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Publicación semestral Regional 1—CAPC
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JUNIO 2017
Editorial E.1—1
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C.2 C.2—1 C.2—2 C.2—3 C.2—4 C.2—5
Diego Peralta
4 Casas Diego Sabattini Javier Giorgis María Ramón Viciano Agustín Berzero Fernando Pájaro Belén Tosello Tristán Bondone Luciano Femopase Julian Genesio
Córdoba Moderna/Casa Rébora Sebastián Malecki Gonzalo Fuzs Pedro Cufré Lisandro Gonzalez Roberto Martín
Entrevista Diagonal Guillermo Irós Tomás Spina Santiago Canén
Textos Jerónimo Mullins Arquitectos Al Aire Gonzalo Viramonte Diego Schmukler Alejandro Flores Pablo Bisio
Finochietto 240. 5000, Córdoba Capital
Regional 1 (2015 - 2017)
Equipo Editorial
Presidente Arq. Diego Peralta
Arq. Arq. Arq. Arq. Arq. Arq.
Secretaria Arq. Graciela Sole
Celina Caporossi Román Garabano Agustín Cano Nazario Páez Ferreyra Santiago Canén Tomás Spina
Tesorero Arq. Simón Prado
Colaboradores #1
Vocales Titulares Arq. Elsa Blasco Arq. Mauro Quevedo Arq. Laura Turu Michel Arq. Yolanda López Lara Arq. Gabriel Sánchez
Dr. Arq. Gonzalo Fuzs Dr. Sebastián Malecki Arq. Lisandro González Dr. Arq. Pedro Cufré Arq. Roberto Martín Arq. Diego Schmukler Arq. Guillermo Irós Arq. Gonzalo Viramonte Arq. Pablo Bisio Arq. Jerónimo Mullins Arq. Fernando Pájaro Arq. Belén Pájaro Arq. Agustín Berzero Arq. Javier Giorgis Arq. María Ramón Viciano Arq. Diego Sabattini Arq. Tristán Bondone Arq. Luciano Femopase Arq. Julian Genesio Arq. Silvina Angiolini Arq. Miguel Martiarena Arq. Marcelo Corti Juan Murúa Palacio
Vocales Suplentes Arq. Román Garabano Arq. Nancy Sonia Reynoso Delegados a Junta de Gobierno Titulares Arq. Enrique Moiso Arq. María Inés Vernetti Arq. Jose Jabif Arq. Paola Fantini Arq. Agustín Sattler Arq. Andrea Belén Tumosa Arq. Alejandro Cohen Arazi Arq. Silvana Zaya Arq. Guillermo Frediani Arq. Paula Allub Arq. Ricardo Degutis Arq. Cecilia Torres Suplentes Arq. Marcelo Lange Arq. Salvador Maria Viale Arq. Adriana Mendieta Arq. Gustavo Gómez Accietto Arq. Carina Bertello Arq. Benjamín Naidich Arq. Marcela Díaz Arq. Esteban Sayago Arq. Elisa Viñas Arq. Diego Peralta Arq. Fernanda Meinero Comisión Revisora de Cuentas Arq. Juan Olmedo Paz Arq. Rosana Buffa Arq. Rodolfo Cervantes
Editorial
Editorial
R1 es un proyecto editorial que surge con el fin de fortalecer el vínculo entre los matriculados y la Regional 1 del Colegio de Arquitectos de Córdoba; una idea que nace hace más de un año y hoy tenemos la alegría de presentar. La Plataforma comunicacional, en su versión papel y digital, intenta establecer nuevos lazos entre el medio, la disciplina, los profesionales y la institución. Proponemos un soporte que nos permita interpelar nuestro quehacer cotidiano, nuestra ciudad, la forma en que trabajamos, nuestros logros y desafíos. No es simplemente una revista. Es la certeza de que existen diversas formas de construir el mundo y la convicción de que la mejor manera es mediante el trabajo conjunto y mancomunado. R1 es un proyecto abierto. Es un intento por visualizar y poner en valor las distintas formas de hacer arquitectura y los distintos medios donde los arquitectos trabajamos. R1 es un futuro posible. Nos entusiasma la idea de promover discusiones sobre nuestras ciudades y nuestra profesión. Somos conscientes de nuestro contexto y lo vemos como una oportunidad a la hora de definir nuevos rumbos de manera inteligente y creativa. R1 es una invitación. Creemos en la construcción colectiva. Tenemos la convicción de que la manera de avanzar es sumando a los colegas y aprendiendo de cada uno de ellos. Por eso, esta publicación es una invitación a participar, debatir y construir. R1 es parte de la Regional UNO del Colegio de Arquitectos de Córdoba. Es un logro de todos. Un agradecimiento muy especial a los profesionales que participaron en este primer número y a todos los que serán parte en el futuro.
Diego Peralta Presidente Regional 1. Colegio de Arquitectos de Córdoba
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Córdoba Moderna Casa Rébora
CÓRDOBA MODERNA Casa Rébora A.2
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28’ 4263 Sebastián Malecki Gonzalo Fuzs Pedro Cufré Lisandro Gonzalez Roberto Martín
Córdoba Moderna es un proyecto de investigación -radicado en la FAUD de la Universidad Nacional de Córdoba- que propone realizar una historia cultual de la arquitectura a partir de interrogarse por los vínculos entre la cultura arquitectónica “moderna” y la cultura urbana de Córdoba. Nuestra hipótesis de partida es que entre finales de los 40 y mediados de los 70, la ciudad de Córdoba vivió uno de sus ciclos de mayores transformaciones urbanas, el que se superpuso con un proceso de “modernización” y otro de “radicalización” que afectaron, con diferentes intensidades, al conjunto de la cultura cordobesa. La cultura arquitectónica no sólo se vio afectada por dichos procesos sino que, además, contribuyó con ellos con diversos proyectos, propuestas, ideas, teorías e imágenes. En los casi treinta años que fueron de 1947 a 1970 -para tomar dos fechas censales- una misma generación pudo ver cómo Córdoba pasaba de una “tranquila capital provinciana” a una moderna y dinámica ciudad industrial. Es que en esos años Córdoba fue una de las ciudades argentina que mayor crecimiento poblacional tuvo, pasando de 386.000 habitantes a poco más de 781.000. Buena parte de esos nuevos inmigrantes fueron absorbidos por las “industrias dinámicas” (automotriz y metalmecánica), que llegaron a representar el 75% del total de trabajadores para 1961. Asimismo, desde los 50, Córdoba fue consolidando sus áreas intermedias y, a partir de los 60, vivió un crecimiento exponencial de sus áreas periféricas, donde se asentaron en forma mayoritaria las nuevas industrias. Así, mientras en 1947 el área céntrica y los barrios tradicionales albergaban el 48,4 % de las viviendas y las zonas periféricas tenían el 36,7 %, y para 1960 la proporción se había invertido. Esto generó una novedosa tensión entre el centro y la periferia, a la que se agregaba un impresionante transformación del área central, la que, en pocos años, había visto poblarse de edificios en altura. En este contexto, como decíamos, se puede apreciar desde los 50 un proceso de renovación e innovación en amplias capas de la cultura cordobesa que se relacionaron, de diferentes maneras, con la paulatina radicalización que comenzó hacia mediados de los 60. En
Córdoba Moderna Casa Rébora
tal sentido, Antonio Oviedo ha sugerido la existencia de una “vanguardia” en Córdoba entre los 60 y 70, o por lo menos una serie de actitudes vanguardistas en las letras, la plástica y el teatro que recurrían a diversos repertorio modernistas y de experimentación formal y estética. Parte de esas producciones se realizaron en el marco de renovados circuitos culturales, entre los que se destaca la Escuela de Artes que vivió su época de oro durante las gestiones de Raúl Bulgheroni; las Bienales Americanas de Arte impulsadas por IKA; los cines clubs, como el “Sombras” o el “Ángel Azul”, donde se proyectaban películas de las vanguardias francesas e italianas y del que saldría el grupo creador del Departamento de Cine de la UNC; la figura de Jorge Bonino, o los grupos de teatro vanguardistas Libre Teatro Libre, La chispa, entre otros. Ahora bien, como han puesto en evidencia algunas investigaciones recientes, la cultura arquitectónica no sólo buscó intervenir en la ciudad material, sino que también contribuyó -a través de un amplio repertorio de imágenes, ideas y teorías- con la emergencia de una nueva imagen de Córdoba como de una ciudad “moderna” y dinámica. Elementos que adquieren un sentido mucho más preciso si se tiene en cuenta la prolongada disputa entre “tradición” y “modernidad” que se dio en la ciudad. Disputa que resultó en un elemento identitario para un sector de la intelectualidad cordobesa -aquel que se identificaba con lo “moderno”, en un amplio arco que iba desde el reformismo del 18 a los grupos marxistas radicalizados, como los de Pasado y Presente-. Pero nociones como “moderno” y “modernidad”, lejos de poseer un sentido unívoco fueron un espacio de disputa y confrontación, en el que se superpusieron sentidos generales, nociones disciplinares precisas, actitudes artísticas diversas junto a diferentes identidades políticas. Por caso, también eran modernos -y reclamaban algún tipo de “modernidad”- diversos arquitectos que se identificaban con los sectores católicos. Así, para la cultura arquitectónica, los 50 fueron una década de grandes apuestas arquitectónicas en clave moderna. Basta mencionar que las principales intervenciones urbano-arquitectónicas del peronismo en la ciudad -como la Municipalidad de 1953, el Centro
Administrativo de 1954 o el Plan Regulador (1954-1958)- se enmarcaban en la arquitectura moderna. Incluso en el ámbito de la pedagogía, el peronismo buscó incluir, en el Plan 53, la problemática de la ciudad y el urbanismo, aunque no fue hasta la intervención de la “Revolución Libertadora” a la recientemente creada Facultad de Arquitectura (1954) que se aprobó un nuevo plan (1956) en el que se hacía explícito la asunción de los principios “modernos” -en un contexto de fuertes disputas entre peronistas y antiperonistas-. Por otra parte, la emergencia y consolidación de Estudios de Arquitectura a partir de mitad de los 50 muestra un renovado dinamismo profesional, posibilitado, entre otros motivos, por el auge en la construcción de una ciudad que estaba viviendo una explosión de su mancha urbana. Gracias a la ley de propiedad horizontal de 1948, la ciudad experimentó un “boom” de edificaciones en altura que, en unos pocos años, transformó su paisaje urbano. Junto a esto, el sistema de concursos públicos que se generalizó en los 60 permitió, según Francisco Liernur, la emergencia de nuevas figuras, así como la difusión de nuevas tendencias. Tan sólo para nombrar un ejemplo, el concurso de planificación de Ciudad Universitaria de 1962 consolidó la presencia del Estudio ganador de Taranto, Hobbs, Arias, Díaz y Revol, al tiempo que adelantaba nuevas tendencias -como las “megaestructuras” del proyecto de Rébora, Cuenca y Pardina- y algunos debates, como el compromiso social de la arquitectura. Estas cuestiones no sólo mostraban un campo profesional en crecimiento, sino que también expresaban, en clave local un momento particular de la disciplina que, como han señalado diversos autores, atravesaba por una serie de replanteos y experimentaciones que, para muchos participantes en los tempranos 70, había devenido en una “crisis” disciplinar. Esta se vio potenciada por el proceso de radicalización política y social que comenzó en 1966 y se agudizó con el Cordobazo de 1969. Así, por ejemplo, la noción de “usuario”, la temática del “hábitat”, el diálogo con las ciencias sociales o la pregunta por el compromiso social de la arquitectura pusieron a la disciplina en una situación de tensión e inestabilidad. La experiencia político pedagógica del Taller Total que se vivió en la Facultad de Arquitectura fue, sin dudas, la mayor expresión de esta situación.
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Galería Hall de Ingreso Estar Estudio Garage Despensa Depósito Pileta Rampa
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Corte A-A
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Casa Rébora Autor: Luis A. Rébora Año: 1948 - 1954 Ubicación: Cerro de las Rosas, CBA
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Casa Rébora / Habitando un corte Gonzalo Fuzs
Agradecemos muy especialmente a los arquitectos Silvina Angiolini y Miguel Martiarena
Residiendo en Ascochinga desde 1946, recién casado y todavía sin hijos, Luis Rébora decide comprar el lote donde hacia 1948 encarar la construcción de su casa, mediante un crédito del Banco Hipotecario Nacional. Por esa época, además, comenzaba a construirse su primer obra, la sede del Jockey Club de Venado Tuerto, a partir de haber obtenido (aún siendo estudiante) el primer premio en un concurso nacional junto al arquitecto Rubén Martínez. El barrio elegido por Rébora para su casa, el Cerro de las Rosas, había surgido en 1928 como lugar de residencia de la clase media y alta de Córdoba. Pero hasta la segunda mitad de la década del 40, el extremo oeste del barrio era un lugar bastante despoblado, con calles de tierra y construcciones dispersas. A partir de los 50, comenzó la consolidación del barrio, convirtiéndose en uno de los sectores de mayor crecimiento de la ciudad.
Si bien en la zona predominaba el chalet suburbano, más asociada a la rusticidad campestre, la situación del lote le iba a permitir desarrollar algunos conceptos que luego adquirieron más fuerza en su producción posterior, hasta el punto que Rébora ha llegado a decir que su vida fue “una lucha contra las medianeras”. La elección del terreno no fue inocente y es clave para entender la estrategia de implantación de la casa, reflejando la concepción que Rébora tenía de la arquitectura. El lote, un polígono de 600 m2 de superficie, se ubica en la esquina noreste enfrente de una plaza que gira 45° con respecto a la calle. Sin vecinos inmediatos al momento de la obra, pensó su casa para ser percibida desde diferentes ángulos, incluso cuando las construcciones linderas se hubieran consolidado. Además, para Rébora la arquitectura era un volumen que no sólo incluía la casa sino el lote completo. Este concepto moderno de desjerarquización de los espacios cubiertos, semicubiertos o descubiertos dista mucho del modelo previo de casa “cajón” donde hay una clara diferenciación entre el espacio doméstico interior y el jardín, que es lo que está afuera de la vivienda y pertenece a la naturaleza. Por otra parte, en años posteriores llevó a un extremo su concepción de la arquitectura como volumen (principalmente en viviendas colectivas) cuando, en lotes que se lo permitieran, generara volúmenes en “semitorre”, pegándose a una de las medianeras y liberando los tres lados restantes para iluminación y ventilación.
El arribo a la vivienda transforma un mero hecho funcional en un hecho plástico. La aproximación se da a 45° mediante un camino de piedra que se interna bajo un volumen blanco que en su fuga distorsiona sus proporciones. Al fondo, la vista recorre en línea recta la mayor dimensión del terreno atravesando planos de sombra y luz, ofreciendo un panorama donde naturaleza y artificio se complementan. Cuando llegamos bajo la sombra de la galería debemos girar para encontrar la entrada, un plano de cristal al que penetran tanto el cielorraso coloreado como el piso de piedra. Una vez adentro, la casa puede explicarse íntegramente en corte, en el que la rampa se convierte en la pieza clave que vincula espacialmente los diferentes sectores. El primer tramo conecta el sector social de planta baja con el paquete funcional de servicio, desfasado a medio nivel. El segundo tramo continúa ascendiendo en dirección contraria hasta llegar al paquete más íntimo ubicado en primer piso, bajo el cual se ubica la galería de acceso a la vivienda. Estos dos bloques funcionales poseen una orientación Norte-Sur, con ventilación cruzada y óptimo asoleamiento. Transversalmente a ellos y coincidente con la direccional de la rampa, el sector diurno de estar se organiza Este-Oeste. Bajo el comedor y descendiendo algunos escalones desde el estar se ubica el estudio del arquitecto, vinculado por su parte con la cochera y el sector de servicio. Un mural pintado por el propio arquitecto (hoy perdido) representando el Modulor de Le Corbusier en sus diferentes posiciones, ocupaba uno de los tímpanos interiores de la biblioteca. Tanto comedor como biblioteca participan espacialmente del sector central del la casa en una búsqueda de fluidez espacial, que si bien comenzaba a evidenciarse en algunos ejemplos locales, no era muy común para la arquitectura de Córdoba de esa época. Dicha búsqueda, como bien apunta Francisco Liernur, ya había sido ensayada en el país en algunos ejemplos de edificios “neocoloniales” de principios del siglo XX.
La casa fue diseñada a partir del corte propuesto por Le Corbusier para la casa de M. Errazuriz en Chile, según reconoció el propio Rébora en una entrevista. Dicho proyecto, de 1930, que Rébora pudo haber descubierto en sus tardes de la SCA, apareció en el segundo tomo de las Obras Completas (19291934). Se trataba de una vivienda que, con un plan-
Fotografía: Santiago Canén
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teo claro y una estética moderna, se valía de los materiales y mano de obra del lugar. El corte de dicha casa -donde el techo a dos aguas (producto del uso de la tecnología de la madera) se quiebra siguiendo la direccional de la rampa y genera una espacialidad interna a la que va a balconear la habitación superior- va a ser el punto de partida para que Rébora lleve al extremo el esquema. En la casa Rébora, la rampa va a adquirir una importancia clave al ir vinculando, en tres niveles, los diversos ambientes que se vuelcan a esa espacialidad interior y fluida. Cabe preguntarse por qué Rébora se fijó en este proyecto no construido y bastante atípico en la producción de Le Corbusier, en el que se observa una inclinación “regionalista”, mucho tiempo antes de que esa noción cobrara importancia en los debates arquitectónicos. Mientras en el ejemplo chileno la conformación volumétrica surge a partir de una cuestión técnica, en Rébora la resolución formal se independiza de dicho condicionante. La respuesta parece estar en una cuestión visual: a la vivienda chilena se accedía bajando un sendero, con lo cual la superficie del techo ofrecía una posibilidad plástica volumétrica inmejorable. A la casa de Rébora se accede desde dos calles a 45°, lo que varía considerablemente la percepción volumétrica exterior de acuerdo a la dirección en que uno se aproxime, dando la impresión incluso de que se trata de dos construcciones diferentes. Lo que en la casa Errazuriz surgía de un uso de los materiales del lugar, en la casa Rébora se convierte en pura espacialidad. Mientras que en la casa de Chile la rampa era el germen de una vinculación funcional, (la rampa), en la casa de Córdoba esa vinculación es llevada al extremo constituyéndose en una pieza clave que dota de consistencia formal a la propuesta. Es interesante señalar que contemporáneamente Le Corbusier proponía en la casa Curutchet, en La Plata, dos paquetes funcionales (casa y consultorio) vinculados por una rampa. Si bien el planteo es más contundente por ser el vacío donde se desarrolla la rampa, el descanso de la misma no conecta directamente
con el paquete funcional de la casa sino que se arriba a un vestíbulo para luego tener que subir una escalera. En la casa cordobesa, menos condicionada por la dimensión del lote, la vinculación de ambientes a través de la rampa es directa. A pesar de esto, la casa Rébora no logra despegarse de ciertas relaciones espaciales heredadas de convenciones sociales (el ala de dormitorios se segrega de los espacios sociales), que en la casa Curutchet se desdibujan al vincularse las habitaciones con el vacío central del estar.
Esta casa forma parte de una serie de viviendas que proyectó Rébora a finales de la década del 40, y que contienen algunos elementos afines (el uso de hormigón armado, ladrillo visto y piedra en los basamentos, madera como revestimiento al natural, techos inclinados invertidos y una vocación volumétrica y espacial bien marcada) e incorporan, en algunos casos, cierta estética “Wrightiana” producto de su vínculo profesional con Carlos Lange, confeso admirador del arquitecto estadounidense. Dentro de la serie podemos mencionar la casa de su hermano, Enzo Rébora (1949) en el Cerro de las Rosas y la casa del Ing. Wieland (1950) en Barrio Crisol, en sociedad con Carlos Lange y el propio Wieland. Paralelamente se pueden establecer algunas afinidades con ciertas búsquedas de la arquitectura moderna Brasilera, como es el caso de la casa de fin de semana en Belo Horizonte para Juscelino Kubitschek, de Oscar Niemeyer (1943), o la serie de viviendas diseñadas por Vilanova Artigas en San Pablo a fines de la década del 40, como son la residencia Bittencourt, la Czapski o la casa-estudio del propio Vilanova Artigas. Estas obras brasileras evidencian una clara integración espacial en los sectores sociales dada por el uso de dobles alturas, permitido por la operación de quebrar un gran techo. Operación que expresada al exterior dota de consistencia formal a la volumetría. Es interesante constatar que similares búsquedas se daban casi en simultáneo en el extremo norte del continente, por ejemplo en “The House in the Museum Garden” que
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Luis A. Rébora Sebastián Malecki
planta Marcel Breuer en el jardín del MoMA en 1949. Dicho ejercicio, un prototipo de casa suburbana para sectores medios, incorporaba conceptos de transparencia visual, espacialidad no tabicada y dobles alturas, todo esto enmarcado por un único techo que se quebraba en dos aguas invertidas. En este caso, como señala Beatriz Colomina, la vivienda era mostrada como un dispositivo de propaganda del American way of life de posguerra, transformando la imagen del hogar en el campo de batalla de la guerra fría.
El proyecto para su casa personal surge en una etapa de la vida de Rébora muy particular, a medio camino entre Rosario, Córdoba y Buenos Aires, y recuperándose de una enfermedad que, según los últimos trabajos de Beatriz Colomina, es clave para entender el modelado de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX: la tuberculosis. Para la autora, la arquitectura moderna es el resultado del pánico por esa enfermedad. Sostiene que, al haber internalizado ese gran trauma que dominó la primera mitad del siglo XX, los arquitectos modernos ofrecían una arquitectura que se volvió “curativa”, casi como una receta de salud análoga a la que proponían los manuales de medicina. Al ser una enfermedad que permanecía latente en el paciente una vez controlado en el sanatorio, la casa pasaba a ser el campo de batalla donde a diario se la combatía. En ese sentido, la casa Rébora bien podría verse como una especie de dispositivo donde la luz, la ventilación, e incluso la circulación fueron manipulados para ofrecer un ambiente favorable para un tuberculoso. Alejar la zona de dormitorios del húmedo suelo, dotarla de ventilación cruzada y despegarla del mismo mediante “pilotis” generando bajo la misma un porche aireado, no solo debe verse como un acto meramente funcional o plástico. Incluso el combatir el sedentarismo doméstico uniendo los tres paquetes funcionales con una rampa que debía recorrerse diariamente o la inclusión de la piscina pueden ser asociados a este concepto de arquitectura como artefacto sanitario.
Luis Armando Rébora nació en Rosario en 1918, de una familia de inmigrantes italianos de Génova que llegó al país, presumiblemente, a finales del siglo XIX. Su historia familiar ejemplifica muy bien la inmigración exitosa que logró el ascenso social en la Argentina del centenario. Por caso, su padre, que trabajaba en un almacén de ramos generales, pudo enviar a sus hijos a la universidad. Así, Rébora, luego de un breve paso por Bellas Artes, se inscribió en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Litoral, sede Rosario, en donde tuvo profesores como Ángel Guido y Ermete De Lorenzi. En 1943 se recibió de arquitecto, ganando ese año el “Premio Mitre”. En 1946 se casó con Josefina Morra. Al año siguiente, afectado por una tuberculosis, se mudaron a Ascochinga en Córdoba. Entre 1950 y 1954 -aproximadamente- Rébora y su familia se trasladaron a Buenos Aires para trabajar en una empresa constructora de la familia. En 1954, decidieron volver a Córdoba, donde se radicaron definitivamente. A partir de ese momento, Rébora se convirtió en una figura central de la cultura arquitectónica cordobesa, pero que, gracias a su participación en distintos ámbitos políticos e institucionales, logró posicionarse como un personaje relevante en la vida cordobesa. La década del 50 fue un momento muy particular para Córdoba. Para ese entonces, la ciudad ya mostraba los primeros signos de un intenso crecimiento urbano -que se iba a incrementar de manera notable hasta los 70-, acompañado de un sostenido crecimiento industrial. Evidentemente, una ciudad en transformación ofrecía numerosas oportunidades para nuevos estudios de arquitectura. Pero los 50 también fueron una década atravesada por los enfrentamientos entre peronistas y antiperonistas, signada, además, por una fuerte inestabilidad política. En ese contexto, se conformó, alrededor de 1954, el estudio de arquitectura entre Luís Rébora y Carlos Lange. Ambos santafesinos se habían asociado previamente en 1947 para un concurso de la empresa Gema de Rosario. El primer proyecto del Estudio del que tenemos registros - realizado junto a Emilio Morchio, Mario Souberán y Antonio Bonet- fue el Con-
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Complejo Alas, FotografĂa: Gonzalo Viramonte
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curso para el Centro Administrativo de la Provincia de Córdoba en 1955, idea propuesta por Lange en 1948 en su breve paso como Director de Arquitectura de la Provincia durante el peronismo. El llamado a concurso fue armado por el italiano Ernesto La Padula desde el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia y resultó en una de las mayores apuestas urbano-arquitectónicas del peronismo, aunque fue desestimado por el gobierno provincial de la “Revolución Libertadora”. Este dato no es menor ya que, como en el caso del Estudio de Rodolfo Ávila Guevara, Raúl Zarazaga y Marcelo Moyano, se observa la convivencia de un declarado antiperonista como Rébora junto a quien había sido un funcionario peronista como Lange, aunque su identificación política no lo haya llevado a una afiliación al partido. Lange-Rébora tuvieron una importante participación en el boom de construcciones en altura que vivió Córdoba -además de una destacada participación en Rosario- con una serie de notables edificios, como el “Tesón” o el “Progreso”. Este último se destaca porque allí empezó a ensayar los retiros sobre medianeras -característico de su producción posterior- que le permitirían plasmar su concepción de la arquitectura como volumen. Por otra parte, la inclusión de unos murales en la Galería Norte apuntaba a la “síntesis de las artes” que, desde los 40, venía proponiendo Sigfried Giedion y que, en Argentina, fue impulsado por Tomás Maldonado en los 50. Como decíamos, la participación de Rébora en diversos ámbitos políticos e institucionales fue central en su trayectoria. De su participación en los grupos antiperonistas que apoyaron la “Revolución Libertadora”, Rébora estableció vínculos duraderos con miembros de diversos partidos, como con Carlos Becerra de la UCR. Además fue el fundador de la sede local del partido Demócrata Progresista. Pero fue en el ámbito universitario donde su participación fue más notable. Identificado con las ideas de la Reforma del 18, tuvo una activa participación en los grupos reformistas de Córdoba. Por ejemplo, participó -como representante de los egresados- del breve rectorado tripartito -docentes, estudiantes y egresados- de 1956. Por tanto, no es de extrañar que apelara al viejo tópico reformista de la “Córdoba bifronte” en la discurso de apertura de la III Conferencia Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Arquitectura realizada en Alta Gracia en 1964. En realidad, Rébora había ingresado como titular de Composición Arquitectónica IV en 1956, para ser elegido Decano en 1960. En el Consejo Superior de la Universidad, resultó uno de los pocos apoyos docentes con los que contó Abraham Kozak -perteneciente a los sectores izquierdistas de la Federación Universitaria- en su enfrentamiento con el Rector Jorge Orgaz en 1964. Igualmente participó de los “sectores renovadores” que permitieron la elección de Eduardo Cammisa Tecco como Rector en 1965. Al firmar una solicitada en los diarios en contra de las intervenciones a las universidades por parte de la “Revolución Argentina” en octubre de 1966, Rébora, junto a otros 28 profesores, fue cesanteado de su cargo.
En sus discursos e intervenciones, Rébora alentaba la preocupación por el rol social de la arquitectura-como en la señalada conferencia de la III CLEFA en la que se preguntaba “¿hasta cuándo el arquitecto va a seguir siendo juez y verdugo de quienes sólo desean una vivienda para satisfacer sus necesidades y no para inmortalizar a su autor?”-, lo que no se correspondía con una producción arquitectónica orientada hacia lo social. En realidad, sus principales comitentes eran sectores profesionales de una clase media acomodada, inversores inmobiliarios capaces de construir edificios en altura en el centro de Córdoba u organismos oficiales, como las fuerzas armadas. Incluso, de los muchos concursos a los que se presentó, los más destacados fueron para compañías internacionales -concurso Peugeot de 1962- o institucionales -concurso de planificación de Ciudad Universitaria de Córdoba de 1962-. Justamente, en este concurso, Rébora, junto a Luis Cuenca y Tomás Pardina, presentó el proyecto tal vez más interesante y experimental de su carrera. Se trataba de una suerte de edificio total que debía albergar a todas las facultades de la Universidad. Si bien no era exactamente una “megaestructura”, se aproximaba mucho a las soluciones espaciales en gran escala de la época. Puesto en su contexto, el proyecto señalaba muy bien el espíritu de Rébora que podríamos calificar con el oxímoron de reformismo revolucionario. Mientras en los 60 esta postura era posible, con el clima de radicalización política de los 70 se volverá imposible. Tal vez de allí la distancia que supo mantener Rébora respecto al Taller Total. Otro de los grandes proyectos de Rébora, esta vez con el estudio conformado, hacia finales de los 60, con Alfredo Troilo y Abel Ramírez, fue el que realizara en 1974 para la cooperativa de oficiales retirados de las Fuerza Aérea, el Alas III, en Alberdi. Este proyecto permite ver hasta qué punto las opciones políticas no influían en los encargos arquitectónicos, rasgo extendido dentro de la cultura arquitectónica argentina. Rébora, que ya era una figura destacada de la Facultad y de la ciudad, no podía tener ninguna simpatía por unas fuerzas militares que ya lo habían sacado de la Universidad y que lo volverían a hacer en 1976. Eso no impidió que intentara presentarse al concurso para la Central de Policía en 1978, siendo los militares quienes vetaron su participación. Con el regreso de la democracia en 1983, Rébora alcanzó su mayor visibilidad pública, al tiempo que iba abandonando su actividad profesional. Efectivamente, en 1983 fue candidato a intendente de Córdoba por la Alianza Demócrata Socialista. Entre 1984 y 1985 fue presidente de Conadep Córdoba. En 1986 fue electo Rector de la Universidad Nacional de Córdoba. En 1994 fue Diputado Constituyente por el Frente Grande. En sus últimos años, Rébora se dedico a la pintura. Murió en Córdoba en 2010.
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Entrevista Diagonal Guillermo Irós
¿QUÉ ES ENTREVISTA DIAGONAL?
ENTREVISTA DIAGONAL Guil ermo Irós A.1 5’ 400
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Tomás Spina Santiago Canén
Si bien no existe una ciudad ideal, cualquier ciudad resulta comparativamente mejor que otra cuando todos sus habitantes participan de su producción. Para ser llamada tal, una ciudad necesita de la opinión y del obrar del “otro” ya que sin esa alteridad, ninguna persona o grupo tiene por su propia cuenta los medios suficientes para poder sostener la complejidad de su funcionamiento. Bajo esta condición es que las ciudades son la representación viva del conflicto de intereses en la disputa por el territorio. Resta preguntarse así con qué instrumentos es posible establecer un equilibrio dentro de esta puja, ya que una ciudad sin instrumentos está librada a la improvisación y a la especulación. Partiendo de la cruza entre actores de intereses complementarios o contrapuestos, en Entrevista Diagonal se propone indagar sobre estos instrumentos y los actores involucrados en los diferentes estratos que componen las discusiones en torno a la ciudad.
¿POR QUÉ ENTREVISTAR A GUILLERMO IRÓS? Su práctica resulta de interés ya que mantiene el valor de la formación técnica y profesional dentro de la gestión pública. A lo largo de su carrera ha impulsado, desarrollado e implementado numerosos instrumentos de gestión urbana en su desempeño como Docente de grado y posgrado, Investigador de SECyT, Secretario de Desarrollo Urbano de la Municipalidad de Córdoba, Ministro de Obras, Servicios Públicos y Vivienda de la Provincia de Córdoba, Senador Provincial, Concejal Municipal y Coordinador del Instituto de Planificación del Área Metropolitana de Córdoba.
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Entrevista Diagonal Guillermo Irós
Transcurridos ya 30 años desde la implementación de la normativa para el área Área Central, de la cual usted fue actor, ¿Cómo evalúa el desempeño al día de hoy de las metas planteadas en ese entonces? En primer lugar creo que los 30 años hablan de una desactualización en la medida en que esas normas todavía siguen vigentes, o han sido en algunos casos retocadas. Lo cual no es bueno en el sentido en que la dinámica de la ciudad tendría que ir un poco más acompañada de una actualización de las normativas, porque van surgiendo una cantidad de tendencias, vectores que no formaban parte de la posibilidad del análisis y diagnóstico en aquellos años. Después también, quizás como contraparte o como una relación simétrica opuesta, puede decirse que por suerte existió esa normativa porque sino la situación podría haber sido peor, más complicada como resultado. Por ejemplo, lo que tenía vigencia en aquellos años era simplemente un “Índice 7”, que significaba que se podía construir 7 veces la superficie del lote. ¿Qué producía eso? Primero que era general a toda la ciudad, no reconoció las distintas situaciones, las distintas subregiones que tiene la ciudad, con sus características y particularidades que requieren de un enfoque particular y una normativa particular. Lo cual era absurdo. Un viejo profesor de urbanismo, el Ing. Lazaro Devoto, decía que con la normativa que existía en la ciudad de Córdoba y con ese índice, en el radio municipal podía meterse toda la población de China. Haciendo una comparación rápida, las cuatrocientas hectáreas que ocupa el área central equivalen a un campo típico de la zona productiva de Córdoba. Nada mas que en vez de ser un campo de soja es un campo de edificios. Edificios hechos con la soja. (Risas) Yendo a hechos concretos, producía un resultado nefasto diría yo, porque era aleatorio, es decir, dependía de la superficie del lote y su proporción, la relación frente-fondo y demás; producía una volumetría que generaba un resultado parcela-a-parcela con diferencias, por lo tanto la manzana no tenía coherencia. Una de las cosas que buscaban aquellas ordenanzas era pensar a la manzana como tal y no solamente la fachada externa, sino la contra-fachada a nivel de corazón de manzana, que daba una cierta lógica y una condición
de habitabilidad al sector interno de los edificios que superaba aquello otro que se venía produciendo (el edificio trencito). Lo que nosotros llamábamos “un cuerpo, un palier, otro cuerpo, un palier, otro cuerpo”. Se metía como una cuña dentro de la manzana, y los tipos después quedaban encerrados. Cuando no había medianera ocupada, perfecto, pero cuando se construía, los patios que quedaban eran espantosos. Lo que se denominaba “departamento interno-interno”. No hay fachada de frente y contrafrente mirando a un patio, sino todo mirando a un patio. Jamás viste la luz del dia. Cuando daba clases solía poner una foto de un anciano en una de esas plantas bajas, en el patio, mirando para arriba. Creo que en ese sentido fue positivo pero habría que haber estado más atentos al proceso de evolución urbana y a su dinámica permanente para ir produciendo correcciones. En esa época yo llevé un equipo a la Secretaría de Desarrollo Urbano formado en su totalidad por profesores de la facultad, lo cual también me interesaría destacar por el hecho de mantener el valor de la formación profesional en la gestión pública. No hubo nadie que fuera elegido en el equipo porque tuviera una identidad política, o por su militancia. El mérito está en el equipo, porque fue un trabajo muy extenso que creo que no se ha modificado totalmente, y tampoco se lo ha descartado totalmente, porque es muy difícil desarrollar esa tarea. Fue hecha cuadra por cuadra, recorriendo la ciudad, tomando notas, croquis, alturas, para ver cómo estaban configuradas las manzanas del centro y las del pericentro. ¿Por qué cree que el sector Norte del centro (centro viejo) no logra un completamiento o no llega a atraer inversiones? A veces las dinámicas urbanas están muy explicadas por situaciones de mercado o por tendencias de los inversores de ir a los lugares que tienen más demanda. En ese sentido, esa zona siempre tuvo una especie de freno. En general se pueden calificar a los componentes urbanos como impulsores o retardadores en la dinámica de cambio o en el mejoramiento, y en ese sentido quizás la situación que tenía el Mercado Norte, rodeado de una cantidad de comercios muy vinculados a este: hizo que la gente y los inversores lo vieran incompatible con la vida residencial.
Entrevista Diagonal Guillermo Irós
El Río Suquía también estaba en una situación de “componente depresor de desarrollo”. Era un gran basural de punta a punta. Al no existir posibilidad prácticamente de circulación longitudinal, se transformaba en una zona muerta que se veía solamente en los cruces fugaces por los puentes, entonces eso hacía que fuese una zona muy inaccesible que tiende a la degradación, al deterioro. Si uno hace un diagrama de valores tomando el valor de la tierra, cuando llegaba al río bajaba su valor. Eso también cambió mucho y ahora el río después de mucho tiempo está llamando a la inversión. A veces las dinámicas urbanas son muy rápidas y otras veces se lentifican por cantidad de factores. ¿Cree que las normativas urbanas de córdoba restringen el desarrollo urbano o lo incentivan? Las normativas urbanísticas son estáticas porque simplemente se las pone allí, el mercado las toma y lentamente van produciendo resultados. Hay otras alternativas que son de promoción que me parecen muy útiles. Actualmente también se están aplicando convenios urbanísticos que creo que en algunos casos son buenos, en otros no tanto. Creo que el urbanismo tiene que manejarse con un ajuste mayor por zonas o recortes mas pequeños, que vayan considerando las particularidades de sectores. No un distrito urbano tan amplio que involucra muchas situaciones o tiene una variedad de situaciones internamente que hacen que no se lo pueda tipificar, como nosotros hicimos en aquel momento en el centro, también quizás no se podía hacer otra. En el sentido que había que generar instrumentos que modificaran la situación. Instrumentos mas particularizados Exactamente, inclusive los planteos que hicieron ustedes en el Parque Central Metropolitano, de ir vinculando y pensando la ciudad como un tejido de componentes. Creo que le daban bastante importancia al tema de espacios verdes, de parques. Me parece una forma de lectura interesante que es distinta a pensar simplemente en recortes que estuvieran totalmente aislados, sino que hay elementos de conectividad que es importante considerar. ¿Cómo piensa usted que podríamos lograr centros mas intensos y periferias mas controladas?
Yo entiendo que a veces nosotros como arquitectos tenemos mucha mas tendencia a pensar en lo que se podría llamar el “hardware” urbano, que es la cosa dura, la infraestructura. La infraestructura como cosa general, no la infraestructura de redes exclusivamente, sino que la infraestructura es todo. Donde se apoya la estructura, la estructura social fundamentalmente. Entonces estamos permanentemente preocupados por eso. Pero creo que hay un software, que no se le presta suficiente atención y es lo que hace a la programación. Yo creo por ejemplo que el centro de Cordoba, manteniéndose como está, sin modificar su condición física en forma importante se podría corregir en gran parte con programación. Hay cosas que sí deben modificarse, corregirse o controlarse. Por ejemplo que tenga una muy buena prestación de servicios, es decir, que estén bien las calles, que esté bien iluminado. ¿Cuántos ejemplos hay en el mundo de áreas que tienen una capacidad de adaptación a nuevas situaciones? ¿Por qué? Porque son advertidas por la gestión pública. El caso de Guemes por ejemplo es prototípico de cómo toma dinámica una ciudad y ahí creo que es fundamentalmente a través de la iniciativa privada y casi nada de la gestión pública. Pero en el centro debería poderse, hay una enorme cantidad de cosas que desde distintas áreas de la Municipalidad se pueden abordar; desde el área de cultura, el área de turismo. Habría que de llenarlo de actividad. Si se ve que decaen los comercios del Centro y toman fuerza en el pericentro o en otros nodos urbanos o centros periféricos que tienen a veces mucha más actividad que el Centro, entonces hay que favorecer al comercio del centro. Hay muchos instrumentos como los impositivos. Es cuestión de ponerlos en un programa y llevarlos adelante como política de estado porque tampoco son cosas que se resuelven rápidamente como si salieran de la galera de un mago. Son procesos y algunos llevan tiempo y superan a los gobiernos. Usted mencionaba que había armado equipos técnicos con gente de la Facultad, ¿Qué rol cumplen los liderazgos políticos dentro de eso? Es fundamental. Sin eso nosotros, los profesionales, terminamos en una frustración, en una situación prácticamente de descarte que es bastante lamentable y se da muy comúnmente. La decisión política es el motor que lleva a que todas la iniciativas que los equipos técnicos puedan desarrollar se concreten, sino mueren. No nacen directamente. Quedan ahí en ideas de laboratorio.
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¿Ciudades inteligentes o ciudadanos inteligentes? Se habla mucho hoy de smart cities o de ciudades inteligentes a partir de la recopilación de datos, como el chiste del edificio inteligente de Yrigoyen, la gente se preguntaba si el edificio era inteligente o la gente que lo habitaba. Como dice Jordi Borja: ¿Quiere decir que antes las ciudades eran tontas? Ciudadanos inteligentes, indudablemente. Pensando en esta relación entre hardware y software. ¿Donde cree que recae el éxito de un plan urbano? ¿Podría ser en la interacción entre estas dos cosas? Sí, seguramente. Fundamentalmente creo que hay un componente que hay que mencionar, que cada vez toma más vigencia, que es el concepto de la participación. De que las ideas, los proyectos, los planes sean construidos colectivamente. Lo cual es muy difícil pero cuando se logra, los resultados son extraordinarios porque cuando no existe eso no hay respuesta. Es como un diálogo entre sordos. Los ejemplos Latinoamericanos como Medellín, que tanto han trascendido, que han sido exitosos porque han tenido esa respuesta. Es gente que ha buscado seguramente. El alcalde aquel que después fue gobernador, Fajardo Valderrama, un matemático pero de un pensamiento muy amplio, muy claro, un profesor universitario importante. Esa fue su extracción. Tuvo esa sensibilidad, esa capacidad de pensar en la problemática social que necesitaba de una ciudad integrada, no una ciudad fragmentada socialmente y urbanísticamente. Por eso creo que tuvo una respuesta muy grande de la población, porque sino el resultado no se hubiera alcanzado de ninguna manera. Uno va a los barrios pobres de Medellín y encuentra a los chicos que caminan en la calle entusiasmados por ofrecerle al turista que quiere contarle la historia de su barrio que viene de la época del narcotráfico más violento y que ahora uno puede caminar tranquilamente por la calle. Eso es un fenómeno social participativo que le da un impulso y una dinámica enorme a la ciudad. Entonces cada acción de gobierno que va alineada en esa dirección tiene una respuesta social favorable que apoya y empuja en la misma dirección. El tema de la conectividad urbana ha sido fundamental en este caso. Llegar desde el estado, meterse en los barrios pobres pero que también se pueda llegar a esos barrios con el transporte público es una medida fundamental.
Esta es una cita suya extraida de una nota que salió hace un tiempo en La Voz del Interior en relación a la Ley de bosques: “Los propietarios de los predios pretenden que se los especifique como áreas urbanizables y los proteccionistas aspiran a la máxima protección posible, entre los intendentes también hay diferencias. Nos tuvimos que manejar entre estos intereses”.
En relación a esto, ¿Cómo articular desde la gestión estos intereses de los diferentes actores que operan en la ciudad? Hay un componente central que es el Estado. El Estado representa a ese conjunto de intereses, pero el Estado o los Gobiernos que ocupan el Estado tienen que apuntar al interés general, que por supuesto es muy difícil de definir, porque está compuesto de un montón de intereses particulares. Pero ahí está la ideología, la ideología cultural, no solamente la política. La Ciudad es el escenario de una confrontación permanente de intereses, pero indudablemente hay intereses mayoritarios y hay intereses mucho más sectoriales. Mas bien diría, restringidos a determinados actores. Entonces creo que la consideración del interés general más amplio es el que vale, el que tiene que predominar. Pero los intereses encontrados existen. Volviendo a la mención de la Ley de Bosques Nativos, de lo urbanizable y no urbanizable, tampoco uno puede desconocer la existencia de un propietario, como creo que se produce en algunos casos. Ahí hay un dueño de un campo, ¿Qué le vamos a decir al dueño de ese campo? ¿Que no puede hacer nada? Hacer nada significa que ni siquiera él puede entrar a su campo. Entonces cuando nos vamos a ese extremo de la exageración en donde no se puede tocar... ¿No puedo hacerme mi casa allí? ¿No puedo hacer el camino que me lleve hasta esa casa? ¿No puedo poner los paneles fotovoltaicos que me permitan iluminar la casa? ¿No puedo hacer nada? No, eso tampoco es factible. Entonces ese interés existe y es un interés legítimo también. Es de una persona, porque estamos circunscribiendo a una propiedad, pero existe y tiene que considerarse. Es una tarea difícil. Los intendentes en general están
Fotografía: Tomás Spina
FotografĂa: Centro de CĂłrdoba, 1962 (Orig. Revista Gacetika No. 54)
Entrevista Diagonal Guillermo Irós
más interesados por la urbanización, por el crecimiento de la ciudad. Hay un sentido de progreso que está muy relacionado a lo cuantitativo exclusivamente y eso es equivocado, en realidad al crecimiento quizás habría que suplantarlo por el concepto de desarrollo. O decir que el desarrollo no es crecimiento exclusivamente, no es aumento de superficie urbanizada exclusivamente, pero hay una tendencia en muchos casos a que el crecimiento esté muy orientado a la mayor superficie urbanizada porque eso significa también rentabilidad a la gestión del gobierno local, porque es impuesto al nuevo loteo, impuesto a la propiedad del loteo nuevo que se habilita, impuesto después al bien inmueble que se construye allí. ¿Cuál es el costo de extender Ciudad? Es muy grande, se puede medir en términos ambientales, en términos económicos, en términos de fricción espacial, en términos de dificultad para extender la infraestructura y los servicios, (el mayor costo que tiene). La ciudad compacta indudablemente es mucho más manejable. La ciudad extendida es una ciudad que no tiene vida urbana, tiene vida generalmente en los barrios aislados que pueden tener alguna vida interna pero no tiene urbanidad. Se produce una disociación entre lo que es el centro tradicional y esa periferia, como la llamó Aldo Rossi, “la periferia magmática”. Además, es innecesariamente extendida. Nosotros hemos valorado eso en términos numéricos; y Córdoba, que dicen que es una ciudad excesivamente extendida, tiene un índice de ocupación de cantidad de habitantes por hectárea muchísimo más alto que las ciudades del entorno metropolitano de Córdoba, que tienen un índice de ocupación muy baja. Es mas, si uno mira las dos curvas, la de como creció la población y como creó superficie urbanizada, se van despegando notablemente. Es decir que cada persona ocupa mucha más superficie urbanizada. ¿Que rol juegan las infraestructuras en ese crecimiento? La infraestructura tiene que acompañarlo y los servicios también. No solamente la vialidad que tiene que extenderse sino también el transporte tiene que extenderse. Si no se extiende el transporte se lo suplanta con el automóvil. Entonces el automóvil está llenando la calles de todas las ciudades del entorno metropolitano
pero también de Córdoba, porque están llegando por las vías más importantes, por ejemplo desde el sector Noroeste de 1.700 a 2.000 vehículos por hora en la hora pico. Y eso en una hora significan 16 hectáreas de estacionamiento dentro de Córdoba. ¿Adónde hay eso? No hay, entonces están todas las calles llenas de autos. ¿Por qué? Porque un auto ocupa veinte veces más de superficie viaria que un ómnibus. Una persona viajando en un ómnibus ocupa 1 metro cuadrado o menos y un automóvil te ocupa 10 metros cuadrados. Esa es una ecuación básica para comprender seriamente la necesidad de un transporte público, masivo y eficiente, que lleve a que la gente opte por el uso de ese transporte. A partir de ahí se pueden sumar restricciones al transporte privado. No se lo puede poner antes cuando uno no tiene opciones. ¿A cuánto estamos de tener un tren metropolitano? Estamos lejos. Creo que porque no se le ha dado el valor que tiene y la importancia que tiene el tema movilidad. Tenemos 400km de ramales ferroviarios que llegan a Cordoba, o sea que la posibilidad en cuanto espacio físico está. Pensando en la tensión entre el centro y la periferia, comparábamos nuestra propuesta del Parque Central Metropolitano (el anillo central), con la propuesta para el IPLAM (el anillo periférico y del sistema metropolitano). Ahora bien, ¿Qué pasa en el medio? Hay sectores enteros en Córdoba sin estructura urbana. Entendiendo que es un modelo urbano anular que se va repitiendo a distintas escalas, tanto en la mas chica como en la escala metropolitana. Es necesario pensar en el todo para poder analizar las partes, porque creo que también hay un error que proviene de largo tiempo que es pretender ver las realidades urbanas dentro de los radios municipales o dentro de los espacios que establece la competencia municipal, y eso ya se hace cada vez mas difícil. Entonces si nosotros queremos analizar una situación intermedia, necesariamente tenemos que vincular al centro o al Pericentro de la ciudad grande y a los sectores más periféricos, porque son esos puntos de interfase en donde se dan las llegadas de dos situaciones distintas. En definitiva lo que me animo a responder a esta pregunta que no es fácil, es que es importante pensar a la ciudad desde la realidad urbanística actual y la que se proyecta al futuro.
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No me lo cuentes, hacelo Jerónimo Mullins
NO ME LO CUENTES, HACELO Jerónimo Mullins C.2 a
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El lenguaje de la arquitectura y el urbanismo es un lenguaje universal basado en la representación gráfica: el dibujo técnico acompañado de croquis, renders y maquetas son documentos que deben traducir de manera unívoca nuestras ideas para poder materializarlas. No hay lugar en esa representación para la narración, el relato, las interpretaciones. Hacemos proyectos, luego dirigimos y gestionamos las obras que configuran nuestro hábitat en la ciudad. Estas obras de un modo silencioso comunican, educan, condicionan los modos de habitar. ¿Podemos decir que el “mensaje” de lo construido es universal y objetivo? ¿Que no hace falta agregar palabras a la obra construida? ¿Que su presencia basta como símbolo de expresión de una idea? Pues creemos que no, ya que hay tantas interpretaciones de la ciudad y la arquitectura como voces en nuestra sociedad. Aceptamos el desafío (autoimpuesto) de contar nuestra interpretación de lo que hacemos. Somos profesionales que nos desempeñamos en el medio local, que a su vez participamos como docentes, extensionistas e investigadores de la FAUD-UNC y hace seis años que producimos un programa de radio dedicado a la divulgación de la arquitectura y el urbanismo porque estamos convencidos de que esta tarea es muy necesaria para el futuro de nuestra disciplina. Cada sábado a las 13 hs por 102.3 “Nuestra Radio” emprendemos una cruzada comunicacional en la FM de los servicios de radio y televisión de la UNC, un multimedio con una importante audiencia en la ciudad. Estar en los medios, esa es la cuestión. La ciudad es noticia cuando sucede alguna catástrofe; mientras tanto, los medios no se ocupan de ella. Y la arquitectura es apenas mencionada cuando se destapa algún hecho de corrupción en la obra pública o cuando es usada como símbolo publicitario por algún emprendimiento especulativo. A “los medios” no les interesa pensar nuestras disciplinas, debatirlas, reflexionarlas. Son un insumo más para alimentar el circo mediático. “Arquitectos al Aire” propone un diálogo en el cual poder brindar nuestra mirada, pero a la vez romper la endogamia de los círculos académicos y profesionalistas, entendiendo que la ciudad y la arquitectura son de todos y todas. Aprendemos a comunicar comunicando, cada sábado nos enriquecemos con las entrevistas a diversos actores de nuestro medio, nos reímos de nuestros TOC como diseñadores, realizamos habituales catarsis por la “incomprensión” de nuestros clientes o de los albañiles e intentamos abarcar el espectro interdisciplinar que interviene en las ciudades. Nos sobran los motivos para intentarlo, nos sobra audacia para la radio en vivo y lo que nos falta de técnica lo aprendemos haciendo. ¡No me lo cuentes! www.arquitectosalaire.com
Gonzalo Viramonte
Gonzalo creció en Marcos Juárez sin saber lo que era la fotografía. A los 18 años decidió estudiar Ciencias Económicas en Córdoba y en un acto fallido 3 años después terminó ingresando a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba, ciudad donde nació. Hoy es arquitecto, y hace un par de años agregó a su carrera la fotografía de arquitectura.
GONZALO VIRAMONTE C.2
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Nunca estudió para ser fotógrafo, pero desde hace años le apasiona. Decidió no capacitarse para desarrollar el potencial de su visión a partir del instinto. Comenzó fotografiando paisajes y pequeñas ciudades en sus viajes en bicicleta por Argentina y Chile. Siempre latente la escala humana, la urbe y el detalle que cada ciudad le brindaba, decidió comenzar a recorrer con su cámara cada ciudad que recorría. Viviendo en Córdoba capital muchos años, registró casi por completo la ciudad. Sus edificios, sus costumbres, los espacios menos pensados, rincones encontrados durante caminatas de domingo. En su trabajo desarrolla el concepto de “Arquitectura específica para gente común”, haciendo referencia a los lugares o edificios más inhóspitos que sólo a los arquitectos les gustan. La idea fue siempre generar imágenes que le lleguen al corazón de la gente que no conoce o no le interesaban esos lugares. Aquí radica lo que más lo lleva a dedicarse a esto. Lograr el reconocimiento no tanto personal, sino local, de lo nuestro, del patrimonio, y de mejorar la imagen que tienen las personas de la ciudad. Hoy registra obras públicas y privadas, y reparte su tiempo entre la arquitectura y el proyecto. Durante el 2014 y 2015, sus trabajos fueron publicados en tapas de diversos medios, tanto de Córdoba, nacionales y mundiales. Con un interés muy grande por el reconocimiento de lo local, busca en cada toma demostrar que con el uso del ojo humano, podemos potenciar y aprovechar mucho más las obras de arquitectura. Durante el 2015 comenzó su veta de docencia, entrenando muchos amantes de la fotografía de arquitectura, en algunas instituciones públicas y privadas, como la Universidad Nacional de Córdoba, Colegio de Arquitectos, El Piso y actualmente también en Co-Innova, un coworking de la ciudad.
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Gonzalo Viramonte
DE UTOPÍAS Y CIUDADES Diego Schmukler C.2 a
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De utopías y ciudades Diego Schmukler
Recientemente se difundió la propuesta de la torre de vivienda más alta del mundo cuya particularidad es que no toca la tierra. Efectivamente la Torre Analemma se cuelga de un asteroide a 35 km de la superficie terrestre flotando sobre ella (sueño de todo arquitecto) y es móvil pues sigue la trayectoria de dicho asteroide. Toda una fantasía… ¿o no? La historia de la arquitectura está plagada de voluntades utópicas en relación al crecimiento de la ciudad. Develar sus intenciones puede ser un ejercicio de reflexión sobre nuestro presente. En cuanto a ésta, sus arquitectos no dejan dudas: El reciente boom en torres residenciales comprueba que los precios de venta por metro cuadrado se elevan con la cantidad de pisos, entonces la torre Analemma va a liderar el record de precios justificando el alto costo de su construcción. Todo un indicio de la época en que vivimos, en otros tiempos algunas utopías tenían intereses menos comerciales y más sociales. 1. En 1924 Le Corbusier presentó su polémica propuesta de demoler el centro de París para implantar su Ville Radieuse. Ni los nazis se atreverían a tanto. La tabula rasa destruiría de manera radical el Marais y con ella los males de la ciudad tradicional para promover una vida más sana en la que el espacio público atravesaría generosamente y sin límites la planta urbana. El verde, el aire y el sol se explayarían pródigos en un riguroso y autoritario orden geométrico que alojaría una ingente cantidad de habitantes en repetidos rascacielos prefabricados. Las máquinas de habitar. Un solo hombre se convertiría así en el catalizador de la vida de más de medio millón de personas. La teoría arquitectónica asume condiciones de absolutismo político que superan su capacidad disciplinar y desconoce la participación activa de la ciudadanía en la construcción de su hábitat y en los posibles deseos de lo que cada uno entiende por vida sana. Pero este gesto megalómano que ignora designios individuales, es el motivo de su fracaso y la razón de demasiadas frustraciones urbanas de nuestro tiempo. Este capricho absoluto, olvida que la tierra es uno de los bienes más preciados de este sistema económico, y que la ciudad está parcelada en innumerable cantidad de pequeños dominios
de derechos particulares que hacen de la gestión del espacio privado, y el público, una épica mucho más controvertida que la que pregonan los seductores dibujos del Corbu. Sólo un actor omnipresente como el estado brasileño podría llevar adelante décadas más tarde semejante operación en una maniobra de especulación única sobre el territorio. Pero las imágenes suelen dar volteretas extrañas en el tiempo y el espacio, y las ideas de Le Corbusier, no así las intenciones, revisadas y transformadas resultaron exitosas para emprendedores contemporáneos y locales. Numerosas son las propuestas que llenan con torres de gran magnitud lotes vacantes de grandes dimensiones en sectores pericentrales y suburbanos en nuestra ciudad. Todos las conocemos. Una buena densidad para llenar el hiato entre centro y periferia. Objetos dispersos en el parque y mucho espacio verde remedan aquellos croquis….pero algo no cierra. O cierra demasiado. Porque la formulación esencial de Le Corbusier, su nudo revolucionario, era la desaparición del espacio privado, la disolución de límites, el flujo libre de las personas en el territorio. Y aquí tenemos las torres, tenemos el espacio, pero no tenemos ni lo público ni la libre circulación. Un límite claro, preciso y controlado diferencia estos territorios privados de su entorno. Límite que es indicio de la disolución del tejido histórico en el que la fricción entre el espacio público de la calle y las puertas de ingreso a las diversas viviendas de las numerosas parcelas de cada manzana hace a la riqueza de la vida social. Nada de eso. Manzanas que son parcela, edificios distantes de la calle, perímetro cerrado, continuo y homogéneo, un guarda en un único punto de acceso (identificación, control, ¿seguridad?), nadie caminando por sus veredas. Los barrios tradicionales quedan fragmentados por enclaves cerrados. El cuervo se olvidó del cerco verde. De la utopía de aquellos croquis a la realidad de estos emprendimientos, una distancia abrumadora discurre de aquel fracaso social a este suceso comercial. ¿Cuánto valoramos la integración y la heterogeneidad ciudadana? El diario The Guardian de Londres lo advierte crudamente: mientras los activos públicos son vendidos incesantemente, los lugares se vuelven
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Ville Radieuse, Le Corbusier, 1924
De utopías y ciudades Diego Schmukler
cada vez peores y más divididos,…estamos convirtiendo hogares en unidades de inversión.1 2. En el quiebre de los 60 los Archigram, y muchos otros, desafiaban las convenciones urbanas y la representación arquitectónica revelando utopías de alta densidad tecnológica. Las preguntas se amontonaban sin solución de continuidad: ¿es esto arquitectura o viñeta de historieta?, ¿es real o fantasía?, ¿es un dibujo o un fotomontaje?, ¿es algo serio o simplemente una brillante humorada? Las imágenes sacudían la estantería del planeamiento moderno que se expresaba en planos de planta y corte. Ajenos al zoning dominante, los maravillosos y detallados croquis contrarrestaban la perspectiva de extensión urbana de baja densidad. En su Ciudad Caminante armadillos gigantes plenos de infraestructura discurrían por el campo. El territorio se redensificaría y la tierra seguiría siendo rural. La ciudad podría seguir caminando y resultaba fantástica en su condición de máxima densidad y aprovechamiento de los servicios. Pero claro, era una utopía. Como todas las otras en las que la ciudad es un cuerpo espeso cuyo crecimiento debería ocupar de manera intensa y creativa territorios (aire, agua) sin disolver lo rural. Reflexiones que demostraban además que una humorada podía ser seria… y brillante. En Córdoba por el contrario hemos decidido expandir cada vez más la ciudad destruyendo suelo rural. Si bien los datos no son precisos, en la primera década de este milenio Córdoba creció territorialmente aproximadamente un 20%, lo cual hizo descender aún más el ya de por sí muy bajo índice de densidad habitacional a alrededor de 60 hab/ha. Menos de la mitad de lo que se indica como adecuado para el correcto funcionamiento de las infraestructuras de una ciudad. Y los cordobeses lo sufrimos a diario, con los servicios ineficientes, el transporte público colapsado, las calles agujereadas, la basura sin solución. Rosario (muy utilizada como ejemplo de gestión urbana) ocupa, con casi igual cantidad de habitantes, cerca de la mitad del territorio que Córdoba. La extensión de su infraestructura es considerablemente menor al igual que el costo de su mantenimiento. Una política consistente a través de los años redensificó el área urbana e impidió su expansión territorial. Sin embargo, y a pesar de las evidencias, se desconoce una política
de densificación que justifique la extensión de la ciudad de Córdoba a través de numerosos convenios urbanísticos, en áreas sin infraestructura y agravando de manera catastrófica los nudos viales de acceso. Mientras tanto, el cinturón verde es ahora tan sólo un recuerdo. Estamos mal y vamos peor. La organización 100 RESILIENT CITIES2 indica siete cualidades necesarias para que las ciudades sobrevivan, se adapten y crezcan: 1. Robustas: sistemas bien concebidos, construidos y gestionados; 2. Redundantes: capacidad ociosa creada a propósito para acomodar imprevistos; 3. Flexibles: voluntad y habilidad para adoptar estrategias alternativas en respuesta a circunstancias cambiantes; 4. Reflexivas: usar experiencia pasada para aprovechar en decisiones futuras; 5. Ingeniosas: reconocer maneras alternativas de usar los recursos; 6. Inclusivas: priorizar la consulta amplia para crear un sentido de pertenencia compartida en la toma de decisiones 7. Integradas: juntar un rango de distintos sistemas e instituciones. ¿Cubrimos algún casillero? Seguramente los ciudadanos cordobeses esperan algo más de nosotros, los arquitectos. Alguna medida concreta que revise las ordenanzas para los emprendimientos excepcionales por su escala integrándolos en su contexto, algún gesto planificatorio que limite el crecimiento extensivo favoreciendo el desarrollo de las áreas internas de la ciudad. Ejemplos sobran de un estado articulando un desarrollo privado que promueva el espacio público y la densidad. Habrá que rever los puntos 4, 5 y 6 anteriores entre otras cosas. ¿O habrá que esperar alguna fantasía archigramesca? 1. Wainwright, O., The truth about property developers: how they are exploiting planning authorities and ruining our cities, The Guardian, 17/09/2014, Londres, https://www.theguardian. com/cities/2014/sep/17/truth-property-developers-builders-exploit-planning-cities 2. http://www.100resilientcities.org
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Las formas de la densidad Alejandro Flores
LAS FORMAS DE LA DENSIDAD Alejandro Flores C.2
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La ciudad es el ámbito donde mejor se expresan las relaciones dialécticas entre lo público y lo privado, donde el interés colectivo coexiste con los derechos individuales, donde lo común enmarca a lo particular, donde los atributos del tejido históricamente construido confrontan con la ansiedad por el progreso y el cambio. En este sentido, entendemos a la ciudad contemporánea como un conjunto de partes cuya especificidad se descubre a través de sus características morfológicas y se explica a través de sus singulares procesos de formación1. La comprensión de la forma urbana como proceso implica entonces la lectura del cambio físico de la ciudad a través del tiempo, su morfogénesis.
DENSIDAD Y CRECIMIENTO URBANO Así como el concepto de “densidad máxima” surgió como mecanismo de regulación de los niveles de hacinamiento provocados por el crecimiento de barrios industriales durante el último cuarto del Siglo XIX en Europa, los extendidos procesos de suburbanización desarrollados a partir de la segunda mitad del Siglo XX –con su consecuente impacto ambiental, social, económico y político- evidenciaron la necesidad de compactar y densificar las ciudades como apuesta por ciudades verdes y responsables. Pese a ello, las ciudades no parecen detener su proceso de crecimiento. Como ha señalado Schlomo Angel, para el año 2050 casi 50 países en el mundo habrán alcanzado una tasa anual de disminución de la densidad de 2%, multiplicando 10 veces el tamaño de la mancha urbana2. Este proceso no es ajeno a la Ciudad de Córdoba, que se ha desarrollado progresivamente en base a dinámicas económicas, lo que ha significado una creciente afluencia de capital de inversión al sector inmobiliario. Actualmente la ciudad cuenta con más de 72 millones de metros cuadrados construidos3, que albergan a casi 1,4 millones de personas, distribuidas en un territorio urbanizado de aproximadamente 23.000 hectáreas. De este modo, la densidad poblacional de Córdoba (60 hab/Ha), no sólo resulta inferior a los 80 hab/Ha de Rosario, o los 150 hab/Ha de la Ciudad de Buenos Aires, sino que se encuentra cinco veces por debajo de los umbrales recomendados por los organismos internacionales en materia de vivienda (ONU/Hábitat), tendientes a optimizar las ventajas comparativas de la aglomeración, a efectos de mejorar la calidad de vida urbana.
Las formas de la densidad Alejandro Flores
LA DENSIDAD NORMATIVA
LA DENSIFICACIÓN DE LA PERIFERIA
Desde hace más de medio siglo, las distintas instancias de planificación desarrolladas por el estado municipal han recalcado la necesidad de compactar y consolidar el área urbanizada, a los efectos de lograr un mayor equilibrio de la densidad efectiva de población4. Tal es así, que el primer Código de Edificación (Decreto Ordenanza Nº 673/62), ya establecía densidades normativas superiores a los 1.000 habitantes por hectárea, en base a la aplicación del “célebre” Índice 7, que admitía una capacidad constructiva de siete veces la superficie parcelaria en toda la ciudad, con excepción de los barrios tipo “jardín”, herederos del Plan Regulador de La Padula (1954). Si bien esta forma de regular los procesos de transformación urbana generó interesantes productos edilicios, destacándose, entre otras, la prolífica obra del “Togo” Díaz, que desde la década del ’60 perfilaron la imagen de la ciudad, la excesiva amplitud del ámbito territorial que la norma ofrecía derivó en importantes desequilibrios en la configuración del tejido, así como en la prestación de servicios en las zonas más alejadas.
A partir del cambio de siglo, y con el reflote económico que le siguió a la crisis del 2002, el sector inmobiliario empieza a acusar el salto de escala de la ciudad -que atravesaba un proceso creciente de metropolización- avisorando un fenómeno de descentralización en la localización de emprendimientos urbanos. Esta descentralización, que había sido anticipada una década antes, con la construcción periférica de los Centros de Participación Comunal (CPC), y las grandes superficies comerciales en torno a las principales vías de penetración, sólo fue posible a partir de la introducción de una serie de modificaciones al marco normativo. Estas modificaciones propiciaron, entre otras cosas, el desarrollo de emprendimientos de vivienda colectiva en barrios tradicionales (Ord. 11.170/06) como el Cerro de las Rosas, Barrio Jardín o Villa Belgrano -generando fuertes tensiones sobre el tejido residencial existente- y la definición del concepto de “atipicidad urbana” (Ord. 10.740/04), una noción aplicable a la excepción normativa, lo cual generó la aparición de puntos de ruptura del tejido de continuidad que la normativa del ’85 pretendía constituir. Esta tendencia toma mayor protagonismo en el desarrollo urbano con la sanción de la Ordenanza Nº 11.272/07, que le permite al municipio captar plusvalías, a cambio del otorgamiento de excepciones en altura que movilizaron el caudal de obra pública, que por el momento llevaba varios años de retraso.
Con la llegada de la democracia, la ciudad se embarcó en un nuevo proceso de regulación normativa, a partir de la instrumentación de los conceptos derivados de experiencias de planificación anteriores (Diagnóstico tentativo y alternativas de desarrollo físico de 1973 y el Esquema de Ordenamiento Urbano de 1978), proceso que concluyó en el año 1985 con la aprobación de un detallado cuerpo de normas urbanísticas, que, con sucesivas modificaciones, reguló el crecimiento urbano hasta nuestros días. Este modelo abandona la idea de regulación por índices y establece un complejo sistema de condicionantes morfológicos para el Área Central y Pericentral, definiendo perfiles normativos. Estos perfiles definieron “planos límites” para el desarrollo de edificios en altura, priorizando la homogeneidad de la forma urbana por sobre el control de la densidad edilicia5. Entre sus virtudes, el sistema normativo se destaca por “premiar” la renovación de parcelas pequeñas -en base a la relación superficie/capacidad constructivapor sobre las parcelas de gran tamaño, inversamente a lo que ocurría con el marco anterior, garantizando asimismo la homogeneidad de alturas de edificación6. Entre sus debilidades podríamos atribuirle, la generación de significativas distorsiones sobre el valor del suelo (propiciada por la desregulación en la máxima superficie edificable), situación que derivó en una alta especulación sobre el “metro cuadrado”, y la consecuente aparición de tipos edificatorios con bajos estándares de habitabilidad interior7.
Si bien es indudable la validez de este tipo de instrumentos para promover el desarrollo urbano, la falta de anticipación de algunas de estas “excepciones” en el territorio, generó una serie de transformaciones no previstas tanto en el paisaje urbano como en la estructura funcional de la ciudad, en un proceso que hasta aún hoy prevalece, e incluso se profundiza con la vigencia de la Ordenanza Nº 12.077 de Convenios Urbanísticos. 1. Salas, M. Urbanismo y Planes Especiales. Consejo de Publicaciones. U.L.A. Mérida- Venezuela, 1999. 2. Angel S. Making Room for a Planet of Cities. Policy focus report, Lincoln Institute of Lan Policy, Cambridge, 2011. 3. Córdoba, una ciudad en cifras. Guía estadística de la Ciudad de Córdoba. Municipalidad de Córdoba, 2014. 4. Desarrollo Urbano: Reflexiones y acciones. Iros, Guillermo. 1987. 5. En ciertas zonas del Barrio de Nueva Córdoba, se han edificado emprendimientos que superan los 10 puntos de FOT, mientras que las densidades de población superan los 800 habitantes por hectárea. 6. Las virtudes de este sistema normativo han influido en gran medida en otras experiencias de regulación normativa, visibles por ejemplo en la introducción de criterios morfológicos en el nuevo Código Urbanístic de Ciudad de Buenos Aires, que por estos días se encuentra en proceso de aprobación. 7.El “departamento con ochava”, típico producto del mercado inmobiliario cordobés, se conforma a partir del estrangulamiento de los espacios habitables de la vivienda, a efectos de aprovechar al máximo la ventilación sobre el frente y contrafrente del edificio.
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Las formas de la densidad Alejandro Flores
NUEVAS FORMAS DE DENSIFICACIÓN En los últimos años, el discurso urbanístico ha adoptado términos con un fuerte contenido simbólico, como acupuntura, regeneración, redensificación y reciclaje urbano, cuyo objeto es orientar el urbanismo hacia el mejoramiento y la dinamización del tejido urbano existente; en otras palabras, “rehacer la ciudad sobre la ciudad”. En esta línea, recientemente el municipio difundió el desarrollo de un programa de revisión y actualización de la normativa urbanística que tiene entre sus objetivos el de adaptar las formas posibles de edificación a las condiciones reales de producción de ciudad, propendiendo a una diversificación de la oferta tipológica y las alternativas de densificación de la ciudad construida. Apoyado sobre la base de los lineamientos estratégicos definidos en el documento del Plan Director “Córdoba 2020”, este programa se sustenta en un análisis exhaustivo de los procesos y dinámicas de transformación de la ciudad actual, sobre las variables de: la capacidad de carga del soporte (infraestructura, trama vial y estructura parcelaria), la capacidad de renovación del tejido (por uso, nivel de completamiento, calidad edilicia y preexistencias de valor histórico), la valorización del suelo, y los tipos arquitectónicos emergentes de las demandas socioeconómicas. De aquí surgen una serie de instrumentos donde conviven las condiciones tradicionales de regulación de la forma urbana, con herramientas de promoción de áreas urbanas e instrumentos económicos. Entre los productos emergentes del programa, se destaca la Ordenanza Nº 12.483/15, una herramienta que aspira a profundizar el modelo de renovación y densificación de la ciudad existente -con un
fuerte compromiso con las condicionantes del soporte, el completamiento de tejidos y la microdensificación- en convivencia con mecanismos de preservación del patrimonio urbano-arquitectónico, e instrumentos de activación y promoción de áreas urbanas estratégicas. El objetivo principal de esta norma es traccionar inversiones públicas y privadas hacia una reforma urbana interna, y promover nuevas formas de vivienda colectiva. Si los últimos cincuenta años de regulación edilicia en nuestra ciudad estuvieron orientados a la definición de parámetros e índices urbanísticos con un alto nivel de rigidez, los próximos cincuenta años deberán contar con instrumentos los suficientemente flexibles para afrontar las imponentes demandas del crecimiento urbano, preservando su carácter conductor de la estructura general de la ciudad. Esta premisa demandará una actitud del Estado donde las formas de regulación acepten el carácter abierto del sistema, previendo la posibilidad de producir diversos resultados. En síntesis, la definición de instrumentos adecuados para orientar el crecimiento urbano requerirá una comprensión matizada de muchas fuerzas que interactúan, y la revisión y el ajuste constantes. Después de todo, si bien las normativas edilicias siguen siendo una herramienta poderosa pero imperfecta, son de lo mejor que tenemos para dar forma a nuestras ciudades. 8. Promoción, densificación y reestructuración urbana. Políticas de actuación en el ciudad construida. Fundamentos Ord. 12.483/15. Dirección de Planeamiento Urbano. Municipalidad de Córdoba, 2015. 9. Diez, Fernando. NORMAS Y FORMAS: Regulación y tipología en Buenos Aires. Libro: Habitar Buenos Aires; Las manzanas, los lotes y las casas. Comp.: Arq. Juan M. Borthagaray. Buenos Aires, 2009. 10. Grant, Benjamin. Getting Zoning Right. Artículo Publicado en la Revista The Urbanist, Abril, 2017.
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Pablo Bisio
Arquitecto, dibujante y pintor www.pablobisio.com / www.barqs.com.ar
Pablo Bisio es arquitecto, dibujante y pintor. Nació en Córdoba, Argentina, en 1981. En un proceso de formación inversa, comenzó a pintar instintivamente y de manera autodidacta. Es a partir del 2007 cuando empieza a estudiar, hasta el 2010, en el taller de Dante Montich. Además, cursó en el taller libre de Introducción a las Artes Visuales, Escuela Provincial de Bellas Artes Figueroa Alcorta, dirigido por Juan Canavesi, como así también, en los talleres de Dibujo y Pintura del los artistas Marcos Acosta, Ramiro Vazquez y Gerardo Oberto. Actualmente es titular del estudio BARQS taller de arquitectura y el taller de arte Noctiluca. Paralelamente se desempeña como Jefe de Trabajos prácticos en la Cátedra de Materia, Forma e Instrumentación de la Facultad de Arquitectura de la UCC, cuya titular es la Mgtr. Arq. Viviana Colautti. Ha realizado numerosas exposiciones colectivas e individuales en destacados Museos y Galerías.
Colegio de Arquitectos de Córdoba / Regional 1 Finochietto 240, Barrio Colinas de Vélez Sarsfield, Córodoba- https://www.facebook.com/ r1.revista