Cuentos cortos de amor y desamor Vol. 2

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Cuentos Cortos de Amor y ...Desamor Vol. 2


Contenido Cláusula III Caperucita y El Lobo Instantánea de amor El Regalo Tostadas El Recado “Te Quiero a las Diez de la Mañana...” La bella durmiente del bosque y el príncipe Verdadero Amor Toque de queda El globo Para mirarte mejor


CLÁUSULA III Soy un Adán que sueña con el paraíso, pero siempre me despierto con las costillas intactas.

Por: Juan José Arreola


CAPERUCITA Y EL LOBO El lobo entre los vapores de la borrachera mostró la larga cicatriz de su vientre y con voz aguardientosa dijo: Mi pena me ha lanzado a la pernicia y el vino. Mi desgracia es inmensa. ¿Pero quién iba a maliciar de la abuela? ¿Quién iba a pensar que en el sorbete de curuba hubiera echado un menjunje que me quitó las fuerzas? Impotente, sin poderme mover, vi cuando el cazador me abrió el vientre y sacó a Caperucita Roja a viva fuerza porque ella no quería


salir, no quería abandonarme y se agarraba con sus manos de alabastro a mis entrañas y sin poder ayudarla vi cuando se la llevaron a los empellones mientras ella lloraba de tristeza. Después me enteré que la habían mandado muy lejos, a otra historia. Por eso, el nido que ella me dejó por dentro lo estoy llenando con vino. Por: Jairo Aníbal Niño


INSTANTÁNEA DE AMOR Anoche en un bar, a tan sólo tres taburetes de mí, hallé al chico con el que cada domingo leeré el periódico en la cama. De repente entró una mala pécora y, con un beso, le hizo olvidar lo que en realidad deseaba: un hombre como yo. Por: Manuel López


EL REGALO I Abrió el armario. A su lado, de pie, el niño advirtió el reloj. -Abuelo -le dijo- ¡dámelo! - Te lo daré el año entrante -respondió el abuelo- si estudias mucho y eres juicioso. Ya veremos. -El año entrante -exclamó el niño- Pero abuelito, tal vez entonces te hayas muerto. ¡Estas tan viejo! ¡Y estas tan enfermo! Y el anciano se puso a reflexionar, diciendose: es verdad. Y sus dedos acariciaban los cabellos ensortijados del chiquillo.


Tomó el reloj de plata con su pesada cadena, lo puso entre las manos ávidas y le dijo al nieto: -Cuídalo, que era de tu padre. II Habían cavado una pequeña fosa. Los colegiales se agruparon en torno de ella y un anciano hincó penosamente la rodilla en tierra. El viento de la mañana jugaba suavemente con sus cabellos. -¡Pobre criatura! ¿Quién lo hubiera dicho? Lloraba, lloraba amargamente y volvió a colgar el reloj de plata en el interior del viejo armario. Por: Rosalía Loveling.


TOSTADAS Las tostadas salieron volando, ajenas a mi hambre y a mi asombro. Saltaron de la tostadora, marchándose acto seguido por la ventana. Yo, embobado con el cuchillo de la mantequilla en la mano, me quedé un rato allí, en la misma posición, como si esperara a que volviesen, o como si Maite me fuera a despertar con su codazo habitual. Nada de eso pasó. Maite ya no estaba, las tostadas tampoco. Ambas me dejaron el corazón y el estomago con sentido de desalojo. Por: Isabel Moreno


EL RECADO El hombre tocó el timbre y esperó. Desde la ventana de arriba una señora le preguntó que deseaba: él le respondió que tenía un recado. La mujer bajó, abrió la puerta, miró el recado, lo botó y decidió quedarse con el hombre.

Por: José G. Angel R.


“DE ALGO HAY QUE MORIR” Dijo el gato romántico cuando se enamoró por séptima vez.


Dos fragmentos conectados. Peque単a obra musical de tu cuerpo en el mio..


LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE Y EL PRÍNCIPE La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.

Por: Marco Denevi

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VERDADERO AMOR Un Hombre de cierta edad visitó una clínica para curarse una herida de la mano. Tenía bastante prisa y mientras se curaba, la enfermera le preguntó que era eso tan urgente que tenía que hacer. El hombre le contestó que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Le contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzehimer muy avanzado. Mientras terminaba de vendar la herida, la enfermera le preguntó si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. No, contestó el hombre, ella ya no sabe quien soy. Hace ya casi cinco años


que no me reconoce. La enfermera le pregunta extrañada: ¿Y si ya no sabe quién es usted porque esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? El hombre sonrió y dándole una palmadita en las manos de la enfermera dijo: Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella...


TOQUE DE QUEDA -Quédate -le dije. Y la toqué. Por: Omar Lara


EL GLOBO Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.

Por: Miguel Saiz Álvarez


PARA MIRARTE MEJOR Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte, con esta boca desdentada.

Por: Juan Armando Epple


Enero de 2013 Juan José Arreola Jairo Aníbal Niño Manuel López Rosalía Loveling Isabel Moreno José G. Angel R. Jaime Sabines Marco Denevi Omar Lara Miguel Saiz Álvarez Juan Armando Epple



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