Adelaida SanClemente Book
Adelaida SanClemente
Adelaida SanClemente
Camilo Castañeda Vizcaíno Natalia Pérez Penagos Maria Paula Perilla Laura Sánchez Quintero
CapĂtulo uno
Capítulo uno
La Pequeña Aristócrata Adelaida SanClemente, nacida en Santa Fé de Bogotá el 4 de Febrero de 1931, hija de Don Octavio SanClemente y la muy respetada Eugenia de SanClemente; se crió en el seno de una familia de alta alcurnia, dividiendo su niñez entre Colombia e Inglaterra, debido al importante cargo que su padre desempeñaba en la embajada Londinense.
Crece bajo una estricta disciplina de caprichos e indulgencias, sometida a una rigurosa educación a cargo de la señorita Agatha, su institutriz, quien la adiestró en el piano, le indujo un amor por la literatura clásica, le enseño el arte de la costura, el bordado y tejido, le inculcó una arraigada fe católica, y la instruyó en los más finos modales a la hora de comportarse en sociedad y sentarse a la mesa. Adelaida siendo niña, adoptaba actitudes adultas cuando compartía momentos con su madre y el mundo aristocrático para el cuál fue educada.
El nombre Adelaida, significa, “aquella de gran nobleza”.
Por otro lado, su padre, era quien la consentía y acolitaba todos sus caprichos, llenando su infancia de pequeños tesoros, dulces, mascotas, y los más finos regalos.
La niñez, ese mundo de magia y caramelo, donde guía los pasos nuestro ángel guardián, donde andan los sueños traslúcidos, etéreos y con duendes traviesos, desmigamos el pan. La niñez, ese cielo de caminos ingenuos, en que, con la inocencia se puede transitar...
-Ana María Sanchís
En 1940 los SanClemente regresan a BogotĂĄ debido al estallido de la guerra en Europa, que causĂł discordias en la embajada, agravadas por el presente alcoholismo de su padre que lo obliga a abdicar a su cargo; tras esto, se instalan en una acomodada casa en la carrera 18 no. 31ÂŞ - 17, del barrio Teusaquillo.
Tres años después Octavio sucumbe trágicamente ante su agravada adicción, por lo cual Adelaida y Eugenia quedan por su cuenta, herederas de una fortuna acumulada en objetos y un hogar saturado de lujos.
Rituales de pastillaje
Ángel de la guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me pongas en paz y alegría, Con todos los santos, Jesús, José y María.
Carrusel de peque単as indulgengias
Primaveras de algod贸n
Y, ¿sabes tú, niñas mía por qué ningún hada había? Porque allí estaba cerca de ti quien tu nacer bendecía: Reina más que todas ellas: la Reina de las Estrellas, la dulve Vírgen María. Que ella tu senda bendiga, como tu madre y tu amiga; con sus divinos consuelos no temas infernal guerra; que perfume tus anhelos su nombre que el mal destierra, pues ella aroma los cielos y la tierra. -Rubén Darío
Las hadas decĂan cosas en la cuna de las princesas antiguas: que si iban a ser dichosas o bellas como la luna.
Rituales de Pastillaje
CapĂtulo dos
Capítulo dos
Algo nuevo, algo viejo, algo prestado , algo azul. A causa de la muerte de Don Octavio, Adelaida queda bajo el cuidado de su madre, quien se dedicó a ocultar la pena familiar para converitr a Adelaida en la nueva embajadora del apellido SanClemente. En medio de su preparación para ser presentada ante sociedad, Eugenia planea el matrimonio de Adelaida con los padres de Raúl Vizcaíno, un apetecido soltero de la época, quien se convirtió en el profundo, primero y único amor de Adelaida.
A pesar de estar involucrados en un matrimonio consertado, Adelaida y Raúl se enamoran profundamente el uno del otro, y los planes de la boda se convierten en el diario vivir de ella, quien con su madre se dedica a realizar un matrimonio de ensueño; a preparar el nido donde se harán realidad los planes que Eugenia imaginó para Adelaida.
En medio de la ilusi贸n, Adelaida oculta bajo un velo matrimonial un oscuro secreto que termina por anular su compromiso, tras el esc谩ndalo social que la marca como heredera del fatal alcoholismo de su padre.
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
-Rubén Darío
La cancelación del matrimonio envuelve a Adelaida en una profunda depresión, que la conlleva a culpar a su madre por haberla ilusionado con el ideal amor. Ese nido se ha convertido en una jaula de la que le es dificil salir, donde los tesoros e ilusiones quedan perpétuamente suspendidos. El espacio que creó en su cabeza para fundar un hogar cálido y acogedor, se convierte en un lugar frío y estéril.
Para liberarse de su prisi贸n emocional, Adelaida descose su vestido puntada a puntada, hebra por hebra con un preciocismo exagerado. Deshace su ajuar hasta purgarse de sus penas y deja de ser reh茅n de sus propias ilusiones frustradas.
ÂĄAy!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de Mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
-RubĂŠn DarĂo
Ajuar estĂŠril
Ilusi贸n de p茅ndulo
MelodĂas de la intimidad
¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
-Rubén Darío
Calla, calla, princesa, dice el hada madrina, en caballo con alas, hacia acĂĄ se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con su beso de amor.
-RubĂŠn DarĂo
Ajuar EstĂŠril
CapĂtulo tres
Capítulo tres
El Legado Anacrónico
Con el tiempo, Adelaida comienza la reconciliación con su madre y consigo misma, apoyándose en los recuerdos más fuertes que tiene: en la dulzura de su padre, las riquezas que este le dejó, las costumbres y la feminidad que heredó de su madre, lo que era ella antes de enamorarse de Raúl. Poco a poco y sin darse cuenta, construye a partir de sus mayores penas y dolores, una coraza que la protege de estas mismas.
Es una coraza que la hace sentirse fuerte, aunque con el más mínimo descuido, podría destruirse en mil pedazos.
Esta coraza le permite encontrarse con ella misma, con su feminidad, con sus tesosoros, brindándole un nuevo aire a su vida; le concede un renacer, ver de nuevo la luz después de permanecer en la oscuridad de su depresión, pero no abriendo ventanas o encencidiendo luces, sino por medio de la refracción de la luz y los destellos que producen los cristales y joyas que la rodean. Adelaida moldea su pureza inmaculada a semejanza de un diamante, brillante pero frío, hermoso y cortante al mismo tiempo. Esta coraza la mantiene aislada de cualquier persona, menos de su madre y conservando sólo la luz de los recuerdos de sus días más jóvenes, alcanza la madurez. Su interior se cristaliza y endurece en medio de su encierro, irradiando luz fría durante años.
Su madre Eugenia muere en 1988, dejándola completamente sola, pero ella en realidad no se siente abandonada, pues la companía de sus herencias y su casa la protegen, la cuidan, y la encierran cada vez mas, conviritiéndose así en lo único que Adelaida tiene y lo único que quiere.
Coraza de cristal
Refracci贸n de la pureza
Destellos de memorias
Porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde el alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza. -Mario Benedetti
Cese, señora. el duelo en vuestro canto, ¿Qué fuera nuestra vida sin enojos? ¡Vivir es padecer! ¡Sufrir es santo! ¿Cómo fueran tan bellos vuestros ojos si alguna vez no los mojara el llanto? Remped las cuerdas del amargo duelo. Quien sufre como vos sufrís, señora: es más que una mujer, algo del cielo, que de él huyó y entre nosotros mora.
-José Martí
Coraza de Cristal
CapĂtulo cuatro
CapĂtulo cuatro
La Delicadeza Decadente Viviendo completamente aislada del mundo real, Adelaida se dedica a mantener su casa como siempre la ha querido, impecalbe y reluciente.
Pero el tiempo no le permite mantener esa juventud, ni a ella ni a su casa, por lo que juntos comienzan a marchitarse sin nunca haber florecido, en una delizadeza decadente donde la vejez es inevitable, y que estรก presente por doquier, por mรกs que ella intente mantener su casa y sus tesoros intanctos.
Debido a la devoción y adoración que Adelaida tiene hacia sus objetos, estos han cobrado vida propia; la cuidan y la encierran cada vez más en esa casa en donde no solo se respira polvo y moho, se respiran historias. Los objetos juegan con ella, le ocultan secretos, que si llegara a desentrañar pondrían en riesgo su frágil existencia. Gracias a estos juegos, los objetos se ganan el derecho a permanecer inmaculados.
La acumulaci贸n y la transmutaci贸n hacen imposible distinguir d贸nde comienza una pieza y termina la otra, como una quimera objetual que en realidad es guardiana de un secreto.
En el núcleo existe una llave, inalcanzable, y Adelaida no recuerda qué encerró con esta o en dónde, pero sabe desde lo más profundo de su ser que es algo importante. Sin embargo, no es más importante que el universo que se formuló a su alrededor, en el que ella no se atreve a irrumpir y que conserva intacto con un devotismo absoluto.
Ayer pasó el pasado lentamente con su vacilación definitiva sabiéndote infeliz y a la deriva con tus dudas selladas en la frente Ayer pasó el pasado por el puente y se llevó tu libertad cautiva cambiando su silencio en carne viva por tus leves alarmas de inocente Ayer pasó el pasado con su historia y su deshilachada incertidumbre/ con su huella de espanto y de reproche Fue haciendo del dolor una costumbre sembrando de fracasos tu memoria y dejándote a solas con la noche.
-Mario Benedetti
Darle Tiempo a los objetos
Devoci贸n a los objetos
Tesoros silenciados
No cabe duda. Ésta es mi casa aquí sucedo, aquí me engaño inmensamente. Ésta es mi casa detenida en el tiempo. Llega el otoño y me defiende, la primavera y me condena. Tengo millones de huéspedes que ríen y comen, copulan y duermen, juegan y piensan, millones de huéspedes que se aburren y tienen pesadillas y ataques de nervios. No cabe duda. Ésta es mi casa. Todos los perros y campanarios pasan frente a ella. Pero a mi casa la azotan los rayos y un día se va a partir en dos. Y yo no sabré dónde guarecerme porque todas las puertas dan afuera del mundo.
-Mario Benedetti
Y esta pobre viejecita Cada año, hasta su fin, Tuvo un año más de vieja Y uno menos que vivir Y al mirarse en el espejo La espantaba siempre allí Otra vieja de antiparras, Papalina y peluquín Y esta pobre viejecita Al morir no dejó más Que onzas, joyas, tierras, casas, Ocho gatos y un turpial Duerma en paz, y Dios permita Que logremos disfrutar Las pobrezas de esa pobre Y morir del mismo mal. -Rafael Pombo
Devoci贸n al Objeto
Créditos Rituales de Pastillaje Modelos en barro y porcelanicrón Moldes y repites en cerámica Decoración a mano Ajuar Estéril Estructura de la jaula Costura encajes Tejido crochét Objetos de porcelana Encajes de algodón Iluminación Coraza de Cristal Vitrales Telarañas de crochét Devoción al objeto Marcos Libros viejos Base de silla antigua Botones, flecos, borlas Tela Estampación tela
Ensamblaje Espacio Montaje, paredes y piso Iluminación Corte láser de flores
Luis Arciniegas / cel: 314 264 5728 Gregorio León/ tel: 235 3242 Camilo Castañeda / cel: 300 218 4420 José Monroy / cel: 312 501 9863 Maria Paula Perilla / cel: 310 876 5033 Laura Sánchez Quintero / cel: 311 226 9670 Natalia Pérez Penagos / cel: 317 538 6539 Venta de Garage Altamira / tel: 217 7314 Almacén El Adorno / tel: 341 5277 Almacén Highlights / tel: 636 36 00 Carlos Rincón / cel: 311 428 1148 Camilo Castañeda / cel: 300 218 4420 Natalia Pérez Penagos / cel: 317 538 6539 Venta de Garage Altamira / tel: 217 7314 Juan José Villamil / cel: 312 474 0558 Nancy Matiz Camacho / cel: 310 324 1926 Almacén El Adorno / tel: 341 5277 Almacén Sanzo / tel: 383 0404 Camilo Castañeda / cel: 300 218 4420 Natalia Pérez Penagos / cel: 317 538 6539 Maria Paula Perilla / cel: 310 876 5033 Laura Sánchez Quintero / cel: 311 226 9670 Javier Pardo / cel: 318 823 1135 Parmenio Lizarazo / cel: 314 410 7552 Jhon Freddy Vásquez / cel: 310 249 1387 Henry Botero / cel: 317 636 5691
Adelaida SanClemente Estudio 6: Superficies y Vestuario Universidad de los Andes
Profesores: Carolina Agudelo y Luz Mariela G贸mez
Este libro se termin贸 de imprimir el 26 de Mayo de 2011 en Bogot谩, Colombia. Se utilizaron las tipograf铆as Miama y Adobe Garamanod Pro. Encuadernado a mano.