PEÑA TÚDAY Junio de 2016
EL PERSONAJE
CONFERENCIA | 3 JESÚS CALLEJA | ALPINISTA, EXPLORADOR Y COMUNICADOR
DESAFÍO PELAYO RODRÍGUEZ | MADRID
El Peña Túday estuvo presente en el VI Congreso de la Expocadena, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid. Allí conocí a Jesús Calleja. Solo puedo dejar que hable él. “Trabajé en muchas cosas en mi vida, pero siempre tuve el gusanillo de la escalada gracias a mi padre, que siempre me contaba historias sobre el Everest, y para mí era como algo inalcanzable, porque no tenía los medios para poder hacer tal hazaña. Un día se me cruzó el cable y dije: me voy al Everest. Pero me faltaba lo más importante: el dinero. Así que, como pude, empecé a reunirlo por todos los lados. Por aquel entonces ya me estaba rondando una idea por la cabeza: además de subir a la cima quería contárselo al mundo. Así que hice algo que nunca jamás hubiera pensado que fuera tan
importante. Con el dinero que recaudé, me compre un aparatito que grababa y retransmitía todo lo que me iba sucediendo mientras realizaba mi hazaña. Tenía una idea, pero sin conocimientos ni medios para poder divulgarla. Así que se me ocurrió pedir ayuda a un modesto periódico de mi ciudad, León. La idea era que fueran poniendo una crónica de todo lo que me iba sucediendo mientras trataba de escalar el Everest. Ese periódico era el Diario de León y fueron los que primero confiaron en mí. Así que con mi aparatito y el poco dinero que me quedó, me planté en el Nepal, sin saber muy bien qué hacer. Cuando llegé allí me enteré que lo que tenía que conseguir era un permiso de escalada. Pero costaba una burrrada. También necesitaba sherpas que me ayudaran en el ascenso y unos yaks para transportar el poco
material que tenía. Para poder conseguir el permiso me uní a una expedición de mayorquines a los que pagué mi parte correspondiente. Para entonces ya casi me había quedado sin dinero. Me enteré en un bar que había un chico en un pueblo que se había quedado huérfano y que era pastor de cabras y por el poco dinero que yo le podía pagar se vino conmigo como mi sherpa particular en mi aventura. Así fue como me planté en el campo base con mis socios los mallorquines y mi mozo sherpa de 14 años. Aquello era como un pueblo en miniatura con expediciones de todo el mundo. Se necesitaba un tiempo largo para aclimatarse y poder llegar a la cima. Fueron pasando las semanas y casi un mes después llegó lo que ningún escalador quiere: mal tiempo. Empezaron las bajas. Primero se
fueron los mallorquines, que eran los que me daban de comer a diario. Me uní a un expedición suiza, que tenían de todo menos lo más importante: saber escalar. Así que cambié comida y refugio por clases de escalada. Mientras tanto, en León, las crónicas diarias del periódico de un leonés loco que estaba en el Everest pasaron a cobrar importancia por lo que contaba y de ocupar una pequeña columna al final del periódico pasó a una página entera en la sección de deportes. Los días en el campo base pasaban y el mal tiempo seguía, así que mis amigos los suizos también se largaron. Y otra vez tuve que aliarme. Esta vez con unos americanos, cambiando información meteorológica por comida y alojamiento. Dos meses y medio después de las casi 1.000 personas que llegamos,
Calleja
solo habíamos quedado 19 y nos unimos para poder llegar a la cima. Se tarda casi una semana en llegar arriba. Fue muy dura la subida. Gracias a mi amigo el sherpa lo logré, ya que en la subida es muy normal que te duermas por la falta de oxígeno (allí solo se respira un 22% de oxígeno) y te mueras. Es la llamada ‘muerte dulce’. Él me ayudó cada vez que me dormía. Llegar a la cima fue para mí el mejor momento de mi vida, y todo lo logré gracias a mi perseverancia. De allí bajé pensando que esa sería mi vida a partir de entonces. Cuando volví a España solo tenía una idea en la cabeza, y era cómo contar a todo el mundo lo que había logrado. Así fue como me planté en una cadena de televisión, La Sexta, con un DVD mal grabado para que alguien hiciera algo con él. No me hicieron ni caso. Pensaron que estaba loco. Entonces fue como aterricé en la cadena Cuatro. Me tiré un día entero con mis pintas en el hall de entrada, allí pasaban un montón de personas, pero nadie me hacía caso. Hasta que una señora, una noche cuando se iba a su casa, se paró y me preguntó que si era el mismo del de por la mañana y que qué hacía allí. Le conté mi idea y esa señora resultó ser la productora de la cadena, y la idea le pareció fantástica. Así fue como me hice profesional en algo en lo que ni soñaba: rodando aventuras por todo el mundo durante dos años para luego contarlas en mi programa Desafío Extremo. Para lograr todo lo que logré en la vida, hay que ponerle mucha pasión, ser transgresor y divertirse trabajando. En definitiva, hay que ser dueño de su destino”.