Nº 1 - Febrero 2014 - 1.50€
El Hobbit - 2º Parte Entrevista con Martin Freeman Premio a Maribel Verdú Y mucho más,... en tu revista de siempre.
4. La ladrona de libros 8. El Hobbit. La desolación de Smaug 12. Maribel Verdú 14. Entrevista con: Martin Freeman 20. Sherlock 22. 20 años de Friends 26. Critica
La Ladrona de Libros por LAURA G. TORRES
Tras venderse más de 30 millones de ejemplares de la novela homónima en todo el mundo, La ladrona de libros es otro de los bestseller que llegan a la gran pantalla esperando contentar a sus fieles lectores, pese a los cambios argumentales que suelen conllevar las adaptaciones. Bajo la dirección del británico Brian Percival (uno de los creadores y realizador de varios episodios de Downton Abbey) y con actores tan sólidos como Geoffrey Rush y Emily Watson, la cinta se estrena en España este viernes 10. La novela del escritor australiano Markus Zusak (en España editada por Lumen) es una historia de lucha por la supervivencia en la Alemania nazi, cuyo argumento le vino inspirado por los relatos que le contaban sus
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padres, una alemana y un austriaco, sobre sus vivencias en Europa. La película narra la historia de Liesel (Sophie Nélisse), una niña de 11 años que transforma las vidas de todas las personas de su entorno cuando la envían a vivir con una familia de acogida, Hans Hubermann (Geoffrey Rush) y su malhumorada esposa Rosa (Emily Watson), en el marco de la Alemania de la II Guerra Mundial. Liesel se esfuerza por adaptarse a su nuevo hogar y aprende con su nuevo padre a escribir y leer, en una casa en cuyo sótano esconderán a un judío que huye de los nazis, Max (Ben Schnetzer). Para Liesel, en la que Max despertará además el amor por la escritura, el poder de las palabras y de la imaginación se convierte en una forma
de escapar de los tumultuosos eventos que la rodean. El nazismo a través de los ojos de una niña No son pocos los libros y películas que nos han narrado el horror del nazismo desde los ojos de un niño (La vida es bella, El niño con el pijama de rayas), un punto de vista que hace más dramáticas aún esas vivencias. En esta película (al igual que en la novela, aunque otras partes del argumento estén cambiadas como ocurre en muchas adaptaciones), además, la narradora omnisciente de la historia es la Muerte, como no podía ser de otra manera en tiempos de guerra. Pero, sobre todo, como entiende el oscarizado Geoffrey Rush (Shine: El resplandor de un genio, 1996; El discurso del rey, 2011), La ladrona de libros es una historia de “supervivencia a un nivel mayor” y de demostrar el poder que tienen las palabras.
“Liesel encuentra una vía de escape en la magia del lenguaje”, explica el actor australiano en el vídeo sobre la película que acompaña estas líneas, con declaraciones de los actores, el director de la película y el autor de la novela. Paradójicamente, el primer libro con el que aprende a leer Liesel será un manual de sepultureros, que había sustraído de forma impulsiva en el entierro de su pequeño hermano, fallecido antes de ser dado también en acogida. Palabras que sirven tanto para ayudar a Liesel a pensar por sí misma, como para la retórica del régimen nazi para persuadir a las masas y convencerlas de la necesidad de destruir los libros de ‘espíritu anti-alemán’: “Tenemos que librarnos de la enfermedad intelectual”, claman los líderes nazis en una de las escenas de la película que muestra la quema de libros auspiciada por el régimen.
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“Hitler destruye a la gente con palabras; Liesel las recupera y escribe con ellas su propia historia”, explica el autor de la novela; “en un tiempo en el que nadie podía pensar por sí mismo, esta es la historia de alguien que sí lo hizo”, corrobora el actor Ben Schnetzer, que da vida a Max. Jóvenes promesas y una batuta veterana El trabajo de los actores es una de los aspectos más destacables del film, con unos espléndidos y conmovedores Geoffrey Rush y Emily Watson (Rompiendo las olas, 1996; Hillary y Jackie, 1998), que vuelven a trabajar juntos diez años después de Llámame Peter (2004).
Ambos impartieron una auténtica master class durante el rodaje a sus jóvenes compañeros de reparto: la prometedora joven canadiense Sophie Nélisse que, con solo 13 años y después de su brillante debut en Profesor Lazhar (2011,) fue elegida para el papel protagonista tras haber hecho más de mil pruebas por Europa, Australia y Estados Unidos; Nico Liersch, de su misma edad y que interpreta a Rudy, quien ya había hecho algunos papeles en la televisión alemana; y Ben Schnetzer, que adelgazó 17 kilos para interpretar al escuálido judío que se esconde en un sótano del horror nazi. A la espera de las nominaciones de los Oscar la próxima
semana, la música de La ladrona de libros suma ya dos candidaturas para los grandes premios del cine, para los Globos de Oro y para los Bafta. No es para menos si tenemos en cuenta que la batuta es la de John Williams, la persona viva con más nominaciones al Oscar, 48 (cinco veces ganado). Probablemente sume una más. Crítica de «La ladrona de libros»: La muerte y la doncella El director Brian Percival ofrece una visión lavada y planchada de la novela de éxito
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mundial de Markus Zusak, en la que se cuenta la peripecia de una niña alemana durante la segunda guerra mundial cuando es acogida por un matrimonio en un pueblecito cercano a Munich, desde donde verá, no las llagas trágicas del holocausto, sino las costras de esa lucha entre el bien y el mal. O sea, fuera de la boca del lobo. Y aunque sean los ojos de esa niña (la actriz Sophie Nélisse) los que nos descubran esa costra, la auténtica narradora de la historia es la Muerte, una voz en “off” que sitúa el relato en su terreno
moral. Además del aseo formal y de una buena ambientación y dirección artística, el mayor trabajo de Brian Percival parece haber sido el cambiarle a la historia el pelo por pluma, en dramatizar la tragedia, y la mirada de la pequeña Liesel nos va humanizando el paisaje, el de su padre adoptivo (Geoffrey Rush), un hombre bueno y solidario; el de la madre (Emily Watson), una mujer de carácter diabólico y fondo angelical; el del judío escondido, el compañero de juegos y de sueños y hasta el de la esposa piadosa del comandante nazi.
espeluznantes, desde Anna Frank a la del niño con el pijama de rayas; se queda en ese terreno entre la emoción, la conmoción y un cierto tono lírico. Atrapa, eso sí, la fuerza metafórica de la lectura como algo medicinal y catártico, y del libro como algo que guardar y salvar del fuego. Y además de la interpretación tan óptima y óptica de Sophie Nélisse, puede señalarse el sutil trabajo de orfebrería que hace Emily Watson con su personaje. ■
Se supone que La ladrona de libros es una historia de aprendizaje, a leer, a ver, a pensar, a luchar..., pero no acierta a traspasar ese epitelio que ya han formado en nosotros tantas crónicas
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Dragones y pachorras Bilbo y los enanos siguen tomĂĄndoselo con mucha calma yendo a Erebor como si estuvieran de caĂąas Por Ray Zeta 8
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ecía Bilbo al final de El Hobbit: Un viaje inesperado que lo peor ya había pasado, y pese a nuestra desconfianza aún va a resultar que estaba en lo cierto. Porque el primer episodio de la trilogía hobbitera que Peter Jackson ha parido tras el histórico éxito que supuso tanto en crítica como en taquilla la también trilogía El señor de los anillos, no parecía dar motivos para esperar nada bueno. El Hobbit: Un viaje inesperado son casi tres horas de un metraje del todo innecesario sumamente estirado hasta la saciedad. Porque Peter Jackson, enloquecido por el dólar como el rey enano Thror enloquece por el oro, ha optado por convertir el librito que es “El Hobbit”, no en un díptico como era
su primera intención, sino en tres películas, y encima tres películas de casi tres horas de duración cada una. En cambio este segundo episodio La desolación de Smaug se revela sorprendentemente más rápido y más fluida que su predecesor. La desolación de Smaug se revela, en definitiva, mejor que Un viaje inesperado. La desolación de Smaug está concebida como una película de viaje fantástico en la que el grupo protagonista ha de ir sorteando los peligros que les salen al paso hasta llegar a su destino. Como las películas Los héroes del tiempo o Erik el vikingo. Lo bueno es que aquí estamos en dicho viaje desde el minuto cero. Porque aquí no hay presentaciones de personajes ni preparativos, pues ya
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los hubo en la primera parte, ni prólogos explicativos ni flash-backs ilustradores, aquí empezamos ya con los pies descalzos y peludos metidos en fango con el pasaje de Beorn el cambiapieles (encima un pasaje que, vistos los demás, es extrañamente corto), para pasar al Bosque Negro, a la fortaleza silvana, a Esgaroth y a Erebor, mientras nos persiguen orcos fieros, malolientes y feos, muy feos. También hay pausas de ritmo donde descansar, curar las heridas y reponerse para el siguiente pasaje, pero como las set-pieces de acción son más largas, hay menos pausas. Valga decir también que son set-pieces mejor hechas, mejor coreografiadas y me-
jor conducidas, además de más violentas, lo que le agradezco personalmente a Peter Jackson, pues uno de mis temores era que el registro cómico de Bilbo fuera en aumento hasta convertirse en una suerte de Jack Sparrow, transformando El Hobbit en “El show de Bilbo”. Pero no, todo lo contrario, Bilbo Bolsón ha tomado aquí consciencia de su condición de “saqueador”, y con una matizada interpretación a cargo de Martin Freeman, deja de ser ese hobbit comodón, cascarrabias y atolondrado que era antes de salir de la Comarca, para convertirse en un aventurero profesional, comprometido, y a la altura de las circunstancias.
A su lado, un Gandalf casi inexistente por abandonar el grupo en pos de investigar en solitario la (del todo prescindible) subtrama del nigromante, a ratos con el ridículo y aún más prescindible Radagast, Thorin Escudo de Roble tan encartonado como en la primera parte (ay Viggo Mortensen, tú sí que compusiste con Aragorn un héroe épico creíble y de lo más redondito…), y el resto de enanos, tan impersonales también como nos los mostraron en la entrega anterior, a excepción de Kili, que aquí
se le da más minutos por revelarse el ligoncete del grupo. Mejor La desolación de Smaug que Un viaje inesperado pues, lo que no se esperaba vista lo estirado que estaba éste. Veremos qué tal sale Partida y regreso, el tercer y último capítulo, aunque esté claro que la tendencia de Peter Jackson es contar los acontecimientos estirándolos lo indecible con la pachorra necesaria para llenar tres películas. Por eso vistos los irregulares resultados de El Hobbit en general, resulta imposible no pensar en lo redondo que
hubiera quedado si como se anunció en un principio la hubiera dejado en dos entregas en vez de en tres de 160 minutos cada una. ■
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Maribel Verdú
Premio Málaga-Sur del 17 Festival de Málaga La 17 edición del Festival de Málaga. Cine Español, que este año se celebra del 21 al 29 de marzo, ha otorgado el Premio Málaga–Sur a la actriz Maribel Verdú. Este galardón, que se entrega con la colaboración del diario Sur, se otorga cada año a un actor o actriz con una extensa y exitosa trayectoria profesional. 12
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aribel Verdú comenzó su carrera a los trece años de la mano de Vicente Aranda con El crimen del Capitán Sánchez, pero fue con 27 horas de Montxo Armendáriz con la que empezó a hacerse notar. Poco después vinieron películas tan importantes como La estanquera de Vallecas de Eloy de la Iglesia y El año de las Luces de Fernando Trueba. A partir de entonces trabaja con los mejores directores españoles: José Luis Garci en ‘Canción de Cuna’, Bigas Luna en ‘Huevos de Oro’, de nuevo con Fernando Trueba en la oscarizada ‘Belle Epoque’ y Vicente Aranda en ‘Amantes’.
vitada a formar parte de la academia de Hollywood. Con más de sesenta películas, Maribel Verdú ha estado nominada al Goya en ocho ocasiones siendo la actriz española con más nominaciones a los Goya de la Academia. Logró el premio por ‘Siete mesas de billar francés’ de Gracia Querejeta y por ‘Blancanieves’ de Pablo Berger. También posee dos premios Ondas y tres Fotogramas de Plata. Además la única española que ha ganado el premio Ariel a la mejor actriz en Méjico, galardón que obtuvo por ‘El laberinto del Fauno’. Terminó el año 2011 recibiendo la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid. ■
Tras realizar ‘El laberinto del Fauno’ Maribel fue in-
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Entrevista con:
Martin Freeman
UN ÍDOLO INESPERADO “Martin freeman aparca los días de los roles secundarios o protagonistas poco vistos con ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’ y ‘Bienvenidos al fin del mundo’. Y tiene otro as en la manga: la tercera temporada de la serie ‘Sherlock’. De todo esto, y de por qué no se parece en nada a Bilbo, habló en una chala con mucho jugo. Por Roger Salvans (Londres).” 14
Martin Freeman está resfriado. Mucho. Este inglés de 42 años (Aldershot, Hampshire, 1971) lleva encima un catarro talla blockbuster. Pero eso no es excusa para escapar de la promoción de la saga El Hobbit, por cuya segunda entrega, La desolación de Smaug, lleva encerrado todo un sábado en un hotel en Londres. Se congestión, de anuncio de jarabe para la tos, y su atuendo (impagable el blazer de rayas a juego con el sofá de la suite), da un aire singular a las respuestas del último Bilbo Bolsón. Actor convencido (más me vale, es lo único que sé hacer y tengo muchas facturas), católico a su manera (sí, pero vivo con mi pareja, y tengo dos hijos fuera del matrimonio), y obsesivo por lo que quiere (discos, libros, ropa... esos serían mis tesoros, mi anillo único), Freeman es uno de los hombres de año. Por El Hobbit, claro, pero también por Bienvenidos al fin del mundo (Edgar Wright, 2013), su primer film tras el viaje a Tierra Media, y el regreso de Sherlock, la tercera temporada de la serie que le lanzó al estrellato y, por un pelo, case le aparte de él. Pero lo primero es lo primero, y eso nos lleva a empezar con Bilbo. UN INICIO INESPERADO Yo no soy como Bilbo. No soy tan megaeducado, tan enfermizamente cauteloso. Yo soy más directo. Peter (Jackson, el director), sí es un hobbit. Le gusta tan poco salir de casa que ha conseguido que Hollywood se mude a su calle. Tiene el plató a cinco minutos. Yo soy un tipo más aventurero. ¿Recuerda cuando empezó esta aventura? ¿Cuándo recibió la llamada de Peter Jackson? Sí, por supuesto. Antes lo hablé con Guillermo del Toro (el mexicano renunció a dirigir el proyecto en mayo de 2010). Me dejó claro que yo era su Bilbo. Fue un gran gesto. Tras
el cambio de sillas, con Peter ya como director, Guillermo me aseguró que seguían contando conmigo. Pero había otras cosas a considerar. Aceptar significaba pasar 18 meses fuera de casa. Eso sacude cualquier familia. Más, si tenemos en cuenta que mi mujer (Amanda Abbington) también es actriz. No podía pedirle que pusiera en pausa su carrera y se viniera conmigo al otro extremo del mundo. Mis hijos están en el colegio, tienen su vida aquí. No era justo pedirles que renunciaran a todo por El Hobbit. Si estuviésemos en 1850, podría haber solo ordenado. Pero soy un tío moderno (risas). Si tu familia no es lo más importante de tu vida es que algo raro te pasa. La incertidumbre terminó cuando la BBC decidió que Sherlock tendría segunda temporada. Se iba a rodar sí o sí. Así que adiós a El Hobbit. Hasta que... Un día, en un ensayo, me llamó mi agente: Peter va a reorganizarlo todo para que puedas hacerlo. Pensar que el papel era mío, que después lo perdí y recuperarlo al final, es algo alucinante. Eso era 2010. La tercera parte no se estrenará hasta finales de 2014, ¿no le apetece pasar página, que le pregunten sobre otros proyectos? ¡Mucho! Y que no se entienda esto como una falta de respeto hacia El Hobbit. Ha sido un honor trabajar en esta saga. Creo que si no llego a participar en ella, mi vida habría sido un enorme y jodido remordimiento. Una decepción monumental. ¿Ver a otro actor como Bilbo sabiendo que tendría que haber sido yo? Horroroso. Pero necesito dejarlo atrás. Todos nos sentimos así. Peter, más que nadie. Se ha pasado años con la cabeza en Tierra Media. Es normal que quiera hacer otras cosas. Eso no quita que estemos orgullosos. Yo lo estoy. Dicho lo cual, aún no he
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visto nada de la segunda parte. Puede que sea horrorosa (risas). Grandes secuelas, gran escuela Ya estamos con la mala fama de las secuelas. ¿Es mala El Padrino Parte II (F.F. Coppola, 1974)? La desolación de Smaug será más oscura. Con más acción, más miedo... Las arañas acojonan. Y el dragón no es un malo de cuento de niños. Las secuencias de acción son extraordinarias. Lo eran en el libro, y espero que lo sean en
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el corte final. De Bilbo vemos su lado oscuro. Y, puestos a declarar, Las Dos Torres (P. Jackson, 2002) es mi favorita de El Señor de los Anillos, e Indiana Jones y el Templo Maldito (S. Spielberg, 1984) es cojonuda. El temor puede que venga por roles como Tauriel, la elfa que encarna Evangeline Lilly, que no aparece en el libro. Es un personaje genial, y Evangeline lo borda. Es una licencia artística, como las hay en toda adaptación. No se puede llevar un texto de forma literal a la pantalla. Tolkien no escribió pensando que sus historias iban a verse en el cine.
“Sinceramente. No me importa lo que los fans piensen. Quiero que vean la película y se lo pasen bien. Pero tienen derecho a discrepar.”
La primera fue un éxito, pero tuvo su ración de críticas: la duración, el 3D, la proyección a 48K... ¿Cómo reaccionarán los fans más puristas ante cambios como el de Tauriel? Esperaba las críticas a la primera. La gente le esperaba desde hacía años, y Peter no les dio otro El Señor de los Anillos. ¿Ahora? Ni idea. ¿Le importa lo que piensen? (Silencio. Piensa la respuesta) Terreno peligroso. Sinceramente, no me importa lo que los fans piensen. Me interesa, y quiero que vean la película y se lo pasen bien, pero llega un punto en el que sólo puedes cruzar los dedos y esperar que al público le guste. Tienen derecho a discrepar. Ojalá guste. Y a los puristas le diría que es sólo un libro. De ficción. Escrito hace 80 años.
Con orcos, elfos, duendes y dragones que hablan. ¡Exacto! Se me escapa esa militancia. Pero, claro, no leí nada de Tolkien hasta que me metí en esto. De niño, me apasionaba George Orwell: Rebelión en la granja, 1984... La política y la Historia. Era un chaval raro. Hablaba antes de Smaug, el dragón que habla, al que presta su voz y movimientos Benedict Cumberbatch. ¿Qué tal está? ¡Fatal! (risas) La clave está en la voz. Y la de Ben es extraordinaria. Cumberbatch, usted mismo, Luke Evans, Orlando Bloom, Ian McKellen... O Keira Knightley. Carey Mulligan y Michael Fassbender. Lo británico arrasa en Holliwood. ¿Por qué?
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Por un lado, creo que se debe a que la mayoría hemos empezado en el teatro. Eso nos da unos recursos complementarios. Otra hipótesis, que espero que tras esta saga yo contribuya a desmontar, es que somos más baratos. Y también creo que somos más directos. ¿Esto es lo que quieres que haga? Pues allá voy. Sin dramas ni rodeos. ¿Quizás son más accesibles? ¿Más normales? Quizás, aunque he conocido actores ingleses que eran unos capullos, y bellísimas personas que eran actores estadounidenses. Sea por la razón que sea, parece que gustamos mucho.. De Nueva Zelanda al Fin del Mundo En noviembre de 2012, justo antes de que se estrenara la primera entrega, Un viaje inesperado, Jackson confirmó que El Hobbit no sería un díptico, sino una trilogía. El equipo tendría que reunirse para rodar material para una tercera entrega. En Nueva Zelanda. Para Freeman, el sitio más alejado de Londres de todo el planeta. ¿Cómo recuerda ese regreso? Un déjà vu jodidamente raro. Meses, años después de rodar una escena, te veías de nuevo en esa situación y te preguntabas ¿Cuándo rodamos esto? Y , literalmente, la filmamos dos años atrás. ¡Dos putos años! Una misma escena, el mismo plano... Pasó de rodar en el otro lado del planeta a volver a Inglaterra para rodar Bienvenido al fin del mundo. ¿Qué tal fue el cambio? Muy notable. Mi primera escena fue en un barrizal inundado en Buckinghamshire, o por ahí. Un tiempo de perros, lluvia, nubarrones grises, frío... Por otro lado, sentí que tenía que demostrar que valía, que podía estar en la película con ellos. Como actor, siempre te sientes bajo juicio.
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¿Así que, ahora que se le identifica con Bilbo, siente como el público o sus mismos colegas le exigen más? Aún no siento que se me exija más. Después de El Hobbit, sólo he rodado Bienvenidos... y la tercera temporada de Sherlock. No veo nada malo en que se me vincule con Bilbo. Es un personaje con muchos colores. Deseas que se respete tu trabajo, pero es más importante que lo respete yo. Un hombre libre... y deseado A estas alturas, Freeman ya tiene toda la saga de El Hobbit finiquitada y la tercera temporada de Sherlock en el saco. ¿Qué si habrá un cuarta? ¡Ya veremos! Esta entrega podría coincidir con el proyecto cinematográfico en el que Ian McKellen encarnaría su propia versión de Sherlock. ¿Lo han hablado? ¿Le pidió consejo? ¿Dar un consejo a Ian? ¡Sería lo último que se me pasaría por
“A Watson le escriben cartas muy sexuales. A Bilbo, no. Hacérselo con un Hobbit debe tener nombre... ¿Hobbitofilia?”.
la cabeza! Lo único cierto, entonces, es que Freeman encabezará Fargo, la adaptación a la TV USA de los hermanos Coen. Y, después, ¿qué podemos esperar de su carrera? Primero, quiero leer todos los guiones que no he tenido tiempo de leer. No tengo una lista de personajes que me gustaría interpretar, espero que no suene a cliché. Es decir, hay algunos Shakespeare que me encantaría hacer, pero busco proyectos que me sorprendan, cosas nuevas... Es una maldición que arrastramos los actores ingleses. Eres un gran Hamlet, te dicen, pero no tan bueno como fulano. Si haces algo nuevo, nadie puede decirte eso.
John Watson. Sí, tío, Watson gana por goleada. A Watson le envían cartas muy sexuales. A Bilbo, no. Supongo que los fans no lo quieren de esa manera (risas). A Bilbo se le quiere de una forma más inocente, nada sexual. Hacérselo con un hobbit incluso debe tener nombre científico... ¿hobbitofilia? Pero, con Watson... ¡alucinarías con las cartas y propuestas que recibe! ■
John Watson tampoco es un rol nuevo. Por cierto, ¿quién despierta más pasiones? ¿Bilbo o Watson?
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Sherlock E E n diciembre compartirán cartel en ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’, segunda entrega de la saga que comanda Peter Jackson. Unas semanas después, Benedict Cumberbatch y Martin Freeman estrenarán en la BBC la tercera entrega de la serie ‘Sherlock’, de cuya nueva temporada acaba de llegar la primera imagen oficial. La primera imagen oficial de la tercera temporada de
‘Sherlock’ nos presenta a Benedict Cumberbatch y Martin Freeman en una composición que nos recuerda (y mucho) al ‘Nighthawks’ de Edward Hopper: un cuadro que describe perfectamente el estado de ánimo del Dr. John Watson y Sherlock Holmes tras el sorprendente final de la segunda temporada (y que aquí no desvelaremos para evitar cualquier spoiler).
La pareja, que pronto compartirán duelo en los cines con ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’, cinta en la que Freeman encarna a Bilbo Bolsón y Cumberbatch presta su voz y movimientos al dragón Smaug y al Necromancer, estrenará la tercera temporada de la serie que los lanzó a la fama a principios de 2014. La BBC aún no ha confirmado la fecha pero teniendo en cuenta que la estadounidense PBS adelantó que emitiría los nuevos
episodios el 19 de enero, todas las pistas apuntan que el ente público británico la estrenará unas semanas antes. En esta tercera entrega, Mark Gatiss (productor y guionista además del actor que interpreta a Mycroft, el hermano mayor de Sherlock) y Steven Moffat (responsable de la resurrección de ‘Dr. Who’), han adaptado tres nuevas historias de Sir Arthur Conan Doyle: ‘La casa deshabitada’ es la base del primero, ‘The Empty Hearse’; ‘El signo de los Cuatro’ se adaptará en el segundo, ‘The Sign of Three’; y ‘Su última reverencia’, da pie al tercero y último ‘His Last Vow’. ■
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20 años de
Friends
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ncabezando la lista de “cosas que te hacen sentir viejo” (por encima de “apreciar las rebajas del Zara Home” y “el hecho de que Ralph Maccio, Karate Kid, tenga ahora 51 años, la misma edad que Mr. Miyagi en la película”) está el descubrir
que este año se celebra el 20 aniversario de Friends. La serie empezó a emitirse en septiembre de 1994 (vale, técnicamente faltan 9 meses para el aniversario, pero el ciclo mediático de la efeméride se ha vuelto tan loco que un día de estos empezaremos a celebrar con nostalgia el centenario de Breaking Bad, sólo para ir cogiendo carrerilla) y la serie goza hoy de una confortable posición en el canon cultural, tras unos años de purgatorio durante los que no podíamos evitar verla como algo demasiado habitual, demasiado doméstico. Los años han permitido tomar distancia y hoy, para espectadores de varias generaciones, hay pocas cosas tan placenteras como llegar a un hotel en un país extranjero, poner la tele, ver que ponen un Friends y descubrir que no podemos dejar de verlo. Esté en el idioma que esté, entendemos los diálogos. Porque anidan en nuestro disco duro, ocupando el espacio que quedaba libre entre las tablas de multiplicar y las letras de Mecano. Friends no es Seinfeld, no sofisticó el paladar de la comedia para las masas ni rompió ningún molde, pero tampoco le hizo falta. Parte de su belleza reside en que no podía ser más mainstream. Y la prueba de que no es tan fácil dar con la fórmula de “comedia coral con jovencitos urbanos” es que en 20 años no ha surgido nada comparable.
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Ted Mosby y Robin Sherbatsky no acabarán juntos y el universo lo podrá soportar. Ahora, si Ross y Rachel no llegan a encontrarse en el aeropuerto… Celebrémoslo con 20 Fascinantes Friends Facts.
2- El título original de la serie era Six of One y cuando los creadores de la serie, Marta Kaufmann y David Crane sugirieron “Friends”, a la NBC le pareció horrible. Otras opciones que se barajaron: Insomnia Café, Once Upon a Time in the West Village, Friends like us y Across The Hall.
"20 años y 20 cosas que no sabías sobre Friends"
1- Al principio de la serie, los actores cobraban sólo 1.600 dólares por capítulo. Todo el mundo sabe lo que acabaron percibiendo, la famosa cifra del millón de dólares por episodio que pactaron colectivamente. ¿Tendrán ellos la culpa de que ahora le paguen a Ashton Kutcher 24 millones al año? En la negociación salarial intervino la madre de David Schwimer, que es una reconocida abogada especializada en divorcios.
3- Los productores ofrecieron el papel de Rachel a Courteney Cox, que era la más famosa de los 6 (tuvo un papelín en un capítulo de Seinfeld) pero ésta prefirió quedarse con Monica, que en un principio estaba pensada para Janeane Garofalo. 4- No estaba previsto que el personaje de Joey fuera especialmente tonto, hasta que alguien en los ensayos dijo que a Matt le
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Blanc se le daba muy bien hacer ese tipo de personajes. 5- Antes de quedarse con la canción de los Rembrandts, los productores probaron unos créditos piloto al ritmo de Shiny Happy People de REM, que difícilmente habrían cedido su música para la serie. 6- A la vez que Friends, la cadena Fox manejaba un piloto rival, también sobre veinteañeros que comparten piso llamado Wild Oats y protagonizado por Paul Rudd. Y esa era la serie por la que apostaban los medios y la industria. Rudd, claro, acabaría saliendo en Friends en las últimas dos temporadas, como novio y marido de Phoebe. 7- Los ejecutivos de la cadena inicialmente estaban nerviosos porque creían que la serie básicamente “era radio”. No pasaba nada, sólo diálogos. Pero los tests con audiencia pronto mostraron que lo que querían los espectadores era que los 6 personajes estuvieran en la misma habitación, hablando. Los capítulos de Friends transgreden constantemente la supuesta regla de oro del guión, “muestra, no expliques”, casi siempre se prefiere contar una historia a mostrar cómo ha pasado, siendo todo un existo. 8- No sólo los espectadores detestaron la trama de la temporada 8 en la que Joey se enamora de Rachel, también los actores, especialmente Matt LeBlanc, que ha dicho que se sintió como si le obligaran a acostarse con su hermana e intentó hacer cambiar de idea a los guionistas. 9- Ellen deGeneres (The Love Letter, 1999) rechazó el papel de Phoebe. 10- “Chandler” acaba siendo un nombre de mujer, cuando bautizan así a una de los trillizos del hermano de Phoebe, pero el segundo nombre del personaje también es ambiguo: Chandler Muriel Bing.
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11- Inicialmente, no estaba previsto que el personaje de Gunther, el camarero enamorado de Rachel, tuviera diálogos. El actor que lo interpreta, James Michael Tyler, consiguió el papel (de extra) porque sabía manejar una máquina de café y quedaba verosímil. 12- El mono que interpretó a Marcel, la mascota de Ross, tiene un currado IMDB: era también el mono protagonista de Estallido. 13- Si en Seinfeld decidieron que cada capítulo se titulase “The something” para evitar que los guionistas perdiesen el tiempo pensando títulos ingeniosos, lo de Friends fue similar. Crane y Kauffman notaron que los espectadores suelen referirse a los capítulos de las series en plan “ese en el que…” y calcaron la fórmula. De ahí los “The One With…”. 14- Sólo a Mathew Perry se le permitía sentarse con los guionistas e introducir ideas para los diálogos.
15- ¿Joey y Phoebe? La co-creadora, Marta Kauffman, dice en uno de los DVDs que ella siempre pensó que esos dos tenían algún tipo de rollo por su cuenta, en un universo paralelo de la serie. 16- Se suponía que el personaje de Chandler tenía que ser gay, pero se cambió en el último minuto. 17- La nevera del apartamento de Monica y Rachel funcionaba de verdad y se solían guardar allí bebidas y snacks para el equipo.
19- Phoebe y Monica son las únicas friends que no llegan a besarse en ningún capítulo. 20- El último capítulo de Friends no fue el más visto de la serie (ese honor corresponde a El de la Superbowl) pero sí la cuarta final más vista de la historia en EE UU, tras las de M*A*S*H, Cheers y Seinfeld. Los guionistas juguetearon con la idea de hacer algo más abierto con la relación de Ross y Rachel, algo que dejara esperanza para el futuro pero no fuera obvio, pero finalmente decidieron dar al público lo que quería, un reencuentro en toda regla. ■
18- Todo el mundo tiene el suyo pero muchos fans y críticos (y también el reparto y los productores) coinciden en considerar The One with the Embyros el mejor capítulo de la serie. En realidad, podría llamarse The One with the Trivia. Es ese en el que los chicos y las chicas se disputan el mejor apartamento en un concurso. Todos a una: ¿La verdadera película preferida de Rachel Green?
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Critica
Critica Al encuentro de Mr. Banks
Director: John Lee HancockIntérpretes: Tom Hanks, Emma Thompson, Paul Giamatti, Jason Schwartzman, Colin Farrell, Rachel Griffiths, Bradley WhitfordPaís: USA Año: 2013. Fecha de estreno: 31-01-2014Género: Drama Por Àlex Montoya Partamos de una premisa: no hay quién se crea que el proceso de conquista que Walt Disney emprendió para conseguir los derechos de Mary Poppins de manos de su creadora, P.L. Travers, fue el que cuenta Al encuentro de Mr. Banks. Tampoco cabe esperar que el flm muestre asomo de la personalidad obsesiva, egocéntrica y antisemita de todo un icono del entretenimiento, el americano perfecto (parafraseando el título de la desmitifcadora novela que sobre el personaje escribió Peter Stephan Jungk). Hecha esta (innecesaria) advertencia, la mirada a la génesis de una de las
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películas más famosas de la historia (y al origen del libro que adaptaba, íntimamente relacionado con la traumática niñez de su autora, y con casi idéntico peso en la narración) enlaza con el espíritu del cine de Disney: hay risas, canciones y espíritu lúdico, pero también emoción, lágrimas, y confictivas relaciones paternofliales. ¿Un guilty pleasure facilón? Quizás, pero también tremendamente eficaz, rodado sin aspavientos a la manera más clásica y con un magnífco plantel de actores (reivindiquemos a Tom Hanks contra sus haters) en estado de gracia. ■
Jack Ryan: Operación sombra Director: Kenneth BranaghIntérpretes: Chris Pine, Keira Knightley, Kevin Costner, Kenneth Branagh,Gemma ChanPaís: USA Año: 2013. Fecha de estreno: 31-01-2014Género: Acción y Drama y Thriller Por Noel Ceballos La primera secuencia de este nuevo reboot de Jack Ryan encapsula a la perfección el imaginario de Tom Clancy: un universo modelado a partir de la paranoia inherente a la Guerra Fría, pero que ha ido reconfgurando la naturaleza de su amenaza a medida que lo hacía la realpolitik norteamericana. Así, Operación Sombra comienza en las ruinas del World Trade Center, justo donde lo dejó su anterior encarnación, Pánico nuclear (Phil Alden Robinson, 2002). Pero no tardará en asociar ese trauma con las ansiedades sociales de la crisis económica. Ese banquero con una agenda terrorista oculta (Kenneth Branagh) es, por tanto, el villano paradigmático de la
saga, la perfecta catarsis de fcción para todo votante del Partido Republicano. Quizá haya quien sienta nostalgia del Branagh autor, sustituido ahora por un contratista independiente que suele hacer trabajos eficaces, pero impersonales, al servicio de diferentes marcas (Disney, Marvel, Clancy…). Lo cierto es que el cineasta aporta distinción a ambos lados de la cámara, entregando un thriller de espías vigoroso, con una segunda mitad que elimina toda secuencia de transición, y nos sumerge, de la mano de un estupendo Chris Pine, en el torbellino de nuestras fantasías apocalípticas más oscuras. ■
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