinación entre municipios de una misma corona metropolitana afecta a la implementación de políticas de desarrollo económico y la provisión de bienes y servicios públicos a nivel local. La gobernanza metropolitana es, desde el punto de vista económico, un instrumento idóneo para resolver los problemas de coordinación interinstitucional. Por un lado, los municipios que componen un área metropolitana habitualmente no tienen la escala suficiente para prestar algunos servicios de manera eficiente (el caso más usual es el tratamiento y gestión de residuos), y la posibilidad de asociarse con otros municipios para suministrarlos de forma conjunta reduce sus costes de provisión. Por otro lado, las políticas y las iniciativas de un municipio pueden causar externalidades negativas sobre otros municipios del área metropolitana, o sobre las políticas adoptadas en otros sectores. Así, en la definición de los distintos usos del suelo a nivel municipal existen evidentes faltas de coordinación interinstitucional que derivan en notables costes para los organismos públicos y, en última instancia, para la ciudadanía. Ante la ausencia de instituciones y mecanismos de coordinación a nivel metropolitano, la fragmentación administrativa de la ciudad (determinada no sólo por la existencia de distintos municipios, sino también por las competencias regionales o estatales) conlleva la falta de una visión estratégica de largo plazo para el desarrollo del área metropolitana que aúne las políticas de uso del suelo y las de transportes y vivienda.
La evidencia empírica proporcionada por la OCDE (What makecitiesmore productive? Evidencefrom fiveOECD countriesontherole of urban governance) muestra que la fragmentación de la gobernanza metropolitana está correlacionada con niveles de productividad más bajos y menores tasas de crecimiento económico. A su vez, la existencia de instituciones formales de gobierno metropolitano se asocia con una mayor satisfacción ciudadana en áreas como transporte público y gestión medioambiental. El sistema político todavía no ha respondido a este fenómeno metropolitano en España. Las competencias en la creación, modificación y supresión de las áreas metropolitanas corresponden a las Comunidades Autónomas y tan sólo el Parlament de Cataluña ha ejercido esta competencia de forma efectiva, creando (o más bien recuperando) el Área Metropolitana de Barcelona (2010). El resto de las áreas metropolitanas están institucionalmente fragmentadas, sin instituciones metropolitanas integrales. Urgen, por tanto, reformas institucionales que profundicen el carácter metropolitano de nuestras ciudades con el fin de aprovecharse de una mayor coordinación interinstitucional. Tres pasos concretos pueden ayudar a guiar las reformas eficaces de la gobernanza metropolitana: identificación de proyectos metropolitanos concretos, diseño de incentivos metropolitanos y reforzar la financiación metropolitana.