Detalles de una ex-piscina (2011)

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Título: detalles de una ex-piscina (2011) Fecha de edición: enero 2012 Copyright de las fotos, diseño y texto: © 2011 Manuel Navarro Forcada

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Detalles de una ex-piscina La Piscina Pública Municipal de Vila-real fue toda una revolución de “lo acuático” para la ciudad en el momento de su construcción, allá por 1966. Aquella obra representó, para un pueblo que no pasaba de ser “mediano”, un gran hito. No sólo por tratarse de la primera piscina olímpica de 50 metros que se construía en la provincia de Castellón, sino por lo que representaba para miles de usuarios que durante décadas, cada verano al apretar el calor, se desplazaban allí para zambullirse en sus depuradas y cristalinas aguas; para permanecer “tirados” durante jornadas enteras en su cuidado y flamante césped, entre chapuzón y chapuzón. Seguramente el hecho de que Vila-real no tenga mar ni playas debió remover el orgullo de las autoridades de la época, lo que les hizo redoblar esfuerzos para emprender una obra de esas dimensiones y tan gran presupuesto. Lo cierto es que durante todos estos años, especialmente durante la etapa que yo más conozco, es decir, las décadas de los 70 y los 80, la piscina permaneció como un símbolo lleno de vida y, sobre todo de deporte. En ella cada verano realizaban sus entrenamientos múltiples nadadores, entre ellos algunos campeones de nivel nacional, tanto vila-realenses, como los hermanos J.V. y Alejandro Martí-Barrachina, Gerardo Manzanet, etc., como de poblaciones cercanas, como Ricardo Franch y Francesc Colomer, entre otros, entrenados por Paco Montañés, el primer técnico titulado de la provincia, que aportaría aire de profesionalidad y múltiples éxitos para este deporte, desconocido y poco practicado hasta esa época en esta tierra. En ella aprendieron a nadar miles de niños y niñas de la mano de los maestros Pascual “Colau”, José Usó y Pascual “Piula”. También aprendieron, o al menos perdieron el terror al agua, centenares de adultos ayudados por monitores titulados, entre los que se encontraba mi padre, Manolo Navarro, y Rafael Salais, el socorrista principal. Yo mismo participé durante algunos años, junto a otros compañeros nadadores de la época, en la estresante y a la vez hermosa tarea de enseñar a un niño a flotar y nadar, y sobre todo a perder el miedo al agua. Recuerdo días y eventos emblemáticos en aquel lugar. Las “24 horas” de natación, el “Trofeo Rosquilleta”, cucañas, competiciones locales, campeonatos nacionales, todos ellos organizados por un colectivo altruista, el Club Natació Vila-real. Recuerdo como si fuera ayer a su presidente, Pasqual Manzanet, un abanderado del compañerismo, un ser humano de formidable corazón.


Durante siete u ocho años estuve entrenando, compitiendo e impartiendo cursillos en esa piscina cada verano. En invierno nos desplazábamos a la Piscina Provincial de Castellón, climatizada ella, para poder seguir con los entrenamientos. Fui un nadador aceptable a nivel local, incluso a nivel provincial, pero poco destacado a nivel regional, aunque alguna medalla gané fuera de casa. Dejé la natación casi repentinamente: demasiado sacrificio, demasiadas horas en el agua para no mejorar ni una sola centésima de segundo la marca personal. A partir de entonces sentencié que la natación competitiva es un deporte para duros de mollera, para gente con gran fortaleza mental y sobre todo física. Yo no pertenecía a ese grupo de gente, y me dediqué a descubrir otros placeres que regala la vida a un chaval de 16 ó 17 años, digamos, “menos sacrificados”. Por todo lo escrito, mientras realizaba el presente reportaje he resultado herido al ver tanto abandono a través del visor. He comprobado que estas instalaciones permanecen abandonadas al menos 3 años. En sus duchas y vestuarios comienzan a verse signos de vandalismo, y doy fe de que esto irá más allá, hasta que vaya desapareciendo y destruyéndose absolutamente todo. Me he angustiado, he vuelto a nadar, allí, pero esta vez en la nada, en el caos, entre recuerdos y vivencias, añoranzas y flashazos a base de gentes, situaciones, olores, espacios, sonidos, sensaciones… Y ahora, tras la postproducción y la selección de imágenes terminadas, tras observar sosegadamente los detalles recogidos con mi cámara, después de ver esa enorme piscina vacía, como una espantosa sepultura, con sus cruces azules, rodeada de hierbajos, palmeras moribundas, desconchados y óxidos, mi nostalgia se ha convertido en irritación, en rabia hacia los politicastros de turno que han dejado a su suerte este lugar tan especial, abrazado por la naturaleza de un paraje singular, el del Ermitorio Virgen de Gracia, que anteponen millonarias y surrealistas construcciones en Plazas Mayores a la conservación y mantenimiento de sitios verdaderamente iconográficos de una ciudad, esta vez sí, Vila-real, donde cualquier hijo de vecino se auto-considera “de primera”.

Manuel Navarro Forcada Agosto de 2011






















































































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