CUENTO Y LEYENDAS DE YUCATAN NEFERTARI VENTURA SÁNCHEZ SALON
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La llorona Hace muchos, muchísimos años, en una ciudad mexicana llamada “Xochimilco”, la gente decía escuchar los lamentos de una extraña mujer: “¡Dónde están mis hijos! ¡Dónde están mis hijooooos!”… decía la mujer una y otra vez. Aquellos lamentos eran muy extraños y quitaban el sueño a los habitantes de aquella ciudad, hasta el punto de que cuando sonaban, preferían encerrarse en sus casas y no salir hasta el día siguiente. • ¡No podemos ya con estos gritos! ¡No podemos dormir!- Decía un vecino un día por la mañana al encontrarse con otro vecino. • No eres el único, yo estoy igual, y dicen que hasta los conquistadores se encierran a cal y canto cuando comienzan a sonar sus llantos…Respondió el otro. Como los rumores en los pueblos y las ciudades eran muy habituales antaño, se decía que aquellos lamentos tan terribles pertenecían a una señora que iba vestida de blanco y que tenía los cabellos muy largos y oscuros. Otros iban más allá y se atrevían a asegurar que aquella mujer no caminaba, sino que sus ropajes blancos eran más parecidos a un antiguo camisón y que sin duda parecían volar. También decían que al gritar agitaba los brazos, como en señal de queja o angustia, y así hasta que desaparecía durante un breve espacio de tiempo. El recorrido de aquella extraña mujer casi siempre era el mismo: iba muy lentamente por las plazas y las calles de
EL NIÑO Y LOS CLAVOS Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del patio de la casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente, menos, y así el resto de los días. Él pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido, finalmente, controlar su mal temperamento! Su padre, muy contento y satisfecho, le sugirió entonces que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y cuando el Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí. Y niño terminó de sacar todos los clavos una herida física es igual que una fue a decírselo a su padre. herida verbal. Los amigos, así Entonces el padre llevó a su hijo y de la – “Has trabajo duro para clavar como los padres y toda la familia, mano la cerca le dijo: quitarhasta los clavos de y esta cerca, son verdaderas joyas a quienes pero fíjate en todos los agujeros hay que valorar. Ellos te sonríen y que quedaron. Jamás será la te animan a mejorar. Te escuchan, misma. Lo que quiero decir es que comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón cuando dices o haces cosas con abierto para recibirte”. mal genio, enfado y mal carácter Las palabras de su padre, así dejas una cicatriz, como estos como la experiencia vivida con los agujeros en la cerca clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
La leyenda del Huay Chivo
La leyenda del Huay Chivo es una de las más populares de Yucatán y narra la historia de un hechicero que tenía la habilidad de transformarse en una aterradora bestia mitad chivo, mitad hombre. Esto sucedió después de que el hechicero le vendió su alma al Kisín, una expresión maya que hace referencia al diablo o demonio. Esta historia del Huay Chivo es muy parecida a otra historia desarrollada en Centroamérica conocida como los nahuales, según la cual también ocurre la transformación de ciertas personas en distintos animales después de realizar un ritual de ofrecimiento. En los poblados más alejados se creía que, si una persona se cruzaba con esta entidad, debía desviar la mirada; de esta manera la persona receptora solo sentiría frío y mal olor. Sin embargo, si cruzaba miradas con la bestia, el sujeto sentiría malestares y fiebres. La historia relata que el Huay Chivo se alimentaba de gallinas y ganado pertenecientes a los pobladores; también se creía que habitaba en los lugares más oscuros, como ciertos montes y bosques. En la actualidad, todavía se cuentan anécdotas sobre esta aterradora entidad.
Secreto a voces
Gretel, la hija del Alcalde, era muy curiosa. Quería saberlo todo, pero no sabía guardar un secreto. – “¿Qué hablabas con el Gobernador?”, le preguntó a su padre, después de intentar escuchar una larga conversación entre los dos hombres. – “Estábamos hablando sobre el gran reloj que mañana, a las doce, vamos a colocar en el Ayuntamiento. Pero es un secreto y no debes divulgarlo”. Gretel prometió callar, pero a las doce del día siguiente estaba en la plaza con todas sus compañeras de la escuela para ver cómo colocaban el reloj en el ayuntamiento. Sin embargo, grande fue su sorpresa al ver que tal reloj no existía. El Alcalde quiso dar una lección a su hija y en verdad fue dura, pues las niñas del pueblo estuvieron mofándose de ella durante varios años. Eso sí, le sirvió para saber callar a tiempo.