EL Cadรกver DE LA Hoja Encuentros casuales con la muerte NESSA CONQUETT
Pavor al Silencio o Jaula del Ser (1) I El alma del verso Se desmantela, Justo en el silencio de la agonía De su decadencia, Se agota en el éxtasis de su pureza Que no es sino el instante mágico Del vicio por la vida y la muerte, La esencia humana, Un aroma a caos. II ¿Es acaso el bandoneón, un poco de blues? Entristecido y morado, sacro Y, ¿el blues, un poco de tango?, Seductoramente mortífero, Acontecida en esta azotea nochezca de luna llena, La más viva imagen de melancolía o belleza, Desde donde la soledad que me ha poseído desde siempre Se hace poesía, En el paso del vino que detiene mi memoria, Exorcizo mi locura, Para volar en melodía entre La muerte de miel, y la muerte atragantada.
III Un amor desconocido Que se cuela en el desgarrador paso del bandoneón por mis heridas, Se aferra sutilmente a esta hilaridad creada En un beso robado con los ojos cerrados. IV No te dejes escribir bandoneón, Que se esfuma tu tristeza, Déjate ser, únicamente, un beso mortal, O una visita al puerto en la noche, Porque se esfuma tu angustia, La vitalidad de tu ser en las manos del hombre, Tu tristeza Que te hace naturalmente, mágico, E inmortal como al amor y las lunas Que nos ven llorar, No te dejes escribir, Porque dejaras de ser dios No te dejes nombrar, Déjate ser un patético hombre Que pretende entristecerte En vano, Consérvate misterioso.
(Poemas atrapados en un descuido) (2) I Resguardada, Donde nada me toca, Protegida del tiempo y el espacio, De los besos y de los desiertos, Temida por el verso, Componi茅ndome en silencio, Desintegr谩ndome en el verbo, Sucedida por la muerte, Soy heredera de la condena humana A ser libres esclavos, Y naturalmente, solitarios, II Fluidos, vientos, Humos, Consienten mi ligereza Para sobrevivir a mi desbocado placer De amar con playas En la herida de los ojos, III Despilfarrada, Idolatrando los pedazos De mi tentaci贸n, Secundada por la vida Gastada, mal gastada en un mercado de carnes, Soy c贸mplice del odio,
Solo para amar en soledad, A medias, para que no se escuchen mis pasos en el suelo, Solo para amar en esta cárcel, sola, Sola yo, solo en la cárcel. Hechizo fortuito (3) Hechizo fortuito Hallarnos asombrados Ante la decadencia de un beso, ¿Cómo te imaginas un cuarto oscuro Con pestilencia a moho siendo tu tan perfecto? Silencio, guarda silencio, Luego del vuelo, Antes del despegue, Y cuando te miro con ojos de mirarte, También guarda silencio Para no descubrirme en tu piel mutilada Con mis sueños. Poema atrapado en un descuido (4) No tenemos pasado a sabiendas de querer poseerlo, ¿No esa la dulzura de la angustia cuando escucho en silencio y al desnudo un Nocturno de Chopin? No tenemos gusto, ni tendencia, ¿No es esa la sublimidad de mi ausencia del mundo? ¿No tener que hacer nada? Ah, pero de repente me acuerdo de cosas.
Eficiencia (5) De repente, recuerdo cosas, Un papel, Un sol, Un espejo Recuerdo naturalmente pasado, Pero no es posible hallarme escribiendo, Calurosa, embriagada y bella, Justo ahora, No es posible ser pasado, justo hoy Justo mañana, justo ayer, justo siempre, Condenada y hechizada a permanecer Eternamente, eterna, Eternamente en lo eterno que no es sino pasado. Se ha roto la luna (6) Se ha roto la luna Y las calles se han intrigado, La seducción se fundo en los andenes Y nadie guarda silencio, Se ha roto la luna, Ya no hay con quien brindar, Ni sol que amanezca en nuestra muerte, no es necesario, ¿Dormiremos para siempre, azulados? ¿Siempre seremos los mismos? Condenados a permanecer en un extremo Del péndulo que oscila con angustia y contando el tiempo,
Se ha roto la luna Y hay un olor a podrido en las axilas de los hombres Que han estado robando el queso que lleva tiempo En los alcantarillados, Que están resguardados en el día, Ídolos del sol, esclavos de la noche Protegidos, engañados, atestados de retratos Obsesivos, con altares del mimetismo del pasado y el futuro, y seducidos por el compás conocido de Su muerte. Se ha roto la luna Y me visto con sutil tela de luna El cuerpo oscuro Cada vez que el ocaso Se asoma en mi mirada Y deambulo siendo luna remendada Para los hombres. Sentada (7) Me tembló la mirada, Nublada cariñosamente por la sonrisa partida Que se regala de vez en cuando, No supimos nada, Como seria engañar al otro Sin cama, No supimos ni de la vida, ni de la muerte Solo explotamos Para estar más cerca.
Sentada temprano, Matinalmente, Te despierto en mi letargo Para que sostengas mi calma Hasta que llegue la locura envejecida. Entrecerrados, Como seducidos Por el desierto del peligro Nos alejamos del tiempo impuesto Y del silencio Sentada Los años Son como horas, e inhalaciones, Que se vierten en mi magia Suculenta y blanca. Sentada Se escaparon todos de mi cárcel Color violeta Sin mención del tiempo, Y me escurrí para quedarme Siendo zócalo.
El cadáver de la hoja (8) ¿Quien ha muerto en mis brazos desangrado Impidiendo mi sonrisa impávida, pero hipócrita al final de cuentas? ¿Quien deshojo mi alma mientras averiguaba si me odiaba, E hizo de mis cantos una pesadilla de silencios perdidos En la costumbre de gritar menos de lo debido? Que es el cadáver de una hoja en una tarde viva Que se escabullo entre nuestro silencioso entierro, Mientras las calles cantaban un blues para la ocasión, Que parecía vallenato, Ya se quien es el cadáver de la hoja, Es Ella, es un cuatro de octubre gris y mágico, Soy yo y un blues que debería ser más bien un alah, Soy yo que he muerto en pleno día Soy yo convocando la vitalidad de su grito Para atrapar los instantes en el deseo de que todo sea sublime Y esperar agazapada el destierro benévolo de la dicha Que no es sino el estado anterior de la calamidad, Porque antes de estar aquí, estuve allá, Porque primero repte, Primero balbucee… Y ahora el cadáver de la hoja respira en mi noche De rosas y olores, y pedazos de corazón, Ahora el cadáver deambula en mi insomnio Impresionando el suicidio respectivo del crepúsculo.
Tú también eres hoja y cadáver, Aunque ordinario y peculiar a la vez Eres un poco de muerte y otro poco de muerte Porque nombraste la tarde, Tal vez, solo tenga que guardar la hoja muchos años En el libro de Baudeliere, como tu dices, para que muera Pero quien no muere en Charlie, Quien no muere en tu tarde, respirando a coro con Pandora, Sin esperanza, Sigamos invocando el día del cadáver de la hoja Que hizo un poema callado en nuestra cotidiana sonrisa manchada. Porque somos hojas…pendidas y voladas, Porque somos cadáveres… huesos y carnes Y un sin fin de trivialidades inundan mi pensamiento, Haciendo de toda esta charla un documental de Discovery Channel Y un encuentro casual con la muerte en otra edición: Cuatro del diez del dos mil seis. Leyendas (9) El ritual es tan puntual como las en punto del reloj Tan pronto despunta el sonido de las nueve. El orgasmo se anuncia, Y justo frente a la ventana Frente al mundo y la luna de cada noche Reina el deseo incontenible de volar con esa escoba perfecta, Bruja, si, Hasta el vuelo, Bruja, si,
Mis conjuros son de la lluvia, son de sal, Debe ser por eso que me vengo en el crepúsculo De los amores que no me diste. El instante de nada (10) “Nada es un hermafrodita desnudo que parece mujer y muerte” Surge nada en este instante de nada Porque esto no es sino el desnudo y el vestido Que teme al infortunio de la buena suerte, Surge un poco en este instante de nada Porque tu no eres sino esto Que me desnuda y viste mi tragedia ¿Cómo seducen las sonrisas el crepúsculo de la muerte? Si en este instante de nada me hice un todo de agua, Ahogada y llorando los cantos libres del viento Que se atoraron en su corbata cuando nos mintió Y no pudo decir nada, Te llenaste la boca de tus propias manos, No pudimos saber nada Porque el café sabe al beso de nada Y nada en este instante, en esta agua que soy yo, Sin tocar mis profundidades Porque sigues con ese parche de pirata, Con esa mano de garfio, Y no puedes ver el único ojo que me llora, Y me rasgas los labios para no besarme.
Y esta mañana también es de nada Porque no vino el café y el vino es para la noche, El vino sin él, el crepúsculo, no me excita Y la música se perdió en el tiempo, Y fueron sustituidos por el grito o el silencio, Y esta mañana también es de nada Porque no hay lagrimas saladas Ni playa cercana para acariciar las heridas, Desnuda en el mar, Sino solo este instante Que me entrega un vacío Lleno de vacío y sal Que se aproxima a la vida, A un instante que me calumnia Que me captura en la eternidad Del deseo. Afrenta (11) Cual es la inspiración errada y que se oxida Con la risa En esta mañana nuevamente mañana Que se esparce en mi danza o ballet ecléctico La inspiración de una sonrisa obligada, disecada En la memoria de nadie, En la visita folklórica de la muerte, Que Intenta sonreír ahora en mi cara.
Cartas desde un calabozo seco (13) Una cadena de leche y amar sin corazón para siempre, Es mi castigo por mis escasas cartas al olvido Cagando melones en el campo Escribiendo poemas que se arrastran por las paredes y el inodoro de mi celda, Ahorcar los soles que se escabulleron En la noche eterna de nosotros los muertos o enamorados Para beber sangre de los odios que se tejieron Con el tiempo que fuimos de los pies Desde aquí voy a arrancarle las plumas de las alas solo a los ángeles negros Para colocármelas en las orejas y pasarlas por mi lengua, Solo para burlarme de la libertad, Y para la mala suerte, Los ángeles negros que llenaron nuestras venas de agua, Cuando nos chupamos el alma Por los poros del llanto Teje esta vereda oscura de mi rostro Incrustada en tu silencio Clamada en tu callado, Para que los dioses de mis bajos instintos Escuchen tu grito Y llegue yo debajo de tus paisajes lúgubres Para llenarme los labios del empinado diluvio, Y luego, la boca del diluvio mismo.
Lagrimas de domingo (14) Es de esas noches voluntariamente calurosas Donde la dicha se me endurece, Donde el recuerdo se hizo blanco en mi mente Y mi memoria es tragada por el deseo de pasar el tiempo, Nuevamente, en blanco, Mientras el mundo se dispersa en busca de un solo minuto De silencio o misericordia Yo espero ser castigada por escoger la cantidad incorrecta, Pero, acaso, cual es la medida justa para el suicidio La carencia suficiente, O la frustración esencial, Excesos precisos, Placeres adecuados, Mientras yo prefiero que las pasiones Se me desborden como saliva de imbécil por la boca, Entre los labios, los bajos, Bajos instintos de perdón y petición incansable, Se repite insaciablemente cada insulto de vida: El tiempo baila Mientras que yo escupo a tientas mis deliciosas imprudencias, Mi inhalada libertad, Escucho a todos gritar en silencio Agazapados en la soledad de la compañía Que se empeña en hacerles creer la pertinencia
Del decoro y el júbilo, Y también de la lujuria y la felicidad invalida,
Las alas se me escapan debajo de la cama Donde también guarde mis sombreros Y tus cartas, y mi sangre morada, Golpeada, Insultada por la risa del destino, Mas que del destino, de nuestra ira Y del amor, Que nos juzga la caricia y un beso negado, Pero también, dos canciones de cemento que traías en tu espalda, Y en mis ojos, En mis ojos un diluvio instantáneo que ni siquiera descuadro mi itinerario, Ni el tuyo, ni el de nadie, Porque todos muy terrenales, menos mágicos, Nos enfriamos quemándonos las manos. La noche de los ausentes (15) No hay mas nada en este escape nocturno, Si el día ha pasado sin ti y sin ti, El día ha pasado sin mí… también, lo ves No, también el día pasó sin ti y sin mí, Pero, llega la noche donde los ausentes son nombrados Para ser poseídos en alguna forma, Donde los ausentes son besados por mil labios morados, Por mis labios carnosos, Nombrados ya los ausentes
Se escabullen también en calidad de ausentes Por la presencia, Nombrados ya los ausentes, Reconocemos sus presencias, Y preparamos una reunión matinal Para planear cuantas veces podemos faltar para perdernos, Cuantos vinos y cuantos besos debemos traer esa mañana Y los criterios justificables de las ausencias Como la lluvia, El miedo, y la locura. El suelo del agujero (16) El vacío tiene su rutina: Eco, dos Ecos, un grito, Y, evidentemente La rutina tiene su vacío, un tanto de lleno, si, Como las agendas, los números, Las imprudencias y los besos, vacío todo esto, también Pero, ¿qué nos hace tan divinos, y apasionados, y tan lúgubres, y mórbidos? Sino el instinto, y el vacío, ¿Donde esta mi vacío en este lleno? Que la poseía grita devastada… Improvisada y perenne Que el suelo del agujero no esté. Y si la magia del arte explica En una risa que habla La lujuria de un hombre desnudo Que cierra los ojos sin sonreír, Entonces, la tristeza deja de ser un blues, Y el éxtasis un suspiro,
O un instante que calumnia la felicidad, E invita al suicidio la musa, Y yo me quedo supeditada en la diminuta intención De repetir una historia que ya conté. Y sigue cayendo la poesía por el agujero Suplicando que no llegue el infierno, Suplicando un ascenso al destierro de lo bello, Un infierno en el cielo, Con un plató lleno de demonios con aureolas Que me cantan a muerte La sencilla canción de una musa suicidada: ¿Es que acaso no quiero escribir mas historias De amores perdidos, y columnas de oro, Niños asustadizos y mariposas desangradas? Batú, Fon, Yoruba, Hablamos desde la prisión, las negras mariposas, Y de colores también, Porque el odio no distingue. Ojos irritados que explotan en la ironía, Esclavos eternos, eternamente encadenados, Una parodia dibujada en la sonrisa mía y la tuya, ¡Ah!, y un Blues para descansar, Para suspirar en la azotea Desde donde una vez quisimos lanzar la agonía Y la libertad jamás besada. Poema (15) Otra que te habita Cuando cierras los ojos, o quizás cuando los abres,
Pero definitivamente, cuando no estas. I Se ha esfumado cualquier vestigio fálico de mi lucida embriaguez nocturna De amarte como si creyera en el amor, Morada y entumecida anochezco, Llego hasta la madrugada, sin ojos, ni lengua, Atada a mi pecado original, pecado copiado, o aprendido, Enfermizamente amada, Desde los labios hasta los labios, y los pies, Arriba, deben estar mis “nunca mas”, Cuervo de mi alma negra, Nocturno, Arriba o abajo entre mis piernas, En los costados, entre las paredes, Debe estar entre mis cabellos, Aterrorizada mi compulsión exquisita de repetir, Un juego peligroso, Donde pierdo el riesgo, riesgo al perder, Pierdo los ojos y la lengua, Absolutamente enrojecida directo al infierno frío de la ausencia Me dirijo indigna e impetuosa Con un abanico revelador, Wilde, nunca he sido infiel, Y una época que hablo, que me habla Me descifro, me enviste, la envisto, “Nunca mas”, ¿Dónde esta mi “Nunca mas”? en esta oscuridad encarcelada y enlutecida Por la intolerable pero perdida felicidad descompuesta, Llena de moho con olor a fresitas,
Llena de relojes putrefactos, mí tiempo me extingue, Dalí, ¿Donde esta mi nunca mas si ya no es de noche?
II Estoy desnuda, mas desnuda que nunca Con la lágrima en el lagrimal Con la vida meada en los pantalones Y las manías atadas a mis vagos indicios del ser, Las aberraciones lideran mis sin sentidas noches de insomnio E hiperactividad comprobada, Janis, acompáñame, janis a rasgar con tu garganta mis recuerdos, Ensambla y diseca mi memoria para sellar en un grito la vida Que se me va en un soplo, en un aplauso mal ganado La vida que sigue amarilla en mis pantalones,
Dictaminado, Minado esta mí susurro Mi grito en la diversidad, Azotado por la ira Y el albedrío ensordecido Por el imperativo absurdo, Marca el paso, Marca el escenario, La piel, y el culo, Ya se quien eres Como si se fuese, Ya te he visto, Como si no todas las noches muriera en mi cama caliente,
Asquerosamente, caliente.
Nochezca (17) I Asterisco en coma, Las ideas asesinadas por el tedio que enmudece mi albedrío Enloquecido y cortado, Sometida a un yugo que me hiere Que me hace sangrar los ojos Aunque me aten las muñecas Que me empuja a la esperanza a la que no tengo acceso Que me besa fría, Un yugo que me expone A una calumnia áspera y solitaria, La vida, la muerte, El amparo, Y se cae a gotas la angustia Y un desespero se asoma, Es mi alma que grita Mi silencio cansado, Mi utópico suicidio postergado, Mi mecánico hábito de no llorar sino sangrar,
Mientras visto de nada el cristal de mi felicidad, Mi felicidad emancipada de mi carne, Que melancolía, esta, que me invade hasta la sonrisa, Y grita de nuevo mi alma Enloquecida, Y vuelve a dominarme ese deseo de matar Comer, Lamerte las yagas Las yagas que te ha hecho el tiempo La angustia que te regala tu indiferencia
Te has preguntado ¿Cuánto odio alberga mi silencio? El mismo desperdicio que carcome tu cuerpo cuando defecas La vida en color, en blanco y negro, Te odio tanto, Has visto como se parecen tus ojos a la escoria, y al mar, También los odio con amor Te odio como gusano comiéndote mi piel Después que ya te he permitido comerme hasta los ojos. II Absolutamente ausente de la noche, El día se impone en mi rito, La luz azul y amarilla del alma Cobija mi oscuridad irreverente y narcisista. Ellos callan como siempre, No entienden algunas excepciones,
No observan las irregularidades, Aterrorizados por el tiempo y la angustia El día se nos hace más salado que la noche, Y una señal de humo que no me atraviesa, Una voz que no me estrangula, Se queda sentada lamiéndome las yagas, enloqueciéndome, Chupándome los ojos para tomarse mis lágrimas antes de que salgan, Una ausencia que me canta secretos morados y difuntos, Como un fantasma del Pasado, llorando, Pasado el fantasma que me impide, Me detiene, ¡Ah!, He muerto de nuevo, Sonrío con la vehemente desesperación en la cien, Cien madrugadas que he caminado a gachas, OH noche, el suicidio sigue acechándome… seduciéndome, Y el espejo dibujándome más de sangre que de carne, Vente, vente a matarme por fin, déjame escapar en el espejo, En el Pasado, en el Presente transparente, Y la noche sigue ausente y tú te has hecho noche, noche en Salgar, Salado. Sin Medias, ni medidas (18) A media luz, A medio corazón, A medias los días que se suceden Sin reparar en mi ausencia, No suena el roce con el suelo… Cabizbaja la dicha de la hermosura, Suspicaz la inocencia, Deteriorado el anhelo,
Vendados caminemos Sin que nos toquen historias de dioses Usureros y brujas. A medio en cueros, Apenada de las cuatro paredes Que enlodan mi alma, Te busco, OH conspiración de mi misma, OH, miedo insospechado. Impetuoso y bendito Cada espasmo de incertidumbre Donde la verdad y el crepúsculo del noticiero, Acaba con mi último halito de imaginación, Han vuelto a contar una historia real. Que vivos aun estamos A media luz, A medio acaecer, Palidecí frente al mundo, Palidecí frente a la nada, Y me hice al placer sin dudarlo, Sin que mis cavilaciones restaran fuerza a mis pasiones, Comprendidas como mi yo natural, Pasión en mi misma, Pasión, en dosis, En pastas, Pasión, en todo En capas, En shorts, Pasión en silencio, o durmiendo… Pasión en medias… no suena el golpe con el suelo.
Gimotea mi desusado litigio A la esencia del perfume Acalorado por el tedio, Vocifera, patalea, y estruendosamente, Caen mis rezagos de dulzura, Mis rezagos de inocencia o de histeria.
Velada lunezca (19) Mi naturaleza me invita a llorar con los ojos vendados, A componer canciones y escribir versos Impedidos, e ilegales Y a cultivar lunas para abril del prĂłximo ano AsĂ son estas noches agrias y solitarias, Llenas de dulce y gente, Medio perdida en el sencillo camino a la muerte Y a la vida, Agresiva y carnosa, luna de mi alma Conmovida por la brisa de la noche Que te suplica una sonrisa, Una luz en este silencio oscuro Que se esparce en mi antojado miedo De media noche. Amo de ese modo insospechado, Como nadie ama, Amo en el crepĂşsculo de la muerte Y de un llamado que nunca espero,
Amo ese silencio tuyo que ignora este lamento, Este insospechado amor que me llega hasta los ojos, Como la marea alta, aquella vez a los trece anos Cuando no supe que hacer, sino dejarme llevar por las aguas, ¿Como se baila con el silencio?, ¿Como me dejo llevar por un grito entumecido?, Y, ¿una mirada que no lo es? ¿Cómo? Si desconozco esta marea de tus labios y tus manos de naranja, Si ignoro el sabor de tus lagrimas, solo se que son de uva porque es del color de mi sangre Dime, luna, como es que si yo te veo a ti, Hay sol en otro lugar, en su lugar, tal vez, ¿Acaso se puede cenar y almorzar al tiempo?
LOS VERSOS LLORADOS DE UN DEMONIO (19) I Debe ser un demonio la que recita estos versos Porque tengo cabellos en la cara, y mirada de haberlo olvidado todo, Porque escucho gritos hermosos en las noches, Pero resultan ser un ritual satánico. Ahora que el silencio ahogo nuestros gritos Decido descansar Ah, solo espero ansiosa ser libre también, De sentir, en el mar, ser un kraken Y devorar sus sentimientos pulcros de odiar con la puerta entreabierta. II
Mientras los ojos se conservan desérticos La noche se mantiene impávida Para que esta extorsión de mi pecho se haga minúscula Mientras tu risa no esta conmigo, Todos ahogan mi pena en una noche que no veo Que se escabulle como mi lágrima, Y los pasos fronterizos de un sueno que se pierde en mi impotencia. III Quisiera escribir un poema como esos que pasan a la posteridad Pero solo concibo palabras que se graban en mis mejillas Como llaguitas sin precipitación No provocan ningún tipo de aceleramiento o silencio en el mundo, Ni congela corazones, o calcina miradas, Solo palabras que curan, O desgarran, Pero siempre hay un mar de sal Para mis heridas, Un poema descompuesto, un llanto inválido Y tu sonrisa lejana, como un pequeño ángel revoloteando En mi infierno de llanto. IV Detente ante mi silencio Que es de hielo y sangre, Tal vez un tanto venenoso, Permite recitarte poemas, ángel de la tierra, Para llevarte a los fuegos que hace el tiempo en tus relojes,
Voy a hablarte en este lenguaje indescifrado Que parece un rasguño de nostalgia, Y entonces me veas de carne, Con los cabellos cogidos por el viento Solo como pretexto Para que veas las espadas atravesadas en mis orejas, Por donde ya jamás volveré a escuchar tu lamento, Desde estos confines venenosos, de hielo y de sangre que tienen tu nombre.
VI Despojada de este vestido transparente Que dejo que me penetrara el alma Me concibo suya y de sus pesares, Mi amor, mi odio, saca tu lengua para besar mis poco empinadas Molestias tatuadas en mi pecho. Saca tu espada y atraviésame el cuerpo con tu silenciosa libación, Mientras te amo desalmada, sin una pizca de muerte o vida Entregada a ti en un grito, desposeída de la sonrisa y el llanto, Tu muñeca para siempre.
Del color de las Lenguas (20) I Continua, Para no tener que esconderme Entre los pétalos de mi rosa Marchita, Contemplo una sonrisa jamás sonreída Que se detiene en el rastro de una media muerta
Que soy yo Levitando en tu ausencia Las dunas escenifican la desusada Nostalgia De mi pensamiento derrotado, Alrededor del cementerio que inauguramos En la primera despedida de la primavera Cuando nadie salio herido.
II Sueltas las lenguas sutiles de plata Que figuraron en mi declaración Te amé con desbocada indulgencia Tentando mi pequeño esfuerzo de odiarte En futuros imprecisos y desconocidos Pero, lúgubre, te aprisionaste a mi cintura De jazmines Para rodearme de espinas irreconocibles Barajando tus poemas sueltos Insultándote hasta el pellejo Y la pesadumbre de la culpa Conmovió al mundo entero Y a la noche plateada Del color de las lenguas Que fueron cortadas. III
Simulaste escribir una historia Mientras tumbaste el café entre mis piernas Caminaste entre mi oscuro y mohoso interior Lleno de pantanos, Te fuiste cayendo en mi letargo Perdiendo el zapato ya perdido de tu Fiesta de cumpleaños ¿Como sedujiste la aurora de esta noche Pintada en mi piel? ¿Como engañaste el ocaso inventado En mi mirada? Si eres universo circundante De la nada que perdió el zapato Y tumbo el café en un descuido E intencionalidad ensombrecida Por el tacto, y los tiempos de lluvia. IV Inventaste la extrañeza en mis labios Cuando me besaste aun siendo una extraña Y ahora socavas la hermosura De esta ajena que te ama Como cantando con los oídos sordos Una música que nunca escuchaste O que quisiste olvidar Solo basto quemar los parpados Y rajar los labios, Para levantarme cada mañana, callada Sin decir una palabra
Ni deseo, Como Atragantada en el verbo, Ni voluntad, Como amordazada suavemente, Solo un infinito satírico Burlándose de la orilla De mi “a medias” Para que no escucharas. Témpano de hielo, Aun en los vientos ligeros Del tiempo y de mi cuerpo Aun en el sol empapado de savia Y el fuego de la planta de mis pies, Mira a la extraña que te besa la cara Con los odios tapados, Mientras te inventas. V Deambule con mi lengua Por tu mirada triste Y sonrisa de caballero, Por tu destino blanco y agrio Suponiendo un fin para mí sed desértica Mi lengua conoció tu miedo mas intimo Que resulto ser el mío De hablar menos de lo debido De comer sin horarios Y besar a un desconocido,
Nos perdimos como lenguas en un Mercado de carnes Y en el discurso escueto del amor Vanidoso y atrapado, Y como lenguas supimos que jamás El tiempo podría ser suficiente Para callar lo callado, Sin ninguna diligencia, Porque siempre se descubre, Mágicamente. VI Deambulaste con tu lengua El alma mojada y solitaria Que deja la lluvia
Y con tu lengua llegaste a mis Pequeños empinados caprichos De ser mujer, Con tu lengua, asesino, Mataste el hijo concebido en el seno De un beso Que no necesitaba una lengua Con tu lengua de poco alcance Exprimiste mis labios Dejándome mendigando besos En las calles frías De lenguas plateadas y pasadas
Fantaseando que era la tuya.
Labios Rojos (21) Besando el cielo de esa forma común Que se besa el tiempo, Sin miedo, ni cuidado, Lanzada, Mujer de la oscuridad pagana Que embrujaste frente al espejo el mundo Que creíste que era cierto, Lame la angustia con tu lengua Pintada del color de tu labial Para asustar el ritual de las seis de la tarde Y danzar la ventura De morir en uno de los intentos Ángel que te caes pisando las alas Desdibuja el graffiti de tu piel Que te envenena los poemas Y los fuegos, Mira perdida, como sin interés, Soñolienta Y justo en un descuido Toca la desgarradora melodía que sale de tu hombro Precioso y cansado En el que te cargas el mundo,
Lámete el hombro de carga Para que la melodía sea de agua.
En la memoria de nadie (22) Que resta de mí Cuando soy universo Sino una noche fría Esfumada en mi magia revertida Contra mí Aguijoneándome Como al cielo, las estrellas, Negra y ahuecada, Noche fría, Incipiente en mi piel, Sucedo el insomnio Porque soy otro estado mental Discontinua e inacabada Apeiron del Tiempo Ni dormida, ni despierta Levitando en la memoria de nadie, Alguien, téjame en su cuerpo Para enterrarme hasta los pies En tu desusada alma, Como este poema interrumpido Estos ojos apagados Que se esconden detrás de tu media sonrisa De tu medio amor El pedazo de tu corazón que me roza.
Estéril (23) Besar a un muerto Con el deseo resbalando por toda la piel Es lo único que puedo hacer Para continuar morando en la tumba de tu caricia En la tumba De mi placer inventado, Morado y seco
Me oprimes la muerte Me chupas la vida por los poros De las piernas Dejándome inmóvil Enterrada, impenetrable ¿Te conozco? Me pregunto si no he visto tus ojos antes Pero mi memoria se cansa No te encuentro Pero mi memoria se cansa Y te invento ¿Has visto estas lágrimas antes? Cuando te miras al espejo O en la mitad de un almuerzo en un mercado De corazones, Mira desde arriba
Y no hallaras nada Ni mi alma, ni la medio muerta Que ocupa el otro lado de tu cama Fría y espesa Oxidada y sencilla, Ni la media mujer Que se ahoga en un grito Y en el único beso que me queda, Porque solo le queda Besar a un muerto Para perder los huesos, Ni para conocerte, ni para que me recuerdes, Solo para continuar medio muerta Morada, infinitamente, morada. Chuzos desgranados (24) Corazones fritos Embestidos de duda Que se enredan en la calumnia Preparada del tiempo Aun me pide a manos frías Para que mate mi deseo, Así ni inconsciencia, ni pendenciera Dos señoras del frente Podrán alimentarse De mis besos en las esquinas Ni chuzos desgranados o noches desgranadas Anticonceptivos y chocolates mal vendidos. Así, un día de estos, el tiempo despegara con mi deseo
Y yo sobrecogeré los segundos que invente Para estar contigo En Cueros de Carne. Mascaras (25) Ando buscando Un columpio de colores Y regalarte un viaje en arco iris Al desastre Se ve más perfecto de amarillo, verde, y púrpura Ando buscando una mala hora, de terror y ternura La tristeza enmascarada Jamás había sido tan pura, Su rostro estaba intacto en cada rasgo De sus colores y formas ¡Mascara preciosa! ¡Una oscuridad de colores! En una bodega de pinturas blancas y negras Locuras del tiempo y la Vida, Sin detenernos, me voy a quedar justo aquí Para que me reconozcas la cara, mascara Detrás de tu perfecta imitación de ti mismo. Conjuros (26) I Lamiendo el tiempo como lamo la luna, Con los ojos cerrados, Me dibujo más de sangre que de carne,
Componiendo versos inexpertos me seduce un horror tentador De usar esa misma luna de talismán Para ahogar los maleficios de mi espiritualidad Morbosa, sádica y perfecta, De mi alma cortada con las espadas del tiempo que también lamo Sin reparar en su veneno: pesadillas de miel y queso que aguijonean mi placer nocturno, Mi compulsión exquisita de escribirme entera, Más de carne que de sangre, Pieza del mundo
II Ahora tus ojos son de hueso Para soportar el paso del tiempo Que siempre le lleva ventaja a la vida Que te inventas, Pero te gusta como seducen tus intentos inmortales al destino, Hasta te luce, Se te ve orgulloso tratando de derribarme, De conquistar un poco de mis carnes Enteras y comidas.
III Téjeme, de modo salvaje, primitivo, Para que quede en el silencio de una danza al ombligo Para que quede en el grito que se escapó con Janis, El grito que permitiste que se escapara esa noche en tu guarida, Cóseme los labios para no tener que llorar por tu silencio Que calcina mi vano intento de odiarte,
Téjeme toda el alma al cuerpo para no sentir que se escapa un verso de amor Podrido y mohoso, Ultrajado por tus manos. Poemas a Maquina (27) I Y, ¿si tuviera miedo, repentinamente? Pues el tiempo no siempre es de hielo A veces revienta, decapita, mitiga, despedaza Como un pensamiento fortuito Destroza la mañana que es menos cruda, Y, ¿si me ahogara el llanto, un día cualquiera, Separaría lo bello de lo eterno para morir cobijada por la nada, Porque el llanto no es de sal, ni de miel. Se calienta en invierno: la oscura vereda de pánico. II Témeme, que en cualquier momento puedo resultar ser día, Menos dulce que se hace noche para embriagarte de frío, El que se cuela por tu ventana. Mujer-noche que se alimenta de tu cuerpo, Al tiempo que es su calumnia, Y es que mi verso es tuyo, Si, mi verso es tuyo, Tu que eres mas yo Porque cada una de esas noches cuando me cuelo como frío que te entumece, Te anestesio, Reemplazo las partes de nuestro cuerpo,
Sustituyo tu pierna por la mía, mientras te beso el pecho (mi manía) Para no pensar en la muerte o que te acabaras con el tiempo. Ceneida sin luz (28) Es como el frío, si, Que entumece, Titilo como si no pudiera dejar de llorar, Porque tu ya te llevaste toda mi sangre, Toda mi miel, Es como el miedo, si, el frío es como este miedo Que despunta la soledad buscada, Miedo que se desliza como sudor por mis mejillas, Ahogada con menos palabras Distraída, con menos luz, Insultada, Lunática como el frío, si así se siente, Como cuando el frío me ha tomado entera. Te tragaste mis lágrimas, Como si hubieses pasado tu lengua por mis mejillas sin reparo En la sal que contiene la melancolía al final del día, El sabor a descompuesto de luna, Olor a que no puedo seguir, Te tragaste como a través de un conjuro, mis lagrimas, Mis lágrimas, sal y frío, La magia de tu estocada final cuando el corazón se te hizo a la carne Y me amaste de ese modo insospechado que se escabulle del pánico. Ya de todos modos, esta ida esa luna, Y esta poeta que prefiere llamarse puentera,
Bruja o gitana, Que nada le hace en los pies impulso, Ni descubre alas en los mosquitos perdidos De la mesura del deseo Que desoculta ritos de invierno Para no ser descubierta. La D mayúscula (29) Separemos la historia De Juan y la diosa Que se encontró aquella noche En el bosque Que advirtió que jamás nada podía hacer Sino tenia sentido, Y desde entonces la danza le parece efímera El cine quietud Y la risa un desperdicio, ¿Qué clase de bosque era aquel?, Separemos la historia de Juan y la diosa Que desde el nunca jamás vio a ese inútil despojo De carnes perdido, Y dejo de ser diosa con D mayúscula para que nada tuviese Sentido. Conjurada (30) Ni semidiosa, ni heroína Soy yo quien es verdugo Sanguínea,
Chupándome la piel Para que veas como muero, Deleitadamente, En manos de mi propia seducción En pies de la tierra que me pego a la garganta, Tu, de otros tiempos, y otros honores Hijo de la dicha y la prudencia, No lograste embriagarme de culpa Porque yo ya estaba infinitamente decadente, Infinitamente tragada por el juego malévolo De semidiosa Lanzando conjuros que caían justo a mis pies.