Cuentos Cortos Vol. 1
Contenido El malentendido Caperucita roja (Versión de José) El regreso a la vida Anuncio El arca de Noé El crimen perfecto La cuerda y el tesoro La fiebre del oro Caperucita roja (versión marxista) Una pequeña fábula El fin de pinocho El dinosaurio El mutilado El lobo que quería ser una oveja
Julio de 2012 Autores Albert Camus. José G. Angel R. René Avilés Fabila. David Sánchez Juliao. Luis Vidales. Carlos Mesa Rodríguez. Jairo Anibal Niño. Brummel. Franz Kafka. Rafarrojas Augusto Monterroso. Pablo Urbany. Marcelo Báez. Mario Ramos.
EL MALENTENDIDO Un hombre había partido de un pueblo checo para hacer fortuna. Al cabo de 25 años regresó rico, con su mujer y su hijo. La madre y una hermana dirigían un hotel en el pueblo natal. Para sorprenderlas, había dejado a la mujer y al hijo en otro establecimiento y había ido a la casa de su madre que no lo reconoció cuando entro. Por broma se le ocurrió tomar una habitación, mostró el dinero. Durante la noche, la madre y la hermana lo asesinaron a martillazos para robarle y arrojaron el cuerpo al río9. Por la mañana vino la mujer y sin saberlo reveló la identidad del viajero. La madre se ahorcó, la hermana se arrojó a un pozo.
Por: Albert Camus.
CAPERUCITA ROJA Indigesto de comer caperucitas rojas, el Lobo se meti贸 en otro cuento y desde entonces se hace pasar por la bella durmiente. No ha dejado de ser lobo...
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Por: Jos茅 G. Angel R
EL REGRESO A LA VIDA Cuento japonés.
En una habitación pequeña y oscura, una muchaca contemplaba el cadáver de su hermana. -¡ Haz, Buda, que la vidavuelva a esta estancia! -exclamó la joven. Buda, al oír la ferviente oración, se queda un instante pensativo: - Verdaderamente la muerte es necesaria para la vida y si hago una excepción a la regla de no renovar mis designios no se a que complicaciones me expongo. Pero por una vez... Y por una vez Buda permitió que la vida regresase a la habitación.
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Instantes después, efectivamente, veíase palpitar el pecho de la muerta. Sus mejillas se pusieron rosadas, era la vida que volvía. Las moscas, secas en la pared movieron las alas y empezaron a volar, era la vida que volvía. Un canario embalsamado hizo sentir su trino, era la vida que volvía; y una piel de tigre que estaba tendida al pie de la cama, abrió las fauces, lanzó un rugido horrendo y devoró a la muerta revivida, a la hermana y al canario, era la vida que regresaba a aquella habitación.
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EL ANUNCIO Oriundo de Hamelín, soy flautista y alquilo mis servicios: puedo sacar las ratas de una ciudad o, si se prefiere, a los niños de un país sobrepoblado.
Por: René Avilés Fabila
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EL ARCA DE NOÉ Ante la inminencia del diluvio universal, Noé y su familia condujeron al arca unapareja de animalesde cada especie. Pero los animales protestaron unidos antes de subir a la embarcación: “O nos suben a todos los animales de todas las especies, o todos de común acuerdo nos quedamos y nos ahogamos”. Noé desesperado alzó los brazos al cielo, posó las rodillas en tierra, miró hacia Dios y exclamo: -¡Señor: estos hijueputas animales resultaron comunistas! Por: David Sánchez Juliao
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EL CRIMEN PERFECTO Una noche soñe que había matado a una mujer. Paso los detalles. Cuando desperté leí en el periódico el relato del crimen tal y como yo lo había perpetrado. Me presenté a la policía. Se rieron de mi, dicen que encontraron al criminal. ¡Què va! entonces ¿por qué me sigue remordiendo la conciencia?
Por: Luis Vidales
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LA CUERDA Y EL TESORO Un hombre se iba a ahorcar, pero encontró un tesoro, dejó la cuerda, tomó el tesoro y se fue. Despúes vino el dueño del tesoro, tomó la cuerda y se ahorco.
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LA FIEBRE DEL ORO Mister Bob Ford, de repente, cayó con el cráneo destrozado, porque la gallina de los huevos de oro que estaba descuartizando en el fragor de su codicia, lo que tenía en sus entrañas eran huevos de pólvora. Por: Jairo Anibal Niño
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EL MUTILADO Lo criticaban porque hablaba y para evitarlo se cortó la lengua. Entonces lo croticaron porque veía y se sacó los ojos. Lo criticarón entonces porque caminaba y se amputó las piernas. Le quedaban las manos y lo criticaron porque tocaba y tambi´`en se las amputó. Lo criticaron entonces porque estorbaba.
Por: Carlos Mesa Rodríguez
CAPERUCITA ROJA (versión marxista) Había una vez una linda niña muy buena llamada la Caperucita Roja, porque todas las niñas buenas y lindas son rojas. La mamá la envió con unos pasteles para la abuela y al cruzar el bosque se encontró con un lobo capitalista. Ella le dijo que iba para donde la abuela y el lobo fue y se comió a la viejecita, cuando llegó Caperucita 14
Roja se la tomó de postre. Pero llegarón entonces los campesinos que venían de los Koljoces y que tenían conciencia de clases y aunque el lobo los quiso sobornar con “azucar” como la Lockheed, ellos lo mataron y luego le abrieron la barriga. La abuela y la Caperucita Roja se incorporaron y todos se pusieron a bailar y a gritar muy contentos: “¡Yanquis no! ¡Gringos Sí! ¡Yanquis no! ¡Gringos Sí!” Y colorín corín tellado, este cuento ha terminado. Por: Brummel.
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EL FIN DE PINOCHO - Papá, yo te quiero - Yo también a tí, pero hace frío. Y sin más, levantó el hacha. Por: Rafarrojas
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UNA PEQUEÑA FÁBULA ¡Ay! -dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar. -Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió. Por: Franz Kafka
EL DINOSAURIO Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Por: Augusto Monterroso
Cuando despertó, suspiró aliviado: el dinosaurio ya no estaba allí. Por: Pablo Urbany
Y cuando el dinosaurio despertó, el hombre ya no seguía allí.
Por: Marcelo Báez
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EL LOBO QUE QUERÍA SER UNA OVEJA Pequeño Lobo quiere salir del bosque y volar, como las ovejas. Pero para volar hacen falta alas y los lobos no tienen. No obstante, Pequeño Lobo ha observado bien a las ovejas: ellas tampoco tienen alas, sin embargo, a veces vuelan.
Por: Mario Ramos
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