Título: abandonar (2011) Fecha de edición: enero 2012 Copyright de las fotos, diseño y texto: © 2011 Manuel Navarro Forcada
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Abandonar Tras mis ensayos fotográficos, “Mi ex-pueblo” (2007-2008) y “A-publicidad” (2010), relatos visuales, el primero, sobre cómo desaparece repentinamente tu entorno a medida que engorda el hormigón y ladrillo; y cómo la sociedad en general y empresas en particular dejan de anunciarse en las vallas publicitarias, en segundo lugar, inicié “Abandonar”, ensayo no concluido motivado por otra fatalidad, esta vez para mí de mayor dramatismo, la de estar observando por doquier construcciones de todo tipo no concluidas, la mayoría abandonadas a su suerte. He ido indagando en todo tipo de construcción, privada, comunitaria, pública. Es complicado. A nivel compositivo es muy fácil caer en tomas muy similares entre sí, ya que se repiten los motivos, columnas, grúas, elementos propios de cada obra… pero para mí esto es lo de menos. Muchos, la mayoría, pueden observar “sólo” clasicismo y purismo técnico en estas imágenes. La elección del blanco y negro, la realización de la toma, por lo general en modo paisaje, dan pie a sentenciar apresuradamente, a que probablemente mis intenciones quizá no se manifiesten o entiendan, como ya ha ocurrido en algún certamen en el que presenté la serie “Abandonar”. Para mí “Abandonar”, esta imagen que os presento, es algo más. Detrás de esos pilares, en el interior de esos muros no dejo de ver almas rotas, almas en pena. En esos lugares se acumulan docenas de sueños no cumplidos, o que tardarán muchos años en realizarse. Algún mal nacido dejó de construir, abandonó, desapareció con la bolsa, o simplemente está en busca y captura. En su interior, entre las columnas de hormigón frío y oxidado, percibo cómo deambulan los pre-propietarios, los que debieran habitar esos espacios, esos salones, esos dormitorios, como fantasmas, proyectando ideas de futuro, sueños e ilusiones que el sistema les ha extirpado. Sigo entrando en esas construcciones muertas, cámara en mano. A veces escucho voces. “Este tabique lo modificaremos”. “Ésta será la habitación del niño”, le dice él a su esposa, embarazada y radiante, como la luna llena.
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