Suspiros

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Suspiros


Nathalia Martínez Garzón


nathaliamart@hotmail.com midorysv.wixsite.com/gargantaisinbalas 3235016206


Soy profesional en Estudios Literarios de la Fundación Universitaria Autónoma de Colombia. A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de publicar algunos escritos literarios como "Anyela" (2019) en la colección de cuentos del Incomodario; así mismo, publiqué mi cuento "Dirty Alim" (2016) y mi poema "Corazón de cristal" (2017) en la revista digital Sinestesia, y el artículo "Shakuhachi, meditación sonora" (2018) en el portal Aki monogatari. Por otro lado, para mi trabajo de tesis se generó un libro a cuatro manos titulado Poética de la naturaleza (2019), Esta investigación construyó mediante la literatura comparada una poética de la naturaleza, que enlaza de manera simbólica las imágenes poéticas similares entre el Huayno y el Haiku; fue postulada para tesis meritoria y se espera su pronta publicación.


He explorado diferentes lenguajes artísticos como la fotografía y la pintura para abrir un diálogo simbiótico con la literatura. Estas exploraciones se han dado de manera empírica y autodidacta, en medio de estos reconocimientos he podido recoger varios instantes que se han prestado para condensar sentimientos que me han atravesado. En este dossier intento hilar momentos, suspiros entre la belleza, y la violencia.


La

siguientes

fotografías

son

tomadas

de

manera

espontánea entre el 2019 y 2021 en diferentes partes de Colombia. Las muestras poéticas que las acompañan se realizaron a lo largo del 2021 durante el paro nacional y algunas nacieron únicamente para la imagen.


Generalmente dejo que las palabras estén en el vacío de una página, pero ahora están en el vacío del paisaje, recordando las voces que hay en las sombras y las ramas.



Las sombras que recuerdo se hacen claras con estas estrellas.


El sol es una bala perdida,


que cae me tumba me hace cenizas y un cristiano me pone en su frente. Soy la cruz que le marca el tiro al sicario en la frente del cristiano.



Entre la sombra y el agua los peces hacen ecos, resuena el aleteo hasta hacerse tenue, dejan un hilo de curva en el agua, una curva que se enreda en el cuello de un muerto, lo envuelve hasta desvanecerlo entre la sombra y el olvido.



Los alientos que dejé viendo un colibrí volar me hacen falta. Se hilaron con el viento en el arrullo de un aleteo y me arrojaron al vacío, sin aire en los pulmones y ningún paracaídas en el pecho.


En el jardín caen, una a una las mariposas. Sin alas. Desmembradas por el viento que en la mañana atravesó los pulmones de un paramilitar .


Solo veo los colores que recuerdo con un ojo el otro está en casa llorando.



No puedo respirar. Hay una bala en mi garganta. Destroza mi bufanda de flores,

Jardín

los pétalos vuelan,

y caen en mis dientes, tengo la boca llena de flores, puedo ver mi sangre, mis dedos mancharse, y mis pies sucios.

¿Dónde está el viento? Se ha ido con la bala.

Caigo.

Nace de mi garganta una flor. La bala se enamora del viento. Todos los días crecen jardines y se pierden las palabras.


Hay un caudal que reposa en mi corazón, se hace pozo y ahoga paulatinamente los susurros que me indican el camino.


No hay camino que recuerde no hay un camino a casa que no esté teñido de sangre.


Nadie recuerda el camino porque todos han perdido la cabeza, todos dejaron las lágrimas para después y pusieron bombas en sus cabezas para atemorizar los miedos.


La locura.


La rutina dolorosa de sembrar comida sobre los cuerpos de niños,

comernos los unos a los otros para seguir olvidando el color sangre del paraíso,


comernos los dedos para no señalar al culpable,

mejor ser abono para el café antes de decir su nombre.


Devorar, tragar balas, una tras otra

mientras caemos en listas de masacres demasiado confusas para entender, demasiadas tripas para desenredar,


demasiados nombres para nombrar.

Uno tras otro se hacen comida


y el matorral masca lentamente


trocitos de piel que se hacen ministra; que se hacen vaca

los trocitos de carne que se hacen árbol


que se hacen flor


que se hacen feria que se hacen baile, piel de muerto como traje típico. La euforia, el grito en el carnaval que no distingue entre martirio y alegría. La risa nos engulle nos escupe y siembra en este país caníbal.


Germinan las flores carnívoras de pétalos blancos calman el hambre con coca y la sed con sangre,

se calman y luego se devoran.


No hay retorno no hay lugares sin gritos no hay caminos sin muertos

no hay testigos no hay palabras se van perdiendo en el suspiro en el aire en mí


El río que también se devora


Cristalino río, ¿puedes ver a mis padres flotar por tus aguas?


Bebiéndome para escribir


Dossier 2021



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