Personalidad psicoanalisis

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Una perspectiva psicológica del ser humano: La Personalidad. 1. Definiciones de temperamento, carácter y personalidad. Temperamento: Entendemos por temperamento el conjunto de disposiciones afectivas predominantes que rigen las relaciones del individuo con el exterior. El temperamento se basa en la herencia biológica que hemos recibido. Así, por ejemplo, el temperamento melancólico o colérico se basa en procesos bioquímicos muchas veces hereditarios. Carácter: Entendemos por carácter un conjunto de hábitos adquiridos durante toda la vida. El carácter, a diferencia del temperamento es adquirido, no es algo innato. Así, por ejemplo, consideramos como rasgos de carácter: la responsabilidad, el liderazgo, la generosidad. Personalidad: La personalidad es la reunión de temperamento y carácter en una sola estructura. Hoy en día, sólo se habla de personalidad, y no se utilizan los otros dos términos porque es muy difícil diferenciar que rasgos son fruto de la herencia biológica y cuales son adquiridos. Es importante destacar la definición del psicólogo americano Gordon Willard Allport sobre la personalidad: Personalidad es la organización dinámica dentro del individuo de aquellos sistemas psico-físicos, que determinan su conducta y su pensamiento característico.

2. Las Teorías de la personalidad. 2.1. Teorías Psicodinámicas. Este tipo de teorías son en su mayoría de origen psicoanalítico –Freud y sus seguidores-. Estas teorías clasifican las diferentes estructuras de la personalidad en función de los elementos psicodinámicos que nos llevan a actuar: pulsiones, principios, traumas y deseos reprimidos, mecanismos de defensa. A diferencia de las Teorías del Rasgo y del Tipo, para las Teorías Psicodinámicas nuestra personalidad tiene que ver más con cuestiones biográficas que con elementos fisiológicos y hereditarios. 2.1.1. Sigmund Freud Sigmund Freud (1856 - 1939) Médico neurólogo, inventor del psicoanálisis. Nació en Moravia, trasladándose pronto con su familia a Viena, donde vivió hasta 1938, momento en que se exilió a Londres huyendo de la persecución nazi. Sus investigaciones, realizadas en estrecha colaboración con su amigo Breuer, dan como resultado sus primeros escritos psicoanalíticos, “Estudios sobre la histeria” publicados entre 1893 y 1895.Estos escritos se inspiran en el caso de Anna O., paciente tratada por Breuer, y representan el acta fundacional de la clínica analítica. Esta paciente había somatizado su enfermedad psíquica padeciendo una parálisis. Después de conseguir que la paciente se hiciera consciente de la situación traumática que había ocasionado su enfermedad, la paciente sanó. A. Introducción. La contribución básica de Freud a la psicología es el descubrimiento de los procesos inconscientes de la conducta. Freud supuso que el ser humano se encuentra impulsado por la energía psíquica de la Libido (sexuales), por impulsos agresivos y recuerdos dolorosos reprimidos. Freud va a estudiar la personalidad y va a diferenciar distintos lugares (topos) o estructuras en ésta. Esta topología cambiará con la evolución de su pensamiento.


B. Los estudios sobre la Histeria y la 1ª Tópica. Freud comenzó estudiando el mecanismo de la Histeria (afán morboso por llamar la atención), en su obra “El mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos”, escrito con la colaboración de Breuer. Para Freud, lo reprimido en el inconsciente pugna por salir, y si no se le da la vía adecuada para salir, terminará produciendo síntomas físicos o somatizaciones, como es el caso de la parálisis. La teoría de Freud consiste en proponer varias vías para que lo reprimido pueda hacerse consciente: la hipnosis, la interpretación de los sueños y la libre asociación de ideas.    

Tras el caso de Ana O., Freud llegó a las siguientes conclusiones: La Hipnosis puede ser una terapia adecuada para que el paciente se haga cargo de los traumas reprimidos en el inconsciente. La solución para la reconstrucción de los traumas es la libre asociación de ideas. El paciente normalmente se resiste, se defiende y no llega a ese trauma. A este mecanismo lo llama Freud “represión” de los recuerdos inconscientes. La represión le llevó a Freud a pensar en una censura o barrera que separa nuestra parte consciente e inconsciente. Cuando lo reprimido lucha por salir y no encuentra un cauce adecuado (no se hable del ello), el sujeto empieza a padecer síntomas neuróticos (angustias, fobias, obsesiones) o bien somatizaciones (síntomas físicos de su malestar psíquico).

La estructura de la personalidad, según esta primera obra, diferencia tres instancias o niveles que son el tema central de su primera tópica: 1. La consciencia: aquella zona de la mente en la que nos percatamos de las cosas que provienen del mundo físico, de nuestro cuerpo y de nuestra mente. En definitiva, son aquellas cosas de las que nos damos cuenta con inmediatez. 2. El pre-consciente: se compone de recuerdos y aprendizajes de los que no somos conscientes, pero que pueden llegar a serlo con facilidad (no están reprimidos), es decir, que podemos rememorar por nuestra propia voluntad. 3. La censura: se sitúa entre el preconsciente y el inconsciente como una barrera que sólo se diluye en los sueños. En el sueño, la vigilancia de la censura se relaja, y los deseos reprimidos salen a la conciencia pero disfrazados bajo formas simbólicas que hay que interpretar (la censura se dividirá en la segunda tópica de su obra en los mecanismos de defensa y el ello). 4. El inconsciente: son los recuerdos reprimidos y las pulsiones innatas que luchan por encontrar satisfacción (deseos sexuales y agresividad), y de las cuales no nos podemos hacer cargo porque la sociedad no las admite. El inconsciente se rige por el principio de placer, mientras que el pre-consciente, lo mismo que la consciencia, se rige por el principio de realidad. El inconsciente es la zona más activa de la mente, donde se sitúa todo lo ancestral, la reserva de todo lo instintivo y lo reprimido. Conciencia Subconsciente

Preconsciente Censura Inconsciente

C. Los estudios sobre la Angustia y la 2ª Tópica. A partir del año 1920, Freud comienza a ocuparse de un nuevo problema psicológico: el problema de la “angustia”. En 1923 publica “El Yo y el Ello”, donde establece las bases de esta segunda etapa. Para Freud, la


angustia significa un miedo que no tiene un objeto definido. La angustia se produce no por el miedo del consciente ante los deseos reprimidos en el inconsciente, sino por el miedo ante la censura. Esta nueva perspectiva le llevará a incluir en el inconsciente las normas sociales interiorizadas (la represión social interiorizada). Freud, de esta manera, dividió la personalidad en tres instancias o estructuras: 1. El Yo, Ego. Se compone de los elementos conscientes, preconscientes (recuerdos recuperables) e inconscientes (mecanismos de defensa). Realiza una misión conciliadora entre el Ello y el Súper-Yo. Nuestra salud mental depende de su éxito. 2. El Ello. Del latín “illud”, es un término inspirado en la terminología de Nietzsche. Se compone de las pulsiones innatas reprimidas (sexualidad y agresividad), así como de todo aquello que hemos reprimido y olvidado, porque nos resultaba doloroso. 3. El Súper-yo. Se origina en el “Yo”, en el proceso de interiorización de las normas y valores morales. Por tanto, representa la moral y los valores que hemos ido interiorizando a partir de las prohibiciones familiares. Es la censura moral. Es una instancia inconsciente que vigila y amenaza al “Yo” (el causante de la culpabilidad). El “Yo”, ante el miedo (angustia) que siente hacia el “Súper-yo”, se defiende mediante los mecanismos de defensa (compensación, sublimación…etc.), que serían la parte inconsciente del Yo. Freud, concluye que el Yo consciente se angustia, no por el deseo reprimido o inconsciente, sino por la amenaza del Súper-yo (censura). Por lo tanto, el Yo no se puede identificar con la parte consciente del ser humano, sino que en el Yo hay elementos preconscientes y elementos inconscientes, que son los mecanismos de defensa. D. Consideraciones respecto a las dos Tópicas. La censura de la 1ª Tópica se subdivide, en la 2ª Tópica, en los Mecanismos de defensa y el Súper-yo. El Inconsciente de la 2ª Tópica es mucho más complejo que en la 1ª Tópica. En él aparecen tres niveles:   

El “Ello”: Pulsiones innatas y recuerdos reprimidos, es lo que Freud identificaba en la 1ª Tópica con todo el inconsciente. El “Súper-yo”: Las normas sociales interiorizadas. Los Mecanismos de defensa: La reacción del Yo ante la angustia que le causa el “Súper-yo”

Freud en la 1ª Tópica identificaba el Principio de Realidad con la conciencia y el preconsciente. En la 2º Tópica el principio de Realidad afecta también a los elementos inconscientes del “Yo”.

Consciente Yo Angustia

Culpa

Preconsciente Inconsciente: Mecanismos de defensa Súper-yo Ello

Inconsciente


E. Las pulsiones y los principios. Las pulsiones son las motivaciones inconscientes de nuestras acciones. Las pulsiones son el impulso dinámico de la personalidad humana. Al principio, Freud afirmaba que la más importante de las pulsiones era la “Libido”, la energía sexual. Esta última idea le llevo a ser tachado de pansexualista. Posteriormente, Freud aceptó que no había una única pulsión que motivara al ser humano, sino dos pulsiones igualmente importantes: Eros y Thanatos. El Eros es la energía amorosa y creativa que nos lleva a aferrarnos a la vida. El Thanatos, sin embargo, es la energía destructora y autodestructiva. Por otra parte, los Principios son las pulsiones básicas que guían cada una de las instancias de la personalidad. Existen tres principios que se corresponden con las tres instancias de la 2ª Tópica, estos Principios son:   

El Principio de Placer, que se corresponde con el “Ello”. El Principio de Realidad, que se corresponde con el “Yo”. La compulsión de repetición, que se corresponde con el “Súper-yo”.

El Principio de Placer. Este principio está guiado por el Ello como instancia impulsora. Este principio trata de conseguir una disminución de la tensión o energía pulsional acumulada. Freud, sobre todo, trata de reducir la motivación impulsora de la conducta humana a la libido o energía sexual. Sin embargo, más adelante, aparecen en su obra dos impulsos igualmente significativos, que son el Eros y el Thanatos. El Principio de Realidad. Este principio está vinculado a la instancia del Yo, aunque se genera en el Súper- yo como fundamento del orden social. El principio de realidad surge a partir de los 6 años, cuando se supera el complejo de Edipo. El principio de realidad no termina con el principio de placer, sino que nos enseña a aplazar y desplazar la búsqueda del placer. El Yo consciente se rige por estas reglas. La compulsión de repetición. Este principio se vincula con la instancia del Súper - Yo. Es el principio que permite la conservación de todos los impulsos, y es la base de la pulsión de muerte (Thanatos). Se manifiesta en los casos de obsesiones repetitivas, que tienen en algunas ocasiones connotaciones mágicas en el individuo.

F. La Tipología derivada de los Principios. Estos tres principios se corresponden, como hemos visto, con las instancias de la personalidad, pero también con una tipología de la personalidad. La exagerada energía pulsional de alguno de los principios se corresponde con la hipertrofia o exagerado de desarrollo de alguna de las instancias (Yo, Ello, Súper-yo). Esta hipertrofia provoca determinados rasgos neuróticos en la conducta propios de cada uno de los tipos de la personalidad. La correspondencia es la siguiente: Instancias

Principios

Tipos de hipertrofia

Yo

Principio de realidad

Paranoide

Súper-yo

Compulsión de repetición

Maniaco Obsesivo

Ello

Principio de placer

Esquizoide


La personalidad Paranoide: Surge por la hipertrofia del Yo y del Principio de realidad. La personalidad paranoica se va a caracterizar: - Desde un punto de vista positivo, por una gran capacidad lógico-deductiva y por su comprensión de las reglas y de las expectativas sociales. - Negativamente, esta personalidad se caracteriza por ser individuos orgullosos, con sentimiento de superioridad, rigidez psicológica (intolerancia, obstinación, racionalidad fría, desprecio del otro), desconfiados (temor exagerado a la agresividad ajena, victimismo, suspicacia -ver malas intenciones- , celos) juicios equivocados (interpretar acontecimientos neutros como si fueran adversos. El maniaco-obsesivo: surge por la hipertrofia del Súper-yo. La personalidad maniaco obsesiva responde a las siguientes características: exagerada responsabilidad en el trabajo (perfeccionismo, adicción al trabajo), exagerados escrúpulos (limpieza, orden, miedo a contaminarse), reiteraciones con connotaciones mágicas (repetir gestos, muletillas, enumeraciones), exagerada irritabilidad ante las distracciones (ruidos, acontecimientos con los que no se contaban y que rompen con la rutina). El esquizoide: surge por la hipertrofia del Ello. La personalidad esquizoide responde a las siguientes características: son muy creativos (no han asumido las reglas del principio de realidad), son desordenados, hipercríticos, independientes e intentan pasar desapercibidos. G. Fases del desarrollo de la personalidad. El desarrollo lineal de la personalidad de los individuos atraviesa siempre las mismas fases identificadas con los órganos en los que se focaliza la energía pulsional y la libido del individuo. Aunque este desarrollo puede detenerse por causa de un trauma produciéndose bien una fijación o bien una regresión o retroceso en el proceso evolutivo. La fijación en una de las etapas conduce también a una tipología de la personalidad el esquema es el siguiente:

Edades

Fases

Fuentes de placer en cada fase.

1 a 18 meses

Oral

Boca. (Chupar, comer)

18 meses a 3 ½ años.

Anal

Ano. (Retención y expulsión de heces)

3 a 6 años

Fálica. Edipo.

Órganos genitales

Amor propio, gregarismo.

6 a 12 años

Latencia

La acción

Aprendizaje social

Pubertad

Genital

Conducta heterosexual.

Mezcla de todos los rasgos en armonía

Rasgos por fijación Inestabilidad, agresividad, envidia. Retentivo anal: avaros, obstinados, ordenados. Expulsivo Anal: Cruel, destructivo.

1º. Fase oral: la boca es la primera zona de placer. El contacto con la piel materna al mamar y la succión son actos placenteros para el desarrollo del bebé. La evolución psicosexual depende en buena medida de las sensaciones y vivencias placenteras y de seguridad que experimentamos durante esta fase. 2º. Fase anal: en el segundo año de vida suele comenzar la educación en el control de los esfínteres (ano y vejiga). Esta educación desplaza el interés infantil hacia la zona anal. Tanto el mecanismo de retención como de expulsión de la heces tienen un marcado significado psicológico. Si los padres son muy estrictos en sus


métodos pueden surgir dos reacciones en el infante: Retener las heces (estreñimiento) y desarrollar y carácter obstinado. Rebelarse (expulsar las heces en un momento inoportuno) y desarrollar rasgos de carácter destructivo. 3º. Fase fálica: el interés se desplaza hacia los genitales. Se establece la diferenciación psicosexual masculina y femenina y la identificación con el padre o la madre. Durante esta fase aparece el “Complejo de Edipo”. Es considerado por Freud el momento crucial del desarrollo de la sexualidad infantil. La mitología griega, en principio, y luego Sófocles narran que Edipo, sin saberlo, mató a su padre y tomó por esposa a su madre, cumpliendo trágicamente el destino anunciado por el oráculo antes de que él naciera. Freud vio en el mito un símbolo de lo que acaece en el desarrollo prehistórico de la humanidad y de lo que sucede, universalmente según él, en la fase evolutiva llamada fálica, hacia los 4-6 años de edad, en la que el niño experimenta sentimientos ambivalentes respecto del padre. En efecto, el “Complejo de Edipo” consiste en la atracción hacia el progenitor del sexo opuesto, a quién se quiere poseer, y el rechazo hacia el del mismo sexo. La resolución de esta situación edípica se produce cuando el hijo se da cuenta de su incapacidad para competir o suprimir a su rival. En ese momento se comienza un periodo de identificación con él. El complejo de Edipo para el psicoanálisis es de enorme importancia porque estructura la personalidad y el deseo humano, y sirve para aceptar las normas sociales por parte del individuo (superar el complejo de Edipo supone asumir el principio de realidad controlando el principio de placer). 4º. Periodo de Latencia: hacia los 6 o 7 años el infante comienza una etapa en la que los impulsos se mantienen en un estado de quietud. 5º. Fase genital: a partir de la pubertad se inicia la última fase del desarrollo psicosexual. Se produce la organización y madurez sexual y se reafirma la identidad sexual del hombre o la mujer. H. Los mecanismos de defensa. Para Freud, los principales mecanismos de defensa de la personalidad son: - Represión. Este es el mecanismo de defensa más importante. Consist e en poner una "barrera" a los sentimientos inconfesables. Este mecanismo inconsciente ha sido uno de los más populares del psicoanálisis, quizás porque es uno de los más extendidos. El Súper-yo actúa anulando al Ello. De este modo, el Yo puede llegar a padecer problemas neuróticos. Por ejemplo, tú puedes odiar a tu padre y no reconocerlo conscientemente, resultaría demasiado doloroso reconocerlo. - Racionalización o Justificación. El Yo intenta explicar el Súper-yo con argumentos racionales. Es una especie de excusa del Súper-yo para no hacer caso a las fueras pulsionales: "si en el fondo es lo que quería"; "me ha venido bien el suspender esta asignatura " o bien, como la zorra ante las uvas inalcanzables: "no las quiero; no están maduras". Es un mecanismo que se suele utilizar, sobre todo, en la juventud y en la época adulta. La vida social y las relaciones humanas nos muestran numerosos eje mplos de este tipo de mecanismo: • Cuando un padre, porque está nervioso, riñe a su hijo y argumenta que lo hace porque el hijo se porta mal. • Cuando uno suspende un examen porque no va preparado y argumenta q u e las preguntas eran muy rebuscadas. - Negación de la realidad. Consiste en negar un hecho real como consecuencia de la incapacidad del “yo” para poderlo asumir. Los refranes nos hablan de este mecanismo: " No hay peor ciego que el que no quiere ver". Sin llegar a estos límites, pero en el fondo, hacemos como los niños pequeños cuando hacen algo mal y dan la famosa respuesta: "yo no he sido".


- Fantasía. Es otra forma de negar la realidad, realizando en la imaginación lo que uno no puede hacer en la realidad. Es típico de la infancia y la adolescencia (es bueno). El tímido, por ejemplo, se imagina a si mismo plantando cara; el cobarde se convierte en héroe... Una buena muestra de esta tendencia son las "mentiras" que acostumbramos a decir cuando explicamos una cosa que ha pasado. Hay quien afirma que un 40% de nuestras afirmaciones son mentira. - Proyección. Reflejar en el otro los sentimientos propios, los cuales por su naturaleza son insoportables para el Yo. Cuando un niño quiere pegar a otro y no se atreve, dirá: "Mamá, este niño me quiere pegar". La proyección se da, con frecuencia, en situaciones sociales afectivas, por ejemplo, en los celos. Tener celos, además de ser una muestra de posible inseguridad, es casi siempre un producto de la proyección. Pensamos que nuestra pareja nos puede ser infiel, porque en el fondo, nosotros lo hemos sido, o deseamos serlo. - Regresión. Regresión significa retroceso; volver al origen. Psicológicamente, significa volver a una etapa anterior de la vida, en la cual el Yo estaba más protegido. Es un fenómeno típico de la infancia: un niño, cuando le nace un hermano, tiende a comportarse como si fuese más pequeño para recabar más cariño. Morderse las uñas, chuparse el dedo. - Sublimación. Sublimar significa transformar una cosa. Aquí se trata de transformar lo instintivo (el Ello), en algo diferente que pueda ser aceptado por el Súper- yo. Nos enamoramos de un chico/a de nuestra clase, y no hacemos nada para conseguirla, a cambio, nos dedicamos a escribir poesías; esto sería un caso de amor sublimado. Según Freud, en el origen de muchas obras de arte podríamos encontrar procesos de sublimación. - Compensación. Se intenta compensar el fracaso de una actividad con el triunfo de otra . Sería el caso del mal estudiante que intenta triunfar en el deporte o en la relación con los demás; y a la inversa, el que fracasa en la relación con los otros e intenta compensarla estudiando. - Reacción. Cuando algunos aspectos de la persona entran en conflicto con el Súper-yo, y son rechazados por ser considerados inadmisibles, puede producirse una "reacción" que consiste en el desarrollo de una conducta externa contraria al impulso o sentimiento rechazado: un tímido que se muestre muy “lanzado”; una persona agresiva que se muestre pacífica; el caso de los niños que están celosos de sus hermanos más pequeños y se muestran muy amables con ellos. Las personas que dicen, por ejemplo: "yo no me enamoraré nunca", en realidad están desarrollando una formación reactiva para evitar que se reproduzcan situaciones, que les han afectado con anterioridad de una forma negativa. - Desplazamiento. Es uno de los mecanismos de defensa más utilizados, y como su nombre indica, consiste en trasladar una cosa de un lugar a otro. En este caso, se traslada un sentimiento de afecto, desde su lugar original a un sustituto capaz de recibirlo. Las personas que viven solas, por ejemplo, tienden a desplazar sus necesidades afectivas a un animal. Cuando nos enfadamos y rompemos expresamente algo, estamos desplazando la agresividad. El padre que pega a los niños porque se ha enfadado con la mujer, está desplazando también su agresividad, etc. - Conclusión. Como vemos, los mecanismos de defensa representan la necesidad que tiene el hombre de decirse


mentiras, para conservar su equilibrio psicológico. Si tuviésemos que resumir en una sola idea lo que es el psicoanálisis, quizás la mejor manera sería afirmar la importancia que tiene la sinceridad y la exteriorización de las emociones, precisamente, para conseguir esta armonía. 2.1.2. Principales seguidores de Freud. 2.1.2.1. Carl Gustav Jung Fruto de sus primeras investigaciones es el descubrimiento de los Tipos Psicológicos. Para Jung, en el hombre hay dos actitudes básicas: la introversión y la extraversión, que determinan, con predominio de una sobre otra, la actitud vital de los individuos. La obra “Tipos psicológicos” (1920) es la primera gran aportación de Jung a la psicología. Según ella, todo individuo es función de su propio temperamento, en el que predomina uno de estos rasgos sobre el otro: El extrovertido (motivado por factores externos) es vital y volcado hacia el exterior. El introvertido (motivado por factores internos) vive para su interior y se muestra concentrado. Frente al inconsciente individual de Freud, Jung va a postular la existencia de un inconsciente colectivo común a toda la humanidad. Podríamos llamarle sencillamente nuestra "herencia psíquica". Es el reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y compartimos. Aún así, nunca somos plenamente conscientes de ello. A partir de él, se establece una influencia sobre todas nuestras experiencias y comportamientos, especialmente los emocionales; pero solo le conocemos indirectamente, viendo estas influencias. Los antropólogos de la Escuela de Éranos (M. Elyade, K. Kereniy, G. Durand) continuaron las teorías antropológicas de Jung. Este inconsciente colectivo del que hablan estos autores se aprecia en que los símbolos de los sueños son comunes en las diferentes culturas y en las distintas épocas. También algunos de los mitos de las religiones se repiten en las diferentes culturas. La explicación para estos fenómenos, según estos autores, es que en lo más profundo de la mente humana se producen imágenes comunes a todas las culturas y épocas. A estas imágenes las denominan “Arquetipos”. A. Arquetipos Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados arquetipos. Sería una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de una determinada manera. Algunos arquetipos: El arquetipo materno: Todos nuestros ancestros tuvieron madres. Hemos evolucionados en un ambiente que ha incluido una madre o un sustituto de ella. Nunca hubiéramos sobrevivido sin la conexión con una persona cuidadora en nuestros tiempos de infantes indefensos. Está claro que somos "construidos" de forma que refleja nuestro ambiente evolutivo: venimos a este mundo listos para desear una madre, la buscamos, la reconocemos y lidiamos con ella. Así, el arquetipo de madre es una habilidad propia constituida evolutivamente y dirigida a reconocer una cierta relación, la de la "maternalidad". Jung establece esto como algo abstracto, y todos nosotros proyectamos el arquetipo a la generalidad del mundo y a personas particulares, usualmente nuestras propias madres. Incluso cuando un arquetipo no encuentra una persona real disponible, tendemos a personificarlo; esto es, lo convertimos en un personaje mitológico "de cuentos de hadas", por ejemplo. Este personaje simboliza el arquetipo. La sombra: Por supuesto que en la teoría junguiana también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte de un arquetipo llamado la sombra. Deriva de un pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como sujetos. Sería el "lado oscuro" del Yo (del sí mismo) y nuestra parte negativa o diabólica también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Pero él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que hace. Es "inocente". Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo


relacionado con un "basurero" de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir. La persona: La persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente, está relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que significa máscara. Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más distantes del inconsciente colectivo. En su mejor presentación, constituye la "buena impresión" que todos queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser. Anima y animus: Una parte de la persona es el papel masculino o femenino que debemos interpretar. Para la mayoría de los teóricos, este papel está determinado por el género físico. Pero, al igual que Freud, Adler y otros, Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Cundo empezamos nuestra vida como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente, bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos y hembras. De la misma manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan esas botitas azules o rosas), nos desarrollamos bajo la influencia social, la cual gradualmente nos convierte en hombres y mujeres. En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial. El anima es el aspecto femenino presente en el inconsciente colectivo de los hombres y el animus es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. Padre: El padre con frecuencia está simbolizado por una guía o una figura de autoridad. Familia: La familia representa la idea de la hermandad de sangre, así como unos lazos más profundos que aquellos basados en razones conscientes. Niño: Representa el futuro, la evolución, el renacimiento y la salvación. Héroe: Representa al Yo (tendemos a identificarnos con los héroes de las historias) y casi siempre está envuelto en batallas contra la sombra, en forma de dragones y otros monstruos. Doncella: Al héroe usualmente se le encarga la tarea de rescatar a la doncella, la cual representa la pureza, inocencia y en todas por igual, la candidez. Viejo hombre sabio: El héroe es guiado por un viejo hombre sabio, una forma de animus que le revela al primero la naturaleza del inconsciente colectivo. Hermafrodita: Tanto hombre como mujer, es una de las ideas más importantes de la teoría junguiana y representa la unión de los opuestos. Self ("sí mismo"): El self es la unidad última de la personalidad y está simbolizado por el círculo, la cruz y las figuras mandalas que Jung halló en las pinturas. B. Las dinámicas del psiquismo Bueno, ya está bien de contenidos mentales. Vamos ahora a ocuparnos de los principios de sus operaciones. Jung nos brinda tres principios.


El primero de ellos es el principio de los opuestos. Cada deseo inmediatamente sugiere su opuesto. Por ejemplo, si tengo un pensamiento positivo, no puedo dejar de tener el opuesto en algún lugar de mi mente. De hecho, es un concepto bastante básico: para saber lo que es bueno debo conocer lo malo, de la misma forma que no podemos saber lo que es negro sin conocer lo blanco; o lo que es alto sin lo bajo. [Ejemplo: Una persona intenta curar a un pajarito, pero cuando lo alza en su mano, le deslumbra un halo de luz del sol y en ese momento pasa por su mente la idea de que podía haberlo aplastado. Imagínense, no lee gustaba nada la idea, pero le vino innegablemente]. De acuerdo con Jung, es la oposición la que crea el poder (o libido) del psiquismo. Es como los dos polos de una batería, o la escisión de un átomo. Es el contraste el que aporta la energía, por lo que un contraste poderoso dará lugar a una energía fuerte y un contraste débil provocará una energía pobre. El segundo principio es el principio de equivalencia, donde la energía resultante de la oposición se distribuye equitativamente en ambos lados. Cuando un deseo de sombra (idea de aplastar al pájaro herido que tienes en las manos) queda insatisfecho, si mantenemos ese deseo de forma consciente; es decir, que somos capaces de reconocerlo, entonces provocamos un aumento de calidad en el funcionamiento psíquico; esto es, crecemos. Si por el contrario, pretendemos negar que este pensamiento estuvo ahí, si lo suprimimos, la energía se dirigirá hacia el desarrollo de un complejo. El complejo es un patrón de pensamientos y sentimientos suprimidos que se agrupan (que establecen una constelación) alrededor de un tema en concreto proveniente de un arquetipo. Si negamos haber tenido un pensamiento relacionado con aplastar el pájaro, podríamos poner esa idea en una de las formas ofrecidas por la sombra (nuestro "lado oscuro"). O si un hombre niega su lado emocional, su emocionalidad puede encontrar su forma de expresión dentro del arquetipo de anima. Aquí es donde empiezan los problemas. Si pretendemos que en toda nuestra vida somos absolutamente buenos; que ni siquiera tenemos la capacidad de mentir y engañar; de robar y matar, entonces cada vez que seamos buenos, nuestra otra parte se consolidará en un complejo alrededor de la sombra. Ese complejo empezará a tomar vida propia y te atormentará da alguna manera. Puedes verte sufriendo de pesadillas donde ¡aplastas a pequeños pájaros! Si el complejo dura mucho tiempo, puede llegar a "poseerte" y puedes terminar con una personalidad múltiple. En la película "The Three Faces of Eve" (Las Tres Caras de Eva), Joanne Woodward daba vida a una mujer dulce y retraída que eventualmente iba descubriendo que salía a la calle los sábados en la noche, asumiendo una identidad contraria. No fumaba, y sin embargo encontraba paquetes de cigarrillos en su bolso; no bebía, más se levantaba con resaca y no flirteaba con hombres, aunque encontraba ropas en su habitación de lo más sexy. Es importante decir aquí, que a pesar de que el trastorno de personalidad múltiple es raro, cuando aparece no tiende a presentarse de una manera tan extrema, tipo blanco y negro. El último principio es el principio de entropía, el cual establece la tendencia de los opuestos a atraerse entre sí, con el fin de disminuir la cantidad de energía vital a lo largo de la vida. Jung extrajo la idea de la física, donde la entropía se refiere a la tendencia de todos los sistemas físicos de solaparse; esto es, que toda la energía se distribuya eventualmente. Cuando somos jóvenes, los opuestos tienden a ser muy extremos, malgastando una gran cantidad de energía. Por ejemplo, los adolescentes tienden a exagerar las diferencias entre sexos, siendo los chicos más machos y las chicas más femeninas, por lo que su actividad sexual está investida de grandes cantidades de energía. Además, estos oscilan de un extremo a otro, siendo locos y salvajes en un momento y encontrando la religión en otro. A medida que nos vamos haciendo mayores, la mayoría de nosotros empieza a sentirse cómodos con nuestras facetas. Somos un poco menos idealistas e ingenuos y reconocemos que somos una combinación de bueno y malo. Nos vemos menos amenazados por nuestros opuestos sexuales y nos volvemos más andróginos. Incluso, en la edad de la vejez, las mujeres y los hombres tienden a parecerse más. Este proceso de sobreponernos por encima de nuestros opuestos; el ver ambos lados de lo que somos, es llamado trascendencia. El self La meta de la vida es lograr un self. El self es un arquetipo que representa la trascendencia de todos los opuestos, de manera que cada aspecto de nuestra personalidad se expresa de forma equitativa. Por tanto, no somos ni masculinos ni femeninos; somos ambos; lo mismo para el Yo y la sombra, para el bien y el mal, para lo


consciente y lo inconsciente, y también lo individual y lo colectivo (la creación en su totalidad). Y por supuesto, si no hay opuestos, no hay energía y dejamos de funcionar. Evidentemente, ya no necesitaríamos actuar. Sería recomendable que nos situáramos en una postura más centralista y equilibrada de nuestra psique. Cuando somos jóvenes, nos inclinamos más hacia el Yo, así como en las trivialidades de la persona. Cuando envejecemos (asumiendo que lo hemos hecho apropiadamente), nos dirigimos hacia consideraciones más profundas sobre el self y nos acercamos más a las gentes, hacia la vida y hacia el mismo universo. La persona que se ha realizado (que ha desarrollado su sí mismo- su self) es de hecho menos egocéntrica. Sincronicidad A través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los procesos psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El mecanicismo es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es la idea que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás. El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales; la teleología está relacionada con el libre albedrío y se considera en la actualidad una postura un tanto rara. Es todavía común en filósofos moralistas, legalistas y religiosos y, por supuesto también, en algunos teóricos de la personalidad. Jung cree que ambos, mecancistas y teologicistas, juegan algún papel, pero añade una última alternativa ideológica llamada sincronicidad. La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, sin embargo tienen una relación significativa. Una vez, un paciente describía un sueño con un escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del despacho pasó volando un escarabajo muy similar al que describía en su sueño. Muchas veces, las personas soñamos con, digamos, la muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos encontramos con la muerte real de esa persona y que murió más o menos a la hora en que lo soñamos. Algunas veces, cogemos el teléfono para llamar a un amigo y nos encontramos con él en la línea al levantar el auricular. La mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones coincidencias o intentan demostrarnos lo frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del inconsciente colectivo. Desde este punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas. Cuando soñamos o meditamos, nos metemos dentro de nuestro inconsciente personal, acercándonos cada vez más a nuestra esencia: el inconsciente colectivo. Es precisamente en estos estados cuando somos más permeables a las "comunicaciones" de otros Yo. La sincronicidad hace de la teoría de Jung una de las pocas que no solo es compatible con los fenómenos parapsicológicos, sino que incluso intenta explicarlos. 2.1.2.2. Alfred Adler. Adler es el primer psicoanalista que atiende a las variables sociales presentes en el inconsciente. Adler, en lugar de insistir en la Libido como clave de acceso al inconsciente, propone que son los factores sociales los que nos ocasionan traumas que reprimimos y contra los que utilizamos los mecanismos de defensa. Adler se centra, sobre todo, en el sentimiento de inferioridad en el niño, que puede convertirse, por tendencias compensatorias en una supracompensación o complejo de superioridad. Si no se reacciona de esta manera, entonces el complejo de inferioridad conduce a la frustración y a la agresividad. 2.2. Las Teorías del Rasgo y del Tipo. Según estas teorías, todos los individuos pueden ser clasificados por sus rasgos de comportamiento o tendencias en un tipo o clase de individuos. Los individuos que pertenecen a un mismo tipo, tienen rasgos comunes y modelos de comportamiento semejantes. . 2.2.1. Eysenck y Galeno. Eysenck sigue las Teorías de Galeno, un pensador y médico del s. III., el cual distinguió cuatro tipos de personalidad o temperamento: Sanguíneos: Los rasgos que caracterizan este tipo son la extroversión, la sociabilidad y la energía.


Flemático: Los flemáticos son introvertidos, ecuánimes, serenos y tranquilos. Coléricos: Los coléricos son excitables, agresivos e impulsivos. Melancólicos: son serios, rígidos e insociables. Eysenck siguiendo a Galeno y bajo la influencia de C. G. Jung, describió cuatro tipos de la personalidad, de los cuales dos tienen un carácter patológico, mientras que los otros dos son tipos de la personalidad serios: Los tipos de la personalidad patológicos o enfermos son: Los ansioso-obsesivos (los melancólicos de Galeno). Los histérico-psicópatas (los coléricos de Galeno). Los tipos sanos de la personalidad: Son los introvertidos (los flemáticos de Galeno). Los extrovertidos (los sanguíneos de Galeno). Galeno Sanguíneos Flemáticos Coléricos Melancólicos

Eysenck Extrovertidos. Introvertidos. Histérico-Psicópatas. Ansioso-obsesivos.

Características Estables o sanos Estables o patológicos

Los tipos patológicos o inestables se forman por la hipertrofia o desarrollo exagerado de las características de los tipos estables. Por ejemplo, los histérico- psicópatas serían la exageración de los rasgos de los extrovertidos, y los ansioso- obsesivos son la exageración de los rasgos intravertidos. Estables

Patológicos

Extrovertidos (Sanguíneos)

Histérico-psicópatas. (Coléricos)

Introvertidos. (Flemáticos)

Ansioso-obsesivos. (Melancólicos)

2.2.2. La Tipología de Sheldon. Esta tipología se basa en las características físicas o biotipo que supuestamente afecta al comportamiento psíquico de los individuos. Es decir, el tipo morfológico condiciona nuestra manera de actuar y de pensar características. Sheldon diferencia tres tipos morfológicos: 1º. Los Endomorfos o Viscerotónicos. (Los Sancho Panza) Con predominio digestivo. Su aspecto físico se caracteriza por una estatura no muy alta y aspecto obeso. Se caracterizan por su actitud amable y bonachona; son tolerantes y sociables. Necesitan de la aprobación del medio social. 2º. Los Mesomorfos o Somatotónicos. (El Hércules) Con predominio muscular. Sus características físicas son del tipo atlético, es decir, son altos, y fornidos. Principalmente son aventureros, agresivos, claros, activos, ruidosos y dispersos. 3º. Tipo Ectomórfico o Cerebrotónicos: (Los Quijote) Con predominio cerebral. Físicamente se caracterizan por su elevada estatura, y su aspecto no muy fuerte. Además, son excesivamente nerviosos, recelosos, inhibidos socialmente, minuciosos y de fácil concentración. Socialmente se caracterizan por el gusto por la soledad, y las actividades que se realizan en soledad (arte, estudio).


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