Historias de brandeburgueses

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Historias de Brandeburgueses – El Grupo Ruiseñor enero 9, 2013 en Brandenburgueses, Frente del Este, Segunda Guerra Mundial porHugo A Cañete

Escrito por: Hugo A Cañete El Ukrainische Gruppe Nachtigall (Ruiseñor), más conocido como Grupo Especial Ruiseñor (conocido así por su coro de voces) fue un batallón de voluntarios ucranianos adscrito a la unidad especial de operaciones Lehrregiment Brandenburg z.b.V.800.

Brandemburgueses en el Frente del Este 1941 con uniformes rusos.


Las unidades de elite de Brandeburgueses fueron organizadas por el Abwehr de Canaris, tras ser el proyecto rechazado por la Wehrmacht. La unidad incluía una serie de compañías cuyo componente

principal

estaba

compuesto

de

voluntarios

ucranianos que perseguían la independencia de Ucrania. Durante la

operación

Barbarroja

obtuvieron

una

serie

de

éxitos

fulgurantes, comenzando por la misma madrugada del 22 de junio de 1941. Esa mañana, las tres compañías de voluntarios ucranianos adscritas al 1º Batallón del Lehrregiment Brandenburg entraron en Ucrania con órdenes de ocupar la ciudad de Przemysl y establecer una cabeza de puente sobre el río San. El objetivo era mantener abierta la carretera hacia el este para las principales fuerzas de asalto del Grupo de Ejércitos Sur.


Brandemburgueses disfrazados de soldados soviéticos en un camión soviético Los ruiseñores llevaban uniformes de la Wehrmacht para capitalizar la simpatía de los haitantes locales, que en los inicios de Barbarroja se inclinaban más por los alemanes que por los soviéticos. De camino hacia sus objetivos, un destacamento de ucranianos se tropezó literalmente con una patrulla soviética. Fue tal la sorpresa de ambos grupos que ninguno llegó a disparar.


El teninete que dirigía a los invasores fue el primero en reaccionar. En voz alta exigió ver al oficial que mandaba a los soviéticos. Vacilante, el capitán ruso respondió que los intrusos debían rendirse. “Tonterías”, dijo el teniente alemán, y procedió a explicar que, en realidad, sus hombres estaban en una misión soviética secreta. Iban así vestidos porque venían de una patrulla de largo alcance. Tan profunda había sido la penetración, prosiguió

el

teniente,

que

sus

hombres

documentación alemana.

Almirante Canaris, jefe del Abwehr

solo

llevaban


Increíblemente, el ruso aceptó la historia y los dos grupos se unieron, marchando hacia Przemysil, que estaba fuertemetnte custiodada por tropas soviéticas. Se proveyó a los ucranianos de salvoconductos para la ciudad y justo entrando en ella sonaron las sirenas anunciando un ataque aéreo, dispersándose todo el mundo para buscar protección. Tras el raid, el Ejército Rojo comenzó a retirarse. Los brandeburgueses no intervinieron hasta que la mayoría de las tropas rusas se hubieron marchado, tras lo cual emergieron de sus escondites y acabaron con la retaguardia soviética, apoderándose del cercano puente del río San. En pocas horas, elementos de la avanzada del Grupo de erjticos Sur a atravesaba el puente y seguía avanzando hacia el este.

Brandemburgueses disfrazados de soldados soviéticos


Animados por la creciente posibilidad de ver pronto Ucrania como un estado independiente, los ruiseñores prosiguieron con éxito sus actividades durante el avance por tierras ucranianas. En Vinnitsa, donde se construiría posteriormente el Werhwolf, el Ejército Rojo estaba cómodamente instalado al abrigo de un bosque enorme. La misión de un grupo de ruiseñores disfrazados de partisanos rusos consistía en localizar el cuartel general soviético. Deslizándose silenciosamente entre los árboles, los ruiseñores hicieron contacto con una banda de auténticos partisanos que rápidamente los invitaron a comer con ellos. Los ruiseñores tenían preparada una historia: los había aplastado el avance alemán, y se habían deslizado a través de las líneas buscando unirse al Ejército Rojo. Ilusionados, los verdaderos partisanos se ofrecieron a ayudarlos, llevándolos al cuartel general soviético. Una vez allí, los comandos fueron interrogados con recelo durante varias horas, pero finalmente su historia fue aceptada. Esa noche, usando un minitransmisor desarrollado para ocasiones como esa, uno de los ucranianos transmitió su posición al Batallón Brandenburgo, que aguardaba en la linde del bosque.


Sello postal ucraniano en honor de Roman Shukhevych, jefe de los ruiseñores, en su 100 aniversario. Al día siguiente, los brandemburgueses atacaron y capturaron el cuartel general, conservándolo hasta que llegaron las tropas alemenas regulares. La operación Vinnitisa fue la última misión importante de los ruiseñores. Unas declaraciones hechas por ellos anteriormente sobre un “estado ucarniano occidnetal libre” en una emisora de radio capturada, resultó muy poco popular en Berlín, que no tenía ninguna intención de llevar a cabo tal cosa. Desilusionados, los ruiseñores perdieron interés por la lucha y a fines de 1941 el grupo fue declarado “poco fiable” y disuelto.


Existe una controversia sobre su posible implicación en Polonia y Ucrania en crímenes contra la humanidad sobre la población judía. Apoyan esta tesis las investigaciones llevadas a cabo por Polonia y el Centro Wiesenthal. Por el contrario, investigaciones llevadas

a

cabo

por

Canadá,

Ucrania

y

una

Comisión

Internacional organizada en La Haya en 1959 han llegado a conclusiones contrarias. Si bien algunos componentes de dicha unidad pudieron participar en tan deleznables hechos, parece ser que no hay evidencias de que la unidad tuviera implicación alguna en ello.

Historias de Brandeburgueses (II) – Operaciones en la Retaguardia Soviética marzo 20, 2013 en Brandenburgueses, Frente del Este, Segunda Guerra Mundial porHugo A Cañete


Escrito por: Hugo A Cañete Durante la Operación Barbarroja, una de las tácticas favoritas de los brandeburgueses, que se convertiría en uno de sus sellos distitntivos, consistía en capturar camiones soviéticos y pegarse a la cola de las columnas rusas en retirada.

Brandeburgueses en un camión soviético En otras ocasiones, las patrullas de brandegurgueses penetraban cientos de kilómetros detrás de las líneas soviéticas para llevar a cabo operaciones de reconocimiento, espionaje y sabotaje. Para reunir información sobre los movimientos de las tropas enemigas, esas patrullas no solo no eludían a las unidades soviéticas, sino que buscaban entrar en contacto con ellas. Necesariamente, los disfraces de los brandeburgueses eran tan infalibles como lo permitiera el ingenio de sus miembros. Sus


uniformes soviéticos eran auténticos hasta el último detalle; incluso las cartas falsas de los seres queridos tenían direcciones correctas. Sin embargo, el idioma planteaba un problema peligroso para las unidades de brandegurgueses que pululaban entre las unidades soviéticas. Los comandos que no hablaban ruso con la suficiente fluidez, a menudo trataban de protegerse haciéndose pasar por heridos, se vendaban y fingían estar inconscientes o gemían fuertemente para evitar que los rusos les hicieran preguntas. Otros comandos fingían ser miembros de grupos étnicos que no hablaban ruso, un truco que algunas veces los puso en apuros.

Brandeburgueses mimetizados En una ocasión, en el eje de avance de los ejércitos alemanes en el

Cáucaso

en

el

verano

de

1942,

una

unidad

de


brandeburgueses se vio en dificultades en un puesto de control. Los brandeburgueses iban, como de costumbre, en un camión del Ejército Rojo y se hicieron pasar por rezagados que venían del frente. Se les ordenó bajarse del vehículo para registrarlo. Mientras permanecían a un lado del camino, un suspicaz comisario político se acercó para interrogarlos. Dio la casualidad que se dirigtió a un joven suboficial de Hamburgo que no hablaba una palabra de ruso.

Rápidamente intervino el comandante de los brandeburgueses. “No conseguirá sacar nada de él, es armenio”. Pero para desgracia de los alemanes, el comisario era armenio, y se dirigió en su lengua nativa al oficial germano. Tras un silencio tenso, el comisario hizo el ademán de desenfundar su pistola. El comandante alemán fue más rápido. Sacó la pistola en el mismo


instante y mató al comisario, dando órdenes de evasión general. Los comandos habían practicado muchas veces qué hacer en esas situaciones. Disparando a discreción

para protegerse,

volvieron a subir al camión y se alejaron a toda velocidad antes de que los rusos del puesto de control pudieran asomar la cabeza.

En otra ocasión, en el eje de avance del Grupo de Ejércitos Norte, disfrazados de soldados rusos heridos, un destacamento de los brandegurgueses se unió a los elementos de retaguardia del ejército soviético durante el avance alemán sobre Letonia. Cuando los últimos vehículos rusos cruzaron el puente sobre el río Dvina, los comandos “heridos” se deshicieron de los vendajes, mataron a los ingenieros rusos que se disponían a volar el puente, y lo conservaron hasta que llegaron las primeras tropas alemanas. El golpe de mano de los brandeburgueses permitió al Grupo de Ejércitos Norte continuar su avance sin problemas hacia Riga, el principal puerto báltico de Letonia.


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