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La MadreMonte se embejucó
Relato Gloria Beatriz Salazar De la Cuesta
Ilustración Nathaly Cuervo Rodríguez
Edición Gloria Beatriz Salazar De la Cuesta Andrés Calle Noreña
Diseño Nathaly Cuervo Rodríguez
© Gloria Beatriz Salazar De la Cuesta, 2018 © Nathaly Cuervo Rodríguez, 2018 © Federación Nacional de Cafeteros, 2018 © Ministerio de Cultura, 2018 ISBN Impresión: Matiz Taller Editorial Impreso en Colombia Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin autorización escrita de los titulares del copyright.
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ienvenidos de nuevo a las aventuras en el Paisaje Cultural Cafetero. Esperamos que se diviertan con esta tercera historia, que cuenta la vida de la región y de los seres que habitan en ella. El tiempo no ha pasado en vano y como siempre, hay novedades en la vereda Golondrinas‌
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Carmela
ya lleva más de treinta especies de pájaros reconocidos, en su finca Corocito. Además, la familia Jaramillo estuvo en un curso de catación, con la asociación de mujeres cafeteras y ahora ellas saben que producen un café especial, con notas de chocolate y vainilla.
Noelia después de lo vivido con la cacica Guai-
camarintia se concentró en el estudio de los pueblos indígenas y hasta encontró en México un grupo que corre igual que ella, los tarahumara, cuyo nombre significa “los de los pies ligeros”.
Miguel está dedicado a la música y toca el
clarinete en la banda. Sigue siendo invencible en el trompo. Y su madre le prometió que esta navidad estaría con él en la vereda Golondrinas.
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En un lugar del Paisaje Cultural Cafetero, está la vereda Golondrinas pegada a la coordillera de los Andes y allí viven Miguel, Carmela y Noelia. Era tiempo de cosecha y la región estaba llena de actividad. Yipaos de un lado para otro, cargados de recolectores de café procedentes de todos los rincones del país. La finca Corocito no era la excepción. Mientras Blanca Rosa y sus hijas mayores recolectaban el café, Carmela ayudaba a la abuela Romelia con la preparación de la comida, los quehaceres de la casa y a llevar las cuentas como le están enseñando en la escuela. Miguel también ha estado muy ocupado. La tienda el Cafeterito se movía bastante con las provisiones para los diferentes
campamentos de trabajadores y él le ayuda a su abuela a organizar los pedidos y llevar la contabilidad. Así mismo, acompaña al abuelo en las entregas de los mercados y a llevar el café al pueblo. —Mamita, el sábado voy a visitar a Carmela. Así que no cuente conmigo ese día —le dijo Miguel a su abuela. —Está bien mijito, yo me las arreglo con Mario. Ellas también necesitan ayuda. 16
Ese sábado se levantó bien temprano para llegar pronto donde su amiga, le hacía falta pasar un día completo con ella. Cuando Miguel llegó, doña Blanca Rosa y sus dos hijas mayores se estaban alistando para salir al lote a recolectar el café. La primera en hablar fue la mamá de Carmela: —Buenos días mijo. Llegó justo a tiempo, ya nos estábamos yendo.
—Buenos días mi señora. ¿Listas pa coger el tajo? —Sí mijito, dispuestas para la jornada. Primero la pinta: cubiertas hasta la cabeza para que no nos piquen los bichos, especialmente los moscos, que se lo comen a uno vivo. Parecemos turcas. Esto le iban diciendo a Miguel mientras se amarraban el coco de plástico a la cintura, con la cincha de cabuya. Además, cada una tenía marcada la estopa con sus nombres: Nubia, Blanca y María, para saber cuántos kilos de café recolectan en un día. —¿Y cómo está la marra? —preguntó Miguel. —Pues por ahora hay poquito café, apenas estamos empezando la cosecha. Recolectando el descuñe — le contestó Nubia Stella, la hermana de Carmela. —¡Ahí sí me corchó! ¿descuñe? —Son las primeras pepas y al sobar el palo y repasarlo ayudan al resto del café a madurar. —Bueno ya no más conversa, que nos vamos a recoger la uva —gritó María de los Ángeles.
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rio de Carmela
herba Notas tomadas del
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—¿Y no es pues café? —preguntó Miguel. —Es un decir, bobo —se rió Carmela. La abuela estaba cocinando sopa de plátano guineo, con cilantro y de sobremesa una mazamorra con panela raspada, que es el plato predilecto de su nieta. A media mañana se fueron al cafetal Miguel y Carmela a llevarles torticas de maíz y guandolo a las recolectoras. —¡Llegó la bogadera! —gritó Miguel. —Qué bello este garitero que se consiguió Carmela —le dijo María de los Ángeles. —Gracias señorita, pa servirle a usted. —Póngase las pilas Carmela, que se lo van a quitar —la molestó Nubia Stella. Carmela se puso seria. Pero no por lo que le había dicho su hermana, sino por el animal que había visto entre el guadual. —¡Mira Miguel! Ese animalón tan grande y la cola es larguísima.
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—¿Dónde? Que no atisbo nada. —Ahí, en el fondo del guadual. No mijo, esas gafas no le sirven pa nada. —Ya lo vi, es hermoso. Le voy a tomar una foto. —¿Qué será? Porque no es un gato normal. —No sé, pero, pronto lo averiguaremos. Al final de la tarde, se volvieron a encontrar con las chapoleras que ya estaban terminando la jornada. Entonces la abuela les gritó: —Dejen dormir a los pájaros, es hora de irnos pa la pesa. —Abuela yo no he terminado mi surco. —Fresca hermana, yo le topo y terminamos con esa línea en un minuto —le dijo Nubia Estela a María de Rosario. Cuando pesaron las estopas, Nubia Stela se hizo 70 kilos de café, María de los Ángeles 50 y su mamá 90 kilos, en el día.
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—¡Uy mamá! A usted no hay quién le gane. Es la galafardo de Corocito —dijo orgullosa Carmela. —Gracias mija, no he perdido la habilidad. Y eso que en mis épocas de jovencita llegué a coger hasta 120 kilos en un día. —Prefiero llamarla Blanca Rosa —intervino Miguel. Y todas las mujeres se rieron con las ocurrencias del muchacho. Entonces la abuela Romelia le explicó: —Galafardo se le dice al que anda mucho en los surcos y le rinde la cogida y romo al que poco recolecta. —Entonces yo soy la romo de esta familia —se quejó María de los Ángeles. La tarde terminó mientras hablaban del gato gigante que habían visto y la abuela le dijo que esa era la pantera, que lo buscara en los libros.
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El martes iba el jeep de don Mario con el cupo lleno de niños para la escuela y, por supuesto, Noelia ya lo había alcanzado en la última etapa y corría a su lado. En esto, el carro frenó en seco y todos quedaron estrujados. El conductor salió del jeep y empezó a gritar: —¡Ave María! ¡lo maté, lo maté! Debajo del Willys se encontraba un inmenso gato muerto, en medio de un charco de sangre. Carmela no quería ver esa escena. Entonces, Miguel la calmó, para que se quedara tranquila en la parte de atrás, que él iba a ver qué pasaba. —Lo siento amiga, es la pantera que vimos en los guaduales.
—¡No puede ser! Y arrancó a llorar —mientras Noe trataba de consolarla. En ese momento apareció la profesora Irene y al ver la conmoción decidió mandar a levantar el animal muerto y llevárselo a la doctora Beatriz, la veterinaria que vivía cerca. —Don Mario, vaya por la carreta y recoja al gato. Eso sí, con mucho cuidado y lléveselo a la doctora — luego añadió— Ya no más, todos para la escuela que después sabremos qué le pasó al animal. Esa mañana Carmela no intervino ni una sola vez en clase, solo pensaba en el felino muerto y no veía la hora de que llegara el recreo para investigarlo en internet. —¡Lo encontré! Se llama yaguarundí. Sabía que no era un gato doméstico. Mira esa foto, es hermoso y ¡lo mataron! —Carmela empezó a llorar de nuevo.
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SegĂşn Wikipedia:
—No se ponga así, que me pone aburrido. Voy a averiguar qué le paso a su gato y a agarrar a los culpables o me dejo de llamar Miguel. Esa tarde la doctora Beatriz entregó su dictamen forense: —Por la opacidad de los ojos del felino, demuestra que no murió recientemente y además su cuerpo no se encuentra rígido. —Eso quiere decir que mi viejo no lo mató — descansó Miguel. —No presenta huesos rotos ni lesiones en la piel, signos que indiquen que lo atropelló un vehículo. Sin embargo, tiene un orificio entre los espacios intercostales con salida de sangre. Seguro le comprometió el pulmón con una hemorragia. —Había mucha sangre en el pavimento — interrumpió Noelia. —Lo que confirma mi dictamen. No obstante,
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el orificio que presenta en su cuerpo no es de arma de fuego, porque no hay presencia de pólvora.
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Después de recibir la noticia, fueron a buscar a don Mario, que se encontraba tomando tinto en el Cafeterito. Noelia no quiso ir y se fue trotando para su casa. —Viejo no fue usté. Alguien o algo mató al yaguarundí. —¿A quién? —preguntó sorprendido. —El gato de esta mañana se llama así: yaguarundí. Y no murió atropellado por el jeep. No fue su culpa. —Un hermoso felino que hoy ya no está con nosotros —suspiró Carmela. Y como no era de faltar, los agudos oídos de doña Martina ya habían escuchado la conversación. —Mijo muéstreme ese gato en el celular —le ordenó su abuela.
Miguel le mostró la foto que habían tomado en Corocito y después las imágenes de internet, que coincidían de manera perfecta. —¡Yo vi ese animal la semana pasada! Estaba en el patio de atrás, que da para el rastrojo y se me apareció de frente; por un momento nuestras vistas se encontraron y luego salió corriendo. Al principio creí que era un gato, pero me pareció muy grande para ser un “lindo gatito”. Además, cuando le atisbé la cola supe que era del monte. A ese animalejo le decía mi taita, gato nutria. —Lo extraño es que no se sabe quién o qué lo mató —habló Carmela pensativa. —Yo creo saber quién fue —aseveró doña Martina. —¿Quién? —dijeron todos al mismo tiempo. —Deberían hablar con Rosario, la vecina, ella parece que también lo vio, porque me acuerdo de que la oí gritar: ¡matalo, matalo! Y yo pensé que su esposo estaba aplastando un bicho, pero era
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demasiado estruendo para eso tan chiquito. Y me quedé con la intriga. —Eso suena sospechoso —dijo Miguel con cara de Sherlock Holmes. —Debemos reconstruir sus últimos pasos. Será la única manera de encontrar al culpable —habló con decisión Carmela. Entonces, caminaron rumbo a la casa de doña Rosario. Ella tenía las plantas más bonitas de toda la vereda. Su orgullo eran las orquídeas que siempre adornaban al Santísimo, en Semana Santa. —Buenas doña Rosario, usted siempre florecida. —Gracias Miguelito y usted tan galante. —Venimos con Carmela a preguntarle si ha visto este lindo gatito. Miguel le mostró la imagen en el celular y ella sin pensarlo dijo: —Sí, pues claro.
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—¿Cuándo? ¿Dónde? —preguntaron los dos en forma desordenada. —¡Ave María! ¡Pero no todos al mismo tiempo! Fue este fin de semana. Yo oí un estruendo y me encontré en el patio con ese gato moro. Al principio me asusté, luego me puse furiosa, porque estaba tumbando mis matas. —Y entonces lo mató —interrumpió Miguel— ¡Confiese! —¿Cómo así? ¿Cómo acabó con él? —agregó Carmela. —¡Vean a estos! ¡qué les pasa! Más respetico que yo no he matado a nadies y menos al gato moro. —Entonces, fue su esposo, don José —afirmó Miguel. —Tampoco. —Doña Martina los escuchó. Usted le gritaba a él: “matalo, matalo” —le dijo Carmela. —A ver, vamos por partes y se me calman.
Doña Martina es muy chismosa, perdone mijito, yo sé que es su abuela, pero es la verdá. Aunque debo confesar que yo sí dije eso. —Lo sabía —exclamó Miguel. —Pero no se lo gritaba a mi esposo, sino al gato moro. —¿Al yaguarundí? —preguntaron los niños. —Sí, porque me di cuenta que estaba cazando un ratón y al decirle eso, lo estaba alentando en su cacería. Ese día fue mi héroe, porque cazó ese animal tan asqueroso.
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—Yo nunca le haría daño, antes le doy las gracias por su hazaña. Después de los resultados del interrogatorio, volvieron a quedar como en el principio, sin saber ¿quién? ¿cómo? y ¿con qué? Habían matado al yaguarundí.
Al día siguiente, repasaron los hechos con Noelia, pero ella estaba silenciosa y un poco decaída. Entonces, Carmela se quedó mirándola y le preguntó: —¿Noe qué le pasa? Ha estado muy callada ¿No le parece importante encontrar al responsable? Hubo silencio por unos segundos hasta que empezó a murmurar. —Yo sé quién mato al yaguarundí… —¿Quién? —Mi apá. —¿Su papá? —¡Sí! la semana pasada cuando llegué de la escuela, mi apá estaba alegando con mi mamita porque se habían desaparecido dos gallinas y él le decía que tenía que encerrarlas, ya que un león breñero andaba merodeando por ahí. Y que si se lo encontraba se encargaría de él, por ladrón.
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—¡Mi apá es el culpable! —susurró Noelia con amargura. —Tenemos que ir a la Joya e interrogar a su taita —decidió Miguel. Don Mario les hizo el favor de llevarlos en el jeep, ya que tenía que traer un café de esos lados. —Buenas don Rodrigo. Le conseguí recolectores —le gritó don Mario. —Gracias, pero es ilegal el trabajo infantil. —No se preocupe, que es un chiste. Estos muchachos y Noelia vienen a conversar con usted. —Vea pues. Tengo visita. Desaten que estoy muy ocupado con esta cosecha. —Apá ¿Se acuerda de que usted dijo que algo estaba acabando con las gallinas? —Sí, pero no se preocupe mijita que yo ya solucioné ese problemita. —¿Lo mató? —preguntó Miguel.
—¿A quién? —Al yaguarundí, este lindo gatito moro. —y le mostró la imagen del celular. —El mismito león breñero. —afirmó don Rodrigo. —¡Y usté se encargó de él! —replicó Carmela. —¡Nooo, yo no! —¿No fue él quién estaba desapareciendo las gallinas y por eso lo despachó? —dijo con suspicacia Miguel. —Vea niño, yo si creí que ese león era el culpable de la historia de mis gallinas y por eso puse una trampa, pero lo que me encontré en la jaula no fue su gato sino una chucha con cinco cachorros. —¡Hay Dios mío! ¡desapareció a la mamá y las crías! ¡Un genocidio! —exclamó Carmela.
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—Oiga mija, usted si tienes unos amigos con mucha imaginación. Yo no soy capaz de tal cosa. Lo que hice fue llevarlos lejos, monte adentro. Y así, solucioné el problema de las gallinas. —Ay apá, usted me quita un peso de encima, pensé que había matado al yaguarundí. —Pues si me lo encuentro, de pronto, porque es él el que me puede comer. —No sea exagerado, ese gato apenas come ratones y creo que él le tiene más miedo a usted, no al revés. —le dijo Carmela. Y así volvieron nuestros tres amigos a la vereda con las manos vacías. Habían llegado a un punto ciego. No había más pistas. Nadie más vio el yaguarundí vivo y cómo murió, era todo un misterio. Al regresar a la escuela, la profesora Irene trabajó una actividad sobre los animales salvajes que vivían en la vereda.
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Cada uno escribió el nombre de un animal que hubieran visto merodeando por los campos y cafetales. Y después debían investigar el nombre científico, sus características principales y en qué estado de conservación se encontraban. Y traer una cartelera al día siguiente. Al final de la clase le contaron a la profesora sobre la investigación del yaguarundí y que se habían quedado sin pistas. Ella les sugirió que volvieran a la escena y que reconstruyeran los hechos, allí debían encontrar algo que les ayudara a desenredar el misterio. —Es que es muy triste, no podemos permitir que desaparezca nuestra fauna. Esto tiene que ser un ejemplo y que a nadie se le ocurra volver a hacer esa atrocidad —dijo Carmela. —Entonces, manos a la obra, yo como sea, encuentro al malvado —prometió Miguel.
Los tres amigos se pusieron una cita donde habían encontrado al gato moro, ya sin vida. Primero llegaron Carmela y Miguel. Todavía, se hallaba la mancha de sangre en la carretera. —Busquemos si hay más rastros —sugirió Miguel. —Mira, las manchas continúan en este lote de café y terminan en ese nogal. —Eso quiere decir que el peponazo se lo dieron cerca al árbol y luego logró arrastrarse hasta la carretera y allí murió. —Migue, se imagina lo que debe haber sufrido ese pobre gato. ¿Quién tuvo corazón para hacerle algo así a un animal tan hermoso? —No lo sé, pero lo averiguaremos. En el lote donde se encontraban los niños, estaban controlando con guadaña la maleza del café recién sembrado y el ruido era insoportable.
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Cuando el trabajador paró la máquina, los niños le mostraron el gato en el celular y le preguntaron si lo había visto. —Ese tigrillo sí estuvo andando por aquí, la semana pasada, se metió por la cañada y nunca más lo volví a ver. En ese momento llegó Noelia caminando. Cojeaba y tenía cara de dolor. —¡Por Dios! ¿Qué le pasó? —preguntaron sus amigos. —Pues estaba trotando para llegar aquí, cuando sentí como si me hubieran dado un balazo en mi pierna y caí al suelo con mucho dolor. Yo no entendía lo que pasaba, hasta que vi caer otra piedra cerca de mí y escuché un ruido ensordecedor, entonces comprendí que los que estaban guadañando eran los culpables de mi accidente.
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—Muéstrame la pierna. ¡Ay Dios! eso no se ve bien. Miguel vaya por su abuelo y el jeep para llevar a Noe. Ella no puede dar un paso. Miguel corrió lo más rápido que pudo y trajo a su abuelo como una flecha. La montaron en el Willys. Recogieron a la mamá de Noelia y de allí se fueron hacia el puesto de salud. Tuvieron que esperar un buen rato, mientras atendían a su amiga, que según el doctor le iban a tener que coger unos puntos en la pierna y limpiar la herida. —Carmela, creo que descubrí el misterio. Ya se quién mató al yaguarundí. —dijo Miguel. —¿Quién? —Repasemos los hechos: Nosotros lo vimos en el cafetal vivo, también mi mamita. Luego doña Rosario se lo encontró cuando cazaba un ratón. Sabemos que estuvo caminando por la Joya y lo acusaron de un crimen que no cometió: la desaparición de las gallinas. Y allí perdimos su
rastro. Hasta que lo descubrimos debajo del jeep, cerca a un lote recién sembrado de café. Allí lo vieron los trabajadores que estaban guadañando y que hirieron sin intención a Noe con una piedra. —Vamos bien, dale Migue. —Entonces… ¿Qué tal si pensamos que nadie quiso hacerle daño al yaguarundí? sino que fue un accidente con una guadaña, como le pasó a Noe. —¡Tienes razón! La doctora Beatriz dijo que lo había matado un proyectil, pero no un arma de fuego, así que perfectamente pudo ser… —¡Una piedra! —dijeron los dos al mismo tiempo. Miguel había descifrado el misterio del yaguarundí. Carmela se sentía muy orgullosa de su amigo. Mientras tanto, Noe tuvo que dejar de correr por unos días hasta que sanara su herida.
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De nuevo en la escuela, Miguel con el trabajo del yaguarundí les contó a sus compañeros la historia del gato moro y cómo había descubierto su trágica muerte. Luego los demás compañeros explicaron sus tareas: Carmela, la del oso perezoso; Noe, la del armadillo y así sucesivamente. Se habló del perro de monte, las iguanas y el zorro perro, entre tantos animales que viven en el Paisaje Cultural Cafetero. Después, la profesora Irene les llevó una sorpresa, la doctora Beatriz: —Gracias por invitarme. Vengo a contarles, que nuestro yaguarundí muerto por accidente, fue recogido por
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la universidad para su estudio y será exhibido en el Museo de Historia Natural. —¿Así muerto? —preguntó Miguel. —Disecado, que es el arte de la taxidermia, que quiere decir conservar animales; solo se deja la piel y sus características físicas y por dentro se rellena de algodón. —¿Cómo si fuera un cojín? —Algo así, Miguel. La gente de la ciudad podrá conocerlo y ayudar a su conservación. —Eso me parece mejor que tenerlo en un zoológico enjaulado —dijo Carmela. Luego intervino la profesora Irene: —Queridos alumnos, durante este año hemos tenido toda clase de aventuras y siempre hemos terminado con una fiesta, como el convite de la Madremonte o el festival de los quimbaya, por eso no podemos dejar pasar en vano la muerte de
nuestro yaguarundí y lo que hemos aprendido sobre él y los demás animales de nuestra vereda y la importancia de cuidar la fauna. Como estamos en el mes de los vientos, vamos a alzar nuestros animales al cielo en forma de cometas. El yaguarundí de Miguel y su abuelo fue el que se elevó más alto; la más bonita se la ganó el oso perezoso de Carmela. Fue una fiesta de animales y de celebración por la biodiversidad de la tierra del Paisaje Cultural Cafetero.
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Después de unos meses, el grupo de la escuela fue invitado especial al Museo de Historia Natural de la universidad, donde el yaguarundí fue la estrella. Los tres amigos se tomaron la foto con el gato moro. Su muerte no había sido en vano y tenían la certeza de que muy pronto se encontrarían un yaguarundí caminando por los cafetales.
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Colorín colorado esta primera temporada de aventuras en el paisaje, se ha terminado!
Glosario achiote: especie arbórea, cuyo nombre científico es Bixia oreyana. El fruto sirve como colorante natural y las comunidades indígenas lo usan para pintarse el cuerpo y la cara. También es empleado como condimento. 58
arepa de mote: pan de maíz remojado en agua con ceniza, cocido y asado. asombro: sustantivo que viene del verbo asombrar y se asocia con fantasmas, espantos o apariciones. También, con fenómenos naturales como rayos y vendavales.
aspaviento: demostración excesiva de una emoción con gestos o palabras. atisbar: observar con cuidado algo o una situación. atrocidad: acción violenta y desproporcionada que sobrepasa los límites. bogadera: bebida refrescante, por ejemplo, limonada o aguadepanela. boñiga: excremento del ganado y de otros animales. borrasca: fuerte tempestad, con vientos, lluvia y fenómenos eléctricos. broca: insecto del tamaño de un alfiler que se come el fruto del café. Su nombre científico es Hyppothenemus hampei.
campamento: lugar donde duermen y comen los recolectores de las fincas cafeteras. caragabi: dios de la mitología embera, creador del universo. chicharra: insecto de la familia de los cicádidos, que presenta una metamorfosis. Primero, es un huevo; después se convierte en ninfa; para luego enterrarse por más de dos años y cuando sale a la superficie se convierte en adulto, al desarrollar alas. Se conocen por su canto. chucha: la zarigüeya es un animal nocturno que se hace la muerta cuando se encuentra en peligro. Es un marsupial. Sus crías se terminan de desarrollar en una bolsa o saco que tienen las hembras.
cincha: faja de cabuya con la que se ata a la cintura el coco para recolectar el café. coco: nombre que se le da al recipiente de plástico en el que se recoge el fruto del café. collar de arepas: premio que recibe el rey de la trova paisa. conversa: sinónimo de charla. cualesquiera: pronombre que se refiere a alguien indeterminado. desate: expresión que incita a que la persona diga en voz alta lo que está pensando.
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desbarajuste: un gran desorden. divisa: viene del verbo divisar; sinónimo de mirar. También se utiliza como sustantivo que denota el paisaje. embejucarse: ponerse bravo o furioso. embera chamí: grupo indígena colombiano. Su nombre significa gente de la cordillera. Habitan en los departamentos de Antioquia, Risaralda, Quindío, Caldas y Valle del Cauca. embustero: persona mentirosa. ensueño: sinónimo de sueño. espeluznante: algo que estremece o provoca espanto. fenómeno de la niña: evento climático que ocurre en el océano Pacífico. Es causado por la
corriente de Humboldt, que produce bajas temperaturas y periodos de lluvia. fiambre: plato tradicional de sudado de pollo, yuca, arracacha, zanahoria, papa, arroz y guiso, envuelto en hoja de biao. garitero: persona encargada de llevar los alimentos a los recolectores que se encuentran en el cafetal. guaca: sepulcro de los grupos indígenas que poblaron los Andes y los objetos precolombinos que se encuentran en él. guadaña: máquina agrícola para rozar a ras de piso. guadua: Especie vegetal herbácea de gran altura, de tallos con púas y de cañas gruesas. Su nombre científico es Guadua angustifolia. Es un material de gran resistencia y flexibilidad,
por ello es utilizado para la construcción de casas, pisos, muebles y andamios. Es indispensable para el bahareque.
guandolo: bebida de panela no cocinada, disuelta, con jugo de limón que se sirve fría. guaquero: persona que se dedica a buscar cementerios o guacas precolombinas, con el fin de sacar un tesoro. herbario: colección de plantas, hojas y semillas, que se secan y pegan en cuadernos, en los cuales se escriben los nombres científicos y sus principales características, para el estudio de la botánica
hojarasquín: ser que aparece cubierto con hojas y musgo. Es un protector de la naturaleza y ayuda a los de buen corazón cuando se pierden en el monte. Icterus nigrogularis: nombre científico del turpial amarillo, se reconoce por su canto y por sus nidos en forma de mochila. intenso: persona necia que no se queda quieta y a veces molesta a los demás. jaibaná: chamán del pueblo embera chamí. Puede ser un hombre o una mujer. Es un ser sabio y poderoso que conoce las propiedades curativas de las plantas. Además, es un mediador que aconseja y reconcilia.
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manigua: sinónimo de solo tiene una pierna y monte o rastrojo. simboliza el árbol que marra: cantidad de café cuida el bosque. maduro en un cafetal. pinchado: persona que mazamorra: plato se cree elegante o es tradicional, que tiene creída. Viene del adjetivo como ingrediente hinchado, inflado. principal maíz pelado y poporo: recipiente hecho cocido, acompañado con de calabazo, en el cual las panela o bocadillo y leche. comunidades indígenas guardan las hojas de coca mezcladas con cal o ceniza. provisiones: sinónimo de mercado o alimentos. Viene del verbo proveer. pulpa del café: subproducto del beneficio del café, que pakore: espíritu femenino es la cáscara y el mucílago. dentro de la mitología Sirve como fertilizante embera, que se asimila orgánico y compost. con la Madremonte quedo: adjetivo para exprede los relatos y mitos sar que se habla en voz campesinos. baja o que apenas se oye. parranda: sinónimo de También denota quietud. fiesta. quiubo: apócope de ¿qué patasola: personaje de los hubo? Expresión para mitos y leyendas, que saludar.
resarcir: realizar un acto referirse al lote en el que con el fin de reparar un se va a cosechar o realizar daño. una labor. sermón: discurso largo, tempraniar: sinónimo de pesado, de enseñanzas y madrugar. consejos morales. En la tolva: construcción en antigüedad era propio guadua y madera, que se de las misas y de los encuentra en los cafetales sacerdotes. en forma de embudo. En sirirí: ave común en ella se dispone todo el café Colombia. Su nombre recolectado. La tolva tiene científico es Tyrannus una compuerta, diseñada melancholicus, este pájaro para abrirla y dejar que es de mal carácter, ya que pase el grano, hasta el es muy territorial. Por eso medio de transporte hay un dicho que dice “No y seguir el proceso de hay gavilán sin su sirirí”. beneficio. Es una expresión que se utiliza para indicar que una persona también es molesta, como el ave. surco: hilera de matas de café (40 árboles), que se le entregan a cada recolector para cosecharlo. tajo: expresión que utilizan los recolectores para
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topar: sinónimo de enconla chiva se convierte en el trarse. Expresión usada en medio de transporte más la cultura cafetera cuando común en la región del un compañero recoge Paisaje Cultural Cafetero. en el sentido contrario y Son tradicionales los recolecta lo que le falta al desfiles de yipaos en otro. el departamento del tronera: Se utiliza para Quindío. expresar algo que tiene zoca: poda que se hace a muchos huecos. treinta centímetros del trova: composición poética suelo, para renovar el con métrica, rima y buen cafetal y aumentar su humor, para ser cantada productividad. por los troveros paisas y de zumbambico: sustantivo que otras regiones del país. significa niño inquieto. vistas: es un sinónimo de Se usa de una manera ojos. cariñosa hacía los niños vusté: forma coloquial de bullosos. Es como una decir usted. comparación con el whatsApp: aplicación de juguete tradicional que mensajería para teléfonos lleva el mismo nombre y inteligentes, que envía y que hace mucho ruido o recibe mensajes mediante zumba. Internet, (escritos, voz, video e imágenes). yipao: jeep Willys lleno de café o de un trasteo. Con
Expresiones o refranes
parecemos turcas: referencia que indica que tiene totalmente a pata: sinónimo de a andar cubiertos a pie. También, en otros la cabeza y tiempos, significaba andar parte del descalzo. rostro. amansar su espíritu: se Embozo. refiera a conseguir la patas arriba: usado para calma o sosiego. decir algo que cambia de echando chispas: expresión orden o se altera. para decir que una Sherlock Holmes: detective persona está furiosa. inglés de finales del siglo el de Aguadas: o “el putas XIX, creado por Arthur de Aguadas”, usado para Conan Doyle. Famoso indicar que una persona por su racionamiento puede con cualquier cosa deductivo, ironía e que se le interponga en inteligencia. el camino y que a nada le teme. está patente: expresión que se utiliza para describir una vivencia muy real. metidos en la gorda: frase que indica que alguien se encuentra en medio de un gran problema.
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silencio sepulcral: es cuando no se escucha ningún sonido, como en los cementerios.
de Cafeteros, que se usa como un instrumento financiero y cuenta bancaria.
Instituciones y fiestas 66
Carnaval del diablo: es una fiesta tradicional, que viene desde 1915, ocurre cada dos años en el muniComité de Cafeteros: son cipio de Riosucio. Es un los espacios gremiales carnaval que combina departamentales y munila diversidad cultural y cipales de representación étnica entre indígenas, de la Federación Nacional blancos y afro, del de Cafeteros a nivel departamento de Caldas. regional. El diablo en estas fiestas es un espíritu vital, como eran los dioses ancestrales, no una deidad perversa o dañina. Cédula Cafetera: es un documento que identifica a los cafeteros miembros de la Federación Nacional
Paisaje Cultural Cafetero UNESCO: sigla en de Colombia: (PCCC) es inglés que identifica a el nombre que se escogió la Organización de las para identificar una región Naciones Unidas para la reconocida por UNESCO, Educación, la Ciencia y la como Patrimonio Mundial, Cultura. gracias a la suavidad de su café cultivado en las montañas de los Andes, por gente amable y trabajadora que ha transmitido este amor por el café por generaciones y que a través de los años aún conserva tradiciones asociadas al cultivo del café y su forma de vida, que constituyen su inmenso valor cultural.
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Escaneen este código y así podrán descubrir más sobre el Paisaje Cultural Cafetero.
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Aventuras en el
¿Qu i é n mato al yaguaru n dí?