Cuento Pedro y el lobo

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Pedro y el lobo

Cuento popular

H

abía una vez un pequeño pastor llamado Pedro que vivía en una aldea cercana a una hermosa pradera. Cada mañana, apenas el sol se asomaba en el horizonte, Pedro pasaba a buscar las ovejas por los establos de sus vecinos. Los dueños de las ovejas le recomendaban que las cuidara mucho y que estuviera atento a la presencia de un lobo que llevaba un tiempo merodeando por la aldea.

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Pedro llevaba a todas las ovejas a la pradera para que pastaran y corretearan al aire libre y regresaba a la aldea por la tarde. Mientras el rebaño disfrutaba a sus anchas, él se sentaba debajo de un árbol o en alguna roca y vigilaba para que ninguna oveja se le perdiera.

Pero como todas las ovejas parecían iguales, Pedro se perdía en la cuenta y volvía a empezar: —Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete…

Algunas veces, como cuidar todo el día del rebaño era muy aburrido, Pedro se quedaba dormido debajo de cualquier árbol que hubiera cerca. Nunca se dormía por mucho tiempo porque las mariposas le hacían cosquillas en la nariz o las orugas trepaban por sus piernas. Apenas se despertaba, sobresaltado, rápidamente contaba sus ovejas, preocupado por haber perdido alguna. —Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete…

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Y fue así que una tarde se le ocurrió una idea para divertirse un poco. Decidió que pasaría un buen rato burlándose de sus vecinos. Sin pensarlo dos veces, subió a una pequeña colina y empezó a gritar: —¡SOCORRO! ¡AUXILIO! ¡QUE VIENE EL LOBO! ¡VIENE EL LOBO! ¡SE COME A MIS OVEJAS!

Otras veces, mientras veía pastar a sus ovejas, Pedro pensaba en las cosas que podía hacer para divertirse. Sin nada más para hacer que mirar la hierba y las nubes, el pastorcito se aburría. ¡Qué largos se le hacían los días! 8

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Los aldeanos oyeron esos gritos estremecedores. Sin pensarlo dos veces, tomaron sus picos y azadas y salieron corriendo en ayuda de Pedro, dispuestos a salvar al rebaño de las garras del lobo.

Los vecinos se enojaron mucho y retaron a Pedro por su broma de mal gusto. Pero como sus ovejas estaban a salvo, regresaron tranquilos a sus trabajos.

Cuando llegaron a la pradera descubrieron al pastorcito deshecho en carcajadas y a todas las ovejas pastando muy tranquilas en el prado. —¡JAJAJA! ¡LOS HE ENGAÑADO A TODOS! ¡NO HAY NINGÚN LOBO! ¡HA SIDO MUY GRACIOSO!

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Pedro gritaba tanto que su voz se oía en todo el valle. Los vecinos se reunieron en la plaza de la aldea y pensaron que esta vez sí se había presentado el lobo y que realmente el pastorcito necesitaba de su ayuda. El más viejo de los aldeanos dijo: —Esta vez no puede ser una broma. Entonces, todos juntos se pusieron en marcha y corrieron tan rápido como pudieron para auxiliar a Pedro. El verano llegaba a su fin y Pedro seguía, día tras día, acompañando a sus ovejas a la pradera. Las jornadas pasaban lentas y el pastorcito necesitaba entretenerse con algo que no fuera oír balidos y contar ovejas. Y fue en ese momento de aburrimiento que decidió repetir la broma. Subió a la misma colina de la vez anterior y, cuando estaba en lo más alto, comenzó a gritar: —¡SOCORRO! ¡AUXILIO! ¡QUE VIENE EL LOBO! ¡VIENE EL LOBO! ¡SE COME A MIS OVEJAS! 12

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Apenas llegaron vieron a Pedro y a las ovejas pero el lobo no estaba por ninguna parte. Al acercarse, sorprendieron nuevamente al pastorcito riéndose a carcajadas. —¡JAJAJA! ¡LOS HE ENGAÑADO A TODOS! ¡NO HAY NINGÚN LOBO! ¡HA SIDO MUY GRACIOSO! Esta vez sí que se enojaron. Cuando vieron cómo Pedro se reía de ellos por haber caído en su broma, se prometieron no dejar que los engañara nuevamente. —Esto no es una broma —decía uno. —No, algún día se dará cuenta de lo que ha hecho —comentaba otro. —¿Una broma? ¡No tiene nada de gracioso! —exclamaron varios. —¡Es un mentiroso, no volveremos a creerle! —dijo uno de los aldeanos.

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Pasaron algunos días y Pedro aún se reía al recordar la broma que había hecho a sus vecinos. Pero una mañana, mientras descansaba bajo la sombra de un árbol, escuchó unas pisadas que no eran de su rebaño. Cuando se dio vuelta y lo vio, el miedo le invadió el cuerpo. Un lobo se acercaba sigilosamente a sus ovejas. 15


Asustadísimo, Pedro corrió hacia lo alto de la colina y empezó a gritar con desesperación: —¡SOCORRO! ¡AUXILIO! ¡QUE VIENE EL LOBO! ¡VIENE EL LOBO! ¡SE COME A MIS OVEJAS!

Gritaba una y otra vez, pero los aldeanos no parecían escucharlo: —¡SOCORRO! ¡AUXILIO! ¡QUE VIENE EL LOBO! ¡VIENE EL LOBO! ¡SE COME A MIS OVEJAS! 16

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Los aldeanos escucharon los gritos de Pedro pero hicieron oídos sordos ya que pensaban que se trataba de la misma broma. Siguieron con sus trabajos, no le hicieron caso y nadie acudió en su ayuda. Con horror, Pedro vio cómo el lobo se llevaba dos de sus ovejas sin que él pudiera hacer nada por evitarlo. Mientras tanto, las demás huían por toda la pradera, perdiéndose de su vista. 18

El pastorcito tardó todo el día en reunir nuevamente a su rebaño. Mientras lo hacía, pensaba en el error que había cometido al mentir y burlarse de sus vecinos. Aunque tarde, se arrepintió profundamente y se prometió que nunca más repetiría una broma como esa. 19


Al llegar a la aldea, con los ojos llorosos, pidió perdón a los aldeanos y les contó lo que le había sucedido. Fue así como Pedro aprendió que no se debe mentir pues, cuando necesitó ayuda de verdad, nadie le creyó.

La historia de «Pedro y el lobo» que acabás de leer se ha repetido durante mucho tiempo. Tiene su origen en una fábula de Esopo que se llama «El pastor mentiroso» y cuenta acerca de las mentiras y de andar jugando a engañar a los demás. Como toda fábula, termina con una moraleja. Ahora sabés por qué te dicen: «Si cuentas muchas mentiras, nadie te creerá cuando digas la verdad.» Esta fábula también dio origen a un refrán: «En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.»

«Pedro y el lobo» se llama también una de las más famosas composiciones sinfónicas de Serguei Prokófiev (1891-1953), quien fue uno de los más destacados músicos rusos del siglo XX. Esta obra, escrita en 1936, es una historia para niños y niñas, con música y texto adaptados por él, y con un narrador al que acompaña una gran orquesta. Fue escrita a pedido del Teatro Central Infantil de Moscú, con el propósito de cultivar el gusto musical de los niños y niñas desde los primeros años de escuela. Entre otras cosas, intentaba que conocieran los diferentes instrumentos de la orquesta, su nombre y sus sonidos. Si podés, escuchala. ¡Te va a encantar!

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