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“MIRANDO BAJO EL AGUA...”

Es un proyecto del CAC, (Colectivo de acuarelistas Córdoba), grupo de artistas que, paralelo al desarrollo de sus propuestas per sonales, realiza investigaciónes técnicas, explorando múltiples e innovadoras posibili dades de la acuarela, llevando al medio más allá de sus límites tradicionales. El colectivo ha expuesto desde el año 2011 en importantes espacios del ámbito nacional, como el Centro de Arte del Conocimiento en Posadas, Misiones (2011), sala de exposi ciones del Paseo del Buen Pastor, ciudad de Córdoba (2014), Centro de Arte Contemporá neo Chateau Carreras, Cordoba (2016), Galería Francisco Vidal en Buenos Aires (2018), entre otras.

M S All De Lo Evidente

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Coloquialmente “mirando bajo el agua” significa ver más allá de lo evidente. Percibir dos planos distintos a la vez, y unirlos para conformar una realidad más amplia y completa. Estas acuarelas nos recuerdan que la realidad no es unifocal.

fundamental de su proceso. Desde ese lugar, la obra de Dolores Aparicio se localiza a partir de pequeños relatos, un espacio vulnerable en el que el sujeto no encuentra sustento, la artista expone una escenografía del vacío. Norma Bongiovani presenta también la volatilidad de raleza y espacio conceptual parecen formalizar mediante la abstracción, una dimensión fragmentada; donde el color de lo terrestre es dominado por un diseño escondido. Algunos planos auguran estabilidad, pero también sus fisuras. Bajo estas características, la obra de Daniela

Scalisi evidencia la permanente tensión que determina un espacio de dominio: un hábitat, una trama o un rizoma que se expande. Civilización, en el gesto gráfico que dirige. Terrible y bella, surge una imagen para mediar dicho conflicto.

Más allá de ciertos aspectos tradicionales de la acuarela y de ciertas intenciones representativas y/o expresivas, descubrimos cierta condición del arte que pasa fundamentalmente por su estado conceptual, por los modos en que se propone como lenguaje. La obra geométrica de Carmela Gastaldi mantiene las condiciones del formalismo. En su carácter mínimo, toma distancia del receptor en cuanto a cierta frialdad y racionalidad con la que propone su espacio ideal. El espacio plástico es retomado por Maricel Bonansea tensionando su propia sintaxis, una gran dinámica activa nuestra percepción a partir de ciertos opuestos: lo resbaladizo y lo limpio, lo acotado y lo informe, lo distante y lo cercano. Sin embargo, una luz íntegra parece controlar el todo. El artefacto, el objeto artificial y sus implicancias, entran desde lo tridimensional a cuestionar, por un lado, el carácter propio de la acuarela y por el otro, el tipo de realidad que debemos percibir. La obra de Vanesa Bula se arriesga desde ese lugar; propone un tipo de conexiones y elementos ambiguos, habitables o no, cosas que parecen colonizar un lugar no identificado, un lugar seductoramente bello, pero cuestionable en la determinación conceptual del espacio. Atendiendo a la mirada sobre el espacio/tiempo, la obra de Carolina Krumm se percibe desde la cualidad de objeto. El plano pictórico, vital y profundo es plegado, modificado, el cual no solo cambia su propia morfología, sino que deja ver su revés: el lado artificioso, superficial e indiscutible. ¿Qué es lo verdadero y que es lo aparente?

Cabe destacar la participación de José Utrera como artista invitado. Bajo su innegable oficio, su pintura retoma la “distancia” entre lo que el ojo percibe y lo que podemos discernir; de allí la tensión permanente que como propuesta logra escenificar el extrañamiento. Su trabajo nos desconcierta y nos tranquiliza, en la medida que podamos entenderlo como una ficción.

A la “belleza” tan propia de la acuarela, no se la encuentra en un contexto inmediato, sino que acontece como un reconocimiento, allí el propósito del proyecto.

Dante Montich

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